Capítulo X "El Heredero"

-¡Perdón! ¡Principe James! Que gusto verlo- exclamó Lily, mientras se acercaba al chico. James se sonrojó. Quería abrazarlo, pero sabía que no debía, después de todo, tenía que guardar  su distancia. Volvía a ser la pequeña muchacha que limpiaba las habitaciones del príncipe, y éste lo notó. Sonrió a Lily.

-Ya no me tienes que tratar así, después de todo, eres de la realeza- declaró James. Lily agachó la cabeza con gesto avergonzado.

-¿Lily?- preguntó James, temiendo haberla ofendido, pero para su sorpresa, se escuchó una risita de la chica, y antes de que James pudiera decir nada, lo había abrazado de golpe. Luego se soltó, mientras que su rostro tomaba un cierto color carmín. James aún estaba estático ante el abrazo.

-Lo siento, fue un impulso- declaró Lily.

-No importa, esta bien- contestó James sonriendo como bobo (Aún se estaba recuperando del susto :P).Le ofreció el brazo a la chica.

-¿Me permite escoltarla al salón, señorita?- preguntó. El rostro de Lily se ensombreció.

-Si no te importa, prefiero quedarme afuera del salón, no soporto todas las miradas de curiosidad en esa gente, como si nunca hubieran visto a una pelirroja, y los chismes están a todo lo que dan- declaró Lily con desdén. Luego tomó el brazo de James. –Pero puedo aceptar que me escolte a otra parte joven, solo que no me vaya yo a alejar mucho, por que mi padre se irritaría, lo que provocaría que me regañara, junto con mi tutora por no estar atendiendo a los invitados- Lily tenía cierto matiz de travesura en la cara, que sobresalía cuando hacía algo que no debía. James adquirió un aspecto grave.

-Se nota que aún no sabes mucho de esta vida- declaró. Lily lo miró sin comprender. –Me refiero...- continuó James –a que si salimos tu y yo juntos de aquí, solos, les darás mucho mas de que hablar a esas gentes, es peligroso que te vean a solas con alguien que no sea el heredero de Singledem, después de todo, ellos tienen sus esperanzas puestas en que te casarás con él.-

-Que digan lo que quieran, yo no me casaré con nadie- murmuró Lily con amargura. El silencio cayó sobre los dos chicos, pero ninguno se sentía incómodo. Lily se sentía segura por fin con alguien que conocía de su vida pasada, y James se dio cuenta de que no había dejado de querer a Lily.

-Hija mía... – una voz a su lado los sacó de sus pensamientos. Era su madre, quien miró con el ceño fruncido a James. –Te recuerdo que la fiesta es en honor a ti- declaró, mirando a Lily con gravedad.

-Lo siento madre, en un segundo entro- contestó Lily. Su madre se retiró.

-¿Ahora si me permite escoltarla al salón, señorita?- preguntó James, volviendo a ofrecer el brazo. A Lily se le dibujó una sonrisa maléficamente divertida.

-Si, pero ni creas que te voy a soltar en toda la noche, por que no me quiero quedar sola ahí adentro- exclamó ésta, mientras tomaba el brazo de James por segunda vez. Éste meneó la cabeza con fingida desesperación.

-¡Piedad!-exclamó -¿Cómo le voy a hacer para estar con mis múltiples admiradoras?- Lily frunció el ceño.

-Si, claro, creo que los humos ya se te subieron a la cabeza- exclamó ésta.

-Es verdad... Al menos no por mi físico, pero si por mi intelecto- contestó James con una sonrisa pícara. Lily aún lo miraba incrédula. –Bueno( ¬.¬), en realidad es por que muchas de ellas quieren ser reinas, ¿Contenta?-

-Al menos eso es mas creíble (^u^)- contestó Lily, encogiéndose de hombros.

-Es el sueño de toda muchacha... Es comprensible eso....-

-No, no el de toda muchacha. No es mi sueño, yo daría lo que fuera por no tener el peso de estas profecías sobre mi. Si jamás hubiera cruzado la barda del castillo, jamás habría pasado esto...- declaró Lily.

-Si, pero no te hubiera conocido...- murmuró James para sí mismo, de lo cual Lily no se percató. James le ofreció el brazo a Lily, y Lily lo tomó. Se sintió extraña en verdad, ya que nunca antes se habría imaginado ir del brazo de James a algún lugar, y se sentía extrañamente cómoda caminando de su brazo, mientras que James sentía que iba a reventar por dentro de la felicidad que lo embargaba. Se había olvidado por completo en esos instantes lo que se prometió a si mismo de no volver a pensar en la chica, puesto que ella tenía un deber que cumplir, y eso la dejaba fuera de su alcance. Las puertas se abrieron de par en par ante los dos chicos, que ignoraban por completo lo que el destino les tenía preparado.

Nuevamente las multitudes se fijaban en la pareja, y las murmuraciones volvían a su apogeo, para gran disgusto de Lily. La madre de ésta se acercó a ellos con una sonrisa en el rostro.

-Hija mía, ha llegado por fin la hora de que conozcas al heredero...- Miró a James con desdén nuevamente, y el chico pareció entender el mensaje.

-Bueno, creo que debo irme...- dijo él, mientras soltaba a Lily –Fue un gusto saludarla señorita Gostehm- concluyó con una sonrisa.

-De seguro ya vas con tus admiradoras- rió Lily, siendo reprendida severamente por su comentario.

La chica suspiró, y en cuanto James desapareció, la sonrisa y el brillo de sus ojos desaparecieron en solo un instante. Su madre notó eso, pero no dijo nada. Caminaron entre los invitados, mientras que la madre sonreía a todo mundo, pero no dejaba que nadie se acercara a su Lily, y eso por que no faltaron los Condes jóvenes atraídos por la belleza de la joven, o aún mas, los príncipes, que solicitaban tan solo una sonrisa de la dama. Se acercaban, tomaban su mano y la besaban, cosa que a Lily le parecía asquerosa, pero sabía que debía mostrar un rostro alegre. Cuando le soltaban la mano, ésta se la limpiaba disimuladamente, mientras que trataba de hacer que su madre dejara de hablar y ambas continuaran caminando.

Llegaron por fin a la mesa donde estaban las bebidas, y estaba ahí parado un chico vestido con ricas joyas, a manera exagerada, el cual tenía cabellos negros y bien peinado, pero aún así, Lily lo reconoció perfectamente.

-Permíteme presentarte a tu prometido hija- dijo la madre, mientras el chico volteaba a verla y sonreía.

-Bienvenida por fin a casa- declaró el joven, que si se sobresaltó al ver a la chica, lo disimuló perfectamente bien.

-Snape...- balbuceó la chica, mientras que su madre se alejaba, dejando a los jóvenes comprometidos a solas.

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James estaba recargado en la pared que estaba mas cerca de la mesa de las bebidas. Tenía una copa con vino en la mano, y miraba con aire aburrido la fiesta. Había un grupito de muchachas cerca, que lo miraban sonriendo, y reían si el las volteaba a ver. James estaba exasperado. Sus sentimientos dentro de él lo estaba traicionando, y sin embargo, sabía que no podía negarlo. En ese momento la madre de Lily se acercó a él.

-Bienvenido a la fiesta, joven Potter- dijo ésta con una sonrisa falsa.

-Muchas gracias, pero a leguas se ve que me da la bienvenida con la misma alegría con la que se la daría a un hipogrifo encabritado- soltó James, sin perder su postura.

-Bien los has notado Potter. No se que hay entre tú y mi hija, pero aléjate de ella. ¿No querrás que toda una nación perezca por culpa de tu egoísmo, verdad?- La voz de la mujer era melosa y suave, pero fría y dura como el hielo.

-Solo me interesa que Lily no perezca- contestó James, mirando a la mujer con el ceño fruncido.

-¿Te refieres a que amas a Lily?- preguntó la madre sorprendida. James se quedó estático, sin saber muy bien que responder, y los sentimientos dentro de el volvieron a entrar en conflicto. Pero alguien llego en su salvación.

-Buenas noches, soy Narcisa- dijo la voz de una muchacha. James volteó a verla con el ceño fruncido, después de todo, ella era una de las del grupito de muchachas que reían tontamente, pero agradeció que desviara el hilo de la conversación, ya que se había puesto muy comprometedor, después de todo, en esos tiempos, una declaración de amor era firmar sin duda alguna un contrato de matrimonio. O un contrato de suicidio, ya que si no le caías bien a los papás las consecuencias podrían llegar a ser desastrosas.

-Buenas noches Narcisa- exclamó la Condesa con una sonrisa. –Te presento a James Potter, de la casa de Gryffindor, príncipe y Heredero al Trono de Rockville. James, le presento a Narcisa Black, Vizcondesa de Singledem, heredera de las siete tierras sagradas, en donde duermen los poderes.- dijo la Condesa. Una idea había venido de pronto a su mente, y no iba a desaprovechar la oportunidad que tenía, después de todo, su hija se tenía que casar con Snape a como diera el lugar. La amaba, era cierto, pero tenía su debilidad, y ésta era las profecías.

James notó de pronto la iluminación en el rostro de la mujer, y por tanto, supo lo que estaba pasando por su cabeza, y fue en ese momento cuando se dio cuenta que no estaba dispuesto a darse por vencido, no iba a poner en saco roto lo que sentía. Ya dependía de Lily el responder o no responder.

-Bien, mucho gusto- contestó James secamente.

-Justamente hablábamos de cómo James está algo incómodo sin compañía para bailar...- comenzó a decir la Condesa. Esto tomó a James por sorpresa, y al instante se sintió jalado hacia la pista.

-Yo te puedo acompañar- dijo Narcisa, y ambos se pusieron a bailar.

En ese momento Lily se acercaba a platicar con James, pero al verlo salir a bailar con Narcisa, se confundió. Su madre estaba ahí cerca, y Snape estaba a su lado.

-¿Qué pasa madre?- preguntó Lily.

-Es solo el joven James, me platicaba lo mucho que le agrada bailar con las jóvenes. Estos jóvenes de hoy son unos mujeriegos. ¿Cómo están ustedes?- La madre sonaba algo agitada, pero Lily no sospechó nada, y su madre quedó satisfecha con el resultado.

En ese momento llegó su padre sonriendo. Había llegado la hora de presentar a la pequeña heredera Gostehm. Les hizo una seña a los músicos que callaron al momento, y se acercó a un lugar en la pista donde podía ser visto por todos los presentes.

-Damas y Caballeros, es un honor para mi tenerlos esta noche disfrutando de las delicias de la vida bajo mi casa. Como todos ustedes saben, durante los últimos años nuestra familia ha sufrido mucho a causa de la pérdida progresiva de sus integrantes. Llegó hasta tal punto ésta pérdida que solamente quedamos en el mundo tres Gostehm. Uno de ellos nos fue arrebatado años atrás, provocando un gran dolor en nuestra familia, pero esta noche nos ha sido devuelta nuestra hija, por lo que deseo hacer un brindis para celebrar su vuelta.- Levantó su copa. –Por Lily y Severus, que su compromiso perdure- y todos levantaron la copa. Lily sonrió tristemente, mientras que la expresión de Severus era neutra.

James los miraba de manera extraña. Narcisa se había acomodado muy bien en el brazo de James. Todo mundo estaba tranquilo, así que el padre volvió a hacer una seña a los músicos, que comenzaron a tocar un vals tranquilo, y el Conde tomó de la mano a su hija para sacarla a bailar.

Lily sonrió y se dejó conducir por su padre, mientras que todas las miradas se concentraban en ellos dos. Cuando la música terminó, la gente comenzó a pedir que la chica bailara con el prometido, pero al parecer ésta no estaba muy dispuesta a hacer eso.

-No, todavía no, quiero que sea algo de nosotros- dijo Lily con una sonrisa falsa.

Todos se quedaron con expresiones de conformidad, y volvieron a retomar el baile. Ahora Lily estaba en el centro de la pista, sola. Su padre se había ido, y Severus estaba hablando con otras personas en otro lado. La chica miraba el suelo, mientras una lágrima se deslizaba por su rostro, pero reunió valor, y secándosela con disimulo, levantó la vista. James venía hacia ella con una sonrisa en el rostro y su mirada expresaba inmensa ternura. Lily se sintió atravesada por esa mirada, y no se pudo mover, hasta que James estuvo ya enfrente de ella.

-¿Me permite este baile?- preguntó éste. Lily asintió, todavía en shock, pero se dejó conducir por James, quien la tomó suavemente de la cintura. Lily cerró los ojos mientras bailaba. Ya no sentía nada, ya no sentía los pies, simplemente sentía que flotaba en el aire, y James la sostenía lo suficiente como para que no fuera a caer. La música acabó y Lily abrió los ojos. James la miraba fijamente sin decir nada, pero sus ojos expresaban mil veces mas lo que no le estaba permitido expresar en palabras.

Le ofreció el brazo y la escoltó fuera de la pista, bajo las miradas disimuladas de los demás invitados. Se dirigieron a la mesa, pero Lily lo tomó firmemente del brazo y le dijo algo al oído. James asintió, y ambos chicos desaparecieron del salón del baile sin que nadie se percatara de ello.

La luz de la luna bañaba el lago plateado que había en el bosque, mientras que los grillos hacían coro. Ambos chicos caminaban tomados del brazo, disfrutando el momento sin decir nada, ya que temían romper el hechizo. En ese momento Lily se detuvo al pie de un árbol, y James volteó a verla y sonrió.

-Eres hermosa- dijo James, acariciando su cabello,  conduciendo su mano hacia el rostro de la chica, que se dejaba acariciar sin resistencia. Lily cerró los ojos y recostó su cabeza en el pecho de James, que la abrazó como si nunca mas la fuera a soltar en su vida.

-Es una noche maravillosa- murmuró Lily con alegría, mientras que James le besaba la frente. Se miraron a los ojos, mientras que un a música a su alrededor provocaba que se olvidaran de todo lo que concernía a sus vidas por el momento. Esa noche iba a ser de ellos, y no importaba nada mas.

-Lily, hay algo que quiero decirte- dijo James muy serio, mientras tomaba las manos de la chica y aspiraba con gravedad. Lily lo miró sin comprender.

-Yo también- declaró ésta.

-Tu primero-

-No, tu primero-

-Lily, por favor (¬.¬)-

-De acuerdo- dijo Lily seriamente –James, simplemente te quería dar las gracias... Desde que te conocí has sido un muchacho estupendo... Con tus bajas, claro está, pero aún así demostraste ser muy bien amigo y compañero, créeme que no lo olvidaré fácilmente... Eres un amigo al que quiero mucho. No quiero casarme. Creo que tu lo sabes mejor que nadie. Cuando era niña me prometí a mi misma que jamás amaría a alguien como para casarme, ya que eso sería entregarte totalmente a otra persona, de lo cual yo jamás me creí capaz. Y ahora me están obligando a hacerlo. Gracias por ser un gran amigo en la necesidad y por darme mis momentos de felicidad. Gracias por todo lo que hiciste por mi aquella ocasión que ocurrió lo de Snape... - La voz de Lily se había hecho un susurro. Estaba sonrojada y lo sabía, así que había agachado su cabeza para no toparse con los ojos de James.

Éste en cambio la tomó de la barbilla y levantó su rostro.

-Lily, estaré siempre que me necesites, lo prometo, tu también eres una gran amiga, te quiero mucho....- dijo James, mientras volvía a besar su frente y la abrazaba. Lily recostó su cabeza en el pecho de James y rompió en sollozos.

-No quiero... No con el.... Lo hubiera soportado con alguna otra persona, tal vez, pero no con el...- decía ella. James le acarició el cabello, y le dio unas palmadas en la espalda. No sabía como consolar a alguien, aún no había aprendido. Tomó su decisión. Se separó de Lily y se puso de pie.

-¿Qué pasa James?- preguntó Lily. –Lo siento, de verdad, no quería incomodarte...- comenzó a decir ella, mientras el color subía a sus mejillas. No le gustaba llorar enfrente de los demás.

-No es eso Lily, no es eso, es... otra cosa- James se acercó a ella y le tomó la mano, mientras se arrodillaba delante de ella. –Se que esto es informal, pero debo decir lo que pienso. Lily cuando te conocí me pareciste una niña excepcional. Por que no eres como las demás chicas con los mimos gustos y ambiciones, si no que tienes tu propia personalidad y siempre tratas de ser tu misma, sin que te importe lo que los demás piensen de ti, y eso es algo ejemplar, sobre todo entre la gente de la realeza. Te amo Lily- dijo James.

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Tan tan tan tan!!! Muajajajaja

Lo dejaré hasta ahí esta vez, ya que estoy en exageración cansada y tengo mucho sueño. Se que es temprano, pero la verdad no me importa. Muchas gracias a las personas que se han estado tomando la molestia de leer este fic, espero que lo sigan disfrutando, y les agradeceré los RR que dejen!! Hasta la próxima!!!