Holas, aquí a pocos dias del 2004, les pongo el nuevo capitulo. Prometo ponerlos mas seguidos, aunque bueno. El 5 empiezo la Universidad… Saludos a todos, y Feliz Año Nuevo!!!

Capitulo 3 Un pasado trastornado…

***

- Es como una maldición, ha vuelto a perseguirme. Quiere verme muerto. – Se dijo Snape así mismo en la Taberna de Hogsmeade esperando impaciente.

- Al fin te veo, Severus. – Pues allí estaba Lucius Malfoy bajo una capa para ocultar su rostro.

- Te tardaste un poco. – Dijo Snape mirándolo.

- Tuve que cuidar que no atraparan, por si no lo sabes soy un fugitivo. – Dijo Malfoy bajo la capa arrastrando las palabras. – Draco me ha contado de tu nueva ayudante.

- ¿Para eso querías verme? – Snape estaba mostrando su malhumor.

- No realmente. Pensaba que esta vez sería diferente esta vez que te encontrabas con su hija… Quería saber el motivo de porque Dumbledore quiere a esa niña protegida, que digo…

- ¿Por qué Dumbledore la necesita? – Snape dudo. – Dumbledore quiere protegerla, supongo que del Señor Oscuro. Ya sabes que Dumbledore no confía mucho en mí y no me revelaría ese motivo. – Mintió Snape calmadamente.

- Confía lo suficiente para haberte permitido seguir dando clases en Hogwarts y para habértela asignado como ayudante, o es que ya caíste en los mismos juegos sexuales que tenías con la madre…

- Lucius, la chica eligió ayudarme en pociones, eso es mucho decir. La niña no sabe nada de magia. No tengo interés en ella, podría ser mi hija…

- Pudo haberlo sido, incluso hasta mi hija. – Dijo Malfoy sonriéndole – Pudo haber sido de cualquier hombre, pero resulta que no es así.

- ¿Para que el Señor Oscuro la necesita?

- Por la misma razón que quiso traer a Florence a nuestro lado, entrenarla para asesinar en una misión especial.

- Bien, será difícil lo que pides. Ella está siendo custodiada por todos. – Dijo Snape. – Además, no vale la pena. Lo único parecido que tiene a su madre, es el físico. No es fuerte, ni tampoco tan valiente y desconoce la existencia de artes oscuras.

- No son asuntos míos. Así me lo han ordenado, necesito dar con ella… - Dijo Malfoy poniendo su mano sobre la mesa. – Llevaba tantos años sin ver a alguien tan parecida a ella, esa noche cuando casi la atrapo, sentí la misma emoción que cuando estuve con Florence, la misma… pude haberla tenido en mis manos.

- Supongo. – Snape miró guardando su ira, volteó hacia la puerta y observó a un hombre con capa entrar.

- Allí está Rodolphus – Dijo Malfoy – Bellatrix ha estado muy emocionada.

- Bellatrix está loca. – Dijo Snape.

- Lo se, todos lo saben. – Dijo Malfoy – Seguiría al Señor Oscuro hasta el infierno. Yo no.

- Harrington tenía razón, el día que nacieron las excusas naciste tú. No eres fiel al Señor Oscuro, no eres de confiar…

- Tu tampoco. No hables mucho, tú te escondes y refugias a las faldas de Dumbledore, deberías acercarte más a él y conseguirme algo útil.

            Severus Snape, era un hombre que toda su vida había sentido resentimientos hacía la vida, mucha gente ignoraba que sucedía realmente con él y el porque de su manera de ser, alguien que hubiese vivido la historia desde afuera jamás la hubiera entendido. El había nacido entre una familia que no lo había deseado, había sido concebido por error y fue maltratado por su padre la mayor parte de su infancia. Su madre era una mujer vampiro sumisa que era maltratada por su esposo mago. Cuando había llegado a la adolescencia había aprendido artes oscuras y había conformado una pandilla en Slytherin, donde todos habían resultado ser mortífagos. Snape entraba de nuevo a su despacho y recordaba aquellos tiempos amargamente. Ivan Rodolphus Lestrange, era su mejor amigo en Hogwarts, aunque nunca supo lo que era un amigo de verdad.

Desconfiaba un poco de él y por lo general se le veía con la única chica de la pandilla Bellatrix Black, que en sus tiempos antiguos se hacía llamar por el apellido de su madre y su primer nombre: Morgana Zewell. Recordaba a Evan Rosier, el mas cuerdo de todos que fue traicionado por Wilkes, Malfoy y Lestrange, recordaba la noche en que literalmente lo entregaron al auror Alastor Moody y como había muerto, siendo encontrada en sus túnicas la foto de su novia y dos niños; Tara Ustinov y sus dos hijos Edward y Penélope. Se acordaba vagamente de Wilkes, tambien había sido asesinado por aurores en circunstancias diferentes.

Al recordar su pasado inevitablemente se acordó de esa chica que había tratado de olvidar: Florence Harrington, la que habia resultado ser madre de Ariadne. La mitad del mundo mágico le temía a Florence, pero ignoraban que hubiesen sido algo. La había conocido cuando era una niña de 11 años, insegura, débil y muy sentimental. Se culpaba a menudo, de haberla hecho cambiar, enseñándole las ironías de la vida y convirtiéndola en su discípula predilecta de las artes oscuras.

            Recordaba las aventuras vividas con ella y las veces que tuvo que ocultar su amistad con ella, puesto que se veía presionado con su propia pandilla de no tratarla directamente. Recordaba su enemistad con Sirius Black directamente, las veces que la pandilla de Gryffindor lo había humillado.

            No todo era malo, se acordaba de la primera vez que estuvo con una chica, se acordaba como si fuera ayer. Había estado nervioso y con miedo a entregarse totalmente, había sido una mañana de Navidad de su quinto año y se había escurrido hasta el dormitorio de las chicas de Slytherin huyendo de los demás, había cedido a la tentación de esa chica llamada Florence, que ahora no era más que un triste recuerdo. Luego de acordarse de esos buenos momentos, se sentía melancólico al recordar como había terminado todo. Pero en su mente estaba grabada la forma en que ella lo besaba, incluso podía sentirlo aun sobre sus labios amargamente, se acordaba de las cosas impensables que le había hecho, de sus caricias, de cómo él ponía sus manos sobre ella, lo que había descubierto con ella, se acordaba de sus conversaciones y discusiones. La vez que ella le hizo hacer el ridículo declarando su amor en una fiesta, la vez que descubrió que El Señor Oscuro la había manipulado para unirla a su bando, el día que se enteró que ella lo había abandonado.

            Allí era cuando los recuerdos se volvían violentos, Lucius Malfoy le había comentado de que se había acostado con ella, se enteró de las cosas que hizo y se acordaba de la vez que Florence le dijo que no lo amaba, respiraba profundo mientras se acordaba y sentía que temblaba, se acordaba de todo y estaba fresco en su memoria, se acordó de esas noches solitarias en las que había deseado morir, esas noches que hubiese deseado encontrarla para hacerla volver suya en cuerpo y alma, y matar su orgullo, la confusión mezclada con la impotencia, los celos enloquecidos, la obsesión por querer tocarla otra vez. El sentimiento de odio hacia el Señor Oscuro por sentir que la había llevado de su lado, estaba al borde la locura y del remordimiento. Recordaba cuando acudió a Dumbledore, el día que había muerto ella y de su actitud, no le había importado pero por dentro había sufrido, desde ese día se había resignado a que mas nunca la iba a sentir entre sus brazos, se había resignado a seguir una vida amarga estuviera donde estuviera.  Fue interrumpido de sus pensamientos por un grito de horror en la vida real, el grito provenía de las mismas mazmorras y se levantó a ver que había sido, fue cuando vio venir del otro pasillo a alguien corriendo, en la oscuridad tropezaron.

- ¿Qué es lo que ocurre? – Dijo Snape dándose cuenta de que era Ariadne, estaba asustada y temblando, con su pijama de ositos rosados y sudando en frío.

- Fue horrible. – Dijo Ariadne abrazándose a Snape desconsolada.

- ¿Qué cosa?

- Una pesadilla, una pesadilla que parecía real… fue terrible! – Dijo Ariadne con la voz temblorosa. Snape la llevó a su despacho.

- ¿Qué clase de pesadilla?

- Era sobre mi padre, era mi padre que renacía en un cementerio.

- ¿Tu padre? Tengo entendido que tu padre murió cuando eras una bebe, ¿lo recuerdas?

- Su voz, me llamaba a que lo rescatara. Me dijo que estaba vivo, me dijo que debía buscarlo, es mi padre… fue rodeado de esos asesinos mágicos y me dijo que debía ir con él. Vi sangre y…

- No creas en ello, se que es lo que sucede. – Dijo Snape. – El Señor Tenebroso está penetrando en tu mente, ya sabe que estás aquí. El puede entrar en tu mente si no despejas tu mente. ¿Cómo aprenderás a defenderte si no sabes magia?

- ¿Penetrando en mi mente? Pero usted no entiende, fue tan real. Vi a mi padre en una tumba, el está buscándome. Mi padre está vivo, el me dijo que usted no me creería porque usted siempre odió al esposo de mi madre, usted me odia tambien…

- No la odio Señorita Xavier, pero debe escucharme… No crea en lo que diga él. Lord Voldemort es muy astuto y sabe sus debilidades si usted deja abierto su corazón.

- Me dijo que si no lo buscaba iba a morir en manos de los asesinos, los asesinos tienen a mi papá.

- Es mentira. – Snape sacudió a Ariadne por los hombres y ella reaccionó.

- Por un momento pensé que el estaba vivo. Usted no sabe lo que es ansiar querer ver a tu propio padre o tener una verdadera familia.

- No te dejes manipular por ese talón de Aquiles, no te dejes influenciar niña. – Dijo Snape. – El Señor Oscuro hizo lo mismo con tu madre, le hizo creer cosas terribles…

- Tengo miedo, desde hace tiempo mi vida se ha vuelto en una locura… este mundo mágico es de locos. – Ariadne le dio la espalda.

- Promete que antes de dormir de nuevo vaciaras tu mente, debes despejarte si quieres que no penetre en tu mente. Seguirá ocurriendo si no lo detienes.

- Ayúdeme.

- Solo puedo enseñarte el camino…

            Pues las pesadillas se hicieron más frecuentes, y con buena razón, Ariadne no sabía como detener de soñar con su padre, pero no estaba segura que fuese su padre. Se preguntaba muchas cosas, si su padre muggle estaba vivo, ¿Por qué los asesinos lo tenían? ¿Qué querían de él? Podría ser una trampa después de todo para atraerla y matarla, pero aunque fuese una trampa ella quería estar con su padre, toda su vida había soñado con tener una familia, pero siempre había estado sola desde la muerte de su madre. Su tío la había querido y cuidado mucho,  pero no era lo mismo. Recordar la última vez que abrazaba a su madre, el día que se había enterado de su muerte. Las burlas constantes de la esposa de su tío, Regina Xavier. Los golpes de su prima Sheila, era bruja y la odiaba, la llamaban anormal. El único escape que había tenido era escapar de casa a un árbol cercano de la casa, cantar, dejar fluir sus temores a través del canto, cantar le daba seguridad, para luego esperar que la noche cayese y que su tío llegara de trabajar. O quizás jugar con su primo muggle Mark, quien nunca la trató mal. Aquellos habían sido días oscuros, mas aun taparle al mundo su mayor secreto, de cómo ella había asesinado a su tía accidentalmente, usando la poca magia que había en ella…

- Señorita Xavier, usted debe poseer algún talento mágico. Usted es una bruja… - Dijo Snape en su despacho privado luego de haberse comprometido a darle clases para evitar que Voldemort penetrara en su mente. Dumbledore ya estaba lo suficiente ocupado enseñándole a Harry Potter.

- ¿está seguro que soy una bruja? – Dijo Ariadne

- ¿Me ve cara de tonto? Los muggles no pueden entrar a Hogwarts, no pueden verlo. Además. No puedo ayudarla si usted no pone esfuerzo, endereza esa varita y aprende bien a defenderse.

- Usted no sabe lo que es estar en mi lugar… - Dijo Ariadne con resentimiento.

- No lo se. Pero no entiendo que diablos le cuesta aprender un poco de magia…

- Mucho, usted no ha vivido lo que he vivido yo. Usted no tiene idea – Dijo Ariadne enojada levantándose.

- Ah, ¿se supone que debo llorar? Disculpe que la vida no sea un cuento rosa como usted se lo creía.

- Mi vida no ha sido un cuento rosa, y para que lo sepa tengo un talento mágico que jamás usaré aunque usted me obligue…  - Ariadne comenzó a temblar y sonaba nerviosa.

- ¿Qué talento es? No soy adivino. ¿Qué será? Quebrar las cosas solas, levitar objetos, pegarle a la gente sin tocarla o penetrar mentes… - Dijo Snape en un tono de burla. Ariadne aun temblaba.

- No, es mas… extraño. Sucede que puedo hablar con las serpientes, y eso no es nada común. Es tan… extraño, anormal y enfermizo – Ariadne tenia los ojos llenos de lágrimas, temblaba y tenía voz de asco.

- ¿qué? – Snape quedó boquiabierto. – Usted… ¿puede hablar Parsel?

- Si, pero no me va a obligar. Malos recuerdos, malas cosas, memorias terribles…

- Dígame Ariadne. ¿Por qué le perturba tanto?

- Desde que tengo razón fui la anormal, la monstruosidad, la rara… no merecía nada. Todos los chicos de mi cuadra me temían, gracias a los comentarios de mi prima. No tuve amigos, era solitaria y aparte de eso retraída. Pero no me impedía vivir mi vida, aunque estuviera apartada. Mi tía siempre buscaba un motivo para reclamarme, era un fenómeno para ella. Luego de tantos años entiendo que fue el alto precio de ser hija de Florence Harrington. Justo como ahora. Todos me miran como un bicho asqueroso. – Por un momento lejano, Snape sintió que conocía aquella historia, sintió compasión por la chica pero luego tomó su tono temible.

- ¿eso la atormenta? – Snape la miró profundamente como si pudiera leerle los pensamientos.

- No tanto eso. Estando pequeña descubrí que podia hablar con las serpientes. Mi madre antes de partir me dijo que no hablara en frente de las serpientes, puede ser peligroso y tenía razón. – Ariadne se detuvo y empezó a llorar, poniendo su cabeza entre sus rodillas. Justo como Florence había hecho hace años atrás, trayéndole a Snape terribles recuerdos. Mas recuerdos dolorosos que ver la imagen viva de la hija igual a la madre.

- ¿Qué ocurrió?

- Una tarde de verano, yo tenía 7 años y jugaba en el jardín. Mi tía no me dejaba entrar, y me quedé jugando entre la tierra y los matorrales. Accidentalmente rompí una valla del jardín, mi tía se dio cuenta y fue a regañarme, me insultó, fue lo mas terrible de lo que se puede imaginar. – Ariadne temblaba – Mi tia era fuerte y golpeaba fuerte, era maciza y muchas veces temí por mi vida. Ella no tuvo misericordia de mi, me jaló las orejas y golpeó mi cara varias veces llamándome "Anormal", fue horrible.- Ariadne hizo una pausa para secarse las lágrimas. Snape tembló ligeramente, a él también le traía recuerdos de su niñez, una niñez algo trastornada… Snape recordaba en silencio los maltratos de su padre, descubría que tenía muchas cosas en común con aquella chica.

- El dolor era terrible y traté de huir, fue un error. Ella me sujetó más fuerte y yo empecé a gritar. Pero vi algo frente a mí, era una serpiente inmensa a varios metros. Solo recuerdo que grite "auxilio", y mi tía me volvió a golpear. Pero solo por unos segundos, al siguiente instante una lluvia cayó sobre nosotras. Eran babosas y sonaba como se arrastraban, mas de cincuenta serpientes caían sobre mi tía, sin tocarme… algo extraño. Un par de ojos rojos brillaron en los matorrales y yo corrí a casa, al voltear era tarde. Mi tía yacía inconsciente en el piso, con varias heridas mortales de serpiente, no había nada que podía hacer. Sheila estaba frente a mí ahora y me gritaba, no entendía hasta que empecé a escuchar de nuevo, mas fuerte: "La mataste, la mataste". El resto fue historia… Mi tío no me culpó, pero Sheila lo hizo toda mi vida. A partir de ese día, por haber pedido ayuda a una serpiente, me juré no usar más magia.

- Creo que fue un accidente. – Dijo Snape. – Usted no tuvo la culpa…

- Seguí siendo la anormal, la rara para siempre… solo una vez me senti en un lugar correcto. En mi carrera musical, no era la anormal y encajaba en un lugar. Ahora estoy en este lugar… atrapada sin poder salir.

- Usted no está en Hogwarts como un capricho del director ni mío. Estás aquí porque… - Snape pasó a tutearla.

- Voldemort me persigue. No tiene sentido, hubiera sido mejor disfrazarme!

Ariadne ahora recordaba como las cosas cambiaron en la adolescencia, Sheila dejó el hogar para irse con un mago extraño. Ariadne habia seguido los mandatos de su madre, al no aprender magia o pertenecer a ese mundo, la magia le causaba malestar e incomodidad. Lo unico que la hacia sentir bien, era cantar y practicar con la pequeña banda del pueblo en horas libres, aquellos chicos expertos en musica la habian acogido sin importarle quien fuese y ella se sentía bien por ello. Había cumplido 17 años y había firmado un contrato para grabar un disco, la fama llegó tan rápido por una oportunidad única. Abandonó su hogar pronto y empezó a vivir su vida en distintas partes del mundo, llenándose de experiencias pero algo le faltaba… nunca había tenido la familia que quería y eso lo envidiaba de la gente. Habían pasado casi 3 años desde que se había ido de casa, ahora ni su fama la había podio salvarla de ser el objetivo de uno de los magos mas perversos. Un mago que estaba en el mundo mágico al cual se había negado pertenecer por miedo. Era irónico que ahora el destino la pusiera tan cerca de la magia, era como una obligación o una lección por tratar de evadir su misión como bruja, el destino la marcaba para permanecer en Hogwarts un tiempo. Luego de haberle comentado a Snape su único talento mágico, se sintió algo más segura para empezar a aprender magia como se debe. Pero eso no era lo único que le inquietaba a la joven Ariadne. A pesar de que las cosas mejoraron y se hizo muy amiga de algunos profesores y alumnos, ella seguía teniendo una duda: ¿Qué pasaba con su familia? Toda su vida había sabido que su padre muerto tenía un hermano que era su tío. Pero nunca había conocido a la familia de su madre, quizás no tenia o quizás si existían. Nunca lo sabría si no se lo preguntaba a alguien… nada mejor que una conversación con el director Dumbledore.

- Hola Ariadne – Dijo Dumbledore mientras Harry Potter dejaba su despacho.

- Adiós Harry, nos vemos en la cena. Profesor… Necesito hablar con usted. – Dijo Ariadne.

- Pasa y siéntate. – Dijo Dumbledore sonriéndole. Ariadne avanzó y se sentó en una silla frente a él. – He sabido de tus recientes avances, Severus me ha contado que manejas hechizos sencillos. Minerva dice que has mejorado al 100% y…

- Algo de eso es cierto. ¿Por qué Harry lo visita tanto?

- Harry… oh Harry. Necesita lecciones en lo mismo que a ti. Occlumency, es para evitar que penetren en sus mentes. ¿Aun siguen esas pesadillas?

- Algo. Pero me siento culpable, quiero tener esos sueños para ver más a mi padre…

- Ariadne, Lord Voldemort está manipulando tu mente con lo que mas te produce debilidad… el no haber conocido a tu padre y tu deseo de tener uno.

- Tiene razón. Si no pongo fin a esto voy a volverme loca, no se cuantas veces he amenazado con eso. Pero es la verdad. – Dijo Ariadne en un suspiro.

- Ah, ya se acerca la temporada Navideña. Tiempo de celebración, quizás me puedas ayudar a decorar el gran salón a ambientar con música el gran salón. El Profesor Flitwick es experto en encantamientos.

- Lo pensaré. La Navidad no siempre es una época de grandes expectativas, algunos les trae malos recuerdos. Harry  Potter…

- ¿Harry? – Dumbledore la miró a través de las gafas.

- Hay algo con el, la otra vez no pude evitar oír a unos chicos en clase comentando sobre él. Todos le hacían preguntas a Ginny Weasley hasta que Severus les quito 10 puntos. ¿Qué hay con el?

- Un asunto muy delicado. Harry es el chico que vivió, el marcado por Voldemort según la profecía. Es el único que puede destruir a Lord Voldemort, o sino Voldemort lo destruirá a él. Es una guerra, una guerra muy peligrosa donde está puesto todo… La Vida de Harry cambio el mismo día que murió tu madre, sus padres fueron asesinados también. Y Harry simplemente terminó con esa cicatriz luego de que Voldemort perdiera todos sus poderes intentándolo matar.

- Increíble! A primeras apariencias parece un chico cualquiera… - Dijo Ariadne – Pero de eso no era que quería hablarle, sino de mi madre! Hay cosas que quiero saber… mi madre. Necesito saber todo. Si le pregunto al Profesor Snape se altera, me grita y me abandona. Quiero tener una idea…

- Severus está así porque se acaba de enterar que debe darle clases particulares a Harry de Pociones avanzadas. Afortunadamente Harry obtuvo buenas calificaciones necesarias para ser un auror.

- Ya veo!

- No es nada fácil contar la historia completa. Sabes lo básico. – Dijo Dumbledore – Podemos empezar con el inicio. Tu madre fue una de las mejores estudiantes de Hogwarts sin mentirte. Recuerdo el día que llegó al Castillo, era hija de los poderosos y famosos Harringtons. Sus hermanos ya antes habían estado aquí. El primer día tuvo un pequeño roce con Severus.

- ¿Quién no?

- Pero algo resultó mal…

- ¿algo? ¿Voldemort?

- No, aun no estaba en el poder en aquel tiempo. Sucede que los Harrington eran una familia de magos antiguas que habían vivido en los mejores lujos, eran todas sangres limpias por así decirlo, eran buenas personas, todos sus miembros habían pertenecido a la Casa Ravenclaw, pero tu madre no. Tu madre fue la primera Harrington en ir a Slytherin, y eso en cierto modo desilusionó a su padre.

- ¿Por qué? No tiene sentido – Dijo Ariadne fascinada por el relato

- Hay cuatro casas en Hogwarts, Gryffindor, Ravenclaw, Hufflepuff y Slytherin. Slytherin ha tenido muy mala fama, muchos magos oscuros han salido de esa casa en particular. El padre de Florence tenía ciertos prejuicios y no quería que su hija estudiase allí. Así comenzó todo, su padre o sea tu abuelo… fue muy rudo con tu madre y siempre temía que se descarrilase…

- ¿Solo por ser de Slytherin? – Ariadne miró confusa.

- Exacto.

- Eso no es justo… uno debe decidir que hacer con su vida, no la casa donde estés y…

- A eso me refiero querida Ariadne. Se lo dije muchas veces a tu abuelo, pero es un hombre muy terco. Tu madre no era una chica mala después de todo, simplemente las mentiras de tu abuelo se volvieron realidad. Dejó de manifestarle su amor y la trataba denigrantemente, tu madre se sentía mal por ello. Era una simple chica diferente, se hacía fuerte pero le afectaba… en esas condiciones fue más fácil caer en el lado oscuro y…

- Que ocurriera todo lo que ocurrió. – Ariadne completó la frase - Mi abuelo… ¿tuvo la culpa entonces?

- No, tampoco para nada se justifica lo que hizo Florence. Muchos factores tuvieron peso en el porque de las decisiones que tomó…

- ¿Qué pasó con mi abuelo? – Ariadne parecía interesarle el tema.

- Nada. El sigue viviendo en su mansión… alejado del mundo.

- ¿No sabe de mi?

- No lo se realmente. – Dijo Dumbledore.

- Así que no estoy tan sola como creo… tengo una familia, que no me quiere.

- No, aun no te conocen… dales tiempo y verás. Deberías empezar por conocerlos poco a poco.

- Debería… - Ariadne miró la ventana inquieta mientras observaba a los equipos de Quidditch practicar. - ¿Cuándo?

- En vacaciones de Navidad, ¿recuerdas que me pediste permiso para salir si hacías algo bueno en Hogwarts¿ Esa es tu oportunidad, iras bien custodiada por Severus

- ¿Usted cree que se conveniente que el me acompañe?

- Estoy seguro que si.

***

- Me has evitado desde que llegué aquí Severus. – Dijo Tara acorralando a Snape en las mazmorras. - ¿Puedes decirme que pasa?

- No ocurre nada Ustinov. – Dijo Snape sin mirarla

- Aun no me perdonas… lo del libro que escribí. – Tara miró algo seria. – Ni siquiera puse tu nombre en él…           

- No se trata de eso. – Dijo Snape.

- Entonces es verdad, sigues evadiendo tu pasado. Tratas de no tocarlo, te da miedo ese doloroso pasado… yo te recuerdo lo que pasó.

- En cierto modo si, pero no es miedo…- Dijo Snape adelantándose y caminando hacia su despacho.

- Como tu digas. – Tara lo miró extrañado. – Me han dicho que mi puesto está maldito. Ningun profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras dura mas de un año… ¿tienes algo que ver con ello?

- No, Ustinov. ¿Podrias dejar de hacer preguntas?

- Bien… eres exactamente el tipo de profesor que tu mismo odiarias siendo joven. ¿Qué ha pasado contigo? – Tara seguia preguntandole.

- Escuchame bien. No soy una persona ejemplar ni mucho de buen ejemplo. Lo que haya hecho con mi vida no te incumbe, enana! – Dijo Snape firmemente con algo de enojo y voz temible. Tara le dirigió una sonrisa y le dio un beso en la mejilla.

- Sigues siendo tan adorable como siempre… - Tara se fue dejando a Snape en shock.

- Y tú sigues siendo igual que cuando eras estudiante… ¿Te trae recuerdos de tus aventuras con algunos profesores?

- Oh si… - Tara dio una carcajada y desapareció.

****

- Hoy recibí una carta de Roger, podré verlo en Navidad cuando vaya de vacaciones. Voy a ver a Roger, luego de tanto tiempo. – Dijo Ariadne feliz.

- ¿Quién es Roger? – Preguntó Ron curioso en el almuerzo.

- Roger es mi representante musical y manager. Es un gran tipo. – Dijo Ariadne. – Además voy a ir a ver a mis abuelos. Conoceré la familia de mi madre

- Buena suerte entonces. – Dijo Hermione.

- ¿No parece peligroso que vayas sola?

- No, el Profesor Snape me acompañará.

- Mejor resultaría que fueras sola. – Dijo Ron riéndose.

- Claro que no. El Profesor Snape sabe lo que hace… - Dijo Hermione.

- Oh verdad. La señorita Granger siente fascinación por el Profesor de Pociones desde que la entrena para ser una futura auror. – Dijo Ron de malas pulgas.

- Búrlate Ron! – Dijo Hermione enfadada.

- ¿Es idea mía o se gustan? – Le susurró Ariadne a Harry en el oído y Harry dio la primera sonrisa en todo el día. Aparte de tener la responsabilidad de tener que acabar con Lord Voldemort, Harry sufría la tristeza de haber perdido a su padrino el año pasado. Era realmente triste, aunque había aprendido a sobrellevar un poco su rabia y su angustia. El Quidditch era una de las mejores soluciones para distraerse, eso y compartir frecuentemente con sus amigos.

- Me tengo que ir chicos. Buena suerte mañana en el partido Harry! – Dijo Ariadne yéndose a las mazmorras.

*****

- ¿Todo listo? – Preguntó Lord Voldemort

- Si, mi hermano… que vergüenza con mi hermano. Luego de tantos años me servirá de algo. Mi hermanito menor… - Dijo Francois Spencer.

- ¿Qué tiene que ver tu hermano menor? – Preguntó Bellatrix Lestrange.

- Es la carnada. – Dijo Francois Spencer riéndose junto a Lucius Malfoy.

- Snape me contó algo muy curioso, aun Dumbledore no sospecha nada o no se lo ha dicho a nadie…

- ¡Dumbledore es muy astuto! – Dijo Voldemort – Puedo sentir que mi hija está siendo entrenada para resistir a mis entradas en su mente, aun ignora que el hombre que dice ser su padre en sus sueños, soy yo mismo. Pero la conozco demasiado bien ahora, se muy bien sus puntos débiles… será fácil de convencer.

- ¿Tan fácil como convencer a la madre? – Preguntó Francois sarcástico – Tantos años…

- Tantos años de espera, esto debe funcionar… - Dijo Voldemort.

***

Fin del capitulo

Bea Yitamoony Snape: Pues aquí vas a saber más, me alegra que te haya gustado la historia. ¿Leerse eso de un tirón? Wow! Es mucho… te puedo decir que la felicidad no está muy lejos no sin antes hacer unas cuantas cosas, pero mejor sigue atenta a lo que va a pasar ahora. ¿Te hice llorar? Ahora tendré un sentimiento de culpa. Jejeje, espero que te siga gustando… Saludos!!!

Nabiki: Hey Girl, me alegra mucho que te gustara. ¿ves? Nada malo iba a pasar. Pero te tengo una anécdota. Curiosamente mi primera pareja antes de escribir Ojos de Dragon iba a ser Ariadne y Sevvie(si la hija de la ex de Sevvie), pero jo… ya ves que no pegan ni con cola! Tuve que cambiar las cosas un poco. Jajaja, así que a Sevvie le busque una chica más de su estilo… Florence. Ademas Snape siente cariño por la chica, pero otro tipo de cariño…

Malu Snape Rickman: ¿Qué pasó hermanita? Feliz Año!!! Tara ha regresado para hacer nuestras vidas mas felices. Lo de la posesion es clave para el futuro cercano… Snape tiene mucho por aprender ahora… Nos vemos!!!!! Espero que te siga gustando!

Blaze Vein: Me alegra… que sigas viva! XDDDD. A mi también me encantó la parte del chocolate, era lo mínimo que podía pasarle… lección, si no enfrentas el pasado regresa por ti. *risa perversa* jajajaja La carta y Spencer… la carta viene, y viene con todo! Y Spencer viene doble! ¿Crees que soy Dark? Jejejejeje, bueno… eso queda a tu imaginación. Feliz Año

Silence-Messiah: Hey! Gracias :D Aquí viene un nuevo capitulo.