Change.

Capitulo 3: El Valiente llega hasta donde el cobarde quiere...

Se despertó con un dolor más grande que el corporal al verse salpicado del pegajoso y blanquecido liquido seminal, aún tendía ese espantoso sabor en la garganta.

Se encogió temblando ante el asco. Aquella noche había sido la peor de su vida, jamás había sido tan humillado por una misma persona, y eso quebraba su auto estima, de por sí ya estaba baja, y ahora era puesto como un premio miserable en una apuesta. Era lo único que se le ocurría como para ser ultrajado de esa manera tan perversa.

La tina de baño de su cuarto estaba ya llena de relajante agua templada, no sabía cuando la había puesto a llenar, ni mucho menos, cuando había caminado hasta ahí. El hecho era que se sentía sucio.

Apretó los ojos para no llorar y se metió en la tina, su playera (que había sido la única prenda que había podido conservar intacta) se pegó a su piel mientras se mojaba, y esto para nada le importó, su mente estaba más bien ida, sus pensamientos flotaban sobre su cabello blanco.

Miró desvalidamente hacía abajo, observando sus piernas distorsionarse con el agua, y entre estas, su miembro con una pequeña herida en su punta, producto de la mordida dada por Aoi.

Se mordió los labios con frustración, más culpable se sentía ahora al reacordar su cuerpo traicionar su dolor reaccionando ante las toscas caricias.

El estropajo paseó lento sobre su cuerpo, y se dignó a quitarse la camisa. Se talló el pecho pesaroso, mientras meditaba la razón de sus desgracias, todo su dolor tenía un nombre, figura y sonrisa macabra que alzaba su mano contra él.

-Bakura –murmuró mordiéndose los labios hasta hacerlos sangrar con ira. Lo que odiaba de ello, era que la criatura no tendía un nombre tan propio, había tomado el suyo, y más aún, había tomado su apariencia y su vida.

De pronto, al pensar en el demonio, todos sus malos recuerdos de la noche desaparecieron.

El estropajo comenzó a raspar el torso albino del muchacho, sus manos temblaban con fuerza a la vez que tallaba su cuerpo recordando al ente.

No, ya no se dejaría caer más. Ese era el fin de su cobardía. Se enfrentaría a él ¿qué más podía hacer? Nada, y tampoco le temía. Más allá de matarlo, no podía hacer más contra él. No le temería más, había comprendido que él no necesitaba del demonio, sino todo lo contrario, al fin había llegado la luz a su mundo de tinieblas.

Se levantó de la tina de pronto, y se vistió con lo primero que encontró.

Era hora de ajustar algunas cuentas.


El demonio albino bostezó un momento. Su rostro denotaba un poco de entretenimiento. Los canales pornográficos eran sus favoritos, pero en esa ocasión no le parecían tan interesantes, al menos no mientras los ocupantes de la pantalla se encontraban sólo conversando.

El ruido de algo que cae se oyó por toda la casa, y se sintió extrañado. Algo estaba haciendo su hikari, y tenia que averiguarlo.

Se levantó del sillón lentamente y se dispuso a irse, pero apenas hubo llegado al pie de las escaleras, unos gemidos cortos comenzaron a oírse. Respingó en su lugar un momento y se quedó dudando en que hacer.

Finalmente se dio la vuelta y avanzó hasta sentarse en el sillón nuevamente, las escenas de sexo acaban de iniciar, y de ellas no había que perder detalle.

Los ojos se le agrandaron un poco al ver entrar a dos hombres más al cuarto de la chica en la pantalla.

-Orgía –murmuró despacio sabiendo con placer lo que venía, tan absorto estaba en la grotesca imagen del coito grupal, que no reparó en el muchacho que bajaba las escaleras cargando pesadas maletas.


Al fin había acabado de empacar después de mucho esfuerzo y meditación, no podía dejar las cosas como estaban, y menos ahora que sentía más que nunca que lo odiaba.

-Esto tiene que acabar –se dijo y un objeto de metal resbaló de sus manos.

Su cuerpo tembló un instante en el que creyó que el demonio lo había oído, temiendo que subiera a golpearlo.

Sus ojos se cerraron con fuerza un instante cortó y recordó entonces que estaba molesto y que no le importaba aquello. Se mordió los labios esperando paciente a que el demonio subiera y pudiera encararlo, pero ello nunca llegó, más bien escuchó leves gemidos provenir de la televisión en la sala.

Sus ojos rodaron hacía arriba con ironía y se sorprendió de ello, era raro en él el tener ese tipo de expresiones, más porque siempre había sido un chico tímido y sencillo, con un carácter más bien amable. Incapaz de burlar o ironizar.

Se encogió de hombros. Tenía muchas cosas que hacer y poco tiempo.

Sus brazos a duras penas sostuvieron las maletas camino a bajo, eran pesadas y eran muchas, eso, para su falta de condición, era una mala combinación.

Su camino se detuvo un momento en la sala, mirando al espectro en el sofá. Estaba tan concentrado, que no reparó en lo que él hacía. El sentirse ignorado le molestó un poco, pero decidió que eso era lo mejor.

Un gritito bajo le hizo girar la vista y encontrarse con la pantalla. Sus manos estuvieron a punto de soltar la maleta tratando de cubrir su boca, su cuerpo le hizo temblar al ver repugnado el tipo de cosas que veía aquel espíritu campante en la sala de su casa, como si nada.

Sus ojos volvieron al frente no queriendo encontrarse nuevamente con los ojos placenteros de una "mala mujer" que buscaba un "cariño" múltiple.


El programa había terminado y Bakura se decidió al fin a saber que era lo que le pasaba al chiquillo caprichoso.  Se levantó de su asiento y se dispuso a subir, pero más bien escuchó que se encontraba en la entrada del lugar.

Sus hombros se encogieron sin darle mayor importancia el donde estuviera, mejor así, que tenía ganas de una cerveza y no había más en el refrigerador.

Sus ojos vagaron confundidos un momento en el que le vio en la puerta atiborrado de maletas. Se sonrió un momento con cinismo, la actitud caprichosa del muchacho le parecía divertida.

-¿Qué? ¿Te Vas? –su comentario sacó al otro albino de su ensimismo, se sonrió más al verlo temblar ligeramente.

-No –dijo simplemente el chiquillo, arrojando una ultima maleta afuera –. Es usted él que se larga – una sonrisa competidora se asomó en sus labios pálidos, complacido con la respuesta que había dado, más con ver el rostro dubitativo del hombre frente a él -¿Qué? ¿Es tan difícil de entender que no lo quiero en MI casa? Vamos, yo creí que usted era más listo que eso, no me haga creer que lo he sobreestimado.

-Pequeña rata albina...-un murmuro rabioso ocupó los labios del ente, pero Ryou se burló enseguida.

-¿Eso es lo mejor que puede decirme ahora? ¿Pequeña rata albina? Sinceramente creí que me llamaría idiota, torpe, estúpido, inútil, no sé, algo más hiriente e ingenioso. Creo que realmente se le han acabado las ideas.

Bakura gruñó enojado, ese chico le estaba colmando la paciencia, pero se las pagaría caro en ese preciso momento.

Ryou cayó al suelo por el efecto de un golpe en el rostro, la sangre comenzó a formar un delgado camino en su barbilla, pero se mantuvo impávido, sosteniendo con odio la mirada rencorosa del espíritu de la sortija. Le sonrió. El espectro dio un paso atrás.

-¿Eso es todo? –la sonrisa se amplió mientras el dorso de su mano retiraba la sangre que seguía escurriendo hasta empapar ligeramente el cuello de su camisa.

Otro paso atrás le dio a entender que el demonio estaba confundido. Fue entonces cuando notó que se estaba divirtiendo con eso.

-¿Sabes que puedo mandarte al reino de las sombras? –murmuró Bakura, su pecho comenzó a iluminarse y la sortija salió a la luz, levitando sobre su torso.

-¿Realmente cree que me importa? Ya me ha hecho caer muy bajo, no creo que eso sea gran cosa –el demonio afiló los ojos con una sonrisa, como si pensara en realidad en hacerlo –Ha tenido un millón de veces la oportunidad de mandarme al reino de la sombras, y sin embargo sigo aquí, con mis insolencias ¿No será que es usted el que depende de mí?

-Jamás –declaró Bakura –Jamás...

-Ande, entonces hágalo, no vacile.

La sortija se levantó y sus cinco estacas apuntaron hacía Ryou quien lo miro sin pizca de miedo, la figura espectral cerró los ojos y el brillo dejó de emitirse, la sortija comenzó a desaparecer. Bakura se mordió los labios y cerró lo ojos, pero antes de que los abriera, un puño se insertó en su rostro haciéndolo caer al piso.

-Pero que demo...

-¡LARGO DE MI CASA! – la voz autoritaria del chiquillo le hizo palidecer y antes de que pudiera hacer nada, ya estaba afuera, con un cerro de maletas a su lado y con una puerta cerrada en sus narices.

Sus ojos se convirtieron en llamas vivas y su puño arremetió contra la puerta –ABREME –gritó más de una vez, pero todo lo que obtuvo por respuesta de ello fue un silencio absoluto.

-Ese maldito me está ignorando –se dijo a sí mismo, y enojado, caminó dándole la espalda a la puerta, llevándose consigo todas las maletas que podía cargar.


Ok, ya se que quedó ultra mega corto el capitulo, perdonen por ello, pero se me han secado las ideas, y yo que tenía un montón cuando mi computadora estaba con el técnico, pero ahora que el teclado está bajo mis dedos, bueno, sinceramente no se me viene nada a la mente. Dispénsenme por si el capitulo ha quedado malo u.u.

Lamentablemente no puedo contestar reviews en este momento, pero aun así, mándenme unos cuantos para animarme a escribir lo que sigue, prometo si responder los que vienen.

Bueno, con mis mejores deseos en este fin de ciclo escolar, me despido, queriendo que pasen todas su materias, porque sé que la mayoría de las lectoras ya van en preparatoria o más allá, a las que van en secundaria, también le mando un saludo, y a aquellos escasos chicos que leen, escriben o piensan yaoi,

Me despido pidiéndoles de nuevo reviews (que lata doy, ¿verdad? ¬¬) y pidiéndoles que piensen un poquito lo siguiente.

¿Se han fijado que la mayoría de los Autores de fanfiction.net son chicas? Claro, también abundan los varones, pero nosotras somos la gran mayoría. Recuerden chicos, anímense a escribir, no sean malos.

Ahora sí, nos vemos y cuídense mucho, que yo no tardaré tanto en aparecerme.

Atte:

Misao Kirimachi Surasai.

Misao Malon.

Alias: Tania Nancy Ochoa Chávez.