Harry, Ron y Hermione se encontraban en la sala común de Griffyndor,
realizando la tarea de pociones (tres pergaminos acerca del tónico
revitalizante); estaban solos allí, eran más de las dos de la madrugada y
sólo se oían los ronroneos de Crookshanks que dormía en el sofá.
Estaban muy concentrados en lo suyo cuando escucharon una fuerte explosión
y a la dama gorda que gritaba. Al instante siguiente se encontraban en la
sala común la profesora Trelawney, el profesor Lupin y la profesora
McGonagall.
-¿P...p...pero que sucede aquí?-preguntó Harry un poco asustado y a la vez
sorprendido.
-Ah, buenas noches Harry. Ron, Hermione, ¿cómo están?-preguntó el profesor
Lupin con amabilidad.
-Potter, Weasley, Granger, ¿qué hacen aquí a estas horas?-preguntó la
profesora McGonagall frunciendo los labios.
-Profesora, estábamos haciendo la tarea de pociones-contestó Hermione.
-Pues deben saber que no son horas para estar aquí solos-dijo la profesora
McGonagall.
Harry abrió la boca para hablar pero la profesora Trelawney se adelantó.
-Será mejor que te cuides Harry, cariño, porque veo un aura maligna
alrededor tuyo-dijo la profesora Trelawney y Harry se sorprendió ya que
nunca había escuchado a la profesora hablar con ese tono tan verídico.
En ese momento, los curiosos alumnos que se habían despertado con la
explosión, empezaron a llegar.
-Muy bien, todos a dormir, ahora mismo. Granger, Weasley, ustedes también-
gritó con brusquedad la profesora McGonagall-Potter, tu te quedas-
-Minerva, creo que considerando el nivel de amistad de estos tres, Ron y
Hermione deberían quedarse-sugirió el profesor Lupin.
-Si tu lo crees conveniente Remus, que sea así-contestó la profesora
McGonagall.
Unos minutos después todos se habían retirado pero todavía se podían oír
los murmullos en la planta superior de la casa de Griffyndor.
El profesor Lupin hizo aparecer seis tazas de café y unas galletas.
-Bueno, creo que ya es hora que les contemos lo que sucedió, ¿verdad?-
