Capítulo tres: Gente del agua

Era 2 de julio por la mañana. Se oían los pájaros cantar fuera, en el parque que había frente a su casa, y la suave música clásica de su padre en el salón, a través de la puerta. Había estado durmiendo desde que llegó de la estación King Cross, con sus padres, agotada del pesado curso escolar.

Durante el viaje les había contado a sus padres todo, o casi todo, lo que había ocurrido en esos meses fuera de casa, pese a que estaban en contacto continuo por carta con las lechuzas del colegio, y le había extrañado bastante el silencio que mantenía y la tensión que percibía en el aire. Sin embargo, le habían aconsejado dormir hasta que estuviese descansada, pues pronto emprenderían un viaje un poco largo, aunque no le habían dicho a donde.

Con un bostezo y los ojos aún cerrados se levantó perezosamente, dirigiéndose al baño para su ritual de la mañana. Media hora después salió despierta, duchada y lavada dispuesta a empezar el verano.

Sacó sus libros y ordenó sus tareas por orden de importancia y dificultad, seleccionando los temas que debía repasar antes del inicio del siguiente año escolar. Una vez hecho esto y vestida bajó a desayunar, recordándose a sí misma preguntar por el extraño comportamiento de sus padres. Entró en la cocina y saludó con un beso a su madre y con un abrazo cariñoso a su padre que estaba sentado en la mesa leyendo el periódico y, aparentemente, muy distraído.

"Cariño, te estábamos esperando" comentó su madre, "hay algunas cosas que tenemos que decirte."

"Te lo tendríamos que haber dicho antes pero..."

"Tuviste malos años en el colegio, ¿entiendes?, y tampoco sabíamos cómo te lo tomarías."

"Mamá, papá, ¿qué pasa? Si no me lo habéis dicho hasta ahora tendríais vuestras razones, lo entiendo. No os preocupéis por eso."

"Sí, supongo" confirmó intranquilo su padre. "De todas maneras, me gustaría que nos escuchases atentamente y hasta el final. Después puedes subir a tu habitación a pensar o quedarte aquí y hacer todas las preguntas que quieras."

"Puedes interrumpirnos siempre que tengas dudas, ¿sí?"

"Sí" dijo segura de sí misma aunque un poco desconcertada por las palabras de sus padres.

"Bien, veamos" su madre cruzó una mirada con su padre insegura "sí, a ver, ¿qué sabes de la gente del agua?" preguntó casi en un suspiro.

"La gente del agua... son también conocidos como "sirenas", "selkies" y "merrows". Hay gente del agua por todo el mundo, pero varían en apariencia. Sus prácticas y costumbre tienen un halo de misterios similar al que rodea a los centauros, aunque los magos que han aprendido sirenio hablan de comunidades sumamente organizadas. Como los centauros, la gente del agua rechazó el estatus de "seres" en favor de la clasificación de "criaturas".

El pueblo de la gente del agua más antiguo se sitúa en Grecia. Es allí donde están las sirenas de la literatura y pintura. Luego están los selkies, en Escocia y los merrows, en Irlanda, que son más feos, pero todos aman la música.

Sé que en el lago de Hogwarts hay selkies, les vi de cerca en el Torneo de los Tres Magos y tenían la piel cetrina, el pelo verde oscuro, los dientes partidos y los ojos eran amarillos."

"Bien" comentó la mujer, "¿has leído algo más en la biblioteca?"

"Lo intenté" confesó con un suspiro de frustración "pero cada vez que intentaba coger el único libro de sirenas que había siempre lo tenía otra persona. Y después lo olvidé. Lo siento, ¿era importante?"

"Sí."

"Bastante" confirmó su padre acariciando su pelo enmarañado, "pero todas las dudas que tengas, te las responderemos."

El asombro inundó los ojos de la chica, desconcertada al oír que sus padres hablaban tan familiarmente de seres que, definitivamente, eran un verdadero misterio para los magos.

"¿Cómo? Quiero decir, ¿por qué sabéis...?"

"Todo a su tiempo. Por ahora déjanos hablar a nosotros, al menos un poco" terminó el hombre con una sonrisa.

"Querida, ¿no te extrañó que aceptásemos tan bien el mundo mágico al que pertenecías?" preguntó su madre tras el gesto de impaciencia de la chica.

"Un poco, pero, no sé, pensé que erais más comprensivos de lo normal o algo así" comentó un poco insegura.

Sus padres se rieron, con ganas y verdadera diversión, encantados ante la ingenuidad de su hija.

"¿Y el que no te pidiéramos que hicieras magia cuando estabas en casa?" inquirió sonriente su padre.

"No es un comportamiento normal en un muggle" concluyó ella impaciente, "de acuerdo, pero ¿entonces? ¿qué queréis decirme? Porque no estáis siendo claros."

"Intentábamos suavizarlo un poco" protestó su madre aún con una sonrisa dulce. "Verás, las sirenas, selkies o merrows son de la misma especie, han sufrido muchos cambios entre ellos, pero son de la misma especie. Todos tienen habilidades mágicas, evidentemente diferentes a las de los magos, que surgen en mayor medida al alcanzar la madurez. Si no se educan estas habilidades, se descontrolan y producen cambios de humor y desequilibrios en el individuo."

Decidida a explotar la nueva fuente de información, aunque insólita, y después averiguar cómo es que sus padres sabían tanto de la gente del agua, se concentró en lo que le decían.

"La madurez se alcanza antes o después, según el individuo, aunque a partir de los 16 años es más frecuente. Debido a que antes de esto la magia está inactiva, no se puede empezar a entrenar o a educar."

Hermione asimilaba todo lo que le decían, almacenándolo para una posible necesidad posterior, como con todo lo que oía, leía o estudiaba.

"La magia de la gente de agua es elemental y no requiere la ayuda de una varita, como necesitan los magos. Así como los centauros están en armonía con la naturaleza y se dedican al estudio de las estrellas, la gente del agua se dedican a preservar la armonía y a la música. Muchos de los conjuros de las sirenas están basados en canciones propias y una de las habilidades que despiertan cuando alcanzan la madurez es, ciertamente, el desarrollo de la voz."

"Es conocido incluso por los magos que las sirenas en Grecia atraían con sus canciones a los marineros, llevándolos con ellas y ahogándolos, claro. Muchas de los hechizos de atracción que se utilizaban eran canciones y por eso los relacionaban"intervino su padre.

"Lo entiendo, creo, pero ¿qué tiene que ver con nosotros?"

"Lo que seguro que no sabes, porque no quieren que trascienda es que la gente del agua puede emparejarse con los humanos."

"¿Qué? ¿Con humanos? Pero... quiero decir ¿selkies con humanos?"

"No, querida" la tranquilizó su madre con una mirada de reproche hacia el hombre "los selkies y los merrows no tienen casi posibilidades de que un embarazo con un humano tenga éxito. Generalmente, aunque se produzca, no llega a término."

"¿Por qué?"

"No lo sé. Puede que las características sean tan distintas que el cuerpo de la mujer, tanto de las humanas como de las selkies y merrows, rechace al bebé."

"Me da un poco de lástima" confesó Hermione con los ojos tristes "porque si se sabe es porque lo intentaron y no pudieron conseguirlo."

"Sí. Son historias tristes."

"¿Y cómo lo sabéis?" preguntó inquieta y trasladando la mirada a cada uno de sus padres.

"Espera un poco más, que terminemos de explicarte lo más importante" esperó hasta que vio que su hija asentía. "Las sirenas si podían tener hijos con humanos, ¿sabes? y algunos de este tipo de embarazo se terminó, por lo que surgieron humanos con ascendencia sirena y sirenos con ascendencia humana. Según la parte que predominaba, elegían vivir con unos o con otros, en tierra o en el agua."

"¿La gente del mar no les rechazó?"

"No. Eran en parte como ellos y eso ya era suficiente."

"¿Y los humanos?"

"No lo sabían. En aquellos en los que predomina la parte humana no hay diferencias físicas, y muchas veces vivían entre los humanos sin que éstos se percataran. Muchos músicos clásicos eran medio sirenos, aunque tenían su herencia muy diluida, lo que les impedía unir los hechizos a su música."

"¿Por eso escuchas siempre música clásica, papá?"

"En parte. Me parece increíble la belleza de lo que componen. Incluso siendo medio sirenos son verdaderos genios"

"Sin embargo, los medio sirenos tienen un inconveniente fuerte, que les caracteriza."

"¿Cuál?"

"Su necesidad de pareja y de nadar en espacios grandes cada cierto tiempo, pues sino se desequilibran emocionalmente y son muy irascibles"

"¿Nadar? ¿Pareja?"

"Sí. Todas las sirenas y tritones, al alcanzar la pubertad, emprenden la búsqueda de su pareja. El tiempo que tarden en encontrarla no es importante pero el amor que se profesen, así como el poder tanto del uno como del otro y del enlace en sí, marcan el estatus de la pareja dentro de la sociedad."

"Pero si decide vivir en la tierra..."

"Aún así debe ser presentado ante la reina de las sirenas, en Grecia, y recibir su iniciación como tal, al inicio de su madurez. Y la necesidad del agua no desaparece, sólo permanece aletargada durante más tiempo."

"Entiendo" murmuró mientras miles de pensamientos inquietantes aparecían por su mente.

"Te estarás preguntando por qué sabemos todo esto y te lo contamos, ¿no es así?"

"En parte" contestó la chica sin querer creer las suposiciones que se empezaban a formar en su mente.

"Somos parte sirenas" respondió su padre "y, aunque decidimos vivir en tierra como los humanos normales se acerca el inicio de tu madurez y deberemos presentarte ante la reina, en Grecia."

La chica palideció repentinamente y por un momento se sintió incapaz de respirar. El abrazo dulce de los brazos de su madre la confortaron y respiró de nuevo, recobrando el color unos minutos antes de caer desmayada de la silla, sujeta únicamente por su madre, que la miraba preocupada y angustiada, temerosa de que su hija no quisiese aceptarlo y se arriesgase a peligros innecesarios.

Miró con los ojos llenos de lágrimas a su marido y, con una sola mirada, se entendieron, conscientes del dolor que sufriría su hija si no lograban convencerla de aceptar su verdadera naturaleza. Sabían que algunos de los descendientes de sirenas que no habían sido presentados y no habían aprendido a controlar sus habilidades y poderes habían sufrido trastornos de comportamiento y enfermedades mentales que les arrastraban a la locura y no deseaban nada de aquello para su hija.

"¿Crees que lo entenderá?" la voz dulce de su madre inundó la habitación.

"Eso espero" suspiró el hombre, cansado "pero lo haga o no, tiene que aprender a hablar sirenio."

"¿Con quién? No tenemos la suficiente experiencia y nivel como para enseñárselo y, por lo que sabemos, le espera una búsqueda larga."

"Sólo conozco una persona."

"¿Ella?"

"Sí, sería el profesor perfecto, y tampoco perdería clases de magia humana."

"Pero allí no..."

"Puede que le cueste pero no se rendirá."

"Eso espero. Será duro."

"La tendrá a ella si despierta antes de lo previsto."

"Aún así..."

"Algún día tenías que dejarla ir."

"Lo sé, pero todavía es demasiado pronto. Ni siquiera tiene aún los 16."

"Los tendrá para entonces. Y es lo suficiente inteligente para conseguir lo que quiera."

"Mi pequeña" suspiró la mujer acariciando suavemente el cabello castaño y enmarañado de la joven que, desmayada, se apoyaba contra ella.

"Ha crecido demasiado rápido" se quejó su padre.

"No, sólo demasiado lejos..."

Hermione, aun entre las nieblas de la semiinconsciencia, oyó la conversación de sus padres antes de ser absorbida por la oscuridad

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Habían pasado casi dos meses desde que le habían dado la noticia de su naturaleza y había estado casi todo el tiempo estudiando libros que le habían proporcionado sus padres, intentando que estuviese tranquila, y comentando todo lo que encontraba confuso o incoherente, buscando reconciliar la imagen que tenía de sus padres con la que tenía de las sirenas.

Les pidió que le contaran con lujo de detalles cómo fue su presentación y su búsqueda y quedó ligeramente decepcionada al escuchar que estaba prohibido comentar la presentación frente a quien no la había hecho ya y que su búsqueda había sido corta y previsible, pues habían crecido juntos y, tras dos presentaciones, una seguida de la otra, se habían encontrado, enamorado y, tras el periodo de prueba, enlazado.

Todo el misterio que había imaginado en torno a una búsqueda interminable y una historia de amor que hiciese historia había quedado olvidado y hundido entre las risas de sus padres cuando les comentó sus ideas.

Sin embargo, aunque muchas de sus preguntas quedaban sin respuesta o se aplazaban indefinidamente (para cuando estés a punto de ser presentada), algunas hallaron respuestas que, sinceramente, casi deseaba no escuchar.

"¿Por qué se dice siempre que el período de búsqueda no importa? Digo yo, ¿qué gracia tiene encontrar tu pareja cuando eres tan mayor que no puedes disfrutarlo?" preguntó una de las veces, intrigada tras la lectura de un libro sobre búsquedas fantásticas a través del mundo de varias sirenas en pos de su pareja.

"Esa es una pregunta que puede esperar para cuando..."

"No" interrumpió su padre, severo, "esa es una de las preguntas que no pueden esperar. Influirá fuertemente en su vida, cuanto antes lo sepa mejor. ¿Se lo dices tú o yo?"

"Yo. El tiempo de búsqueda no importa, querida, porque somos inmortales."

"¿Qué?"

"Sí. Es una de las características de la gente del mar. Una de las mejor guardadas, siendo sinceros. Nadie debe saberlo, acuérdate, salvo tu pareja, cuando la hayas escogido."

"¿No puedo morir?" preguntó asustada.

"Después de que despierten tus habilidades, no" advirtió su padre.

"Muy difícilmente, en todo caso. Si la pareja es mortal puedes morir de melancolía al perderla. O al recibir algunas maldiciones concretas, aunque no estoy segura de cuales, aparte del Avada Kedavra."

"¿Por qué?" inquirió con los ojos muy abiertos.

"Por la regeneración. Nos regeneramos muy rápido, y salvo un control consciente del proceso, mantenemos la apariencia con la que despiertas."

"Pero vosotros..."

"Lo hicimos conscientemente, querida..."

"Y siempre podemos retomar una apariencia más joven, como la de nuestro despertar."

"¿Cómo?" se interesó rápidamente. Y parpadeó asombrada al ver como ante sus ojos sus padres rejuvenecían hasta parecer de su misma edad.

"¡Es fantástico!" exclamó, calculando en su mente todas las posibilidades que tenía ahora de dedicarse al espionaje o a la investigación.

"¿Sí?" se extrañó su madre, aun sin cambiar su apariencia y, por tanto, con una vocecita más aguda e infantil.

"Oh" se entristeció de nuevo, "pero soy inmortal" vio la comprensión en los ojos de su padre y dulce compasión en los de su madre y se echó a llorar, consciente de que vería vivir y morir a todos aquellos que conociese.

Nuevamente, cuando sólo quedaba una semana para volver a Hogwarts, bajó bostezando a desayunar. Notó tensión en el aire y se preparó para alguna sorpresa desagradable.

"Cariño, te estábamos esperando" Hermione oyó las palabras de su madre y un escalofrío le recorrió la columna, reconociendo la situación, "hay una cosa que tenemos que decirte."

"Sabemos que no te va a gustar" intervino su padre, "pero es absolutamente necesario, sino, no haríamos nada que pudiese lastimarte."

"¿Qué pasa ahora?" inquirió secamente, preparándose para sufrir.

"No volverás a Hogwarts" al ver la cara de horror que ponía su hija, el hombre continuó, "al menos, no este año."

"Pero mis estudios, mis amigos, mis..."

"No los dejarás. Seguirás estudiando. Pero necesitarás ayuda cuando despiertes y tienes que aprender a hablar con fluidez el sirenio antes de tu presentación ante la reina."

"¿Dónde? ¿Aquí?"

"No, en Durmstrang"

"¿Qué?"

"Tenemos una amiga allí."

"Pero sólo aceptan "sangrelimpios" y... oh" se interrumpió suavemente.

"Criaturas mágicas, sí. Aunque sólo aquellas que son capaces de pensar y entenderse con los humanos."

"¿Y cómo lo explicaré a Ron y a Harry? Si no puedo decirles nada de la gente del agua..."

"Puedes decir que vas allí por Víctor Krum. Te pidió salir, ¿no? Y a ti te gustaba, un poco, al menos."

"Sí, pero ir a Bulgaria por estar con él... No es mi estilo."

"Lo creerán, no te preocupes, pequeña" la tranquilizó su madre.

"¿A Durmstrang?" intentó, casi desesperada, hacer cambiar de opinión a sus padres "¿No puede ser a Beauxbeatons o alguna otra? Al menos sabría hablar con fluidez. Domino el francés pero sé búlgaro y alemán únicamente de escribirme con Víctor..."

"No. Sólo hay una mujer que hable bien el sirenio, esté capacitada para enseñártelo y no interrumpa tus estudios como bruja, y está en Durmstrang. Hemos hablado ya con ella y hoy ha llegado tu carta."

"Por mucho que me duela, cariño" explicó suavemente su madre "es la única solución que hay, así que no hay posibilidad de evitarlo. Te llevaremos al puerto el primer día de septiembre, dentro de una semana."