Un regalo muy especial
Cap. 1 – El principio
Una mujer, no muy mayor pero tampoco muy joven, de cabello castaño claro recogido se paseaba en su despacho con la mirada perdida hacia la ventana. De repente, paró y volvió a mirar la única mesa que había en la sala...
Hacía unos minutos que su secretaria había dejado un paquete cuyo contenido era desconocido y de remitente una persona muy conocida por la mujer. Ella seguía meditando...encontraba muy extraño que él le hubiera enviado un paquete. No lo podía comprender. Entonces, decidió, por fin, abrir el misterioso regalo...
¡Cuál no fue su sorpresa al ver el obsequio! Era aquél llavero que utilizaba él como amuleto cuando era pequeño. Su querido amuleto, o "mouaki", como él le llamaba. Aún tenía en la parte trasera la fecha de cuando se conocieron.
La mujer contempló una vez más el llavero y, después de dejar caer una lágrima, se sumió en los recuerdos...
Una niña corría contenta por un parque. De repente, la niña, que no paraba de saltar y de correr de aquí para allá, se cayó. Lloró y lloró desconsoladamente, llamando a su madre. Pero ella no venía. La niña intentó ponerse de pie sin ayuda pero volvió a tropezar por la herida profunda en la pierna que se había hecho...volvió a llorar y a llamar a su madre...
Pero...en lugar de su madre, vino otro niño, de su misma edad y apenado, le cogió la mano y le ayudó a levantarse.
-Gracias... – dijo la niña todavía con lágrimas en los ojos.
-¿Cómo te llamas? ¿Y tu mamá dónde está? – le preguntó el niño preocupado.
-Me llamo Eri...y no sé dónde está mi mamá...¿tú cómo te llamas, mi héroe? – contestó Eri imaginándose al niño que le había ayudado como un héroe o un príncipe y, a su vez, sonrojándose levemente.
-Me llamo Kogoro...y soy el hijo de un policía muy importante – contestó Kogoro dándose aires de superioridad.
-¿Ese policía que sale por la tele y que no se le escapa ni un malo?
-Exacto y de mayor seré como él.
-Uahhhh, ¡qué guay! – dijo Eri volviéndose a imaginar al lado de Kogoro con uniforme de policía y se sonrojó.
-¿Ya no te duele la herida? – preguntó Kogoro mirando la herida de la niña.
-No...gracias a ti...
-Tendremos que curarla...porque sino se te infectará... – el niño le cogió la mano – Ven a mi casa, que mi papá te curará.
-¿También es médico? – preguntó con emoción Eri.
-No, pero sabe mucho.
-Ahh...por cierto...¿a qué colegio vas?
-A la escuela elemental Tsuboruya, la que hay al lado del gran supermercado...
-¿En serio? ¡Yo también voy a ir! – dijo Eri sorprendida de que fueran a ir al mismo colegio.
-Entonces nos veremos. ¿Jugaremos juntos?
-¡Vale!
Los dos niños, que iban cogidos de la mano, llegaron a la casa del padre de Kogoro. Era una oficina con muchos libros desordenados y colillas y restos de bebidas alcohólicas por los suelos. Olía a tabaco.
-¿Es ésta tu casa? Huele muy mal...y todo está por los suelos... – dijo Eri un poco sorprendida de que un gran policía fuera tan sucio.
-Es que está muy ocupado y no tiene tiempo para limpiar. Y mi mamá se fue hace tiempo...
-Ahh...
-¡Papá! ¿Dónde estás? He traído a una amiga.
Una de las puertas que daban a la oficina se abrió. De ella salió un hombre vestido con uniforme de policía y con un cigarro en la boca.
-¡Hola, hijo! ¡Qué niña más guapa! ¿Cómo te llamas, pequeña? – preguntó el hombre agachándose para mirar a la niña.
-Me llamo Eri... – contestó la niña con un poco de vergüenza y con timidez.
-Bienvenida, yo me llamo Kyosuke Mouri. Para servirte. – dijo el hombre.
-¡Papá! Eri está herida, se cayó en el parque. ¿Podrías curarla? – suplicó Kogoro mirando con cara de ternero degollado a su padre.
-Vale. Esperad aquí, que voy a coger el botiquín para curar a tu amiga.
Y, dicho esto, el hombre dejó a los dos niños solos mientras se desvanecía tras una de las puertas.
-Tu papá es muy amable...
-Todos lo son. – dijo Kogoro con decisión.
-No es verdad...todos no lo son...el mío... – empezó a decir Eri entre sollozos.
-¿Qué pasó con el tuyo? – preguntó Kogoro sin tener idea de lo que le diría la niña.
-Pues...sniff...sniff...el mío...sniff...sniff...es muy malo...está en un lugar donde meten a los malos... – contestó Eri sollozando y rompiendo a llorar.
-Entonces...¿está en la cárcel? Mi padre me ha explicado
alguna vez que allí es donde llevan a los malos...
-... – no podía contestar porque las lágrimas se lo impidieron.
-¡Kogoro! ¿Ya has hecho llorar a tu joven dama?
El padre de Kogoro había vuelto con el botiquín y regañó a su hijo por hacer llorar a una dama...
-A una dama no se le hace llorar, se le dan regalos, flores...pero jamás se le hace llorar. ¿Entendido? – le dijo Kyosuke a Kogoro en tono medio severo medio en broma.
-¡Sí!
-Bueno, aquí está el botiquín...¿cómo te caíste, Eri? – preguntó Kyosuke a la niña mientras le curaba la herida.
-Es que acabo de llevar a esta ciudad con mi madre y ella me dejó en el parque. Yo estaba tan emocionada por estar en un nuevo lugar que me puse a correr feliz, cogiendo flores y escuchando a los pajarillos. También vi una lagartija, era muy bonita. Y me tropecé con una piedra – contestó Eri recordando lo anterior.
-Ah...ya veo. Tienes que andar con cuidado. La próxima vez vigila. ¿Vale?
-¡Sí!
-Bueno, ya estás curada. Ahora lo mejor es que vayas a casa a descansar. Kogoro, acompáñala como un caballero.
-¡Ahora mismo! ¡Hasta luego, papá!
Los dos niños se despidieron agitando las manos y salieron de la casa.
-Eri-chan, dame la mano. Te podrías caer de nuevo... – dijo Kogoro extendiendo su mano a la niña.
-Sí...Kogoro-kun.
Y ambos se fueron cogidos de la mano y felices porque se habían conocido. Ya se sabe que a los niños sólo les gusta jugar y encontrar a otro niño se podría interpretar como alguien con quien jugar.
-Bueno, es aquí. Gracias por acompañarme, Kogoro-kun. Eres un héroe y seguro que de mayor serás tan amable como tu padre.
Dicho esto, Eri se acercó al niño y le dio un beso en la mejilla. Éste, acto seguido, se sonrojó.
-Eh...de nada...ojalá fuera como él. ¿Mañana iremos a jugar al parque?
-¡Vale! Allí nos vemos.
-¡Hasta mañana!
"Así fue cómo le conocí, eso es lo que pasó este día" – pensó la mujer de cabellos castaños observando la fecha grabada detrás del amuleto.
Fin del primer capítulo.
En el próximo capítulo: ¿Qué pinta el amuleto en la vida de la mujer? ¿Cómo se volvieron novios los pequeños niños?
Notas de la autora: ¡Hola! Soy Daria. Espero que os haya gustado el primer capítulo de un nuevo fic que, como ya habréis observado, trata sobre la historia de amor entre Eri y Kogoro. No es mi pareja preferida de Detective Conan pero ahora me ha dado por las historias diferentes que no se basen siempre en Shinichi y Ran.
Bueno...lo de Eri-chan y Kogoro-kun son algo así como diminutivos cariñosos, así se da a entender que ya sienten algo de aprecio.
En realidad no sé si se conocerían así pero la verdad es que no lo creo...esto sólo es una visión imaginaria de cómo me gustaría que hubiera pasado o algo así xD.
Bueno, ya sabéis que los personajes de Meitantei Conan no me pertenecen, son de Gosho Aoyama y cualquier comentario, sugerencias, opinión, queja, etc. a mi email.