Cap. 5 – Decisión

- ¿Mamá? ¿Qué haces aquí? ¿Os habéis reconciliado?

Ran, en el umbral de la puerta, estaba bastante asombrada por el hallazgo de su madre en la oficina pero se alegró mucho. Miraba al uno y al otro, esperando una respuesta afirmativa. Siempre, desde que Eri se había ido de casa, Ran había querido que su madre volviera con su padre y vivieron los tres juntos como antes. Pero los años habían pasado y por la tozudez de Eri y el carácter de Kogoro no habían vueltos juntos. Entonces Kogoro encontró aquel recuerdo, el amuleto de ambos, el mouaki.

- ¡Ah, ya sé! – recordó de repente Ran. - ¡Aquello que encontraste antes era de mamá! ¡Lo sabía! ¡Qué bien! Bueno, entonces me voy... – comenzó a decir la chica, para que ellos se quedaran a solas y hablaran.

- Un momento. ¿Adónde vas a estas horas? – preguntó inquisidoramente Kogoro a su hija, sabiendo de antemano la respuesta.

- ¿No recuerdas que había quedado con Shinichi?

- Sí, pero si has vuelto supuse que era para quedarte ya en casa y no para irte de nuevo...

- Bueno...es que...vine a decirte una cosa. Pero la diré luego cuando vuelva mejor.

- ¡NO! Ahora mismo. No te vas sin haberlo dicho.

En la sala se notaba la tensión entre padre e hija. Kogoro sabía o creía saber qué era lo que quería decirle su hija pero no le hacía ni pizca de gracia. Ran, por su parte, sabía que a su padre no le haría mucha gracia aquello y no quería que, por su culpa, sus padres hablasen de ella y no de lo que realmente tendrían que hablar. Al final, Ran cedió pese a que se sentía culpable y dijo aquello.

- Shinichi me ha pedido que me case con él.

La cara de Kogoro parecía un peligroso dragón, del que salía humo por la boca. Estaba realmente enfadado. Nunca le había caído bien aquel detective. Sin embargo, Eri estaba asombrada pero se alegraba por su hija, porque sabía lo que sentía ella por el detective.

- Le he dicho que sí. Y a partir de hoy viviremos juntos en su casa.

En este punto, nadie diría que Kogoro podía haber sido una persona unos minutos atrás. Estaba realmente enfadado, no quería permitir que aquel individuo se llevara a su querida hija. Pero no se lo podía privar, prohibirle estar con él sería como obligarle a no ser feliz. Y antes se lo había preguntado Eri "¿No quieres que tu hija sea feliz?". Ella siempre ha estado ayudándole, dando todo por él y por Conan y, él, Kogoro, ¿no iba a permitir que su hija fuera feliz junto al hombre al que ama?

Eri observaba divertida las caras que ponía Kogoro y se podía imaginar qué era lo que estaba pensando. Por su parte, Eri estaba de acuerdo siempre y cuando su hija fuera feliz, aunque también temía que a ella le pasara lo mismo que a ella misma y Kogoro. Primero amigos de la infancia, después amantes, matrimonio y separación. "Ojalá no les pasara lo mismo" pensaba Eri.

Ran, que había acumulado suficiente valor para decir aquellas palabras a su familia, ahora se sentía culpable. Todavía estaba ruborizada por las palabras de Shinichi...Vivir juntos...Ella, desde que él había desaparecido, le echó de menos muchísimo. Cuando, por fin, volvió y le dijo aquello, ella se llenó de alegría pero...su padre no parecía estar de acuerdo con su felicidad.

- Vale – dijo finalmente Kogoro.

Después de haberlo meditado mucho había llegado a la conclusión de que aquello que hiciera feliz a su hija no podía ser malo porque ella siempre había sido muy buena.

- Pero...si ese energúmeno hace algo contra tu voluntad...le mandaré a la prisión. – terminó Kogoro con el tono de un padre protector.

- Vale... – contestó Ran con risitas.

- Sé feliz con aquel a quien tanto has esperado. Espero que no te pase lo mismo que a nosotros. – dijo Eri con tono maternal, mirando a Kogoro.

- Gracias, mamá. Gracias, papá. Pero esto no es un adiós. Vendré a menudo y os veré a los dos. Espero que algún día os reconciliéis. Gracias por todo.

Ran, que siempre ha sido muy sensible, ya tenía lágrimas en los ojos. Por eso, decidió despedirse con la mayor presteza posible para no estropear la velada familiar.

- ¡Hasta la próxima!

La puerta de la oficina se cerró detrás de Ran. Hubo unos momentos de silencio en los que ni Eri ni Kogoro quisieron hablar.

Entonces, Eri recordó que Kogoro quería decir algo antes de que llegara Ran y fue con ello.

- ¿No tenías algo que decirme?

- Ah...sí.

- Venga, pues dime. –contestó impaciente Eri.

-Verás...no quiero hablar ni de divorcio ni de custodia ni de nada de eso. Cuando encontré el amuleto, me trajo muchos recuerdos felices de la época en que nos conocimos y pensé que a ti a lo mejor también te trajo recuerdos...

- Claro que sí. No se olvida tan fácilmente.

- Ahora que Ran se ha marchado y Conan se fue también me he quedado solo. Y...bueno...tú también estás sola. No me importaría volver a probar tus "deliciosos" platos...

- No importa que mientas. Ya sé que odias cómo cocino. No sé si aún lo recuerdas pero fue por ese motivo por que me fui: yo preparé con gran amor una comida para ti y tú, desagradecido, lo rechazas diciendo que era lo peor que habías comido en toda tu vida. La gente tiene sentimientos, ¿sabes? Y hay cosas que ofenden, se dice que la verdad duele...

- Pero ya pasó mucho tiempo desde aquello. Si aún te sientes ofendida por aquello, discúlpame. Quizá no debí ser tan insensible...

- ¿Me estás pidiendo perdón? ¡Me sorprendes! – dijo Eri ruborizada, no sabiendo qué contestar a aquello.

- Por favor, no empieces una nueva discusión. No quiero discutir. Sólo quiero que sepas que lo siento por aquello. Y que...te...he...echado...de...menos... – dijo Kogoro bastante sonrojado por sus últimas palabras y sin creer que él estuviera diciendo todo aquello después de haberlo guardado tanto tiempo bajo llave en su corazón. Por fin se estaba abriendo. Al fin y al cabo, parece que la boda de Yoko le había venido bien.

- Kogoro... – Eri no sabía que decir, sólo podía mirar sonrojada al detective y sorprenderse de que, por primera vez, parecía que todo iba bien y que no iba a fastidiar la situación.

- Por eso, te pido que vuelvas. Aceptaré tus condiciones.

- ... No sé qué decir...la verdad es que me has sorprendido...

- Si necesitas tiempo para pensarlo...

- No. Ya está decidido. Vuelvo contigo.

- Eri...Gracias.

Ambos sonrieron ampliamente al otro como si de dos jóvenes se acabaran de enamorar...

- ¡Pero pongo una condición! Que dejes de babosear cerca de mujeres atractivas.

- Vale, vale...

- Una cosa más...¿te puedo hacer una pregunta? – dijo tímidamente la mujer.

- Sí, di.

- ¿Todavía me quieres? – preguntó sonrojada Eri.

El detective se puso rojo al instante, no sabiendo qué contestar. ¿Cómo le hacía una pregunta así?

- ¿Sabías que se ha casado Yoko? – dijo Kogoro saliéndose por la tangente.

- Mira qué listo, cambiando de tema...bueno...¿qué se le va a hacer? Voy a recoger mis cosas al despacho.

- Vale.

- ¡Hasta luego, Kogoro-kun! – dijo con voz dulce Eri a su esposo, dándole un beso en la mejilla.

Él se puso bastante rojo pero no le llegó a ver ella porque ya se había marchado. Pero no era un marcharse para siempre, como aquella vez, sino un marcharse para volver para siempre, junto a él.

- La verdad es que ese amuleto ha sido de gran ayuda... – pensaba Kogoro.

- El mouaki ha sido un regalo muy especial... – pensaba Eri.

Gracias, mouaki.

--- FIN ---

¡Hola! Finalmente llegó el final del fanfic.

La verdad es que me ha encantando escribir este último capítulo aunque creo que hay partes algo inverosímiles, como que Kogoro se arrepienta...pero bueno, es un fanfic, ¿no?

¿Habéis visto que bien que cambia de tema Kogoro? Parece que eso sí que se le da bien xD. La verdad es que me hubiera gustado hacerlo mucho más romántico, como es mi costumbre de hacer pero entonces hubiera resultado verdaderamente irreal...

Espero que os haya gustado el fanfic...comentarios, opiniones, críticas, reviews, etc. son aceptados . Gracias a todos los que ya habéis dado vuestra opinión, ha sido de gran ayuda porque "la peor crítica que se puede hacer a un fanfic es no hacerla". Bueno, me despido pero no por mucho tiempo porque tengo en mente dos fanfics más de Detective Conan y de otras series...así que no os libraréis tan fácilmente de mí...Jajajaja! xD
¡Nos vemos!