Declaimer: Estos maravillosos, perfectos (…y sexys en el caso de Xiao y Eriol ) y divertidos personajes pertenecen a Clamp, yo solo los pido prestado para que actúen en mis retorcidas historias.

Síntesis: Tomoyo Daidouji estaba decidida a demostrarle al hombre que la había dejado prácticamente plantada en el altar que no era una mujer predecible y aburrida, así que el día que debió haber sido el de su boda decidió dejar a un lado su imagen de chica recatada y prudente, y transformarse en una mujer salvaje y liberal, auque solo fuera durante una noche. Su objetivo: seducir a Eriol Hiragizawa, un extranjero irresistiblemente guapo… que precisamente andaba buscando una chica recatada y prudente con quien establecer una relación permanente…

"Ocurrió una noche"

Por Lady Verónica Black.

(Fic Reeditado)

Capítulo Tres

"Jugando con fuego. Una cita con Eriol Hiragizawa"

-"¡Por fin!"

-"¡Ya era hora!"

Las voces de sus hermanas llegaron nada más darse la vuelta para entrar a la casa, pero Tomoyo no contesto. Las ignoro por completo.

Una muchacha de cabello castaño claro por los hombros y de ojos verdes, su hermana menor por dos años, Sakura, la miraba desde la ventana de uno de los dormitorios del primer piso, el que era de su hermano mayor Touya y que después que se marchara se había convertido en una habitación de invitados.

Su hermana Anjû de unos diecinueve años, de cabello negro por debajo de la barbilla y ojos verdes, la miraba desde una de las ventanas del piso de abajo, que se abría en uno de los torreones redondos con que remataban las esquinas de la casa.

Tomoyo hizo un gesto con la mano sin decir nada, ya que no queria llamar más la atención de los vecinos de lo que ya la habían llamado, y al echar a andar hacia la casa le sobrevino la noción de lo preciosa que era aquella antigua casa victoriana y lo mucho que se parecía a una casa de muñecas. Estaba toda construida en madera, con uno amplio porche que recorría la fachada de todo el edificio, incluidos los torreones, y que con sus filigranas labradas en madera adornaban la casa como si se tratase de cenadores de dos plantas.

El tejado de la vivienda era a dos aguas y octogonal el de las torreones, con sus voladizos también de madera tallada, pero a pesar de lo acogedora que era la casa, Tomoyo no tuvo prisa alguna por subir los seis peldaños que conducían a la sombra del porche, en el que varios sillones de mimbre blanco y un columpio invitaban a cualquiera a contemplar desde su comodidad los primeros días del verano.

No tenia ganas de encontrarse con sus hermanas, en lugar de entrar, se entretuvo en quitar las hojas marchitas de dos geranios que crecían en un recipiente que colgaba junto a la puerta.

Pero Anjû solo tardo unos segundos en aparecer por la puerta.

-"Primero: ¿estas bien?" -preguntó, como si fuese ella y no Tomoyo la hermana mayor, cuando en realidad era la menor.

-"Tengo un dolor de cabeza horrible, pero aparte de eso, estoy perfectamente bien" -contestó al tiempo que entraba a un recibidor amplio con una gran mesa en el centro.

-"No puedo creer que hayas hecho algo así" -dijo Sakura desde arriba.

Las voces reverberaban en el recibidor ya que su techo era compartido con el de la planta de arriba, y eso añadió un matiz de reprobación a la voz de su hermana.

-"¿A que parte te refieres exactamente?" -le preguntó Tomoyo, mientras Sakura bajaba.

-"A todo el conjunto" -contestó Anjû- "¿En qué estabas pensando para dejar que ese tipo te sacara anoche del bar? ¿Y adonde fuiste? ¿Y porqué no nos has llamado para que no tuviéramos que pasarnos la noche en vela preguntándonos si estarías bien, o si te habría pasado algo?"

Sakura tomo él relevó.

-"Te sacamos para que te olvides del idiota de Kenji y en un abrir y cerrar de ojos dejas que un extraño te saque del bar como si fueras un saco de papas" –dijo Sakura de brazos cruzados y con el ceño ligeramente fruncido-. "Cuando conseguimos salir, con la cantidad de gente que había, ya se alejaban en el auto."

-"Y como al llegar a casa no estabas, y no has aparecido en toda la noche, no sabíamos que pensar ni que hacer" -continuo Anjû-. "No sabíamos si llamar a la policía o no hacerlo para que no te pillara colgada del cuello de ese inglés."

-"¡Anjû!" -exclamó Tomoyo, riéndose-. "Yo no he estado colgada del cuello de ningún inglés."

-"¿Ah, no? Has pasado toda la noche con él y ahora apareces con la ropa hecha un desastre, como si te hubieras estado revolcando en la paja, tienes el pelo como un dormitorio de monas y apestas a colonia de hombre."

-"Puede que no sea solo el pelo lo que se le ha vuelto loco" -puntualizo Sakura.

Estaban preocupadas por ella pero también se morían de ganas de saber qué había pasado en las ultimas doce horas. Tomoyo lo notaba por el brillo de curiosidad que había en sus grandes ojos verdes.

-"Esto no es propio de ti, hermana."

-"No pensamos que fueses a llevar tan lejos lo de ser una mujer liberal, Tomoyo. Nos has dado un susto de muerte."

Como todo lo demás había fallado, estaban probando con la culpa.

-"Bueno, bueno. Esta bien, lo siento" -dijo por fin Tomoyo resignada, mientras pasaba entre medio de sus hermanas y se dirigía a la cocina.

Necesitaba urgentemente una aspirina y algo que le humedeciese la boca, que la tenia seca como un desierto. Pero Anjû y Sakura la siguieron como halcones a su presa.

-"Bueno ¿vas a contarnos que ha pasado de una vez, o nos vas a tener todo el día así, hermanita?" -pregunto por fin Anjû ligeramente ofendida porque su hermana la andará ignorando.

La cocina era muy grande, dividida en dos partes por una fila de armarios bajos de color crema, de modo que al otro lado quedaba una mesa con un banco en forma de u.

Tomoyo sacó una caja de aspirinas de un armario estrecho junto al fregadero.

-"¿Queda algo de limonada?" -preguntó.

Sakura le sirvió un vaso de la heladera.

-"¿Qué ha pasado anoche?" - insistió.

-"Nada" -contestó sin más la morena, e hizo una mueca al tragar la pastilla blanca con un trago de limonada que Anjû siempre dejaba demasiado ácida.

-"Sí como no" -replico Anjû sarcásticamente.

Tomoyo sabia que iba a desilusionar a su hermana pequeña. Después de esperarla toda la noche y de estar tan preocupadas, se merecían una historia palpitante y apasionada, pero no iba a conseguirla a menos que mintiera, algo que considero hacer por el bien de sus hermanas… y puede que por ella también, para animar un poco la imagen que tenia de sí misma.

-"Me fastidia un montón admitirlo" -dijo al fin-, "pero Kenji tenia razón. Me fui del bar con Eriol Hiragizawa porque me lo encontré al salir del baño y no podía soportar la idea de tener que volver a la mesa con todos los chicos que estaban con ustedes."

Y les explicó someramente todo lo ocurrido después.

Casi esperaba que sus hermanas consideraran su historia como una tapadera de algo mucho más excitante, algo escandaloso, algo que le daba vergüenza contar. Pero la conocían demasiado bien, por que ambas se relajaron ostensiblemente, lo cual resulto un poco decepcionante.

-"Me ha dado la impresión de que intentaba besarte en el auto" -dijo Anjû, lo cual demostró que había estado espiando desde la ventana.

-"Sí."

-"Y tú no lo has dejado" -añadió Sakura.

De pronto, Tomoyo decidió que se había cansado de tanta obviedad.

-"En esa ocasión, no."

-"¿Y en otra sí?"

-"Solo una vez. En su casa."

Y que bien le sentó decirlo… casi tan bien como el beso en sí.

-"Entonces, ¿ha pasado algo?" -pregunto Sakura, esperanzada.

Pero Tomoyo, no les podia mentir.

-"Solo fue un beso, nada más."

Y para él tenia que haber sido poca cosa. Debía de dar besos como aquel todos los días de la año.

-"¿Y que sabes de él? ¿De dónde ha salido? ¿Cuál es su historia?" -preguntó Sakura, deseosa de conocer los detalles.

-"No lo sé. Desgraciadamente he pasado dormida la mayor parte del tiempo y esta mañana lo que más me preocupaba era saber lo que había ocurrido por la noche. No le he preguntado nada más, pero puede que esta noche sepa algo más."

-"¿Esta noche?" -preguntó Anjû- "¿Qué pasa esta noche?"

-"Va a recogerme a las siete para que le enseñe el mejor lugar desde el que se puede contemplar una puesta de sol" -explico la mayor de las hermanas Daidouji., sentándose cansinamente en una silla de la mesa.

-"¿Y vas a ir?¿Vas a salir con alguien que no conoces… y sin estar borracha?" -se sorprendió Sakura.

-"Se lo debo. Por todo lo que no hizo anoche" -admitió; pero lo que no estaba dispuesta a admitir era que estaba tan nerviosa como si fuese su primera cita.

-"¿Te gusta?" -quiso saber Sakura.

Tomoyo se encogió de hombros.

-"No esta mal. Mejor de lo que cabría esperar siendo tan guapo. No es creído, ni arrogante, aunque en realidad eso no me importa. Sólo es una forma de agradecerle el hecho de que anoche me llevara a su casa y no se aprovechara de la situación. Nada más."

-"¿Por qué estas tan segura?" -preguntó Anjû, y su voz estaba llena de posibilidades.

-"Eriol Hiragizawa no puede estar interesado en alguien como yo. Actúa como si se hubiera dado cuenta de que lo de anoche era una farsa, pero yo creo que en el fondo cree que parte de la interpretación es real. En cuanto se dé cuenta de que no es así, se buscara a alguien más excitante."

-"¿Y tú que eres? ¿Aburrida como un par de medias?"

Tomoyo se encogió de hombros otra vez.

-"Honestamente, Kenji no andaba muy desencaminado al quejarse de mi. Soy tímida, callada, estable y predecible. Incluso anoche no fui capaz de interpretar el papel de mujer liberal y salvaje. Y esta mañana estaba aterrorizada ante la posibilidad de haber hecho algo a lo que no pudiera enfrentarme, o de haber prometido algo que no pudiera cumplir. Puede que no sea tan aburrida como un par de medias… más bien, espero no serlo, pero tampoco soy la clase de mujer que puede interesar a un hombre como él."

-"Como me gustaría despedazar al imbécil de Kenji por hacerte dudar hasta ese punto de tu atractivo" -dijo Anjû, entre dientes mientras retorcía una servilleta que había sobre la mesa.

-"Tuvimos que dejar que Syaoran y Touya le dieran unos cuantos golpes por jugar contigo… grr como me arrepiento ahora de haberlos detenido" -dijo Sakura enojada, algo muy raro en ella.

-"Chicas, pero es que soy todas las cosas que dijo…" -les recordó Tomoyo, ocultando la mirada tras con su largo cabello-. "Lo único bueno de ser callada, tímida, estable y predecible, es que no es algo fatal. Es más, creo que ni siquiera es malo. La única cuestión es que Eriol Hiragizawa no puede buscar algo así en una mujer, y eso es algo muy bueno, porque yo no quiero tenerlo alrededor. Lo único que quiero es que lo de esta noche pase cuanto antes y poder seguir adelante con mi vida, sin ningún hombre que confunda las cosas. Necesito un descanso. Un descanso de más o menos… diez años."

-"Es bueno tomarse tiempo para una misa" -acordó Sakura.

-"Además, las relaciones de rebote no funcionan nunca" -añadió Anjû.

-"Así que dejemos de darle tanta demasiada importancia a algo que no la tiene. Anoche hice una estupidez. Pero afortunadamente estuve con un hombre que no se aprovecho de la situación. Esta noche saldré con él para agradecerle el gesto, y regresare a casa antes de las diez, sin tener que lamentar ni un simple y casto beso en la mejilla."

Sus dos hermanas asintieron como si pensaran que tenia toda la razón del mundo. Incluso ella misma lo pensaba, pero de alguna forma, no podía dejar de lamentar que fuese así.

O o o o O

-"Vamos, preciosas…" - dijo Eriol- "Tengo una cita y no pueden quedarse aquí. Lo siento, pero deben marcharse."

Eran las siete menos cuarto de la tarde. Y estaba a punto de salir para ir a recoger a Tomoyo. Solo necesitaba elegir una camisa. Y claro, deshacerse de sus invitadas.

-"Vamos, brujitas, que no tengo tiempo para jugar con ustedes esta noche. Lo hemos pasado muy bien juntos, pero ahora tienen que irse."

Entro en su vestidor y revisó sus opciones mientras se preguntaba porque le parecía tan importante tener buen aspecto. Normalmente no solía preocuparse demasiado por la ropa, con cita o sin ella.

Pero es que sentía que había algo especial en aquella cita. Especialmente en esa mujer. Algo que le hacia sentir que debía reunir unas condiciones más especiales. Un nivel de respetabilidad que antes ni siquiera le había preocupado.

Era curioso que se sintiera así por una mujer que había recogido borracha en un bar y a la que había tenido que traer a su casa porque había sido incapaz de decirle donde vivía.

Pero estaba convencido de que aquel episodio era excepcional en la vida de Tomoyo Daidouji. Sólo con presenciar su reacción al despertar aquella mañana en su cama, sólo con hablar con ella había bastado para convencerse.

Al final se decidió por una camisa azul claro, unos jeans, una chaqueta de cuero negro y unos zapatos también negros.

-"Compórtense, chicas" -murmuro mientras se abrochaba los ultimos botones de la camisa, dejan sin abrochar los tres primeros, y estaba aún dentro del vestidor cuando una de sus huéspedes lo ataco por detrás. Aterrizo sobre su hombro, perdió el equilibrio y cayo hacia delante. Los rápidos reflejos de Eriol le permitieron evitar que llegase a caer al suelo, y aquella bola de pelo terminó colgando medio dentro medio fuera de la camisa.

-"Las gatas suelen tener buen equilibrio" -le dijo, mirando a la gatita a los ojos-. "¿Dónde están tus hermanas? Además se supone que viven en las caballerizas, y no en la casa."

Enseguida las localizo. Una asomada de la caja en que venia sus zapatos nuevos, y la otra detrás.

-"Miren, niñas, sé que esta a sido su casa desde que su madre murió en el parto y que piensan que pueden quedarse aquí, pero ya son lo bastante mayores para que yo deje de ser su mamá y ocupen su lugar en la caballeriza, ¿Quedo claro?" -las sermoneó mientras recogía a dos de ellas contra su pecho y a la tercera dentro de la caja-. "Tu eres la culpable, ¿verdad?" -le pregunto a la de la caja, aunque las tres eran del mismo color grisáceo.

Pero esa era la que tenia un punto blanco en la oreja izquierda: la más revoltosa de las tres.

-"Has conducido a las tropas hasta aquí para esconderse, ¿Eh?"

La gatita le lamió la nariz.

-"Los besos no te van a servir, zalamera."

Salió del vestidor y dejo a las tres gatas sobre la cama mientras terminaba de arreglarse. Menos mal que sus hermanos no se habían enterado de que tenia gatas, pensó mientras las veía dar vueltas y vueltas, jugando sobre el colchón. No dejarían de tomarle el pelo nunca si se enteraban, sobre todo si supieran que desde la noche en que había encontrado a esas tres damitas pegadas al cuerpo muerto de su madre en las caballerizas, ellas habían sido las únicas mujeres que habían entrado entre las sábanas de su cama.

Las cosas estaban cambiando, y eso era precisamente lo que él quería.

-"Pero eso no quiere decir que pueden quedarse aquí" -le dijo a la audiencia-. "Hay mucho mejores cosas que hacer en una cama que compartirla con tres animalitos de cuatro patas."

Una imagen de Tomoyo se le apareció entonces ante los ojos. Una imagen de cómo la había visto aquella mañana dormida en su cama. De lo mucho que había deseado compartirla con ella, y no precisamente para dormir…

¿Qué habría hecho si se hubiera metido entre las sabanas con ella?

Echarlo a patadas, seguramente.

Pero habría sido divertido intentarlo, aunque, por otro lado, era probable que no hubiera podido volver a verla, lo cual sería una pena porque desde que era un niño y estar para él con una mujer era una novedad, no había vuelto a desear estar con alguien en particular.

Así que estaba decidido a ir despacio con Tomoyo. No quería asustarla, sino conocerla. Invitarla a que le conociese antes de intentar convencerla de volver a probar su colchón. Con él al lado, por supuesto.

El único problema era que en cuanto pensaba en llevársela a la cama, se desataba en su interior un torbellino de emociones que podría acabar con su determinación de un golpe.

-"Pero esta es una dama" -le dijo a las gatas-, "y merece la pena esperar para convencerla."

¿Tendría que esperar mucho? Quizá no consiguiera hacerlo. Hacia mucho que no se le negaba una mujer que le pareciese atractiva. Y hace mucho tiempo también que una mujer no queria estar con él.

Recordar a Tomoyo aferrada a la sabana con las dos manos y mirándolo con esos hermosos ojos abiertos de par en par le hizo sonreír.

-"Hay que pasar de página. Empezar una nueva vida, y supongo que eso significa que habrá que aprender a tratar a una nueva clase de mujeres. "

Podia resultar interesante.

¿Porqué no?

Desde luego, era un desafío.

Un desafío que merecía la pena. Un instinto, una premonición le decía que era así. Algo que hasta ahora le había funcionado. Algo que le había empujado a ser un hombre rico sin tener que tocar la fortuna de su familia, de modo que iba a seguir su instinto en aquella ocasión también.

Pero Tomoyo era diferente, y si queria seguir viéndola, él también tendría que ser diferente. Tendría que cambiar.

¿Hombre de una sola mujer?¿Podría hacer eso?

No estaba seguro, y hasta que pudiera estarlo tendría que seguir controlando su deseo. Tendría que luchar contra las necesidades que antes habían conducido sus anteriores "relaciones".

Por que ella se lo merecía, él de alguna forma sentía que ella era diferente, que por ser ella todo seria diferente.

El único problema era que las intenciones nobles eran muy fáciles cuando no estaba con ella, cuando no veía su perfecta y esbelta figura, sus ojos amatistas brillando, su cabello del mismo color que el ébano… porque cuando lo estaba…

Que el cielo se abriera sobre su cabeza si no la deseaba de un modo que empezaba a necesitar de un poder sobrehumano para resistirse.

O o o o O

Tomoyo se miró por ultima vez en el espejo de la puerta de su dormitorio. Pantalones amplios y de raya bien planchada, una blusa de algodón blanca cerrada hasta el cuello, los rizos naturales de su pelo apartados de la cara por una diadema de cuero negro, y apenas un mínimo toque de maquillaje que consistía en una pizca de rubor, rimel y brillo de labios.

Nada de falsos mensajes.

La verdadera Tomoyo Daidouji. Nada más.

Cuando sonó el timbre de la puerta, bajó a abrir, ya que estaba sola en la casa. Anjû estaba en la casa de Naoko y Sakura había ido al cine con Shaoran..

Intento bajar despacio para ocultar la ansiedad que sentía, porque a pesar de los sermones que se había repetido durante todo el día, tenia unas ganas terribles de verlo.

Sí, sabia que no iba a repetirse.

Sí, estaba segura de que cuando Eriol se diera cuenta cómo era ella en realidad no querría volver a verla.

Sí, estaba segura de que se iba a aburrir como una ostra con ella.

Y sí, eso era lo que quería que ocurriese para acabar aquella misma noche lo que pudiera haber entre ellos.

Pero en el fondo estaba sintiendo una excitación que no podía contener.

-"Hola" -dijo al abrir la puerta, decidida a no dejarse llevar por lo guapo que estaba. Y por lo bien que olía. Llevaba jeans oscuros, una camisa de color brillante, estaba recién afeitado y en tornó a él flotaba una pizca de la loción que se le había derramada aquella mañana, que decididamente olía mejor en él que en ella.

Eriol le devolvió el saludo y entró, pero en lugar de mirar a su alrededor, se concentró en ella.

-"¿Esta noche no vas de mujer salvaje?" -preguntó con esa media sonrisa tan suya.

-"No, lo siento."

-"No tienes porque disculparte. Me gusta mucho más este aspecto."

Y lo gracioso era que parecía decirlo de verdad, y Tomoyo se sintió mucho más que complacida de lo que debería, sobre todo por que él seguía mirándola a ella y no a la casa, que era lo que solía ocurrir.

-"¿Nos vamos?" -preguntó, ya que empezaba a sentirse como a la lupa de un microscopio.

-"¿Adónde?" -preguntó él cuando estaban ya en el auto.

-"Creo que el mejor sitio es el lago Ping-Tao. Queda a unos nueve kilómetros de aquí."

Había pensado detenidamente dónde podían ir y el lago Ping-Tao era el mejor lugar para ver la puesta de sol en toda la ciudad. El único problema era que estaba un poco apartado, y no estaba segura de sí debía o no ir allí con un hombre al que apenas conocía, y por encima de todo, con un hombre que le ponía la sangre a punto de ebullición.

Pero sea como sea, se había subido a su coche y le estaba dando las instrucciones para llegar allí.

-"¿Qué tal la cabeza? ¿Mejor?" -pregunto él después de un momento de incomodo silencio.

-"¿La mía? Bien, bien. Ya esta bien."

-"¿Y el estómago?"

-"Bien, estoy bien" -contestó algo incomoda por que le recordase lo que había hecho la noche anterior.

-"¿Te han retado mucho tus hermanas esta mañana?"

-"No, no, no fue eso… estaban muy preocupadas… por lo de anoche, y por lo de ahora."

-"¿No querían que salieses conmigo?"

-No sé, no estaban muy convencidas con la idea" -lo que no mencionó es que estaban menos preocupadas que ella-, "pero les he dicho que esto no era más que una forma de darte las gracias. Nada importante. Que seguramente estaría en casa a las diez."

Eriol la miró fijamente.

-"¿Ese es tu toque de queda?"

-"¿Toque de queda? No, soy demasiado mayor para tener toque de queda. Lo que queria decir es que esto no es una cita o algo así, sino una especie de bienvenida a Tomoeda; una buena acción que merece a otra."

-"¿Ah sí? ¿Eso es lo que crees que es esto?"

-"¿Y como lo llamarías vos?"

-"Pues una cita. Una cita, sin más" -había vuelto a mirar la carretera pero veía brillar sus ojos azules, a través de su finas gafas, por lo que veía estaba disfrutando destrozando su intento de ponerle un acento mundano a todo aquello-. "Además, estoy seguro de que no vamos a respetar el toque de queda, preciosa."

Tomoyo no supo que contestar a eso. Afortunadamente la salida al lago apareció ante ellos, y se ocupo de darle indicaciones de cómo llegar.

Le señalo el mejor lugar para estacionar y decidió mantener la conversación en algo intrascendente e impersonal.

-"Cuando éramos pequeños celebrábamos fiestas aquí."

-"¿Ah, sí?"

-"Sí. Cuando teníamos alrededor de quince o dieciséis años, mi hermana Sakura, Syaoran (su novio),y nuestros amigos, hacíamos una gran fogata aquí y nos quedábamos alrededor hablando y tomando cerveza, o cosas así. No es que hubiese mucho que hacer para divertirse en una ciudad como ésta."

-"Entonces, tendremos que subsanar esa carencia, ¿no te parece?" -sugirió mientras paraba el motor del auto.

¿Seguía tomándole el pelo, o estaba hablando en serio?

Y es que aquel hombre la dejaba siempre con una tremenda sensación de incertidumbre. No tenía experiencia con hombres como él, y no sabia como tomarse sus comentarios… O quizás no pudiera creerse que pudiera estar flirteando con alguien como ella.

-"Tenemos que ir a la parte este del lago, allí donde esta ese grupo de abetos. Si nos sentamos delante de ellos, podremos disfrutar de una magnifica vista de la puesta de sol, y ver al mismo tiempo como se refleja en el agua."

-"Perfecto" –contestó, al tiempo que sacaba del baúl del coche una manta y una cesta- "Galletas, queso, fruta y nada de vino, solo agua y jugo de frutas" -explicó, mostrándole la cesta- "He pensado que no te apetecería beber nada después de lo de anoche."

-"Cómo lo sabes…" -contesto, agradecida por la consideración.

-"Tu primero" -contestó, invitándola a procederle, y Tomoyo se apresuro a hacerlo temiendo que pudiese tomar su mano si caminaban uno al lado del otro.

Temiendo que lo hiciera, y temiendo tan bien que no lo hiciese.

Recorrieron un tercio de la longitud del lago para encontrar un lugar adecuado. Eriol colocó la cesta en el suelo y extendió la manta; luego la coloco en una esquina e invito a Tomoyo a sentarse.

Tomoyo se sentó en un lado, como si hacerlo en el centro fuese demasiado arriesgado, pero no le sirvió de nada porque Eriol se acomodo muy cerca de ella.

-"Bueno…" – dijo ella, tras el silencio en el que habían estado caminado-. "¿Siempre te han gustado las puestas de sol, o es está tu forma de seducir a tus presas?"

-"¿Seducir a mis presas?" –repitió con los ojos bastante abiertos, y se echo a reír- "Me parecería algo muy frío y calculador hacer eso. No, es que me encantan las puestas de sol y los amaneceres, suelo mirarlos casi siempre, bueno salvo que me haya acostado demasiado tarde la noche anterior. Siempre ha sido una forma de poner algo de continuidad en una vida que carecía de ella, al menos hasta hace poco."

No debía querer hablar más del tema porque enseguida le preguntó qué queria beber. Sirvió agua con gas en dos copas, dispuso un plato con queso, fruta y galletas y se tumbo apoyado sobre los codos.

-"Es un lugar magnífico." –dijo mientras cerraba los ojos e inspiraba el fuerte aroma a pinos y hierba que había en el lugar.

Tomoyo lo miró preguntándose quién seria en realidad, de donde venia y que clase de persona era.

Eriol hizo un gesto con la cabeza hacia las montañas, que habían empezado a teñir sus perfiles de amarillo, rosa y naranja.

Había lago elemental en aquel hombre, algo primitivo y sensual; algo que tenia que ver con su aparente ignorancia del poder de su físico.

-"¿Sabes una cosa? Alguno de los colores más lindos del sol se producen cuando su luz atraviesa las capas de la polución" –dijo él sin apartar los ojos de las montañas-. "Supongo que ése es el lado bueno de algo malo, ¿no? Pero siempre me preguntó cómo seria esto cuando no había tanta basura en el aire. Si era tan espectacular como ahora o simplemente algo a lo que nadie le prestaba demasiada atención. Yo siempre dejo de hacer lo que este haciendo en ese momento para observarlo, por que nunca se puede saber con lo que vas a encontrarte."

-"Mis favoritos son las que el sol parece una bola de fuego" -ofreció Tomoyo, en un susurro apenas audible.

-"¿Tu también sueles contemplar las puestas de sol?" –dijo Eriol con una sueva sonrisa en el rostro mientras giraba a mirarla a los ojos.

-"No. Solo a veces, cuando se da la situación."

-"Pues no sabes lo que te pierdes, porque incluso las que son corrientes aportan una paz especial al final del día. Yo no soy de los que se paran a oler las flores o ese tipo de cosas, pero una puesta de sol… no se, me parece algo especial."

Terminaron por contemplarla en un cómodo silencio y Tomoyo no pudo estar más que de acuerdo con él. Había algo lleno de paz, de una tremenda serenidad en aquel espectáculo que le ayudo a sentirse más cómoda y relajada para poder relacionarse con él.

Y después, cuando los últimos rayos del sol desaparecieron y el cielo retuvo aún un rastro de luz antes de que aparecieran las primeras estrellas y la luna, Eriol suspiro satisfecho y se llevo una uva a la boca.

-"¿Por qué carecía tu vida de continuidad?" -pregunto Tomoyo para volver a iniciar la conversación.

Eriol se encogió de hombros y se sentó con las piernas cruzadas frente a ella.

-"Mi padre no consiguió echar raíces nunca, por mucho que lo intentase" -explicó antes de probar uno de los trocitos de queso del plato.

-"¿A que se dedicaba?"

-"Era artista: escribía, pintaba, componía. Él adoraba el arte en su totalidad, era un verdadero genio en la materia. Pero nunca estaba demasiado tiempo en el mismo sitió" –dijo mirando el estampado de la manta bastante serio, pero con un brillo travieso dijo: "Decía que eso mataba su inspiración, lo que es igual a que se habían terminado las mujeres solteras sin marcar de la ciudad"

Tomoyo se hecho a reír suavemente y él la acompaño.

-"Pero, para mi eso siempre fue una excusa de su parte, ¿sabes? Creo que le tenia miedo de formar un hogar en algún lado, de tener una responsabilidad fija. Era un verdadero hippie"

-"¿Por qué hippie?"

-"Él decía que era un espíritu inquieto, pero yo creo que era su forma de eludir responsabilidades. Quién sabe."

-"¿De verdad te parece que era así?"

-"No sé, no todo el tiempo. Era imposible seguir vagabundeando por el mundo y arrastrar a sus siete hijos con él."

-"¿Siete hijos?¿Tienes seis hermanos?"

-"Cuatro hermanos y tres hermanas."

-"Vaya. Y yo que creía que éramos una familia grande."

-"¿Cuántos hermanos son?"

-"Cuatro. El mayor es Touya, después voy yo, Sakura y la menor es Anjû.

-"Sakura era la de pelo castaño, ¿no?"

-"Sí esa es Sakura, Anjû era la de pelo corto y oscuro."

-"¿Viven todavía tus padres?"

-"Sí, en Tokio. Estaban cansados de la vida en una ciudad pequeña como esta. Mi padre da clases de arqueología en la Tôdai y mi madre sé a semiretirado; sigue haciendo trabajos como consultora y viaja mucho. ¿Y los tuyos?"

-"Mi madre murió dando a luz a Cindy y mi padre falleció hace un año. Un accidente automovilístico."

-"Lo siento."

-"Yo también. Era un buen hombre a pesar de su vagabundeo."

-"Entonces, no estuviste siempre en el mismo lugar mientras crecías, ¿no?

-"No. Es más, no teníamos casa fija, siempre estábamos en hoteles o en algún apartamento rentado. "

-"¿Ibas al colegio?"

-"Claro. A más colegios de los que puedo contar. La mayoría de los cursos los terminábamos en un sitio distinto al que los habíamos empezado. Un año cambiamos de colegio cinco veces."

-"Debió ser horrible."

Él sonrió.

-"No empieces a sentir lastima por mí, Tomoyo Tomoyo Daidouji. No me estoy quejando; solo contesto a tus preguntas. Siendo siete siempre estábamos unos cuantos juntos en el mismo colegio. Además, siempre hacíamos algún amigo, y leíamos mucho. El viejo sabia mucho de libros. Nos iba bien. Incluso hemos ido todos a la universidad."

-"Y la puesta y salida de sol les ofrecía sensación de continuidad."

-"Estuviéramos donde estuviésemos, siempre era el mismo sol. Esa idea me reconfortaba."

-"¿Y no te cansabas de viajar tanto?"

-Pues la verdad es que no, al menos hasta hace poco."

-"Así que seguiste con la misma clase de vida incluso viviendo solo."

-"Sí. La verdad es que todos los hemos hecho así."

-"¿Y como te has ganado la vida?"

-"Pues de forma muy parecida a la de mi padre… trabajaba en bares como pianista o algún trabajito que encontrase, normalmente referido a la música o hasta de abogado he ejercido un par de veces… he ido a donde me ha llevado el viento."

-"Hasta ahora"

-"Hasta ahora"

-"¿Y a que se ha debido el cambio?"

-"Pues que empecé a cansarme de tanto cambio, y la idea de establecerme en algún sitió empezó a atraerme. Entonces, hace más o menos un año, nos reunimos todos los hermanos. Coincidió que se celebraba un sorteo de los importantes, al que por cierto llamaban The last Hope, y tuve una corazonada. Así que juntamos dinero, compramos unos cuantos billetes…"

-"¿Y ganaron?" -pregunto con sorpresa en la voz.

-"Ganamos. Nos repartimos el dinero, y de pronto me encontré con un montón de posibilidades. Tenia la oportunidad de utilizar ese dinero para echar raíces en algún lugar, y empecé a pensar en darme a mí mismo y a mis hermanos, una base, un lugar donde poder quedarme y donde ellos pudieran quedarse también si los convencía de ello. Puede que sea porque soy el mayor, pero de alguna manera tuve la sensación de que podía ofrecerles el hogar que nunca tuvimos."

-"Y aquí estas."

-"Y aquí estoy."

-"Pues por la ciudad se dice que ganaste la mansión en una partida de póquer."

Él se hecho a reír.

-"Casi es lo mismo."

-"¿Han venido ya tus hermanos a ver la casa?"

-"Todavía no, pero vendrán pronto. A finales de esta semana, eso me han dicho los chicos. Cindy todavía no me lo ha confirmado."

-"¿Y crees que se quedaran?"

-"Eso espero. Ellos saben que me gustaría. Me encantaría poder contar con ellos para arreglar la casa y empezar a sacar adelante la mansión, pero ya veremos" -se río suavemente-. "Sí es así seremos, Eriol, Takeo, Nakuru, Kentairo, Daisuke, Aoshi y Cindy Hiragizawa, los siete juntos causaremos estragos en Tomoeda."

Tomoyo se echo a reír. De pronto lo veía bajo un prisma distinto. Jamás se hubiera imaginado que tenia unos lazos familiares tan fuertes, y un profundo sentido de la responsabilidad. Parecía mucho más casero de lo que jamás se lo habría imaginado.

Eriol se levantó y le ofreció su mano.

-"Vamos, demos un paseo alrededor del lago para que me cuentes las historias que se contaban en esas fiestas."

Y sin pensar en ello, tomo la mano que le ofrecía. Una corriente eléctrica le recorrió el brazo al contacto. Y por Dios que era una sensación tremendamente agradable.

Cuando se puso en pie, él no la soltó. Y ella tampoco intentó que la soltara.

Le contó las historias de sus fiestas mientras caminaban alrededor del lago. No había nada terriblemente interesante en lo que hacían un puñado de adolescentes diez años atras, pero él parecía interesado de todas formas, se reía cuando la cosa tenia gracia y hacia preguntas de vez en cuando, demostrando que estaba prestando atención.

Mientras hablaba, Tomoyo no podia dejar de notar su presencia. Su cercanía. El contacto de su mano. El calor de su palma. La presión de sus dedos. Las cosas que estaban cobrando vida estando con aquel hombre, oyendo su voz profunda llenar el vacio alrededor, disfrutando de su risa, tan rica que parecía atravesarla de parte en parte.

Y en algún momento empezó a pensar que Eriol Hiragizawa era algo más que una cara guapa y un cuerpo de infarto. Empezó a gustarle, mucho más de lo que quería.

El lago tenia más de ocho kilómetros de perímetro y tardaron un buen rato en recorrerlo. Las diez de la noche no eran más que un recuerdo cuando llegaron de nuevo a la manta.

-"Supongo que ahora vas a decir que tienes que volver a casa porque se te ha pasado el toque de queda" -dijo él.

Irse a casa y dar por concluida la velada era precisamente lo que menos le apetecía a Tomoyo, pero cuando él lo mencionó, temió que Eriol quisiera marcharse ya, que fuera una sutil indirecta para dar por terminada la salida.

Había conseguido lo que se había propuesto conseguir: aburrirlo. Pero aquel era un trabajo bien hecho que no le proporcionaba ninguna satisfacción.

-"Mañana tengo que levantarme temprano. Me toca el primer turno de horno" -dijo para darle la opción de marcharse.

Eriol no discutió, sino que rápidamente recogió la manta y la cesta, mientras que el animo de Tomoyo caía en picada.

"Debo ser un verdadero desastre si un hombre estando solo conmigo junto al lago, bajo el cielo cuajado de estrellas, con una manta extendida en el suelo, ni siquiera halla intentado besarme."

Ninguno de los dos habló demasiado durante la vuelta a casa. Al menos no en voz alta, porque Tomoyo tenía mucho que decirse a sí misma. Lo mejor que podía haber ocurrido era que él ya supiera como era ella en verdad. Así se olvidaría de su existencia y ella podría seguir adelante con su vida.

No había luz en la casa cuando llegaron frente a ella. Sakura y Anjû habían dejado encendida la del porche, y seguramente estarían pegadas al espejo de alguna ventana de la casa espiando.

"Pues no va a haber mucho que ver", pensó. Aun así, Eriol fue un caballero, abrió la puerta de su auto y la acompañó hasta el porche.

-"Hay algo que he deseado saber desde que te recogí esta noche" -dijo mientras ella abría la puerta.

-"¿Qué es?" -preguntó, intentando no reparar cuanto le favorecía el suave resplandor de la luz del porche.

-"¿Siempre llevas la blusa abrochada hasta el cuello, o es que intentas decirme algo?"

-"Siempre la uso así."

-"Pues a mí me parece que estaría mejor encontrar un punto medio."

-"¿Y cual es el punto medio?"

Él le sonrío de una forma muy sensual y sus ojos la atraparon, dejándola completamente totalmente hipnotizada.

-"Así" -dijo en voz baja, y empezó a desabrocharle los botones del pecho.

"¡Dios mío! ¡Me esta desnudando en el porche!", pensó, pero se detuvo en el segundo, dejando abierta la blusa hasta un punto totalmente respetable.

-"Así por lo menos podrás respirar" -susurró, tan cerca de su oído que su aliento le rozo la piel.

-"Respiro perfectamente bien."

A excepción de cuando él esta tan cerca.

-"No con facilidad, y quiero que respires con facilidad."

-"¿Y eso porqué?"

No contestó a su pregunta. Deslizó una mano hasta su nuca y la besó en los labios con un beso que no pareció en nada al que le había dado aquella mañana. Es más, no se pareció a ningún beso que le hubieran dado en el porche de su casa.

Fue profundo, abrasador, en el que se mezclaron sus alientos y en el que Eriol la convenció de rendirse a él, al momento, al beso.

Tomoyo se sentía aún más ligera que la noche anterior. Tenia los ojos cerrados y la sensación de que estaba flotando por el efecto de sus labios, del calor, de la fuerza que emanaba de él, de su aroma, y todo aquello la empujó a desear más, a entreabrir su labios para invitarle, a arquearse contra él. Nada importaba excepto el hecho de que nunca antes la habían besado así…

Y eso que les había dicho a sus hermanas que no se despedirían ni con un casto beso en la mejilla.

De pronto el beso concluyó, dejándola deseosa de más. De que siguiera, de que volviera a empezar.

-"Buenas noches, Tomoyo" -le susurro, tan bajo que no podía estar segura de si se lo había dicho de verdad o si se lo había imaginado.

Ese beso la había dejado más que aturdida porque tardó unos cuantos minutos en darse cuenta de que ya no tenia sus manos en ella y que estaba bajando la escalera. Hasta que no lo vio subirse al auto y hacerle un gesto de despedida con la mano, no se dio cuenta con toda claridad de que se marchaba. De que su cita había concluido.

Y de que ni siquiera había vuelto a mencionar que quisiese volver a verla.

Pero por muchas vueltas que le diera, por mucho razonamiento que hiciera, por toda la lógica que intentase emplear en el enfoque, no conseguía convencerse de que eso era lo mejor que podia pasarle.

Porque nadie podia ser besado de aquel modo y no desear vender su alma al diablo para tener más… solo un beso más de Eriol Hiragizawa.

Continuara…

---------"Este capitulo esta dedicado especialmente a Morgaine, tal como lo prometí"--------

Reviews:

Damaris: Que bueno que te guste el fic, y más la pareja E+T, sinceramente es el primero que hago y me alegra saber que lo estoy haciendo bien, muchas gracias. Y sobre lo de poner más S+S, no se lo intentare, pero no prometo nada, pero si quieres leer S+S puedes leer mi otro fic "Novia Fugitiva" es un S+S puro. Nos vemos.

Morgaine: Hola! Primero que nada no te mueras que me encantan tus reviews, si lo haces te perderás lo más interesante del fic ji ji… ya veras. Por lo que veo te sucede lo mismo que yo, pero hay que intentar que a uno no lo afecte, yo leo sus reviews y ya me olvido de los que dicen mis padres. Gracias por ayudarme con lo del login! Arigatôu, ten por seguro que no lo olvido. En serio muchas gracias! Sayonara.

Cindy: Que te puedo decir a ti amiga, gracias por creer que mis historias son buenas y graciosas. Te habrás dado cuenta que ya estas empezando a aparecer, espero que este chap te guste, y nos vemos en MSN! Bye

Zauberin: Hi! Me alegro que te guste el fic, y que creas que es gracioso y peligroso´ la verdad nunca intente que lo sea, pero al parecer me salió así… nos leemos en el próximo chap! Chau!

Tiffany Dincht: Hola Tiffany! Tus reviews me encantan, gracias por ponerlos. Tienes razón como pudo Tomoyo no hacer NADA con el lindo de Eriol en toda una noche solos en una habitación, pero bueno esa es la trama del fic, la tensión sexual que habrá entre ellos. Tienes razón Tomoyo no es la tímida, predecible, callada, provinciana y puritana, es solo que ella lo cree así, no es que lo sea, solo que su ex le dijo que así era y ella se lo creyó. Espero que el chap te guste, y que tu sigas con los tuyos que me encantan. Nos vemos!