Declaimer: Estos maravillosos, perfectos (…y sexys en el caso de Xiao y Eriol ) y divertidos personajes pertenecen a Clamp, yo solo los pido prestado para que actúen en mis retorcidas historias.

Síntesis: Tomoyo Daidouji estaba decidida a demostrarle al hombre que la había dejado prácticamente plantada en el altar que no era una mujer predecible y aburrida, así que el día que debió haber sido el de su boda decidió dejar a un lado su imagen de chica recatada y prudente, y transformarse en una mujer salvaje y liberal, auque solo fuera durante una noche. Su objetivo: seducir a Eriol Hiragizawa, un extranjero irresistiblemente guapo… que precisamente andaba buscando una chica recatada y prudente con quien establecer una relación permanente…

"Ocurrió una noche"

Por Lady Verónica Black.

(Fic Reeditado)

Capítulo Cuatro

"Fantasías en la bañera"

-"Si no vas a contarnos nada sobre lo de anoche, puedes irte a casa y pasarte por la tienda de repuestos a comprar un grifo nuevo que nos hace falta" -dijo Sakura mientras guardaba un tarro de azúcar en un armario. Eran más o menos las dos de la tarde.

Tomoyo, Sakura y Anjû estaban en la pastelería que tenían juntas. La tienda era bastante grande y estaba dispuesta en uno de los edificios más antiguos de First Street, llamada así precisamente por eso: porque había sido la primera calle de Tomoeda. La mayoría de los edificios habían sido edificados en los primeros años de existencia de la cuidad y se habían ido reformados después. La pastelería era una estructura de dos plantas, con la tienda y el horno en el piso bajo, y un pequeño apartamento en el primero.

Tomoyo, Sakura y Anjû eran dueñas del edificio. Originalmente era como una especie de caja, casi como un frigorífico gigante, pero ellas habían ido reformándolo añadiendo un tejado victoriano a lo que antes era una cubierta plana, ventanas de cuadrillo, lo habían pintado de gris y los voladizos en madera junto con las contraventanas también en madera, de color blanco. En el frente de la tienda, había unas grandes macetas llenas de hermosas flores de todos colores.

-"No hay nada que contar de anoche" -insistió Tomoyo.

Sakura y Anjû habían llegado a trabajar a las ocho y a las once respectivamente, y desde entonces no habían dejado de intentar que Tomoyo hablase de su cita con Eriol, pero aunque su hermana les había facilitado un breve resumen de su cita, ellas querían más.

-"Té estas guardando algo" -protesto Anjû-. "Paso demasiado tiempo desde que oímos llegar el coche hasta que entraste a casa. Algo ocurrió, y lo ocultas con demasiado ahínco, así que tiene que ser algo muy jugoso."

-"Nos dijimos buenas noches" -contesto Tomoyo mientras separaba los ingredientes que tendrían que utilizar a la mañana siguiente.

Habían desarrollado un patrón que hacia funcionar perfectamente la pastelería. Una de ellas llegaba a las cinco de la mañana para empezar a cocer el pan, los croissants para el desayuno y el resto de dulces que tuvieran pensado hacer ese día. Después llegaba una segunda a las ocho, que era la hora de abrir, para que entre las dos pudieran atender al público y al horno. La tercera no llegaba hasta las once, y se quedaba hasta las siete, mientras que la primera se iba a las dos y la segunda a las cinco. Y los turnos eran rotatorios, aunque cada una de ellas tenían sus propias especialidades.

-"Así que se dieron las buenas noches" -repitió Sakura- "¿Te besó?"

Tomoyo se alegro de saber que había tenido algo de intimidad.

-"Sí" -contestó, intentando disimular el hecho de que aquel beso había estado presente en su pensamiento durante todo el día.

-"Y debió ser un beso de primera para que te quedaras plantada en el porche esperando que se marchara" -intervino Anjû.

-"Así que estabais espiando, ¿eh? Yo creía que no. Que ingenua fui."

Anjû sonrió triunfal.

-"No estuvimos espiando. Simplemente me imagine lo que debías de haber estado haciendo durante los cinco minutos que transcurrieron desde que llego el coche hasta que se marcho. ¡Te he pillado hermanita!"

-"Esta bien puede que halla tardado un poco en entrar después de que me besara, pero eso no quiere decir nada."

-"Excepto que debe besar de maravilla" -añadió Anjû.

-"¿Es verdad?" -preguntó Sakura, con un brillo divertido en sus ojos.

-"Bueno… digamos que sabe lo que hace."

-"¿Lo suficiente como para que quieras volver a salir con él?" -continuó la castaña.

-"No me lo ha pedido" -replicó Tomoyo como si no le importase.

-"¿Pero volverías a salir con él si te lo pidiera?" -insistió Anjû.

-"No lo sé. Puede que sí."

Sakura y Anjû intercambiaron una mirada.

-"Besa de maravilla" -confirmo Anjû.

-"Y esa es la razón de que nos hayas preguntado a las dos si alguien te ha llamado a casa unas veinte veces en lo que va del día" -continuo Emily- "Porque esperabas que te llamase él, ¿no?"

-"No, no lo estoy esperando. Simplemente sentía curiosidad."

Bueno, puede que lo esperara, sí. La verdad es que le dolía que un beso que había sido tan especial para ella, a él ni siquiera le hubiera animado a volver a verla. Pero ya no queria hablar más del tema. Es más, prefería no haber hablar de nada en absoluto. Había algo en el deseo que Eriol Hiragizawa suscitaba en ella que era casi indecente.

-"¿Hemos decidido ya que canilla vamos a poner en el fregadero de atrás?"

-"Está diciéndonos, sutilmente, que la dejemos en paz" -le dijo Anjû a Sakura.

-"Es que están haciendo una montaña de un grano de arena, y además hoy llevo tiempo de sobra aquí, y me gustaría irme a casa ya" –dijo la amatista empezando a enojarse con sus hermanas-. "¿Qué hacemos entonces con la canilla?"

Sus hermanas se miraron una a la otra pero al final, se rindieron.

-"Cómpralo en la tienda nueva" -dijo Anjû, volviendo a sus tareas-. "Aunque me siento mal por no comprárselo a la señora Kaede después de todos estos años, pero no tiene grifos que nos den el caudal suficiente para los cacharros más grandes."

-"Ya se lo compensaremos más adelante" -ofreció Sakura.

-"Bien. Entonces me voy" -dijo Tomoyo mientras se lavaba las manos en el enorme fregadero cuyo grifo llevaba ya demasiado tiempo goteando.

-"Y después" -añadió Anjû-, "cuando hayas terminado, puede que te viniera bien dar una vuelta. ¿Qué tal si pasas por la mansión Wizard un rato?"

Tomoyo suspiro de forma muy exagerada y se saco el delantal de trabajo de forma muy brusca.

-"Creí que estábamos de acuerdo en que ahora es el peor momento para mí para pensar en otro hombre."

-"Demasiado tarde. Ya estas pensando en uno" -declaró Sakura.

-"Y si no puedes evitarlo…" -continuo Anjû.

-"Deberías rendirte a la evidencia y disfrutar" –termino la castaña con una amplia sonrisa y un ligero guiño de ojo.

-"Muchas gracias por el consejo, pero no gracias. Estoy bien así, mejor sola que mal acompañada."

-"Con Kenji Mathashi jamás te quedaste en el porche contemplando como se marchaba, y con ojos de carnero degollado" -le recordó Anjû mientras Tomoyo se secaba las manos y se colgaba el bolso.

Pero la amatista no contestó, sino que elevó la mirada al cielo en un gesto de exasperación y tras despedirse de ellas con un gesto de la mano, salió del negocio dando un ligero portazo.

O o o o O

El tiempo seguía siendo primaveral aunque el mes de junio había empezado ya la semana anterior. Como las temperaturas eran muy agradables, y la distancia hasta la tienda no era demasiada larga, decidió dejar el auto en la pastelería y caminar para disfrutar de las vista que proporcionaba el pueblo en esa época del año como si fuese una turista más.

Tomoeda resultaba una cuidad muy agradable. No tenia edificios altos, el banco era la máxima altura con tan solo cuatro pisos. La mayoría de ellos estaban construidos en ladrillo, las aceras eran adoquinadas y estaban adornadas con unas altas farolas estilo victoriano que se adornaban en conjunción con la época del año y que en aquel momento lucían cestas colgantes con pensamientos rosas y rojos, que junto con los hermosos árboles de cerezo le daban un toque paradisíaco a las calles.

El paseo le resultó agradable, y se detuvo a charlar con varios conocidos que sé encontro por el camino. Luego dejó First Street y tomo Racine Avenue en dirección al pequeño centro comercial, Makki's, que solo cuatro meses atrás se había instalado en Tomoeda.

El estacionamiento estaba vacio a aquellas horas del mediodía, pero de pronto un recuerdo le vino a la mente. Un recuerdo del sábado por la noche, de cómo Eriol la había sacado a aquel aparcamiento en brazos, de cómo sus brazos la cargaban como si no pesase nada, de la sensación de su pecho duro como una piedra, de su suave y masculina fragancia…

Tenia que aprender a olvidarse de lo ocurrido aquella noche, se dijo con firmeza. Ni siquiera debería estar pensando en Eriol. Él no era su tipo, y ella no era el tipo de él. Y punto. No había ni siquiera la más mínima posibilidad de que sucediera algo entre ellos, era como mezclar el agua con el aceite.

Tomoyo entro decidida a la tienda y se dirigió a la zona donde estaban montados los baños y las cocinas de exposición. Fue allí donde vio una bañera que le llamo la atención y la atrajo hacia el rincón en que estaba expuesta absorta de una forma casi sobrenatural.

Era enorme y negra, con forma oval y colocada sobre un pedestal de seis peldaños, con grifería dorada de curvas suaves y lisas.

Nada le apetecería más en aquel momento que un baño caliente lleno de espuma, pero nunca se había metido en una bañera así, y para comprobar si aquellas formas redondeadas eran tan cómodas como parecían tendría que meterse.

La tienda tenia pocos clientes en aquel momento. Es más, tal y como estaba dispuesta aquella bañera, entre las paredes falsas de otros baños y cocinas, era como estar sola de modo que tras echar una furtiva mirada a su alrededor para asegurarse de que nadie la veía subió los peldaños y se metió en la bañera.

Era algo francamente decadente. Nadie podía necesitar una bañera de aquel tamaño, con salidas de agua a presión y tan profundas que los bordes le llegaban a la barbilla, además el material con el que estaba echo era suave y bastante blando.

¡Era maravillosa!

Tomoyo se acomodó de tal modo que pudo apoyar la cabeza en la forma diseñada a tal efecto en el borde de la bañera.

Era una verdadera bendición. Y seria aun más perfecta si pudiera sumergirse en un baño de burbujas perfumadas, con la luz apagada y solo velas alumbrando la habitación.

Cerro los ojos y se imaginó metida en el agua y sostenida por ella, tan cómoda casi como en una cama. El agua caliente borbotaría sobre su piel, soltando una leve cortina de vapor, Puede que hubiere incluso un poco de música, algo suave y sugestivo. Todos sus músculos se relajarían. La puerta del baño se abriría… y entraría Eriol, completamente desnudo y con una gran sonrisa en sus labios.

-"No sé si deberías disfrutar tanto en público."

Tomoyo abrió inmediatamente los ojos al oír aquella voz profunda y masculina que había sonado justo al lado de su oído.

Eriol Hiragizawa no sólo había entrado a formar parte de su fantasía, sino que estaba allí en persona, asomado al borde de la bañera con una sonrisa casi tan radiante como la de su fantasía.

-"Hola…" -fue lo único que Tomoyo pudo decir, y se incorporó rápidamente, roja de la vergüenza.

-"¿Probando la calidad?"

-"Algo así."

-"¿Y que te parece?"

-"¿La bañera? Muy bien. Está muy bien."

-"Genial, porque tengo pensado comprarla."

Comprarla. Llenarla casi hasta el borde. Meterse en ella completamente desnudo…

Lo único que faltaba de lo que ella se había imaginado era su propia persona y…

Las mejillas le empezaron a arder aun más si era posible.

¿Porqué aquel condenado extranjero tenia la capacidad de hacerla sonrojar como si fuese una adolescente inexperta?

Tomoyo hizo ademán de levantarse, pero él la sujeto por un hombro.

-"No te muevas. No se me ocurre ninguna otra persona a la que prefiera ver en ella. Por favor, quedate un instante más."

Se sentía ridícula metida allí, tenia que hacer lo que fuera para disimular la incomodidad que sentía, lo que sea para no parecer más idiota de lo que debería parecer estando en una bañera vacia en medio de un centro comercial

-"Es una bañera muy bonita" -dijo- "¿Dónde la pondrás?"

-"En el baño de mi dormitorio. No sé si te diste cuenta el otro día, pero la bañera esta hecha un desastre, bueno entre otras cosas."

Tomoyo miró alrededor, temiendo que alguien pudiese haber oído la frase. No había nadie por allí, pero eso no alivio su incomodidad.

-"He venido a comprar un grifo para la pastelería y…"

-"Y no has podido resistirte a la tentación de probar la bañera."

-"Algo así."

-"Y ahora que te han pillado con las manos en la masa te gustaría huir como un conejo, ¿no?" -continuó con su clásica media sonrisa.

Tenía razón, claro, pero no iba a admitirlo. No iba a darle ese gusto. Eso si que no.

-"Tengo que irme."

-"Primero, hazme un favor, ¿sí?."

Y antes de que pudiera imaginarse a qué se refería, Eriol se metió también en la bañera. Tomoyo tenia las piernas estiradas y las encogió inmediatamente, mirando de nuevo a su alrededor como una prófuga de la justicia. Como una sola persona los viera en aquella situación todo el mundo en Tomoeda lo sabría antes de que terminara el día.

-"Deja que salga para que puedas probarla tranquilo" -le ofreció.

-"Vamos, Tomoyo, necesito tu ayuda" -replico él.

-"No sé que clase de ayuda puedes necesitar para…"

-"Solo quiero ver si es lo bastante grande para que la puedan usar dos personas" -dijo, con la voz cargada de segundas intenciones-. "Relájate. No hay nadie, así que nadie nos va a ver."

Pero podia haber cámaras de seguridad, pero Eriol se había colocado de tal modo que tendría que levantarse por encima de él para averiguar si había o no cámaras, así que se contentó solo con encoger las piernas hasta la barbilla y esperar.

-"No pareces demasiado cómoda" -dijo él mirándola con los ojos brillosos; parecía estar divirtiéndose mucho con la situación-. "Esta bañera no esta pensada para que quienes bañen juntos uno se apretuje en un rincón. ¿Podrías estirarte un poco?"

-"Creo que no. "

-"Por favor…" -le pidió, tirando de sus manos primero y después de sus piernas para dejarlas estiradas, tal y como las tenia cuando él llegó.

-"Ahora, acuéstate."

-"Creo que eso deberías probarlo tú."

-"Depende de con que intención este haciendo la prueba. Pero normalmente prefiero que el otro este tumbado…" –dijo él guiñándole un ojos-. "Para que el otro este más cómodo."

-"¿Y que intención es esa?" –dijo ella aun sin captar la indirecta de las palabras del inglés.

-"Solo quiero ver todas sus posibilidades antes de decidirme. No es una bañera barata, ¿sabes? Vamos, acostate."

Aquel hombre era incorregible. Y guapísimo. E irresistible. Y muy sexy. Y parecía no darle ninguna importancia a algunas de las cosas que siempre habían sido esenciales para ella, como por ejemplo lo que pudiera pensar la gente. Aun así, la tentación fue demasiado intensa como para poder resistirse, así que se tumbó en la bañera.

Eriol sonrió abiertamente y ella sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo.

-"Apoya la cabeza como la tenias antes" -le pidió.

Tomoyo obedeció, y él hizo lo mismo; estiro sus largas piernas hasta el otro lado de la bañera y las cruzo a la altura de los tobillos.

Parecía tan cómodo, como si estuviera en la intimidad de su casa y sin el inconveniente de los jeans y la camisa.

-"Cierra los ojos" -añadió.

Tomoyo lo hizo, más para escapar e la imagen que tenia frente a ella que por satisfacerlo.

-"Ahora, Contame que estabas pensando antes cuando sonreías de esa manera."

Volvía tomarle el pelo. Pero ella estaba dispuesta a seguirle el juego, así que describió la imagen que había creado antes, omitiendo eso sí, su entrada desnudo.

-"¿Quieres que me crea que estabas completamente sola?"- preguntó él, desconfiado.

-"Sí, completamente sola."

-"Entonces, no lo estabas haciendo bien."

-"¿Ah, sí?"

-"Claro. Faltaría un hombre que se pasee por ahí, que te vea así, y no pueda resistir la tentación de entrar."

Sí el podia hablar de ese hombre en tercera persona, ella también podía hacer lo mismo y quitarse de en medio.

-"Desde luego, ella lo ha invitado con la mirada."

-"Por supuesto. Él no entraría de no ser así."

-"Quien sabe. Parece un hombre decidido."

-"Eso es cierto. Pero ella se alegra de verlo" -insistió.

Tomoyo se limitó a sonreír.

-"Tendrá que desnudarse, claro" -continuo él, como si estuvieran colaborando a pintar el escenario de una novela-, "para poder meterse en el agua con ella."

-"¿Y en qué parte de la bañera se meterá cuando lo haga?¿Al lado de ella o al otro extremo?"

-"Yo creo que se colocara de rodillas frente a ella" -contestó Eriol en un tono más íntimo. Como si le estuviese confesando un gran secreto-. "Así podrá besarla mientras acaricia sus hombros y sus brazos."

-"Mmmm… un masaje en el baño" -comento ella, y su voz sonó casi como un susurro.

-"Para empezar, sí" -dijo él con una sonrisa maliciosa.

-"A ella le va a encantar" -contestó Tomoyo, sintiéndose libre para perderse en aquella escena pues tenia los ojos cerrados y permanecía muy lejos de la realidad.

-"Caliente. Suave… genial" - dijo él-. "Tanto que va a tener que darle un masaje en todo el cuerpo."

-"¿En todo el cuerpo?"

-"En todo."

-"¿Mientras la besa?"

-"Sí…y mientras va a ver lo mucho que ella disfruta."

-"Así que a ella le va a gustar…"

-"Y no te imaginas hasta que punto. Él se asegurará que sea así."

-"¿Y él?¿También va a disfrutar?"

-"Tanto que le va a costar un triunfo contenerse."

-"¿Y sí deja de mantener el control?"

-"No lo hará. Volverá a besarla y concentrará sus caricias en unas cuantas zonas que a ella la van a volver loca. A los dos."

¿Qué estaba haciendo, se preguntó Tomoyo. Aquella no era forma de pasar la tarde, en un lugar público y con un hombre al que apenas conocía, creando una fantasía que la estaba excitando cada vez más a cada palabra que decían.

-¿"Y después, que?" -se oyó preguntar.

-"Entonces, él dirigiría los chorros de agua hacia los puntos adecuados y dejaría que la corriente los acariciara mientras él seguiría con otros lugares más sensibles…"

Bien. Aquello había llegado demasiado lejos, así que Tomoyo abrió los ojos antes de que fuese muy tarde.

-"Y el agua se saldrá de la bañera" –espetó ella.

Eriol la estaba observando con sus ojos intensamente azules muy abiertos, y con el ceño ligeramente fruncido. A los instante se echo a reír.

-"¿Y crees que les importaría que el agua se salga?"

-"Les importara cuando el agua pudra la madera del suelo."

Él se acerco a hablarle de nuevo al oído.

-"Habría merecido la pena tal sacrificio."

-"Eres un hombre perverso, ¿lo sabes?" –dijo ella, intentando no sonreír ante la expresión de niño travieso de Eriol.

-"¿Quién? ¿Yo? Creí que estábamos hablando de otras personas."

-"Y así es. Lo que pasa es que a los pobres los hemos metido en un buen lío con nuestro relato".

-"Mereció la pena, ¿no lo crees?" -dijo, pronunciando lenta y suavemente cada palabra, mientras miraba atentamente cada movimiento que la mujer hacia para humedecerse los labios con la lengua..

Un hombre con el uniforme de la tienda se acercó a abrir otra una sección cerca de la de ellos y los miró con el ceño fruncido, pero no dijo nada.

Tomoyo lo conocía. Habían ido juntos a coro en la preparatoria, y a juzgar por la impaciencia y la desaprobación de su expresión, no era la primera vez que había pasado por ahí.

-"Dios mío" -musitó, y rápidamente se puso de pie.

Eriol miró por encima de su hombro como si supiera perfectamente bien que el hombre había pasado ya más de una vez por allí, pero no se movió, sino que siguió tumbado.

-"Bueno, ¿Cuál es el veredicto?"

-"¿Sobre qué?"

-"¿Invierto en esto, o no?"

Había algo en su tono que decía que no se estaba prefiriendo precisamente a la bañera.

Pero entonces, ¿a qué se refería?

-"Estas hablando de la bañera, ¿no?"

Él se encogió de hombros y ella decidió tomar el gesto por una respuesta afirmativa.

-"Si yo tuviera el dinero y el sitió que se necesita para esta bañera, la compraría sin ninguna duda."

-"Y si lo hago, ¿vendrás a utilizarla?" -preguntó el con una sonrisa de chico malo.

-"Será mejor que compre mi grifo y me vaya para casa" -fue la única respuesta que se le ocurrió en ese momento.

-"Yo pongo las velas y la música."

-"Tengo que irme" -insistió, mirando de nuevo hacia la entrada.

-"¿Sabes que me gustaría tanto como que vinieras a usar mi bañera, si es que la compro?"

-"¿Qué?"

-"Que dejases de huir de mí como un conejito asustado."

-"Yo no huyo. Es que tengo que marcharme, se me ha hecho tarde y mis hermanas me están esperando." -mintió por tercera vez.

Él suspiró.

-"Esta bien. Andate."

Entonces, ¿por qué no se le movían los pies?

Parecía haber echado raíces en aquel lugar, o estar hipnotizada por aquellos ojos azules, por lo terriblemente sexy que estaba en aquella bañera y por cuanto que le gustaría volver a meterse en ella con él. Con o sin dependiente esperando.

-"Nos vemos" -dijo al final.

-"Claro, nos vemos."

Por fin consiguió convencer a sus pies para que se pusieran en movimiento, pero antes de que hubiera dado más de tres pasos, la voz de Eriol la detuvo.

-"¿Qué te parece si vemos el amanecer juntos? Conozco un sitió perfecto."

Eso debería querer decir que no lo había aburrido tanto como ella pensaba en la primera cita.

-"Me gustaría" -contestó antes de haber podido calibrar la sensatez de la respuesta.

-"Espero que encuentres tu grifo, Tomoyo, Tomoyo Daidouji"

-"Gracias. Que disfrutes de la bañera."

-"¿Sin ti? Dudo mucho que eso sea posible" –suspiró él mientras ladeaba la cabeza de lado a lado.

Incorregible. Eriol Hiragizawa era decididamente incorregible.

Y decididamente también, le gustaba eso. Le gustaba muchísimo todo en él.

Continuara...