Declaimer: Estos maravillosos, perfectos (…y sexys en el caso de Xiao y Eriol ) y divertidos personajes pertenecen a Clamp, yo solo los pido prestado para que actúen en mis retorcidas historias.

Síntesis: Tomoyo Daidouji estaba decidida a demostrarle al hombre que la había dejado prácticamente plantada en el altar que no era una mujer predecible y aburrida, así que el día que debió haber sido el de su boda decidió dejar a un lado su imagen de chica recatada y prudente, y transformarse en una mujer salvaje y liberal, auque solo fuera durante una noche. Su objetivo: seducir a Eriol Hiragizawa, un extranjero irresistiblemente guapo… que precisamente andaba buscando una chica recatada y prudente con quien establecer una relación permanente…

"Ocurrió una Noche"

Por Lady Verónica Black.

(Fic Reeditado)

Capítulo Ocho

Descubriéndote...

Ningún otro colchón del mundo le hubiera podido parecer el paraíso que resultaron ser para él los almohadones del suelo al despertar poco después del amanecer. Y sólo podía haber una razón para aquello: que Tomoyo estaba en sus brazos. Su cuerpo pequeño describía una curva perfecta a su lado. Oía su respiración tranquila y tenía un brazo sobre ella para tenerla aun más cerca, para tener la sensación de tenerla a su lado. De que era suya.

Sí. El paraíso.

Sobre todo, tras una noche de hacer el amor. Salvaje y apasionadamente. Con suavidad y ternura. Lúdica y juguetonamente. Dos veces sobre los almohadones del salón, y luego otro par más en su habitación. Y tenía la sensación de no estar saciado aún de ella. Como si alguna vez fuese a llegar a estarlo…

No comprendía que no hubiera podido encontrar ese Kenji Mathashi en ella, porque a él le volvía loco su cuerpo, el sonido de su voz, su risa, la forma en que sus ojos se iluminaban. ¿Cómo aquello no le había bastado al tipo ese?

Porque él podría hablar horas y horas con ella sin llegar a aburrirse. Era divertida en su estado reposado y tranquilo, y tenía una sensualidad sutil que resultaba mucho más excitante que las otras versiones baratas que había conocido. Una sensualidad que solo reservaba para un solo hombre. El hombre con quien ella escogiera compartirla.

¿Qué más cosas la había llamado el tal Mathashi? Estable, aburrida y predecible.

¿Estable? Para él, alguien estable era una persona en la que se podía confiar. Tras conocer a muchas mujeres en las que no había podido hacerlo, que ella lo fuera solo podría ser un atributo.

¿Aburrida? Eso era una completa locura. A él le parecía cualquier cosa menos eso, le encantaba hablar con ella, era graciosa y tenía un sentido del humor muy especial, además a su parecer era muy divertida a su modo, es verdad que era un poco tímida, pero solo al principio, porque si uno se fijaba bien y ella te tomaba confianza llegaba a ser una persona extrovertida y divertida.

¿Y, predecible…? Claro. Vivía en una ciudad pequeña en la que había crecido, y sí, tenía que ceñirse en un horario. Vestía de modo conservador a veces… pero ¿predecible?

¿Había sido predecible al conocerla en un bar? ¿O al dejarse llevar por la fantasía metida en la bañadera de la tienda? ¿O cuando se había escabullido de su casa con él para ver el amanecer? ¿O en el campo de fútbol?

Desde luego él no la llamaría, predecible. No cuando podía sorprenderle con cosas como aquella ropa interior sumamente sexy, escondida tras un sencillo y púdico vestido.

Pero, al parecer, aquel tipo no había mirado bajo la superficie. No se había molestado a apartar la cortina y mirar. Porque cuando él lo había hecho, nunca había estado seguro de sí iba a encontrar a la buena chica o a la mujer sensual y atrevida.

"No sabes lo que te has perdido, Mathashi. No has sabido valorar a esta hermosa mujer."

Pero él no queria perderse nada. Nada en absoluto. Quería poder mirar tras la cortina toda la vida.

Aquel pensamiento lo sobresalto.

Algo estaba pasando en él que no comprendía. Algo que lo inundo en aquel momento y lo dejo sorprendido e intentando analizar su verdadera naturaleza.

No era un simple capricho. Ni simple y llano deseo. Aquella era una pasión profunda que parecía saturarlo por completo. Que le hacía volver a desearla un instante después de haberse saciado de ella. Que le impedía pensar en otra cosa que no fuera ella cuando estaban separados. Que le hacia preguntarse como había sido capaz de dormir en aquella cama sin ella a su lado, y si iba a ser capaz de hacerlo otra vez sin tenerla entre sus brazos…

¿Qué demonios significaba todo eso?

Bajo la mirada para contemplar a Tomoyo, dormida sobre su pecho. Los rizos oscuros de su pelo caían descuidados sobre su piel. Las densas pestañas oscurecían sus pómulos. Sus labios rojos, entreabiertos. Y Eriol sintió algo exuberante y cálido. Algo que no había sentido antes.

¿Sería amor? ¿Era posible que él se hubiera enamorado de Tomoyo?

Inspiro profundamente y vio como su rostro subía y bajaba con el movimiento de su pecho.

Demonios, cualquiera diría que era un inexperto en cuanto a mujeres… porque así era como se sentía en ese momento. Confuso e indeciso.

¿Y qué diablos iba a hacer al respecto?

O o o o O

Para Tomoyo no era extraño madrugar, y normalmente se enfrentaba a las primeras horas de la mañana sin dificultad. Pero aquel día no era como los demás, porque sentir unos brazos abrazándola con fuerza, sentir unos labios que la besaban en la cabeza y la voz profunda de Eriol llamándola para que se despertase no era algo que le ocurriera todo los días. Lo mismo que no todas las noches se las pasaba haciendo el amor con él. Aún no estaba lista para despertarse.

Gimió a modo de protesta y se acurruco en la exquisita comodidad de su cuerpo y se dejo llevar.

-"Tomoyo… ya es de día…" -le dijo él suavemente, pasando una mano por su brazo desnudo.

Con eso bastó para recordarle, a su mente y a su cuerpo, las delicias que aquel hombre era capaz de crear con sus manos. Y seguir durmiendo perdió de pronto todo su atractivo.

Volvió a acurrucarse en él, pero en aquella ocasión no para ponerse cómoda; subió un poco la pierna que tenía entre sus muslos, trazo con un dedo un círculo alrededor de su pezón y lo beso en el pecho.

-"Supongo que eso quiere decir que estas despierta" -dijo él, sonriendo.

-"¿Qué hora es?"

-"Las siete menos cuarto."

-"Mmm… no tengo que levantarme hasta dentro de una hora."

-"Lo sé… así tendremos tiempo…" -Pero ella había subido apoyándose en besos hasta su boca y no le dejo terminar la frase.

-"No me lo estas poniendo más fácil" -se quejó él cuando un momento después Tomoyo se separo de sus labios para besar su cuello.

-"Me encanta ponerte las cosas duras…" -bromeo y volvió a mover la pierna.

Con un gemido, Eriol se agarró de ella, pero en lugar de seguir con cualquiera de las cosas que Tomoyo se habría imaginado que haría. Cualquiera de las cosas que había hecho la noche anterior, la soltó para pasarle una mano por el pelo y decir:

-"Tomoyo, tenemos que hablar."

Había algo que no le gustaba en el tono de su voz, así que dejo de besarlo y abrió los ojos a la luz del día. En más de un sentido.

Eriol Hiragizawa no era hombre de una sola mujer. Esa idea apareció ante sus ojos con la luminosidad del neón. Habían compartido una increíble y maravillosa noche de pasión, arriesgándose concientemente a que fuera poco más que eso. Sabiendo que se estaba dejando llevar por la atracción del momento, y que seguramente solo ese momento sería lo que él le daría.

"Y este es el momento en que pone las cartas sobre la mesa."

Ignoró el frío que se apodero de su estómago e hizo acopio de todo el valor disponible para jurarse no dejarle ver lo ingenua que había sido. No quería que le diga que la había pasado muy bien esa noche, pero que entre ellos no iba a haber nada más.

-"¿Sabes qué? Acabo de acordarme que tengo un pedido especial para hoy y debería haber estado en el negocio hace más de una hora."

-"Unos minutos más no supondrán ninguna diferencia…"

-"Claro que sí" - Tomoyo salto de sus brazos-. "Es en serio. ¡Necesito que me lleves a casa ahora mismo!"

Y salió corriendo escaleras abajo en busca de su ropa. A los pocos segundos volvió con la ropa a la habitación y entro rápidamente al baño.

Estaba solo a medio vestir cuando le llego la voz de Eriol desde fuera.

-"Tengo que hablarte de algo importante."

-"No puede ser tan importante como este pedido. Podría echar a perder la comida de La Liga de Mujeres."

Se abrocho el vestido tan rápido como se lo permitieron sus temblorosos dedos, poniéndose los zapatos al mismo tiempo. Entonces abrió la puerta y se lo encontro apoyado contra la pared, sin camisa, los brazos cruzados sobre el pecho, y unos jeans sin abrochar en la cintura.

-"En serio, tengo muchísima prisa" -dijo-, "¿Podemos irnos?"

Eriol frunció el ceño, un gesto muy poco habitual en él.

-"¿Cuándo podremos hablar?"

"Ya habrá tiempo, no te preocupes" -contestó tan despreocupadamente como pudo y salió directo al coche.

Eriol no la siguió inmediatamente, sino que la tuvo esperando durante lo que le pareció una eternidad.

Cuando por fin salió al coche, parecía preocupado.

Pero Tomoyo no intento indagar, sino que se perdió en un ridículo monologo que pretendía abundar en las razones por las que tenía tanta prisa, aunque al mismo tiempo se había dado cuenta que era tan ingenua y estúpida como la habían acusado de ser, y que después de la noche que habían pasado juntos, una noche en la que le había dado su corazón, la estaba matando el dolor de saber que no tenían ninguna esperanza de tener un futuro juntos.

Entonces apareció su casa al frente y Eriol paro el auto.

-"Gracias" -dijo ella apresuradamente.

Y antes de que Eriol pudiera contestar, salió del coche y corrió para su casa, todo el tiempo intentando no hacer caso de la esperanza de que la siguiera para decirle que había pasado página y que estaba dispuesto a ser hombre de una sola mujer. De ser propiedad exclusiva de Tomoyo Daidouji. Lamentablemente eso no sucedió, y mientras ella se quedaba apoyada en la puerta cerrada de su casa luego de entrar, rogando a los dioses por que él la llamara, el ruido del un auto acelerando y yéndose a toda velocidad fue lo único que consiguió como respuesta.

Esa era la respuesta que esperaba, Eriol Hiragizawa nunca sería hombre de una sola mujer.

Lo que podría llegar a haber entre ellos era solo algo de una noche…

Continuara…