Los merodeadores no estaban planeando una travesura.
Eso era un suceso extremadamente anormal en la sala común de Gryffindor y los estudiantes ya estaban nerviosos debido a la paz y tranquilidad que reinaba en el dormitorio de los chicos de quinto año. Inclusive los de primero ya brincaban ante el menor ruido y siempre miraban con un espejo de mano antes de doblar una esquina, en espera de una broma pesada. Sin embargo, en el dormitorio de los merodeadores, las bromas era lo último de lo que se hablaba
"te lo advierto, James. Si te mueres y me abandonas por culpa de una cucaracha con una varita y ansias de conquistar el mundo, subiré al cielo y patearé tu trasero con tal fuerza y que te enviaré de regreso a la tierra!"
"Sirius. No estoy muerto, ni lo estaré en un futuro inmediato. Pregúntale a Remus, él puede explicártelo de manera científica y eso te hará sentir mucho, mucho mejor,"dijo James, acurrucándose con Remus y Sirius con un suspiro. Como ya era costumbre cuando estaban todos en la intimidad de su dormitorio, se hallaban en la cama de Remus como un montón de cachorritos mientras Peter regresaba de la cocina trayendo un refrigerio compuesto principalmente por todo el chocolate que pudiera cargar
Antes de que Remus pudiera dar una explicación rebuscadamente satisfactoria y que incluyera la física quántica y otras cosas que ninguno entendía, pero siempre los reconfortaba por alguna extraña razón, Peter entró en el dormitorio con mas chocolate del que uno puede cargar sin magia.
Era de todos sabido que Lunático tenía una fuerte adicción al chocolate, así que en cuanto los otros tres tomaron todo el chocolate que pudieron, se alejaron permitiéndole a su amigo atacar a su presa, más de la mitad del chocolate .
"Eres un cerdo depravado cuando se trata de chocolate, verdad , Remus?"
"Cerdo depravado? Acaso le hablan a Canuto para que venga a cenar?"
"Sabes? No he ejercitado mis garras en semanas."
"Uuuuy! El grande y siniestro intento de Grim quiere atacarme! Jamie sálvame! Que he hecho para merecerlo?"
"Pete, Serías tan amable de continuar la lectura antes de que los novios se sigan peleando y salgan de control?"
"Estas muerto, Potter." Grr.
Capítulo dos: El vidrio que se desvaneci
Habían pasado aproximadamente diez años desde el día en que los Dursley se despertaron y encontraron a su sobrino en la puerta de entrada, pero Privet Drive no había cambiado en absoluto James: ¿Por qué no me sorprende?.
El sol se elevaba en los mismos jardincitos, iluminaba el número 4 de latón sobre la puerta de los Dursley y avanzaba en su salón, que era casi exactamente el mismo que aquél donde el señor Dursley había oído las ominosas noticias sobre las lechuzas, una noche de hacía diez años. Sólo las fotos de la repisa de la chimenea eran testimonio del tiempo que había pasado. Diez años antes, había una gran cantidad de retratos de lo que parecía una gran pelota rosada con gorros de diferentes colores
Sirius: Pelota rosada?
pero Dudley Dursley ya no era un niño pequeño, y en aquel momento las fotos mostraban a un chico grande y rubio montando su primera bicicleta, en un tiovivo en la feria, jugando con su padre en el ordenador, besado y abrazado por su madre... La habitación no ofrecía señales de que allí viviera otro niño
Peter: Eso no es lindo. Podríamos demandarlos por negligencia.
Sin embargo, Harry Potter estaba todavía allí, durmiendo en aquel momento, aunque no por mucho tiempo. Su tía Petunia se había despertado y su voz chillona era el primer ruido del día..
Remus: No es la mejor forma de despertar.
—¡Arriba! ¡A levantarse! ¡Ahora! Harry se despertó con un sobresalto. Su tía llamó otra vez a la puerta. —¡Arriba! —chilló de nuevo. Harry oyó sus pasos en dirección a la cocina, y después el roce de la sartén contra el fogón. El niño se dio la vuelta y trató de recordar el sueño que había tenido. Había sido bonito. Había una moto que volaba
. Remus: Aaaaay, Canuto! Recuerda tu moto!
Sirius: Sigo sin entender porque no me dejaron criarlo yo.
Tenía la curiosa sensación de que había soñado lo mismo anteriormente. Su tía volvió a la puerta. —¿Ya estás levantado? —quiso saber. —Casi —respondió Harry
James: Ah, es astuto, que bien, me siento orgulloso.
Sirius: Definitivamente no lo heredó de su padre.
James: Ja ja, que simpático.
—Bueno, date prisa, quiero que vigiles el Tocino. Y no te atrevas a dejar que se queme. Quiero que todo sea perfecto el día del cumpleaños de Duddy. Harry gimió. —¿Qué has dicho? —gritó con ira desde el otro lado de la puerta. —Nada, nada... El cumpleaños de Dudley... ¿cómo había podido olvidarlo? "
Sirius: Muy fácil, a cualquiera le pasa, verdad , Remus?
Remus: Ya te dije mil veces que lo siento, hasta te compré bombas fétidas!
Harry se levantó lentamente y comenzó a buscar sus calcetines. Encontró un par debajo de la cama y, después de sacar una araña de uno, se los puso. Harry estaba acostumbrado a las arañas, porque la alacena que había debajo de las escaleras estaba llena de ellas, y allí era donde dormía.
James: PERDON? Escuché bien? La alacena bajo la escalera? Mi hijo duerme en una alacena? un Potter?! ESO ES INDIGNO! INACEPTABLE!! Remus! Ve y libera a mi hijo!
Remus: Aun no sucede, James. Ni siquiera sé donde estoy, podría estar muerto también.
Sirius: No , no podrías, ni siquiera lo pienses!
Cuando estuvo vestido salió al recibidor y entró en la cocina. La mesa estaba casi cubierta por los regalos de cumpleaños de Dudley. James: Mocoso mimado. Parecía que éste había conseguido el ordenador nuevo que quería, por no mencionar el segundo televisor y la bicicleta de carreras. La razón exacta por la que Dudley podía querer una bicicleta era un misterio para Harry, ya que Dudley estaba muy gordo y aborrecía el ejercicio, excepto si conllevaba pegar a alguien, por supuesto.
Sirius: No les suena conocido?
El saco de boxeo favorito de Dudley era Harry, pero no podía atraparlo muy a menudo.
James: Pequeño demonio. Intentando golpear a mi hijo.
Aunque no lo parecía, Harry era muy rápido. Tal vez tenía algo que ver con eso de vivir en una oscura alacena, pero Harry había sido siempre flaco y muy bajo para su edad.
Remus: No. Son sólo sus genes.
James: Vaya, gracias Lunático.
Remus: De nada.
Además, parecía más pequeño y enjuto de lo que realmente era, porque toda la ropa que llevaba eran prendas viejas de Dudley, y su primo era cuatro veces más grande que él.
James: Pequeño gran demonio. Infeliz.
Harry tenía un rostro delgado, rodillas huesudas, pelo negro y ojos de color verde brillante
Peter: Bueno, es oficial, es hijo de Lily.
Llevaba gafas redondas siempre pegadas con cinta adhesiva, consecuencia de todas las veces que Dudley le había pegado en la nariz
James: MALDITO DEMONIO!
La única cosa que a Harry le gustaba de su apariencia era aquella pequeña cicatriz en la frente, con la forma de un relámpago. La tenía desde que podía acordarse, y lo primero que recordaba haber preguntado a su tía Petunia era cómo se la había hecho. —En el accidente de coche donde tus padres murieron —había dicho—. Y no hagas preguntas.
Sirius: No murieron en un accidente, mentirosa
«No hagas preguntas»: ésa era la primera regla que se debía observar si se quería vivir una vida tranquila con los Dursley. .
Remus: Y quien quiere una vida tranquila? Que aburrido.
Tío Vernon entró a la cocina cuando Harry estaba dando la vuelta al tocino. —¡Péinate! —bramó como saludo matinal. Una vez por semana, tío Vernon miraba por encima de su periódico y gritaba que Harry necesitaba un corte de pelo. A Harry le habían cortado más veces el pelo que al resto de los niños de su clase todos juntos, pero no servía para nada, pues su pelo seguía creciendo de aquella manera, por todos lados.
James: Es exactamente lo que le digo a mis padres, pero no me creen.
Harry estaba friendo los huevos cuando Dudley llegó a la cocina con su madre. Dudley se parecía mucho a tío Vernon..
Peter: No creo que eso es algo de que enorgullecerse.
Tenía una cara grande y rosada, poco cuello, ojos pequeños de un tono azul acuoso, y abundante pelo rubio que cubría su cabeza gorda. Tía Petunia decía a menudo que Dudley parecía un angelito. Harry decía a menudo que Dudley parecía un cerdo con peluca
. Sirius: Me agrada tu hijo, Cornamenta. Me recuerda a mi mismo, Oh, que orgullo.
Harry puso sobre la mesa los platos con huevos y beicon, lo que era difícil porque había poco espacio. Entretanto, Dudley contaba sus regalos. Su cara se ensombreció. —Treinta y seis —dijo, mirando a su madre y a su padre—. Dos menos que el año pasado.
Remus: treinta y seis regalos y se queja? Quien demonios recibe treinta y seis regalos de cumpleaños!?
—Querido, no has contado el regalo de tía Marge. Mira, está debajo de este grande de mamá y papá. —Muy bien, treinta y siete entonces —dijo Dudley, poniéndose rojo. Harry; que podía ver venir un gran berrinche de Dudley, comenzó a comerse el tocino lo más rápido posible, por si volcaba la mesa.
James: Pobrecito Harry. ¿Cuántos años cumple el monstruo? 11?
Tía Petunia también sintió el peligro, porque dijo rápidamente: —Y vamos a comprarte dos regalos más cuando salgamos hoy. ¿Qué te parece, pichoncito? Dos regalos más. ¿Está bien?
Sirius: Mocoso mimado.
Dudley pensó durante un momento. Parecía un trabajo difícil para él
Remus: Seguro lo es.
Por último, dijo lentamente. —Entonces tendré treinta y.. treinta y.. —Treinta y nueve, dulzura —dijo tía Petunia. —Oh —Dudley se dejó caer pesadamente en su silla y cogió el regalo más cercano—. Entonces está bien. Tío Vernon rió entre dientes. —El pequeño diablillo quiere que le den lo que vale, igual que su padre. ¡Bravo, Dudley! —dijo, y revolvió el pelo de su hijo.
Peter: Definitivamente necesitan terapia familiar.
En aquel momento sonó el teléfono y tía Petunia fue a contestar, mientras Harry y tío Vernon miraban a Dudley, que estaba desembalando la bicicleta de carreras, la cámara de video, el avión con control remoto, dieciséis juegos nuevos para la computadora y una vídeocasetera.
Sirius: Caramba.
Remus: Cielos.
James: Que envidia.
Peter: Si lo visito me los presta?
Estaba rompiendo el envoltorio de un reloj de oro, cuando tía Petunia volvió, enfadada y preocupada ala vez. —Malas noticias, Vernon —dijo—. La señora Figg se ha fracturado una pierna. No puede cuidarlo. —Volvió la cabeza en dirección a Harry. La boca de Dudley se abrió con horror, pero el corazón de Harry dio un salto
Remus: Por que esa tal Figg tendría que cuidar a nuestro Harry? .
Cada año, el día del cumpleaños de Dudley, sus padres lo llevaban con un amigo a pasar el día a un parque de atracciones, a comer hamburguesas o al cine. Cada año, Harry se quedaba con la señora Figg, una anciana loca que vivía a dos manzanas.
James: Bastardos! Están muertos!
Harry no podía soportar ir allí. Toda la casa olía a repollo y la señora Figg le hacía mirar las fotos de todos los gatos que había tenido. Sirius: Lo divertido es perseguir gatos, no contemplarlos, Harry debería intentarlo. —¿Y ahora qué hacemos? —preguntó tía Petunia, mirando con ira a Harry como si él lo hubiera planeado todo. Harry sabía que debería sentir pena por la pierna de la señora Figg, pero no era fácil cuando recordaba que pasaría un año antes de tener que ver otra vez a Tibbles, Snowy, el Señor Paws o Tufty.
Peter: Esos nombres...dan miedo
. —Podemos llamar a Marge —sugirió tío Vernon. —No seas tonto, Vernon, ella no aguanta al chico
James: Como si les importara.
Los Dursley hablaban a menudo sobre Harry de aquella manera, como si no estuviera allí, o más bien como si pensaran que era tan tonto que no podía entenderlos, algo así como un gusano.
James: Nadie trata así a un Potter! Ignominia, escándalo!
—¿Y qué me dices de... tu amiga... cómo se llama... Yvonne? —Está de vacaciones en Mallorca —respondió enfadada tía Petunia.
Peter: Dónde está Mallorca?
Remus: Según mi atlas, es una isla cerca de España.
—Pueden dejarme aquí —sugirió esperanzado Harry. Podría ver lo que quisiera en la televisión, para variar, y tal vez incluso hasta jugaría con el ordenador de Dudley
Tía Petunia lo miró como si se hubiera tragado un limón
Sirius: Eso no es agradable, lo se, lo he hecho.
—¿Y volver y encontrar la casa en ruinas? —rezongó. —No voy a quemar la casa —dijo Harry,
James: Deberías, y después mudarte con Lunático y Canuto.
pero no le escucharon. —Supongo que podemos llevarlo al zoológico —dijo en voz baja tía Petunia—... y dejarlo en el coche...
Peter: Abuso de un menor!!
—El coche es nuevo, no se quedará allí solo... Dudley comenzó a llorar a gritos. En realidad no lloraba, hacía años que no lloraba de verdad, pero sabía que, si retorcía la cara y gritaba, su madre le daría cualquier cosa que quisiera.
Remus: Mocoso mimado!
—Mi pequeñito Dudley no llores, mamá no dejará que él te estropee tu día especial —exclamó, abrazándolo
Sirius: Eso es demasiado
—¡Yo... no... quiero... que... él venga! —exclamó Dudley entre fingidos sollozos—. ¡Siempre lo estropea todo! —Le hizo una mueca burlona a Harry, desde los brazos de su madre.
James: Maldito Slytherin!
Justo entonces, sonó el timbre de la puerta. ¡Oh, Dios, ya están aquí! —dijo tía Petunia en tono desesperado y, un momento más tarde, el mejor amigo de Dudley, Piers Polkiss, entró con su madre. Piers era un chico flacucho con cara de rata. Era el que, habitualmente, sujetaba los brazos de los chicos detrás de la espalda mientras Dudley les pegaba. Dudley suspendió su fingido llanto de inmediato.
Peter: Definitivamente me recuerda a alguien.
Media hora más tarde, Harry, que no podía creer en su suerte, estaba sentado en la parte de atrás del coche de los Dursley, junto con Piers y Dudley, camino del zoológico por primera vez en su vida.. James: Donde diablos están ustedes?!! A sus tíos no se les había ocurrido una idea mejor, pero antes de salir tío Vernon se llevó aparte a Harry. —Te lo advierto —dijo, acercando su rostro grande y rojo al de Harry—. Te estoy avisando ahora, chico: cualquier cosa rara, lo que sea, y te quedarás en la alacena hasta la Navidad. —No voy a hacer nada —dijo Harry—. De verdad...
Remus: Deberías, lo merecen.
En una ocasión, tía Petunia, cansada de que Harry volviera de la peluquería como si no hubiera ido, cogió unas tijeras de la cocina y le cortó el pelo casi al rape, exceptuando el flequillo, que le dejó «para ocultar la horrible cicatriz».
Sirius: Je je, Se imaginan a James con ese corte?!
Dudley se rió como un tonto, burlándose de Harry, que pasó la noche sin dormir imaginando lo que pasaría en el colegio al día siguiente, donde ya se reían de su ropa holgada y sus gafas remendadas. Sin embargo, a la mañana siguiente, descubrió al levantarse que su pelo estaba exactamente igual que antes de que su tía lo cortara.
. Remus: No es fascinante como crece el cabello?
Como castigo, lo encerraron en la alacena durante una semana, aunque intentó decirles que no podía explicar cómo le había crecido tan deprisa el pelo Otra vez, tía Petunia había tratado de meterlo dentro de un repugnante jersey viejo de Dudley (marrón, con manchas anaranjadas)
Sirius: Por Dios! Es un crimen contra las leyes del buen gusto, me quedaré ciego!
Cuanto más intentaba pasárselo por la cabeza, más pequeña se volvía la prenda, hasta que finalmente le habría sentado como un guante a una muñeca, pero no a Harry. Tía Petunia creyó que debía de haberse encogido al lavarlo y, para su gran alivio, Harry no fue castigado.
Peter: En serio que son estúpidos
Por otra parte, había tenido un problema terrible cuando lo encontraron en el techo de la cocina del colegio. El grupo de Dudley lo perseguía como de costumbre cuando, tanto para sorpresa de Harry como de los demás, se encontró sentado en la chimenea
James: Mi hijo puede APARECERSE?!
Sirius: Tu hijo es fenomenal, Cornamenta! Debemos bautizarlo! Um...que difícil, aun no sabemos en que se convierte!
Los Dursley recibieron una carta amenazadora de la directora del colegio, diciéndoles que Harry andaba trepando por los techos del colegio. Pero lo único que trataba de hacer (como le gritó a tío Vernon a través de la puerta cerrada de la alacena) fue saltar los grandes cubos que estaban detrás de la puerta de la cocina. Harry suponía que el viento lo había levantado en medio de su salto. Pero aquel día nada iba a salir mal. Incluso estaba bien pasar el día con Dudley y Piers si eso significaba no tener que estar en el colegio, en su alacena, o en el salón de la señora Figg, con su olor a coles
Remus: Guácala! Coles
Mientras conducía, tío Vernon se quejaba a tía Petunia. Le gustaba quejarse de muchas cosas. Harry, el ayuntamiento, Harry, el banco y Harry eran algunos de sus temas favoritos. Aquella mañana le tocó a los motoristas..
James: Mi pobrecito bebé Harry!
Sirius: James! Debes sonar como macho! No como mari....posita!
—... haciendo ruido como locos esos gamberros —dijo, mientras una moto los adelantaba. —Tuve un sueño sobre una moto —dijo Harry recordando de pronto—. Estaba volando"
Sirius: Oh, mi moto voladora, como te amo, no puedo esperar a tenerte, no me canso de pensar en ti.
Tío Vernon casi chocó con el coche que iba delante del suyo. Se dio la vuelta en el asiento Su rostro era como una gigantesca remolacha con bigotes.:
Remus: Eso es para dar miedo.
Peter: No podría estar mas de acuerdo.
—¡LAS MOTOS NO VUELAN!
Dudley y Piers se rieron disimuladamente. —Ya sé que no lo hacen —dijo Harry—. Fue sólo un sueño. Pero deseó no haber dicho nada. Si había algo que desagradaba a los Dursley aún más que las preguntas que Harry hacía, era que hablara de cualquier cosa que se comportara de forma indebida, no importa que fuera un sueño o un dibujo animado. Parecían pensar que podía llegar a tener ideas peligrosas.
Sirius:Los dibujos animados son la mejor fuente de inspiración para las ideas peligrosas, Tom y Jerry por ejemplo... Ah, que lástima que no hay ratoneras del tamaño de Snape.
Era un sábado muy soleado y el zoológico estaba repleto de familias. Los Dursley compraron a Dudley y a Piers unos grandes helados de chocolate en la entrada, y luego, como la sonriente señora del puesto preguntó a Harry qué quería antes de que pudieran alejarse, le compraron un polo de limón, que era más barato
James: Malditos!!
. Aquello tampoco estaba mal, pensó Harry, chupándolo mientras observaban a un gorila que se rascaba la cabeza y se parecía notablemente a Dudley, salvo que no era rubio..
Sirius: Tu hijo es fabuloso, Jamie!
Fue la mejor mañana que Harry había pasado en mucho tiempo. Tuvo cuidado de andar un poco alejado de los Dursley, para que Dudley y Piers, que comenzaban a aburrirse de los animales cuando se acercaba la hora de comer, no empezaran a practicar su deporte favorito, que era pegarle a él.
Remus: Chico listo. Seguro lo heredó de Lily.
James: Si claro, muy ingenioso de tu parte.
Comieron en el restaurante del zoológico, y cuando Dudley tuvo una rabieta porque su bocadillo no era lo suficientemente grande, tío Vernon le compró otro y Harry tuvo permiso para terminar el primero.
James: Malditos!
Más tarde, Harry pensó que debía haber sabido que aquello era demasiado bueno para durar. Después de comer fueron a ver los reptiles. Estaba oscuro y hacía frío, y había vidrieras iluminadas a lo largo de las paredes. Detrás de los vidrios, toda clase de serpientes y lagartos se arrastraban y se deslizaban por las piedras y los troncos. Dudley y Piers querían ver las gigantescas cobras venenosas y las gruesas pitones que estrujaban a los hombres. Dudley encontró rápidamente la serpiente más grande. Podía haber envuelto el coche de tío Vernon y haberlo aplastado como si fuera una lata, pero en aquel momento no parecía tener ganas. En realidad, estaba profundamente dormida..
Sirius: Vaya! Eso es ...anticlimatico.
Dudley permaneció con la nariz apretada contra el vidrio, contemplando el brillo de su piel. —Haz que se mueva —le exigió a su padre. Tío Vernon golpeó el vidrio, pero la serpiente no se movi.
Peter: Mocoso mimado.
—Hazlo de nuevo —ordenó Dudley. Tío Vernon golpeó con los nudillos, pero el animal siguió dormitando. —Esto es aburrido —se quejó Dudley. Se alejó arrastrando los pies. Harry se movió frente al vidrio y miró intensamente a la serpiente. Si él hubiera estado allí dentro, sin duda se habría muerto de aburrimiento, sin ninguna compañía, salvo la de gente estúpida golpeando el vidrio y molestando todo el día. Era peor que tener por dormitorio una alacena donde la única visitante era tía Petunia, llamando a la puerta para despertarlo: al menos, él podía recorrer el resto de la casa.
James: Mald-
Peter: Ya sabemos, James.
De pronto, la serpiente abrió sus ojillos, pequeños y brillantes como cuentas. Lenta, muy lentamente, levantó la cabeza hasta que sus ojos estuvieron al nivel de los de Harry. Guiñó un ojo.
Remus: Eso es físicamente imposible! Las serpientes no tienen párpados!
Sirius: Y a quien le importa? Es un libro. Todo es posible
Harry la miró fijamente. Luego echó rápidamente un vistazo a su alrededor, para ver si alguien lo observaba. Nadie le prestaba atención. Miró de nuevo a la serpiente y también le guiñó un ojo. La serpiente torció la cabeza hacia tío Vernon y Dudley, y luego levantó los ojos hacia el techo. Dirigió a Harry una mirada que decía claramente: —Me pasa esto constantemente.."
James: Un momento...
—Lo sé —murmuró Harry a través del vidrio, aunque no estaba seguro de que la serpiente pudiera oírlo—. Debe de ser realmente molesto. La serpiente asintió vigorosamente.
James: Mi hijo...?
"—A propósito, ¿de dónde vienes? —preguntó Harry La serpiente levantó la cola hacia el pequeño cartel que había cerca del vidrio. Harry miró con curiosidad. «Boa Constrictor, Brasil.» —¿Era bonito aquello? La boa constrictor volvió a señalar con la cola y Harry leyó: «Este espécimen fue criado en el zoológico». —Oh, ya veo. ¿Entonces nunca has estado en Brasil?
James: habla Pa-Pa-Parsl-?
Mientras la serpiente negaba con la cabeza, un grito ensordecedor detrás de Harry los hizo saltar. —¡DUDLEY! ¡SEÑOR DURSLEY! ¡VENGAN A VER A LA SERPIENTE! ¡NO VAN A CREER LO QUE ESTÁ HACIENDO! Dudley se acercó contoneándose, lo más rápido que pudo.
Sirius: Dudo que sea rápido.
Quitate de en medio —dijo, golpeando a Harry en las costillas. Cogidoo por sorpresa, Harry cayó al suelo de cemento James: Maldito Idiota! Lo que sucedió a continuación fue tan rápido que nadie supo cómo había pasado: Piers y Dudley estaban inclinados cerca del vidrio, y al instante siguiente saltaron hacia atrás aullando de terror. Harry se incorporó y se quedó boquiabierto: el vidrio que cerraba el cubículo de la boa constrictor había desaparecido
Sirius: Bien hecho, Harry!
La descomunal serpiente se había desenrollado rápidamente y en aquel momento se arrastraba por el suelo. Las personas que estaban en la casa de los reptiles gritaban y corrían hacia las salidas. Mientras la serpiente se deslizaba ante él, Harry habría podido jurar que una voz baja y sibilante decía: —Brasil, allá voy... Gracias, amigo.
James: Pa-Pa-Parsel-Habla Parsel?
Remus: Creo que James está en shock...
Sirius: No hay problema, tengo el remedio...OH POR DIOS, JAMES! LILY ESTÁ DESNUDA!!
James: Que? !?! Dónde?!?!
El encargado de los reptiles se encontraba totalmente conmocionado. —Pero... ¿y el vidrio? —repetía—. ¿Adónde ha ido el vidrio? El director del zoológico en persona preparó una taza de té fuerte y dulce para tía Petunia, mientras se disculpaba una y otra vez. Piers y Dudley no dejaban de quejarse. Por lo que Harry había visto, la serpiente no había hecho más que darles un golpe juguetón en los pies
Sirius:Y por qué no?! Debió comérselos a todos.
Remus: Eso es cruel, Sirius. No lo vuelvas a decir, pobre serpiente.
pero cuando volvieron al asiento trasero del coche de tío Vernon, Dudley les contó que casi lo había mordido en la pierna, mientras Piers juraba que había intentado estrangularlo. Pero lo peor, para Harry al menos, fue cuando Piers se calmó y pudo decir: —Harry le estaba hablando. ¿Verdad , Harry?
Peter: Esto no acabará bien.
Tío Vernon esperó hasta que Piers se hubo marchado, antes de enfrentarse con Harry. Estaba tan enfadado que casi no podía hablar. —Ve... alacena... quédate... no hay comida —pudo decir, antes de desplomarse en una silla. Tía Petunia tuvo que servirle una copa de brandy.
James: MALDITOS INFELICES BASTARDOS!
Mucho más tarde, Harry estaba acostado en su alacena oscura, deseando tener un reloj. No sabía qué hora era y no podía estar seguro de que los Dursley estuvieran dormidos. Hasta que lo estuvieran, no podía arriesgarse a ir a la cocina a buscar algo de comer.
James: Grr.
Había vivido con los Dursley casi diez años, diez años desgraciados, hasta donde podía acordarse, desde que era un niño pequeño y sus padres habían muerto en un accidente de coche. No podía recordar haber estado en el coche cuando sus padres murieron. Algunas veces, cuando forzaba su memoria durante las largas horas en su alacena, tenía una extraña visión, un relámpago cegador de luz verde y un dolor como el de una quemadura en su frente
Sirius: Accidente mi trasero.
Aquello debía de ser el choque, suponía, aunque no podía imaginar de dónde procedía la luz verde. Y no podía recordar nada de sus padres. Sus tíos nunca hablaban de ellos y, por supuesto, tenía prohibido hacer preguntas. Tampoco había fotos de ellos en la casa. Cuando era más pequeño, Harry soñaba una y otra vez que algún pariente desconocido iba a buscarlo para llevárselo, pero eso nunca sucedió: los Dursley eran su única familia
Remus: Dónde estoy?!?
Sirius: O yo?
. Pero a veces pensaba (tal vez era más bien que lo deseaba) que había personas desconocidas que se comportaban como si lo conocieran. Eran desconocidos muy extraños. Un hombrecito con un sombrero violeta lo había saludado, cuando estaba de compras con tía Petunia y Dudley Después de preguntarle con ira si conocía al hombre, tía Petunia se los había llevado de la tienda, sin comprar
Peter: Eso está mal, que falta de educación.
Una mujer anciana con aspecto estrafalario, toda vestida de verde, también lo había saludado alegremente en un autobús. Un hombre calvo, con un abrigo largo, color púrpura, le había estrechado la mano en la calle y se había alejado sin decir una palabra. Lo más raro de toda aquella gente era la forma en que parecían desaparecer en el momento en que Harry trataba de acercarse.
Remus: Aparición, Harry.
En el colegio, Harry no tenía amigos. Todos sabían que el grupo de Dudley odiaba a aquel extraño Harry Potter, con su ropa vieja y holgada y sus gafas rotas, y a nadie le gustaba estar en contra de la banda de Dudley.
James: Maldito infeliz, idiota. Sólo espera y verás.
Remus: Sigo sin entender dónde estamos Canuto y yo. No es posible que yo permita que esto suceda.
Sirius: Lo mismo digo yo!
Peter: Y yo digo que es hora de comer, ya casi es mediodía.
Sirius: Ah, Comida, fabulosa, deliciosa comida.
James: Exacto, y recuerda que unos días habrá un festín! Una fiesta de inusitadas proporciones!
Remus: Que bueno que mañana empiezan las vacaciones, La gente debe preguntarse porque aun no nos hemos vengado de Snape.
Sirius: El idiota de los pelos grasientos? Oh, no desesperen queridos Gryffindors. Tengo un plan brillante.
James: Ten miedo.
Remus: Ten mucho, mucho miedo.
