NOTA IMPORTANTE: Para entender la parte de Britney Spears y la de Queen y cosas en capítulos subsecuentes, deberán asumir como Mackenzie, que bajo la cama de Remus hay un agujero del tiempo, algo así como un portal del que periódicamente aparecen cosas que pueden venir de siglos atrás o del futuro, ellos lo encuentran muy divertido.
Gracias a quienes lo siguen e incluso le escriben a Mackenzie para que la vuelva a poner en inglés. y hablando de ella, permitanme ponerle un mensaje aqu
Darling Mackenzie: I'm truly sorry If I'm such a Lea most of the time, specially with the latest events, is just that I'm falling appart as I was when we met, and I know I can be spooky, or even worse, I just...want things back the way it used to be. here's chapter three. Enjoy it.(even when you don't understand it lol)
Los merodeadores estaban comiendo.
Corrección. Mil disculpas.
Los merodeadores estaban planeando una travesura y comiendo.
Si. Así está mejor.
Como los merodeadores aun no se habían vengado de la humillante y con tan hórridos resultados situación en la los oh inútiles Slytherins los habían puesto, muchos Gryffindors estaban disimuladamente escuchando la conversación que se sostenía frente a unos sandwiches de jamón y jugo de calabaza. Los de primer año eran quienes ponían particular atención, y subrepticiamente guardan los diminutos espejos de mano que usaban como medida preventiva.
"-La idea es que Snape sea tan públicamente humillado como sea posible, ¿Alguna sugerencia?"
"Creí que tu ya tenías un plan, No dijiste eso, Sirius?" Peter se mostraba demasiado escéptico para su conveniencia, o así lo creyó Sirius.
"Si bueno, ... Revisé la logística del plan y resultaba físicamente imposible, ni siquiera con magia, así que lo desech" dijo Sirius, con un suspiro. "Además, estoy seguro que podemos hacer algo mucho mejor."
"Hmmm. Tal vez si...no, no tenemos la plastiina...O podríamos...no, no hay forma de justificar una catapulta...Me rindo, no se me ocurre algo digno de vengar la hazaña de Snape," James pensó en voz alta. Tendía a hacer eso con demasiada frecuencia, y casi siempre que lo hacía espantaba a los ingenuos de primer año con sus ondas cerebrales, temían que fuera contagioso.
"Estás asustando a los de primero de nuevo , James. ("Lo siento , Remus. Aunque no es mi culpa que estén escuchando!") Podríamos atarlo a uno de los postes de Quidditch dejándolo sólo en calzoncillos, aunque eso probablemente me asustaría a mi mas que a el..."
"Nah, eso ya lo hicimos hace dos años. Debemos meterlo en tantos problemas como nos metió el a nosotros. Hmm...¿que posibilidades hay de conseguir una cámara muggle y conseguir fotos de el y Lucius Malfoy en posiciones comprometedoras, para pegarlas en los tableros de anuncios...?"
...
"Sus caras no tuvieron precio!! No puedo creer que cayeran! Oh cielos, quiero una copia de esa foto!, quiero ver sus caras una y otra vez, me hará reir por décadas!"
"Oh por Dios Eso permanecerá en mi memoria por el resto de mi vida, necesito que me echen aire. ahh...gracias, Canuto. ("No hay problema , queridísimo Lunático") Acaban de restaurar mi fe en nuestras capacidades para hacer bromas, fue muy, muy divertido."
"Tranquilícense, camaradas. Hemos comido, bebido, nos hemos divertido, creo que es hora de descubrir que hace nuestro Harry, están de acuerdo, colegas?"
"Oh, por supuesto, señor Cornamenta El señor Lunático concuerda cabalmente y ruega al señor Colagusano que continué la lectura inmediatamente."
"El señor Canuto quisiera hacer constar que el señor Lunático está en lo cierto y merece un abrazo por una respuesta tan oportuna." Lo abraza fuertemente.
"El señor Colagusano, considera un maravilloso proceder y comienza a Leer en este instante."
Capítulo tres:Las cartas de nadie
La fuga de la boa constrictor le acarreó a Harry el castigo más largo de su vida. Cuando le dieron permiso para salir de su alacena ya habían comenzado las vacaciones de verano y Dudley había roto su nueva filmadora, conseguido que su avión con control remoto se estrellara y, en la primera salida que hizo con su bicicleta de carreras, había atropellado a la anciana señora Figg cuando cruzaba Privet Drive con sus muletas.
James: Demonios. Ese niño requiere terapia, Maldito
Harry se alegraba de que el colegio hubiera terminado, pero no había forma de escapar de la banda de Dudley, que visitaba la casa cada día Remus: Que? Acaso no tienen casas donde ir?
Piers, Dennis, Malcolm y Gordon eran todos grandes y estúpidos, pero como Dudley era el más grande y el más estúpido de todos, era el jefe Sirius: Si, claro, tiene lógica, no creen? . Los demás se sentían muy felices de practicar el deporte favorito de Dudley: cazar a Harry
James: Malditos.
Por esa razón, Harry pasaba tanto tiempo como le resultara posible fuera de la casa, dando vueltas por ahí y pensando en el fin de las vacaciones, cuando podría existir un pequeño rayo de esperanza:
Remus: Ah, Hogwarts, Hogwarts. Que horrible sería la vida sin tí.
en septiembre estudiaría secundaria y, por primera vez en su vida, no iría a la misma clase que su primo. . Dudley tenía una plaza en el antiguo colegio de tío Vernon, Smelting. Piers Polkiss también iría allí. Harry en cambio, iría a la escuela secundaria Stonewall, de la zona
James: No, no lo harás jovencito. Ve derechito a esa escuela y diles que no, Irás a Hogwarts y punto final.
Dudley encontraba eso muy divertido. —Allí, en Stonewall, meten las cabezas de la gente en el inodoro el primer día —dijo a Harry—. ¿Quieres venir arriba y ensayar?
James: Maldito
Remus: Jamie, Basta, ya lo sabemos, y es aburrido.
—No, gracias —respondió Harry—. Los pobres inodoros nunca han tenido que soportar nada tan horrible como tu cabeza y pueden marearse. — "
Sirius: Adoro a tu hijo, Jamie. Ya te lo había dicho?
Luego salió corriendo antes de que Dudley pudiera entender lo que le había dicho.
Remus: Chico listo.
Un día del mes de julio, tía Petunia llevó a Dudley a Londres para comprarle su uniforme de Smelting, dejando a Harry en casa de la señora Figg. Aquello no resultó tan terrible como de costumbre. La señora Figg se había fracturado la pierna al tropezar con un gato y ya no parecía tan encariñada con ellos como antes. Dejó que Harry viera la televisión y le dio un pedazo de pastel de chocolate que, por el sabor, parecía que había estado guardado desde hacía años.
Peter: Guacala Que asco!
Aquella tarde, Dudley desfiló por el salón, ante la familia, con su uniforme nuevo. Los muchachos de Smelting llevaban frac rojo oscuro, pantalones de color naranja y sombrero de paja, rígido y plano..
Sirius: Ay! Mis ojos, mis pobres ojitos!! Mis frágiles tiernos y delicados pobres ojitos! Ya nunca verán el rojo como antes!
Remus: Eres demasiado dramático, Canuto, ni siquiera sabes lo que es un frac.
También llevaban bastones con nudos, que utilizaban para pelearse cuando los profesores no los veían. Debían de pensar que aquél era un buen entrenamiento para la vida futura.
James: Bueno, es no es lo que yo diría ser un buen ejemplo.
Mientras miraba a Dudley con sus nuevos pantalones, tío Vernon dijo con voz ronca que aquél era el momento de mayor orgullo de su vida. Tía Petunia estalló en lágrimas y dijo que no podía creer que aquél fuera su pequeño Dudley, tan apuesto y crecido
James: Apuesto? Si claro
Sirius: Pequeño Dudley y crecido en la misma frase es ilógico, babosa,.
Harry no se atrevía a hablar. Creyó que se le iban a romper las costillas del esfuerzo que hacía por no reírse.
Remus: Ese es nuestro chico, siempre buscando el lado amable de cualquier situación.
A la mañana siguiente, cuando Harry fue a tomar el desayuno, un olor horrible inundaba toda la cocina. Parecía proceder de un gran cubo de metal que estaba en el fregadero. Se acercó a mirar. El cubo estaba lleno de lo que parecían trapos sucios flotando en agua gris
Sirius: Asqueroso!
—¿Qué es eso? —preguntó a tía Petunia. La mujer frunció los labios, como hacía siempre que Harry se atrevía a preguntar algo. —Tu nuevo uniforme del colegio —dijo.
James: Es una broma, verdad?
Harry volvió a mirar en el recipiente. —Oh —comentó—. No sabía que tenía que estar mojado. —No seas estúpido —dijo con ira tía Petunia—. Estoy tiñendo de gris algunas cosas viejas de Dudley. Cuando termine, quedará igual que los de los demás.
James: Desde luego.
Harry tenía serias dudas de que fuera así, pero pensó que era mejor no discutir. Se sentó a la mesa y trató de no imaginarse el aspecto que tendría en su primer día de la escuela secundaria Stonewall. Seguramente parecería que llevaba puestos pedazos de piel de un elefante viejo..
James: Mi pobre hijo.
Dudley y tío Vernon entraron, los dos frunciendo la nariz a causa del olor del nuevo uniforme de Harry. Tío Vernon abrió, como siempre, su periódico y Dudley golpeó la mesa con su bastón del colegio, que llevaba a todas partes. Todos oyeron el ruido en el buzón y las cartas que caían sobre el felpudo
. —Trae la correspondencia, Dudley —dijo tío Vernon, detrás de su periódico.
—Que vaya Harry
—Trae las cartas, Harry.
—Que lo haga Dudley.
Sirius: Linda respuesta, muy original.
Pégale con tu bastón, Dudley."
James: Malditos!!!
Harry esquivó el golpe y fue a buscar la correspondencia. Había tres cartas en el felpudo: una postal de Marge, la hermana de tío Vernon, que estaba de vacaciones en la isla de Wight;
Peter: La qué de quien?
Remus: Según mi atlas... es una isla al sur de Gran Bretaña. Tiene un gran pasado histórico.
un sobre color marrón, que parecía una factura, y una carta para Harry. Harry la recogió y la miró fijamente, con el corazón vibrando como una gigantesca banda elástica
Sirius: ¿Saben que? Eso sonó raro.
Nadie, nunca, en toda su vida, le había escrito a él. ¿Quién podía ser? No tenía amigos ni otros parientes. Ni siquiera era socio de la biblioteca, así que nunca había recibido notas que le reclamaran la devolución de libros. Sin embargo, allí estaba, una carta dirigida a él de una manera tan clara que no había equivocación posible.
Señor H. Potter
Alacena Debajo de la Escalera
Privet Drive, 4
Little Whinging
Surrey
James: Malditos! Infelices! UN Potter en una alacena! EL COLMO!
El sobre era grueso y pesado, hecho de pergamino amarillento, y la dirección estaba escrita con tinta verde esmeralda. No tenía sello. Con las manos temblorosas, Harry le dio la vuelta al sobre y vio un sello de lacre púrpura con un escudo de armas: un león, un águila, un tejón y una serpiente, que rodeaban una gran letra H.
Sirius: Hogwarts, Hogwarts, Hogwarts enséñanos algo por favor!
—¡Date prisa, chico! —exclamó tío Vernon desde la cocina—. ¿Qué estás haciendo, comprobando si hay cartas-bomba? —Se rió de su propio chiste
Remus: Yo creo que necesita tomar el curso básico de chistes patentado de Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta.
Sirius: De que demonios hablas?! Nosotros no aceptaríamos a nadie que no tenga previo sentido del humor, hay límites!
Harry volvió a la cocina, todavía contemplando su carta. Entregó a tío Vernon la postal y la factura, se sentó y lentamente comenzó a abrir el sobre amarillo.
Peter: Y por qué no la abrió en el pasillo?!
Tío Vernon rompió el sobre de la factura, resopló disgustado y echó una mirada a la postal. —Marge está enferma —informó a tía Petunia—. Al parecer comió algo en mal estado
Remus: Guacala! Que asco! ¿Como lo pone por escrito?
—¡Papá! —dijo de pronto Dudley—. ¡Papá, Harry ha recibido algo! Harry estaba a punto de desdoblar su carta, que estaba escrita en el mismo pergamino que el sobre, cuando tío Vernon se la arrancó de la mano "
James: MALDITO!
—¡Es mía! —dijo Harry; tratando de recuperarla. —¿Quién te va a escribir a ti? —dijo con tono despectivo tío Vernon, abriendo la carta con una mano y echándole una mirada. Su rostro pasó del rojo al verde con la misma velocidad que las luces del semáforo. Y no se detuvo ahí. En segundos adquirió el blanco grisáceo de un plato de avena cocida reseca
Sirius: Creen que si un maestro nos ve haciendo ese truquito del camaleón nos deje salir de clase? Deberíamos hacer algo así, seríamos millonarios, se los juro, millonarios!
—¡Pe... Pe... Petunia! —bufó.
Sirius: Eso funciona en otro contexto completamente distinto, pero es demasiado repulsivo para contemplar...ay, ya tengo la imagen en mi mente, maldición!
Remus: Tienes una mente muy cochambrosa, Canuto! Diablos, acabas de dañar mi ojo interior por el resto de mi vida, a la profesora de adivinación no le va a gustar, je je.
Dudley trató de coger la carta para leerla, pero tío Vernon la mantenía muy alta, fuera de su alcance. Tía Petunia la cogió con curiosidad y leyó la primera línea. Durante un momento pareció que iba a desmayarse. Se apretó la garganta y dejó escapar un gemido
. James: Se está muriendo? Genial!
"—¡Vernon! ¡Oh, Dios mío... Vernon!
Sirius: Con una mente cochambrosa como la mía, eso también puede interpretarse de una forma totalmente distinta .
Se miraron como si hubieran olvidado que Harry y Dudley todavía estaban allí. Dudley no estaba acostumbrado a que no le hicieran caso. Golpeó a su padre en la cabeza con el bastón de Smelting.
Peter: Mocoso mimado!
—Quiero leer esa carta —dijo a gritos. —Yo soy quien quiere leerla —dijo Harry con rabia—. Es mía. —Fuera de aquí, los dos —graznó tío Vernon, metiendo la carta en el sobre. Harry no se movió.
Remus: buena jugada si me piden mi opinión!
—¡QUIERO MI CARTA! —gritó. —¡Déjame verla! —exigió Dudley —¡FUERA! —gritó tío Vernon y, cogiendo a Harry y a Dudley por el cogote, los arrojó al recibidor y cerró la puerta de la cocina. Harry y Dudley iniciaron una lucha, furiosa pero callada, para ver quién espiaba por el ojo de la cerradura. Ganó Dudley, así que Harry, con las gafas colgando de una oreja, se tiró al suelo para escuchar por la rendija que había entre la puerta y el suelo.
James: MALD-
Peter: Ya sabemos, aburre, busca otro insulto.
James: Pues yo nunca...demonios.
—Vernon —decía tía Petunia, con voz temblorosa—, mira el sobre. ¿Cómo es posible que sepan dónde duerme él? No estarán vigilando la casa, ¿verdad?
Sirius: Oh, Ellos siempre vigilan. Te observan mientras duermes. The observan cuando estás durmiendo. Te observan cuando te portas bien, cuando the portas mal, cuando estás teniendo sexo caliente y sudoroso .Oh si, ellos lo saben todo.
"—Vigilando, espiando... Hasta pueden estar siguiéndonos —murmuró tío Vernon, agitado. —Pero ¿qué podemos hacer, Vernon? ¿Les contestamos? Les decimos que no queremos... Harry pudo ver los zapatos negros brillantes de tío Vernon yendo y viniendo por la cocina. —No —dijo finalmente—. No, no les haremos caso. Si no reciben una respuesta... Sí, eso es lo mejor... No haremos nada...
Remus: Eso no servirá amiguitos. Ellos son como el conejito energizer.
"—Pero...
Sirius: Pero yo creí que la vieja tía se había ahogado en las profundidades del océano.
James: Bueno, cariño, yo fui hasta allá y la traje de vuelta para tí.
Sirius: Awww, no debiste! Oops, I did it again to your heart. Got lost- (NdT no lo traduje para que ubiquen la referencia a Britney Spears)
Remus: Cállate, Cállate, Cállate.
—¡No pienso tener a uno de ellos en la casa, Petunia! ¿No lo juramos cuando recibimos y destruimos aquella peligrosa tontería? Aquella noche, cuando regresó del trabajo, tío Vernon hizo algo que no había hecho nunca: visitó a Harry en su alacena. —¿Dónde está mi carta? —dijo Harry, en el momento en que tío Vernon pasaba con dificultad por la puerta—. ¿Quién me escribió?
Peter: Bueno, el niño tiene sus prioridades en orden, lo admito.
"—Nadie. Estaba dirigida a ti por error —dijo tío Vernon con tono cortante—. La quemé.
James: M-
Peter: Dilo y te mueres.
—No era un error —dijo Harry enfadado—. Estaba mi alacena en el sobre. —¡SILENCIO! —gritó el tío Vernon, y unas arañas cayeron del techo. Respiró profundamente y luego sonrió, esforzándose tanto por hacerlo que parecía sentir dolor
Remus: Espero que así sea. Lo diré por ti, James. Malditos.
—Ah, sí, Harry, en lo que se refiere a la alacena... Tu tía y yo estuvimos pensando... Realmente ya eres muy mayor para esto... Pensamos que estaría bien que te mudes al segundo dormitorio de Dudley —¿Por qué? —dijo Harry
Sirius: Porque sí, querido niño, porque si.
"La casa de los Dursley tenía cuatro dormitorios: uno para tío Vernon y tía Petunia, otro para las visitas (habitualmente Marge, la hermana de Vernon), en el tercero dormía Dudley y en el último guardaba todos los juguetes y cosas que no cabían en aquél. En un solo viaje Harry trasladó todo lo que le pertenecía, desde la alacena a su nuevo dormitorio.
Peter:No pienses que no lo haré James, No soy tan inocente.(NdT de nuevo Britney "I'm not that innocent)
Remus: Les juro que si los tres insisten en hacer referencias subliminales de esa... piruja muggle, me llevaré todos y cada uno de los discos de Queen, que saqué del portal del tiempo que hay bajo mi cama!
Sirius: No lo harías!
Remus: ¿Quieres ver?.
. Se sentó en la cama y miró alrededor. Allí casi todo estaba roto. La filmadora estaba sobre un carro de combate que una vez Dudley hizo andar sobre el perro del vecino
Sirius: Oh Por Dios! Eso...Eso rebasa y por mucho los límites de todo lo que había hecho antes! Están MUERTOS! ¡MUERTOS , lo juro, crueldad para los animales!
, y en un rincón estaba el primer televisor de Dudley, al que dio una patada cuando dejaron de emitir su programa favorito. También había una gran jaula que alguna vez tuvo dentro un loro, pero Dudley lo cambió en el colegio por un rifle de aire comprimido, que en aquel momento estaba en un estante con la punta torcida, porque Dudley se había sentado encima. El resto de las estanterías estaban llenas de libros. Era lo único que parecía que nunca había sido tocado
James: Mocoso mimado.
Remus: No me sorprende que los libros estén intactos. Imaginen lo que harían los Dursley si el pequeño tesorito Dudley empieza a leer y después a pensar!
Sirius: Oh! Sútil pero certero! rudo, Remy, rudo! Me gusta.
Desde abajo llegaba el sonido de los gritos de Dudley a su madre. —No quiero que esté allí... Necesito esa habitación... Échalo...
Sirius: Mocoso mimado.
Harry suspiró y se estiró en la cama. El día anterior habría dado cualquier cosa por estar en aquella habitación. Pero en aquel momento prefería volver a su alacena con la carta a estar allí sin ella. A la mañana siguiente, durante el desayuno, todos estaban muy callados. Dudley se hallaba en estado de conmoción. Había gritado, había pegado a su padre con el bastón de Smelting, se había puesto malo a propósito, le había dado una patada a su madre, arrojado la tortuga por el techo del invernadero, y seguía sin conseguir que le devolvieran su habitación
Peter: Si yo intentara hacer la mitad de esas cosas, estaría castigado por lo menos un mes.
Harry estaba pensando en el día anterior, y con amargura pensó que ojalá hubiera abierto la carta en el vestíbulo. Tío Vernon y tía Petunia se miraban misteriosamente. Cuando llegó el correo, tío Vernon, que parecía hacer esfuerzos por ser amable con Harry, hizo que fuera Dudley. Lo oyeron golpear cosas con su bastón en su camino hasta la puerta. Entonces gritó. —¡Hay otra más! Señor H. Potter, El Dormitorio Más Pequeño, Privet Drive, 4... Con un grito ahogado, tío Vernon se levantó de su asiente y corrió hacia el vestíbulo, con Harry siguiéndolo. Allí tuvo que forcejear con su hijo para quitarle la carta, lo que le resultaba difícil porque Harry le tiraba del cuello
Sirius: Harry! Harry! Harry! Harry!
Después de un minuto de confusa lucha, en la que todos recibieron golpes del bastón, tío Vernon se enderezó con la carta de Harry arrugada en su mano, jadeando para recuperar la respiración. —Vete a tu alacena, quiero decir a tu dormitorio —dijo a Harry sin dejar de jadear—. Y Dudley.. Vete... Vete de aquí.
James: Grr. ¿Saben que? No se gruñir bien, Sirius, me harías el honor?
Sirius: Con gusto. RWOWR.
James: Muchas gracias.
Harry paseó en círculos por su nueva habitación. Alguien sabía que se había ido de su alacena y también parecía saber que no había recibido su primera carta. ¿Eso significaría que lo intentarían de nuevo? Pues la próxima vez se aseguraría de que no fallaran. Tenía un plan.
Sirius: Awww! Su primer plan! Me estoy emocionando mucho! Sniff.
El reloj despertador arreglado sonó a las seis de la mañana siguiente. Harry lo apagó rápidamente y se vistió en silencio: no debía despertar a los Dursley. Se deslizó por la escalera sin encender ninguna luz. Esperaría al cartero en la esquina de Privet Drive y recogería las cartas para el número 4 antes de que su tío pudiera encontrarlas. El corazón le latía aceleradamente mientras atravesaba el recibidor oscuro hacia la puerta. —¡AAAUUUGGG!
Remus: Ay!, Pete! Tenías que leer eso tan fuerte?!
Harry saltó en el aire. Había tropezado con algo grande y fofo que estaba en el felpudo... ¡Algo vivo!
Sirius: Cruela de Ville?
Remus: El pequeño Dudley?
James: Canuto?
..Las luces se encendieron y, horrorizado, Harry se dio cuenta de que aquella cosa fofa y grande era la cara de su tío
Sirius: je je!
. Tío Vernon estaba acostado en la puerta, en un saco de dormir, evidentemente para asegurarse de que Harry no hiciera exactamente lo que intentaba hacer. Gritó a Harry durante media hora y luego le dijo que preparara una taza de té. Harry se marchó arrastrando los pies y, cuando regresó de la cocina, el correo había llegado directamente al regazo de tío Vernon. Harry pudo ver tres cartas escritas en tinta verde. —Quiero... —comenzó, pero tío Vernon estaba rompiendo las cartas en pedacitos ante sus ojos
. James: MAL- Oh. Lo siento... Bastardo!
Peter: Mucho mejor.
Aquel día, tío Vernon no fue a trabajar. Se quedó en casa y tapió el buzón
Sirius: Hay tanto de que burlarse en eso, que mejor no.
—¿Te das cuenta? —aexplicó a tía Petunia, con la boca llena de clavos—. Si no pueden entregarlas, tendrán que dejar de hacerlo. —No estoy segura de que esto resulte, Vernon. —Oh, la mente de esa gente funciona de manera extraña, Petunia, ellos no son como tú y yo —dijo tío Vernon, tratando de dar golpes a un clavo con el pedazo de pastel de fruta que tía Petunia le acababa de llevar.
Remus: No, porque todo parece indicar que ustedes se escaparon de la casa de la risa de algún lado. ¿ pastel de fruta? ¿Cómo se les ocurre?.
El viernes, no menos de doce cartas llegaron para Harry. Como no las podían echar en el buzón, las habían pasado por debajo de la puerta, por entre las rendijas, y unas pocas por la ventanita del cuarto de baño de abajo. Tío Vernon se quedó en casa otra vez. Después de quemar todas las cartas, salió con el martillo y los clavos para asegurar la puerta de atrás y la de delante, para que nadie pudiera salir
James: No podia usar el martillo primero? No tenia que comer pastel de fruta? Que le pasa?
Mientras trabajaba, tarareaba De puntillas entre los tulipanes y se sobresaltaba con cualquier ruido.
Peter: ¡Que paranoia!
El sábado, las cosas comenzaron a descontrolarse. Veinticuatro cartas para Harry entraron en la casa, escondidas entre dos docenas de huevos, que un muy desconcertado lechero entregó a tía Petunia, a través de la ventana de la sala
Sirius: Eso es una travesura esperando ser realizada. Imagínense: Huevos que mágicamente persiguen a Snape por toda la escuela, se rompen en su cabeza y salen pergaminos que dicen...esperen a oírlo....esperen a oírlo "El larguirucho Quejicus apesta ¿que dicen?
Remus: No hay palabras para expresar cuanto me perturbas
.James: Si, básicamente eso.
Peter: sip.
Mientras tío Vernon llamaba a la oficina de correos y a la lechería, tratando de encontrar a alguien para quejarse, tía Petunia trituraba las cartas en la picadora. —¿Se puede saber quién tiene tanto interés en comunicarse contigo? —preguntaba Dudley a Harry, con asombro. La mañana del domingo, tío Vernon estaba sentado ante la mesa del desayuno, con aspecto de cansado y casi enfermo, pero feliz. —No hay correo los domingos —les recordó alegremente, mientras ponía mermelada en su periódico—. Hoy no llegarán las malditas cartas..
. James: Lo primero que debes aprender, Daniel-San es a pensar antes de hablar.
Algo llegó zumbando por la chimenea de la cocina mientras él hablaba y le golpeó con fuerza en la nuca. Al momento siguiente, treinta o cuarenta cartas cayeron de la chimenea como balas. Los Dursley se agacharon, pero Harry saltó en el aire, tratando de atrapar una. —¡Fuera! ¡FUERA! Tío Vernon cogió a Harry por la cintura y lo arrojó al recibidor. Cuando tía Petunia y Dudley salieron corriendo, cubriéndose la cara con las manos, tío Vernon cerró la puerta con fuerza. Podían oír el ruido de las cartas, que seguían cayendo en la habitación, golpeando contra las paredes y el suelo.
Sirius: Las cartas golpean?
—Ya está —dijo tío Vernon, tratando de hablar con calma, pero arrancándose, al mismo tiempo, parte del bigote—. Quiero que estéis aquí dentro de cinco minutos, listos para irnos. Nos vamos. Coged alguna ropa. ¡Sin discutir! Parecía tan peligroso, con la mitad de su bigote arrancado que nadie se atrevió a contradecirlo "
James: Peligroso con medio bigote? Imposible!
Diez minutos después se habían abierto camino a través de las puertas tapiadas y estaban en el coche, avanzando velozmente hacia la autopista. Dudley lloriqueaba en el asiento trasero, pues su padre le había pegado en la cabeza cuando lo pilló tratando de guardar el televisor, el vídeo y el ordenador en la bolsa.
Remus: Gracias al cielo, ya era hora, se lo había ganado hace mucho.
Condujeron. Y siguieron avanzando. Ni siquiera tía Petunia se atrevía a preguntarle adónde iban. De vez en cuando, tío Vernon daba la vuelta y conducía un rato en sentido contrario. —Quitárnoslos de encima... perderlos de vista... —murmuraba cada vez que lo hacía.
Sirius: Pueden decir loco? Yo sí loco fenómeno Dursley.
No se detuvieron en todo el día para comer o beber. Al llegar la noche Dudley aullaba. Nunca había pasado un día tan malo en su vida. Tenía hambre, se había perdido cinco programas de televisión que quería ver y nunca había pasado tanto tiempo sin hacer estallar un monstruo en su juego de ordenador
James: Pobre, pobrecito bebé! ¿qué están pensando?!
Tío Vernon se detuvo finalmente ante un hotel de aspecto lúgubre, en las afueras de una gran ciudad. Dudley y Harry compartieron una habitación con camas gemelas y sábanas húmedas y gastadas. Dudley roncaba, pero Harry permaneció despierto, sentado en el borde de la ventana, contemplando las luces de los coches que pasaban y deseando saber
Sirius: Dónde esta la comida?!
Al día siguiente, comieron para el desayuno hojuelas de maíz, tostadas y tomates de lata. Estaban a punto de terminar, cuando la dueña del hotel se acercó a la mesa..
Remus: Permitanme hacer una pausa para decir: Guacala, es realmente asqueroso.
—Perdonen, ¿alguno de ustedes es el señor H. Potter? Tengo como cien de éstas en el mostrador de entrada. Extendió una carta para que pudieran leer la dirección en tinta verde:
Señor H. Potter
Habitación 17
Hotel Railview
Cokeworth
Harry fue a coger la carta, pero tío Vernon le pegó en la mano. La mujer los miró asombrada. .
James: Y debería verlos solos, Abusa del menor.
—Yo las recogeré —dijo tío Vernon, poniéndose de pie rápidamente y siguiéndola.
—¿No sería mejor volver a casa, querido? —sugirió tía Petunia tímidamente, unas horas más tarde, pero tío Vernon no pareció oírla. Qué era lo que buscaba exactamente, nadie lo sabía. Los llevó al centro del bosque, salió, miró alrededor, negó con la cabeza, volvió al coche y otra vez lo puso en marcha. Lo mismo sucedió en medio de un campo arado, en mitad de un puente colgante y en la parte más alta de un aparcamiento de coches.
Remus: Wow. Y yo que creí que Sirius era necio
Sirius: Eres realmente ocurrente, Remy.
—Papá se ha vuelto loco, ¿verdad? —preguntó Dudley a tía Petunia aquella tarde. Tío Vernon había aparcado en la costa, los había encerrado y había desaparecido..
James: Deberíamos denunciarlo con la policía. Un demente padre/tío/esposo puede considerarse abusador.
Comenzó a llover. Gruesas gotas golpeaban el techo del coche. Dudley gimoteaba. —Es lunes —dijo a su madre—. Mi programa favorito es esta noche. Quiero ir a algún lugar donde haya un televisor. Lunes. Eso hizo que Harry se acordara de algo. Si era lunes (y habitualmente se podía confiar en que Dudley supiera el día de la semana, por los programas de la televisión), entonces, al día siguiente, martes, era el cumpleaños número once de Harry. .
James: Feliz cumpleaños, Harry! Mi hijo crece tan rápido! Snif.
Remus: Oye, Pete? ¿puedes pasarle un pañuelo? Está moqueando.
Claro que sus cumpleaños nunca habían sido exactamente divertidos: el año anterior, por ejemplo, los Dursley le regalaron una percha y un par de calcetines viejos de tío Vernon. .
Sirius: Permitanme que sea yo quien lo diga: IMBECILES. Todos ellos
Sin embargo, no se cumplían once años todos los días. Tío Vernon regresó sonriente. Llevaba un paquete largo y delgado y no contestó a tía Petunia cuando le preguntó qué había comprado. —¡He encontrado el lugar perfecto! —dijo—. ¡Vamos! ¡Todos fuera! Hacia mucho frío cuando bajaron del coche. Tío Vernon señalaba lo que parecía una gran roca en el mar. Y, encima de ella, se veía la más miserable choza que uno se pudiera imaginar. Una cosa era segura, allí no había televisión. —¡Han anunciado tormenta para esta noche! —anunció alegremente tío Vernon, aplaudiendo—. ¡Y este caballero aceptó gentilmente alquilarnos su bote! Un viejo desdentado se acercó a ellos, señalando un viejo bote que se balanceaba en el agua grisácea
Peter: Este hombre tiene tantos problemas que ni siquiera sabes por cual empezar ¿Se mete al ojo del huracán y encima sonríe?
"—Ya he conseguido algo de comida —dijo tío Vernon—. ¡Así que todos a bordo! En el bote hacía un frío terrible. El mar congelado los salpicaba, la lluvia les golpeaba la cabeza y un viento gélido les azotaba el rostro. Después de lo que pareció una eternidad, llegaron al peñasco, donde tío Vernon los condujo hasta la desvencijada casa. El interior era horrible: había un fuerte olor a algas, el viento se colaba por las rendijas de las paredes de madera y la chimenea estaba vacía y húmeda. Sólo había dos habitaciones. La comida de tío Vernon resultó ser cuatro plátanos y un paquete de patatas fritas para cada uno
Remus: Esas son raciones? Eso no le duraría a Canuto mas de una hora!
Trató de encender el fuego con las bolsas vacías, pero sólo salió humo. .
Peter: Muggles. Figurate.
—Ahora podríamos utilizar una de esas cartas, ¿no? —dijo alegremente. Estaba de muy buen humor. Era evidente que creía que nadie se iba a atrever a buscarlos allí, con una tormenta a punto de estallar. En privado, Harry estaba de acuerdo, aunque el pensamiento no lo alegraba.
James: Awww, despreocupate, hijo. Estoy seguro de que las lechuzas han volado en peores condiciones.
Al caer la noche, la tormenta prometida estalló sobre ellos. La espuma de las altas olas chocaba contra las paredes de la cabaña y el feroz viento golpeaba contra los vidrios de las ventanas. Tía Petunia encontró unas pocas mantas en la otra habitación y preparó una cama para Dudley en el sofá. Ella y tío Vernon se acostaron en una cama cerca de la puerta, y Harry tuvo que contentarse con un trozo de suelo y taparse con la manta más delgada..
James: M-Oh. Imbeciles! INFELICES!
La tormenta aumentó su ferocidad durante la noche. Harry no podía dormir. Se estremecía y daba vueltas, tratando de ponerse cómodo, con el estómago rugiendo de hambre. Los ronquidos de Dudley quedaron amortiguados por los truenos que estallaron cerca de la medianoche. El reloj luminoso de Dudley, colgando de su gorda muñeca, informó a Harry de que tendría once años en diez minutos. Esperaba acostado a que llegara la hora de su cumpleaños, pensando si los Dursley se acordarían y preguntándose dónde estaría en aquel momento el escritor de cartas.
Sirius: Posiblemente en camino?
Cinco minutos. Harry oyó algo que crujía afuera. Esperó que no fuera a caerse el techo, aunque tal vez hiciera más calor si eso ocurría. Cuatro minutos. Tal vez la casa de Privet Drive estaría tan llena de cartas, cuando regresaran, que podría robar una..
James: Ahh, ese es mi pequeño Cornamenta junior.
Tres minutos para la hora. ¿Por qué el mar chocaría con tanta fuerza contra las rocas? Y (faltaban dos minutos) ¿qué era aquel ruido tan raro? ¿Las rocas se estaban desplomando en el mar? Un minuto y tendría once años. Treinta segundos... veinte... diez... nueve... tal vez despertara a Dudley, sólo para molestarlo... tres... dos... uno... BUM
Remus: Jesus, Peter! ¿Serías tan amable de no hacer efectos de sonido? Mis pobrecitos oídos!
Toda la cabaña se estremeció y Harry se enderezó, mirando fijamente a la puerta. Alguien estaba fuera, llamando
James: Si hace tanto escándalo, apuesto que se trata de nuestro unico guardabosque.
Sirius: Imaginen a Hagrid y su sombrilla rosa del mal encarando a la morsa que es el tal Dursley. 'Muere, muere maldito!' Toma esto! Y esto! Y esto también!
Remus: ...A veces me estremeces, Canuto, eres escalofriante, brillante, es cierto, pero definitivamente escalofriante...
