Reto: Snape tiene que darle un beso a Harry en el cuello enmedio de la clase de Pociones.

Spoilers: HP 1-4. No hay desacuerdo con el 5.

Rating: P-13 por pensamientos impuros. Slash-yaoi.

Reto de: LaLi. ¿Quién sino me iba a salir con algo así?

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Hay cosas que uno NO tiene que hacer bajo ninguna circumstancia.

Cosas como convertirse al mortifaguismo, volverse espía sin ser 007, dejar de sonreír durante veinte años y tener fantasías sexuales con un alumno.

Él las había hecho todas.

En ese preciso momento estaba repitiendo la última por enésima vez.

Pero todo era culpa de Potter.

Potter, Potter, Potter, siempre Potter.

James fue el primero, claro, y pese a que solía reírse de él por eso... y que él estaba colgado por Evans... nunca pudo olvidarlo del todo.

Y Harry Potter, el niño que vivió, era más de lo mismo.

Más del pelo revuelto que le gustaría agarrar, más de la boquita pequeña que le gustaría morder, más de ése cuello largo. Oh, el cuello.

Se estaba emocionando sólo de pensarlo.

Le echó una mirada medio apreciativa medio asesina. ¿Y porqué tenía que ser tan patata en pociones, el muy idiota? ¿Por qué su poción era más líquida de la cuenta?

Si tenía que volver a castigarlo y estar a solas con él no podría resistir mucho tiempo. Quizás cadenas y nata líquida. Oh, sí, seguro que a Potter le gustaría eso. Porque, no era exactamente más de lo mismo que su padre...

Aunque soliera pedir más.

No... usar nata líquida y esposas en alumnos era otra de las cosas que Snape no debería hacer.

Se acercó a largos pasos, casi deslizándose, mentalmente elogiando al idiota por mantener la mirada fija en su caldero. Pero se estaba sonrojando, el muy inútil.

Se inclinó sobre el pupitre, lanzando una mirada que provocó que Weasley mantuviera la mirada fija en el caldero.

-Su poción, Potter, necesita más belladonna. Quince puntos serán retirados de la cuenta Gryffindor- dijo suavemente, lo suficientemente fuerte como para que Weasley lo oyera desde la otra punta de la mesa y le echara una mirada a la sabelotodo. En esa décima de segundo, Snape rozó con sus labios la zona del cuello blanco de Potter entre la oreja y el pelo azabache.

Harry sintió un escalofrío, sus ojos recorriendo la clase frente a él. Todo el mundo estaba pendiente de sus pociones. ¿Cómo leches lo hacía Snape para encontrar siempre el momento perfecto?

-¿No me hace caso, Potter? Quédese después de clase y se lo explicaré mejor- dijo la voz sedosa del profesor. Harry tragó saliva y comprobó que quedaban veinte minutos. Se le harían eternos.

-Joder con Snape- le susurró Ron, a su lado.

-Sí. Joder.