JUNTOS PASE LO QUE PASE

Capítulo 8:  Tenemos que ducharnos…¿Juntos?.

Una vez que se fue Harry, Ron y Hermione se encaminaron a los Servicios.

En su interior, el pelirrojo se sentía avergonzado. No sabía como iban a hacer para poder ducharse o ir al servicio con intimidad sin que el otro estuviese presente. Ambos sabían que eso era imposible. No podían separarse, con lo que si uno quería ir a los lavabos o a cualquier otro sitio… el otro siempre le tenia que acompañar. Pero al mismo tiempo; no podía evitar la emoción.

Quería a Hermione con todas sus fuerzas. Estaba enamorado de ella, y aunque no pudiese tenerla en sus brazos, por lo menos, mientras durase el hechizo que los unía, sabía que ella estaría siempre a su lado. No podía evitar que le gustase la idea de que se tuvieran que duchar juntos. Al fin y al cabo, era un adolescente con las hormonas alteradas, aunque su conciencia intentase ignorarlo.

"Herm  ¿Cómo vamos a hacer… ya sabes… para ducharnos? Dijo el pelirrojo un tanto vergonzoso.

"¡Me llamo Hermione!.  Muy fácil metiéndonos en la ducha  y duchándonos…." Respondió secamente la chica.

"Eso ya lo sé, no soy idiota. Pero que quieres decir que nos vamos a duchar los dos… ¿Juntos?

"¡NO SEAS TONTO! Tú en una y yo en la de al lado, y luego cada uno, se viste dentro de la ducha para que no nos veamos el uno al otro…" respondió Hermione colorada.

"¿Pero podemos ducharnos en duchas separadas? Me refiero a que bueno… hay un muro." Preguntó el pelirrojo un tanto sorprendido.

 "Sí, el hechizo que nos une se llama Unitarum per Sempre.  Es como una especie de cuerda invisible que está atada a la cintura de aquellos que la sufren. Pero esta puede atravesar las cosas, muebles, muros… con tal de que no nos separemos a más de 2 metros. Incluso podemos estar en habitaciones distintas."

 "¡¿En serio?! Entonces todo va a ser más fácil…" Dijo  un poco desilusionado.

"No es tan  fácil. Dos metros es una distancia muy corta. Pero lo que indudablemente debe ser difícil es el contrahechizo. Todavía no lo he encontrado. Lo estuve buscando ayer en Hechizos y Maldiciones y sus Consecuencias, antes de que montases el espectáculo con la carta de Víktor"

"¡¡YO NO MONTÉ NINGÚN ESPECTÁCULO!! Además, no sé porque ese idiota te tiene que escribir cartas.  No entiendo porque le siguas la corriente."

 "Me voy a duchar" dijo una cortante Hermione. Lo que menos le apetecía en aquel Ron se volviese irascible.

El chico se quedó paralizado mirando como la chica se introducía en la ducha, cerraba la cortina y  colocaba la ropa que llevaba puesta sobre esta.

No pudo evitar que sus hormonas se revolucionasen más. Sus piernas temblaban, comenzó a sudar y la  su respiración se agitó tanto que parecía que el corazón se le iba a salir del pecho. Tan sólo una cortina estaba entre él y el cuerpo desnudo de Hermione. Sólo el pensarlo hacia que se volviese loco. Casi no podía respirar, y se quedó ahí parado, inmóvil, observando  la cortina verde que los separaba, quieto como una estatua. Al mismo tiempo  el viento comenzó a azotar fuertemente sobre las ventanas.

Cuando Hermione salió de la ducha,  tan sólo abrigada con una pequeña toalla blanca se quedó de piedra al ver a un petrificado Ron, totalmente colorado mirándola de arriba abajo con los ojos desorbitados.

Para él era lo más bonito que sus ojos habían visto jamás. Estaba realmente sexy, con el pelo mojado cayendo sobre su espalda, y esa diminuta toalla envolviendo su cuerpo.

La chica se ruborizó también, le ponía nerviosa la forma en la que Ron la miraba, pero al mismo tiempo estaba halagaba.  Ella había salido de aquella forma de la ducha debido a que se dio cuenta de que se había dejado la ropa arriba, y por lo que veía a Ron le había pasado lo mismo;  sólo llevaba en el brazo el champú y una toalla.

"¿No deberías de ducharte tú también?" Dijo la chica lo más secamente que pudo, al que en las circunstancias en las que se encontraban. Pero sólo consiguió avergonzase más de lo que estaba ya que al hablar la voz le tembló y mostró una inseguridad, que ante Ron que nunca había demostrado. Siempre en su presencia intentaba parecer lo más segura de sí misma que podía. Siempre había sido así,  no sabía por qué, pero desde que lo conoció aquel día en el tren en su primer trayecto a Hogwarts, siempre tubo la necesidad de demostrarle que era alguien importante, alguien que no debería de pasar desapercibida.

Ron no respondió nada, sin pensarlo se introdujo en la otra ducha y cerró la cortina tras él. Ahora  a la que se le aceleró la respiración fue a Hermione. Su corazón le latía tan fuerte que le daba miedo que Ron lo escuchase. Era un sentimiento muy extraño que jamás había experimentado. Se sentía nerviosa, ruborizada, pero extrañamente alegre y expectante a la vez. Y este sentimiento se multiplico por cien cuando vio a Ron salir de la ducha, mojado con una toalla enroscada en su cintura, con la parte superior del cuerpo totalmente al descubierto.  

A Hermione no le gustaba el Quidditch ni lo que este conllevaba, pero a pesar de ello iba a cada partido para animar a sus mejores amigos. Pero ahora  no podía más que agradecer, esos intensos entrenamientos a los que se sometía Ron para poder conseguir ser el mejor guardián que Hogwarts había visto en toda su historia. Habían desarrollado y musculado todo su cuerpo. Aquel niño extremadamente delgado y muy alto se había convertido en un chico alto y fuerte. Quizás, el más fuerte de Gryffindor. Aunque, por lo que estaban viendo sus ojos, no dudaba que fuese el más fuerte del todo el colegio. Dudaba que muchos chicos de 17 años tuviesen el cuerpo que tenía él.

Ambos se quedaron mirándose impresionados. Estaban a tan sólo un metro de distancia. Pero no incómodos, tal y como la situación lo requería. Ella en aquel momento no podía evitar no sentirse enfadada con el pelirrojo. No sabía por qué, pero sentía la necesidad de estar entre sus brazos. Le daba la impresión que la inseguridad que le había invadido se aliviaría si él la rodeaba con sus brazos.

Pero  Ron en aquel instante necesitaba más que un simple  abrazo de la chica de sus sueños. Quería besarla. Su instinto y corazón se lo pedían, pero su mente rechazaba la idea. Pero cuanto más pasaban los segundos. Los primeros empezaron a ganar la batalla y comenzó a acercarse poco a poco ella.

No sabía lo que hacía, su mente le decía que era una equivocación, pero no le importaba. Su cuerpo le abrasaba por dentro, estaba a la vez, en el cielo y en el infierno. Su sangre le quemaba de tal manera que le daba la impresión que su  pelo, anteriormente mojado por la ducha, se secaba. Y mientras se acercaba a ella, muy lentamente, el calor aumentó y su conciencia se quedó muda. Ya no la oía, sólo su corazón, que era su dueño, era él quien dirigía a su cuerpo.

 Si pudiese pensar en aquel instante se sentiría muy avergonzado, pensaría  que lo que estaba haciendo era una locura, pero él ya no podía pensar.

Tan sólo estaba a cincuenta centímetros de su boca, a veinte, a diez… La fuerza del viento aumentó de tal forma que rompió una de las ventanas, pero él ni se percató, en ese instante comenzó a cerrar los ojos. Estaba a tan sólo cinco centímetros de la boca de la chica, puso su mano sobre su hombro desnudo, cinco milímetros, su sangre quemaba más y más, tres milímetros, dos, uno…

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Harry estaba desayunando en el gran comedor preguntándose dónde podían encontrarse sus dos mejores amigos. Ya hacía una hora que había salido de su casa, y quedaban apenas cinco minutos para que comenzaran las clases.

Tampoco dejaba de pensar en la conversación que tuvo el día anterior con Ron. Entendía que Hermione estuviese enfadada con él debido al golpe, pero no que defendiese a Finnigan si por lo que le contó el pelirrojo, él se estaba aprovechando de ella.

Pensó en preguntárselo directamente, pero ella era demasiado inteligente y se daría cuenta que Ron le había contado todo. Y Harry le había prometido a su mejor amigo que no lo haría. Tenía que pensar en alguna forma de averiguarlo, sin que ella cayese en la cuenta de que sabía lo que había sucedido el año anterior.

Pero no sólo era esto lo que ocupaba la mente  de Harry… Él la quiere, est enamorado de ella. Pensaba mientras no dejaba de revolver con la cuchara sus cereales.

No es que le pareciese increíble que Ron pudiese enamorarse de alguien, pero Hermione era de la única chica que se hubiese imaginado.

Sabía que sentía algo por ella por todo lo que había sucedido estos últimos cursos, sobre todo en el gran baile, que tubo lugar en su cuarto año. Ron se había puesto muy celoso de Viktor Krum. Pero… nunca pensó que pudiese quererla. Creía que actuaba así, porque ella era su mejor amiga y tan sólo quería protegerla.

Harry no pensaba así debido a que Hermione no fuese guapa, lo que sucedía era que siempre los tres habían estado juntos, mejores amigos, casi como hermanos.  Para Harry era como si Ron se hubiese enamorado de Ginny, su propia  hermana. Todo le resultaba muy extraño..