Lluvia de Sangre

sobre el Cementerio

Capítulo 5:

La sangre... tan roja...

Esa noche, Kioto lloraba. Lágrimas acuosas bañaban las calles de la ciudad, mientras la noche sin luna aparente, oscurecía todo alrededor. Nada podía distinguirse con claridad. Los breves despejes de las nubes entorno de la luna hacían que Kioto resplandeciera, con la luna en su esplendor, hasta que se volvía a esconder entre las oscuras y lluviosas nubes. Eso era mas que suficiente para que Imisu en su habitación contemplara brevemente, la última noche en la ciudad que la vio nacer. Se había despertado varias veces en la oscuridad, y volvió a dormirse enseguida, sin pensarlo mucho, pero la última despertó con la claridad de la luna asomándose por su ventana. Su habitación, en blanco y negro, estaba completamente iluminada por la luna llena. Imisu se levantó con cuidado, esquivó de puntillas a sus amigas que dormían en sus respectivos futones, y se asomo por la ventana. Al estar su habitación en el tercer piso de toda la mansión Omike, poseía la perfecta visión de Kioto. Las mantas nubosas era cada vez menos espesa, y la lluvia bajaba de intensidad cada vez con más regularidad. Poco tiempo le quedaba. Dentro de poco todo seria en un aire limpio, fresco, y nuevo. Pero para llegar a ese estado, primero la tormenta tendría que amainar. Imisu siguió mirando a la ventana hasta que la luz de la luna se volvió a ocultar. La lluvia era el único ruido que se oía. Ni pasos, ni carruajes, nada. Y la chica mirando a la ventana, comenzó a llorar. Para ella, dejar la ciudad donde estaban todas sus amistades, todos sus recuerdos y todos sus temores, dejarla costaba mucho. Sobre todo sabiendo que seguramente no volvería nunca. Aunque llevaba meses haciéndose a la idea, no podía aceptarlo tan fácilmente. Solamente, ahora, le quedaba llorar.

En el cementerio, la niebla y la oscuridad sin luna, hacían escasa la visión. La lluvia seguía siendo regular. Las pétalos de cerezo empezaron a caer, mezclándose con la lluvia. Una lluvia de sangre abstracta lo envolvió todo. La luna volvió a aparecer en medio de la manta de nubes, iluminando el cementerio, y haciendo brillar las espadas de los kenjutsuka, que hay se encontraban. Hiko y Shiyuu todavía estaban estático. Las dos respiraciones se confundían con el ruido de la lluvia y los pétalos al caer.

- De acuerdo Shiyuu, terminemos rápido con esto - dijo Hiko mientras levantaba su espada y la ponía enfrente de él. Shiyuu se veía venir el Kuzu Ryu Sen, el Dragón de Nueve Cabezas. Y para él, es imposible parar semejante envestida. Lo único que pudo hacer fue enfundar la espada.

- Maestro, quizás seria mejor dejar esto, y volver casa. Si no queréis que me marche no lo haré - Señaló Shiyuu, en pos de dejar la lucha a un lado. Para él era imposible ganar a su maestro, y mucho menos matarlo en una lucha.

- Eso no es el asunto, mi aprendiz. Tu no deseas seguir estudiando el arte de la espada, sea cual sea el motivo. Y yo acepto eso. No optante, no puedo dejar irte, sin haber aprendido todo, sin conocer el secreto de la técnica - añadió Hiko.

- ¿Por que es tan importante saberlo todo? -

- Para estar seguro de que no usarás la técnica de mala manera - Respondió Hiko finalmente. Shiyuu miro a los ojos en calma de su maestro. Parecía que no había salida. Estaba confundido. No comprendía a su maestro. Era evidente de que podían olvidar esto y acabar con el entrenamiento de la técnica Hitten Mitsurugi. Pero su maestro parecía ignorar eso. Lo volvió a mirar. Y este le sonrío.

- Shiyuu..., lucha por tu felicidad... -

Esas palabras salidas de boca de su maestro, le despertó. Había comprendido finalmente a Hiko. El maestro no deseaba quitarle la oportunidad de ser feliz. Simplemente le dio a entender que tenia que luchar por conseguirla. Desde que lo recogió, Hiko quiera enseñar a Shiyuu a alcanzar la felicidad. Pero Shiyuu no lo entendió en su momento. Pero era evidente que se equivocaba. La felicidad no la alcanzaría amando el arte de la espada, el Kenjutsu, como Shiyuu tenia al principio entendido. La alcanzaría luchando por ella, usando lo aprendido para no equivocarse de elección, para poder luchar contra los obstáculos y alcanzarla, como un gran logro. Shiyuu sonrió, mientras un pétalo se posaba en su nariz. Este se la quito con la mano derecha, mientras con la izquierda agarraba su katana. Su maestro volvió a sonreír.

- Entendido maestro - Dijo finalmente Shiyuu, mientras se concentraba. En su cabeza aparecían imágenes. Su madre, de la cual se despidió hace varios años, el entierro de sus tíos, en medio de la lluvia, la recogida de Hiko en el puente, su reencuentro con Imisu, su declaración... Pero ahora se concentraba en ella. En las ganas que tenia de verlas, en que le debe de estar esperando, en lo feliz que lo pasarán juntos... Y en que debía salir vivo de esta lucha par poder ir con ella, para poder ser feliz. Sus ganas de vivir eran justificadas. Miró a su maestro y este movió su cabeza e modo de aceptación. Y saltaron los dos contrincantes al ataque. Sabían perfectamente que se la jugaban a todo o nada. Una lucha larga podría ser infinita, por eso con un simple golpe lo decidirían todo. Shiyuu sabia que su maestro iba a actuar con el Kuzu Ryu Sen. Por ello, el debía hacerlo con una técnica rápida, capaz de golpear antes que nada. Y eso era la técnica de Batto. Todo lo tenia perfectamente planeado, y por eso, Shiyuu cerró los ojos. No deseaba desconcertares por alguna imagen. Siguió corriendo, mientras oía que el sable de su maestro todavía no comenzaba a blandir. Sabia el punto exacto que debía desenfundar, y todo saldría perfecto. Pero no fue así. Shiyuu se equivocó, no estuvo muy pendiente de las zancadas de la carrera, y llego hacia el punto de desenvaine con el pie izquierdo. Pero no se podía echar atrás, tenia que desenfundar, aún cortándose la pierna en el acto. Tenia que salir vivo de la pelea, para poder encontrase con Imisu, poder verla de nuevo, para poder encontrar la felicidad. Fue quizás por eso, que Shiyuu no se corto la pierna, desenfundo bien, cortando todo lo que estaba delante suyo. Y no sintió nada. Shiyuu, abrió poco a poco los ojos, sin ningún pensamiento en su cabeza. Y miró al frente. No había nadie. Solo la lluvia que caía, y los pétalos de cerezo Shiyuu tuvo un pensamiento fugaz, que paso por su mente.

- ...Llueve Sangre... -

- Maestro... lo siento... - Shiyuu miraba atónito como su maestro, aun moribundo, sonreía.

- No pasa nada Shiyuu, así debe de ser.... Ahora eres tu el maestro del Hitten Mitsurugi... El nuevo Seijuro Hiko... - El herido Hiko estornudo un par de veces, tirando sangre en cada estornudo.

- Pero maestro, ¿No se perderá el arcano supremo con tu muerte? - pregunto Shiyuu.

- No, ya lo has aprendido... - Hiko volvió a sonreír. Movió levemente la mano y la puso encima del hombro de su aprendiz.

- Shiyuu... se feliz.... - Dijo finalmente el maestro, mientras terminaba de morir. Shiyuu, con ojos llorosos, cerro los ojos de su maestro. Lo escondió en una esquina del cementerio, rezo un par de oraciones, y se marcho. Sin mirar atrás. Había comprendido hasta la última palabra de su querido maestro. Las cosas que sucedieron son las que tenían que suceder. Y por ello, no esta mal. Tampoco esta bien. Simplemente estaba hecho, y nada lo podría cambiar. Por eso Shiyuu no lloró, porque sus lágrimas no devolverían a la vida a su maestro. Pero siempre lo recordaría, siempre. Ahora lo único que debía hacer era llegar a tiempo al puerto. Había terminado de llover, pero las flores de cerezo seguían cayendo. Shiyuu se giro por última vez, a las puertas de la salida del cementerio.

- Adiós... Maestro - dijo finalmente, y a continuación salió corriendo dirección al puerto.

Ya eran cerca de las 7 de la mañana, y Imisu y su familia ya estaban en el puerto. Los padres de la chica se dirigieron al barco, para hablar con el capitán y arreglar otros asuntos en el camarote principal. Mientras Imisu esperaba en tierra firme. Estaba sentada al borde del muelle, moviendo las piernas, y con su bolso personal al lado suyo. Des vez en cuando miraba a los dos lados, esperando encontrar a Shiyuu, para después mirar al agua. Llevaba mucho tiempo sentada, y se levantó. Agarró su bolsa, y empezó a caminar dando vueltas en círculos. Estaba muy nerviosa, al ver que Shiyuu no llegaba. Empezaba a desesperarse. Imisu sabia que dentro de pocos minutos se irían, que Shiyuu debía de venir corriendo si deseaba llegar a tiempo. Miro un reloj que había en un restaurante cercano. Al ver que tenia sed, Imisu decidió entrar a tomar algo. Mientras, por la avenida principal, llegaba corriendo un chico con paquetes. Estaba sucio y cansado, con manchas de sangre en todo el kimono, y mojado. Era Shiyuu que había corrido toda la noche desde el cementerio hasta el puerto. Fatigado cayó al suelo, pero se levantó enseguida, para ver que ya había llegado al puerto. Agarró fuertemente su bultos, y empezó a correr de nuevo. Le quedaba poco para encontrarse con Imisu. Seguro que le estaba esperando frente a su barco. Solo debía correr hasta encontrarla. El muelle era inmenso, debía ir corriendo por el borde y esquivando a los transeúntes. A la vez que miraba la cara de todos, para poder encontrar a la joven Imisu. Pero no fue así. Shiyuu llegó sin saberlo, llego al barco de la familia Omike. Se detuvo un momento para descansar, mirando a todos los lados, haber si encontraba a Imisu. Y no la encontró. Miró el mismo reloj que había observado Imisu hace pocos minutos, encima de la fachada del restaurante. Tomo de nuevo sus bultos, y siguió corriendo, ignorando por completo que estuvo frente al barco de los Omike, e ignorando aún mas a Imisu, que acababa de salir del restaurante, para seguir esperando. Había estado tan cerca de conseguirlo, tan cerca de conseguir su felicidad. Mientras corría por el muelle, Shiyuu recordó a su maestro, al que acababa de asesinar por culpa de aprender la técnica. Tuvo que renunciar a su vida, para que Shiyuu fuera feliz, y no podía defraudarle. Pero Shiyuu no volvió más al barco Omike. Y para Imisu, Shiyuu nunca vino, no eligió ir con ella. Ella antes de la despedida, solo sonrío, mientras su cara era bañada entre lágrimas. Subió al barco, y se volvió al muelle. Y viendo como las gaviotas volaban, siguió llorando. Y entre lágrimas, mientras empezaban a surcar los mares rumbo a Okinawa, lo pudo ver. Vio a Shiyuu corriendo por el muelle, pasando otra vez por donde estaba. Este se detuvo, mirando el barco que partía. Se desplomo en el suelo, al ver a Imisu. Esta, sonriendo mientras lloraba, se despidió con la mano, viendo que ya no se podía hacer nada. Shiyuu, se desplomo en el suelo, cansado y fatigado, también se despidió. Ya no se volverían a ver mas, los dos lo sabían. Shiyuu siguió en esa postura, hasta que el barco se perdió en el horizonte. Todos sus esfuerzos, todo lo que hizo su maestro por el, no sirvió para nada. El Hitten Mitsurugi no servia para conseguir la felicidad. No servia para eso. Mato a su maestro, perdió su oportunidad de ser feliz, lo perdió todo.

- ¿Está usted bien? - pregunto un hombre que lo había estado observando. Shiyuu lo miro, y se levantó.

- Esa chica dejo esto para usted - añadió mientras le entregaba una carta. Shiyuu, sin decir nada más, la abrió y la leyó.

"Querido Shiyuu

Si estas leyendo esto, es que las cosas no salieron como yo deseaba. Seguramente habrás elegido el camino que tu corazón decidió, y en ese no debo estar yo. Lo entiendo. Pero quiero que sepas que siempre te recordaré, y siempre te amaré. Hasta el último día de mi vida. Y espero que tu me recuerdes a mi.

Siempre Tuya

Imisu Omike

P.D.: no pierdas nunca tu gran sonrisa."

El hombre observaba como Shiyuu leía seriamente la carta. Esto le molesto un poco, y de una bolsa, saco una botella de sake.

- Toma muchacho, te la pondré en tu cuenta - Shiyuu, miro la botella que le ofrecía el hombre sonriente. Doblo con cuidado la carta, y se la guardó. Tomo la botella de sake y a continuación, bebió un sorbo.

- Gracias - dijo finalmente el chico, mientras caminaba hacia la salida del puerto, de vuelta a casa.

- Espera muchacho, ¿A que nombre pongo la cuenta? - Pregunto el señor. Shiyuu se detuvo un momento. Perecía que se lo pensó. Pero después, giró levemente el cuello, para mirar a los ojos del hombre.

- Hiko... Seijuro Hiko - dijo finalmente Shiyuu, mientras seguía bebiendo Sake, mientras continuaba su caminata.

Fin

Comentarios del Autor: AH!!! Que final tan malo!!! Con todo lo que me he trabajado el fic y lo vengo a estropear a lo último. Soy un inútil!!!. Pero por lo menos esta acabado. Supongo que todos sabían que iba a pasar, yo quería hacerlo tipo, como el final de la película de Kurosawa, "Yojimbo". Pero nada, que yo, esto de escribir finales no es lo mío (cosa que siempre me restregón por la cara). Eso si, todavía queda el epílogo, leeosló (¿Porque pongo esto aquí si todavía queda una parte del fic? Seré idiota) Si alguien me quiere insultar por el final o por cualquier otro motivo desea hablarme del fic, pues escribid a dragonheart1986hotmail.com o contactarme por messenger. Y no dejéis de visitar mi página web http:www.iespana.es/vallekinogo.