Notas de la autora: ¡Hola a tods! :D Después de un tiempo de no haber escrito nada nuevo, aquí regreso con otra historia bastante loca. Soy fan desde hace tiempo de Janis Joplin y la música de los 60´s, y un día que escuchaba la canción de Summertime se me ocurrió este fanfic. No va a ser muy largo, pero espero que les resulte entretenido y les guste.
Todos los personajes son de J. K. Rowling, yo solo los tomo para enredarlos un poco. El genero de la historia es yaoi-slash (relación chico-chico) y la pareja es Harry/Draco, así que ya están advertidos. Si no te gusta este tipo de cuentos, puedes checar los excelentes fanfics en la clasificación G de esta misma página. Aquí hay para todos los gustos.
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Lanthir
Sobre Janis Joplin y el amor inesperadoCapitulo 7: Light my Fire
Draco no miró ni dijo nada a Harry en todo el trayecto hacia la oficina de Dumbledore. Cuando el director los hizo pasar, el Slytherin se limitó a sentarse frente al escritorio muy tieso, aunque con el rostro levemente inclinado, evitando ver directamente a Harry y al profesor. Parecía querer escudarse tras los mechones de cabello que le caían a los lados del rostro, que mantenía imperturbable. El temor que hacía unos minutos se dibujaba en su cara había desaparecido, y era reemplazado ahora por una perfecta mascara de inexpresión.
-Harry, ¿dónde pasaste la noche?- preguntó Dumbledore, tomando asiento frente a los dos muchachos. El anciano parecía tan inalterable como siempre, aunque Harry vio una desagradable chispa de enfado detrás de esos brillantes ojos azules.
-En la Casa de los Gritos- murmuró el chico.
El director entrecruzó sus largos dedos frente a él. Observó por unos instantes a sus alumnos, y después si más rodeos le preguntó a Harry:
-¿Podrías decirme que pasó?-
El Gryffindor automáticamente volteó a ver a Draco; sin embargo, este seguía dirigiendo su mirada al piso de la oficina. ¿Por qué había dicho que le había lanzado un Imperio? ¿Acaso estaba tratando de sacarlo del lío en el que estaban? No... después de lo que le hizo nunca volvería a fiarse de nada de lo que hiciera la maldita serpiente. Algo estaba tramando, y no se permitiría caer de nuevo. Además, estaba el simple hecho de que Dumbledore sabía perfectamente que Harry era capaz de resistir la maldición Imperius; no tenía caso tratar de fingir que Draco lo había obligado a hacer lo que hizo. Harry tragó saliva al darse cuenta de que no tenía otra opción que decir la verdad... tal vez si tuviera mas tiempo podría haberse inventado una mentira para salvarse, pero su mente estaba en blanco. Una oleada de ira lo invadió al ver el fino rostro del rubio, evitándolo, medio oculto por una cascada de cabello platinado; y decidió que si iba a caer, el Slytherin caería con él. Aspiró profundamente y comenzó a decirle al director todo lo que había pasado, desde el incidente en las duchas hasta lo del aula de Adivinación. Harry sentía que las palabras se le trababan en la garganta, tan nervioso estaba, sin atreverse a ver a los ojos a Dumbledore, consiente de que el profesor no se limitaría a castigar a Draco sino a ambos. Casi podía ver la decepción en la cara de aquel que lo había protegido desde niño. Cuando acabó, siguió sin levantar la vista. Podía escuchar los rápidos latidos de su corazón en sus oídos y se preguntó si había hecho lo correcto.
Dumbledore suspiró y Harry percibió que movía la cabeza levemente.
-¿Es correcto lo que acaba de decir Harry, joven Malfoy?-
Draco no contestó, aunque parecía más pálido que nunca.
-¿Por qué dijiste que le habías lanzado una de las Maldiciones Imperdonables?-
Malfoy siguió sin contestar.
-¿Alguno tiene algo que agregar?-
Ninguno de los dos muchachos habló. El anciano entonces se levantó y dio unos pasos lentos hacia la ventana, como evaluando la situación. Harry le echó una mirada de soslayo, y vio el perfil de Dumbledore con una mueca de decepción como nunca la había tenido. El corazón se le encogió.
Después de lo que a Harry le parecieron horas, el hombre habló por fin.
-Como persona, no es de mi incumbencia inmiscuirme en los asuntos personales de mis alumnos- dijo con voz pausada, regresando a su escritorio y sentándose de nuevo. Harry por fin se animó a verlo a los ojos y Draco siguió tan inmóvil como una estatua.- Pero como director de este colegio, su bienestar esta en mis manos, y todo lo que pase dentro de los muros de Hogwarts es mi responsabilidad. Lo que han hecho esta totalmente fuera de lo que pueda tolerar, y por mas que lo pienso no me puedo imaginar como se atrevieron a invadir un aula y después exhibirse de la forma en que lo hicieron. Están conscientes de que independientemente del castigo que se les pueda imponer por parte de la escuela, su reputación quedará dañada para lo que les resta de estancia aquí, ¿no es así?- Harry asintió débilmente, y Draco inclinó aún mas la cabeza- Personalmente, me parece que ese es un escarmiento bastante severo, pero aún así, tengo que decirles que me han decepcionado terriblemente, muchachos- Albus dijo esto viendo fijamente a Harry; era claro que podía esperar algo así de Malfoy, pero no del Gryffindor. –Así que tendré que reprenderlos en la medida que lo merecen. Las familias de ambos serán notificadas de lo que ocurrió; Draco, tus padres ya deben de estar enterados, pues desde ayer se les ha enviado una lechuza. Pero hoy les volveré a escribir para ponerlos al tanto de lo que se acaba de decir aquí. También les tengo que comunicar, muchachos, que de hoy en adelante no tendrán derecho a salir a Hogsmeade ni a ningún otro lado durante el resto de su educación en este colegio-
Harry se enderezó de inmediato.
-¡Pero no puede hacer esto! ¡Malfoy fue el que me...!-
-Silencio, Harry- dijo Dumbledore con firmeza, pero sin perder su tono calmado- Acabas de decirme que fue lo que pasó, y sabes que Draco no te obligó a hacer nada. Si hubieras tenido un poco mas de sentido común, nada de esto hubiera pasado-
Harry se volvió a encoger en el asiento, apreciando que la rabia hacia el rubio se arremolinaba en su estómago. Sintió las uñas clavándose en sus propias palmas, deseando poder estrangular al Slytherin.
-En cuanto a ti, Draco- prosiguió Dumbledore – Has hecho cosas graves en el pasado, pero ninguna que involucrara un escándalo de esta magnitud. A parte de prohibírsete salir a Hogsmeade, se te suspenderá permanentemente como buscador del equipo de Slytherin.- Malfoy volteó a ver al director por primera vez en toda la conversación. Se le notaba lívido, pero no dijo nada. –Y también tengo que revocarte el privilegio de tener una habitación privada. Deberás de compartir el dormitorio con el resto de los alumnos de quinto curso de tu casa.-
-¡Ah, eso sí que no!- estalló Draco, levantándose furioso de la silla –¡Mi padre nunca consentirá el que me saquen de mi habitación! El poder tener MI privacidad es lo único que hace tolerable el estar en este lugar...-
-Cállate y siéntate, Draco- dijo Dumbledore, empezando a perder la serenidad que había estado tratando de mantener- Las penas que acabo de imponerles son irrevocables, y nadie va a poner en entredicho mi autoridad, ¿entiendes? De cualquier forma y dadas las circunstancias, dudo que tu padre abogue por ti.- El rubio fulminó con la mirada al director y de mala gana se dejó caer en el asiento. – Escúchame... no entiendo que tratabas de hacer al decir que le habías lanzado una Maldición Imperdonable a Harry, sabiendo que eso te habría podido llevar a Azkaban. Lo voy a tomar como que tratabas de sacarlo del aprieto en el que se metieron, y solo por eso no te expulsaré de Hogwarts. De cualquier forma, te arriesgaste mucho al decir una tontería así, y te recomiendo que no vuelvas a decir nada por el estilo a menos que sea verdad, ¿me entiendes?- A pesar de todo, era claro que el profesor quería proteger a Malfoy. Harry apretó los dientes con rabia; una minúscula parte de él sabía que el anciano era justo, pero el conocerlo no lo hacía sentir mejor. En verdad hubiera querido ver a Malfoy fuera de la escuela.
-Finalmente jóvenes, ambos están suspendidos durante dos semanas. Quedarán recluidos en las habitaciones de la torre sur para que piensen en las consecuencias de sus actos; los elfos domésticos les llevaran sus alimentos y no podrán bajar hasta que el plazo acabe. Un profesor les llevará sus deberes y los fantasmas harán rondas tres veces al día. Sobra decir que si alguno trata de matar al otro –Dumbledore los miró por encima de sus gafas, taladrándolos con sus ojos celestes – lo siguiente será la expulsión definitiva de Hogwarts. Retendré sus varitas hasta que se acabe la suspensión- dijo, alargando las manos ante la asolada mirada de los chicos. Con pesadumbre, se las entregaron. -Ahora vayan a recoger lo que necesiten y regresen aquí para que los lleve a la torre.-
Ambos muchachos salieron con las cabezas gachas, en silencio. Pero apenas habían dado un par de pasos lejos de la gárgola cuando Draco tomó del brazo a Harry.
-Yo... lo sien...-
Sin embargo, no terminó la frase. El puño del moreno le dio de lleno en la boca, partiéndole el labio, que empezó a sangrar copiosamente.
-¡No... te... me... acerques!- dijo Harry con la voz envenenada de odio. Sin mas se dio media vuelta y se marchó furioso, dejando a Draco apoyado contra la pared, sintiendo el sabor metálico de la sangre en su boca y el corazón latiéndole aceleradamente.
Habían pasado tres días desde que los chicos fueron recluidos en la torre. Draco acababa de tomar unos sorbos de jugo de naranja del desayuno y había alejado la bandeja con el resto, sin la mas mínima gana de comer. Parecía que el apetito lo había abandonado para siempre, y se sentía muy desdichado estando ahí solo, viendo por la ventana el esplendor del Bosque Prohibido y pensando en el chico que estaba a solo unos metros de él en la otra habitación. No había visto a Harry desde que Dumbledore los había escoltado hasta ese lugar, dejando al Gryffindor en la penúltima habitación del pasillo y a Draco en la última. Potter había entrado en el cuarto sin decir palabra y sin mirar a ninguno de los dos, azotando dramáticamente la puerta tras de sí. Draco se limitó a ocultar su labio partido con la mano y entró en silencio a lo que sería su habitación por dos semanas. Cuando escuchó la puerta cerrarse, luchó contra el nudo que se formó en su garganta. Ningún Malfoy lloraba, aún estando a solas.
Después de pasar por diversos estados de ánimo a través de esos tres días, desde una inmensa rabia hasta una honda tristeza, después de haber gritado y pateado todo lo que tenía a la mano (elfos domésticos incluidos), después de haberse hundido en una fosa de remordimientos y culpas, finalmente se había sumergido en un cansado período de apatía, donde se quedaba mirando el horizonte por la ventana mientras escuchaba a Harry haciendo pedazos la habitación contigua. Por lo visto el Gryffindor aún no lograba calmar su ira, y a pesar de que Draco en verdad quería ir a hablar con él, temía lo que pudiera pasar si se atrevía a poner un pie en aquel cuarto. Después de todo no tenía su varita como para poder inmovilizar a Harry.
-¿Y que se supone que le vas a decir? ¿Qué lamentas lo que pasó y que a pesar de todo sientes algo por él? ¿Qué después de haber arruinado las cosas te diste cuenta de que lo quieres?- murmuró sarcásticamente el rubio, dirigiéndose a la cama y dejándose caer en ella; sentía el cerebro embotado, como la vez que se había bebido un litro del whisky de su padre. Finalmente, se hizo un ovillo entre las desordenadas mantas y se quedo dormido.
Pasaron mas días, los cuales a Draco le parecieron meras visiones en un permanente estado de letargo. Podía recordar a Dobby apareciendo de repente con una bandeja y tirándola al suelo por el susto, al darse cuenta de que aquel a quien le servía no era otro que su antiguo y malvado amo. La pobre criatura escapó dando un alarido y no volvió a regresar, con lo que otros elfos domésticos afrontaron la tarea de llevar una comida que la mayor parte de las veces no era ingerida y a soportar los arrebatos del rubio, quien les gritaba y les arrojaba lo que tuviera a la mano cuando estaba enojado. Draco no sabía por que el ver a aquellos pequeños seres le producía tanta irritación. Le gustaba desquitar su coraje con ellos, desde siempre había sido así y en aquellos momentos lo hacía cada vez que estaba despierto y alguno de aquellos pequeñajos entraba a tratar de asear el lugar.
También estaba el profesor Snape, que llevaba apuntes y tareas para Draco, que trataba de que el chico se levantara de la cama y le pusiera algo de atención cuando le hablaba. Pero el rubio no hacía mas que decirle que tenía sueño y que lo dejara en paz, que ya tendría que volver al tedio de la escuela en unos días. Que estaba bien, que solo necesitaba descansar. Severus no era solo su maestro, era su amigo; y en verdad no quería preocuparlo, pero no deseaba su compañía y consejos en esos momentos. Simplemente quería estar solo y rumiar su depresión en silencio. "Nada personal, mi querido Sev; solo deseo seguir revolcándome en mi deliciosa miseria particular."
Fantasmas que se deslizaban silenciosamente dentro de la habitación, que acercaban sus rostros de color blanco perla al suyo y le preguntaban si estaba bien, que por que no se levantaba de la cama. Draco volvía a cerrar los ojos y se tapaba mas con las mantas, solo para despertarse unas horas después con el sonido amortiguado de los sollozos de Harry desde el otro lado de la pared. Y su corazón se partía y dolía y finalmente se volvía a hundir en la inconciencia maravillosa del sueño.
No supo cuanto tiempo había pasado. Solo que un día se despertó por los fuertes rayos del sol que daban de lleno en su rostro. Abrió los ojos y vio que las cortinas estaban corridas y la ventana abierta, siendo que le había ordenado a los elfos domésticos que no deseaba que se hiciera eso (después de perseguir al último con el cuchillo de la mantequilla cuando al pobre se le ocurrió ventilar un poco el cuarto). Se incorporó lentamente y vio a Dobby, que había regresado y le daba la espalda mientras acomodaba la bandeja del desayuno en una mesita.
-¿Por qué demonios abriste la ventana? ¡Ciérrala de inmediato!- gruño Draco.
El elfo se sobresaltó al oír la voz del rubio y casi derriba la botella de leche al darse la vuelta. Pero tomando todo el valor del que era capaz y temblando de pies a cabeza contestó:
-¡Us... usted ya no es mi amo, señor Malfoy! ¡Dobby es ahora un elfo libre y debe cumplir con su trabajo! ¡Debe limpiar la habitación-
Draco se quedó sin habla momentáneamente; definitivamente esa no era la respuesta que esperaba de aquella patética criatura que alguna vez le había servido.
-Pero como te atreves... ¡Te digo que cierres la maldita ventana! ¡Y lárgate de aquí, sucio y estúpido elfo!-
Dobby corrió hacia el otro lado del cuarto cuando Draco hizo el intento de ir contra él, pero le gritó con su vocecita chillona:
-¡Dobby solo ha venido por que los otros elfos no quieren venir! ¡Todos le tienen miedo al loco señor Malfoy que tira cosas y persigue a quienes le sirven! ¡Debe dejar que Dobby aseé este muladar!-
-¡Te voy a matar, maldito hijo de...!- gritó Draco, pero se enredó en las sabanas y cayó al suelo antes de poder atrapar a su presa; entonces vio un zapato junto a su cara y se lo arrojó con todas sus fuerzas al elfo. Dobby chilló cuando el objeto aterrizó en su nariz, y fue corriendo hacia la puerta.
-¡Es usted un malvado, señor Malfoy! ¡Y Dobby no es sucio ni estúpido! ¡El sucio es usted!- gritó el pequeño ser antes de salir y azotar la puerta tras de sí. Draco encontró el otro zapato y se lo arrojó un segundo después de que el elfo se escabullera.
-¡Ven acá, pequeña escoria! ¡Te voy a...!- gritó Draco levantándose trabajosamente, cuando de repente vio su reflejo en el espejo del armario frente a él. Estaba terriblemente demacrado, y su largo cabello rubio se encontraba sucio y enredado. Cayó en cuenta de que no se había quitado el pijama gris que se puso desde el primer día que llegó ahí, y ahora se encontraba arrugado e igual de sucio que él. Mirando alrededor vio que la habitación estaba hecha un asco, con los restos de comida desperdigados por todas partes cuando se los arrojaba a los elfos, los apuntes y los libros que Severus le llevaba amontonados en un informe montón y la ropa que nunca se puso dispersa sobre los muebles, resultado de uno de sus primeros ataques de ira.
-¿Qué demonios estoy haciendo?- dijo, llevándose las manos a la cabeza mientras se sentaba en el suelo. ¿Adonde iba a llegar con ese comportamiento? ¿Acaso ese que lo miraba desde el espejo era el orgulloso Draco Malfoy? ¿El frío, calculador y azote de la escuela Draco Malfoy? Dios... hasta la basura que era Dobby se había dado el lujo de gritarle y llamarle sucio. Aunque pensándolo bien, no estaba mintiendo.
-Tengo que darme un baño...- murmuró, dirigiéndose al cuartito adyacente.
Un rato después, Draco estaba terminando de peinarse. El agua le había despejado la mente y se sentía un poco mejor. Su aspecto también había mejorado; salvo las oscuras marcas bajo sus ojos por la rápida perdida de peso (debido a que apenas si probó bocado en días), volvía a ser el apuesto chico de siempre. Forzó una fría sonrisa frente al espejo tal como lo hacía su madre, que decía que ante todo los Malfoy debían de guardar las apariencias. Por lo visto, era lo que Lucius y ella habían hecho, ya que a pesar de que fueron puestos al tanto de lo ocurrido ni siquiera se dignaron a mandarle un Howler para recriminarle su comportamiento. O tal vez estaban esperando a que volviera a casa para molerlo a golpes. En fin, el tiempo lo diría. De entrada, no podría contar con su padre para que le devolvieran su habitación privada, de eso estaba seguro. Así que se vería obligado a dormir con los imbéciles de Crabbe y Goyle. Al menos tendría a Blaise para calentar sus noches, eso era un punto a su favor. ¿Las salidas a Hogsmeade? Maldición, era algo que de verdad le iba a doler abandonar. Ya vería la forma de vengarse del vejete de Dumbledore, al igual que por lo del Quidditch. Aunque pensando positivamente, se ahorraría la humillación de que Potter siempre le ganara la snitch.
Y hablando de humillaciones, aún debía de considerar como estarían las cosas en la escuela después de todo lo que había pasado. Cuando bajó a las mazmorras por su equipaje el día que fue recluido en la torre, los Slytherins lo acribillaron a preguntas sobre lo sucedido, algunos felicitándolo por poner en ridículo a Harry, otros desconcertados por que dijo que lo había hechizado para que hiciera semejante cosa. No les cabía en la cabeza que lo hubiera querido ayudar echándose la culpa por completo. Draco no respondió nada y salió lo mas rápido que pudo, recibiendo a su paso comentarios despectivos y groseros por parte de las tres casas restantes. Pero después de todo era Draco Malfoy, estaba acostumbrado a los comentarios mal intencionados y ya inventaría una buena historia para congraciarse con los Slytherins; por otra parte, mandando al diablo a todos los demás, podría volver a la vida colegial como si nada. En realidad, le importaba una mierda la opinión de los demás, siempre había sido así.
Pero aún estaba el mas grande de sus problemas: Harry. En realidad lo único que le importaba era lo que pasaría entre ellos. Después de todos esos días y ahora pensándolo con la cabeza fría, Draco aún pensaba que sentía algo por el Gryffindor, pero estaba conciente de que era imposible de que pudiera llegar a algo con él. Aún así, se había hecho el propósito de al menos no quedar del todo mal con el Gryffindor, quería hablar y pedirle una disculpa. Al menos por él no quedaría. Así que después de verificar su aspecto y darse cuenta de que los pantalones negros y la camisa azul marino que se había puesto le quedaban estupendamente, salió de la habitación. Solo esperaba que Potter ya hubiera superado su etapa de ira, por que no deseaba discutir con él. Sabía que era mas fuerte que el moreno, pero tenía entendido que Harry sabía pelear al estilo muggle, cosa que él no había practicado mucho que digamos.
Draco salió de su habitación sigilosamente, viendo el pasillo por si había alguien ahí; pero solo se escuchaba el chisporroteo de las antorchas que pendían de la paredes. Faltaban dos horas para que alguno de los fantasmas fueran a hacer la ronda, y Snape llegaba siempre hasta el anochecer. Así que aún tenía tiempo para hablar con Harry... o Harry tenía tiempo para darle una paliza sin que nadie lo fuera a ayudar. Draco respiró hondo y caminó los pocos metros que lo separaban de la puerta del moreno.
-¿Potter?- preguntó en voz baja mientras daba unos golpecitos en la puerta. En el interior no se escuchaba nada. -¿Estas despierto?- inquirió de nuevo, esta vez un poco mas fuerte. El chico pegó un oído a la puerta, pero no se percibía el menor movimiento adentro; entonces tomó la manija y estaba a punto de girarla, cuando la puerta se abrió de golpe y un par de manos lo arrastraron hacia el interior.
Harry lo arrojó hacia el piso con todas sus fuerzas y Draco rebotó contra las patas de la cama.
-¡¿Qué diablos quieres, infeliz?!- gritó el Gryffindor. La habitación estaba aseada, pero Harry tenía tan mal talante como lo había tenido Draco una hora atrás. Parecía que los elfos pudieron limpiar los aposentos, mas no a su ocupante.
-¡Espera, espera!- gimió el rubio, protegiéndose de la lluvia de golpes que Harry le estaba propinando -¡Solo quería disculparme! ¡Deja de golpearme, joder!-
-¡Tu y una mierda! ¡Te voy a acabar, cabrón!-
-¡Diablos, ya cálmate imbecil!- gritó Draco, agarrando el pie de Harry y haciéndolo caer; inmediatamente se subió sobre él a horcajadas y lo sometió, apresándole las manos a lo lados del cuerpo. Vaya, después de todo no había sido tan difícil como pensaba.
-¡¿Cómo... como pudiste hacerme algo así?!- clamó Harry, tratando de liberarse –Eres un mal nacido, ¡Me arruinaste, maldita serpiente! ¡Te odio! ¡Te odio!-
Draco estaba jadeando pero no soltaba a Harry; era obvio que el rubio tenía mas fuerza que su oponente, pero las palabras que salían de su boca eran como duros golpes para él.
-Escúchame- musitó Draco, tratando de que no se notara cuanto lo afectaba lo dicho por Harry – Se que fui un pendejo, lo lamento en verdad, no se en que estaba pensando... ¿qué mas quieres que te diga? Tu... tu me gustas, en verdad me gustas, fue una estupidez lo que hice y se que no quieres saber nada de mi, pero no quiero que me odies... perdóname, ¿esta bien?-
Como respuesta Draco recibió un rodillazo en la espalda; aún así no soltó a Harry.
-¡Hay! ¡Coño, ya deja de pegarme!-
-¡Pues bájate de mi, bastardo! ¿Cómo quieres que te perdone? ¿Te das cuenta de lo que dirá la gente cuando regresemos?-
-¿La gente? ¡Que le den a la gente! Todos se pueden ir al diablo, no eres monedita de oro para caerles bien a todos-
-Claro, saliendo de labios del señor antisocial, lo tomaré como un buen consejo- dijo Harry con muy malas pulgas – Para tu información habemos personas que tenemos amigos a quienes nos debemos. ¡Y ya suéltame de una jodida vez!-
-¡Que no! Mira, lo hecho hecho está, ya discúlpame, ¿OK? No quiero salir de aquí sabiendo que en cualquier momento me puedes lanzar una maldición por la espalda-
-No soy como tu, maldita rata traicionera- dijo Harry, revolviéndose bajo Draco. Este lo apretó mas fuerte entre sus piernas –¡Ah! ¡Me estas cortando la circulación, animal!-
-¡Que te calmes, carajo!- exclamó el Slytherin, sintiendo que sus fuerzas flaqueaban.-Por favor, por favor... ya no se que mas decirte...-
Harry vio con asombro como los ojos grises de Malfoy se humedecían, a pesar de que el rubio desvió la mirada tratando de ocultarse. Había pasado las dos últimas semanas imaginando horrendas venganzas contra el Slytherin, y ahora una reminiscencia de la atracción que sentía por él volvía cual inoportuna conciencia.
-¡Hay! Por todos los cielos, Malfoy, no hagas eso...- dijo Harry, sintiéndose muy fastidiado con toda la situación. Dejó de retorcerse y simplemente se quedó tumbado sobre el suelo, sintiendo el peso de Draco sobre su estómago; un vago recuerdo de lo bien que se había sentido entre los brazos del rubio llegó a su mente, pero en seguida lo desechó. Solo habían sido ilusiones que se fueron demasiado rápido al caño.
Draco sintió que Harry se soltaba y se quitó de encima de él, tumbándose cansadamente a su lado, viendo las gruesas vigas de piedra del techo. Giró la cabeza al lado contrario del Gryffindor; no quería que viera el par de lagrimas que involuntariamente habían salido de sus ojos. ¿Por qué demonios se había permitido algo así frente a Potter, siendo que ni siquiera a solas había derramado su líquido dolor? "Soy un pusilánime" pensó con amargura.
-Escucha...- susurró Harry cansinamente –Solo... solo vete, ¿de acuerdo? No te voy a hacer nada, solo quiero que me dejes en paz.-
-¿Me podrás perdonar algún día?- preguntó Draco en voz baja. Pero Harry se levantó y entró al cuarto de baño sin contestar, cerrando la puerta tras de si. Después de unos minutos, el Slytherin se convenció de que el muchacho no saldría y se marchó, sintiendo una desagradable sensación en el pecho.
Marzo, abril, mayo, junio. Vacaciones de verano y al regresar, el último año de los chicos en Hogwarts. Los meses siguientes al bochornoso incidente habían pasado muy lento para Harry, quien tuvo que aguantar toda clase de comentarios y burlas durante el resto del año escolar, después de dar miles de explicaciones infructuosas; pero todo lo que sube tiene que bajar, y al entrar de nuevo al colegio el suceso había sido finalmente archivado en el baúl de los recuerdos. Aunque era algo que las lenguas afiladas de la comunidad mágica nunca olvidarían del todo, por supuesto.
Draco no había corrido con tanta suerte. Algunos miembros de su casa lo despreciaron por haber tratado de ayudar a Potter cuando pudo haberlo hundido definitivamente; sus explicaciones parecieron no convencer a sus camaradas. Un día apareció con el cabello corto hasta los hombros, y los chismosos dijeron que sus detractores lo habían acorralado en un pasillo y le habían cercenado la mayor parte de su famosa cabellera rubia. No se sabía el por que Draco no usó un hechizo para devolver la longitud original a su pelo, pero tal vez era por temor a que sus "colegas" volvieran a hacerlo de nuevo. También se rumoraba que odiaba el tener que dormir con la bola de sucios y ruidosos energúmenos que eran sus compañeros de alcoba, y pasaba largas horas rondando el campo de quidditch, viendo con melancolía los entrenamientos. Y encima de todo, ahora ocupaba los días de visita a Hogsmeade encerrado en un abandonado rincón de la biblioteca.
Harry no había hablado con el rubio desde aquel ultimo día en la torre sur. No tenía ganas de que lo vieran en su compañía; lo último que quería era dar mas de que hablar. Draco había dejado de molestarlo, y ahora solo mandaba a Crabbe y Goyle a darles palizas de vez en cuando a algunos de primero. En opinión de Harry, aún seguía siendo el mismo imbecil de siempre, solo que sin todo el apoyo de antaño. Pero a pesar de todo, algunas noches aún recordaba con nostalgia los breves y candentes momentos que había compartido con el Slytherin. Y la larga charla que sostuvieron sobre Janis Joplin, y el entendimiento y el sentimiento que creció dentro de él en solo dos días...
Mediados de año escolar. Un enero frío como pocos, con todos los alumnos envueltos en gruesas capas y bufandas. Harry se despidió de sus amigos en la puerta del castillo; había ido varias veces a Hogsmeade a pesar de la restricción que le había impuesto Dumbledore (bendito mapa del Merodeador), pero en esa ocasión no se sentía con ánimos para transgredir las reglas. Se sentía inexplicablemente solitario ahora que Ron y Hermione se habían hecho novios, y no quiso salir de la escuela. Un difuminado sentido de responsabilidad le hizo ir a la vacía biblioteca para terminar un trabajo sobre la fisiología de los boggarts, y sin mucho ánimo se sentó en una mesa de la esquina mas alejada, poniendo frente a si un altero de libros que lo escondían de la vista. Podía ver desde la ventana la incipiente nevada que caía sobre los terrenos del colegio, y su cerebro se puso a divagar sobre el por que se sentía tan solo. Tenía la cara apoyada sobre una mano y sentía que el sueño se estaba apoderando de él, cuando escuchó unos ligeros pasos cerca de él. Se asomó un poco sobre los libros y vio a Draco caminando con su sinuosidad habitual; iba con la vista clavada en un viejo tomo y tropezó con el carrito de los pergaminos, pero solo se limitó a maldecir en voz baja mientras pateaba el cacharro, y no levantó la cara mas de un segundo. No había visto al otro chico; un momento después, se internó entre los pasillos.
No supo por que lo hizo, pero Harry se apresuró a seguir en silencio al Slytherin. Este iba tarareando una canción de The Doors mientras continuaba leyendo el libro, y se encaminó al extremo mas alejado de la biblioteca, uno donde casi nadie iba por que estaba lleno de libros que no eran requeridos para ninguna materia. Draco llegó a una polvorienta esquina y se agachó, sacando una losa mediana del suelo; acto seguido, sustrajo un pequeño baúl de madera recamado de metales. El rubio miró a su alrededor, y Harry apenas alcanzó a ocultarse detrás de un librero. Después abrió el cofre y murmuró unas palabras, dándole unos golpecitos con su varita a la pequeña entrada que se agrandó mágicamente. Draco volvió a meter el cofre al agujero y susurró otras palabras. Finalmente, tomó su libro y bajó lo que parecían ser unas escaleras, desapareciendo de la vista.
Harry estaba oculto detrás de un estante, pero a través de una rendija entre los libros alcanzó a ver todo. ¿A dónde demonios se había ido Malfoy? De inmediato recordó el baúl en donde Barty Crouch Jr. había encerrado a Ojoloco durante cuarto año. Parecía ser el mismo hechizo expansor, pero no se imaginaba que tenía el rubio en aquel cofre. Después de pensarlo unos minutos, el chico se decidió y fue hacia el lugar donde Draco había descendido. Parecía no haber nada; la piedra que el rubio había sacado estaba medio oculta detrás de un anaquel, y el piso lucía normal. Harry apoyó con cuidado el pie en medio de la aparente losa, y se hundió como si de agua se tratara. El hueco seguía estando ahí, pero una ingeniosa ilusión hacia parecer que todo seguía uniforme. Harry siguió metiendo el pie hasta que dio con algo sólido, y con cuidado, fue bajando hasta que su cabeza estuvo dentro del piso. Debajo de la ilusión y dentro del baúl estaban unas pequeñas escaleras de piedra, que iban hacia una puerta de madera que estaba abierta. Por fuera no se podía oír nada, pero una vez dentro se escuchaba la canción de Light my Fire de The Doors a un alto volumen. La música salía de adentro de la habitación, y Harry se acercó silenciosamente a la puerta. Espiando desde el umbral, pudo ver a Draco de espaldas a él, sacando unos libros de un estante y lanzándolos a la cama mientras cantaba a voz de cuello y hacía un intento de baile sensual. El Gryffindor no supo si partirse de risa o asombrarse ante todo aquello; Draco Malfoy, en medio de una secreta habitación obviamente muggle, cantando y bailando como si fuera Jim Morrison, vestido con unos viejos pantalones castaños de piel y una amplia camisa con estampado de rayitas. El Gryffindor tuvo la tentación de pellizcarse para ver si no estaba soñando.
De repente, la canción terminó y Draco se dio la vuelta para cambiar el disco. Se congeló a mitad del paso al ver el asombrado rostro de Harry en el quicio de la puerta, viéndolo con una mezcla de burla y desconcierto en sus maravillosos ojos verdes.
-¿Qué... como.. como llegaste aquí?- preguntó Draco palideciendo visiblemente. Pero Harry no pudo mas y se empezó a carcajear, aferrándose al marco de la puerta para no revolcarse en el piso con la risa loca que le había entrado. Los ojos se le llenaron de lagrimas mientras la cara de Draco pasaba del desconcierto al coraje.
-¡Cállate! ¡Vete a burlar de tu abuela, tarado! ¡¿Qué demonios haces aquí?!- exclamó el rubio, abalanzándose contra Harry. El chico lo esquivó y entró en la habitación, tratando de contener la risa pero fracasando categóricamente. El rostro del rubio era todo un poema.
-¿Pero que... ja, ja, ja... que es todo esto, Malfoy?- preguntó Harry, tomando una camisa con un estampado de enormes flores de un perchero. Draco trató de quitársela pero el Gryffindor se volvió a escabullir, y saltando sobre la cama fue hacia el otro lado del cuarto –Seguro que este es tu secreto mejor guardado, ¿no es así? Ja, ja, ja, ¡no puedo imaginar la cara de Lucius si descubriera todo esto!- dijo el Gryffindor, abriendo un armario y revisando el interior.
Draco estaba furioso. Buscó su varita entre el desbarajuste que era su cama, y cuando por fin la encontró le lanzó un encantamiento aturdidor a Harry. Desgraciadamente el Gryffindor lo desvió con destreza gracias a un protego.
-¡Accio varita!- dijo Harry aún con la risita tonta, y desarmó a Draco con una pasmosa facilidad. –Ya, ya Malfoy, no te enojes... es solo que en verdad esto era lo último que podría haber esperado de ti, je, je... ven, siéntate y cuéntame como es que hiciste este lugar- El muchacho se sentó en la cama y les dio unos golpecitos al colchón junto a él, invitando a Draco.
-¡Púdrete! ¡Largo de aquí!- dijo el Slytherin sin perder su ceño fruncido.
-Oh, vamos, no seas así... ¡hip!... Yo te perdoné por la jugarreta que me hiciste hace unos meses, ¿recuerdas? ¡hip! Me debes una, así que ven acá y no te molestes conmigo, ¡hip! ¡Ah, maldita sea! Me dio hipo con la risa... y no recuerdo el encantamiento para quitármelo...-
-¿Entonces ya me perdonaste?- preguntó Draco esperanzado, olvidándose por completo de su enojo. Había pasado los últimos meses añorando a Harry mas que a nada en el mundo, pero sin el suficiente valor como para buscarlo. Creía que el chico aún lo detestaba, y lo que acababa de decirle fue un rayo de esperanza para su alma, patética e inexplicablemente enamorada del ojiverde.
-¡Hip! Claro que si, eres un maldito pero no puedo vivir para siempre sumergido en el ácido por tu... ¡hip! por tu culpa- dijo Harry, apuntándose con su varita y probando algunos hechizos que no funcionaron -¡Hip! Demonios...-
Draco se acercó y se sentó a su lado. Estaba pasmado, feliz, confundido, todo al mismo tiempo; y la visión del chico con hipo a su lado era lo mas hermoso que había visto alguna vez. El rubio sonrió y se levantó para servir un vaso con agua; se lo ofreció a Harry y este bebió unos sorbos, aguantando la respiración.
-¿Estas mejor?- preguntó sentándose de nuevo a su lado.
-Si... cof, cof... ejem... si, ya pasó... je, je, aún no entiendo que haces con un lugar como este...-
-Oh, ya deja de mofarte de una buena vez, ¿quieres?- dijo Draco con gesto enfadado.
-Esta bien, esta bien. Pero cuéntame de donde sacaste todo esto-
-Es una larga historia, Potter...- dijo el Slytherin, paseando la vista por aquel lugar que le traía tantos recuerdos.
¡Hola a todas! :D ¿Qué tal? Uff! Espero que les haya gustado este capítulo, que es el penúltimo de la serie. Como ven, el tiempo lo cura todo (o al menos lo difumina), incluso las ofensas graves como las que recibió Harry. Finalmente este cuento tiene un poco de angst, romance y humor, así que hay esta! Ya veremos si los chicos por fin llegan a algo en el ultimo episodio :)
Ahora, la respuesta a sus amables reviews:
-Dew: ¡Hola! Bueno, aquí se puede ver que Dumbledore no le creyó a Draco (y es que este señor lo sabe todo, je, je). Por lo visto, a Draco se le olvidó que Harry puede luchar contra la maldición Imperius. Gracias por tu review!
-Nima jaganashi: ¿Mala? Si, un poco, je, je - Y es que siempre hago sufrir un poco a estos chicos, pero ya vez! Al menos Harry termina por perdonar lo que Draco le hizo. Aunque eso si, ninguno de los dos sale librado del todo :P Es como la vida real, chica! Je, je. Mil gracias por tu review y que bueno que te haya gustado la historia :)
-Asosa76: ¿Qué tal? Bueno, que conste que Draco si sufrió y las consecuencias de sus actos le siguen hasta mucho tiempo después :P Si, no podía librarse de todos los cargos tan fácilmente, je, je - Que bueno que te haya gustado, gracias por el review! :D
-Maggie: Pues si chica, Draco trató de enderezar un poco las cosas después de lo que hizo (que no le haya funcionado es otra cosa, je, je). Pero ya vez, finalmente Harry lo dejo pasar y ahora tiene con que chantajear al rubio si le hace otra cosa mala, ja, ja, ja. Besos y gracias por tus comentarios.
-Gab: ¿Se te perdió la foto de Tom Felton? :( Si quieres te la mando de nuevo, solo avisame, ¿OK? Que bueno que te gustó el cap, gracias por tu review!! :D
-Verotto: Que bueno que te esta gustando este fic! - Me hace mucha ilusión recibir sus reviews, aquí esta el penúltimo capitulo que espero que te guste tanto como los otros :) Muchos besos y gracias!
-Murtilla: Si, pobre Draco, se quedó traumado con la muerte de la loca de su novia :P Por eso le remordió la conciencia e hizo lo que hizo. Y Harry no le siguió el juego en el momento, pero finalmente dejó de lado su coraje. Aunque falta ver si va a caer en las redes amorosas del rubio, je, je. Respuesta en el próximo capitulo! Gracias!!
-Vanesa C: ¡Hola chica! Que bien que te guste el fic, lamentablemente ya se acaba en el siguiente capitulo, pero igual y seguiré escribiendo mas Harry/Draco (que son mi pareja favorita, je, je :) Mil gracias por visitar mi página, en verdad aprecio mucho sus comentarios tanto allá como aquí. Te mando muchos besos y nos vemos en el próximo :)
-Maryam: ¿Qué tal? Gracias por tu review, si! Dumbledore salvó a Draco de Azkaban (no podía dejar que el chico que hace interesante el colegio se fuera, ¿o si? Je, je) y Harry finalmente perdonó al rubio :) Créeme, yo soy igual que tu, me gustan los finales felices - Aunque no todo es miel sobre hojuelas, mis pobres personajes de cualquier forma terminan arruinados, o exiliados, o rechazados :P Nada es perfecto, damn :( Veo que eres de la Orden Severusiana, fijate que estoy pensando en hacer un Harry/Severus, ¿cómo vez? A ver si me sale, nunca he escrito sobre esta parejita, pero me he quedado encantada con las traducciones de Alima21, je, je :) (léanlas, son buenísimas!!)
-Paola: Jo, pues a Harry le paso por la cabeza la posibilidad de que Draco lo quiso ayudar echándose la culpa, pero no lo perdonó hasta muuucho después :P Ahora hay que ver si si terminan juntos, quien sabe, je, je - Gracias por tu review y nos vemos en la próxima!!
-Ayesha: En este episodio queda complacida su majestad :D ¿Te imaginas a Draco imitando a Jim Morrison? Ja, ja, ja, lo se, no pude evitar escribir esa secuencia :) Ahora te toca ronronear, he! Je, je. Ya extraño leer algo tuyo, ¿slashfiction ya esta de nuevo en funcionamiento? Ah! Y please!! Enojate para que vuelvas a escribir algo del Diario de Snape, que es de mis favoritos!! - Muchos besos y estamos en contacto!!
-Conacha: Gracias por tus comentarios, sip! Draco es lindo (o al menos a mi me gusta imaginármelo así, je, je), pero también es un patán... ahhh! Que combinación, ja, ja, ja. Saludos!! :D
-Ali: ¡¡Hola amiga!! ¿Qué onda? Uff, tengo un montón de cosas que contarte, al rato te escribo - Ya empecé a leer todas las traducciones de Maria y tuyas, hay! Por fin tengo internet en casa!!! Jo, estoy muy contenta :) Muchas gracias por apoyar este fic, ya casi se acaba pero te tengo una sorpresita: Mi próxima historia será un Harry/Severus, en honor a el maravilloso Wanted :D ¿Qué te parece? Espero que te agrade la idea, ya lo he estado pensando y solo me falta redactarlo. Besos y estamos en contacto :)
OK, eso es todo. Como mencioné arriba, este es el penúltimo capitulo. Lamento haberme tardado tanto en publicar, pero ahora que finalmente tengo internet en mi casa, mi computadora hizo caput y valió gorro todos mis archivos de word :( Así que tuve que volver a escribir todo. Ojala y les haya gustado de cualquier forma :) Les agradezco de antemano sus comentarios, ya saben que para cualquier duda pueden escribirme. También pueden visitar mi página, la dirección está en mi perfil. Próximamente también voy a abrir un journal, me encantaría que lo visitaran :) Gracias!!! Ahora, algo importante:
Nota: Una amiga me dijo que hay alguien que usa mi nick (lanthirl) y parece que esta enviando mails a mi nombre desde otra cuenta de correo. ¡¡ESA NO SOY YO!! Yo solo escribo desde el mail de lanthir (guión bajo) l (arroba) hotmail.com o lanthir (guión bajo) l (arroba) yahoo.com No tengo otras cuentas que no sean esas, así que porfas! No se dejen engañar, no se que se trae esta persona, pero si les llega algún mensaje de ella, no es de mi parte, ¿OK? ¡Aguas!
Gracias y estamos en contacto!
Lanthir
