Gracias por los reviews del capítulo 1, aquí te dejamos con el 2 para que te la sigas curando de este pobre par que ha sido encadenado en contra de su voluntad.
Ya sabes. Digimon no nos pertenece, le pertenece a Akiyoshi Hongo.
Hechizo de amor
Por: Magus y Lince
Capítulo 2: La universidad de Tokio
Rika despertó lentamente con la sensación de haber tenido el sueño más escalofriante de toda su vida. En este, había sido atada mágicamente a ese petulante castaño, bocón, que había embotellado hacía algunos días; y para colmo, su madre le había dicho que esa cosa era su prometido, y que tendría que pasar todo un año unida a él. Suspiró al notar que había amanecido, y entonces la chica sintió que se movía. La pelirroja parpadeó un par de veces y luego se dio cuenta de que Ryo Akiyama, caminaba somnolientamente por el pasillo del segundo piso y la había estado arrastrando por el suelo todo el rato, al parecer, buscando el baño. Rika se levantó de un salto y soltó un grito de terror, mientras que Viximon salía corriendo de la habitación, al escuchar el escándalo, y se enredaba en los pies de Ryo, quién tropezó y cayó de bruces, seguido de la chica Nonaka, que gruñó furiosa. El castaño pareció despertarse un poco con la caída.
–¿Uh?, ¿qué? –balbuceó. –¿Dónde está el baño?
–¡Al fondo a la derecha, idiota! –bramó Rika, frotándose las rodillas y rechinando los dientes del coraje.
Ryo parpadeó un par de veces, todavía muy dormido, y siguió las indicaciones de Rika, quién con el andar de Akiyama, nuevamente fue jalada por esa fuerza invisible que la obligaba a seguir a su prometido a donde quiera que fuera. La muchacha trató de poner resistencia y retrocedía todo lo que podía cada pocos pasos, no queriendo ser dominada por ese invasor ignorante que ya se estaba paseando por su casa como si también fuera de él. Ella plantó los pies en la duela y se negó a caminar, enfurruñada; sin embargo, el chico era más grande y fuerte, así que Ryo en poco rato entró al baño y la pelirroja solo pudo chocar de frente con la puerta de madera que Akiyama cerró tras él. Rika soltó una palabrota, y Viximon trotó rápidamente hacia su dueña, quién parecía hacer un intento desesperado de despegar el cuerpo de la puerta, aunque sin conseguir gran cosa. La zorrita la miró extrañada y dejó escapar una risita por lo bajo; Rika, así como estaba adherida a la puerta, se le figuraba como uno de esos adornos magnéticos que se pegan en los refrigeradores, y la pelirroja, notándolo, fulminó a su mascota con la mirada.
–A la cocina… –jadeó Rika, cuando la fuerza de la cadena la estrujó con más intensidad contra la madera. Al parecer Ryo había entrado ya a la regadera, y comenzaba a escucharse el sonido del agua y el correr de una cortina. –Ahora, Vixi… –gruñó. –No pienso llegar tarde el primer día del semestre. –frunció el entrecejo, pensando. –Veámos… ve y aviéntate unos huevos, algo de tocino, jugo, y tostadas para el desayuno… y procura no hacer tiradero.
Viximon asintió y se alejó por el pasillo, perdiéndose de vista al bajar las escaleras. Rika suspiró y continuó siendo presionada contra la puerta de su baño; prolongándose el tormento durante varios minutos, y un par de canciones que Ryo cantó inspiradamente a todo pulmón.
–Esto no me puede estar pasando… –murmuró la pelirroja durante el segundo coro de Ryo de: "I feel good"
Ya cuando Rika estaba comenzando a sentir que se le entumecía el cuerpo, fue que escuchó que el castaño terminaba por fin de ducharse, y corría la cortina de la regadera, todavía tarareando. Pasado un rato, la perilla de la puerta giró, y la pelirroja jadeó al ser movida de nuevo por una fuerza invisible que casi la hizo chocar contra el torso fuerte y bronceado del castaño ojiazul, que envuelto en una bata blanca de toalla, la miró coquetamente.
–Hey, sé que soy irresistible; pero esto es demasiado. –bromeó.
Rika, que se encontraba suspendida algunos centímetros del chico gracias a la barrera del rechazo; resopló molesta y lo miró ceñuda.
–¡Me mojaste todo el baño! –gritó. –¡No puedo creerlo!
Y entrando al cuarto en una zancada, Rika cerró la puerta (que tenía su silueta marcada en relieve sobre la madera) y dejó a Ryo ahí estampado como hacía rato había estado ella. El chico Akiyama no sabía de qué sorprenderse más: si de encontrarse ahí pegado, semidesnudo a la puerta del baño de su ahora prometida obligada; o de que esta hubiera sido la primera mujer que se topaba en su vida que ignoraba de esa forma tan vil su cuerpo de gimnasio. En eso estaba Ryo, cuando uno de sus brazos, el encadenado, se levantaba sólo en el aire y se le doblaba hacia atrás; el chico jadeó y apretó los dientes al darse cuenta de lo que pasaba.
–¡Rayos, Nonaka! –gruñó. –¿Cuánto tiene que doblar una mujer el brazo para desabrocharse el maldito sostén? Lo estás haciendo a propósito, ¿verdad?
Akiyama pegó el oído a la puerta para escuchar mejor la respuesta.
–Cierra la boca, llorón. –contestó la pelirroja desde el interior, todavía desvistiéndose. –Como si no lo supieras…
–Bueno, en eso sí tienes mucha razón... –sonrió Ryo, dándose aires, aunque no por mucho. Un jaloneo repentino hizo que se aplastara la oreja derecha y tuvo que pedirle a Rika, a gritos, que le diera oportunidad de liberarla. Pasado el incidente, la chica entró a la ducha, y Akiyama se sintió presionado contra la puerta. –¡Woah!, ¡no manches! –gruñó Ryo, tratando de resistir. –¡Esto es inhumano!... ¡Ruin!... ¡Aaaaaaargh!, ¡Una mala jugada digna del tirano de mi padre! –el chico siguió gimoteando hasta que se petrificó al escuchar un crujido y entonces abrió los ojos como platos. –Nonaka… –susurró acobardado mientras intentaba no moverse. La puerta crujió de nuevo. –Nonaka… –la madera crujió con más fuerza y Akiyama tragó saliva al notar que varias grietas se formaban a su alrededor. –¡Nonakaaaaaaaaaaaa!
La puerta cedió y Ryo traspasó la madera, cayendo de cara contra los azulejos blancos del piso, que increíblemente se encontraban ya secos del todo. El castaño sacudió la cabeza y se enderezó algo aturdido. Una pelirroja con el cabello mojado asomaba la cabeza por una cortina azul marino (que sujetaba con una mano para asegurarse de que no mostrara más de lo necesario), y arqueó las cejas tranquilamente.
–Akiyama… Primero me inundas el baño, y ahora me destrozas la puerta… ¿quieres que te dé una maza para que de una vez me tumbes la pared?
El chico cerró los puños, ofendido.
–¡No fue mi culpa!
–Ni hablar. –lo cortó Rika, encogiéndose de hombros. –No puedo arreglarla sin mi varita, quédate ahí. –pronunció peligrosamente. –De frente a la puerta, ¿oiste? No voy a tardar mucho. A diferencia tuya, yo no acostumbro dar conciertos en el baño.
La cabeza de la pelirroja desapareció tras la cortina, y Ryo sólo se encogió de hombros mientras se sentaba sobre la tapa del inodoro, siguiendo las indicaciones de Rika, y suspirando sonoramente. El chico se dedicó por un rato a juguetear con sus pulgares, y luego se pasó una mano por la nuca de manera confundida. Le parecía muy extraño encontrarse en esa situación; estando ahí, sentado como si nada, mientras que una joven prácticamente desconocida para él se duchaba del otro lado. Akiyama se dedicó, al principio, solo a escuchar el sonido del agua, y a ver los diferentes accesorios que la pelirroja tenía en el cuarto de baño. pues para ser una gruñona histérica con la gente, tiene cosas muy agradables… pensó él, observando una canasta llena de pequeños jabones ovalados colocados ordenadamente junto a un cofre de plata que estaba lleno de botellitas alargadas con líquidos de colores y aromas distintos en un estante situado junto al lavamanos. Ryo sonrió, imaginando que tal vez esa joven estudiante se entretenía fabricando sus propios productos valiéndose de sus conocimientos de pociones. je, aunque no sea muy buena, es meritorio que practique haciendo este tipo de cosas… pensaba Akiyama para sus adentros. En eso estaba, cuando percibió, agradablemente, una fragancia deliciosa (proveniente de la regadera, la cual parecía pertenecer al shampoo que la muchacha se aplicaba en el cabello), y que por un momento al chico le embriagó los sentidos. El castaño parpadeó sorprendido.
–Oye, Nonaka. –la llamó extrañado. –¿qué, tienes una botella de shampoo exclusiva para ti? –inquirió. –el que usé hace rato olía diferente.
Del otro lado de la cortina, Rika emitió un ligero: ¿uh? de sorpresa, pero le respondió al joven de afuera casi inmediatamente.
–No, para nada. –le dijo ella. –es el mismo que usaste tú, sólo que es una mezcla que preparo para… –titubeó ligeramente. –asegurarme de ciertas cosas. –concluyó de una forma muy poco convincente.
Ryo chasqueó la lengua un par de veces.
–Nah, ¿O sea que implementas la poción de "la esencia personalizada" en tu botella de shampoo? –balbuceó Ryo, incrédulo. –Se supone que el olor resultante depende de quién la usa… –susurró de manera pensativa. –¿Qué andas buscando sobre ti misma? ¿Eso no es algo muy avanzado para una chava de octavo?
–No tengo idea. –contestó Rika, hablando con naturalidad, pero con una sonrisa orgullosa en los labios. –Se supone que soy una bruja torpe, ¿no?
Ryo se encogió de hombros.
–Bueno, tal vez sea cierto que cuentas con ciertas destrezas. –admitió.
Rika pareció sorprenderse un poco por el conocimiento aparente que Ryo demostraba tener sobre pociones, y sonrió ligeramente. Akiyama de pronto sintió que la tensión de la cadena disminuía un poco y parpadeó sorprendido, ¿Habría tenido que ver con lo que había dicho? Sacudió la cabeza, saliendo de sus deliberaciones, y comenzó a morderse la uña nerviosamente; ahora podía acercarse un poco más a la pelirroja, pero era una locura, no entendía porqué rayos quería hacerlo; el impulso de girarse era algo que en ese momento le parecía sumamente tentador por algún extraño motivo…
El chico miró de reojo por sobre su hombro y antes de que hiciera cualquier otro movimiento, la voz de Rika lo tomó por sorpresa.
–Akiyama, tú que te atreves, y yo que me encargo de hacerte trizas el orgullo… –susurró, como si le hubiera adivinado el pensamiento.
El encanto pareció desvanecerse y la cadena volvió a tensarse, Ryo resopló molesto.
–¡Tú estás demente! –soltó. –Y ni en sueños me molestaría en verte… eres demasiado flaca para mi gusto.
Repentinamente, la fuerza de la barrera del rechazo empujó violentamente a Ryo, quién se pegó de frente con el lavabo y se cayó al suelo, aturdido. Al otro lado de la cortina, una pelirroja desnuda caía también dentro del espacio de la regadera; y luego volvía a enderezarse, soltando un grito exasperado.
–¡maldita cadena estúpida! –chilló adolorida, mientras pateaba el piso con furia.
Algunos minutos y gritos después, los dos chicos lograron salir del baño y se dirigieron a su cuarto para cambiarse como lo habían hecho la noche anterior (usando sus varitas), repararon la puerta que se había roto; y Rika (que cojeaba cada dos pasos.) recogió sus cosas de la escuela, mientras que Ryo (quién tenía un enorme chichón en la frente) criticaba lo descuidado que Rika tenía su caldero mediano (ante la exasperación de la pelirroja que sólo lo ignoró y lo jaló, como pudo, hacia la cocina para desayunar.) Cuando entraron a esa parte de la casa, se sentaron frente a una barra desayunadora, y Rika se sirvió jugo de naranja en un vaso de vidrio, mientras que Ryo veía atónito que una niña rubia de unos trece años, y ojos celestes, les servía unos platos con: huevos, tocino y pan tostado. La niña le guiñó un ojo y Akiyama parpadeó.
–¿Viximon? –soltó él.
La niña asintió, sonriente y se giró para recoger las cosas que había utilizado para preparar el desayuno. Ryo miró a Rika, quién ya había comenzado a comer en silencio. La pelirroja, notando la confusión de su pareja, se encogió de hombros.
–¿Qué? ¿Pensabas que Viximon sólo era un zorro parlante? –inquirió la muchacha, mientras mordía un pan tostado. –Viximon puede cambiar de forma y adoptar la apariencia que desee, por eso la tengo conmigo, ella me ayuda a atender el negocio cuando estoy en la escuela.
Y al decir aquello, Viximon asintió ligeramente, brilló momentáneamente y se transformó en una muchacha igualita a Rika, (aunque más sonriente). Ryo sonrió y comenzó a comer, cada vez más sorprendido de que la pelirroja Nonaka pareciera siempre pensar muy bien en todo lo que hacía. La comida se llevó a cabo tranquilamente, y cuando Rika se levantó y recogió los platos, a Ryo no le quedó más remedio que acompañarla hacia el fregadero y quedarse de espectador mientras la chica limpiaba todo. La pelirroja le dejó unas últimas indicaciones a Viximon sobre la ubicación de los concentrados, ya preparados, para las pociones que le pidieran, y la otra muchacha asintió obedientemente (aunque aparentemente sin entender gran cosa), despidiéndolos a ambos en la puerta al entregarles unas cajas de almuerzo, un par de minutos más tarde. Ya afuera, la pareja caminaba silenciosamente rumbo a la universidad de Tokio que quedaba algo retirada, por lo que tuvieron que abordar el metro y hacer caso omiso de las miradas curiosas que les dirigía la gente, pues para cualquiera que no conociera la verdad de las cosas, Ryo se veía como una especie de maniaco que acosaba a esa pobre pelirroja que solo bajaba la mirada, y por el otro lado, Rika se veía como una especie de chica miedosa que no hacía nada para alejar a ese acosador; por lo que Akiyama y Nonaka se sintieron sumamente aliviados de abandonar el tren y encaminarse a la entrada de la Uni, que ya estaba abarrotada de muchos estudiantes que se dirigían a sus facultades; algunos charlaban alegremente en grupos compactos, mostrando sus capas nuevas o el más reciente accesorio para enfundar la varita; algunas chicas cotilleaban por ahí discutiendo qué modelo de túnica de la colección de Rumiko Nonaka debían comprarse para la nueva temporada; y otros solamente se encargaban de jugarles bromas pesadas a los estudiantes nuevos, materializándoles pequeñas nubes de lluvia por sobre la cabeza, usando el hechizo zancadilla para hacerlos tropezar, o él clásico gaslocuis (que hacía que el afectado eructara cada que abría la boca.) Ryo se reía a carcajada suelta por las novatadas, mientras que Rika lo miraba reprobatoriamente, la chica suspiró y se dirigió hacia el interior del plantel, seguida del joven castaño que caminó a regañadientes. Ahí por los pasillos, fue que Juri les salió al paso, acompañada por un chico alto, de cabello castaño alborotado y ojos carmesí que saludó a Rika animadamente.
–¿Qué hay, Rika? –le dijo. –¿Te contó Juri que en Okinawa encontré unas maldiciones antiguas en una cueva secreta? –preguntó orgulloso, mientras sacaba un sobre de su mochila. –¡Las fotografié y están increíbles! Pienso enseñárselas a la profesora Asanuma en cuanto entremos a clases.
Rika sólo inclinó la cabeza y Ryo parpadeó confundido, completamente desubicado, el arribo de los recién llegados lo había tomado por sorpresa, ya que pensaba que Rika sería una especie de bicho raro antisocial y sin amigos. Juri miró a Ryo de reojo y sonrió ligeramente, clavando la mirada en su amiga.
–Rika Nonaka. –susurró melosamente. –No me digas que este "papazote" era el problema del que te querías deshacer el jueves…
Ryo y Rika se ruborizaron apenados, al momento que el chico de ojos carmesí soltaba un indignado: ¡Hey! ¿Y yo qué, estoy pintado? Juri soltó una risita, mientras que su acompañante sólo se rascaba la cabeza aturdidamente.
–Hola, soy Juri Katou. –le dijo la muchacha a Ryo, mientras le estrechaba la mano al perturbado Akiyama que miraba de reojo cómo Rika parecía estar suplicando mentalmente que la tierra se partiera y se la tragara en ese mismo instante. –Estudio la carrera de hechicería oscura, y este es mi novio, Takato Matsuki. –indicó, rodeando el brazo del castaño que saludó haciendo un movimiento de cabeza. –Él estudia la carrera de brujería rúnica. –explicó calmadamente, luego volvió a mirarlos alegremente. –¿Hace mucho que están saliendo juntos?
Nonaka y Akiyama negaron frenéticamente con la cabeza (ambos con la cara roja y los ojos de punto) Rika jaló a Juri de la muñeca y la llevó a un aula vacía, junto con Takato y Ryo, (obviamente) La pelirroja resopló y se apartó el flequillo de la cara, acaloradamente.
–Escucha Juri. –le dijo gravemente. –Esto no es lo que parece.
–¡De verdad que no! –complementó Ryo.
Y rápidamente, Rika puso a sus amigos al tanto de la situación en la que se encontraban.
–¡"rale! No tenía idea. –soltó Juri, estupefacta; a su lado, Takato estaba que se moría de la risa, pero se contuvo al ver la mirada reprobatoria que le dirigió su novia. –¿Y cuánto va a durar? –les preguntó amablemente.
–Supuestamente, un año. –respondió Rika con pesadumbre.
Juri se mordió el labio.
–¿Y ya checaste si ese hechizo tiene una "salida fácil"? –susurró, frotándose la barbilla. –se supone que todos los hechizos tienen una.
A Rika y a Ryo se les iluminó el rostro.
–¡No lo habíamos pensado! –dijo Ryo, emocionado. –¡Pero podría existir una! ¿No es eso bueno, Nonaka?
Rika asintió con la cabeza, igual de emocionada que su prometido; nuevamente ambos volvían a sentir que la cadena se aflojaba ligeramente. De pronto, se escuchó el timbre que anunciaba el comienzo de la primera hora. Juri y Takato se despidieron de Rika y de Ryo, y abandonaron el salón rápidamente, cada quién tomando el rumbo que le correspondía. La pelirroja y el castaño se miraron de reojo.
–No nos conocemos. –dijeron los dos al mismo tiempo.
–Muy bien. –volvieron a responderse.
Y se sentaron en hileras diferentes.
–¡Buenos días! –saludó una chica de cabello corto que iba entrando al salón, acompañada de una chica rubia. –¡Buenos días Nonaka!
–Hola Ayaka. –respondió Rika, sin mucho ánimo.
–¿Qué tal las vacaciones? –preguntó la rubia, sentándose una hilera delante de Rika. –Leí lo que ocurrió, en el periódico, fue una verdadera lástima. ¿Estás bien? –inquirió la chica de manera compasiva.
–Sí, sí, Miki. No fue nada. –la cortó Nonaka. –Ya me repondré.
Ayaka y Miki miraron a Rika con los ojos brillantes.
–¡Eres tan valiente, Nonaka!
Rika giró los ojos, mientras que a 3 hileras de distancia, Ryo Akiyama miraba incrédulamente a la pelirroja, quién cada vez parecía más amable con todo el mundo, excepto con él, y de pronto se sintió algo intrigado por saber eso de lo que las chicas le preguntaban, ¿Qué cosa que había salido en el diario? Tendría que investigarlo por su cuenta porque estaba seguro de que Rika jamás se lo diría. Estaba pensando en eso, cuando entraron el resto de los alumnos de la clase, seguidos de una mujer de aspecto enérgico y cabellera larga color caoba, que llegaba acompañada de un enorme Meramon. Que sostenía un caldero muy grande entre sus manos.
–Buenos días, clase. –les dijo, una vez que hubo dejado sus cosas en su escritorio, y que su Meramon se hubo sentado en una silla de piedra que parecía pertenecerle. –Bienvenidos estudiantes, al octavo semestre de Alquimia.
–Buenos días, profesora Reika. –respondieron los chicos, de pie, para luego tomar sus asientos.
–En unos momentos les explicaré la solución adecuada que debieron haber implementado en su proyecto de pociones indetectables que les dejé de tarea. Sin embargo, ahora quiero que conozcan a un integrante nuevo de esta clase. –pronunció la profesora, mientras abría su libreta de registro, y recorría los nombres con su dedo índice. –Akiyama Ryo...
–¡Sí! –respondió el castaño, poniéndose de pie. (Rika hacía como que se acomodaba la coleta, porque su mano encadenada se había alzado cuando Ryo se había levantado de golpe.)
–Akiyama es un estudiante ya graduado de la universidad de Fukuoka que nos acompañará durante los próximos 2 semestres por cuestiones de investigación sobre su especialización sobre las técnicas de la alquimia moderna, tengo entendido... –Bueno, espero que lo hagan sentir bienvenido.
–Sí. –respondieron los alumnos a coro.
La profesora se dio la vuelta, comenzando a escribir algunas cosas en la pizarra, mientras que los estudiantes se giraban hacia Ryo para mirarlo de reojo. Rika se sonrió de que la estancia de Ryo en el grupo se viera tan bien justificada. Y Ryo sólo se rascaba la nuca, sorprendido de que los padres de ambos hubieran resuelto hasta el más mínimo detalle de la situación. Después de un rato, la profesora se giró hacia la clase y les dejó ver lo que había escrito en la pizarra: una complicada lista de ingredientes que ya había apuntado el último día del semestre anterior.
–Supongo que recordarán que les dejé éste proyecto de tarea. Ahora, habíamos dicho que el resultado final, debía ser una poderosa infusión para acelerar la actividad molecular, en teoría, si sale bien, uno sería capaz de moverse más rápido mientras todo lo demás parece ir más lento; pero si sale mal, ¿qué ocurre, Yamazaki?
–Uno explota, profesora. –respondió un chico de la segunda fila.
–Así es. –confirmó Reika. –Señor Akiyama, ¿sería tan amable de demostrar la solución al problema de la manera clásica? Tengo entendido que ese es su ramo...
Ryo, desde su lugar, parecía estar sudando frío. Cualquier movimiento de uno, haría que el otro se moviera. Por el rabillo del ojo, vio que Rika parecía estar pensando lo mismo.
–Eeeeeh... bueno. –titubeó el castaño.
–Vamos, no sea tímido. –insistió la profesora. –Seguro que muchos de los presentes nos morimos por ver sus habilidades.
Algunos estudiantes asintieron con la cabeza y otros comenzaron a animar a Ryo, quién sentía que de pronto las tripas se le hacían un nudo; pero al final, se levantó de su asiento, y Rika conteniendo un gemido, se aferró a su silla con todas sus fuerzas; algo que le parecía imposible, dado que su mano y su pie encadenados intentaban seguir al castaño Akiyama que se dirigía ya hacía la pizarra. Ryo se detuvo a medio camino, dándose cuenta de que la cadena ya estaba tensa, y siguió caminando muy despacio, hasta llegar al pizarrón; detrás suyo, Rika definitivamente estaba conteniendo las ganas de gritar de dolor, pues sentía que si Ryo avanzaba un paso más, su brazo desprendido iba a acompañarlo. Ryo comenzó a escribir con su mano libre a una distancia bastante lejana de la pizarra, cosa que hacía parecer como si el castaño tuviera problemas de visión; pero cuando el problema lo obligó a desplazarse un poco más hacia la derecha, el sonido de un crujido y una caída hizo que Ryo mirara hacía atrás de reojo. Rika se había ido hacia delante, y en ese momento, caminaba furiosamente hacia él, con los ojos chispeantes.
–¡Eres un torpe! –murmuró la pelirroja, frotándose el hombro lastimado y parándose junto a Ryo, quién se encogió de hombros a manera de disculpa.
Un silencio perturbador inundó el aula, mientras que la profesora y los alumnos los veían a ambos con los ojos muy abiertos, como si no entendieran lo que había pasado. Rika, al darse cuenta de que los observaban, sujetó un trozo de tiza y borroneó la última línea que Akiyama había escrito.
–Las hojas secas de prímula deben añadirse cuando la temperatura es de 85 grados y sólo durante 8 segundos, o de lo contrario, el sabor delataría la pócima que se supone debe ser indetectable. –soltó Rápidamente, como si la corrección a ese detalle hubiera sido el verdadero motivo por el que se hubiera levantado de su sitio.
Ryo parpadeó confundido, se rascó la nuca y leyó lo que la pelirroja había escrito sobre el borrón. Era cierto. La profesora Reika asintió con la cabeza y los estudiantes la siguieron, lógicamente, ante lo dicho. Ryo no lo podía creer ¡es una maldita genio! pensó. Pero eso no se iba a quedar así, sin importar si Rika intentaba salvar la situación, no lo iba a hacer quedar como un tonto frente a la clase. Tomó firmemente su trozo de tiza y siguió escribiendo, debajo de la línea que Nonaka ya había escrito.
–Cierto, compañera. –le dijo. –pero disminuir la temperatura a 85 grados, solo haría que se perdiera el punto de ebullición que se necesita para la sal de foc nuo. –explicó Ryo, mientras escribía ante Rika, quién lo miraba con los brazos cruzados, analizando lo que decía. –Entonces, lo mejor sería utilizar una tabla de equivalencias para compensar el tiempo por la temperatura.
Rika rechinó los dientes y siguió escribiendo más abajo. Luego Ryo lo hizo. Luego Rika. Luego Ryo. Luego Rika... siguieron así, hasta tapizar el pizarrón con notas, cada una acompañada de su respectivo insulto disfrazado de sapiencia. Las palabras y el orgullo llevaron a que los ánimos se calentaran y a que cada quién desenfundara su respectiva varita, preparándose ambos para lanzar un maleficio hacia el otro, hasta que la profesora desenfundó su propia varita y apuntó a la pareja, que fue sacudida por un ligero choque eléctrico que los obligó a soltar sus armas.
–Muy bien, ustedes dos. Ya todos entendimos el punto. –los reprendió Reika desde el asiento de madera en el que se encontraba en un rincón. –Comprendimos que un par de alquimistas cerrados y un problema de nivel avanzado no deben mezclarse. A sus lugares, ya.
Rika y Ryo recogieron sus varitas y se dirigieron miradas asesinas durante el trayecto a sus respectivas mesas. La profesora Reika continuó con la clase y Ryo se cruzó de brazos furioso, mientras que Rika abría su cuaderno de golpe y comenzaba a garabatear en él las anotaciones de la pizarra. Veinte minutos después, ya explicada la teoría de la mezcla que se iba a realizar esa mañana, la profesora llamó a dos estudiantes para que se acercaran a su escritorio y comenzaran a repartir unos frascos de vidrio, que parecían contener un líquido azulado que humeaba intermitentemente, para la práctica.
–ok, sus compañeros les van a entregar muestras de la infusión de la ondina, para realizar un par de filtros de paralizamiento temporal. –avisó Reika. –Tengan cuidado.
Rika cerró su cuaderno y acercó su caldero, junto con el resto de los ingredientes que necesitaría; entonces su boligrafillo rodó de la mesa y cayó al suelo mientras ella sostenía sus tubos de ensayo, así que estiró el pie para alcanzarlo. En ese instante, el pie de Ryo se movió involuntariamente debido a la cadena e hizo que uno de los chicos que traían esos frascos azules se tropezara y le tirara el contenido encima a una chica que chilló aterrada, mientras se le congelaba la cabeza. La profesora Reika, se levantó de un salto y le hizo una seña a Meramon, quién asintió con la cabeza.
–¡Santo cielo! –soltó, mientras que Meramon avanzaba hacia la muchacha y la tocaba con una mano encendida que la descongeló al instante. –¡Nakagawa, le dije que tuviera cuidado con eso!
El chico se rascó la cabeza de forma apenada.
–Lo siento, profesora. Me tropecé.
Ryo tragó saliva y dirigió la vista inmediatamente hacia Rika, quien parpadeó un par de veces, confundida. Akiyama movió sus labios sin emitir un solo sonido. ¡Lo hiciste a propósito! le reclamó indignadamente. Rika apretó los puños y le respondió de la misma forma. ¡Claro que no! La pelirroja le volteó la cara y siguió con lo suyo, Ryo ayudó a que el chico que estaba en el suelo, se levantara, y entre los dos, limpiaron el desorden, aunque el castaño procuraba hacerlo todo con la mano izquierda para que del lado de Rika no ocurriera ningún accidente que dañara a terceros, Ryo sonrió disimuladamente, su venganza llegaría más tarde. La práctica continuó por algunos minutos sin algún tipo de contratiempo. Ryo mezcló algunos ingredientes que tenía enfrente y miraba continuamente por el rabillo del ojo hacia Rika, hasta que se percató de que la pelirroja en ese momento alargaba su diestra hacia un tubo vacío, sosteniendo en la izquierda un frasco de tinta de calamar. Akiyama sonrió malévolamente y con la mano derecha hizo la pantomima de levantar algo y voltearlo sobre su cabeza con lo que Rika hizo exactamente lo mismo con su mano encadenada, vaciándose toda la tinta encima. La pelirroja se estremeció en su sitio mientras el líquido le chorreaba por la cara. Miró inmediatamente hacia Ryo, quién se partía de la risa, y rechinó los dientes.
–¡Cretino! –gritó furiosa.
En ese instante, Rika brilló de blanco momentáneamente y Ryo fue expulsado por una fuerza invisible que lo envió volando hacia la ventana, de la cual el castaño rompió los cristales y atravesó con estrépito. La pelirroja jadeó al ser jalada por otra fuerza que la arrastró hasta la ventana, de la que se asió como pudo para no caer por ella. Todo el salón presenció la escena con los ojos completamente abiertos, mientras que Rika (con medio cuerpo fuera del edificio) trataba de levantar al castaño Akiyama, que en esos momentos oscilaba en el aire suspendido por algún tipo de cuerda invisible.
–¡Eres una loca! –le gritaba Ryo, suspendido de cabeza.
–¡Y tú eres un estúpido! –chillaba Rika desde el borde de la ventana.
Ryo apretó los dientes y comenzó a balancearse hasta que consiguió entrar por la ventana que tenía cerca suyo. El castaño miró sonriente a la nerviosa pelirroja que lo miraba un piso más arriba.
–No te atreverías... –susurró ella en voz baja.
–Pruébame. –respondió Ryo, entrando de lleno al edificio.
Rika jadeó al ser atraída hacia el suelo. Ahora su pareja estaba un piso más abajo, corriendo en dirección hacia el pasillo. La pelirroja anduvo a cuatro patas hasta que esa fuerza hizo que se pegara más hacia el piso, continuó arrastrándola por el suelo por un rato, y entonces Rika se golpeó fuerte en la cabeza con la puerta del aula. Sus compañeros ahogaron un grito y Rika maldijo, mientras que usaba su mano libre para tantear su cinturón en busca de su varita.
–¡Fortia! –gritó Rika mientras su cuerpo brillaba y ella lograba levantarse, limpiándose con la manga el hilillo de sangre que le resbalaba por la sien.
La pelirroja hizo la pantomima de jalar una cuerda invisible con ambas manos y entonces retrocedió cuando Ryo Akiyama gritó desde afuera y chocó con la puerta cerrada. Después de una pausa, el cuerpo de Rika dejó de brillar y la puerta del salón fue corrida por Ryo, quién entró dándose de tumbos y cayó desmayadamente sobre el suelo del salón. Rika suspiró agotada y se sentó a metro y medio de distancia del castaño Akiyama. Sus compañeros de clase los miraban atónitos, y la profesora Reika se plantó frente a ellos con los brazos cruzados y la pinta de jamás haber estado tan enfadada en su vida.
–Nonaka, usted y Akiyama, háganme el favor de ir a la oficina del director y su compinche... –siseó indignadamente. –El resto de los que están aquí, sí están interesados en aprender alquimia...
–P-pero... –replicó Rika.
–Ahora... –gruñó la profesora de manera amenazante. –Jamás me hubiera esperado esto de usted... ¡Meramon!
Meramon avanzó y se detuvo frente a la pareja. Rika se mordió el labio y se levantó pesadamente, alzando su brazo un par de veces para que Ryo reaccionara, el castaño parpadeó aturdido; y percatándose de la situación, meneó la cabeza y siguió a su prometida pelirroja fuera del salón. El digimon de fuego los encaminó por los pasillos, hasta guiarlos hacía una gran puerta de roble en la que una placa plateada tenía grabada la leyenda: Director y compinche. Se quedaron de pie, ahí afuera, solo mirando la placa, hasta que Meramon le dio a la pelirroja, un ligero empujoncito con el codo.
–Todo saldrá bien, Nonaka. –susurró el digimon, amablemente.
–Gracias, Meramon. –respondió Rika.
La pelirroja tomó aire y golpeó ligeramente la madera de la puerta.
–Adelante. –contestó una voz tranquila.
–Sí, adelante. –repitió otra voz más aguda y suave.
La puerta se abrió sola, y Rika y Ryo cruzaron a través de ella; los chicos recorrieron las miradas por la peculiar sala de dirección, repleta de artefactos mecánicos extraños y de pelotas de soccer, y se sentaron en un par de butacas de madera situadas frente a un gran escritorio de caoba brillante, tras del cual estaba sentado un hombre rubio de gafas oscuras, acompañado de una pequeña criatura blanca de ojos grandes y verdes.
–Así que... Nonaka. –susurró el hombre, acomodándose los lentes, al ver a la pelirroja cubierta de tinta negra que tenía sentada frente a su escritorio. –Jamás pensé que me la toparía por aquí...
–Sí, jamás... –repitió el pequeño ser blanco.
El rubio pareció dirigir la vista hacia Ryo, quién se encogió ligeramente en su sitio.
–Director Yamaki, verá... –comenzó Rika. –¡y compinche Calumon, claro! –añadió, al notar la mirada del pequeño digimon blanco que asentía solemnemente. –Lo que pasó...
–Sí, lo sé. –la cortó el director, mientras tomaba unos papeles de su escritorio y los acomodaba antes de guardarlos en un fólder, para entregárselo a Calumon, quién lo tomó y se lo llevó flotando hacia un enorme archivero dorado del cuál abrió un cajón, guardó su cargamento, y cerró con un golpecito del pie. –Calumon, dame el expediente de la señorita Nonaka, por favor. –pidió Yamaki, tranquilamente.
–ok. –asintió el digimon, descendiendo hacia el cajón de la etiqueta M-N, y sacando de dentro un fólder que le entregó al director Yamaki, que se aclaró la garganta antes de abrirlo y echarle una ojeada.
Rika estiró un poco el cuello; pero sin lograr leer nada. El director Yamaki, pasó las hojas rápidamente, se quedó detenido cerca del final, tomó la última página y la lanzó hacia su izquierda donde la página flotó ligeramente hacia una máquina de escribir, que entró en acción por sí misma.
–Agosto 9. En el primer día del octavo semestre, Nonaka y su pareja Akiyama crearon un disturbio en el aula 104 de alquimia... –dictó el director. –Sin daños graves, el castigo se limitó a una semana de horas extra en el laboratorio de materias primas bajo la supervisión de su profesora, debido al historial que Nonaka ha presentado con anterioridad y dada su actual circunstancia.
Yamaki recogió la página y la guardó en el fólder, entregándoselo a Calumon que se le llevó flotando. El director sonrió ligeramente y entrelazó sus manos, chocando sus pulgares.
–Así que... Víctimas del hechizo catena unio, ¿no?
Rika y Ryo miraron a Yamaki de forma sorprendida, pero luego asintieron levemente.
–Oh, sí. –comenzó el director. –Es tan difícil de sobrellevar. Recuerdo que en mi juventud estuve atado también como ustedes, a una bella estudiante de alquimia...
Rika comenzó a morderse la uña. Sabía a la perfección que la profesora Reika y el director Yamaki estaban casados; pero nunca imaginó que ellos también hubieran pasado por el hechizo catena unio, ¿significaría que tendría que comenzar a aceptar que terminaría casándose con Ryo?... Para nada, ya encontraría la forma de librarse de él, después de todo, no necesitaba pasar por otra experiencia de ese tipo. La chica arqueó las cejas
–Director, ¿entonces la profesora Reika también lo sabía? ¿Lo supieron por nuestros padres?
–Sus padres nos pusieron al tanto de la situación. –explicó el director. –aunque claro, nosotros recordamos muy bien lo vergonzoso que puede resultar a veces, por eso decidimos no revelarlo. Aunque parece ser que su pequeña exhibición en el laboratorio arruinó un poco las cosas. Supongo que Reika imaginó que habrían podido manejar la situación con un poco más de madurez...
Rika volvió a morderse la uña, y Ryo carraspeó desde su asiento.
–Disculpe director, fue mi culpa. Yo soy el mayor y debería de controlar mejor las cosas.
Yamaki se quitó las gafas y miró al castaño fijamente.
–Está bien. –le dijo. –Solo recuerde que la atadura nos ayuda a percatarnos de las cosas que no podríamos conocer de encontrarnos separados...
Ryo parpadeó un par de veces, algo intimidado por la mirada de Yamaki.
–S-sí, señor. –balbuceó Akiyama.
Calumon pasó volando por sobre la cabeza de Yamaki y se colocó sobre su sombrero gris, mientras que el director solo volvía a colocarse las gafas oscuras.
–Eso es todo muchachos. –les dijo levantándose de su asiento y estrechándoles las manos. –Mañana mismo inician con su castigo; ahora, regresen a sus clases y traten de llevarse bien, al menos dentro de las aulas... todos sabemos el desastre que es esta escuela durante la hora del almuerzo, ¿no? –inquirió, arqueando las cejas, a lo que Rika solo asintió un par de veces, como si esa frase tuviera algo que ver con ella. Yamaki los acompañó hacia la puerta y los chicos salieron del despacho, siendo detenidos un momento por el director, que comenzó a rascarse la barbilla ligeramente antes de añadir:
–Y ni intenten con la salida fácil. –les dijo. –Es más fácil hacer que lluevan peces...
Rika pareció desanimarse por el comentario y Ryo sólo se encogió de hombros. Antes de que se retiraran, Calumon saltó al hombro de Ryo, para susurrar en su oído:
–La amabilidad y la confianza siempre son capaces de derribar cualquier barrera, no importa cuán dura sea.
Yamaki levantó a Calumon y volvió a colocarlo sobre su sombrero, cariñosamente.
–Nos estaremos viendo, jóvenes. –se despidió el director, al momento en que la puerta de roble se cerraba mágicamente.
La pareja se quedó en el pasillo un momento sin decir nada, hasta que Rika suspiró ligeramente.
–Vamos al baño, Akiyama. –susurró la pelirroja, sin mirarlo. –Quiero limpiarme la tinta, lo único que faltaría sería que me vieran así en la cafetería.
–Eeeeh, de acuerdo.
Ryo siguió a Rika por el corredor y doblaron en una esquina, en donde la pelirroja se enfiló hacia el baño de chicas, Ryo esperó afuera, mientras recorría los alrededores con la vista, y pensaba sobre lo que habían hablado con el director. Tal vez sí era cierto eso de que si intentaban conocerse un poco, las cosas entre ambos podrían ser más llevaderas. Rika salió algunos minutos después, ya limpia, y secándose con la punta de la varita. Ryo se pasó una mano por la nuca.
–Lamento que te hayan marcado tu expediente. –se disculpó.
Rika se encogió de hombros.
–Cómo sea. Nunca he sido la gran cosa. El director suele exagerarlo todo. La mitad de los duelos de magia de la cafetería han sido cosa mía; así que esto no es más que otra marca para el historial Nonaka.
Ryo arqueó las cejas y sonrió ligeramente.
–¿Te parece que me siente a una mesa de distancia? Así el laboratorio no correrá riesgos, ni tampoco tu sucio expediente. –comentó sonriéndose.
Rika se encogió de hombros nuevamente.
–Cómo quieras.
Y continuaron con su camino, de regreso al aula 104.
° ° °
–¡Noticia de último minuto! –gritaba un chico de cara afilada y cabello castaño alborotado, adornado por una visera de color azul marino, que entraba a la cafetería sosteniendo una bola de cristal en su mano. –¡Nonaka "gato salvaje" tiene pretenso para matrimonio! ¡Lo he visto en la bola!
Una joven rubia de coletas y que vestía de negro le quitó la esfera de cristal al recién llegado y la hizo girar en su dedo, al momento en que la convertía en un globo relleno de agua que le lanzó al chico a la cara.
–¡Hirokazu, qué incompetente! –pronunció la joven, sonriendo al ver que el globo se había reventado y había salpicado completamente al flacucho de Hirokazu. –Ya se sabe la noticia. Los compañeros de Rika ya se encargaron de eso.
–¡No es justo! –chilló Hirokazu. –¡Creía tener la primicia por parte de Ayaka!
–¿No que lo habías visto en la bola? –sonrió la rubia, cruzándose de brazos.
–¡Alice, eres una pesada! –gritó el chico, sacando su varita y apuntando a los restos de globo que estaban en el piso, que mágicamente volvieron a unirse, se convirtieron en una esfera de cristal y flotaron de nuevo hacia la mano de Hirokazu. –No me parece nada divertido el humor de los Metamorfos. –susurró despectivamente.
Alice se encogió de hombros y se guardó los pulgares en los bolsillos de los jeans.
–Necesitabas un escarmiento por intentar contribuir en todo esto... –pronunció Alice mirando el alboroto que se traían los estudiantes en la cafetería. –Agradece que ni Rika ni Juri se han aparecido por aquí... me cae que hoy la cafeta si truena.
–Ay, ya, ¡qué malvada eres Mc Coy!, nada más me recuerdas siempre que esa Katou se interpone entre Takato y yo.
–Sí, y el hecho de que Takato no es gay.
–¡Maldito destino, que eres cruel! –chilló Hirokazu, abrazando su bola de cristal. –Ya, me voy con Kenta porque tú, definitivamente me caes mal, Mc Coy.
Hirokazu se alejó de Alice, caminando amaneradamente y sentándose junto a un chico de cabello verde y gafas redondas que escuchaba lo que decía otro chico de cabello corto, erizado y de color azul.
–¿Qué hay Henry? –saludó Hirokazu poniendo su bola de cristal sobre la mesa. –¿Quieres que vea en el futuro a ver si algún día vas a poder controlar a tu molesta novia Mc Coy? –desvió la vista hacia Kenta. –¿Qué onda, Kenta? Que guapo te ves con esas gafas, ¿te las cambiaste verdad?... Bueno, entonces qué, Henry, ¿quieres que vea en la bola de cristal?
Henry parpadeó confundido, luego Alice llegó, lo abrazó por la espalda y lo besó en la mejilla, a lo que el chico de ojos grises sonrió y meneó la cabeza.
–Alice me gusta tal como está. –contestó Henry.
Alice se sentó junto a Henry y ambos se besaron.
–¡Dios, estoy almorzando! –susurró Kenta, burlonamente. –Pero, bueno, Henry, me estabas platicando lo de tu pergamino, viejo. No te salgas por la tangente.
–¡Ah, sí! –soltó Henry cuando se separó de su novia, que comenzó a rebuscar una caja de almuerzo de su mochila. –Pues, entonces el profesor Cho califica mi pergamino aturdidor con un 9.5, y me dice que recordaba que el de mi hermana había sido mucho mejor, ¿Pueden creerlo? –soltó el chico indignado. –¡Si ella se graduó hace ya 5 años!, Además, mi pergamino funciona a la perfección.
Y al decir aquello, Henry sacó una tira de papel de su cuaderno y se la pegó en la frente a Hirokazu, quién se cayó de su asiento desmayadamente, ante las carcajadas de quienes los observaban.
–¡Kazu, so tonto! –soltó Kenta, inclinándose junto al desmayado.
Entonces un par de sombras, cubrieron al inconsciente Hirokazu. Kenta levantó la mirada.
–H-hola Rika. –chilló Kenta, pasando saliva
Rika dibujó una sonrisa llena de satisfacción y se inclinó un poco para ver la cara de Kazu.
–A qué no pudiste predecir eso, ¿verdad, Baka-Kazu? –susurró Rika melosamente. –siempre supe que eso de la adivinación sólo se les daba a los charlatanes desviados como tú... –levantó la mirada hacia Henry. –Buen pergamino, Wong...
Henry sonrió y se pasó la mano por la nuca.
–¡Hola, Rika!, ¿Qué tal las vacaciones?
Alice le dio un codazo en el costado y Henry jadeó pasmadamente.
–Uh... cierto. Perdón. –se disculpó el chico.
Rika movió la mano, como no dándole importancia al comentario.
–Está bien. No pasa nada. –miró de reojo a Ryo, quién estaba a su lado con las manos en los bolsillos. Esperando a ser presentado. –Akiyama, ellos son Henry Wong y Alice Mc Coy, el que está de este lado es Kenta Kitagawa y este tarado del suelo es Hirokazu Shiota. Chicos, él es Ryo Akiyama, el famoso pretenso del que todos están hablando...
Ryo inclinó la cabeza y pareció abochornarse un poco, aunque también pareció sentirse algo contento por haber sido tomado en cuenta esta vez. Todos le devolvieron el saludo al castaño, quién se inclinó un poco hacia el inconsciente Hirokazu y arqueó las cejas.
–Oigan, ¿es normal que al afectado le salga espuma por la boca? –preguntó Akiyama, de manera extrañada.
–¡Oh, no! –soltó Henry, inclinándose y tomando su pergamino, cosa que hizo que el aturdido Hirokazu reaccionara y se levantara algo avergonzado. –¡Me equivoqué al trazar el kanji!, ¿cómo pudo suceder? Eso quiere decir que el profe Cho me dio más puntos de los que me merecía, ¡soy un fraude como taoista!...
–Ya, Henry, sólo fue un error pequeño. –le dijo Alice, abrazándolo e invitándole de su almuerzo. –Ven prueba un poco de esto, está muy bueno...
Henry se sentó junto a su novia, Kenta retornó a su sitio y hundió la nariz en un libro de herbolaria, y Kazu volvió a su asiento acomodándose el cabello, mientras miraba a Ryo de reojo.
–¡wow! ¿qué onda, pretenso? ¿Quieres que haga una predicción de tu futuro? Nadie mencionó que estuvieras tan bueno...
Rika golpeó a Kazu en la nuca y se sentó en una silla libre a un lado de Alice. Ryo se sentó junto a su prometida.
–Ya Kazu, por favor consigue un hobby. –pronunció Rika con fastidio, mientras sacaba su caja de almuerzo de su mochila. –Akiyama, te recomiendo que almuerces rápido, aquí los duelos empiezan a las 10:45.
–¿Duelos? –soltó Ryo, sacando su caja de almuerzo. –¿Entonces era en serio, Nonaka?
Hirokazu acercó su silla hacia Ryo, a quién comenzó a temblarle la ceja.
–Uy, ¿porqué tanta formalidad? –susurró Kazu. –Si se van a casar, mejor háblense por sus nombres...
–¡No nos vamos a casar! –soltó Rika golpeando la mesa. –¡Y juro que convertiré en lombriz al próximo que siga repitiendo esa estupidez!
La cafetería se quedó en silencio, mientras que Rika miraba a todos los que estaban ahí, de manera desafiante. Henry se levantó de su asiento y levantó su varita.
–¡Ya escucharon! ¡El día de hoy, el que quiera convertirse en lombriz, ya sabe! –apuntó hacia su reloj de pulsera. –¡10:45!
Henry se sentó de nuevo y siguió almorzando junto con Alice, los dos riéndose por alguna razón. Rika se sentó de nuevo, y la cafetería retornó a su bullicio habitual. Ryo los miró atónito, y tronó los dedos.
–¡No lo puedo creer! ¿Ustedes son los alborotadores de esta escuela?
Todos, menos Rika, se sonrieron.
–Digamos que somos la razón por la que la escuela tiene el mejor sistema de seguridad del país. –explicó Alice, balanceando su varita.
–Además de contar con la enfermería más surtida. –complementó Henry.
Ryo los escuchaba divertido.
–Te habrás dado cuenta de que el director Yamaki es algo extraño. –explicó Rika. –Él permite que de 10:45 a 11:15 tengamos duelos de magia. Dice que hacerlos legales, permite que estén más controlados...
–¡Sí! Y nuestro grupo jamás ha sido derrotado, ¡somos invencibles! –soltó Hirokazu.
–No gracias a ti, lerdo. –susurró Alice despectivamente.
–¡Mc Coy, te detesto! –chilló Hirokazu.
–¡Y ahí viene nuestra estrella! –soltó Kenta, poniéndose de pie mientras hacía exageradas reverencias.
La cafetería volvió a quedarse en silencio, igual que como había sucedido con Rika, Juri Katou iba entrando majestuosamente junto con Takato. Ambos se acercaron a sus amigos y se saludaron mutuamente. Juri se sentó junto a Ryo y arqueó las cejas hacia Rika.
–¿Cuál es el tema de hoy, chicos? –preguntó la castaña, sonriente.
–Lombrices. –informó Henry. –cortesía de la amiga Rika.
Juri tronó sus dedos.
–Excelente. No lo hacemos desde el verano pasado. –pronunció Juri, satisfactoriamente. –Takato, ¿me acompañas a comprar algo de comer? Hoy dejé olvidado mi almuerzo.
–Claro. –contestó el chico, siguiendo a su novia.
Ambos se dirigieron hacia la barra donde tenían la comida. Hirokazu se cruzó de brazos y resopló molesto.
–La verdad, no sé cómo una lindura como Takato puede seguir siendo novio de esa psicópata malvada de Katou.
Juri, desde donde estaba, miró a Kazu de reojo con unos brillantes ojos rojos; una línea luminosa se dibujó hacia Hirokazu, quién de pronto se prendió en llamas. Todo el mundo siguió con lo suyo; pero Ryo pareció sorprenderse por el hecho.
–¡Hey! ¡Qué te pasa! –soltó el castaño, espantado.
–Nada, me estoy quemando espontáneamente. –respondió Hirokazu tranquilamente. –pero supongo que eso me saco por hablar mal de esa… –el fuego creció de golpe. –¡Aaaaaaaaargh!
Hirokazu se levantó de su lugar y salió corriendo hacia la puerta que daba al patio, donde se tiró dentro de una fuente de piedra. El director Yamaki caminaba por el pasillo en ese momento, junto con la profesora Reika, y Calumon y Meramon que los seguían de cerca. Al ver a Kazu humeando dentro de la fuente, Calumon se posó sobre el hombro de Yamaki, toqueteándole la oreja.
–¿Ves? Te dije que era buena idea poner una fuente tan cerca de la cafetería…
Meramon y Reika se rieron, Yamaki se pasó una mano por la nuca.
–No cabe duda de que la seguridad escolar aumentará cuando se gradúe el grupo de Nonaka. Será mejor que vaya a la enfermería, Shiota.
–Katou... sádica demoníaca... –balbuceaba Hirokazu dentro del agua.
El director y su comité entraron a la enorme cafetería de la universidad, donde Juri ya se había sentado de nuevo en la mesa con sus amigos y se encontraba almorzando un par de bolas de arroz. Un brujo de túnica negra, y barba y cabello largos de color canela, se acercó a la mesa
–Buen hechizo de incineración, Katou. Tiene 10 como siempre. La veo en clase…
–¡Hasta luego profesor Mizuno! –sonrió Juri desde su lugar.
–Juri, no sé si es peor que seas tan salvaje o que tu profesor sea igual de insensible que tú. –susurró Alice, esbozando una sonrisa.
–Por eso me gusta la hechicería oscura... –respondió Katou, comenzando a devorar con rapidez su segunda bola de arroz.
En ese instante, el director Yamaki y sus acompañantes se sentaron en la mesa de los profesores y comenzaron a conversar con los otros maestros, mientras que en el centro de la cafetería se aparecía una tarima larga de madera. Los estudiantes que habían terminado ya de almorzar, miraban continuamente hacia la mesa de Rika y compañía.
–¡Ándale, Rika, ya acábate eso! –la urgió Juri. –Parece ser que hoy hay muchos que quieren desafiarte.
Rika cerró la caja de su almuerzo y se limpió las manos con una servilleta, miró a Ryo de reojo.
–¿Qué tan bueno eres para los duelos, Akiyama?
Ryo cerró su caja y desenfundó su varita.
–El mejor de Fukuoka. –contestó el castaño.
Rika sonrió ligeramente y asintió con la cabeza. El director Yamaki se levantó de su lugar e hizo una seña para que todos guardaran silencio.
–Como todos los días. –pronunció. –las 10:45 es la hora perfecta para arreglar las rencillas. Bajo la vigilancia de sus profesores, es una buena oportunidad para demostrar que dominan bien los hechizos que aprenden y ganar algunos puntos extra sobre las calificaciones, así que lúzcanse bien.
Calumon flotó hacia el hombro de Yamaki.
–A partir del día de hoy, los duelos serán en modalidad de pareja, ¡así que escojan bien a su compañero!
Hubo un momento de agitación entre los estudiantes, que parecían estar organizándose, hasta que un Wizardmon apareció en el centro de la tarima.
–¿quiénes serán los primeros duelistas?
Juri y Takato se pusieron de pie.
–¡nosotros! –sonrió Juri.
Wizardmon asintió.
–¿Los retadores?
Un par de chicos se levantaron de sus lugares.
–¡nosotros, ya verás Katou!
Las parejas se dirigieron hacia el entarimado y se saludaron mientras el Wizardmon les daba indicaciones.
–Nada de hechizos ilegales ni convocación espiritual, golpes debajo de la cintura están prohibidos, en caso de encontrarse en problemas, pueden pedir que el duelo se termine, ok, ¿listos?
Todos asintieron. Se hizo el silencio en la cafetería, y Ryo sonrió mientras se acomodaba bien en su asiento.
–¡Empiecen! Ordenó Wizardmon.
Juri desenfundó su varita e hizo que la sombra de su oponente se convirtiera en una mole que lo estrujó en el aire y lo lanzó hacia el suelo, donde Katou ya lo esperaba para darle el toque final. Juri hizo un movimiento de varita y su contrincante se convirtió en una lombriz diminuta. En la cafetería se escuchó una ovación y comenzó a hacerse el escándalo.
–¡La primera del día! –sonrió Juri.
Takato dio un salto hacia atrás, mientras el chico que peleaba con él le lanzaba bolas de fuego. Matsuki efectuó un hechizo de barrera y luego trazó un símbolo con sus manos, que provocó un tornado diminuto que envolvió a su contrincante. Takato apuntó bien y también convirtió a su oponente en lombriz.
–¡cero y van dos!
De inmediato se acercó otra pareja a la tarima, mientras que Wizardmon recogía al par de lombrices que estaban en la duela, y las colocaba en una bandeja al lado suyo. Juri y Takato convirtieron en lombrices a 10 parejas más, hasta que Alice y Henry se pusieron de pie y los suplieron.
–¡Nuestro turno! –informó Alice.
Pronto aparecieron oponentes para ellos, una pareja de noveno. Henry atacó con sus pergaminos y paralizó al chico, para convertirlo en lombriz; mientras que Alice se hacía cargo de la chica. Al final la rubia se convirtió en un cuervo y les dio caza por un rato al par de lombrices que huían despavoridas ante las carcajadas de todos hasta que Wizardmon las rescató. Derrotaron a 7 parejas más. Luego Kazu y Kenta se encargaron de derrotar a 4 parejas, ante la incredulidad de Alice que luego tuvo que admitir que no había sido una alucinación. Luego Rika y Ryo subieron a la tarima. Por un momento se hizo un silencio absoluto, pero casi de inmediato, media cafetería se abalanzó hacía ellos para retarlos, cada pareja gritando sus respectivas razones. Ryo se rascó la cabeza.
–¿Es mi imaginación, Nonaka, o de verdad estos duelos son personales?
Rika desenfundó su varita .
–Yo solo veo lombrices. –le dijo.
Ryo arqueó las cejas y siguió a su compañera en todos los desafíos, convirtieron en lombrices a cuanta pareja los retó hasta que dieron las 11:15, hora en la que Yamaki se puso de pie y dio por terminada la sesión de los duelos de magia.
–¡Excelente demostración por parte de nuestra agrupación campeona, esta vez contando con la adición del joven Akiyama! –pronunció Yamaki, sonriendo ligeramente. –El tema de las lombrices no lo vemos desde el año pasado...
Wizardmon le acercó a Yamaki la charola que llevaba repleta de lombrices, la cual el rubio convirtió de nuevo en estudiantes.
–Vuelvan a sus clases, jóvenes. –dijo el director. –Si existen deseos de exigir una revancha, tendrán que esperar hasta mañana. Recuerden las reglas, nada de luchas en los pasillos, ni en las aulas.
Los estudiantes comenzaron a vaciar la cafetería y Rika y Ryo sólo sonrieron ante sus amigos que repasaban alegremente sus mejores encuentros.
–¡Ja! Lo mejor fue esa pareja que cegaron con tinta de calamar, ¿cómo se les ocurrió hacer tal cosa? –inquirió Juri, atacada de la risa.
Rika y Ryo se encogieron de hombros.
–Se nos ocurrió, nada más. –explicaron riéndose con Katou y entre ellos. La cadena volvió a aflojarse levemente.
En ese momento Alice se convirtió en lombriz y comenzó a sacudirse sobre la mesa.
–¡Buuaaaa! ¡no me comas! –parodiaba la rubia mientras todos se reían a carcajadas.
° ° °
Rika y Ryo caminaban de regreso a casa, mientras que Akiyama se reía y le recordaba a la pelirroja ciertas partes de los duelos.
–¡Tú escuela es increíble, Nonaka! –exclamó Ryo sonriendo de oreja a oreja. –En Fukuoka me habría encantado tener a ese director y a esos amigos tuyos.
Rika sonrió ligeramente.
–Son muy agradables. –susurró, balanceando su mochila. –Tú tampoco lo hiciste mal. –señaló encogiéndose de hombros. –Supongo que para haber pensado al principio que eras un tonto, resultaste tener bastantes talentos.
Ryo se pasó una mano por la nuca.
–Viniendo de ti, asumiré que eso fue una especie de halago.
Ryo comenzó a reírse él solo, mientras Rika sólo lo miraba de manera pensativa. Siguieron caminando hasta llegar a las afueras del negocio de la pelirroja. Rika se detuvo frente al buzón y lo abrió para inspeccionar dentro. Ryo arqueó las cejas, percatándose de que esa parecía ser una rutina de todos los días. Rika sacó una carta de la cuál pareció leer el remitente y que estrujó en su mano. Ryo iba a preguntarle qué pasaba, pero Rika avanzó hacia adentro del negocio y al castaño no le quedó más remedio que seguirla.
–¡Hola! ¿cómo estuvo su día? –saludó Viximon, disfrazada de Rika, desde detrás de la barra del negocio. –Rika, parece ser que hay correo... ¿buenas noticias?
Rika meneó la cabeza un par de veces y caminó hacia la puerta que conducía al interior de la casa, donde arrojó su mochila hacía el sillón de la sala y subió corriendo a su habitación. Ryo trató de seguirla de cerca; pero al llegar a la recamara, Rika le cerró la puerta al castaño en la nariz, por lo que tuvo que quedarse afuera, sentado sobre la duela del pasillo, pegando la oreja a la puerta de vez en cuando para tratar de escuchar lo que sucedía. El castaño dejó de intentar espiar cuando claramente escuchó que la pelirroja sollozaba. Ryo se mordió el labio y permaneció sentado en silencio, hasta que un zorrito dorado subió las escaleras de manera apesadumbrada.
–Viximon, ¿qué sucede? –inquirió el chico.
Viximon meneó la cabeza un par de veces.
–...Hemos tenido problemas... –susurró la zorrita, acercándose al castaño y echándose a su lado. Ryo le rascó detrás de las orejas de esa forma amable en la que Rika solía hacerlo y suspiró.
Humano y digimon, se quedaron afuera, esperando pacientemente, hasta que la puerta de la habitación se abrió y Rika salió por ella, sin rastro aparente de que algo malo le hubiera sucedido. Miró a Ryo y a Viximon que le dirigían miradas interrogantes.
–Disculpen. –les dijo respirando hondo. –Vixi, ya puedes descansar. –pronunció en un susurró bajo.
Viximon negó con la cabeza y se convirtió en la niña rubia de la mañana.
–Puedo ayudar todavía. –informó ella.
–Está bien. –consintió Rika. –Akiyama, debemos bajar. –le dijo a Ryo, quién parpadeó extrañado.
–Ah, sí.
La pareja bajó las escaleras y salió por la puerta que daba a la cocina del establecimiento. Rika se lavó muy bien las manos y se las secó incansablemente, mientras le indicaba a Ryo que hiciera lo mismo.
–Akiyama, voy a necesitar que dejes que me encargue bien del negocio. –susurró la pelirroja mientras se colocaba su delantal blanco de trabajo encima de la ropa. –Te pido, por favor que no me provoques distracciones...
Ryo secó sus manos y tomó un delantal que se colocó encima.
–Te ayudaré. –le dijo firmemente. –después de todo, yo también voy a estar viviendo aquí.
Rika lo miró por un momento y salió por la puerta giratoria que daba hacia la barra. Ryo la siguió de cerca.
–¿Qué ocurre? –inquirió desconcertado. –He sentido como si todo el mundo supiera algo que yo no. ¿Qué es?... Éste no es un establecimiento de bebidas ordinario ¿verdad? –el castaño frunció el entrecejo ligeramente. –¿por qué la primera vez que te vi, sentí que ya te había visto antes? ¿porqué un sitio tan grande como este, se encuentra siempre tan solo?
Rika se cruzó de brazos y suspiró ligeramente, mientras meneaba la cabeza.
–Bueno, lo que pasa es que...
En ese momento, las puertas del local se abrieron y entró al lugar un chico alto de cabello oscuro, lacio, cortado en forma de hongo y con el flequillo dividido, y a la altura de sus ojos. Aparentaba tener la misma edad de Ryo, aunque la forma finísima en la que vestía lo hacía lucir un par de años mayor. Recorrió el sitio con la vista, hasta que sus misteriosos ojos verdes se posaron en la pelirroja de detrás de la barra que sólo le devolvía una mirada fría y desafiante. El recién llegado se guardó las manos en los bolsillos y se encogió de hombros ligeramente.
–Hola, Rika. –susurró él con voz suave. –¿Cómo has estado?
El visitante y la pelirroja se miraron fijamente, mientras Ryo presenciaba ese encuentro y fruncía el entrecejo sin entender muy bien el motivo.
Continuará...
¡Wow! Al parecer hechizo de amor sí va a tener historia después de todo. No vuelvo a subestimar a Magus. ¿Qué te parece? Comentarios y lo que sea, ya sabes que recibimos reviews, mails y checamos el msn también.
¡Nos leemos en la cap 3!
Por cierto,¿ te diste cuenta de que el capítulo 1 tiene un par de cosas extrañas al final? Chécalo, es nuevo, y de ahora en adelante, eso será la señal de que un nuevo capítulo va a actualizarse pronto. Por ahora, esas son las novedades. ¡Hasta pronto!
