Harry Potter pertenece a Rowling, J. K.
Esté fic está lleno de spoilers sobre el quinto libro, quedais avisados.
Pasado
Fue Ron el que habló.
-¿La Antigua... qué?
Hermione respondió.
-La Orden de los Dragones Gemelos. Es la orden alrededor de la cual se desarrolla la historia que leí en ese libro. Es...
-Una historia muy distorsionada. En realidad, las cosas fueron muy distintas. La respuesta del extraño pareció cortante, como fuera de lugar.
-¿Y te molesta?-esta vez fue Harry el que intervino. Dumbledore se limitaba a observar la situación.
-Mucho. Fue oficialmente por este suceso que la Orden adquirió una reputación espantosa. Más incluso que Voldemort.
-¿Pero qué es la Orden? ¿Es como la Orden del Fénix? -otra vez Ron.
-No. La Orden del Fénix es una agrupación temporal y con un objetivo específico. Antes de que vuelva a preguntar, señor Weasley, le responderé que mi Orden apareció hace siglos. Se ha mantenido en las sombras durante generaciones y generaciones. Esperando que una antigua profecía, varias, en realidad, se cumpliera, e indicara la necesidad de salir a la luz. Para recuperar la antigua posición... o para desaparecer.
-La "antigua posición"-Dumbledore empezó a dar señales de vida- era algo así como una "asamblea" de magos poderosos. Tenían gran influencia sobre el gobierno de la magia, y cuidaban de qué debía ser y qué no debía ser revelado. Pero...
-A diferencia de lo que dice esa historia, los que formaban la Orden en aquél tiempo, no ambicionaban controlarlo todo. Pero llegó a haber una auténtica guerra cuando un mago contrario a la Orden convenció a muchos de que los Antiguos, como los llamamos, estaban a punto de conquistar no sólo el poder en el mundo de la magia sino de que estaban sólo a un paso de dominar el mundo.
El Extraño sonrió con aire triste.
-Creían que eran como ellos, al fin y al cabo. Y también creyeron derrotar a la Orden. Lo que nunca llegaron a saber es que continuó en las sombras. Porque poco antes de la batalla un profeta aseguró que debíamos fingir nuestra derrota, puesto que, siglos después, dos guerras azotarían el mundo mágico. Dos guerras en las que un mago oscuro trataría de alcanzar el poder supremo. En la primera sería derrotado por un niño recién nacido que marcaría como su igual. Y la segunda se decidiría con la muerte de alguno de los dos contrincantes.
Su mirada, enfocada en la cicatriz de Harry no dejaba lugar a dudas.
-¿Conocían la profecía? ¿Entonces, por qué han esperado tanto? -fue el turno de Hermione para preguntar
-Porque no estábamos seguros. ¿Debíamos intervenir? ¿O bastaría con dejar que los acontecimientos continuaran su curso hasta cierto momento? Otra profecía nos dio la pista. "Cuando el hermano, no-hermano, padre ,no-padre del Que Sobrevivió acontezca, será el momento de que los Dragones dejen su letargo".
Miró hacia el cuadro del antepasado de Sirius Black, que no era capaz de articular palabra.
-Debo confesarle, que nos confundió mucho. ¿Qué pariente de Potter podría ser ese? Por supuesto, se trataba del último de los Black. Todo un hermano y un padre para Harry. Y sin embargo, no era nada de eso.
Al recordar a Sirius, Harry recordó también su muerte y el sufrimiento que esto le había causado. Casi se sorprendía de que pudiera mantener el dolor bajo control.
-Y algo que Albus ha estado conteniendo a duras penas, es preguntar por qué envían un mago tan joven, cuando la leyenda dice que todos los Grandes de la Orden eran mucho mayores. Pero, para eso, tendré que contarles toda la historia. Primeramente me presentaré, me llaman Seth. -Sonrió, esta vez con más ganas que la anterior vez.- Sí, mi madre siente debilidad respecto a Egipto. Pero no estoy aquí para hablar de ella. Si no de mí.
Nací hace 19 años. Mis padres pertenecían y pertenecen a la Orden, así que nunca llegué a ser registrado como mago. Ni siquiera como Muggle. Simplemente, hasta ahora no he existido, excepto para la Orden. Pero eso lo supe hace poco más de 4 años. Hasta entonces, creí pertenecer a una familia de magos común, y estudiar en una escuela de magia, pequeña, pero común. Como habréis adivinado, todos los que estudiaban conmigo creían lo mismo y hacían planes para el futuro. Desde los 8 a los 15 años, estudié como lo hacen todos los magos. Y fui siempre el peor de la clase. Todo el mundo se burlaba de mi poca habilidad con la varita. Sobre todo, una niña. Se llamaba Spica, como la estrella. Ella era extraordinariamente hábil con la magia en general, y no había conjuro que no dominase. Más de una vez pasé días en el hospital, recuperándome de sus conjuros y pociones varios, que tenía la costumbre de ensayar conmigo.
Menudo porvenir el mío. Sin habilidades mágicas especiales, sin habilidad con la varita y siendo hostigado casi a diario. Eso fue hasta un día, después de clase...
Se reclinó un poco en su asiento y sus ojos perdieron por primera vez el aspecto atento que habían tenido hasta ahora y se perdieron en los recuerdos. En ese momento, pareció transformarse. Dejó de ser un terrible mago al que temer salido de la leyenda para ser un joven recordando etapas recién superadas.
-Recuerdo que Spica estaba tratando de "bromear" otra vez, cuando pasó. En el momento en el que lo pudimos ver con claridad, creo que nadie dio crédito a sus ojos. Era un dragón plateado. Supuestamente, extintos hacía varios cientos de años, pero eso no impidió a aquella bestia lanzarse sobre los estudiantes. Varios murieron... compañeros que no volveré a ver. Pero fue cuando se acercó a Spica cuando reaccioné de una manera que nunca habría esperado.
Dirigiéndose hacia los jóvenes, que sentados a su lado, seguían con atención su historia, les preguntó.
-¿Qué sentiríais si alguien que os ha hecho la vida imposible está a punto de morir, aplastado por una fuerza que no podrá contrarrestar por muy rápido que sea al invocar la magia? Supongo que alegría. Pero no fue alegría lo que sentí al recibir la mirada de Spica... sino desolación, y furia. Mucha furia. Mi última varita había quedado rota esa misma tarde. Era la número cien o eso creo. Pero eso no me importó. Me puse en el camino del dragón, y sin saber exactamente lo que hacía, grité unas palabras. "¡Conjuratio Glacia!" El conjuro cubrió al dragón de hielo y consiguió retenerlo. "¡Gaia!" La tierra se abrió y el dragón cayó en la grieta, rompiéndose su cuerpo helado en mil pedazos. El detalle de que no tenía varita con la que invocar hechizos tan poderosos, me pareció irrelevante. Spica estaba bien, iba a recuperarse, y yo... yo no sabía qué pensar, ni por qué me había arriesgado así. Sólo los que dirigían la Orden sabían qué pensar y por qué lo había hecho. Muy pocos magos son capaces de pasar de cosas básicas sin necesidad de utilizar una varita. Yo era capaz de derrotar un dragón. Fui inmediatamente introducido en la Orden. Y supe que Spica ya llevaba 3 años en la misma. No me sorprendió. Lo que sí me sorprendió fue su regalo.
-Seguro que tú, Hermione, sabes que es una Varita de Luz Pura.
El cambio de tono en la voz de Seth era algo más que evidente.
-Es un tipo de varita, muy difícil de confeccionar. Hace siglos que no se ha fabricado una.
Seth sacó el último objeto que había estado ocultando.
-Ha llegado bajo mil conjuros de protección, esta misma mañana.
Por supuesto, era una Varita de Luz Pura. Era algo más larga que las varitas comunes. Centelleaba, a ratos con luz blanca y a ratos con plateada. Sobre ella, estaban grabados símbolos y figuras, incluida una reproducción del sello de la Orden de los Dragones Gemelos.
-Hacía mucho que no veía una así. -comentó Dumbledore.
-Pero, hace falta...
-Este tipo de varitas requiere piel de unicornio, hueso de dragón plateado, y una habilidad mágica casi insuperable. Y, más importante, la sangre de una doncella que le da poder. Y no de cualquier doncella, hace falta que sea maga y que la varita sea para su amado.
-¿Fue de algún antepasado de Spica? ¿Se lo regaló su novia?
Hermione cortó por lo sano.
-Ron, no creía que fueras tan estúpido.
-¿Estúpido? ¿Por qué? -se puso rojo de furia.- ¿Cómo si no podía tenerlo Spica? ¿Qué quieres, que lo fabricara ella misma?
-Exactamente.-repondió Hermione. Y Ron abrió de par en par los ojos.
-Al entregarme la varita me dijo, "toma un poco de la vida que has salvado". Yo le dije que preferiría no tener que contentarme con tan poco. Y con eso, supongo que quedará explicado por qué estoy prometido con ella. También quedará explicado por mi historia por qué me han enviado: soy su mejor mago.
Mi tarea consiste, básicamente en enseñaros a defenderos de Voldemort, enseñaros parte de la historia de la Orden, de la Historia de Hogwarts y quizá, a manejar algunos hechizos muy poderosos... y muy prohibidos. En cuanto a vuestra otra pregunta, o más bien, a la otra pregunta de Hermione...
-Por qué no hay Defensa Contra las Artes Oscuras. No es que no lo tengamos nosotros. Nadie tiene.dijo ella.
Dumbledore respondió por Seth.
-Os presento al nuevo Profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras y Adjunto de Historia de la Magia . Propuesto por el ministerio y aceptado sin reservas por la Escuela. Seth Garner.
Pasado
Fue Ron el que habló.
-¿La Antigua... qué?
Hermione respondió.
-La Orden de los Dragones Gemelos. Es la orden alrededor de la cual se desarrolla la historia que leí en ese libro. Es...
-Una historia muy distorsionada. En realidad, las cosas fueron muy distintas. La respuesta del extraño pareció cortante, como fuera de lugar.
-¿Y te molesta?-esta vez fue Harry el que intervino. Dumbledore se limitaba a observar la situación.
-Mucho. Fue oficialmente por este suceso que la Orden adquirió una reputación espantosa. Más incluso que Voldemort.
-¿Pero qué es la Orden? ¿Es como la Orden del Fénix? -otra vez Ron.
-No. La Orden del Fénix es una agrupación temporal y con un objetivo específico. Antes de que vuelva a preguntar, señor Weasley, le responderé que mi Orden apareció hace siglos. Se ha mantenido en las sombras durante generaciones y generaciones. Esperando que una antigua profecía, varias, en realidad, se cumpliera, e indicara la necesidad de salir a la luz. Para recuperar la antigua posición... o para desaparecer.
-La "antigua posición"-Dumbledore empezó a dar señales de vida- era algo así como una "asamblea" de magos poderosos. Tenían gran influencia sobre el gobierno de la magia, y cuidaban de qué debía ser y qué no debía ser revelado. Pero...
-A diferencia de lo que dice esa historia, los que formaban la Orden en aquél tiempo, no ambicionaban controlarlo todo. Pero llegó a haber una auténtica guerra cuando un mago contrario a la Orden convenció a muchos de que los Antiguos, como los llamamos, estaban a punto de conquistar no sólo el poder en el mundo de la magia sino de que estaban sólo a un paso de dominar el mundo.
El Extraño sonrió con aire triste.
-Creían que eran como ellos, al fin y al cabo. Y también creyeron derrotar a la Orden. Lo que nunca llegaron a saber es que continuó en las sombras. Porque poco antes de la batalla un profeta aseguró que debíamos fingir nuestra derrota, puesto que, siglos después, dos guerras azotarían el mundo mágico. Dos guerras en las que un mago oscuro trataría de alcanzar el poder supremo. En la primera sería derrotado por un niño recién nacido que marcaría como su igual. Y la segunda se decidiría con la muerte de alguno de los dos contrincantes.
Su mirada, enfocada en la cicatriz de Harry no dejaba lugar a dudas.
-¿Conocían la profecía? ¿Entonces, por qué han esperado tanto? -fue el turno de Hermione para preguntar
-Porque no estábamos seguros. ¿Debíamos intervenir? ¿O bastaría con dejar que los acontecimientos continuaran su curso hasta cierto momento? Otra profecía nos dio la pista. "Cuando el hermano, no-hermano, padre ,no-padre del Que Sobrevivió acontezca, será el momento de que los Dragones dejen su letargo".
Miró hacia el cuadro del antepasado de Sirius Black, que no era capaz de articular palabra.
-Debo confesarle, que nos confundió mucho. ¿Qué pariente de Potter podría ser ese? Por supuesto, se trataba del último de los Black. Todo un hermano y un padre para Harry. Y sin embargo, no era nada de eso.
Al recordar a Sirius, Harry recordó también su muerte y el sufrimiento que esto le había causado. Casi se sorprendía de que pudiera mantener el dolor bajo control.
-Y algo que Albus ha estado conteniendo a duras penas, es preguntar por qué envían un mago tan joven, cuando la leyenda dice que todos los Grandes de la Orden eran mucho mayores. Pero, para eso, tendré que contarles toda la historia. Primeramente me presentaré, me llaman Seth. -Sonrió, esta vez con más ganas que la anterior vez.- Sí, mi madre siente debilidad respecto a Egipto. Pero no estoy aquí para hablar de ella. Si no de mí.
Nací hace 19 años. Mis padres pertenecían y pertenecen a la Orden, así que nunca llegué a ser registrado como mago. Ni siquiera como Muggle. Simplemente, hasta ahora no he existido, excepto para la Orden. Pero eso lo supe hace poco más de 4 años. Hasta entonces, creí pertenecer a una familia de magos común, y estudiar en una escuela de magia, pequeña, pero común. Como habréis adivinado, todos los que estudiaban conmigo creían lo mismo y hacían planes para el futuro. Desde los 8 a los 15 años, estudié como lo hacen todos los magos. Y fui siempre el peor de la clase. Todo el mundo se burlaba de mi poca habilidad con la varita. Sobre todo, una niña. Se llamaba Spica, como la estrella. Ella era extraordinariamente hábil con la magia en general, y no había conjuro que no dominase. Más de una vez pasé días en el hospital, recuperándome de sus conjuros y pociones varios, que tenía la costumbre de ensayar conmigo.
Menudo porvenir el mío. Sin habilidades mágicas especiales, sin habilidad con la varita y siendo hostigado casi a diario. Eso fue hasta un día, después de clase...
Se reclinó un poco en su asiento y sus ojos perdieron por primera vez el aspecto atento que habían tenido hasta ahora y se perdieron en los recuerdos. En ese momento, pareció transformarse. Dejó de ser un terrible mago al que temer salido de la leyenda para ser un joven recordando etapas recién superadas.
-Recuerdo que Spica estaba tratando de "bromear" otra vez, cuando pasó. En el momento en el que lo pudimos ver con claridad, creo que nadie dio crédito a sus ojos. Era un dragón plateado. Supuestamente, extintos hacía varios cientos de años, pero eso no impidió a aquella bestia lanzarse sobre los estudiantes. Varios murieron... compañeros que no volveré a ver. Pero fue cuando se acercó a Spica cuando reaccioné de una manera que nunca habría esperado.
Dirigiéndose hacia los jóvenes, que sentados a su lado, seguían con atención su historia, les preguntó.
-¿Qué sentiríais si alguien que os ha hecho la vida imposible está a punto de morir, aplastado por una fuerza que no podrá contrarrestar por muy rápido que sea al invocar la magia? Supongo que alegría. Pero no fue alegría lo que sentí al recibir la mirada de Spica... sino desolación, y furia. Mucha furia. Mi última varita había quedado rota esa misma tarde. Era la número cien o eso creo. Pero eso no me importó. Me puse en el camino del dragón, y sin saber exactamente lo que hacía, grité unas palabras. "¡Conjuratio Glacia!" El conjuro cubrió al dragón de hielo y consiguió retenerlo. "¡Gaia!" La tierra se abrió y el dragón cayó en la grieta, rompiéndose su cuerpo helado en mil pedazos. El detalle de que no tenía varita con la que invocar hechizos tan poderosos, me pareció irrelevante. Spica estaba bien, iba a recuperarse, y yo... yo no sabía qué pensar, ni por qué me había arriesgado así. Sólo los que dirigían la Orden sabían qué pensar y por qué lo había hecho. Muy pocos magos son capaces de pasar de cosas básicas sin necesidad de utilizar una varita. Yo era capaz de derrotar un dragón. Fui inmediatamente introducido en la Orden. Y supe que Spica ya llevaba 3 años en la misma. No me sorprendió. Lo que sí me sorprendió fue su regalo.
-Seguro que tú, Hermione, sabes que es una Varita de Luz Pura.
El cambio de tono en la voz de Seth era algo más que evidente.
-Es un tipo de varita, muy difícil de confeccionar. Hace siglos que no se ha fabricado una.
Seth sacó el último objeto que había estado ocultando.
-Ha llegado bajo mil conjuros de protección, esta misma mañana.
Por supuesto, era una Varita de Luz Pura. Era algo más larga que las varitas comunes. Centelleaba, a ratos con luz blanca y a ratos con plateada. Sobre ella, estaban grabados símbolos y figuras, incluida una reproducción del sello de la Orden de los Dragones Gemelos.
-Hacía mucho que no veía una así. -comentó Dumbledore.
-Pero, hace falta...
-Este tipo de varitas requiere piel de unicornio, hueso de dragón plateado, y una habilidad mágica casi insuperable. Y, más importante, la sangre de una doncella que le da poder. Y no de cualquier doncella, hace falta que sea maga y que la varita sea para su amado.
-¿Fue de algún antepasado de Spica? ¿Se lo regaló su novia?
Hermione cortó por lo sano.
-Ron, no creía que fueras tan estúpido.
-¿Estúpido? ¿Por qué? -se puso rojo de furia.- ¿Cómo si no podía tenerlo Spica? ¿Qué quieres, que lo fabricara ella misma?
-Exactamente.-repondió Hermione. Y Ron abrió de par en par los ojos.
-Al entregarme la varita me dijo, "toma un poco de la vida que has salvado". Yo le dije que preferiría no tener que contentarme con tan poco. Y con eso, supongo que quedará explicado por qué estoy prometido con ella. También quedará explicado por mi historia por qué me han enviado: soy su mejor mago.
Mi tarea consiste, básicamente en enseñaros a defenderos de Voldemort, enseñaros parte de la historia de la Orden, de la Historia de Hogwarts y quizá, a manejar algunos hechizos muy poderosos... y muy prohibidos. En cuanto a vuestra otra pregunta, o más bien, a la otra pregunta de Hermione...
-Por qué no hay Defensa Contra las Artes Oscuras. No es que no lo tengamos nosotros. Nadie tiene.dijo ella.
Dumbledore respondió por Seth.
-Os presento al nuevo Profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras y Adjunto de Historia de la Magia . Propuesto por el ministerio y aceptado sin reservas por la Escuela. Seth Garner.
