Harry Potter pertenece a Rowling, J. K.
Esta hostoria contiene alusiones, datos, etcétera, sobr eel quinto libro...
Consecuencia
Amanecía un día nublado sobre Hogwarts. Para todos los que se percataron de ello, no auguraba nada bueno.
El comedor estaba lleno. Y como era habitual, el reparto trajo el Profeta Diario hasta el tazón de Hermione. Sólo que esta vez tembló toda la mesa, acusando el golpe del inusualmente voluminoso diario.
-¿No habrás encargado un diccionario, Hermione?
-Nada de preguntas tontas, Ron.-respondió ella pagando el importe y empezando a leer- Ummm. Vaya. Es tan voluminoso porque trae varios reportajes. Uno sobre la Orden. Otro respecto a lo que sentimos ayer. Uno más para los cambios educativos del ministro Fudge. Y una entrevista, especialmente larga a... adivinad quién.
-¿Dumbledore?
-No. A un tal Seth Garner. Y por la foto, diría que es el mismo.
Hermione, demasiado absorta en la lectura, y Ron, según comprobó Harry con mucha sorpresa, demasiado absorto en ella, no repararon en los cuchicheos. De hecho, todo el mundo cuchicheaba y los señalaba.
Preguntó a Ginny y a Neville.
-¿Qué es lo que pasa?
Ginny, bastante ruborizada, no supo qué responder. En cambio, Neville hizo acopio de fuerzas, y se lo explicó.
-Esta mañana, al comprobar los puntos, hemos visto que había 45 más de los que debería. Os vi marcharos hacia el ala de los profesores... He pensado que algún profesor os dio puntos por algo, y me he ido de la lengua. Lo siento.
-Sí, fue Seth. Bueno, primero nos quitó 15 puntos y después nos dio 60.
-¿Se puede saber por qué?
-Por preguntar.
Y la confusión de Neville no tuvo limítes.
-Bueno, pero eso sólo es una parte de los rumores. Corre otro, que asegura que el profesor Garner, aparte de desafiar a Ya-Sabes-Quién, es capaz de provocar nuevos sentimientos.
-Y eso, ¿por qué?
Neville señaló a Ron y Hermione.
-¿Qué pasa con ellos?
-Más bajito, Harry.
Harry bajó el tono de su voz.
-¿Y bien?
-¿No lo notas?
-Notar, ¿El qué?
-Fíjate. No discuten. Conversan tranquilamente, y sonríen. Díme¿Es verdad que ahora son novios?
El preguntado, casi se cae de espaldas.
-¿Qué?
-El rumor más loco que he oído, dice que ayer por la noche se escaparon los dos solos, por ahí.
-¿Por ahí?
-Ya sabes.
Harry tuvo que reconocer que no comprendía. Pero prefirió desviar la conversación.
-Pero ahora sabes que eso no es cierto.
-Cierto. Pero se les nota.
-Yo no noto nada, aparte de que ahora hablan civilizadamente.
Neville desistió por imposible.
-Creo que no estuviste el tiempo suficiente con Cho, Harry.
El día transcurría apacible para el Director de la Escuela.
O relativamente apacible. Porque tal como Seth anunciara, Dumbledore recibió una sorpresa a medias y una sopresa completa.
Una carta del ministro.
-Fudge debe de creer que así salva su cabeza. Que lo crea, si así lo desea. Cuando empiece a tronar la tormenta, la recibiremos todos.
Y, mientras bajaba por las escaleras de su despacho, se dio de bruces contra la sorpresa.
¿Cómo era que de alguna forma reconocía a aquella persona? ¿Cómo era posible que no la hubiera sentido ni venir?
-¿Qué desea, joven? Preguntó por fin
Entonces la visita respondió:
-Presento mis excusas para con mis escasos modales, pero para entrar en todas las dependencias del castillo, necesito su permiso especial... para mí, y para todos nosotros.
Era una mujer.
Lucía el mismo anillo que Seth.
Mientras tanto, el susodicho terminaba con la teoría en una de sus clases. Slytherin. Después de haber terminado la lección, comprendió que lo que se decía de ellos, era cierto. "Orgullosos, ambiciosos... potencialmente peligrosos. " Y se fijó en Malfoy. "Pero con una buena guía, seguro que sacamos algo provechoso".
Dejó la varita. Se fijó en que, siendo de los pocos magos capaces de lanzar conjuros poderosos sin necesidad de la misma, procuraba usarla siempre.
"Adictiva. Como su hacedora."
-Muy bien. Los de primera fila ¡Defiéndanse! ¡Petrificus totalis!
A ninguno dio tiempo de reaccionar. Simplemente se quedaron con la boca abierta...literalmente. Iban a tardar un tanto en recuperarse).
-¿Qué? ¿Nos hemos quedado mudos?
Sólo Malfoy comprendió. Era una prueba. Y no pensaba dejar de estar a la altura.
-¡Expeliar...-Se quedó en mitad del conjuro. Un momento...
Su profesor esperó a que se recuperaran todos.
-Bien. Como Malfoy se ha dado ya cuenta, no es siempre necesario utilizar una varita para conseguir la efectividad en los conjuros. Pocos lo consiguen. Pero entre los Slytherin, seguro que hay bastantes... Espero que lo hayan comprendido.
Se ha acabado la clase.
En clase de pociones, la escena era bien distinta. Harry estaba tan ensimismado en la nueva situación de sus amigos, que apenas sí llegaba a escuchar la regañina de Snape.
Después se hizo el silencio.
Alguien había entrado.
La recién llegada se dirigió hacia el profesor y al alumno.
-¿Profesor Snape? Esto le pertenece... o más bien, le pertenece a su familia. Y le hizo entrega d eun medallón. Que tenga un buen día.
Se dirigió a Harry y le dijo.
-Que tu día también sea excelente, Harry Potter.
Ambos se quedaron aturdidos. Clavados en el mismo sitio, todos los alumnos vieron cómo se marchaba.
Por supuesto, Spica se dirigió al despacho de su prometido, pero con tranquilidad "El amor contenido es como el agua de una presa... hay que liberarlo con calma, o puede ser destructivo".
Creo que Ron y Hermione aprenderán algo sobre eso."
-Por supuesto, Spica.
Seth había redondeado su apreciación. Se encontraron frente a frente en el pasillo. Algunos alumnos ociosos los observaron con cierto interés. Ella se ruborizó un tanto.
-Me olvidaba de que para ti, mis pensamientos son incluso más audibles que mis palabras.
-¿Qué tal el viaje?
-Fácil... si no, no estaría aquí.
-Dumbledore te lo ha puesto fácil... más fácil de lo que es sorprenderlo a él. ¿Verdad?
-Verdad. Es difícil cogerle desprevenido. Ahora entiendo por qué era el único al que Voldemort temía.. bueno, quizá, ahora ya no sea el único.
-Cierto.
Spica sabía que esa única palabra encerraba más significados de los que parecía, pero prefirió ir directa al grano.
-De eso quería hablarte. Toda una colonia de gigantes fue arrasada, cerca de una granja Muggle, en Polonia. El procedimiento habitual de limpieza... sólo que esta vez, hemos podido avisar a las autoridades mágicas locales... por cierto, que sus caras al saber que seguíamos existiendo, eran dignas de ver.
-¿Toda la colonia? ¿Cómo?
-Un solo ataque. No tuvieron ninguna oportunidad. Y me parece, que si no identificamos pronto a la fuente del problema, nosotros tampoco la tendremos...
-De acuerdo.-y los rasgos de él se suavizaron-. Demos a cada día su afán. Puesto que ya hemos terminado con el trabajo.
La radiante sonrisa que se dibujó en el rostro de ella demostró su aprobación.
-¿Por qué no pasar al placer? Enséñame esta Escuela.
Y se retiraron, dejando a los alumnos Ravenclaw, sin saber exactamente qué pensar.
Aunque algo si que pensaron. El Profesor Garner no parecía ser de los que eligen el celibato.
Ya de noche, Hermione subía y bajaba por el salón comunal de la torre de Gryffindor.
-¿Quién es?¿Por qué l ha entregado ese medallón a Snape?
-Bueno, -respondió Harry-Cálmate un poco.
-Sí, por favor, Hermione.-terció Ron.
-De acuerdo.
-¿No es un poco tarde para conversaciones? Dijeron dos voces al unísono. Una era más conocida que la otra.
Esta ve no había sido una, sino dos, las personas que se habían acercado sin llamar.
-Harry, Hermione, Ron. Os presento a Spica Bela. Spica...
-Se quienes son, gracias, Seth.
Lo dijo con una sonrisa burlona que dejaba bien a las claras su opinión sobre los formalismos de su posible marido.
Los tres se fijaron con un poco más de atención en ella. Morena, ojos verdes, piel bastante clara. Harry debió reconocer que era guapa. Era una mujer. Al compararla con Hermione,se dio cuenta de que ella también debía serlo, quizá es explicase todo el lío que se traía con Ron. Madurez, pensó Harry. En parte, tenía razón.
-He venido a haceros una visita. Y a deciros que el resto de la Orden vendrá mañana.
-¿Y cuánto es ese resto?-preguntó Hermione.
-Casi ochocientas personas.Ahora, perdonadnos. Tengo aún muchas cosas que decirle a Seth.
Sólo Hermione captó todo el sentido de esas palabras, pero prefirió no compartirlo con sus dos amigos.
"Vaya. No le he preguntado sobre el medallón. Bueno. Ya preguntaré mañana... si puedo". Miró un momento a Ron. Volvió a sentir esa extraña sensación de los últimos días respecto a él. Y decidió que era mejor marcharse.
-Buenas noches chicos.
-Buenas noches- respondieron los dos.
Un momento después, subían por las escaleras, camino a los dormitorios.
Ron pensó que hubiera preferido seguirla a ella.
Se sacó la idea de la cabeza. Últimamente estaba pensando demasiado en Hermione, en lo inteligente que era, en lo atractiva que era...
Ni Ron ni Hermione podían aceptar lo que resultaba evidente. Al menos, no todavía.
Esta hostoria contiene alusiones, datos, etcétera, sobr eel quinto libro...
Consecuencia
Amanecía un día nublado sobre Hogwarts. Para todos los que se percataron de ello, no auguraba nada bueno.
El comedor estaba lleno. Y como era habitual, el reparto trajo el Profeta Diario hasta el tazón de Hermione. Sólo que esta vez tembló toda la mesa, acusando el golpe del inusualmente voluminoso diario.
-¿No habrás encargado un diccionario, Hermione?
-Nada de preguntas tontas, Ron.-respondió ella pagando el importe y empezando a leer- Ummm. Vaya. Es tan voluminoso porque trae varios reportajes. Uno sobre la Orden. Otro respecto a lo que sentimos ayer. Uno más para los cambios educativos del ministro Fudge. Y una entrevista, especialmente larga a... adivinad quién.
-¿Dumbledore?
-No. A un tal Seth Garner. Y por la foto, diría que es el mismo.
Hermione, demasiado absorta en la lectura, y Ron, según comprobó Harry con mucha sorpresa, demasiado absorto en ella, no repararon en los cuchicheos. De hecho, todo el mundo cuchicheaba y los señalaba.
Preguntó a Ginny y a Neville.
-¿Qué es lo que pasa?
Ginny, bastante ruborizada, no supo qué responder. En cambio, Neville hizo acopio de fuerzas, y se lo explicó.
-Esta mañana, al comprobar los puntos, hemos visto que había 45 más de los que debería. Os vi marcharos hacia el ala de los profesores... He pensado que algún profesor os dio puntos por algo, y me he ido de la lengua. Lo siento.
-Sí, fue Seth. Bueno, primero nos quitó 15 puntos y después nos dio 60.
-¿Se puede saber por qué?
-Por preguntar.
Y la confusión de Neville no tuvo limítes.
-Bueno, pero eso sólo es una parte de los rumores. Corre otro, que asegura que el profesor Garner, aparte de desafiar a Ya-Sabes-Quién, es capaz de provocar nuevos sentimientos.
-Y eso, ¿por qué?
Neville señaló a Ron y Hermione.
-¿Qué pasa con ellos?
-Más bajito, Harry.
Harry bajó el tono de su voz.
-¿Y bien?
-¿No lo notas?
-Notar, ¿El qué?
-Fíjate. No discuten. Conversan tranquilamente, y sonríen. Díme¿Es verdad que ahora son novios?
El preguntado, casi se cae de espaldas.
-¿Qué?
-El rumor más loco que he oído, dice que ayer por la noche se escaparon los dos solos, por ahí.
-¿Por ahí?
-Ya sabes.
Harry tuvo que reconocer que no comprendía. Pero prefirió desviar la conversación.
-Pero ahora sabes que eso no es cierto.
-Cierto. Pero se les nota.
-Yo no noto nada, aparte de que ahora hablan civilizadamente.
Neville desistió por imposible.
-Creo que no estuviste el tiempo suficiente con Cho, Harry.
El día transcurría apacible para el Director de la Escuela.
O relativamente apacible. Porque tal como Seth anunciara, Dumbledore recibió una sorpresa a medias y una sopresa completa.
Una carta del ministro.
-Fudge debe de creer que así salva su cabeza. Que lo crea, si así lo desea. Cuando empiece a tronar la tormenta, la recibiremos todos.
Y, mientras bajaba por las escaleras de su despacho, se dio de bruces contra la sorpresa.
¿Cómo era que de alguna forma reconocía a aquella persona? ¿Cómo era posible que no la hubiera sentido ni venir?
-¿Qué desea, joven? Preguntó por fin
Entonces la visita respondió:
-Presento mis excusas para con mis escasos modales, pero para entrar en todas las dependencias del castillo, necesito su permiso especial... para mí, y para todos nosotros.
Era una mujer.
Lucía el mismo anillo que Seth.
Mientras tanto, el susodicho terminaba con la teoría en una de sus clases. Slytherin. Después de haber terminado la lección, comprendió que lo que se decía de ellos, era cierto. "Orgullosos, ambiciosos... potencialmente peligrosos. " Y se fijó en Malfoy. "Pero con una buena guía, seguro que sacamos algo provechoso".
Dejó la varita. Se fijó en que, siendo de los pocos magos capaces de lanzar conjuros poderosos sin necesidad de la misma, procuraba usarla siempre.
"Adictiva. Como su hacedora."
-Muy bien. Los de primera fila ¡Defiéndanse! ¡Petrificus totalis!
A ninguno dio tiempo de reaccionar. Simplemente se quedaron con la boca abierta...literalmente. Iban a tardar un tanto en recuperarse).
-¿Qué? ¿Nos hemos quedado mudos?
Sólo Malfoy comprendió. Era una prueba. Y no pensaba dejar de estar a la altura.
-¡Expeliar...-Se quedó en mitad del conjuro. Un momento...
Su profesor esperó a que se recuperaran todos.
-Bien. Como Malfoy se ha dado ya cuenta, no es siempre necesario utilizar una varita para conseguir la efectividad en los conjuros. Pocos lo consiguen. Pero entre los Slytherin, seguro que hay bastantes... Espero que lo hayan comprendido.
Se ha acabado la clase.
En clase de pociones, la escena era bien distinta. Harry estaba tan ensimismado en la nueva situación de sus amigos, que apenas sí llegaba a escuchar la regañina de Snape.
Después se hizo el silencio.
Alguien había entrado.
La recién llegada se dirigió hacia el profesor y al alumno.
-¿Profesor Snape? Esto le pertenece... o más bien, le pertenece a su familia. Y le hizo entrega d eun medallón. Que tenga un buen día.
Se dirigió a Harry y le dijo.
-Que tu día también sea excelente, Harry Potter.
Ambos se quedaron aturdidos. Clavados en el mismo sitio, todos los alumnos vieron cómo se marchaba.
Por supuesto, Spica se dirigió al despacho de su prometido, pero con tranquilidad "El amor contenido es como el agua de una presa... hay que liberarlo con calma, o puede ser destructivo".
Creo que Ron y Hermione aprenderán algo sobre eso."
-Por supuesto, Spica.
Seth había redondeado su apreciación. Se encontraron frente a frente en el pasillo. Algunos alumnos ociosos los observaron con cierto interés. Ella se ruborizó un tanto.
-Me olvidaba de que para ti, mis pensamientos son incluso más audibles que mis palabras.
-¿Qué tal el viaje?
-Fácil... si no, no estaría aquí.
-Dumbledore te lo ha puesto fácil... más fácil de lo que es sorprenderlo a él. ¿Verdad?
-Verdad. Es difícil cogerle desprevenido. Ahora entiendo por qué era el único al que Voldemort temía.. bueno, quizá, ahora ya no sea el único.
-Cierto.
Spica sabía que esa única palabra encerraba más significados de los que parecía, pero prefirió ir directa al grano.
-De eso quería hablarte. Toda una colonia de gigantes fue arrasada, cerca de una granja Muggle, en Polonia. El procedimiento habitual de limpieza... sólo que esta vez, hemos podido avisar a las autoridades mágicas locales... por cierto, que sus caras al saber que seguíamos existiendo, eran dignas de ver.
-¿Toda la colonia? ¿Cómo?
-Un solo ataque. No tuvieron ninguna oportunidad. Y me parece, que si no identificamos pronto a la fuente del problema, nosotros tampoco la tendremos...
-De acuerdo.-y los rasgos de él se suavizaron-. Demos a cada día su afán. Puesto que ya hemos terminado con el trabajo.
La radiante sonrisa que se dibujó en el rostro de ella demostró su aprobación.
-¿Por qué no pasar al placer? Enséñame esta Escuela.
Y se retiraron, dejando a los alumnos Ravenclaw, sin saber exactamente qué pensar.
Aunque algo si que pensaron. El Profesor Garner no parecía ser de los que eligen el celibato.
Ya de noche, Hermione subía y bajaba por el salón comunal de la torre de Gryffindor.
-¿Quién es?¿Por qué l ha entregado ese medallón a Snape?
-Bueno, -respondió Harry-Cálmate un poco.
-Sí, por favor, Hermione.-terció Ron.
-De acuerdo.
-¿No es un poco tarde para conversaciones? Dijeron dos voces al unísono. Una era más conocida que la otra.
Esta ve no había sido una, sino dos, las personas que se habían acercado sin llamar.
-Harry, Hermione, Ron. Os presento a Spica Bela. Spica...
-Se quienes son, gracias, Seth.
Lo dijo con una sonrisa burlona que dejaba bien a las claras su opinión sobre los formalismos de su posible marido.
Los tres se fijaron con un poco más de atención en ella. Morena, ojos verdes, piel bastante clara. Harry debió reconocer que era guapa. Era una mujer. Al compararla con Hermione,se dio cuenta de que ella también debía serlo, quizá es explicase todo el lío que se traía con Ron. Madurez, pensó Harry. En parte, tenía razón.
-He venido a haceros una visita. Y a deciros que el resto de la Orden vendrá mañana.
-¿Y cuánto es ese resto?-preguntó Hermione.
-Casi ochocientas personas.Ahora, perdonadnos. Tengo aún muchas cosas que decirle a Seth.
Sólo Hermione captó todo el sentido de esas palabras, pero prefirió no compartirlo con sus dos amigos.
"Vaya. No le he preguntado sobre el medallón. Bueno. Ya preguntaré mañana... si puedo". Miró un momento a Ron. Volvió a sentir esa extraña sensación de los últimos días respecto a él. Y decidió que era mejor marcharse.
-Buenas noches chicos.
-Buenas noches- respondieron los dos.
Un momento después, subían por las escaleras, camino a los dormitorios.
Ron pensó que hubiera preferido seguirla a ella.
Se sacó la idea de la cabeza. Últimamente estaba pensando demasiado en Hermione, en lo inteligente que era, en lo atractiva que era...
Ni Ron ni Hermione podían aceptar lo que resultaba evidente. Al menos, no todavía.
