J.K Rowling es propietaria de Harry Potter.
Puede contener referencias al quinto libro.
¿Quién?
En alguna parte.
La luz del crepúsculo inundaba el antiquísimo despacho. Los muebles, los mapas, hasta los ordenadores parecían tener miles de años... Todo, menos la persona que se sienta en el sillón.
-Así que... ¿"magia"?.
-Bueno. Ya conoce la explicación que le damos nosotros, señor.
-Ahórrese los discursos, capitana.
-Bien, señor. La agente destacada, asegura que los locales no son capaces de plantar cara, señor.
-¿Quién es esa agente?
-Khali, señor.
-¿Khali? ¿La misma Khali?
-Naturalmente. Es la antigua Protectora que lo desafió hace ya algunos años, señor.
-Preferiría olvidarlo. A veces, es mejor olvidar que soy el primer varón que se sienta en este sillón... aunque es difícil. Las que proyectaron esta construcción, hace tanto tiempo, no debieron de prever la posibilidad de que mi burda anatomía necesitara ser acomodada en ella. Me preguntó por qué habrá dejado su cómodo puesto de Protectora para convertirse en agente de campo.
-El informe que tengo aquí, aduce "motivos laborales".
-Motivos laborales. Con nombre propio, supongo. MI nombre propio.
-Es lo más lógico, señor. No es fácil para una Protectora asumir su derrota. Siendo tan joven, además.
-Cierto, tendrá mi edad aproximada. ¿Unos 50 años terrestres?
-Eso pone en el informe.
-Ya veo. Créame, capitana. Un capítulo más. ¿Por qué las Reinas no pueden admitir que sea el líder?
-Es un problema psicológico, señor. Nunca un Aniquilador llegó a donde está usted.
El comandante frunció el ceño.
-Ya veo. Temen que yo haga con ellas lo que intentaron hacer con toda mi clase.
-Es probable. Recuerde que creyeron que habían desaparecido todos.
-Hasta que comprobaron que yo, el último, continuaba con vida. Aunque ya no soy el último. Lo sé... aunque no sé dónde. Es incluso probable que sea Khali la que lo haya hecho posible.
Este último comentario tardó un momento en ser asimilado por la ayudante de campo.
-Felicidades, señor.-dijo con una de sus escasa sonrisas.
Pero el comandante ya no escuchaba. Se había dado la vuelta y observaba el rojizo Sol del atardecer.
"Un capítulo más. Claro que sí. Pero para ese mundo es muy probable que sea el último."
De vuelta en Hogwarts, la Orden y el profesorado se habían revolucionado.
-¿Sugieres que ha estado aquí?-preguntó Hob.
-No lo sugiero. Lo afirmo. Ha estado aquí y ha hablado con Harry Potter.- repuso Seth
-Y eso ¿no significa que no lo va a matar?- de nuevo Hob.
-O quizá significa que está esperando un momento más oportuno.-sugirió Spìca.
-De todas formas, es preocupante.-esta vez fue Dumbledore quien intervino.- Entró aquí como si fuera un parque público.
-Yo no lo veo así. Había un gran caos pro nuestra llegada y no sabíamos qué aspecto tenía.-repuso la señora Park.
-Mi pregunta es, ¿Quién es?-se preguntó en voz alta Seth
-¿No sería mejor preguntarnos qué es?-la pregunta esta vez vino de Snape
-No. Diría que es una persona. Muy particular, pero persona.
-Y ¿Por qué?
-Porque-y fijó la mirada en la de Snape- me manda un recado. Un desafío.
-¿Cómo?
-Recuerda. "Díle a Seth que lo espero". Supongo que el mensaje es alto y claro.
Nuevamente, Hob dio en el blanco.
-¿No pensarás dejar viuda a Spica antes de la boda, verdad?
-¿Ves, Harry?
-De acuerdo, Neville. Tenías razón. Pero ya me lo has dicho como cientos de veces.-Harry estaba hastiado. Sí, Ron y Hermione eran pareja. Sí, Neville tenía razón. Pero no tenía por qué repetirlo una y otra vez. Tanto menos, cuando los dos protagonistas podían perfectamente oírlo.
Pero, o se habían vuelto sordos, o no les importaba.
El caso era que el único que tenía problemas para asumirlo era Harry. O eso parecía...
-Cambiando de tema
"Bendita sea la hora"
-¿Sabes que esos estudiantes de la Orden tienen dos equipos de Quidditch?
"Quidditch" -pensó Harry- "Parece que fue hace cientos de años, la última vez en la que busqué..."
-Y que uno de esos equipos tiene a la "mejor buscadora del mundo".
-¿Eso dicen?-preguntó Harry con una sonrisa-Me gustaría conocerla.
-Pues, precisamente, es ella.-dijo señalando hacia atrás.- y nos está mirando.
Harry se volvió.
Cualquiera que fuese su idea sobre la buscadora en cuestión se hizo añicos en aquél momento.
Se encontró cara a cara con una estudiante de aproximadamente su edad. No sabría decirlo con exactitud.
Más bien, en esos momentos no sería capaz de decir absolutamente nada con exactitud.
Sólo sabía que ella miraba...
Sus ojos eran del color de la miel. Y su aspecto, el de un ángel. Pero había algo que desentonaba. Tenía algo de depredadora. Y parecía mirar a Harry como una presa, pero, poco a poco, la mirada se suavizó, y Harry tuvo un instante justo, para encontrarse con una personalidad más dulce... más acorde con el color de sus ojos.
-Me da escalofríos. ¿A ti no Harry?
Harry no respondió. Continuaba embelesado.
-¡Harry!
-¿Eh, qué?
-Decía que me da escalofríos. ¿A ti no?
-Bueno, sí. Estoy deseando poder encontrármela en el campo de juego.
En este caso, no eran palabras meramente retóricas.
Spica, sentada en una de las mesas que se habían situado para los miembros adultos de la Orden, no podía dar crédito a lo que había visto.
-¿Seth, has visto...?
-Sí, lo he visto.
-¿Y qué...?
-Nada. No vamos a hacer nada. Quizá esos dos no se habrían conocido nunca, si no hubiéramos intervenido. O quizá sí. Pero, por lo que tú misma puedes apreciar, el mal ya está hecho. Y quizá...
-¿Nos convenga?
-Sí.
-Es muy arriesgado, ya lo sabes.
-El riesgo forma parte de la vida, ya lo sabes.
-¿Los presentas formalmente tú, o me lo dejas a mí?
-Cariño. El hecho de que tú sabes manejar mejor este tipo de situaciones es algo que probablemente nunca cambie.
-Y tu capacidad para escapar de los problemas, tampoco.
Intercambiaron una sonrisa.
-De acuerdo. Yo haré de Celestina. ¿Qué crees que dirá Harry?
-Creo que le dará un infarto.
-Optimista, como siempre. Pero necesitaré tu ayuda.
-La tienes.
Y continuaron con su almuerzo.
Harry estaba en una nube. No reconocía la mirada de tristeza de Ginny. No le importaba nada la relación de Ron y Hermione. Snape podía humillarlo todo lo que quería. Las clases podían ser todo lo aburridas que fuera posible.
El mundo podía estar a punto de irse a pique.
Para él, todo era... maravilloso.
-¿Oye, te has dado cuenta de qué sonrisa le ha devuelto a Snape cuando le ha reñido?
-Nada comparable con la cara que ha puesto el propio Snape. Si hay algo que no soporta, es un Potter sonriente... sea el padre o el hijo.
-¿Y qué demonios significa que se haya pasado toda la tarde canturreando?
-Seguro que ha perdido la razón. No hay otra explicación.
Sólo Spica y Seth (y la joven de ojos color miel) podían decírselo. También Ginny.
Pero se guardaron mucho de publicarlo.
-¿Sabes a quién me ha recordado esa buscadora, Hermione?-preguntó Neville, un momento que había encontrado a Hermione despegada de Ron.
-¿A quién?
-Serán figuraciones mías. Es simplemente, imposible, pero, juraría que...
-¿Tienes un momento, Harry?
-Sí claro-y saliendo un momento de su ensoñación, no pudo evitar fijarse bien en el color de los ojos de su interlocutora.
-Supongo que mi identificación es positiva.
Harry se sonrojó un tanto.
-Lo siento...
-No tienes por qué preocuparte. Pero, parece que sí, que algo te preocupa... o te alegra. ¿No serán unos ojos color miel propiedad de una buscadora del equipo Blanco?
Harry tardó menos de medio segundo en reaccionar.
Pero sólo consiguió entreabrir su boca.
-Anna. Tiene quince años y se maneja en el campo de juego como un demonio.
Y acabó de fulminarlo.
-Y está detrás de ti.
Harry se volvió como movido por un resorte.
La terrible jugadora estaba roja como una amapola.
-El profesor Garner me ha enviado aquí, yo...
-Conoces a Harry Potter.
-El Niño-Que-Sobrevivió. Se a enfrentado muchas veces a Voldemort. Ganó el campeonato de los Tres Magos.
-¿Y qué más?
Anna dejó de hablar.
-Bien. Veo que nos entendemos.
"Querrás decir que no nos entendemos en absoluto, más bien."
-Harry. No puedo evitar cierta pena al decirte esto, pero...
Anna hizo un pequeño gesto. Si tenía que saberlo, lo sabría a través de sus labios.
-Mi abuela se incorporó a la Orden. Siempre me contaba la misma historia. Que yo era la viva imagen de mi madre, que a su vez se parecía mucho a su propia hermana.
-Y eso, ¿Qué tiene que ver conmigo?
-Mucho más de lo que parece.
-Esa hermana tuvo un hijo con un Muggle.
-Sigo sin entender.
-El nombre del hijo era Tom.
"¿Tom?" Y la impresión difusa que habían tenido tanto él como Neville había empezado a concretarse.
-Tom Riddle.
Los labios de Harry apenas acertaron a terminar la frase.
-Voldemort.
-Sí. Por mis venas corre la misma sangre que por las suyas... o correría... si tuviera aún algo de humano.
"Tocado. Hundido. Fin de partida."-se rió Khali.
Pero no tenía demasiadas ganas de reír. Estaba utilizando una parte demasiado grande de sus reservas de energía. Demasiada energía. Como si necesitara más de lo normal. De hecho, muchísimo más.
"No, imposible."
Volviendo a mirar a través de su espía, comprobó todavía la cara de Harry.
"Como para encuadrarlo".
"¿Y, por qué no?"
¿Quién?
En alguna parte.
La luz del crepúsculo inundaba el antiquísimo despacho. Los muebles, los mapas, hasta los ordenadores parecían tener miles de años... Todo, menos la persona que se sienta en el sillón.
-Así que... ¿"magia"?.
-Bueno. Ya conoce la explicación que le damos nosotros, señor.
-Ahórrese los discursos, capitana.
-Bien, señor. La agente destacada, asegura que los locales no son capaces de plantar cara, señor.
-¿Quién es esa agente?
-Khali, señor.
-¿Khali? ¿La misma Khali?
-Naturalmente. Es la antigua Protectora que lo desafió hace ya algunos años, señor.
-Preferiría olvidarlo. A veces, es mejor olvidar que soy el primer varón que se sienta en este sillón... aunque es difícil. Las que proyectaron esta construcción, hace tanto tiempo, no debieron de prever la posibilidad de que mi burda anatomía necesitara ser acomodada en ella. Me preguntó por qué habrá dejado su cómodo puesto de Protectora para convertirse en agente de campo.
-El informe que tengo aquí, aduce "motivos laborales".
-Motivos laborales. Con nombre propio, supongo. MI nombre propio.
-Es lo más lógico, señor. No es fácil para una Protectora asumir su derrota. Siendo tan joven, además.
-Cierto, tendrá mi edad aproximada. ¿Unos 50 años terrestres?
-Eso pone en el informe.
-Ya veo. Créame, capitana. Un capítulo más. ¿Por qué las Reinas no pueden admitir que sea el líder?
-Es un problema psicológico, señor. Nunca un Aniquilador llegó a donde está usted.
El comandante frunció el ceño.
-Ya veo. Temen que yo haga con ellas lo que intentaron hacer con toda mi clase.
-Es probable. Recuerde que creyeron que habían desaparecido todos.
-Hasta que comprobaron que yo, el último, continuaba con vida. Aunque ya no soy el último. Lo sé... aunque no sé dónde. Es incluso probable que sea Khali la que lo haya hecho posible.
Este último comentario tardó un momento en ser asimilado por la ayudante de campo.
-Felicidades, señor.-dijo con una de sus escasa sonrisas.
Pero el comandante ya no escuchaba. Se había dado la vuelta y observaba el rojizo Sol del atardecer.
"Un capítulo más. Claro que sí. Pero para ese mundo es muy probable que sea el último."
De vuelta en Hogwarts, la Orden y el profesorado se habían revolucionado.
-¿Sugieres que ha estado aquí?-preguntó Hob.
-No lo sugiero. Lo afirmo. Ha estado aquí y ha hablado con Harry Potter.- repuso Seth
-Y eso ¿no significa que no lo va a matar?- de nuevo Hob.
-O quizá significa que está esperando un momento más oportuno.-sugirió Spìca.
-De todas formas, es preocupante.-esta vez fue Dumbledore quien intervino.- Entró aquí como si fuera un parque público.
-Yo no lo veo así. Había un gran caos pro nuestra llegada y no sabíamos qué aspecto tenía.-repuso la señora Park.
-Mi pregunta es, ¿Quién es?-se preguntó en voz alta Seth
-¿No sería mejor preguntarnos qué es?-la pregunta esta vez vino de Snape
-No. Diría que es una persona. Muy particular, pero persona.
-Y ¿Por qué?
-Porque-y fijó la mirada en la de Snape- me manda un recado. Un desafío.
-¿Cómo?
-Recuerda. "Díle a Seth que lo espero". Supongo que el mensaje es alto y claro.
Nuevamente, Hob dio en el blanco.
-¿No pensarás dejar viuda a Spica antes de la boda, verdad?
-¿Ves, Harry?
-De acuerdo, Neville. Tenías razón. Pero ya me lo has dicho como cientos de veces.-Harry estaba hastiado. Sí, Ron y Hermione eran pareja. Sí, Neville tenía razón. Pero no tenía por qué repetirlo una y otra vez. Tanto menos, cuando los dos protagonistas podían perfectamente oírlo.
Pero, o se habían vuelto sordos, o no les importaba.
El caso era que el único que tenía problemas para asumirlo era Harry. O eso parecía...
-Cambiando de tema
"Bendita sea la hora"
-¿Sabes que esos estudiantes de la Orden tienen dos equipos de Quidditch?
"Quidditch" -pensó Harry- "Parece que fue hace cientos de años, la última vez en la que busqué..."
-Y que uno de esos equipos tiene a la "mejor buscadora del mundo".
-¿Eso dicen?-preguntó Harry con una sonrisa-Me gustaría conocerla.
-Pues, precisamente, es ella.-dijo señalando hacia atrás.- y nos está mirando.
Harry se volvió.
Cualquiera que fuese su idea sobre la buscadora en cuestión se hizo añicos en aquél momento.
Se encontró cara a cara con una estudiante de aproximadamente su edad. No sabría decirlo con exactitud.
Más bien, en esos momentos no sería capaz de decir absolutamente nada con exactitud.
Sólo sabía que ella miraba...
Sus ojos eran del color de la miel. Y su aspecto, el de un ángel. Pero había algo que desentonaba. Tenía algo de depredadora. Y parecía mirar a Harry como una presa, pero, poco a poco, la mirada se suavizó, y Harry tuvo un instante justo, para encontrarse con una personalidad más dulce... más acorde con el color de sus ojos.
-Me da escalofríos. ¿A ti no Harry?
Harry no respondió. Continuaba embelesado.
-¡Harry!
-¿Eh, qué?
-Decía que me da escalofríos. ¿A ti no?
-Bueno, sí. Estoy deseando poder encontrármela en el campo de juego.
En este caso, no eran palabras meramente retóricas.
Spica, sentada en una de las mesas que se habían situado para los miembros adultos de la Orden, no podía dar crédito a lo que había visto.
-¿Seth, has visto...?
-Sí, lo he visto.
-¿Y qué...?
-Nada. No vamos a hacer nada. Quizá esos dos no se habrían conocido nunca, si no hubiéramos intervenido. O quizá sí. Pero, por lo que tú misma puedes apreciar, el mal ya está hecho. Y quizá...
-¿Nos convenga?
-Sí.
-Es muy arriesgado, ya lo sabes.
-El riesgo forma parte de la vida, ya lo sabes.
-¿Los presentas formalmente tú, o me lo dejas a mí?
-Cariño. El hecho de que tú sabes manejar mejor este tipo de situaciones es algo que probablemente nunca cambie.
-Y tu capacidad para escapar de los problemas, tampoco.
Intercambiaron una sonrisa.
-De acuerdo. Yo haré de Celestina. ¿Qué crees que dirá Harry?
-Creo que le dará un infarto.
-Optimista, como siempre. Pero necesitaré tu ayuda.
-La tienes.
Y continuaron con su almuerzo.
Harry estaba en una nube. No reconocía la mirada de tristeza de Ginny. No le importaba nada la relación de Ron y Hermione. Snape podía humillarlo todo lo que quería. Las clases podían ser todo lo aburridas que fuera posible.
El mundo podía estar a punto de irse a pique.
Para él, todo era... maravilloso.
-¿Oye, te has dado cuenta de qué sonrisa le ha devuelto a Snape cuando le ha reñido?
-Nada comparable con la cara que ha puesto el propio Snape. Si hay algo que no soporta, es un Potter sonriente... sea el padre o el hijo.
-¿Y qué demonios significa que se haya pasado toda la tarde canturreando?
-Seguro que ha perdido la razón. No hay otra explicación.
Sólo Spica y Seth (y la joven de ojos color miel) podían decírselo. También Ginny.
Pero se guardaron mucho de publicarlo.
-¿Sabes a quién me ha recordado esa buscadora, Hermione?-preguntó Neville, un momento que había encontrado a Hermione despegada de Ron.
-¿A quién?
-Serán figuraciones mías. Es simplemente, imposible, pero, juraría que...
-¿Tienes un momento, Harry?
-Sí claro-y saliendo un momento de su ensoñación, no pudo evitar fijarse bien en el color de los ojos de su interlocutora.
-Supongo que mi identificación es positiva.
Harry se sonrojó un tanto.
-Lo siento...
-No tienes por qué preocuparte. Pero, parece que sí, que algo te preocupa... o te alegra. ¿No serán unos ojos color miel propiedad de una buscadora del equipo Blanco?
Harry tardó menos de medio segundo en reaccionar.
Pero sólo consiguió entreabrir su boca.
-Anna. Tiene quince años y se maneja en el campo de juego como un demonio.
Y acabó de fulminarlo.
-Y está detrás de ti.
Harry se volvió como movido por un resorte.
La terrible jugadora estaba roja como una amapola.
-El profesor Garner me ha enviado aquí, yo...
-Conoces a Harry Potter.
-El Niño-Que-Sobrevivió. Se a enfrentado muchas veces a Voldemort. Ganó el campeonato de los Tres Magos.
-¿Y qué más?
Anna dejó de hablar.
-Bien. Veo que nos entendemos.
"Querrás decir que no nos entendemos en absoluto, más bien."
-Harry. No puedo evitar cierta pena al decirte esto, pero...
Anna hizo un pequeño gesto. Si tenía que saberlo, lo sabría a través de sus labios.
-Mi abuela se incorporó a la Orden. Siempre me contaba la misma historia. Que yo era la viva imagen de mi madre, que a su vez se parecía mucho a su propia hermana.
-Y eso, ¿Qué tiene que ver conmigo?
-Mucho más de lo que parece.
-Esa hermana tuvo un hijo con un Muggle.
-Sigo sin entender.
-El nombre del hijo era Tom.
"¿Tom?" Y la impresión difusa que habían tenido tanto él como Neville había empezado a concretarse.
-Tom Riddle.
Los labios de Harry apenas acertaron a terminar la frase.
-Voldemort.
-Sí. Por mis venas corre la misma sangre que por las suyas... o correría... si tuviera aún algo de humano.
"Tocado. Hundido. Fin de partida."-se rió Khali.
Pero no tenía demasiadas ganas de reír. Estaba utilizando una parte demasiado grande de sus reservas de energía. Demasiada energía. Como si necesitara más de lo normal. De hecho, muchísimo más.
"No, imposible."
Volviendo a mirar a través de su espía, comprobó todavía la cara de Harry.
"Como para encuadrarlo".
"¿Y, por qué no?"
