¡Holas! ¿Cómo están? Espero que todos muy bien. Ante todo mis más sinceras disculpas (Karla se arrodilla y hace plegarias), siento haber demorado tanto en subir este capítulo, pero... ¡soy demasiado perfeccionista en estos asuntos! Y, o no estaba inspirada, o no me convencía. Pero... pues, espero sea de su agrado este capítulo.

Dedicado: Para Seven, por percatarse de un error en el fic. Gracias por dejarme un review precioso y explicativo. Gracias por analizar a detalle mi fic, me alegra mucho que te haya gustado, espero este no te defraude.

Aclaración: El título se debe al trato existente entre Ginny y Harry, el afecto que existe, la confianza infinita que no se equipara con cualquier otra.

¡Disfrútenlo!

---------------------------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------

Sólo entre nosotros

El aire se hace menos denso, empiezo a percibir los estímulos exteriores: la luz, el frío, el olor, etc., voy tomando conciencia de mi persona, de dónde estoy, de quién soy, de cómo estoy, de porqué estoy. Y eso, a su vez, me hace retomar el dolor, pero ya con el suficiente control en mí, como para contenerlo y dominarlo, así debe ser, así fue durante todo este tiempo y así seguirá durante mucho más. Las lágrimas se van aminorando y mi respiración no se ve obstruida por gemidos o pequeños hipos, los cuales siempre son consecuencia del llorar, o, a lo menos, de mi llorar. "Ya va. Ya va.", me repito mentalmente, como una orden de apaciguamiento para mi cerebro. Empiezo a tener el control, empiezo a fingir de nuevo, empiezo a callar mis emociones, empiezo a ser yo.

- ¿Ginny? -

Tum, tum. Tum, tum.

Mi corazón retumba en mi pecho, haciéndome consciente de mis latires; con un pánico recorriéndome todo el cuerpo, de pies a cabeza.

"Es él", pienso. Es él y arruiné todo, es él y sabrá todo, porque nada más hace falta verme, destrozada en el suelo, llorando a caudales, meciéndome en mí misma, pronunciando su nombre entre suspiros y gemidos, entre recuerdos y olvidos, entre dolores y alegrías; es él, es Harry... y ahora lo sabe todo.

- Ginny ¿estás bien? -

No era su voz, no era su voz; y siento como mi cuerpo va calmándose, y mi corazón deja de retumbar tan escandalosamente.

- ¿Henry? - digo, pues es a él a quien veo en cuanto me giro a ver quién me llamaba.

- Sí... ¿te encuentras bien..? - me pregunta, preocupado, mientras se acercaba cautelosamente - ...¿que sucede?-

Ya con la cabeza más fría, y con los sentidos más despiertos, me percato de que no es Harry, pero el peligro aún era latente. No era Harry, pero era su compañero, Henry, no íntimos, pero compañeros al fin y al cabo. Y, podría decirle, oh sí, podría contarle y arruinarme totalmente, claro, siempre y cuando haya descifrado todo.

- S-sí, sí... estoy bien... - me limpio las lagrimas con el dorso de la manga de mi túnica, raudamente, e intento sonreír -sólo me dio un calambre- me sujeto el muslo derecho.

Noto en su rostro un gesto fugaz de incredulidad, pero fue rápido y casi imperceptible, ya que inmediatamente fue ocultado por uno de preocupación. Su esmerada educación no le permitía hacerme ver que no me creía, al fin y al cabo no era de su incumbencia.

- ¿Aún te duele? - me pregunta, de una forma impecablemente cortés, pero fundiéndose a su vez, con una preocupación personal, que ni toda la educación recibida, ni todas las clases tomadas, logra ocultar.

Me apresuro a negar con la cabeza, pero luego medito que es mejor fingir un poco. Habrá que hacerlo más creíble.

-Un poco... sólo rezagos -

Me toma del pie y comienza a darme pequeños giros en el talón, una especie de masaje.

- N-no... no es necesario - le digo, mientras mis mejillas adquieren un tono carmesí y alargo mis manos, torpemente, en un intento por detenerlo, pero mis manos quedan suspendidas en el aire, pues él cesa todo contacto conmigo en cuanto hago ese gesto.

1. Disculpa... no-no quise incomodarte - dice, mientras se aleja más de mí,
algo sonrojado, creyendo que actuó mal.

1. No... no eres tú, sólo... sólo estoy bien... de veras... no es necesario
- le digo, tratando de apaciguarlo.

1. Entonces... ¿te puedes levantar?-

Asiento efusivamente y hago ademán de levantarme, pero lo hago bruscamente, y, en un lúcido segundo, recuerdo mi supuesta convalecencia y, para ser más creíble, opté fingir una ligera caída.

- ¡Cuidado! - me dijo él, tratando de sostenerme antes de caer, pero fue demasiado tarde. No fue un gran golpe, ya que apenas me había erguido, pero retumbé en el pasto.- ¿Estás bien?-

- Sí, sí, sólo. no calculé bien y. -

- Aún estás mal. - me dijo, cortándome. - ¿Puedo... puedo ayudarte? - me preguntó, tratando de no sonar obstinado, creyendo que yo era algo... reacia con él.

Asiento, como resignándome a recibir su ayuda. Y él pasa su brazo izquierdo enredador de mi cintura y toma mi brazo derecho, poniéndolo alrededor de su cuello.

No dije nada, pero, inevitablemente, mis mejillas se tiñeron de un carmesí tenue, pero notorio; al percatarse de esto me dijo:

- ¿Te. incomoda? -

Negué con la cabeza, no pudiendo, aún, encontrar mi voz. No me incomodaba, es decir, en una forma de que me es detestable; sólo que. estábamos demasiado cerca, era casi un abrazo, por no afirmar que lo era.

Ya erguidos (él fue quién me "ayudó" a hacerlo), comenzamos a caminar, hacia los pasillos que rodeaban el campo. Yo, fingiendo una cojera inexistente; él, un tanto nervioso, debido a la cercanía, quizás tampoco está acostumbrado, pensé. Bueno, después de todo, era un Ravenclaw, no un Hufflepuff; era alto, sí, mira que casi estaba colgada de él; y casi siempre podía llevar, en el rostro, ese gesto pensante, casi serio, casi meditabundo; pero, en estos momentos, sólo tenía la vista extrañamente atenta en el camino, y un tono rosa en sus mejillas que no puede ocultar. No puedo contenerme y suelto una pequeña risilla.

- ¿Qué es tan gracioso? - me dice, aunque ya adivinaba por dónde se originaba mi risa.

- Creo. - empiezo a decir, cortada por otra pequeña risilla. - .creo que el incómodo es otro.-

Y su rostro ahora era realmente un rojo furioso. Reí, a sabiendas de que esto lo pondría más nervioso, pero es que no me pude contener. Y es que. su rostro reflejaba ahora. cierta. ternura, que daba ganas de apapucharlo en esos instantes.

- Yo puedo seguir sola. - le dije, en un acto benevolente, para no causarle más penas. E hice un ademán de soltarme, pero él me asió más fuerte, sorprendiéndome.

- No. no me incomodas, e-enserio. - pero su voz contrariaba sus palabras.

- De veras, puedo sola, Henry; ya se me está pasando, además, ya me beneficié suficiente de ti, no quiero seguir aprovechándome. -

- No, no, para nad. -

- ¡¡Ginny!! - una voz nos hizo detenernos en seco, ya que aún avanzábamos, de a pocos, pero avanzábamos. Los 2 giramos, hacia el espacio que había entre ambos.

Era Harry, venía agitado y rojo debido a la carrera que hizo.

- Gin. (toma aire). Ginny. (otra bocanada de aire) ¿Dónde andabas? Te estuve esperando. (más aire) cuando vi que no regresabas, fui a buscarte y ya no estab.- de repente, detuvo sus palabras, dando una significativa mirada a los brazos de él en mi cintura, a mi brazo enredado en su cuello, a la cercanía que profesabamos.

Nosotros, al darnos cuenta, giramos nuestras caras hacia ambos, logrando, con esto, quedar aún más cerca nuestros rostros. Intempestivamente los dos giramos nuestras cabezas a lados contrarios, algo sonrojados, pero, afortunadamente, recordé el mal que supuestamente me aquejaba: mi pierna. Y, nuevamente, lo único que atiné a hacer fue dejarme caer, claro que con más sutileza, pero tenía que hacerlo de todas formas, sino la farsa se vendría abajo; esta vez, dejando escapar un pequeño gemido.

Me detuvo, nuevamente, entre sus brazos, reaccionando a tiempo.

- ¿Aún te duele? - preguntó Henry, con una nota de clara preocupación en la voz y sus ojos fijamente en los míos, los cuales no estaban lejos, ya que estábamos cara a cara.

- ¿Te duele? ¿Qué te duele? ¿¡De qué me he perdido!?- indagó Harry, esta última pregunta en un tono un tanto exasperado, con el ceño algo fruncido debido a la confusión y a que ninguno de los 2 le explicábamos algo.

- Es su pierna - comenzó a explicar Henry, mientras que daba un pequeño empujón para arriba, logrando con esto sostenerme mejor entre sus brazos.- Tuvo un calambre, en esas condiciones me la encontré en el campo de Quidditch. Sola. - y esto último, pude notar, lo dijo en un tono de reproche, pero aún con su vista fija en mí.

- ¿Calambre? ¿No me dijiste que era un leve adormecimiento? - dijo Harry, ya mirándome directamente, con un mohín de enfado gobernando su rostro.

- E-eso era. en un comienzo, luego me dio un calambre. - contesté, con algo de temor, ya que no me agradaba que estuviera molesto conmigo, pero recapacité y me percaté, algo tardíamente, que yo no había hecho nada malo.- Harry, no pretenderás que adivine que mal voy a padecer, ¿no? Sólo pasó. Que lleve adivinación no quiere decir que haya aprendido algo en esa asignatura. - esto último lo dije con una sonrisa en mis labios, contagiándosela a ambos.

- Bueno, bueno, entonces vamos, que llegamos tarde. - dijo Harry, haciendo un gesto con la mano, como quitándole importancia al asunto.

No se enojaría conmigo, lo sabía, pues nunca lo ha hecho, no hasta ahora.

Y, así, comenzamos a andar. Yo con Henry a mi izquierda, ayudándome a caminar, y Harry a mi derecha, con sus manos en los bolsillos de su pantalón, un tanto meditabundo, mirándonos de reojo, demasiado serio.

¿Celoso? No, no, mira que no. Sólo que no estaba acostumbrado a verme así, en tanta confianza con alguien que no sea él. Aunque, pensándolo bien. celoso, sí, pero celos de amistad; celoso de la confianza que le daba a Henry, en estos momentos; celoso de que mis brazos no sean de su exclusividad; celoso de no ser él quién me ayude; celoso ante el pensamiento de que recurrí al alguien más en pos de ayuda; celoso de que actuara como si no me diera cuenta, o, aún peor, como si no me importara. Y, estos pensamientos, algo locos, algo incoherentes, me llenaban de una alegría infinita, de un bienestar que se expandía en mí, a la par que daba rienda suelta a mis pensamientos.

En eso, siento un chasquido a mi derecha, unas manos en mis piernas, empujándolas, derribándome hacia atrás, y otra en mi espalda, evitando, así, mi caída; me elevaba, me elevaba y, por reflejo, rodeé mis manos al cuello de la persona que me cargó. Tenía aún los ojos bastante abiertos, debido a la impresión, me miró y me dijo:

- ¿Qué? De otra forma nunca íbamos a llegar, al paso que iban.- y, con esta última frase, dio a entender que fue una contestación al reclamo de Henry, le decía claramente: "no ayudaste mucho".

No pude evitar sonreír, ya mi rostro ocultado entre la zona derecha de su cuello y su mentón. Era tan infantil, mira que. ponerse celoso de Henry,. mira que. pensar que me puede perder,. mira que. pensar que lo puedo dejar de querer.

Cierro mis ojos, entregándome por completo a mis sentidos. Impregnándome de su aroma, que me adormece, sintiendo la piel de su cuello con algunas partes de mis manos que se asían a él. Los abro y noto, en el orificio que había el arco del cuello de Harry, que Henry me mira, un tanto serio, con el ceño levemente fruncido, con los ojos algo tristes.

Le sonrío, y él, al percatarse de que ya noté su mirada, me devuelve una sonrisa, débil, y fija su vista en el camino, y fija sus pensamientos en acciones ocurridas, meditando, encajando, deduciendo. Y yo, demasiado abstraída por la cercanía de Harry, ni me daba cuenta. Sólo apoyé mi cabeza en su hombro, intentando dormirme, intentando que algo de su aroma se quede en mí.

Y Henry, Harry lo sabe, no tiene la confianza que ambos tenemos, no tiene, ese afecto espontaneo entre nosotros... que siempre tenemos, que siempre tuvimos, como hace unos días... como...

****************************************** Flash back ************************************

Con un golpe seco aterricé los pies en la penúltima escalera de la gran escalera de la sala común. Mis bucles ondeando y una mirada indagadora hacia el entorno, mientras me empiñaba y volvía a posar los talones al suelo, moviéndome hacia atrás y delante, con un pesado libro tras de mí, entre mis manos.

"Mmmm... ¿cuál elijo?", pensaba. Tenía la sala común toda ella a mi disposición. ¿La razón? Sábado, 6 de la mañana, con una visita a Hogsmeade a 4 horas; en conclusión: todos durmiendo, recargando las pilas que derrocharían en la visita a Hogsmeade. Ella no sería la excepción si no fuera por... Snape. Ese nombre resumía el porqué de su presencia en ese lugar, ese día, a esa hora y con ese libro. Pociones, no era que me fuera tan difícil, para nada, sólo que, tener tras de ti unos ojos austeros, pendientes del más mínimo error en la preparación de tu brebaje, soltando sonidos de desaprobación cada 2 segundos, pues... ¡era desesperante! Así que tenía que reforzar dicha materia, y qué mejor que teniendo la soledad de un amplio y cálido lugar, a una buena hora... con los ánimos puestos.

"¡Ese!", exclamé, refiriéndome al sillón doble de enfrente de la chimenea, la cual ya estaba encendida. Me dirigí a este dando pequeños saltitos. Actitud sumamente infantil, lo sé, pero, no sé porqué (no me preguntéis), era mi forma de dar a conocer mi buen humor.

Sentome en dicho lugar, crucé mis piernas sobre el sillón (un pasando por sobre la otra), formando, así, una canasta con ellas, donde puse mi libro. Solté un suspiro... bien... ¡Ánimo! O era eso o soportar a Snape dándome otra reprimenda; claro que también podía pedirle a Hermione ayuda, pero eso conllevaba a pasar toda la tarde y noche en la biblioteca, y, obviamente, no quería eso. Tenía planeado estudiar, hasta el desayuno y luego se iría a Hogsmeade; ya después le pediría ayuda a Hermione, en la noche, un par de horas en la biblioteca (era inevitable si hablábamos de ella) y listo.

"Bien... ¡manos a la obra!", me sumergí en el libro.

Pasaron a duras penas 30 minutos, cuando el retrato de la Dama gorda se abrió.

"¿Quién podría?" me pregunté mentalmente, "¿Quién podría estar levantado tan temprano... hoy? ¡Y encima fuera! Que hace un frío glacial."

Y le vi, con el cabello azabache un tanto desordenado y con pequeños restos de nieve; los ojos intensamente verdes y meditabundos, fijando la mirada al suelo.

- ¿Harry? -

Se volteó hacia mí, sorprendido de que alguien estuviera despierto a estas horas, pero más aún, cuando vio que ese alguien era yo.

- ¿Ginny? - exclamó, aún sorprendido. Asentí con la cabeza. - ¿Qué haces aquí, hoy, a estas horas? -

Levanté el libro de Pociones, por toda respuesta; y me entendió.

- ¿Y tú? -

Se alzó de hombros, quejumbroso y dijo, perezosamente:

- Ahí... paseando -

Le miré ceñuda, algo pasaba y no me lo quería decir. Alcé una ceja en señal de incredulidad. A lo que él hizo ademán de responderme pero se detuvo... y miró significativamente mi libro. Le entendí y enseguida hice a un lado el libro y palmeé la parte derecha de mi sillón, en señal de que se sentara.

Vino, casi a saltitos (igual de infantil que yo), pero no se sentó, sino que se quedó parado frente a mí, mirando alternativamente mis piernas cruzadas y mis ojos. Le capté una vez más: hoy estaba sensible. Puse mis piernas en posición normal y él, al instante, se sentó en el suelo, replegando sus piernas a un lado, rodeando mis piernas con sus manos, y poniendo su cabeza en mi regazo, de costado, mirando al fuego crepitar.

Yo le pasaba mis manos entre sus cabellos, en caricias que lo invitaban a contarme aquello que le preocupaba.

- ¿Es... Cho? - me atreví a preguntar, pues él no se animaba a empezar y, pues, era fácil prever que estaba relacionado con ella, pues cuando sus estados de ánimo varían o se expresan intensamente (léase odio, tristeza, alegría) era debido a ella.

- Uhumm - asintió, con un sonido extraño, a la par que lo hacía con la cabeza.

- ¿Pelearon de nuevo? -

- Uhumm - y se asía más fuerte de mis piernas.

- ... van 3 veces durante este mes, ¿no? -

- Uhumm - y soltó un suspiro.

- ¿Y esta vez porqué? -

Levantó su rostro de mi regazo para dar más énfasis a sus palabras, pero sin soltar sus brazos de entre mis piernas.

- Quería... quería que pasara estas Navidades con ella... en casa de sus padres -

Pude ver en su expresión un cierto temor ante tal idea, pero también nostalgia.

- Hubieras aceptado. Sabes que mis padres no se molestarán, sólo explícales bien y entenderán -

- Pero... ¡Gin! ¿Qué acaso tanto me detestas que no quieres pasar la Navidad conmigo?-

- Sabes que no es por eso... - le digo, a la par que le doy un golpecito en el brazo y exclamo "tonto" - Sólo que así te evitarás problemas con ella. Complácela. Sólo quiere lo que es lógico: estar junto a su enamorado en Navidad. -

Le veo fruncir el ceño, meditando.

- Además, lo que pasa es que te da miedo estar con sus padres - y le doy en el blanco, ensancha sus ojos y la mirada preocupado, suelto una pequeña risita haciendo que se sonroje levemente - Lo sabía... no es tan malo Harry-

- ¿Cómo que no? - se le escapa, a lo que se incrementa mi risa y su azoramiento.

- ¡Bah! Sólo sonríeles y los tendrás en tus manos - logro mi objetivo: hacerle reír. Y nos pasamos unos minutos así, entre carcajadas.

-En serio Harry - le digo, cuando ya nos calmamos - Además, no veas sólo el lado malo. Piensa en tú y Cho, juntos, en navidad... - y creo que resultó.

Se vuelve a acurrucar en mi regazo, y yo a acariciarle su cabello.

- Pero... no estaremos solos, estarán sus padres - al final hace un sonido de lo más chistoso, haciéndome entender lo poco que le agradaba la idea.

- No es tan malo - le digo entre pequeñas risas - Mmmm... mira, ya sé: pregúntale a Cho qué le agrada a sus padres y hazles un presente - parece que resultó, pues ahora apoyaba su mentón en mi regazo y me miraba expectante, así que continué- Pero que no sea algo pomposo, porque sino creerán que los quieres sobornar. Y pórtate como un caballero... -

- ¡Ehh!... que yo me porto como un caballero siempre - me dice, interrumpiéndome, saltando al acto.

- Si tú lo dices... - dije, rodando los ojos, y una pequeña sonrisa se escapaba de mis labios.

Frunció el ceño y me miró con cara traviesa... había cometido un error.

En unos segundos ya me había atacado en mi punto débil: las cosquillas. Ya había resbalado del sillón y ahora estaba chorreada en la posición que él tenía antes: a los pies del sillón. Y él aún haciéndome cosquillas.

- Jajajaja... Ya... ya... me rindo... me rindo... eres un caballero jajajaja... eres un caballero... -

Al fin me soltó. Y, después de calmarme, le miré con rencor fingido.

- Eso no es justo - le reclamo, sentándome correctamente y arreglando mi uniforme, pues estaba todo desaliñado. Él no hace más que mirarme con aire prepotente, y yo, con una actitud igual de infantil, le saco la lengua. Actuábamos tan infantilmente.

- Bueno, entonces... - le digo, ya sentada correctamente en el sillón, pero él abajo, en la alfombra, mirando al fuego - ¿pasarás una estupenda navidad, eh? -

Sólo asiente, no tan animado como esperaba.

- ¿Y ahora qué? ¿No te gustó mi plan?- le digo, sentándome a su lado, en la alfombra.

- No es eso - me dice, negando con la cabeza efusivamente. - Es sólo que... no pasaremos la Navidad juntos... - y sus ojos denotaban algo de nostalgia.

- No seas tonto- le digo, luego de chascar la lengua.- No hay cuidado... - y me mira, para confirmar si estoy bien o no - Además, no te creas tan importante - y me alzo de hombros, pero agacho la cabeza, tratando en vano de ocultar mi rostro, porque él lo sabe leer a la perfección.

Me levanta la cara con uno de sus dedos y ve mis ojos vidriosos.

- Te quiero - me dice... y me derrite al instante, y mi mundo se detiene, y quiero que lo vuelva a decir mil veces más...

- Y yo a ti Harry -y le ofresco una sonrisa a través de mis lágrimas que se escurren.

- Gracias por ayudarme, siempre. - dice, mientras me atrapa en un abrazo reconfortante. - Gracias... por estar ahí cuando te necesito... -

- No, gracias a ti por dejarme estarlo. - y mi rostro se hunde en su pecho, y mi alma arde de amor, y mis labios callan una palabra... un "te amo" que jamás proferirá.

****************************** End of flash Back *******************************************

¿Os gustó? Eso espero. Reitero mis disculpas, mil perdones por la demora, pero... creo que la inspiración se me fue... (¿o será algún chico?) (Mep agita la mano en el aire, tal cual Hermione ante una pregunta del profesor Snape) (¬¬ tú no digas nada Mep) (Mep recoge su mano, con cara triste).

Bueno ¡Gracias por los reviews! ¡¡Y 12!! Fue más de lo que yo esperaba, en serio, sois tan lindos todos. He pensado en responderlos, pero... Veréis, no me agrada cuando leo un fic y tienden ocupar más espacio sus respuestas a los reviews, que el fic en sí; pero, por otro lado, me emociono mucho cuando responden un review mío... ¡Qué dilema! Miren, hagamos un trato: yo les debo mucho (los reviws, todos y cada uno de ellos) y sería ingrato no nombrarlos; pero, ya que no lo haré por este medio, os pediría por favor que dejen sus correos, así les enviaré una respuesta directamente a su cuenta ¿De acuerdo? (Claro, eso si queréis).

Bien... espero dejen un review, deseo saber que tal les pareció este capítulo. No bajé de 8 páginas ¿eh? Por favor, les agradecería mucho vuestro review. He avanzado un capítulo ya (pero de muuuy a futuro), y tendré vacaciones (2 semanas... ¡que emoción!) y me trataré de avanzar lo más rápido que pueda ¿eh? Además, no les conté que mi hermana borró mi carpeta ¡__¡ con todos mis archivos y trabajos de todo 1 año. Pero bueno... ¡denme ánimos para actualizar más seguido! De veras que me ayudan mucho sus comentarios.

Adiós. Cuídense. Estudien. Sonrían.

Karla ('Mione)