Avisos habituales. A partir de ahora, los capítulos pueden incluir algunas escenas subidas de tono Quedan avisados.

Encuentros y reencuentros

Él entraría silenciosamente. Nada de avisar al enemigo, era su divisa. Después tardaría un poco más en desarrollar todas sus capacidades. Pero no debían saber que había llegado. Sobre todo, aquellos que sabían quién era.

De hecho, fue tan silencioso, que sorprendió por la espalda a una agente. Cosa casi imposible.

-Hola, Khali. –susurró a su oído. -¿Qué tal estás? Tienes una buena casa, aquí montada.

La cueva que habitaba ella estaba bien preparada. Una buena cocina. Un lecho mullido. Un lugar para meditar y relajarse. Un aseo. Todo bien oculto.

Ella se volvió. Allí estaba, tal como lo recordaba. Estatura media, cabello claro y mirada dulce y tranquila.

-¿Señor?- Dijo dubitativamente.

-No. Sólo Adán. Por favor.

-Entonces has...

-Abandonado mi puesto.-entonces miró su uniforme de batalla como si faltara algo en él-. Pero lo he dejado en buenas manos.

Ella se sorprendió. Nunca pensó que hubiera alguien en que Adán confiase, exceptuándose a ella misma. Y mucho menos que dejase su puesto, por cierto.

-Antes de que preguntes, casos hubo en los que una comandante dejó el puesto y propuso a una de sus parientes para el cargo. Yo he hecho lo mismo.

Khali se sorprendió.

-No sabía que tuvieras familia. ¿Quizá, una hermana?

Adán sonrió. Era la misma sonrisa que la había atado a él, pensó Khali, un poco alarmada al constatar que le producía exactamente el mismo efecto ahora. Quería correr a abrazarlo, a besarlo. Como si nada hubiese cambiado. Como cuando sólo eran dos oficiales.

-No. No tengo hermanas. De hecho, yo fui para mi madre una sorpresa tan grande como nuestro hijo para ti.

Eso sí que había cambiado.

-¿Y puedo saber quién es?

-Es Ishtar.

La sorpresa más grande se dibujó en el rostro de Khali.

-Pero ella... odia a los Aniquiladores.

-Bueno, quizá odió a algunos. Pero puedo asegurarte que a los dos últimos, si excluímos al que crece dentro de ti, no. Más bien al contrario. ¿Recuerdas que se retiró por unos años? Aquí tienes la razón.

Y acto seguido mostró lo que para él era un tesoro irreemplazable.

Tres patrones genéticos.

Un varón. Un Aniquilador. De nombre Marduc.

Una mujer. Una Reina. De nombre Ishtar.

Un segundo varón. Un Aniquilador.

Huelga decir que era Adán. Solapó los dos primeros patrones. Estos se combinaron en uno sólo. Y el resultado fue el tercer patrón. Mostró también el tatuaje de su palma.

-Es tu madre. – y el rostro de Khali mostraba sorpresa... pero también comprensión.

-¿Crees que, por muy hábil que fuera, por mucha capacidad de resistencia que tuviera, podría haber vencido yo todos los obstáculos que se levantaban en mi camino, si no llego a estar aconsejado y ayudado por alguien con experiencia?

Hubo una pausa, cada uno de ellos sopesando lo que iba a decir.

-Nunca desprecié a las mujeres.

-Ahora lo veo.

-Y mucho menos podía despreciarte a ti. Porque siempre te he amado. Eso, para algunas de las Reinas, es una debilidad. Pero, para mí, ha sido mi mayor fuerza. Porque, gracias a ti, no sólo se ha asegurado mi futuro... sino el futuro de toda nuestra raza. "Con Ishtar en la Comandancia, las Reinas que en su día mintieron sobre nosotros, serán relevadas y castigadas. "Sólo aceptamos el juicio de una igual", dijeron. Ahí la tienen. Y la verdad será revelada.

-¿La verdad?

-¿Cuándo fue la última vez en que una de vosotras se convirtió en Reina?

Khali repasó su memoria.

-Hace más de 55 años.

Y al momento fue como si la golpeara un rayo. La sonrisa de Adán se ensanchó.

-Cuando Ishtar se convirtió en Reina. Poco antes de que yo fuera concebido. "Aunque no es cierto. No fue la última vez. Una Hija de Isis lo hizo hace 5 años.

Con una actitud un poco burlona, un poco respetuosa, puso la rodilla derecha en el suelo.

Ella sabía lo que venía a continuación. Era la actitud en la que se hacía el triple saludo. Ella... no, no era posible.

-"Hija de la Luz. Madre de los supervivientes. Defensora de la Justicia".

No, no podía ser.

-Yo te saludo, Reina Khali.

Él se levantó lentamente.

-Por favor, no bromees con algo tan serio, Adán.

-No bromeo en absoluto.

Ella seguía anonadada.

-Mira. –Sacó el patrón genético de ella, recuerdo de sus últimos encuentros. –Este es el patrón antiguo. ¿Tienes el actual?

Ella lo sacó asustada.

-Compruébalo tú misma.

Ahí, en un pequeño segmento, aparecía la marca genética de las Reinas.

-Oh, madre mía.-sólo pudo decir ella.

-Escúchame por favor. Tienes muchos motivos para odiarme. Pero te pido que me perdones.

-¿Perdonarte? ¿Por ocultarme tu verdadera identidad, por convertirme en una Reina? ¿Como sólo puede hacerlo un Aniquilador, verdad? ¿Por haberme dejado embarazada? ¿Por no haberme recordado?

Sonrió burlona.

-Claro que sí.

Esta vez fue Adán el que se sorprendió.

-¿Qué?-dijo con la boca abierta.

-Has sido muy ingenuo... al creer que yo no sabía, al menos una parte de esta historia. Ignoraba que estaba embarazada y que era una Reina –se estremeció un poco- pero sabía que no me habías olvidado. Que me habías ayudado.

-Bueno-dijo él acercándose un poco.-Fue mi madre. Se lo pedí.

-¿Sí?, soy importante para ti, verdad.

-Lo eres... mucho. –Apenas dijo esa última palabra. Sus labios se unieron.

-¿Tu cuerpo ya ha empezado a acusar tu embarazo?-preguntó él, sin venir a cuento.

Ella se sorprendió, aunque bastante poco.

-Sigues haciendo preguntas curiosas. Sí, un poco. Ahora... digamos que soy más "mamífera" que antes.

-¿De veras?

-¿Te gustaría comprobarlo?-dijo ella pícaramente.

Él acarició su rostro.

-Me gustaría compensarte por todo lo pasado.

-Puedes intentarlo...

Se tumbaron, y desde ese momento todas las preocupaciones "volaron". Sólo estaban ellos dos. Todo lo demás importaba... un pimiento.

Ella se quitó la parte superior de su uniforme. Llevaba la especie de corpiño que llevaban todas las agentes.

-Esta prenda. Es horrible.-dijo él, mientras acariciaba su vientre y su ombligo.

-Puede que no sea estéticamente muy correcta. Pero es funcional. -dijo ella divertida al recordar que eso era exactamente lo que opinaba hacía cinco años. Cuánto había echado en falta su compañía. Y sus palabras. Y sus caricias. Eso último, demostrado por la erección de sus pezones, visible incluso a través del corpiño.

-Bueno, -dijo él al darse cuenta.-Tampoco está tan mal... Pero tenemos a varias personas pensando en algo así como un sujetador de campaña.

-Pues las camisas que os dan a vosotros no son mucho mejores. -dijo ella al ver cómo se quitaba él también la parte superior del uniforme.

-Cierto. Pero, por debajo de esas prendas, creo notar que sí, que has cambiado. Tienes algo más de caderas... y más pecho.

Sus caricias se volvieron más intensas. Y empezó a besarla en el cuello y la cara.

-Sigues teniendo buena mano.-le sonrió.

-Pues hace 5 años que no practico.

-No te han faltado ofertas, supongo.

-No. Pero eres la única que quiero abrazar. La única con la que quiero hacer el amor.

Lo observó un momento.

-Creéme, Adán, se nota.

Él comprendió en seguida a qué se refería.

-Sigues ronriendo igual que antes.

Ella se desprendió del corpiño.

-Y sigo queriendo que me acaricies como siempre, Adán.

Lejos, ignorando que las fuerzas contra él aumentaban, las cosas parecían irle bien a Lord Voldemort.

-¿Todos los dementores han llegado?

-Sí, mi señor.-dijo Bellatrix.

-Mis viejos aliados.-y los ojos inhumanos del Señor Oscuro se iluminaron. –capaces de mostrar los peores temores de cualquiera. Incluídos los de Harry Potter, sé que les teme. La pérdida de algunos gigantes y de un mortífago han sido duras, pero no definitivas. Además, parece que el Ser ha desaparecido.

Meditó un rato.

"Alguien con capacidades especiales ha debido de crear una buena barrera mágica entra Potter y yo. Hace tiempo que no siento nada proveniente de él.

"Aún así, es hora de acabar con el que osó desafiarme en mi propia cara. Ese profesor, debe morir.

Se volvió hacia la mortífaga.

-Prepárate, Bellatrix. Vamos a visitar mi antigua escuela. Pero, primero explícame por qué no podemos localizar a Malfoy. Cuanto más tiempo esté fuera de mi influjo, más difícil será hacerlo retornar a mí. Y fue un leal sirviente.

-Ya lo hemos intentado. Alguien ha montado una gran barrera en torno suyo.

-Otra vez ese profesor.-dijo Voldemort enojado.

-No, mi señor. No al menos, en solitario. Este tipo de barreras se hacen entre dos.

-¿Dos? Da igual. Avisa a todos. ¡Rápido!

Con una reverencia, Bellatrix se retiro.

"Dos..."

Lo que Voldemort ignoraba era que las noticias de ese nuevo profesor, y de la determinación de Harry Potter, habían llegado también a la esfera internacional de los magos. Así fue que esa misma noche, una extraña delegación llegó hasta las puertas de Hogwarts. O más bien, hasta las tierras de Hogwarts.

Claro que "extraña" no era un apelativo de fácil aplicación en cosas que tuvieran que ver con la magia...

-¿Cómo nos recibirán? –preguntó una joven de unos 20-21 años, con la piel extrañamente blanca, ojos azules y cabello rubio. Su acento francés era evidente.

-Supongo que bien.-dijo el otro joven, también de parecida edad. Tenía andares de pato. Aunque cuando se despegaba del suelo, podía ser casi imposible de alcanzar.

Alguien vino a recibirles. Era Hagrid.

-¿Quién? Vaya. ¡Bienvenidos! Venid, venid.

-¿Una pregunta, Hagrid, no hay más gente aquí de la que debiera?-dijo Victor Krum, que no era otro el nombre del joven.

-Sí, a mí también me lo parece.

-Claro, claro. La Orden ha venido aquí.

-Luego, es cierto. Están preparándose.

-Eso, pregúntaselo al profesor Dumbledore y al profesor Garner.

Ya dentro del castillo, ambos discutían los detalles de las últimas informaciones que les habían llegado. También estaban Spica, Harry, Hermione y Ron. Pero se estaban manteniendo al margen, excepto Spica.

-Como ve, no hará falta que vayamos, profesor Garner. El mismo Tom viene a visitarnos.

-Bueno, al menos no cuenta con el factor sorpresa. Aunque... –empezó a decir Spica.

Entró Hagrid. Y naturalmente, era imposible dejar de fijarse en él.

-Traigo visita, profesores.

-¿Sí?

Hermione y Ron reconocieron a Krum. Y él a ambos. Con un gesto, les indicó que no era ésa la razón.

Por su parte, Harry también reconoció a Fleur Delacour, la chica en parte Veela, criatura mágica que era capaz de robar el corazón de los hombres.

-¿Quiénes son?-preguntó Spica.

-Oh, qué descortés llego a ser.

-Profesor Garner, señorita Bela, os presentó a Víctor Krum y a Fleur Delacour.

-¿Flor del Corazón?-preguntó Seth

-Vous parlez française, monsier?-dijo ella.

-No demasiado, mademoiselle.

-¿Tú no eres el mismo que...?-preguntó Krum.

-Sí, soy yo.

-Venimos a ayudaros.

-Curiosa manía, teniendo en cuenta qué riesgo estamos corriendo.

-Precisamente. Fleur quiere ayudar a los que ayudaron a su hermana, y yo quiero ayudar a Hermione... aunque ahora esté con Ron.

Tal vez por que aquello cargó un tanto el ambiente, la reunión terminó enseguida.

Harry decidió dar una vuelta por el castillo. Hermione y Ron habían desaparecido, como hacían últimamente. Así que, aburrido, decidió volver a la Torre de Gryffindor.

Se encontró con una sorpresa. Ahí, sentada junto al fuego, esperaba Anna. Llamaba la atención de todos los que se acercaban, mirando con cierto aire melancólico las llamas.

-Ho..hola. –Harry maldijo la timidez que siempre tenía al hablar con las chicas.

-Hola.-la sonrisa que le mostró terminó por turbarlo del todo.

Harry se sentó.

-¿Cómo has entrado?

-A un compañero tuyo de habitación se le ha caído esto.-mostró un papel.- Debe de ser el rey de los despistados.

-Neville. ¿Nunca podrá recordar las cosas?

-Pues yo se lo agradezco. Ahora puedo hablar contigo.

A Harry cada vez se le hacía más incómoda la situación.

-¿Sabes que soñé que nos bañábamos juntos a la luz de la Luna?

-¿Qué? Yo soñé lo mismo.

-¿Sí? ¿Casualidad? Bueno, sé que terminaste mal con esa chica, Cho Chang. Así que sólo quería decirte esto.

Se levantó de su asiento.

Se acercó a él, y para sorpresa ( y gracia) de los presentes, posó suavemente sus labios en los de él.

-Considéralo una petición para una cita. Responde pronto, por favor.

Y sin decir más, se marchó, dejando a Harry más rojo que un tomate y escuchando las carcajadas de toda la torre... pero feliz.