Dedicado a: Azkaban. Linda, he contado siempre, con uno de tus reviews. Siempre, en cada uno de mis capítulos, de principio a fin, siempre tú. Gracias, te lo digo de corazón. No me ha pasado desapercibido ese detalle. No, no, ¡qué va! Porque, cuando sentía que el capítulo enviado no era lo suficientemente bueno, podía contar contigo, con un review de tu proceder, y eso, linda, ayuda mucho, muchísimo. Gracias, linda. Gracias por todo, por tus concienzudas palabras, por tus ejemplares frases, por esos ánimos incondicionales. Esto no es comparable a ni siquiera uno de tus reviews, pero, espero, cuente. :)

Capítulo 10: Suficiente.

La silla hace un chirrido de lo más insoportable, al pararme. Mochila en hombro y mano al cuello: me dolía ese lugar, precisamente. Doy círculos con mi cabeza, en son de amortiguar el dolor, así como el vago masaje en dicha zona. Dolor, dolor, en el sentido estricto de la palabra, no es. Más bien tensión. Tensa, como si tuviera un gran peso a cuestas, como si el esternocleidomastoideo se hubiera puesto, irresolutamente, rígido. Así: incómodo, desesperante, estresante. Estrés. Estrés...

No hay ganas de nada, salvo esquivar a todos y dirigirte a una ya muy conocida soledad. Pero, siendo sincera, es lo que necesito en estos momentos: a nadie. Y tengo pensado hacerlo, la determinación se va formando mientras salgo del aula.

Casi al final del pasillo le veo: la cabeza erguida al máximo, buscando entre las decenas de cabezas; una mano sosteniendo la mochila, mostrando que, ni bien culminaron sus clases, vino a por mí. Y, cómo no, la sonrisa en su cara da cuenta de que me ha hallado.

Voy a su encuentro, no por deseo, sino porque es por ahí, al fin y al cabo, por donde había de pasar. Con un fugaz abrazo, evito el contacto de labios. Una media sonrisa nada convincente y ya deseo irme.

- ¿Qué ocurre, pequeña? – me dice, con el envés de su mano, sobre mi mejilla, y su mirada fija en mí.

No deseo que me abrace, no deseo que me bese ni que me llame así. Que sólo hace que añore cuánto quise escuchar aquel apelativo en labios de otro. Otro... Y son esos pensamientos los que me hacen alejar de él, Henry. No porque prefiera al otro (aunque cierta verdad hay en ello), sino porque me siento sucia. Desleal, inmerecedora de todo lo que me da. No puedo... me siento mal conmigo misma. No está bien. Y huyo.

Mis manos en su pecho, apartándolo, débilmente. Y no me atrevo a mirarle, sólo doy una débil excusa y me retiro... No lo merezco. No debí permitir esto nunca. Es mi carga, es mi pesar. Jamás debí compartirlo. No deseo ver tristeza en sus ojos, a sabiendas que fui yo la culpable. Pero es que hoy... no tengo fuerzas ni ganas para fingir...

Fingir.

¿Es que todo lo que hay entre nosotros es fingido? No por él, no por él. Y es eso lo peor. Es por mí, que debo, en ocasiones, tener ánimos para él. No lo merezco, no me merece. Aunque a veces, eso sí, es tan rico estar con él, y dejarte llevar por sus mimos. Pero eso cuando has sido niña buena, es decir: salir victoriosa frente al otro, Harry.

Y me voy tan rápido, que no logro ver a una Melissa persiguiéndome, y a un Henry deteniéndola. Ni puedo ver, mucho menos, su intercambio de miradas, entendiéndolo todo, entendiéndome del todo.

Hoy he huido. Hoy no, hoy no. Repito: ni ganas ni fuerzas. Para nada, para nadie.

Y. No ayuda mucho encontrarte a Hermione y Ron por los pasillos, en una de sus típicas escenas de 'enamorado de ti, pero ni te das cuenta'. No ayuda mucho, no ayuda en absoluto. Tengo todo ello, alguien que me quiere, a medio pasillo detrás. Pero... No es que no lo aprecie, sólo que... ni ganas. Lo único que logro con estos pensamientos es odiarme más, y que mi cuello se tense más. Sola, sola. Necesito estar sola, ¡y ya!

No. No, no, no, no. Cuado crees que no puede empeorar, la vida parece darte la contraria.

Viniendo en dirección opuesta a la mía, viene él. Con media docena de libros a cuestas, y dos o tres pergaminos enrollados, sobre la pila de libros que formó.

Cuando su mirada deja de observar preocupado los libros, choca con los míos. Su paso desacelera perceptiblemente y, luego-luego, vuelve a tomar la velocidad inicial. Alza las cejas a modo de saludo, junto a una sonrisa torcida y de lo más falsa. Vuelve su vista al camino y, de cuando en cuando, mientras no me da la espalda aún, me mira, de reojo.

Fatal, fatal, fatal. Eso es lo que ha ocurrido estas semanas. Diose cuenta de mi alejamiento y perceptible frialdad (leve, pero intuible), para, caballerosamente, alejarse de mí. O, al menos, no dejarme notar que lo sabe, y dejar que siga rehuyéndolo.

Merlín, Merlín, Merlín.

'Esto está mal, esto está muy mal.' Me digo, casi corriendo por las escaleras que dan a mi habitación. Tiro mi maleta sobre el baúl, al final de mi cama, y me tumbo boca arriba en ella, horizontalmente. Las palmas de mis manos, presionando mis ojos.

...

...

...

Tres respiraciones, y sus respectivas exhalaciones, calmadas, pausadas.

Llevo las manos a los bolsillos de mi túnica, a la par que abro los ojos. Encuentro lo que busco y, con ello, señalo la puerta, a mi izquierda, conjurando 3 hechizos: de insonoridad, para el cuarto; de impenetrabilidad, para la puerta; y, si hubiera podido, un Avada Kadabra para mí.

Dejo que mi brazo caiga, en la cama, en la misma posición que está: estirada, señalando la puerta.

3 respiraciones pausadas nuevamente, y me voy convenciendo de que no tengo paciencia para esto.

'Hígado. Eres una gruñona, impaciente y gritona.'

Y sus ojos verdes mirándome, expectantes, queriendo ver cómo me ponía roja de la furia y empezaba a elevarse mi tono de voz.

Lo extraño. ¡Oh, Merlín! ¡Lo extraño tanto! Tanto, tanto... Quiero sus dedos en mis cabellos, y su carita en mi hombro. Quiero su nariz en mi cuello y sus manos en mi cintura (que sólo para él está hecha). Quiero sus lágrimas en mi túnica y sus carcajadas martillando mi oído.

Puedo cerrar mis ojos (y así lo hago) y ver su perfecta hilera de dientes. Puedo percibir esa combinación de fragancias, entre shampoo, colonia y sudor. Puedo hacer eso y más. Como lo he hecho durante las noches: imaginarlo, extrañarlo, como una demente.

¿Cómo estará? ¿Estará bien? ¿Me extrañará... ?

Y, la última pregunta, es realmente estúpida. Y no es que me crea la gran cosa. No, no, Merlín. Mas, aunque no quedó prendido de mis inexistentes curvas, pues, eso sí, quedó añorando cariño. Ese cariño que, parece ser, puede diferenciar del de ella, Cho. Porque, sólo hace falta verle. Y lo hago, ¡vaya que sí! A escondidas, furtivamente, pero lo hago. Le veo: ensimismado, entre clases; como ido, en la biblioteca; soñoliento, en la sala común; apático, en el gran comedor; débil, en las prácticas de quidditch. Con modorra, torpeza.

Y. Igual puedo parecer pretenciosa al atribuir su mal estado, precisamente, a mi alejamiento. Pero, hay que decirlo, si está con Cho, ¿no debería estar de lo más animado? Que, no es poca cosa, ha pasado 2 semanas en su casa. Y, por lo poco que me contó, cuando aún no nos separábamos tanto, pues el proceso fue pausado, sé que tuvieron privacidad, y se la pasaron de lo más lindo.

Ya. Y verlo apático, soso, estos últimos días. Alicaído, como... destruido.

Una lágrima brota de mis ojos, los cuales siguen cerrados.

Yo no quise hacerle eso, lo juro por Merlín. Yo no quise. Que, si yo pudiera, lo traería, en este miso instante, a mis brazos, y lo calmaría como tantas veces ya. Lo llenaría de besitos y apapachos, cosquillas y sonrisas. Ganas no me faltan, ¡qué va! Pero, simplemente, no puedo... No es plausible. No se me está permitido. Por mí misma, y mi bienestar a largo plazo, que otra cosa.

Bienestar...

Que, sinceramente, no veo qué bien pueda tener esto.

Llenando a uno con mi supuesto – futuro amor, y a otro con mi alejamiento. A mis amigas, únicas y exclusivas, llenas de preocupaciones. Y, por último, a mí. Hecha un mar de lágrimas. Que no brotan, no. Porque cerré la llave de mis ojos hace ya buen tiempo. Pero, están ahí. Amenazantes, casi al desborde.

No quiero pensar en él, en cuánto lo necesito, en cuánto me necesita; ni en Henry, en cuánto lo daño, en cuánto me pretende ayudar; ni en nada. Sólo quiero quedarme así, quieta, en silencio, escuchando sólo mi respiración.

No quiero pensar, no quiero sentir, no quiero... No quiero nada.

Abro los ojos y me levanto, de un salto, haciendo que las gotitas que se formaban en las esquinas de mis ojos, salpiquen. Todos están el en Gran Comedor, los pasillos desiertos, por tanto.

Se acabó, se acabó. Ya no soporto más.

En una torre alta, de una de las alas del colegio; en el marco de una ventana, de un salón aislado; parada, al borde. Yo, yo y mi dolor.

En ocasiones, cuando sientes que todo va mal y, mucho más, estás 'entre la espada y la pared', sin salida aparente, es reconfortante estar aquí, así. La espada delante de ti, sí. Puntiaguda, filuda y presionando contra tu cuello, deseando arrancar aquel líquido escarlata de él. Pero, no una pared detrás. Sino, más bien, una puerta. Un escape. Tu última salida.

Se siente bien. Se siente bien el aire contra tu cara, y el impasible frío adentrarse por entre tu falda, y otras grietas de tu ropa. Se siente bien, saber que queda una salida, que no todo está perdido. Hay algo, en tus manos, una solución, un fin a todo esto. Se siente bien. Saber que puedes... acabar con el dolor.

Y me balanceo. Como aquel columpio en el que pretendí mecerme, yo sola. Y, veo, ahora, recién, lo imposible que es. Y, aunque otro pretenda hacerlo, no te sabe bien, no es lo mismo, la fuerza, el empuje, qué sé yo. No es lo mismo.

Un paso, y se acabó. Un paso, un ligero movimiento de mi pie, y, por tanto, una leve inclinación hacia delante, y: fin. No más Harry, no más Henry, no más Yo.

No es cobardía, ¿saben? Aunque parezca una salida fácil, se necesitan agallas para hacer esto. Porque, no es sólo acabar con lo que te atormenta, sea cual fuere ello. Sino también con tus sueños, planes, anhelos, familia, amigos. Todo. Y los pesas. Ves cuál influye más: si el dolor que te aprisiona, o tu futuro y porvenir. Y, en ocasiones, como ésta, gana lo primero.

Se acabaría todo, ¿saben? Se esfumaría ese color esmeralda que irradiaba calor. Se perdería, por siempre, esa risa escandalosa y contagiosa, de una amiga inigualable. No habría, tampoco, ese apoyo constante, ese alguien que te ayuda con tu cruz. Ni esa mata de pelos rojizos, que llamas: familia.

Pero, también se fundirían, con ello, todas las lágrimas que vendrán, y los suspiros que retendrás, cada una de esas agujas queriéndose clavar más hondo de lo que están. Desaparecerían esas esperanzas que nacen infundadas, y esos fallidos intentos de borrar de tu mente, algo que no está ahí, sino en tu corazón. Ya no habría más arrepentimiento, por fallarle a alguien, por no darle lo que se merece, por retenerlo a tu lado, aunque sepas, le dañas.

¿Sabes? Lo único que me hace dudar, lo único-único: es no poder averiguar, ni saborear, esa curva rosácea de su rostro, que, cuando se ensancha, se hace llamar 'sonrisa'. Lo único, para lo que me querría quedar, sería para conocer... a qué saben tus besos, Harry.

Y, con esto, doy ese paso, que separa y define todo: La vida y la muerte, la paz o el tormento.

Me sorprende, en exceso, que no haya titubeos, ni esa sensación de caída, que nace en el estómago...

...

...

...

Mis ojos se abren, como abanicos, perezosamente, cansinamente. Sin sorpresas, sin abrirse desmesuradamente.

Lento, y con calma, tomo mi mochila, que yace a mi izquierda. Salgo de la cama, y me dirijo al aula correspondiente: Ya debe haber culminado el almuerzo.

'Algún día lo haré', me digo. 'Algún día, me armaré de valor...'

Y aferro, más fuerte, mi mano al asa de mi mochila, mientras bajo las escaleras de la Sala Común.

Esos golpes, en la madera, que causas al bajar, se detienen, abruptamente.

Dándote la espalda, sus manos en el sillón, sus pies inquietos y, cómo no, su cabello tan revuelto, que mi manos tiemblan, por ir a alisarlo, aunque sea un poco. De seguro se ha pasado las manos, innumerables veces, por la cabeza. Acción que hace, cada que está nervioso o ansioso. Ya se ha girado, completamente, hacia mí.

Sus ojos me dan cuenta de que es a mí quien esperaba. Sus manos medio alzadas, y sus labios medio abriéndose, me dicen que tiene intención de hablar; pero su mirada que baja, buscando en el suelo frases y palabras que deberían estar en su mente, me hacen entender que no sabe cómo.

Sus ojos vagan por la habitación, desesperados y apremiados. Luego, como todos alguna vez, se da cuenta de que, lo mejor, es decir la verdad, sin rodeos ni aspavientos.

- Perdona. – se escucha. Y deja caer sus manos, rendido. Su mirada, clavada suavemente en la mía.

No es suficiente, ¿sabes?

No es suficiente con tu mirada apagada, implorante, tus desgarbo notable, y tu tristeza pegándome del todo. No es suficiente.

No es suficiente, venir y decirlo, una simple frase, 2 comunes palabras, y esperar que, con eso, baste y sobre. No es suficiente.

No es suficiente, porque fue a mí, a quien dejaste se ilusionara, y perdiera, cada vez más, la razón por ti. No es suficiente.

No es suficiente, porque te importé un bledo, yo y mis sentimientos, sólo para que tú, grandísimo tonto, tuvieras un apoyo, un escape, un refugio. No es suficiente.

No es suficiente, porque hiciste de mi vida un infierno; porque, gracias a ti, lastimé a otras personas; porque me quitaste las ganas de vivir. No es suficiente.

No es suficiente, porque tú, maldito egoísta, sólo pensaste en ti, y no tomaste en cuenta, todo lo que yo te di. Lo que yo te di...

¿Y no es suficiente, con ver mis manos entrelazadas detrás de su cuello, mis mejillas en su túnica, empapándola, y mi cuerpo aferrado al suyo; para darme cuenta de que tratar olvidarle no tiene sentido?

No llores, porque soy yo la que tiene que hacerlo. Volveré a estar para ti, volveré a darte todo de mí, volveré a vislumbrar esperanzas donde no hay, volveré a verter mi llanto en una amiga que siempre estará para mí, volveré a ignorar a un muchacho, que promete darme más que tú, mucho más.

No llores, porque ya estoy aquí. Porque volveré a curar tus heridas, volveré a velar tus sueños, y espantar tus pesadillas, volveré a consolarte de ella, volveré a ser tu juguete.

'No llores', te susurro, separándome un tantito de ti, y tomando tu cabeza entre mis manos, lado a lado, por la sien. 'Todo estará bien. Todo será como antes', te calmo.

Pero niegas, con la cabeza, agachando tu mirar.

'Te amo', confiesas, bajito, en casi un silbido. Y son tus labios, tibios y temblorosos, sobre los míos, los que me confirman lo que has dicho.

-------------------------------------------------------------------------------------------------

Ya. Se había percatado de que estaba conciente de sus sentimientos para conmigo, y, aún así, la retenía a mi lado. Se había propuesto olvidarme, con todas sus fuerzas, pero despacio, de a poco. Se había auto-impuesto querer a otra persona, como me quiere a mí.

Ya. Me había propuesto, ayudarla a olvidarme, dejarle el camino fácil, dar un paso atrás. Me había callado, todos mis llamados, mis suspiros, reprimido todo abrazo o gesto de cariño. Me había resignado, a quererla en silencio, a observarla en secreto, a llamarla en susurros.

Me monté toda esta farsa, toda esta mentira, sólo para que todo le sea más asequible, para que no se culpara de mi abatir (que estaba ahí, pero no le dejaba ver). Fingí que todo estaba bien, que todo estaba en orden. Me dolía su alejamiento, sí, y se lo demostré, cómo no, pero, eso sí, suave, a penas, lo suficiente, como para no alterarla. Como si la entendiera, como si respetara su opinión, y la dejara ir.

Me tragaba mi soledad, me tragaba sus recuerdos y lo mal que se sentía su ausencia. Me costaba no acercármele, no llamarla, no olerla. Pero lo hice, callé, mentí, fingí, retrocedí. Todo por ella... todo porque esté bien y a salvo.

Que, si ella no hubiera tomado la iniciativa de alejarse, yo jamás lo hubiera hecho, demasiado ensimismado en ella como estaba.

¿La ayudé? No. Nos ayudamos, suena mejor.

Nos ayudamos a hacer lo mejor. Quizás ella, por una razón equivocada, pero su verdad, al fin y al cabo. Quizás yo por sobre protector o porque me asustaba infinitamente el simple hecho de exponerla de tal modo. Pero el caso es que nos ayudamos: Nos ayudamos a olvidarnos, nos ayudamos a hacer todo esto más llevadero, a poder seguir con nuestras vidas sin el otro.

Y, a pesar de eso, fracasamos.

No sé por qué. Quizás porque me auto-culpaba de que su sonrisa no sea la misma, o porque fue mucho tiempo estar sin ella. El hecho es que no soporté, al verla en el pasillo, yo con una runa de libros encima, y ella con un mal que se leía en sus ojos. Quería llorar, se lo noté en ese leve pero, para mí, perceptible temblor de su labio, o en cómo dejaba caer el cabello en sus ojos, ocultándolos de mí, mientras los cerraba.

No podía, no debía ir con ella. No debía socorrerla, compensarle toda su ayuda y paciencia, simplemente no era lo correcto.

Pero ahí estaba, en la sala común, de espalda a las escaleras, estrujando mis dedos en el sillón, tratando de que mi mente ordene a mis pies moverse, e irse de ahí. Ahí estaba, deseando que bajase (aunque me lo negaba), deseando tenerla, por última vez, en mis brazos, deseando calmarla, decirle que todo es mi culpa, que todo estará bien, que lo superará. Pedirle que vuelva a sonreír, como antes, con esos ojos dulzones, con esas carcajadas contagiantes, con esos rizos bailarines. Pedirle que me diga que está bien, que se repondrá pronto, que no me preocupe.

Quizás, también, si fuera posible de complacer, pedirle que me odie, que me aleje, que me repudie. Pero que esté bien, que eso es lo importante en todo este asunto: que esté bien, que sea la de siempre, que sea feliz. Ya sin mí, pero feliz...

Pero no pude, ¿saben? Nada de lo que pensaba decirle, por más ilógico que parecieran, lograba emitirse de mi boca, no tomaban forma, ni en mi mente, ni en mis labios, ni en mis manos. Ni cuando giré a mirarla, ni cuando abrí los labios para decirlo, ni cuando alcé mis manos para explicarlo.

Sólo pude ver sus ojitos rojos, su mirada un tanto vacía y, sentía, su alma dolida. Sólo pude escuchar como se desgarraba la mía también, al darme cuenta del daño que le hice, del tiempo que demoré en hacer lo que hago ahora.

'Lo siento', le dije. Porque es todo lo que tenía por decir, porque esas palabras encerraban más de lo que aparentan.

Siento ser el causante de todo esto, siento no poder dejar de amarte, siento ponerte en peligro, siento dejar que Voldemort arruine mi vida, siento no poder hacer más, siento no poder alejarme...

Y lo sabes, sabes cuánto, cuánto lo siento. Cuánto me duele, cuánto me odio, cuánto te quiero.

No debiste haber venido, no debiste haber juntado tu cuerpecito al mío, no debiste dejarme olerte de nuevo, ni posar mis manos en tu breve cintura. Debiste, simplemente, irte, gritarme o, en el mejor de los casos, sonreírme, y nada más. No debiste dejar que te anhele más, que te extrañe más, aunque te tenga en mis brazos. No debiste dejar que tus lágrimas empapen mi túnica y traspasen mi piel, helando mi alma.

Pero, sobre todo, no debiste sacar tu carita de mi pecho, y ponerla cerquita a la mía; ni, mucho menos, decirme que no llore, que todo será como antes... Porque no es así. Porque rompiste todas mis defensas, porque tus ojos me dijeron cuánto bien te hacía estar a mi lado, y quise darte más de mí... y quise darme más de ti.

Te amo, y lo confesé. Te amo, y te besé.

Suave, suave, despacio y anhelante. Tomando tu barbilla, guiándote. Presionando una mano, por tu cintura, para acercarte más.

Detenme, ¡detenme! Porque yo no lo haré, porque se está tan bien aquí, así. Porque éste es mi lugar, por que éste es mi momento. Detenme, porque te estoy matando, porque te estoy sentenciando. Te condeno.

'Detenme', te pido, mientras un par de lágrimas escurren por mi mejilla. Por favor, Ginny, detenme. Porque esto no está bien, porque no es correcto, porque nos estamos haciendo daño.

Merlín, Gin, ¡detenme! Porque… te amo cada vez más.

No me pares. No ahora que has cesado todo movimiento y te has limitado a abrir los labios. No ahora que mi lengua recorre tersamente el contorno de tus labios, sin prisa, con tiempo. No ahora que tus uñas se clavan en mi espalda, y tu suspiro entra a mi boca.

No. Mejor sí, detenme. Porque no sé hasta dónde pueda llegar. Porque nuestros cuerpos se aferran, porque mi descontrol está haciendo presencia, como siempre que estás tú.

Mejor no, no me pares. Porque tendré que negarlo todo, porque tendré que inventarme algo, y no tengo cabeza ni ganas para hacerlo. No pares, porque esto no se nos está permitido repetir.

Nos detenemos, a la par, con los labios aún unidos, presionándose, pero estáticos. Respiramos, con algo de esfuerzo, audiblemente.

Dejas de presionar mis labios con los tuyos, y colocas tu frente en mi barbilla. Mi aliento revoloteando alguno de tus cabellos.

...

...

...

3 respiraciones, como te enseñé. Ni mis manos sueltan tu cintura, ni las tuyas mis hombros.

Debo pensar algo, debo inventarme algo, para excusar toda esta escena. Debo...

-------------------------------------------------------------------------------------------------

Quédate conmigo, ¿vale?

Quédate conmigo, ¿si?

Por favor.

Quédate conmigo, porque no soportaré tu alejamiento de nuevo, no de nuevo.

Levanto mi mirada, y te lo pido con mis ojos.

'Quédate conmigo, ¿va?'

No, no me mires así. No me digas que todo fue un error, que estás arrepentido, que sólo te dejaste llevar, que esto nunca debió pasar.

Quédate conmigo... por favor.

No te pido mucho. No, ¡qué va! Sólo que me des un tiempito contigo, que me regales alguno de tus besos de cuando en cuando, que me dejes quererte tanto, tanto.

Ya. Cho es más bonita y más femenina, y eso. Y, sé, yo no poseo nada de eso. Pero no soy tan fea, ¿verdad? No tanto, ¿verdad? Si quieres no se lo digas a nadie, si quieres lo mantengo en secreto. Pon las condiciones que quieras.

No soy tan bonita como ella, ya dije, con su piel de porcelana y su esbelta figura. Pero... te quiero tanto... y tengo tanto para darte. Tanto, tanto. ¿Qué no te lo he demostrado ya?

Quédate conmigo, ¿si?

Aunque sea a ratitos, aunque sea esporádicamente, aunque sea poquito. Por favor, quédate conmigo.

O, ya, si es mucho pedir, entonces sólo quédate un ratito más, ¿si? Un ratito más. Si quieres no me abraces, yo lo haré por ti; si quieres no me beses, aunque lo desee tanto; pero no te vayas...

No me digas que esto no es cierto, no me mates nuevamente.

Por favor, quédate conmigo.

Porque no lo soportaré, porque esta vez sí todo llegó a su final. Ya no hay fuerzas, ya no hay ganas... Ya no estás tú.

Por favor... No me digas lo que estás a punto de decir. No me des una excusa para lo que acaba de pasar.

Por favor, sólo un ratito más, sólo un ratito más. Y luego ya no me verás, lo prometo: jamás me verás. Jamás me verán. Sólo un ratito, lo suficiente para despedirme de ti, para acostumbrarme a la idea. Lo suficiente para adormecerme y hacerme creer que estoy bien.

Por favor, calla. Yo estoy bien así, aquí, en ti. Por favor no digas nada, o, si deseas, miénteme, hazme promesas que no cumplirás, créame un mundo donde no me aleje de ti, donde estemos así, siempre, siempre. Miénteme, y vuelve a decir que me amas, vuelve a besarme como si fuera con deseo.

Quédate, ¿si?

Te lo pido con el alma, con la poca vida que me queda, con el corazón en la mano.

Quédate.

-------------------------------------------------------------------------------------------------

No puedo.

No puedo mentirle ya, no después de lo acontecido, no cuando me mira así, suplicante, desfalleciendo.

No puedo.

Porque se me parte el alma verla así, con los ojos vidriosos, con su alma pendiendo de mis próximas palabras.

No puedo.

Gin, te quiero. Gin, siempre te quise. Gin... sólo te protegía.

Sólo era que... tenía miedo, te ponía en peligro, Voldemort te usaría de carnada, como a él, como a él... Sirius.

Y no quiero pasar eso de nuevo, no quiero sentirme impotente de ayudar. Porque ahora estoy haciendo algo, porque te estaba protegiendo. Estaba, estaba.

Te quiero, Gin. ¡Y tanto! No sabes cuánto me costó todo esto: ocultar mi sentir, ponerte a salvo, quererte tanto.

Ay, Gin. Te quiero. ¿Qué no lo sabías? ¿No lo habías notado? Cuando te miraba, cuando te sonreía, cuando te respiraba. ¿No te habías dado cuenta? Cuando te besaba, en la mejilla, en la naricita, en las manos, en la frente.

- Perdóname. – vuelvo a pedir, luego de tal confesión.

Perdóname, el haber sido tan cobarde, que no he enfrentado mi miedo a perderte; perdóname el haberte mantenido junto a mí, a pesar del daño que te hacía (y que me hacía, pero, yo no vengo al caso); perdóname el haberte alejado, el haberme alejado, haciéndote esto... tanto daño. Perdóname el besarte, el no resistir más, el involucrarte más en un asunto que no te pertenecía: mi destino.

Vete Gin, vete y ponte a salvo, y ódiame, y hazme todo más fácil: sin ti... Sin ti.

No me sonrías, no me sonrías haciendo brillar tus ojitos, a través de esa lágrimas contenidas. No me hagas sentir ese calor bonito dentro, no me hagas sentir que el mundo es un pelín mejor, no me hagas creer, y convencer, de que podré con todo, de que a tu lado todo es siempre más llevadero.

¿A quién engaño? No te vayas. Porque te necesito, de aquí en adelante; porque olvidarte es imposible, porque hacer todo, sin ti, no es posible...

Entonces... ¿si me perdonas?

-------------------------------------------------------------------------------------------------

Te perdono, todo, todo, si me prometes quedarte a mi lado.

Te perdono, lo que quieras, si dejas de creer que pones en peligro mi vida, estando a mi lado. Porque, bonito, si hubieras tardado un poco más, sólo un poco más, quién sabe qué...

Ay, ¿no te das cuenta cuánto bien me hace tu compañía? ¿No te das cuenta lo que quise hacer, hasta hace unos instantes?

Bonito... Ay, bonito. Te perdono todo, todito, si me dejas quererte, si me dejas pasarme la vida, aquí, en tu pecho. Te perdono todo, Merlín, todo, si me prometes no hacerme esto nuevamente, ¿vale?

Te perdono porque -sonrío- ¿qué me queda? Si te quiero así, indescifrablemente, incalculablemente, infinitamente.

Te convenceré, haré que ese miedo furtivo en tus ojos, pensando que no tienes derecho a ponerme en peligro, es inválido. Porque yo elegí este camino. Porque tú no me obligas, tú sólo me mostraste el tortuoso sendero que recorres, y es mi deseo acompañarte.

Te perdono, ¿va? Pero vuélveme a besar, vuelve a hacerme volar, a despegar de este mundo, sólo con tus labios. Se está tan bien sí, ¿va? Porque sonríes, porque rozas tu nariz en mi mejilla, haciéndome leves cosquillas, porque me miras, y pareces no creértelo.

No hables, no me sigas pidiendo perdón, ni me vuelvas a preguntar si estoy segura, ni me prometas más; sólo vuélveme a besar, suavecito, delicioso, haciendo que sienta tus dientes, calientes, cuando sonríes mientras lo haces. Hazme olvidar, que hay una persona a la que fallo, a la que traiciono...

Te perdono, porque te quiero lo suficiente, para hacerlo.

Fin.

-------------------------------------------------------------------------------------------------

Notas de la Autora: Eso, que es el fin. :)

Que me ha llevado más de un mes hacerlo, ¿no? Perdonadme, perdonadme. Los estudios no me permitían nada. Espero haya sido de su gusto. Decidí que éste sería el final. Se quedan, ¡se quedan! Harry y Ginny se quedan. :) Ya lo tenía decidido, sólo que no se los iba a comentar, ¿no? Y ahora sólo queda el epílogo, y listo. Yo no los obligo a seguirse quedando, para nada. Sólo que quedan 'asuntos pendientes'. Y de eso tratará el epílogo. Harry y Ginny queda hasta aquí, que ya tuvieron suficiente, ¿no? Se merecen, este final, ese momento, este capítulo.

Gracias a todos los que han seguido la historia, o que, de un zarpazo, se lo han leído todo. Gracias. :) Y gracias, a su vez, por los reviews. Que el haberse tomado la molestia, enternece, en verdad. Se les quiere, ¡y tanto! :)

Las palabras tan bonitas que le dedican a una...

Y, a las personitas que se han identificado con el fic (tantas, tantas, que me sorprendió), espero les haya gustado este final. :) Espero que su historia haya concluido así, o similar, siempre a positivo; y, si aún no concluye, pues que tengan un final tan o más bonito, ¿vale?

El mío no fue así, pero se le quiere tanto... A pesar del tiempo, a pesar de todo. Pero, tuve una 'Melissa', que ayudó mucho, ¡y tanto! Tuve un 'Henry' (más idealizado, que otra cosa). Una 'Hermione' (más distante, y sin mucha participación).

Bueno, eso es todo y... nada.

Merlín, se me hace tan triste despedirme, ¡yo que no lo creía posible! Y, a pesar de que habrá un epílogo, pues no habrá más comentarios interactuando con ustedes.

Se les quiere tanto, su apoyo, sus porras, sus comentarios locos. Se les quiere, en serio, a cada uno, a todos.

Gracias por haber soportado todos mis cambios. Porque, Merlín lo sabe, he experimentado con éste fic, ¡cómo un ratón de laboratorio! Y a pesar de las etapas malas, estuvieron ahí. :) Gracias Mep, por todo, por tanto. Mi linda Mep. :) Gracias Seven, loquilla, me ayudas mucho, lo sabes, ¿verdad? :) Gracias Mar, a la distancia, a la larga, en secreto: gracias. :)

Besos, guapos y guapas. Se me cuida mucho, muchísimo. Se ponen con los estudios, ¿eh? Sonrían harto, harto, harto.

Adiós, ahora sí de veras. :)

Karla

('Mione)