¡Hey! bueno, aquí estamos de vuelta. No sé por qué, pero creo haber cometido un error con los puntos de vida de Seto en el cap anterior... si estoy en lo correcto, Seto perdió el duelo. Si estoy equivocada, pues el duelo queda como estaba jeje. Y, aunque perdiera nuestra cabeza de hongo, para el bien de la historia él debía ganar, así que no le pararemos mucho a los puntos sino al hecho (ya se nota por qué soy mala en matemáticas -.-U)
En fin, muchas gracias por los reviews y comentarios, me hacen muy feliz.
Y... ya se me olvidaba:
El capítulo no está beteado, así que si contiene errores, culpen al sueño, porque escribí esto de madrugada xD
A D V E R T E N C I A: El contenido de este cap es lemon (rico, sabroso y que muchas/os disfrutan leer D) lo cual significa que hay escenas de sexo explícito (sin llegar a lo grotesco) en las líneas, y como este fic es yaoi, es obvio que el acto será entre dos hombres (Seto y Yami). Lo que es igual a si no te gusta, no lo leas. Por muy feo que suene o.oU
Si no hay más problemas... seguir
¿Eso es un reto?
Capítulo 7: El perdedor fui yo.
Ookazi cumplió con su cometido al atacar al joven castaño. Sentado en una de las esquinas de esa mesa de duelo, dándole la espalda a la ventana. Estando en esa habitación de Kaiba Corp., recibiendo los cálidos rayos del sol a su espalda.
Casi no podía creerlo. Había ganado.
Al fin le había ganado un duelo a Yugi... a YUGI. Él único ser en todo ese mundo capaz de vencerlo en un duelo.
Y después de tanto tiempo de preparación, de sentarse a pensar en cómo ganar... lo había logrado. Yugi era suyo.
Quitarse la camisa y el pantalón no era gran cosa si ya tenía la victoria en sus manos, así que se levantó y con manos livianas y expresión limpia, se levantó la camisa hasta dejar por completo al aire su torneado torso. Desordenando un poco su cabello al retirarlo de su cabeza.
No pudo evitar echarle un pequeña mirada al joven sentado frente a él. Que aún tenía el moretón del golpe contra el Rompecabezas del Milenio y estaba ruborizado por, el bóxer original de Kuriboh o, lo más seguro, por lo que sabía que venía.
Y se sintió feliz. No importaba que en ese momento su mente le dijera que estaba actuando como una ridícula niña enamorada. Estaba feliz y realizado. Y no le importó mucho demostrarlo.
Yami observó con desagrado la sonrisita socarrona que Kaiba tenía en la cara. Estaba molesto, la verdad, no podía ser que le pasara esto. Lo único que quería era levantarse, darle un puñetazo en la cara a Kaiba e irse de ahí.
Pero no podía, porque él lo menos que era, era ser un mal perdedor. Así que cumpliría hasta con la última consecuencia de la locura de la que era partícipe por idiota.
Así Kaiba le hiciera pasear desnudo por toda la Corporación Kaiba.
En ese momento, el joven de azules ojos tenía las manos en el botón de su pantalón. Los abrió muy lentamente y se los pasó por sus caderas, bajando poco a poco por sus muslos hasta que terminaron en sus pies. Revelando un lindo bóxer de color negro mate, teniendo por único adorno un logotipo del Dragón Blanco de Ojos Azules en uno de los bordes que daba hacia sus piernas. La liga en sus caderas era de color blanco con finas rayitas de color azul claro, dando en conjunto una estilizada forma de hacer que la zona lumbar de Kaiba luciera especialmente apetecible.
Y Seto lo sabía. Como todo él, su ropa interior debía estar a la altura de alguien tan elegante. Sonriendo perversamente al recordar como se había adulado a sí mismo cuando se vio en el espejo con ellos. Aunque no fue mucho tiempo, tuvo que salir apurado para el baño a cumplir necesidades fisiológicas y después ir acelerando al chofer porque se le había hecho tarde para una reunión de negocios.
En fin, volviendo al tema de los bóxer. Estaba muy orgulloso de ellos, le exaltaban el bulto entre sus piernas y le levantaba el trasero. Toda una muy buena inversión de dinero.
Por otro lado, tanto Yami como Yugi miraban con cierta curiosidad el atuendo íntimo de Seto. A ambos les parecía que el castaño estaba obsesionado con ese bendito dragón. Independientemente del tipo de modelo, al menos ellos tenían variedad de monstruos, pero podían apostar (aunque no lo mismo que en este... duelo) a que Kaiba solo tenía puros dragones blancos ojiazules en su repertorio. Quizás con uno que otro cambio de color de fondo.
¿Ves Yugi? Eso es un bóxer decente. Así deberían ser los nuestros.
- Ya basta con el tema Yami. Ya pasó.
Si... ya pas. Bufó el espíritu con sarcasmo. De broma que no se ha puesto a movernos las caderas solo para restregárnoslo en la cara.
No era una imagen muy linda de admirar, realmente.
- Yami... no me corrompas.- Recriminó el pequeño Yugi.
Pero como eran de ingenuos los dos. Que no sabían lo que venía. Si, a pesar de todo, ninguno de los dos sabía que clase de juego sucio bailaba la macarena en la cabeza de Seto. Que solo por su posición y moral, no se ponía a bailarla alrededor del ventanal.
Y con ese pensamiento de felicidad, el castaño regresó a su puesto en la mesa. Se quedó un momento pensando y rompió el silencio sepulcral que había rodeado la habitación.
- ¿No prefieres quitarte todo de una vez? - Cuestionó algo burlón.- Después de todo, ya sabes que perdiste.
- Kaiba. Ataca. - Dijo cortante el otro.- No pienso rendirme y hasta que mis puntos se acaben, no pienso quitarme nada.
- Esta bien... como tu prefieras. - Se relamió.- ¡Genio de la lámpara, ataca a Yugi directamente!
Para cuando terminó el ataque, que redujo los puntos de Yami a cero, éste se puso de pie de muy mala gana y se quedó paralizado. Para la confusión de Seto.
Yami no sabía que quitarse primero. Si el bóxer o el Rompecabezas. Era un difícil dilema en el que se hallaba. Aunque ambos terminaban en prácticamente lo mismo.
- Yami... da igual lo que te quites...
Pero Yugi... si me quitó el rompecabezas, el enlace se romperá... y tú serás quien tendrá que encargarse de todo.
- Pero no nos queda otra opción.- Dijo resignado.- Quítate lo que desees.
Yami prefirió quitarse primero los bóxers... le pareció más conveniente, pues dudaba que la vergüenza de su Aibou le permitiera quitárselos.
Puso sus manos en el elástico y haló hacia abajo, tragando fuerte y sintiendo el calor del rubor recorrerlo hasta incendiar sus mejillas. Dejó que la gravedad hiciera el resto del trabajo cuando la liga pasó por sus caderas, quedando sus manos temblorosas alrededor de sus muslos y escapando de su garganta un murmullo avergonzado.
Seto tenía la mirada fija en la zona recién descubierta de Yami, allí donde no le daba el sol... Aunque ahorita le estaba dando.
La ligera curva de sus caderas brillaba bajo los relucientes rayos y la forma en que se contraía por los nervios lo hacía lucir simplemente enloquecedor. Pero lo que más le gustaba era la fina línea de vello que desde un poco más abajo de la cintura, lo guiaba hacia un montoncito más abundante, de donde se veía un miembro tamaño promedio y dos testículos a sus lados.
Seto gimió involuntariamente. En sus adentros se moría por levantarse, tomar ese pequeño cuerpo entre sus manos y poseerlo tantas veces pudiera. Hasta quedar totalmente satisfecho.
Yami notó la mirada de Kaiba exclusivamente en su parte privada, lo que en cierta medida le enojó, pero no podía hacer nada... más que cederle el espacio a su compañero y que todo saliera bien.
Lo siento Yugi...
- No te preocupes... te entiendo. - Contestó tan rojo como un tomate.
Yami llevó sus manos al cuello, y por segunda vez se quitó el Rompecabezas del Milenio de su cuello, solo que esta sería definitiva y le arrebataría su enlace con su Aibou... Y eso era lo que más le preocupaba.
Dejar a Yugi a la merced de Seto Kaiba. Uno que en este momento parecía comérselo con los ojos.
Colocó suavemente el rompecabezas en el suelo, y se levantó a encarar a Kaiba.
- ¿Y bien? ¿Cuál es el reto? - Preguntó malhumorado.
Un momento... algo anda mal.
Seto tardó un poco en reintegrarse de la maravillosa vista que había tenido de Yugi agachado. Pero recuperó su mirada altanera y su sonrisa burlona cuando le llegó la hora de decirle la verdad. Debía ser sutil y muy manipulador para evitar cualquier inconveniente, y recordar un pequeño acuerdo hecho al inicio del duelo le sería muy útil.
- Deseo... - Se paró un momento, siguiendo admirando las mejillas rojas de Yugi y su cuerpo menudito iluminado por el sol.- Deseo que te acuestes conmigo.
La cara del bajo fue un poema. Al principio miró al alto con incredulidad hasta que, al ver una nueva llameada de deseo en los ojos de Seto, se dio cuenta de cuan estúpido fue aceptar ese reto.
- ¡Jamás! - Dijo indignado.- ¿Qué clase de locura es esa Kaiba? ¿Por quién me has tomado?
- Discúlpame. - Respondió en tono calmado y firme el aludido.- Pero si no mal recuerdo, nosotros quedamos en que el que perdiera haría lo que el ganador quisiera.
- ¡¡Pero...!!
- Y yo quiero... - Le interrumpió ignorándolo completamente.- Que tengas sexo conmigo. Y no puedes negarte. - Añadió recalcando notablemente el no.- ¿O es que acaso tienes tan poco honor como para faltar a tu palabra?
Yami no supo que contestar a eso... así que se quedó callado observando asesinamente al castaño. Maldiciéndolo incontablemente.
- Eres un maldito Kaiba.- Le dijo con rencor.- Pero soy un hombre de palabra. Haz lo que quieras.
Seto sonrió triunfante y se puso de pie. Con gracia se quitó el collar con la fotografía de Mokuba colocándola en la mesa, y seguidamente se bajó los bóxers. Dejando relucir, en contraste con la luz del exterior y entre vellos castaños, unos muy bien desarrollados pene y par de testículos. Lo que puso a Yami aún más malhumorado. Y más colorado cabe decir.
Esa no sería una experiencia muy agradable, el miembro de Kaiba era más grande que el suyo... Lo que aseguraba que, al término de ese absurdo reto, le dolería notablemente el trasero. Apretó aún más los labios de solo pensarlo.
El joven Kaiba se acercó lentamente a Yami, sonriendo de un modo misterioso. El bajo solo se movió un poco incómodo, pero no lo evitó. Esperó a ver que le iba a hacer Kaiba sin dejar de insultarlo por dentro.
Me las vas a pagar Kaiba... y con intereses.
Seto ya estaba frente a frente con Yami, bueno, realmente Yami estaba frente a pecho con Kaiba. Entonces, en un movimiento inesperado, el castaño tomó entre sus manos la cara del bajo hasta unir sus labios con los de él. Siendo honesto, lo que más había deseado era sentir el toque de sus labios fundirse en un beso, sentir como perdía el control solo por eso.
Así como en su sueño.
Yami por su lado, no supo bien como reaccionar a la invasión, pero recordando que no podía oponerse, simplemente se dejó. Que el otro quisiera sexo era una cosa, podía tomarlo, otra muy diferente era contestarle. Hacerle el amor.
Así que en adelante, Yami fue como un muñeco. Una marioneta que se deja guiar por su titiritero. Aunque no pudiera evitar responder al estímulo.
Las manos de Seto recorrían al pequeño frente a él. Tocaba sus hombros, su espalda, su estrecha cintura, su trasero mientras que sus labios abandonaban la otra boca (sin percatarse de la falta de respuesta) y espesaban a besar la mandíbula, las orejas y el cuello. En otras palabras, el castaño se estaba dando a la tarea de conocer el cuerpo de su 'odiado' rival. No importaba cuanto tuviera que agacharse para hacerlo.
Las respiraciones se volvieron más agitadas a cada instante que pasaba. Haciendo más alto el calor de la habitación, más ardientes los rayos que venían de la ventana, más abundantes las gotas de sudor resbalando por sus pieles y más notables e insoportables las erecciones de cada uno.
En un arranque de pasión, Seto tomó por el trasero a Yami levantándolo del suelo. Éste no puedo evitar sobresaltarse, pero al sentir como era cargado hasta el sillón más cercano, se relajó en las manos que lo llevaban cogiéndose del cuello ante él. Kaiba caminó unos cuanto pasos hasta el sofá de cuero negro, donde depositó al que llevaba en sus brazos volviendo a besarlo es los labios y desordenar, aún más, la melena bicolor con sus dedos. Gimiendo de felicidad al hacerlo.
Seto se arrodilló en el suelo, abriendo las piernas de Yami para colocarse en el medio, y comenzó un nuevo recorrido de besos y succiones en forma descendiente, hasta llegar a la ingle. Lo que hizo ahí también lo venía alucinando desde aquel sueño, tocar con su boca y succionar con fuerza el miembro de su compañero, hasta hacerlo temblar de placer.
La reacción no se hizo de esperar, el chico sobre el sofá se aferró a la superficie de cuero mientras que un fuerte gemido provenía de su garganta. Arqueó su torso hacia el frente y cerró sus ojos, haciendo sentir a Seto completamente satisfecho. Estaba dándole placer a su sueño húmedo, aunque ya estuviera rayado el decirlo.
Con su boca ascendía y descendía de la entrepierna de Yami, chupando con fuerza y delicadeza, besando de vez en cuando la punta de éste y pellizcando sus testículos con una mano, mientras que con la otra abre un poco las piernas para prepararlo para lo que viene.
Recostó al chico de ojos violetas sobre el espaldar, colocando las plantas de sus pies en el borde del sillón y levantando sus caderas, de manera de poder ver la pequeña entrada que se escondía entre sus glúteos.
- Lámelos.- Dijo con la voz ronca por la excitación, cuando llevó sus manos a la boca de Yami; quien de inmediato abrió sus labios recibiéndolos, llenándolos con su saliva caliente.
Seto bajó sus manos a la zona baja del chico frente a él y mientras con una mano mantenía abiertas las nalgas, con la que estaba llena de saliva fue haciéndose paso en el interior de Yami, entrando lentamente para no producirle tanto dolor.
Un grito escapó de la garganta del bajo al sentir la punzada de dolor y se aferró al sillón con toda la fuerza que pudo, respirando agitadamente. El castaño puso su mano libre en el muslo derecho, acariciando con ternura para aminorar la sensación.
Pasaron unos cuantos minutos en los que Seto creó un ritmo al sacar e introducir su dedo en la fisura de Yami. Cuando notó que éste estaba ya estaba acostumbrado, se aventuró y añadió un segundo dedo al acto. Lo que produjo un profundo jadeo por parte del joven que pronto empezó a mover sus caderas al mismo ritmo de los dedos dentro de él.
Unos instantes más tarde, a los dos dedos se le sumó uno más y con movimientos un poco más rápidos y fuertes, Yami pareció estar lo suficientemente preparado para recibir al miembro de Seto.
Kaiba se sentó en el suelo y colocando sus manos alrededor de la cintura de Yami, lo levantó y lo ubicó encima de sí. Guiándolo hacia su pene erecto para empezar la penetración.
El joven de cabello bicolor mantuvo sus brazos a sus lados, sosteniéndose del suelo con sus dedos, para no perder el equilibrio cuando el castaño se hizo espacio en él. Si antes había gritado, en ese momento hizo retumbar la habitación las dos exclamaciones que surgieron de ambos muchachos. Uno al sentir la estrechez que estaba invadiendo y el otro al sentir como algo mucho más grande y caliente lo partía en dos.
Poco a poco siguió introduciéndose en el cuerpo más pequeño, hasta que quedó completamente adentro, sintiendo el calor desbordante y la presión insoportable de semejante lugar. Se quedaron así, un momento en tranquilidad para acostumbrarse a la sensación, hasta que el alto en un impulso empezó a embestir al otro. Comenzando con el acto íntimo.
Y se aferró a Yami. Seto estaba sintiendo pequeñas descargas de energías recorrer su cuerpo mientras entraba y salía de su amante. El joven castaño sujetaba con fuerza el cuerpo de Yami para ayudarse en la penetración, para poder sentirlo más profundo y poder apreciar todos los estremecimientos que surcaban toda su piel.
El sudor era mucho más abundante en esos instantes, y en un momento a otro el ritmo se hizo mucho más rápido y feroz, consumiendo lo poco de cordura que le quedaba a ambos.
Y sintiendo que se acercaba al momento final, Seto notó que había dejado abandonado a la hombría de Yami. Y queriendo terminar junto con éste, lo tomó entre sus dedos y empezó a moverlo de arriba hacia abajo, lo que generó un escalofrío en la espalda del otro.
Pasado tan solo unos segundos, en los que el calor se volvió insoportable, el sudor cada vez más pegajoso y el movimiento mucho más enloquecedor. Yami no pudo resistir más la fricción tanto dentro como fuera de su cuerpo, con lo que en un temblor final, se vino en la mano de Seto. Descargando su semen, aferrándose a los costados del castaño y mordiendo con ferocidad su hombro, hasta sentir el sabor metálico de la sangre.
Inmediatamente después, al sentir la contracción de los músculos dentro del cuerpo de Yami, Seto solo pudo gemir más fuerte y acelerar más el ritmo; pero cuando sintió la mordida en su hombro sintió tal oleada de placer que terminó desbordándose en el interior de su rival. Temblando inconteniblemente y abrazándolo con firmeza se recostó sobre él, para tratar de prolongar la sensación de su increíble orgasmo.
Respirando agitado mientras buscaba reponer el aire gastado, el castaño apoyó su frente contra el hombro de su acompañante, que en esos instantes reposaba su nuca por el borde del oscuro sillón de cuero. Sintiendo que el sueño se lo llevaba, Seto se acomodó lo mejor que pudo para dormir. Y cuando finalmente estaba sumiéndose en el sueño, escuchó las palabras que lograron arrebatarle el momento de felicidad que en su orgasmo había logrado conseguir.
- Maldito seas... - Y no fueron tan solo las palabras, sino el rencor con el que fueron pronunciadas, lo que logró que en el pecho de Seto se estrujara algo que, posiblemente, era su corazón. Pero el sueño era mucho y no tuvo tiempo de contestar para cuando quedó completamente dormido. Sobre Yami.
Yami estaba cavilando en la posición que se encontraba, respirando profundo para llenar por completo sus pulmones de aire. Estaba completamente cansado y adolorido. De verdad que le había dolido. Pero por sobretodo eso, se hallaba molesto. Quizás no colérico, porque tenía sueño, pero eso no quitaba el hecho de que estaba molesto. Y mucho, con ese sujeto que lo había escogido como prostituta y cama por ese día.
Es que no podía creerlo. De entre todas las personas... Kaiba. Precisamente Kaiba iba a hacerle todo eso. Y no solo a él... sino al cuerpo de Yugi. Peor aún.
Y por un arranque de ira contra el muchacho sobre él, le empujó de encima suyo, sintiéndose repentinamente sucio. Estaba lleno de semen en el abdomen y por detrás. Donde le dolía mucho.
Se puso de pie, y caminó hasta un espejo que en la habitación estaba, sintiendo una horrible punzada en su zona trasera. Se observó juicioso. Kaiba no le había hecho nada más que uno que otro rasguño por sus brazos, pecho y muslos. Se volteó y mientras examinaba las huellas rojas de uñas por sobre su espalda, al llegar a su trasero observó que desde ahí y bajando por sus muslos se hallaba una línea de sangre.
Maldición. Lo había desgarrado.
Enojado aún más, no se le ocurrió una mejor idea que tomar un pañuelo que tenía en uno de los bolsillos de sus pantalón y secarse la sangre y el semen, para luego tomar sus bóxer y ponérselos. Empezando así a tomar cada una de sus prendas vistiéndose en su totalidad. Una vez terminado, tomó su mazo y los guardó en su segundo cinturón, y con el sueño ya haciendo mella en él se le ocurrió una idea descabellada. Tomar las ropas del castaño y llevárselas consigo. Dejando a un pobre presidente de la Corporación Kaiba completamente desnudo en su oficina.
Hizo lo que pensó, agarró todas las ropas, las dobló y las puso sobre un sillón más cercano a la puerta. Lugar en donde buscó una silla y a pesar del dolor, se subió en ella para alcanzar el llavero que, sabía, Seto había colocado ahí para evitar cualquier intento de huida.
Se bajó, puso la silla en su lugar, agarró la ropa de Kaiba bajo su hombro y se puso encima de éste su Rompecabezas. No sentía deseos de hablar con su Hikari en esos momentos.
Cuando puso la llave dentro de la cerradura, volteó y examinó al castaño recostado en el suelo alfombrado. Si hubiese sido en otras circunstancias y no en unas tan sucias como esas, todo hubiese valido la pena. Kaiba se veía tan dulce con esa expresión en su rostro.
Pero estaba enojado, y ese juego sucio de Kaiba no le saldría tan barato. No se lo iba a perdonar nunca. Abusar así de su Aibou y de sí mismo. No sabía cómo, pero su Rompecabezas no lo había separado de Yugi y, de al menos eso, no se arrepentía.
Terminó de abrir la puerta, la trancó cuando salió y fue con paso decidido hacia la secretaria, a la que le dijo que cuando regresara Mokuba, su hermano lo estaría esperando en la habitación. Que hasta ese momento nadie se acercara ahí o sufriría las consecuencias.
La mujer acató rápidamente las órdenes, sabía como era su jefe con ese pequeño asunto de la privacidad. Por eso mismo no preguntó que eran esos trapos que cargaba el joven bajo su brazo.
Yami siguió molesto hasta el ascensor, que tomó rápidamente hacia la planta baja. Quizás no sabía cuáles habían sido las indicaciones de Kaiba hacia su empleada hacía unas horas atrás, pero podía suponerlas, así que por eso habló con ella.
Finalmente salió del ascensor y se dirigió a la entrada de Kaiba Corp., donde tomó el camino de regreso a la Tienda de Juegos. Iba a paso lento, le dolía todo el cuerpo, pero al cruzar en una esquina se consiguió con el hermano menor de la odiosa persona que dormía plácidamente en su cuarto.
- ¡Yugi! - Se le acercó. Yami trató de mantener la compostura ante Mokuba, no era correcto que se enterara de todo, al menos no por él. - ¿Qué tal? ¿Ya terminaron el duelo?
- Si, Mokuba. - Respondió con cierta frialdad que el otro inmediatamente notó.- Ya terminó.
- ¿Y quién ganó? - Cuestionó confundido. El tono de Yugi no le decía que había perdido, pero que tampoco había ganado. Era más como si simplemente estuviera incómodo por algo.
- Eso... Mokuba.- Dijo mientras se quitaba la ropa de su axila.- Es mejor que se lo preguntes a tu hermano. - Le extendió las prendas.- Tómalas, son de tu hermano... Ah, y esto también.- Añadió el llavero.
- Eh... Esta bien...- Devolvió contrariado al tomarlas en sus manos.- ¿Y por qué tiene tú esto? - Alzó una ceja.
- Ya te lo dije Mokuba. - Añadió cortante mientras retomó su camino.- Pregúntale a Kaiba, él lo sabrá mejor que yo.
Y con eso se perdió por el camino, dejando a un totalmente confundido Mokuba parado en una de las esquinas cercanas a la Corporación Kaiba.
En una habitación, en donde los rayos del sol empezaban a disminuir por la cercanía de la noche, demostrado por el atardecer que se veía en e horizonte. Un muchacho castaño sintió la falta de calor de un cuerpo, cuando un escalofrío recorrido su cuerpo. Abriendo los ojos inmediatamente.
Se levantó de su sitio y observó toda la extensión de su habitación.
Yugi no estaba ahí. Se había ido.
Y algo muy dentro de él le comenzó a silbar en su mente que metió la pata hasta el fondo. Y ahora no sabía como sacarla.
Buscó su ropa con la mirada, y se dio cuenta con muy mal humor que su rival se las había llevado. Si antes tenía la sensación de haber cometido un error, ahora tenía la certeza de que había hecho algo imperdonable.
El otro estaba enojado.
E inmediatamente se enojó el también. ¡¿Cómo se atrevía a dejarlo desnudo ahí?! ¿¡En su Corporación?! Por un momento creyó que esa había sido su venganza, pero sintió una punzada de dolor en su hombro y cuando miró hacia allá, se encontró con un mordisco.
Tenía las marcas de los dientes fuertemente grabadas y por cada una de ellas, había un pequeño brote de sangre. Poniendo su mano ahí, y reflexionando con un poco de cabeza fría, se preguntó si lo había mordido por placer o por darle una pizca del mismo dolor que él estaba sufriendo. Y el pecho se le contrajo. Cerró los ojos y sintió lo peor que podía sentir, y que tenía tiempo sin sentirlo: decepción de sí mismo. Junto con las terribles ganas de salir corriendo, buscarlo por toda la ciudad de Dominó y pedirle disculpas aunque se llevara su orgullo de por medio.
Oh... pero se olvidaba de algo, Yugi se había cerciorado de que no sería perseguido.
Y oyó ruidos en las puerta. Asustado, tomó un cojín del sillón y se tapó sus partes nobles. Temblando ante la expectación de quien pudiera ser.
¿Y si es Mokuba? Pesó aterrado. ¿Qué le voy a decir? ¿Qué su hermano tuvo una rica sesión de sexo obligando a alguien y que ese alguien lo dejó botado?... ¡Grandioso! Añadió con sarcasmo, al momento que se abrió la puerta.
Y efectivamente, era su pequeño hermano quien estaba parado en el umbral viéndolo con ojos que se salían de sus órbitas. Tan sorprendido, que dejó caer las ropas al suelo.
- ¿¡SETO!? - Gritó aún sin poder creerse la escena frente a él. Su hermano, su imponente Ni Sama tapándose con tan solo un cojín de cuero y con las mejillas rojas como un par de tomates frescos.
- Eh... Mokuba, cierra la puerta.- Le dijo vacilante al principio pero firme después.- Tengo una buena explicación.
Mokuba hizo lo que su hermano le pidió, recogió las ropas del suelo, entró y trancó la puerta. Cuando se volteó, Seto notó de inmediato que no podía mentirle a su hermano, éste se había encontrado con Yugi. Podía saberlo al ver las ropas en sus brazos.
- ¿Y bien? - Preguntó curioso el chico de melena oscura acercándole las ropas al castaño.- ¿Qué pasó?
- Bien... - Seto tomó sus prendas y comenzó a vestirse. Notó como la mirada de Mokuba se dirigía a su vientre y se abría con incredulidad ante lo que veía. Bajó su vista también y pudo disfrutar de la hermosa cantidad de semen que se hallaba en este. Se ruborizó profundamente, había pensado en decirle la verdad a medias a su hermanito, pero ahora le salía decirla completa. Maldición.
Se terminó de vestir y se sentó sobre uno de los sillones, donde hace tan solo unos instantes Yugi estuvo... No. Ahora no podía pensar en eso. Y de la mejor forma que pudo, se preparó y le contó a Mokuba lo que había ocurrido, censurando las partes de completa intimidad. Dándola por asumida.
El Kaiba menor lo miraba sorprendido y sonrojado, pero en ningún momento intervino en su relato. Solo no podía creer como a su hermano se le había ocurrido semejante cosa.
- Ah... - Dijo al final.- Por eso estabas tan feliz esta mañana... Habías planeado todo esto.
- Eh... si. - Respondió sin más remedio, cruzándose de brazos.
- Jeje y te salió como esperabas.- Añadió entusiasmado y ruborizado.- Ganaste el duelo y obtuviste dos premios.- Seto lo miró con el ceño fruncido.- Pues... la carta del Dios Egipcio y... bueno... lo otro... - Terminó en un susurro avergonzado.
- No Mokuba.- Contradijo firme el Kaiba mayor. Había olvidado decirle esa parte del reto.- No apostamos las cartas de Dioses Egipcios y... Aunque me cueste decirlo... A la final... - Añadió con voz apagada.- El perdedor fui yo.
Continuará...
Notas de SouYu: Bueno, bueno, bueno, aquí tienen su lemon. Creo que me quedó un poco frío pero esa era la total intención, la cuestión era que solo se viera de una parte, la interesada, o sea, Seto. Yami lo hizo porque debía, no porque quisiera. Y eso le será un pequeño problema a Seto en el futuro. En fin, este ep parece ser un poco más angst, así que espero que les haya gustado. Lo escribí sin mucho ánimo y por eso creo que tanto el lemon como lo demás está flojo, pero eso lo deciden uds. No tengo ganas de contestar reviews... porque en estos momentos, escribo los caps y los subo directamente a inet cuando voy a la casa de mis abuelos. Me leo los reviews, pero no tengo tiempo a contestarlos.
Pero igualmente muchas gracias a quienes se toman la molestia de leerse mi historia. Y si no les gusta el yaoi pero si la trama, ¡pues mejor! me hacen sentir orgullosa de mi misma -sonrisa de autosuficiencia xD- Muchas gracias de verdad verdad.
En fin, nos vemos. Acepto sugerencias de cómo desean que se solucione el problema.
Chaito.
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SouYu Jumonji.
27 de Junio de 2004.
