Los que se ocultan en la oscuridad.

Había sido un buen fin de semana en la playa. Todos en la familia Loud se sentían relajados. No era la primera vez, pero antes de que emprendieran el viaje estuvieron bajó mucho estrés; entre los exámenes y que Lori ya estaba preparándose para irse de la casa. Cada miembro de la casa se sentía triste por esa situación. Que ella se fuera sería un golpe emocional fuerte para todos, sobre todo para Leni. Algo que le preocupaba a Lori y se lo dijo a Lincoln. Su torpeza y buen corazón la hacían un blanco fácil para muchos hombres. Aunque quizás entre Luna, Luan y Lincoln la cuidarían, a fin de cuentas, eran hermanos. Hermanos que se cuidan.

Como ya no faltaba mucho para la partida de Lori y todos tuvieron buenas notas sus padres se alegraron. Entonces organizaron este viaje para todos sus hijos. Además, querían aprovechar todo el tiempo que aún le quedaba a Lori, sin mencionar que alivió un poco el estrés de sus hijos al tener que estudiar durante mucho. Y el viaje fue todo un éxito; todos se divirtieron entre ellos, sobre todo Lori a que extrañarían. Aunque era parte de la vida; un pájaro deja el nido. Todos debían aceptarlo. Hay cosas en la viada que no pueden controlar.

-¿Qué será eso? –Preguntó Rita en voz alta.

Sus hijos, al escucharla, acercaron la vista para ver a lo que se refería. Entraron a un puente donde había una cola de autos. El señor Lynn asomó su cabeza, a varios metros observó una cortina de humo y al ver un poco mejor observó que había un accidente. Varios autos parecían haber chocado entre ellos. Lo más probable es que acaba de pasar ya que no había una ambulancia.

-Creo que hubo un accidente. –Dijo finalmente, metiendo su cabeza nuevamente. –Voy ayudar en algo. No hay ninguna ambulancia.

-¿Quieres que te acompañe? –Lynn negó con la cabeza dándole una sonrisa a Rita.

Y aunque hubiera aceptado ella se hubiera negado porque Lily había comenzado a llorar de una manera bastante extraña, como si hubiera se hubiera despertado a mitad de la noche por alguna pesadilla. Por el llanto de Lily los demás decidieron salir.

-¿Qué creen que hacen? –Preguntó Rita, un tanto molesta.

-Es molestó escuchar los llantos de Lily. –Respondió Luna.

Rita rodó los ojos. No podía hacer nada para evitar que salieran de la van. La verdad a ella, algunas veces, le molestaba que Lily llorara de la nada. Era como si hubiera visto algo tan horrible. Lo peor es que era de repente.

-Solo no se acerquen mucho. –Eso lo dijo principalmente por las pequeñas. No quería que empezarán a llorar porque vieron algo horrible y no pudieran dormir bien en la noche.

Sus hijas parecieron entender. Lisa, Lola, Lana, Lynn y Leni se quedaron afuera de la Van. Pero Lori, Luna, Lucy, Luan y Lincoln se acercaron para ver si podían ayudar en algo. Si se le podía decir así. De seguro solo se acercarían e inmediatamente regresarían. Caminaron algunos pasos hasta que vieron a su padre junto con algunos otros hombres hablando. No se acercaron más, Lucy intentó ver un poco del accidente, pero solo observó que en el parabrisas había un poco de sangre. Todos lo vieron, y por esa razón decidieron regresar.

-Me gustaría cercarme… -Lori le lanzó una mirada asesina. –pero puedo entenderlo.

-Literalmente es mejor regresar y esperar a papá.

Caminaron de regresó a la van. Aunque observó que algo paso a mucha velocidad a su lado, algo de color negro. Ninguna de sus hermanas pareció verlo, por lo que giró la cabeza. Paseó la mirada por todo el lugar; no había nada extraño. O eso pensó; al observar el auto donde estaba el parabrisas con un pequeño agujero observo un hombre, o mejor dicho una sombra; era totalmente de color negro y parecía ser muy alta.

Al ver que parecía intentar sacar al hombre pensó que quizás era un buen samaritano que había querido ayudar al hombre. Pero ese pensamiento se fue cuando observó que parecía estar aplicando mucha fuerza, demasiada. Tanta fuerza lo podría lastimar. Sus hermanas se alejaron más, pero Lincoln no apartó la mirada, le resultó extraño ver algo así. Aquella sombre pareció, nuevamente, aplicar fuerza y pareció comenzar a jalar. Lincoln quedó horrorizado cuando observó que lo que había sacado era carne.

Talló un poco sus ojos pensando que era su imaginación, pero no sirvió de nada; aquella sombra seguía ahí; comenzó a lamer la carne mientras de su boca comenzaban a crecerle grandes dientes con la que, después de saborear, comenzó a darle pequeñas mordidas. Mordidas que después aumentaron de tamaño en el momento que los dientes eran colmillos. Eso le causó algo de nauseas, pero el asco se volvió mucho peor cuando se le acabó la carne y metió su rostro donde empezó a comer sin la necesidad de arrancar la carne.

Nadie parecía poder ver eso, solo Lincoln, quien tuvo la sensación de no poder apartar la vista de aquella sombra. Y ese fue un error. Un error del que se arrepentiría toda su vida. Aquella sombra se dio cuenta que lo estaban mirando. Y con la mirada que le lanzó, inmediatamente, Lincoln tuvo mucho miedo junto con una sensación de tristeza. Tanto que, incluso, tuvo ganas de llorar del miedo y tristeza. A pesar de que no tenía un rostro como tal, ni tampoco parecía tener ojos, sabía que lo estaba viendo con una furia que le aumentó el miedo.

-Lincoln, ¿Qué estás viendo? –Preguntó Lori, haciendo que su hermano diera un pequeño brincó por el susto. -¿Estas bien? Pareces asustado. –Lori observó que Lincoln parecía tener ganas de llorar. -¿Y por qué parece que quieres llorar, estas bien?

Lincoln la ignoró, regresó su vista al auto donde estaba la sombra y, sorpresivamente seguía ahí, solo que se había aparto del auto, ahora estaba parada y lo miraba fijamente. Nuevamente sintió esa mirada de furia que volvió aumentar su miedo.

-¡Lincoln! –Gritó Lori.

-¿Qué pasa? –Preguntó Lincoln, algo molestó, mirándola.

-¿Qué estás viendo? –Lori volteó para intentar ver que era lo que exactamente Lincoln estaba viendo.

-Nada. Solo el auto que chocó.

-¿Te sientes bien?

-Si… solo… -Lincoln tuvo miedo en el momento que sintió la mirada de que aquella sombra, la cual pareció verlo con más furia. Tuvo más miedo y la sensación de querer llorar aumentó haciendo que sus ojos se pusieran algo cristalinos. –No estaba viendo nada. –Respondió finalmente.

Lincoln se alejó rápidamente hacia sus hermanas. Esperaba que las lágrimas salieran de sus ojos, odiaría tener que explicar la razón del llanto, porque no había explicación como tal. Lori observó en los ojos de su hermano miedo. El mismo miedo que tenía a la edad de cuatro años cuando pareció ver algo en el parque. Nunca descubrieron que era ese miedo. Solo mencionó que no quería volver. Ahora, esa misma mirada era igual. ¿De qué tenía miedo exactamente? Volteó e un intentó por ver que fue, pero no había nada. Solo estaba el auto que chocó. Aunque observó que el cuerpo parecía haberse movido ligeramente, dejando una parte al descubierto de su cuerpo llenó de sangre. Puede que eso fue lo que lo asustó de esa manera. Cuando Lincoln tenía pensamiento que tenían que ver con la muerte se ponía algo sensible. Sin importar que fuera una mosca tenía una sensación de miedo.

Hablaría con él para que se calmara.

-¿Qué haces afuera, hija? –Preguntó el señor Lynn, detrás de ella.

-Nada. Solo queríamos ver si podíamos ayudar, pero creo que no podíamos acércanos. –Respondió, sonriéndole. -¿Qué fue lo que sucedió?

-Solo un accidente. Por lo que contó la esposa, de quien tuvo él accidente, dijo que su esposo gritó porque había visto una sombra atravesarse a mitad del camino. –Casi pareció reírse al recordarlo. Ambos comenzaron a caminar de regresó a la van. –Aunque dijo que su esposo últimamente se comportaba muy extrañó porque su familia había muerto y el veía cosas. Quizás iba drogado. –Al llegar a la Van Lori se alegró al no escuchar los llantos de Lily. Parece que su madre la logró calmar un poco. Y todos habían regresado adentro. Por desgracia Lincoln estaba lejos del único lugar disponible. Le hubiera gustado hablar un poco con él sobre lo que pasó para que tuviera esa mirada que solo había visto cuando era un niño. –Bien, hora de irse.

Lori asintió. Se le hizo extraño eso de ver una sombra. Pero lo mejor era no pensar. Puede que su padre tuviera razón. Al entrar miró a Lincoln; su hermano parecía estar más tranquilo, pero aún podía ver en su mirada algo de miedo.

-¿Te sientes bien, Lincoln? –Preguntó Lucy. Lincoln se molestó un poco. Miró a su hermana, había querido olvidar el tema, pero ella lo arruinó. ¿Por qué eran así? Siempre le recordaban las cosas que quería olvidar. Nunca lo podían dejar en paz. De alguna manera, cualquiera de sus hermanas, siempre lo arruinaban.

-Sí, solo me siento mareado.

Lincoln le sonrió forzadamente. Lucy pareció notar que aquella sonrisa era forzada, pero ella no siguió con el tema. Al menos podría intentar dejar de pensar en aquella sombra. Sin embargo, no le fue fácil. La imagen de aquella sombra comiendo la carne de aquel cuerpo se quedaría con él un buen rato. No podía quitársela de la cabeza. E incluso seguía con el miedo de ver su mirada llena de furia en sus ojos. Pero era gracioso porque ni siquiera tenía ojos.

Su padre puso en marcha la van. Lincoln, por alguna razón, y a pesar de que aún tenía algo de miedo, decidió mirar nuevamente afuera. Quería cerciorarse de que no hubiera nada extraño afuera; observó que en el auto donde hubo el choque seguía sin haber nadie. Eso lo hizo suspirar con alivio. Pensó que fue su imaginación. Lo mejor era olvidar el tema y pensar que todo fue producto de su imaginación.

-Oye, Lincoln. ¿Qué tal si…?

-No quiero jugar contigo, Lynn. –Respondió, sin dejar que Lynn terminara la pregunta.

-Vamos, Lincoln. –Lynn lo abrazó con fuerza, mientras intentaba hacerle una llave.

-Está bien. –Bufó con molestia. Lo mejor era dejar que hiciera lo que quisiera. Lynn era fastidiosa, pero era mejor jugar, de todas formas, no lo dejaría en paz el resto del camino.

Al fin habían llegado a casa. Por suerte no fueron muchas horas, y era bueno, por fin, haber regresado a casa. Cada comenzó a bajar sus maletas. Al menos Lincoln no se sentía tan adolorido por las llaves que Lynn le aplicó. Aun no podía entender porque se enojaba cuando le decía que era muy ruda. Si pudiera cambiar algo en ella sería que fuera menos ruda cuando jugaba, o que aceptara cuando alguien le decía que no quería jugar. No todos eran sus hermanas para tolerarla, en algún momento se metiera en problemas por su modo de ser.

Miró su casa. Le pareció algo diferente, era como si no la hubiera visto en mucho tiempo. Nunca antes había tenido esa sensación, pero quizás era porque estaba cansado por el viaje y por los juegos de Lynn.

-¿Qué tanto estás viendo, hermanito? –Preguntó Luna, acariciando su espalda.

-Nada, es solo que me siento cansado. –Respondió, comenzando a caminar.

-¿Quieres que te ayude?

Lincoln le sonrió y negó con la cabeza. Luna sonrió, volviendo acariciar su espalda. Lincoln comenzó a caminar hacia la casa, pero tuvo una sensación de que alguien lo estaba mirando. Puede que una de sus hermanas. Aunque, por alguna razón, no sentía que fuera alguna mirada de sus hermanas. Al voltear vio a Lucy detrás de él, pero ella parecía algo extrañada por el modo en que volteó a verla. Lucy caminó a la casa, ignorando a Lincoln. Él pensó que, tal vez, seguía algo asustado por la sombra.

Nuevamente comenzó a caminar. Pero la sensación de que alguien lo miraba se hizo presente. Al girar la cabeza quedó totalmente asustado; la misma sombra de hace unas horas estaba viéndolo fijamente debajo de la van, observándolo con atención. Lincoln no podía entender cómo es que sabía que era la misma la sombra. Tembló un poco al sentir la mirada de furia. Intentó dejar de temblar y no correr como un niño pequeño. Aunque le fue difícil cuando la sombra comenzó arrastrarse hacia él. Se quiso mover, pero el miedo era tan grande que su cuerpo se quedó quieto.

-¿Por qué avanzas, apestoso? –Preguntó Lynn, en un tono de molestia. Lincoln no contestó, solo se quedó quieto, sintiendo la mirada de aquella sombra. Lynn chasqueó la lengua. –Por eso te digo que hagas ejercicio. Seria humillante que alguna chica te viera que no puedes cargar una simple maleta.

-Ella es molesta. –Si no sintiera su cuerpo paralizado se hubiera caído al escuchar la horrible voz de aquella sombra; era como la voz de varios hombres junto con el chillido de varios animales. – ¿No has pensado en matarla?

Lynn se acercó algo molesta a Lincoln para ayudarlo a cargar aquella maleta. Pero eso pareció no importarle, él seguía parado a mitad, observando debajo de la Van. La sombra se puso de pie en el momento que Lynn se colocó a su lado. Pareció mirarla atentamente, y Lincoln sintió que la sonrisa en su rostro aumentó mucho más. Estaba seguro de sonreía, tenía la sensación. La sombra pareció soplar contra su cara, casi vomita al poder percibir un olor a podrido, y, justo después, desapareció de golpe junto con la sensación de miedo y tristeza.

-¿Te vas a quedar toda la tarde ahí, apestoso? –Lincoln reaccionó al escuchar a Lynn.

Su hermana estaba en la puerta. Parecía estar molesta por tener que haber tenido que cargar sus cosas. Lincoln no supo porque estaba enojada cuando él no le pidió ayuda. Pero estaba alegre de que la sombra ya no estaba. Fue hacia la puerta y, sin decirle algo a Lynn, le arrebató su maleta. Él podía hacerlo solo, no necesitaba su ayuda. Lynn simplemente buscaba la manera de molestarlo por no ser tan fuerte. Lo sabía perfectamente. Todos en la casa lo sabían perfectamente.

-Uno por no darme las gracias… –Lynn hizo como si le fuera a pegar fuerte, cosa que no asustó a Lincoln, quien pareció limitarse a esperar los golpes de Lynn. Aunque al ver que los estaba esperando no lo golpeó, se confundió un poco por eso.

-¿Ya terminaste? –Lincoln la miró con fastidió.

Lynn solo le dio un golpe amable mientras le sonreía, pero Lincoln parecía seguir molestó, eso hizo que se sintiera mal. Su hermano nunca la miraba de esa forma. Había veces que le sonreía cuando se portaba odiosa, esta vez parecía seguir molestó. Quizás le molestó que le dijera débil. Era la primera vez que pasaba.

-¿Quieres que te ayude, Linc? –Preguntó Lynn, tímidamente.

Lincoln la volteó a ver. ¿Por qué siempre creía que era débil? Gruñó un poco antes de negar. No quería su ayuda. Sin embargo, estaba preguntándolo amablemente. Tampoco debía ser tan grosero con sus hermanas. No podía entender porque estaba tan enojado con ella. Quizás era el cansancio.

-Estoy bien, Lynn. –Respondió, con una sonrisa forzada. –Soy tan fuerte como tú. –Levantó la maleta hasta su pecho. – ¿Lo ves?

Lynn se rió mientras subía las escaleras junto a él. Lincoln contuvo las ganas de empujarla para que lo dejara en paz. Pero no le había hecho nada para que se pusiera de esa forma.

-Sé que eres fuerte, Linc. –Lynn le dio un golpe amigable.

Tuvo muchas ganas de regresarle el golpe con más fuerza, pero, ¿Por qué? ¿Quién se creía para golpearla? Contuvo esas ganas pensando en otra cosa, aunque sentía como la furia seguía acumulándose. Suspiró en un intento por relajarse, lo mejor era que se fuera a su habitación. Vio nuevamente a Lynn, las ganas de golpearla seguían con él. Debía tranquilizarse, él no era así.

Entró en su habitación y se recostó en su cama para intentar calmarse. Lynn no nada que lo hiciera sentirse como estaba en ese momento, solo era ella misma.

-No pensé que si sintieras odio hacia tu hermana.

Lincoln casi cae al suelo al escuchar esa horrible voz. La sombra estaba en su habitación, mejor dicho en su armario y lo miraba con atención. Esta vez no tenía la sensación de que lo estuviera observándolo con ira. La sombra soltó una risa que no era propia de un ser humano, ni siquiera de algún animal o ser que conociera. Era extraña. Tanto que no podía saber si era una risa. Puede que solo pensara que fuera una risa por el sonido burlón.

-Sera divertido…

Lincoln sintió como lo miraba con una sonrisa. La sombra salió del armario y se metió debajo de su cama. Lincoln comenzó a morder su mano mientras una sensación de frio invadía su cuerpo. Pensó que ya no estaba ahí cuando dejó de sentir la mirada burlona o de furia en él. Todo esto debía ser producto de su imaginación. Estaba cansado por el viaje. Si bajaba la mirada no encontraría nada. Sintió cuando a su mano le salió algo de sangre. Tomó algo de aire y bajó la mirada para ver que no había nada debajo de su cama. Estaba vacía, o eso parecía. No tenía la sensación de que algo lo estuviera viendo desde la oscuridad. Entonces, ¿Por qué no iluminar? Al iluminar con su teléfono suspiró aliviado. No había nada. Suspiró aliviado. Nuevamente pensó que todo lo imaginó al estar cansado.

Todo lo que paso se debía al cansancio, como su molestia con Lynn. Sin embargo, no podía entender porque la sensación de miedo y melancolía aparecía cuando veía aquella sombra. Incluso aún tenía algo de miedo. Pensar que hay algo debajo de la cama le dio miedo. No había nada de qué preocuparse.

Estiró un poco su espalda antes de recostarse. Debía estar tranquilo, puede que la sensación de miedo era porque al ver a la sombra se asustó. Lincoln siempre era muy asustadizo. Pero no podía entender la sensación de melancolía; fue como si le hubieran quitado algo, no podía entenderlo, y si lo pensaba un poco ahora tenía una sensación de tristeza extrema.

Lincoln tomó sus cosas para irse a la escuela. No era mucho de distancia entre su casa y la escuela, pero tampoco debía pensar en que llegaría rápido caminando. Al salir de su habitación vio a sus hermanas bajar, cada una con sus respectivas cosas, se sintió indiferente al verlas. Como el día de hoy se despertó temprano quiso bañarse antes que ellas hicieran la fila para el baño y también desayunar. Además, como ellas no estaban podía tomarse todo el tiempo del mundo.

Al bajar escuchó a sus hermanas en la cocina, por un momento sintió algo de molestia por tanto ruido, era extraño porque nunca se molestó por el ruido. Ya se había acostumbrado, pero esta vez era diferente; sintió como su cabeza le comenzaba a doler por tanto ruido. Lo mejor era irse antes de que se molestara mucho más.

-Oye, Linky. ¿Qué no vas a desayunar? –Preguntó Leni, desde el comedor.

-No tengo hambre. –Respondió, sonriendo forzadamente.

-¿Y porque te vas en estos momentos? Se te olvida que yo los llevó.

-Prefiero caminar, Lori. Gracias. –Lincoln les volvió a sonreír antes de salir de la casa.

No tenía ganas de estar con ellas. Además, no era tan malo ser algo independiente. Podía relajarse de tanto ruido y caos.

Al salir de la casa comenzó su camino. Se detuvo cuando, al llegar a una esquina, el semáforo se puso en rojo. Un auto giró enfrente de él, Lincoln pudo observar algo que le hizo temblar de nuevo; una sombra en el asiento de atrás, en la parte donde no daba el sol. Estaba seguro que no era una persona. Era tan oscura que estaba seguro de que no lo era.

La sombra pareció verlo. Lincoln lo pudo sentir y el miedo regresó junto con la sensación de melancolía. Era casi exactamente igual que ayer cuando vio la otra sombra. Solo que esta vez vino acompañado de un dolor punzante que, estaba seguro, comenzó a presionar su cerebro haciendo que su vista comenzara nublarse poco a poco. Sacudió su cabeza para volver a caminar. Debía despejarse de todo este asuntó de nuevo. Seguía pensando que estaba viendo cosas por tanto estrés. Desde que despertó se sentía fastidiado. Puede que las sombras ni siquiera eran sombras, sino personas, pero su mente estaba mostrando ese tipo de cosas. Lo mejor era dejar de pensar en el tema.

Stella observó fijamente a Lincoln. Su amigo parecía estar algo tensó mientras desviaba la mirada repetidas veces hacia las esquinas, ella hizo lo mismo esperando ver algo, pero lo hacía no encontraba nada, aunque Lincoln parecía estar asustado al ver las esquinas. Nadie pareció darse cuenta de eso. Lincoln, a pesar de estar asustado, estaba prestando atención total a lo que sea que estuviera viendo. Pero Stella no había visto nada extraño en la cafetería.

-¿Crees que puedas ir hoy al árcade, Lincoln? –Preguntó Clyde. Lincoln lo volteó a ver confundido.

-¿Qué?

-¿Qué si puedes ir hoy al árcade? –Lo repitió nuevamente. -¿Te sientes bien? Te vez algo pálido. –Lincoln lo volteó a ver. Stella al verlo mejor se dio cuenta que parecía estar… ¿triste?

-Sí. ¿Por qué lo preguntas? –Pareció molestarse por la pregunta de Clyde.

-No, por…

-Supongo que solo te importa mi estado para después puedas hablar con mis hermanas, ¿cierto? –Lo Interrumpió, sonriéndole de oreja a oreja haciendo que Clyde se asustara.

-Eres mi mejor amigo Lincoln, sabes que yo me preocupo…

-Yo me voy de aquí. –Nuevamente lo interrumpió.

Sus amigos parecieron confundidos por la actitud de Lincoln. Se levantó de la mesa y fue con salida de la cafetería. Miró de reojo a una esquina; la sombra le sonrió mientras movía su mano como si fuera un auto que se estrellaba contra la pared. ¿Y eso que quiere decir?

El dolor en su cabeza volvió aumentar. Puede que por esa razón le respondió de esa manera a Clyde. Aunque de todas formas, nadie de sus amigos le hablaba porque quisiera hacer una amistad con él, solo lo hacían por sus hermanas. Sabía que cuando iban a su hogar siempre intentaban verle el pecho a Leni y Lori.

Nunca dijo nada porque no tenía nadie más con quien estar. Las únicas que parecían hablarle porque realmente les agradaba eran Stella, Jordan y Ronnie Anne. Pero una de ellas ya estaba en otra ciudad. Miró de nuevo a la sombra; sintió de nuevo esa sonrisa en su rostro, lo cual le hizo sentir miedo. La sombra pareció pegarse contra la pared, comenzando a ser succionada por la esquina. Al final desapareció. Al menos ya podía estar más tranquilo.

-¿Qué miras, Lincoln? –Casi da un susto cuando escuchó a Stella detrás de él. –Perdón. No quise asustarte.

Lincoln le sonrió.

-Solo apareciste de la nada como lo hace Lucy. –Stella miró un momento en la esquina. No había nada. Lincoln se extrañó por eso.

-¿Qué buscas? –O puede que ella también lo había visto. Pero eso no podía ser. Stella parecía estar de lo más tranquila.

-Nada. –Respondió. –Solo me dio curiosidad porque observabas por mucho tiempo aquí hace unos momentos. –Agregó.

-No lo sé. Creo que me estoy volviendo loco. -Soltó una risa mientras salía de la cafetería, Stella lo siguió.

-¿Por qué piensas eso? –Lincoln miró al fondo de un pasillo, por suerte no había nada.

-Estoy viendo cosas. –La sensación de furia, miedo y melancolía se fueron; pero, a pesar de ello, comenzó a sentirse cansado. –Creo que solo estoy cansado.

-No es muy común que te suceda eso. Si puedes soportar a diez chicas, entonces puedes soportar mucho más. –Stella se rió al ver que Lincoln entrecerró los ojos con una expresión seria, pero inmediatamente hizo lo mismo. –Solo intenta no enfadarte. Eso de hace unos momentos fue… ¿extraño? No es muy común que hables de esa manera.

-Lo sé. Lo siento. Creo que debería disculparme con ellos.

Stella le volvió a sonreír. No sabía cómo explicarlo, pero cuando habló en la mesa no parecía ser él mismo. Y ahora parecía ser de nuevo el chico amigable y amable de siempre.

-Mamá nunca se tarda tanto tiempo en llegar. –Dijo Lola preocupada.

Lucy la volteó a ver. Su hermana tenía razón en eso, pero si había escasas veces que se tardaba en llegar, así que tal vez estaría sería una de esas escasas veces. Deberían marcarle para saber si su madre vendría por ellos o regresarían por su cuenta. Sin embargo, para hacer eso debían esperar a que todos estuvieran juntos.

-Nos vemos mañana, Stella.

Lucy volteó al escuchar a su hermano detrás de ellas. Al voltear a verlo le resultó extrañó como se veía; parecía estar cansado y se le notaba fastidiado. Lincoln se despidió de Stella. Caminó hacia sus hermanas. Al verlas les sonrió amablemente mientras caminaba hacia ellas. Pero le se extrañó al no ver a mamá.

-No sé porque aún no llega, Lincoln. –Lucy se adelantó a la respuesta de la pregunta. –Iba a llamarle cuando llegaras. –Sacó su teléfono y marcó. Sus hermanos esperaron a que hablara con su madre le contestara, pero no lo hizo. –No responde. –Dijo, guardando su teléfono.

-Quizás tenga mucho trabajó y por esa razón no responde. –Comentó Lincoln. –Pero no pasa nada, podríamos regresar caminando.

Sus hermanas asintieron con el comentario de Lincoln. No era la primera vez que regresaban caminando y solos a casa. Cada una de ellas mantuvo una distancia para que Lincoln y Lucy pudieran ver que no les pasara nada. Comenzaron a caminar, al dar unos pasos a Lucy le resultó extrañó como estaba callado e indiferente. Siempre se ponía hablar con ella de sus poemas mientras caminaban, pero esta vez no lo hizo.

-¿Te sientes bien, Lincoln? –Lincoln miró con fastidió a Lucy. ¿Por qué todos le hacían misma estúpida pregunta?

-Estoy bien. –Respondió secamente.

Lucy se dio cuenta que parecía algo irritado y si le preguntaba parecía que se irritaba mucho más. Pensó en volver a preguntarle algo nuevamente, pero escucharon a un grupo de personas amontonadas del otro lado de la calle. Lucy sonrió a medias mientras imaginaba el accidente y como es que aquella persona quedó golpeada o muerta. Se sintió afortunada de ver dos accidentes seguidos. Los demás parecieron ver con algo de lastima el accidente. Era algo horrible. Bien, en todo caso solo tendrían que tomar otra ruta. Sin embargo, Lincoln se acercó al montón de personas.

-¿Qué le pasa? –Preguntó Lola.

-Deberíamos acompañarlo. Quizás vio algo interesante que podría interesarnos… o al menos sé que a mi si me podrá interesar. –Todas rodaron los ojos por el comentario de Lucy.

Lincoln logró abrirse paso entre la gente. No sabía cuál era la razón, pero cuando observó el montón de personas recordó a la sombra de hace unas horas simular un choque. No pudo evitar acercarse, tenía la sensación de que el accidente le había sucedido a alguien importante. Y en el momento de estar enfrente para ver de quien se trataba se quedó helado. ¿Cómo es que su madre tuvo un accidente manejando? Casi vomita al ver su aspecto; tenía varios vidrios enterrados en el rostro mientras su cuerpo parecía estar rojo y parecía algo gelatinoso.

-¡MAMÁ! –Gritó fuertemente mientras intentaba pasar entre la gente, pero un policía lo detuvo.

El gritó lo escucharon las demás. Lisa y Lucy temblaron un poco mientras su cabeza comenzaba a dar vueltas, mientras que Lana y Lola se confundieron un poco al escuchar el gritó.

-¿Por qué Lincoln gritó de esa manera? –Lola volteó a ver a Lisa, buscando una explicación, aunque le pareció extrañó que estuviera temblando, y que sus ojos parecían volverse cristalinos como cuando alguien quería llorar. -¿Te pasa algo Lisa?

-Todo… todo está bien, Lola. –Lisa intentó escucharse tranquila, pero le era difícil. –Lucy, deberías… marcarle a Lori para informarle sobre esto.

-¿Sobre qué? –Preguntó Lana. – ¿De qué hablan? ¿Por qué están muy pálidas?

Lisa y Lucy no le respondieron. Pero Lucy obedeció. Además, tenía que informar sobre esto, pero, ¿y Lincoln?

Su hermano salió acompañado de un policía, el cual lo sostenía con fuerza, pero Lincoln parecía querer regresar. Lisa pensó que no quería apartarse del cuerpo de su madre. Siempre era lo mismo cuando alguien cercano moría. Lincoln aplicó algo de fuerza para regresar, sin embargo, se quedó en blanco cuando vio a una sombra debajo de las personas.

Parecía estar mirándolo con una sonrisa. Entonces lo entendió, él fue quien causó el accidente. Su madre murió por culpa de aquella sombra. No sabía cómo, pero estaba seguro de que era la misma que vio en la cafetería. Lo peor de todo es que se lo dijo, incluso tuvo una sensación extraña de que algo malo iba pasar. Él pudo evitar esto, pero no lo hizo, ni siquiera pasó por su cabeza la posibilidad.

Nuevamente rompió en llanto. Sus hermanas parecían verlo confundidas. ¿Por qué estaba llorando?

La casa Loud estaba en total silencio. Lo único que se podía percibir era el llanto de algunos miembros de la casa. Lincoln estaba temblando de miedo, sentada en un costado de su cama. El miedo era por la mirada de una sombra que estaba en el armario, la cual parecía estar divirtiéndose por escuchar los llantos de su familia. Seguía sin tener una cara, pero Lincoln estaba seguro que estaba burlándose de la situación.

La sombra colocó un dedo enfrente de su cara, indicándole silencio, y desapareció en la oscuridad del armario. Lincoln sintió como dejaba de tener la miedo, solo seguía triste por lo que paso con su madre, pero se sintió más relajado, pero no le duró cuando escuchó que tocaron su puerta. Eso lo asustó de golpe. Aunque también pensó que era alguna de sus hermanas.

-¿Quién es? –Preguntó, sin ponerse de pie.

No hubo respuesta, lo único que escuchó fue el sonido de pasos alejándose de su habitación. Por un momento pensó que se trataba de una sombra que estaba poniéndose a jugar con él para asustarlo más de lo que ya estaba. Puede que fuera esa que lo siguió a casa, ya no la había visto por lo que no sería tan extraño. Aunque los pasos parecieron regresar hacia su puerta.

-Lincoln… ¿estás bien?-

Lincoln se sintió aliviado al escuchar que era Lori. Lincoln le abrió. Observó que Lori estaba con los ojos rojos y su maquillaje parecía estar corrido. Cuando vio a su hermano le intentó sonreír.

-¿Qué pasa, Lori? –Preguntó, regresando a su cama.

-¿Cómo estas, Lincoln?

Lincoln quiso sacarla de su habitación en ese momento por aquella pregunta estúpida. Su madre murió, una de las sombras se lo había dicho horas antes de que sucediera y esa misma sombra se divertía viéndolos sufrir. ¿Cómo creía que se sentía? Pero se contuvo. Debía hacerlo.

-No lo sé. –Debía calmarse. Nadie sabía de lo que estaba viendo. En cuanto a la pregunta de Lori… entre el miedo y la tristeza parecía que sus emociones estaban mezcladas. –Estoy confundido, no… no puedo entender… es que…

Lori no lo dejó terminar de hablar cuando lo abrazó. Lincoln se intentó apartar de ella. Le molestaba que lo estuviera abrazando en un momento donde él quería estar solo, pero ella no parecía entender eso. Aunque eso se debía a lo poco inteligentes que eran… Lisa tenía razón; ella era la única inteligente de la casa. Pensó que la mayoría deberían preferir estar solos en lugar de recibir apoyo en una situación como esta. Solo que Lori no parecía entender eso.

-Tranquilo, hermanito. Yo estaré con ustedes.

Lincoln se quiso reír. Por alguna razón sabía que Lori mentía. Era una cobarde.

-Perdona, Lori. –Lincoln se apartó de ella mientras se recostaba en la cama. –No me siento bien y mejor me voy a dormir.

Lori lo entendió; su hermano estaba triste y quería estar solo. Aunque ella tenía ganas de hablar con él. Tenía curiosidad del por qué fue hacia el accidente de su madre si nadie lo sabían hasta que Lucy les llamó por teléfono. Pero, por lo que Lisa y Lisa dijeron, él fue quien se acercó al accidente como si ya sabía. Eso era lo extrañó, aunque quizás fue una corazonada. Lo peor fue cuando ella lo recibió y tuvo que decirles a los demás. Fue algo difícil, aunque la familia siempre salía adelante. Puede que esto fuera más difícil que lo otras cosas que pasaron, pero estaba segura de que saldrían adelante.

Lori salió de la habitación de Lincoln. No podía creer lo que pasó. Y todo porque los frenos fallaron. La van familiar tuvo que fallar justamente ese día para que su madre chocara. Lo peor es que Luan y Luna culparon a su padre por no comprar otra en lugar de tener ese viejo cacharro por el sentimentalismo. Aunque ya tenía suficiente con la culpa; se sentía como el responsable de lo que le sucedió a su madre, pero sabía que su padre amaba a su madre. Solo que incluso Lori aun lo veía como el responsable.

Lincoln se quedó parado un momento junto a sus hermanas al ver la escuela. ¿Por qué debían regresar? Ninguno de ellos se sentía a gusto en ir; Lucy, Lola, Lana y él no estaban cómodos en regresar a la escuela. Lisa no lo hizo porque no pudieron entrar a su habitación, a pesar de las amenazas de su Lori y su padre. Desearía poder haberse encerrado con ella en su habitación. Lo único que hizo fue sacar a Lily de su habitación. Sus hermanas caminaron hasta la entrada, Lincoln no lo hizo. No quería. No se sentía con ganas, pero, ¿tenía otra opción? Suspiró con fastidió antes de seguir a sus hermanas. Su molestia aumentó cuando varios de sus compañeros comenzaron a susurrar entre ellos al verlos pasar. Por esta razón no quería regresar. De seguro muchos de sus compañeros les hablarían para darles ánimos que solo decían por simple cortesía.

Lucy, Lana y Lola se apartaron de Lincoln para dirigirse a sus salones. Normalmente le decían que se iban, pero ahora se apartaron de él sin decirle ninguna palabra. Lo más probable es porque fue el primero en darse cuenta de que su madre había muerto. Podía entender perfectamente que le tenían miedo. Si lo supo no fue porque quisiera saberlo, fue porque aquella sombra se lo dijo, fue así como lo supo; la sombra se lo dijo antes de que sucediera, pero no le hizo caso.

Llegó a su salón donde vio a sus amigos; Clyde, Liam, Zach y Rusty. En el momento que lo vieron Lincoln sintió como su mirada era de lastima. Eso le resultó molestó, pero no podía decirles algo. Ellos no podían sentir su dolor de perdida. Debía entender.

-Lincoln, -Stella lo llamó. Ella estaba apartada de sus amigos y cando lo vio se acercó. –quiero que sepas que lamentó lo que le sucedió a su madre. –Stella lo abrazó con fuerza. Lincoln le correspondió el abrazó. Aunque le dieron ganas de llorar cuando recordó lo que pasó con su madre. ¿Por qué murió? –Sabes que puedes hablar conmigo cada que quieras.

Le dio un beso en la frente y le sonrió. Lincoln se limpió las lágrimas.

-Gracias, Stella.

-Lincoln…

El resto de sus amigos hicieron lo mismo; lo abrazaron. Aunque él sintió que Stella fue la única sincera. ¿Cómo lo sabía? Solo tenía la sensación de que no era de corazón.

-Gracias a todos. –Dijo Lincoln, intentando sonreír.

La maestra llegó al salón y todos se sentaron. Lincoln decidió sentarse detrás de los demás. Quería estar solo, pero se arrepintió cuando vio una sombra. No era la misma que vio en la cafetería, ni tampoco la primera que vio; esta parecía ser otra, la cual comenzó apretar sus dedos. Lincoln se confundió por un momento, pero, por alguna razón, entendió que se refería de nuevo a la muerte.

Iban matar nuevamente a alguien. ¡No podía ser!

-¡NO! –Gritó fuertemente, poniéndose de pie. Sus compañeros lo voltearon a ver.

-¿Te sientes bien, Lincoln? –Preguntó la maestra Johnson.

-Yo… -Todos lo miraron. La sombra pareció reírse por la situación del momento. –lo siento… no…

Escuchó nuevamente como susurraban cosas. De seguro pensaban que estaba loco por lo que le pasó a su madre. Y Lincoln comenzaba a sentirse de esa manera. No era normal que estuviera viendo sombras. Se sentó de nuevo. Los demás regresaron su atención al frente. Lincoln observó nuevamente a la sombra, la cual seguía riendo a carcajadas. No podía escucharla, pero sabía que estaba riéndose de él.

La sombra comenzó apretar sus dedos con más fuerza hasta que reventaron haciendo que saliera un líquido de color negro. Lincoln tuvo una sensación de miedo. ¿Qué iba hacer? ¿A quién iban a lastimar? Con la experiencia anterior se dio una idea. Como deseaba que no fuera a suceder nada. Al menos no con nadie cercano.

Lincoln observó que sus hermanas parecían estar algo incomodas con su presencia, incluso Lucy, quien siempre fue algo oscura, pero la pérdida de su madre le hizo dejar a un lado esas cosas de la muerte. No podía culparla. Se detuvieron cuando el semáforo estaba en verde; un auto paso enfrente de ellos y Lincoln observó a una sombra que parecía sonreírle. Tuvo una sensación de miedo mientras sentía como le sonreía.

-¿Qué estás viendo, Lincoln? –Preguntó Lucy, asustándolo y dejando de ver el auto que seguía avanzando.

-Solo… -Al voltear para verlas, observó que sus hermanas lo miraban con algo miedo, como si fuera un monstruo. -¿Por qué me ven de esa manera?

No respondieron, solo cruzaron la calle. Lincoln se confundió un poco por eso, pero no protestó. Decidió dejarlo así. Además que la sensación de miedo aumentó. Y creció cuando sintió como una brisa de aire frió pareció empujarlo un poco.

-¿Te vas a quedar todo el día ahí, Lincoln? –Preguntó Lola molesta.

Lincoln no respondió, iba a caminar, aunque se detuvo al escuchar el sonido del motor de un camión, al mirar hacia donde el sonido pudo ver que, en efecto, se trataba de un camión que llevaba materiales hechos, principalmente, de meta. Pero lo que realmente lo asustó fue que aquel camión parecía ir a toda velocidad, y que los metales parecían ser tan pesados que podrían aplastar la cabeza de una persona.

Tembló al recordar cuando recordó que aquella sombra aplastó sus dedos. Lucy, Lana y Lola no parecieron reaccionar con exactitud hasta que el camión estaba a unos cuantos metros de ellas, en cuanto él… ni siquiera podía moverse. Lo único que pudo hacer fue ver como el conductor del camión, en el momento que las vio en medio de la calle, frenó de golpe y giró en un intento por no atropellar a las niñas, pero eso no evitó que algunos de los metales cayeran del camión. Lola y Lana parecieron reaccionar y se movieron rápidamente evitando que las golpearan.

Pero Lucy se quedó en blanco, solo miró como los metales golpearon su cuerpo, haciendo que su cuerpo volara varios metros. Un pequeño hilo de sangre salió de cabeza, y no fue lo último; otro pedazo de metal salió volando del camión, era tan grande que Lucy se quedó en blanco cuando cayó en la mitad de su cuerpo. Fue un dolor extrañó. Sentir como sus intestinos parecieron ser empujados hacia arriba mientras ella gemía de dolor, aunque los gemidos fueron tapados cuando algo pareció golpear lo que había aplastado su cuerpo haciendo que sus intestinos taparan su boca.

Lincoln, Lana y Lola miraron sin poder entenderlo. Podían ver algo esponjoso y rojo salir de boca. Algunos metales cayeron a su lado haciendo algo de ruido, eso las hizo reaccionar. Pero lo único que hizo fue no entender lo que sucedió. Lincoln observó que una sombra caminó hacia ella. Era la misma sombra que vio en su salón. Y ahora estaba encima de Lucy. Pareció besarla para comenzar a succionarle las tripas.

Por un momento se quedó en blanco. No pudo reaccionar. No pudo entender. Pero el miedo lo hizo temblar, y finalmente comenzó a llorar junto a sus hermanas.

Los llantos se podían escuchar perfectamente en toda la casa Loud. Pero en la única habitación donde no había llantos era en la de Lincoln. Aunque la razón era muy sencilla; tenía demasiado miedo para llorar. Su cuerpo estaba tensó mientras era observado por una sombra desde su armario, la cual estaba burlándose de él. ¿Por qué se reía? ¿La daba gracia de como lloraban todos, porque estaba muerto de miedo o porque no pudo hacer nada para salvar a Lucy? La sombra pareció sonreír de nuevo y cerró las puertas de su armario. Sin embargo, la sensación de miedo y melancolía no se fueron, incluso aumentaron.

-Ven conmigo, Lincoln.

Su cuerpo se tensó mucho más y el frio aumentó cuando escuchó la voz de Lucy en el armario. Tuvo la tentación de abrirlo, pero no lo hizo. No podía hacerlo. Esa no era Lucy. ¿Cómo saber que no lo estaban engañando? Lo más extraño fue comenzó a darle sueño. Quizás era por el cansancio de ver como dos miembros de su familia habían muerto. Además que tenía la sensación de que su cabeza iba a explotar, incluso estaba zumbándole.

Dos muertes en la familia en poco tiempo. Pero Lincoln estaba seguro que todo era culpa de aquellas sombras que se ocultan en la oscuridad. Volvió a temblar mientras sus ojos comenzaban a cerrarse. Tenía miedo de que en el momento que cuando cerrara los ojos una sombra lo iba estar observando desde el armario o junto a su cama como dormía. No pudo evitar comenzar a cerrar los ojos, no quería dormir, pero no lo pudo evitar cuando la luz de su habitación se apagó sola.

Nada más que oscuridad. Y Lincoln estaba consiente, ¿o era su imaginación? Tenía la sensación de estar despierto, solo que no podía mover. Aunque fue mucho peor cuando comenzó a sentir como comenzaba a elevarse y era a una velocidad tan grande que sintió el aire frió en sus ojos. Se detuvo en el momento que pareció llegar a una habitación. Estaba oscura, pero no tanto como para no saber que era una habitación. Aquella habitación le resultó extrañamente conocida, sin embargo, no podía recordar de quien era. Pero cuando la puerta se abrió observó que era su abuelo. Entonces lo entendió; estaba en la habitación de su abuelo en el asilo. Intentó moverse para llamar su atención, incluso tuvo la esperanza de que pudiera verlo, pero no fue así. Había visto a su abuelo durante los últimos días. Él fue quien cuido de ellos mientras su padre no podía por estar llorando. Aunque era un viejo, no podía resistir tanto. Su abuelo al entrar a su habitación pareció limpiarse las lágrimas que salían de sus ojos antes de acostarse en su cama.

Lincoln volvió a temblar cuando escuchó como alguien, o, mejor dicho, algo estaba silbando. Y cuando buscó de quien se trataba observó que era un sombra, la cual estaba enfrente de su abuelo.

-No te preocupes, hijo. Ya está viejo.

Lincoln comenzó a llorar al escuchar la voz de su madre. Su mano pareció acariciar su pecho. Su abuelo pareció darse cuenta porque se movió un poco. La sombra alzó su mano e impactó directamente contra su corazón. Lincoln observó cómo salía un líquido de su pecho y escuchó como si un globo hubiera explotado.

-¡NO! –Lincoln se despertó de golpe. Estaba en su cama lleno de sudor, pero la sensación de miedo y melancolía seguían presentes en él.

Solo fue una pesadilla. Al menos lo de su abuelo, lo de las muertes estaba seguro de que reales, desgraciadamente. Aun podía escuchar los llantos de sus hermanas mayores. Se sentó en la cama para intentar calmarse. Tuvo ganas de llamarle por teléfono a su abuelo, pero no podía moverse; se sentía tan cansado; su cabeza parecía querer explotar. Solo fue una pesadilla. No había nada de qué preocuparse. O al menos eso quería pensar.

Su nariz había sangrado. Vio nuevamente la almohada llena de sangre mientras su cabeza seguía punzándole. El dolor no se iba. Necesitaba algo para quitarle ese dolor. Quizás debía ir con Lisa, aunque perdía su tiempo. Ella no le abriría la puerta. Seguía encerrada en su habitación. De seguro solo estaría haciendo trabajos u operaciones matemáticas para despejar su mente. Quizás si podía entrar por el aire acondicionado. Pero después, en estos momentos no tenía ganas de hacer algo.

Al salir de su habitación vio a Lori acariciándose las sienes. Lo más probable es que también le dolía la cabeza. Lincoln ya no podía soportarlo. Amaba tanto a su familia y justo por esa razón no podía soportar sus muertes. Había perdido a dos personas importantes de su vida; su madre y su hermana.

-Hola, Lori. –La saludó, intentando sonar alegre.

-Hola, hermanito. –Lori sacudió su cabello con ternura. Lincoln tuvo la sensación de que Lori parecía estar mucho más triste que el día de ayer.

-¿Te sucede algo? –Preguntó. Lori lo miró de forma extraña mientras los ojos se le volvían a llenar de lágrimas.

-Es el abuelo…

Lincoln sintió como algo golpeaba su cara haciendo que comenzara a dar vueltas. Tembló un poco, intentó no llorar. Sintió miedo junto con tristeza de pensar en lo peor, porque lo había visto todo.

-¿Q… qué pa… sa con el… abuelo? –Preguntó, tartamudeando. No podía hablar correctamente por el miedo. Aunque no ayudó en nada que Lori comenzara a jalarse el cabello.

-Le dio… -Le era difícil hablar. –un paro cardiaco la noche de ayer y murió. –Respondió finalmente, casi al borde del llanto.

Lincoln se sintió asqueado. Se sintió como un maldito inútil. Pudo llamar la noche anterior, él lo había visto, pero no lo hizo. ¿En que lo convertía eso? Un inútil.

-¡¿Por qué?! –Lynn golpeó de nuevo la pared. Repitió la misma acción varias veces sin importarle que su nudillo comenzara a sangrar después de varios golpes. -¡¿POR QUÉ NOS SUCEDE ESTO?! –Volvió a golpear la pared con fuerza.

Lincoln se tentó a detenerla, pero hacer eso solo provocaría que ella lo golpeara. Lo mejor era esperar a que ella se desahogara. Además, no era la primera vez, lo había hecho constantemente cuando murió mama, y Lucy, quien siempre fue su hermana más cercana. Incluso la suya. Lincoln siempre se llevó muy bien con Lucy, al menos mejor que Lynn.

Tuvo ganas de burlarse de Lynn por lo que estaba haciendo y porque era obvio que se llevaba mucho mejor con Lucy. Lynn siempre fue una perra, era normal que se llevara mejor con Lucy que con ella. Agitó un poco su cabeza al pensar en aquello. ¿Era el estrés? Esperaba que lo fuera porque últimamente tenía pensamientos de ese tipo con todas sus hermanas.

-Deberías calmarte, Lynn. –Dijo Lincoln, tocando su hombro. –Yo también las extraño. Todas en la casa las extrañamos, pero… intenta… -Lynn lo miró con furia. –haz lo que quieras.

Lincoln salió de su habitación. No podía hacerla entrar en razón. Lynn era así. No le importaba lo que opinaran los demás. Simplemente hacia lo que quería. Siempre le molestó eso de Lynn. Nunca se lo dijo por miedo, pero eso termino cuando el único miedo que sentía en estos momentos era ver a una de esas sombras. Sabía que si una de ellas aparecía era porque algún miembro de su familia iba a morir. Ese era su objetivo; atormentarlo y asustarlo con la tortura de que no sabría qué pasaría, o a quien.

Entró a su habitación. La luz estaba apagada, algo extraño porque él recordaba que la dejó prendida antes de salir. Aunque, por otro lado, ya sabía de quien se trataba cuando la sensación de melancolía y miedo regresó. Quiso prender la luz, sin embargo, no pudo hacerlo. Su cuerpo se paralizó. Quedó mirando a la nada sin poder moverse. Unos segundos después comenzó a percibir un olor a quemado. El olor solo significaba una cosa, y eso hizo que comenzara temblar del miedo de solo pensarlo…

-Mierda… -Musitó.

Alguien de su familia moriría quemado. Por un momento se imaginó a la tía Ruth saliendo de su casa envuelta en llamas mientras gritaba por el ardor en su piel, y a su lado también lo harían sus gatos. Quiso reír por imaginarse eso, pero la sombra se le adelantó. Esta vez escuchó su horrible risa; varios gruñidos de animales. La sombra rió tan fuerte que provocó que toda gracia se apartara.

-¿Qué te pasa, Lincoln? –Él volteó sorprendido al escuchar la voz de Lisa. La vio parada enfrente de su habitación. Su ropa estaba sucia, parecía estar un poco más delgada, su cabello estaba bastante grasoso, aplastado y en sus ojos, a pesar de los lentes, observó que estaban rojos. –Por tu expresión facial he de suponer que te desagrada mi estado actual.

Lincoln le sonrió y la abrazó sin importarle la mugre que tenía en su ropa, ni mucho menos que pudiera ensuciarlo. Estaba feliz de poder ver a su hermana. Lisa sonrió a medias.

-¿Por qué rayos te encerraste, Lisa? –Preguntó Lincoln, apartándose de ella, y poniéndose en cuclillas para estar a su altura.

Lisa solo suspiró.

-No quería ver como lloraban, Lincoln. –Rascó un poco su cabeza. –Sé que suelo ser muy poco emocional, pero odio verlos así. –Comenzó a soltar algunas lágrimas. –No me gusta…

-Está bien. –La interrumpió, volviéndola abrazar.

Lisa también lo abrazó unos segundos más hasta que Lincoln la soltó. No le dijo nada, pero ya no había nada que decir.

-Voy a asearme. –Y con eso último fue al baño.

Lincoln sintió un poco de felicidad. Al menos debía alegrarse de que aún le quedaban algunas de sus hermanas. Debía ser fuerte por ellas. Él era quien más apoyo les daba. Pero sin embargo, tenía miedo. Miedo de que alguna de aquellas sombras quisieran apartarle a más de sus hermanas.

Luna, Lori y Lincoln iban caminando rumbo al restaurante de su padre. No era normal que se tardara demasiado tiempo. No cuando sus empleados le ayudaron a manejarlo, pero tal vez él decidió hacerlo todo por su cuenta para dejar que sus trabajadores descansaran unos momentos. Quizás había mucho que hacer y que por esa razón no habían llegado. No sonaba tan descabellado. Sobre todo porque, últimamente, su padre tardaba mucho más tiempo en hacer las cosas.

Además, puede que también quisiera estar en soledad unas horas. No era algo muy común, pero ahora nadie hacia cosas comunes; Luan dejó la comedia; Luna la música; Leni la moda; Lola se la pasaba llorando que ya no le importaban los desfiles; y así el resto de sus hermanas. Cada una abandonó sus pasatiempos para poder llorar. Lincoln desearía que al menos intentaran regresar para que pudieran distraerse de todo este asuntó con la muerte.

-¿Tienes frió, hermanito? -Preguntó Luna, abrazándolo. –Hace un poco y no quiero que te enfermes.

-Gracias, hermanita. –Lincoln juntó ambos brazos para concentrar calor.

-¿Falta mucho, Lori?

-No de hecho ya…

Lori se quedó callada al ver a su padre sentado en la banqueta, junto a él había un garrafón, pero estaba vacío y él parecía tener algo brillante sobre todo su cuerpo. Cuando Lincoln lo miró sintió miedo y melancolía. Ya sabía de qué se trataba, eso lo hizo temblar mientras intentaba moverse. Al mirar enfrente pudo a dos sombras; una detrás de él y la otra enfrente, esta última era la que había visto hace unas horas en su habitación.

-Papá, ¿Qué estás haciendo? –Preguntó Lori, sin poder moverse.

Luna también estaba de esa manera, solo que apretó un poco el agarre contra Lincoln. Su hermano no protestó por el miedo. E incluso tuvo ganas de abrazarla por esa misma sensación.

-No puedo seguir… yo… solo no puedo. –Respondió, sacando un encendedor. –Los amo, pero no puedo.

Lynn encendió el encendedor y todo su cuerpo se incendió de inmediato. Se quedó inmóvil unos momentos, a pesar de que empezó a gritar no se movió. Lori, Luna y Lincoln comenzaron a llorar al ver como su padre se incendiaba. No podían moverse para ayudarlo. ¿Por qué no podían hacerlo? ¿Era el miedo? Pero Lori y Luna no veían a las sombras solo Lincoln.

Con un esfuerzo sobrehumano intentó mover su cabeza. Movió sus ojos mientras buscaba algo, no puedo encontrar nada, solo aquella sombra detrás de su padre que parecía estar quieta, sin embargo, sus manos estaban extendidas.

Todos vieron como la carne de su piel comenzaba a caerse mientras desprendía un olor a carne quemada. Por un momento a Lincoln le dio hambre. ¿Qué mierda estaba pasando por su cabeza al pensar en algo así? ¿Era la locura de estar perdiendo a su familia sin poder hacer nada? ¿Qué era exactamente lo que estaba pasando?

Uno de sus ojos pareció caerse; la esclerótica se mezcló con el iris de color marrón. Los trozos de carne comenzaron a caer al suelo junto con algunos trozos de la carne de su cabeza. El fuego era rápido. Siempre hacia su trabajó; quemando cada parte de su cuerpo y derritiéndolos. Hubo un punto en el que su padre cayó al suelo. La carne de su cabeza tuvo mayor facilidad para caer hasta que pudo ver algo blanco cuando la piel siguió cayendo de su cabeza.

Hubo un punto en el que su padre no pudo moverse más, ni mucho menos gritar. Era evidente que estaba muerto, pero al menos lograron moverse. Los tres cayeron al piso, comenzando a soltar gritos de desesperación. Lori se levantó, a pesar de ver el estado de su padre, intentó apagar el fuego con su chamara. Aunque ya daba lo mismo; su padre ya estaba muerto. Luna, sin embargo, solo pudo vomitar. La imagen de piel derretida de su padre le resultó algo asqueroso. Lincoln siguió en el suelo. La sombra pareció reírse con mucha más fuerza antes de desaparecer en la oscuridad de la noche.

Lori estaba caminando en círculos en la sala. No tenía idea de que hacer. Lincoln solo estaba observándola en la parte de las escaleras. Ya sabía porque estaba de esa forma; al parecer iban a separarlos al no haber más familiares vivos que pudieran hacerse cargos de ellos. La gran mayoría ya había muerto en accidentes muy raros, pero Lincoln sabía perfectamente que eso era mentira. Conocía perfectamente quienes fueron los responsables; los que se ocultan en la oscuridad.

No sabía cómo llamarlos. Con lo poco que había observado es que se ocultaban en la oscuridad. Al ver a la primera en aquel accidente había una en la sombra. Cuando llegaron a casa la que lo siguió estaba debajo de la Van y cuando salió era porque ya casi no había luz solar. En la escuela los veía en esquinas o en lugares donde casi no había luz. Lincoln pensó que tal vez le tenían miedo a la luz, por esa razón se ocultaban en la oscuridad.

Quizás si les daba la luz morirían. Podía intentarlo. Si eso funcionaba debía hacerlo pronto. Quizás si les apuntaba directamente con la luz de una linterna se asustarían y los dejarían en paz. No lo sabía con exactitud, pero, ¿tenía algo que perder? No lo tenía. Y si con eso al fin dejarían a su familia en paz debía intentarlo. No podía perder a nadie más.

No lo soportaría. Esto ya era muy difícil con la perdida de sus tíos, abuelos, padres y una hermana. Y por lo que parecía los que se ocultan en la oscuridad no planeaban detenerse. Bien, no tenía nada que perder, si lo intentaba podía ganar mucho. Ya estaba oscuro, y no había visto a ninguna sombra, ni tampoco la sensación de miedo y melancolía que le avisaban cuando una sombra estaba cerca. Aunque pasaría mucho tiempo para que una apareciera.

-¿Qué haces ahí, Lincoln? –Preguntó Lori, mirándolo desde la parte de abajo.

-Nada… yo… -Balbuceó. Lori le sonrió con ternura y subió para estar junto a él.

-No te preocupes, hermanito. Sabes que nosotros siempre salimos adelante. –Lo abrazó. –Te prometo que no nos separaran.

Lincoln no le respondió. No sabía que decirle realmente, si bien, quería ser positivo y pensar que Lori tenía razón, también debía ser realista en que esa decisión no le correspondía a ella.

-Te creo, Lori.

Su hermana le sonrió y fue a su habitación. Lincoln escuchó como comenzó a llorar. Que todas sus hermanas lloraran tanto comenzó a serle fastidioso. Parecía como si lloraran les fuera a resolver algo. Lincoln ya no estaba llorando. No serviría de nada. Lo único que le quedaba era intentar resolverlo por su propia cuenta.

Fue a su habitación, al entrar, Inmediatamente, escuchó como su armario se abría lentamente, acompañado de la sensación de melancolía y miedo. A pesar de esa sensación, lo esperaba. Estaba listo. Cerró la puerta sin encender la luz, Lincoln pudo sentir la mirada de otra sombra que salía debajo de su cama. Ambas parecieron confundirse porque no encendió la luz.

Ambas de colocaron enfrente de Lincoln. Sacó su celular, ambas sombras se alejaron un poco con el brillo de la pantalla. Era hora. Al encender la linterna de su lámpara e iluminar al ser vio como la sombra desaparecía, la otra pareció confundirse y, antes de que pudiera reaccionar, la iluminó, haciendo que desparecieran. ¡Lo logró! ¡Había funcionado! ¡Los asustó! Ya no estaban juntó a él. Lincoln se había librado de dos sombras. Pero le extrañó que la sensación de miedo y melancolía siguiera presente, cuando no estaban esa sensación desaparecía. Aunque no le importó. Lo importante es que la luz si funcionaba contra las sombras.

-Lo logré. –Dijo, en un tono de entusiasmó.

Pero el entusiasmo se fue cuando sintió en todo su cuerpo una presión y luego como algo lo miraba con tanta ira que lo asustó como nunca antes, haciendo que comenzara a temblar de miedo, y pensar sobre que podrían hacer. Entonces la luz se encendió y observó que un hombre lo tenía bien sujeto. Era un hombre sonriente de una manera para nada humana; le enseñaba sus dientes y en sus ojos podía sentir la locura y poco a poco él también sintió como su mente comenzaba abandonarle todo rastro de cordura.

-¡TE VOY A ENSEÑAR PARA QUE NO VUELVAS A ENCENDER LA LUZ! –Era la misma horrible voz que escuchó en algunas de las risas; como si los animales quisieran hablar, pero al no poder hacerlo solo soltaban gruñidos. Gruñidos en los que podía escuchar palabras tan horribles que hizo que se orinara del miedo.

La sombra golpeó estrelló su cabeza contra la suya repetidas veces hasta que pudo ver como su vista comenzaba a tornarse roja por la sustancia que salía de su frente. Con lo poco que aun podía ver, aquel hombre colocó enfrente de sus ojos sus pulgares. Lincoln tuvo miedo nuevamente. Tenía una idea lo que iba hacerle, entonces el hombre clavó sus dedos en sus ojos.

Lincoln pudo ver como no podía ver nada más que oscuridad junto el increíble dolor punzante y como si algo se reventara dentro de su cabeza. Aunque poco a poco, a pesar del dolor, comenzó a ver pequeños puntos de luz entre roja, verde, azul y blanca. Pero en el momento que sintió que sus ojos parecían regresarle la vista se dio cuenta que él es quien brillaba de color blanco.

-Así que tú eres ese ser de luz.

Lincoln comenzó a temblar al escuchar la voz; no era humana. Ni siquiera de un animal. No podía saber qué era exactamente, pero le causó un terror que hizo que comenzara a llorar. Unos segundos después escuchó el cantó de una voz horrible. Lo que cantaba le trasmitió una locura qué hizo que comenzara arrancar cada trozó de la piel de su cara. Le dolió al arrancar el primer trozó de la carne de su mejilla, pero no se detuvo. No podía hacerlo. Continuó arrancando la carne de su piel con sus dedos. Sintió como en algunos puntos la carne se tornaba más chiclosa y tierna. Terminó de arrancar el ultimo trozó y sintió un ardor terrible en su rostro, la sangre caía en gotas y las lágrimas saladas le provocaron un ardor terrible. Pero la curiosidad le hizo tocar su boca, sintió sus dientes de conejo era los que quedaban tocaba la carne despezada.

-¡NO VUELVAS A ENCENDER LA LUZ!

Lincoln tuvo la sensación de como su cuerpo comenzaba a ser triturado hueso por hueso. Pudo escuchar como crujían cada uno de ellos. Lo peor es que no sabía quién era el responsable, ni siquiera podía tener una idea. Solo sabían que eran puntas filosas que desgarraban su piel. No a ningún monstruo que pudiera hacerlo.

-Lincoln, ¿Qué te pasa? –Preguntó Leni, observándolo desde la puerta de su habitación.

Levantó la mirada hacia Leni. Inmediatamente se percató que estaba en su habitación. No parecía haber nadie más que Leni. Lincoln se acarició la cabeza. Solo fue una pesadilla. Una muy horrible. Pero por lo menos no le sucedió nada, o eso creía ya que su cabeza estaba dándole vueltas y se sentía algo enfermó. Al mirar a Leni tuvo ganas de atacarla. Quería quitarle esa maldita sonrisa de la cara para que dejara de ser una idiota. Quizás violarla. Así aprendiera que la vida es una mierda donde cualquiera puede caer en desagracia… como ellos.

-Estoy bien, Leni. –Respondió, con un tono ligeramente molestó que Leni no notó.

-De acuerdo… -Leni le sonrió. –la cena está servida.

Lincoln se quedó pensando. Al tomar su teléfono para ver la hora se quedó sorprendido; al parecer, casi había pasado un día enteró. Y con la pesadilla que tuvo sintió que apenas pasaron unos minutos. Aunque lo extrañó era como se estaba expresando de Leni. Se volvió acariciar la cabeza. Debía intentar dejar de molestarse por cómo eran sus hermanas. Últimamente le irritaba que fueran ellas mismas. Quizás la muerte de su familia le estaba afectando de tal manera que estaba comenzando a volverse loco.

Debía calmarse. Solo fue una pesadilla y quizás la irritabilidad se debía a la situación que estaban pasando. Debía ser fuerte. Nunca le haría dañó a sus hermanas. Las amaba. Tomó algo de aire para levantarse y salir de su habitación, sin embargo, el armario se abrió. Lincoln tembló mientras la sensación de dolor, miedo y melancolía regresaban. Salió rápidamente mientras quería gritar. Pero su cuerpo se quedó totalmente quieto, pudo sentir la mirada de una sombra; llena de odio, tanto que lo hizo asustarse mucho más que antes.

-Ay, hijo. Espero que con esto entiendas que nunca debes hacerlos enojar.

Cuando al fin pudo moverse, sin si quiera pensarlo, sin importarle nada, salió corriendo de su habitación. Pero se estrelló con Luan quien iba a bajar las escaleras.

-¿Qué rayos te pasa, Lincoln? ¿Por qué corres de esa manera? –Preguntó, quejándose por el dolor. Lo miró un momento, dándose cuenta que parecía tener miedo. –Estas pálido, ¿te pasó algo? ¿No te lastimaste?

-Siempre odie tus bromas.

Luan alzó una ceja. Al ver que Lincoln no parecía estar lastimado, se puso de pie. De seguro estaba frustrado al tener que haber presenciado la muerte de sus padres. Se sentía como una hija de puta al dejar que Lincoln fuera con sus hermanas y ver aquel espectáculo de como una persona moría a quemada viva.

-Por eso dejé las bromas, Linc. –Dijo finalmente, bajando las escaleras.

Lincoln tuvo ganas de empujarla para que se rompiera el cuello. Movió su cabeza de lado a lado y luego golpeó su cara contra la pared, haciendo que le saliera un hilo de sangre por la nariz. Debía dejar pensar en ese tipo de cosas. ¿Por qué estaba pensando tanto en matar a sus hermanas?

Al bajar las escaleras observó que sus hermanas estaban sentadas en el comedor. Observó que Lori parecía algo tranquila. Recordó que hoy, en la mañana, había recibido a alguien que trabajaba para el servicio social, o ese tipo de hombres que están atentos a los niños. Lincoln no sabía muy bien quienes eran. Le resultó un tanto extrañó que estuviera tan tranquila.

-Oye Lori, ¿hablaste con esos sujetos? –Preguntó Lincoln, entrando al comedor.

-No. No sé porque no vinieron, creo que tuvieron un accidente o algo así. –Respondió con algo de indiferencia, y una pisca de felicidad. –Tranquilo, hermanito. –Acarició su cabeza antes sonreírle. -¿Sabes? Estoy hablando con Bobby y Ronnie Anne para que podamos pasar un fin de semana juntos y…

Lincoln escuchó como Lisa, Lana, Lola y Lynn gritaban fuertemente. Lori, Luna y Luan abrieron la boca con una expresión de terror, y entre todos los gritos escucharon como Lily comenzaba a llorar. Lincoln observó que debajo de la mesa una sombra pareció alzar su pulgar, Lincoln comenzó a sentirse mareado. Deseaba estar equivocado con lo que se imaginó.

-Aquí está la cena. -Lincoln volteó para ver a Leni sonriendo mientras algo de sangre salía de su boca; en la parte de su estómago había un cuchillo clavado, y en sus manos sostenía un enorme plato en donde estaban sus intestinos. La imagen de verla así le resultó de pesadilla. Lana, Lola y Lynn comenzaron a vomitar. –Como me han dicho que cocino mal decidí hacer algo diferente. Espero les guste. –Con eso último cayó al suelo.

-No vuelvas a encender la luz. –Lincoln también vomitó al escuchar esa horrible voz. La luz pareció parpadear un poco.

Todos se quedaron viendo las tripas fuera del estómago de Leni, se veían tan gelatinosas y eran parecidas a un trozó de mantequilla dentro de una bolsa. Lincoln se arrodilló, sin dejar de vomitar, pero luego sintió la mirada de alguien y al voltear observó que había una sombra, la cual estaba divirtiéndose por la situación.

-Son unos malditos… -Pensó. Pero algo que no esperó fue que la sombra sonriera como si hubiera escuchado su pensamiento. Sintió como la fuerza de sus rodillas falló, cayendo en el vómito. Sintió el sabor agrió en su boca al igual que la sensación viscosa, como no había comido nada solo era baba con algunos fluidos estomacales y quizás algo que su estómago no pudo digerir correctamente.

Lincoln estaba recostado en su cama mientras sentía la mirada burlona de varias sombras. A pesar de haber pasado una semana, aun no podía sacarse la imagen de las tripas de Leni adentro de un plato. Y solo recordarlo hizo que la sensación de vomitar regresara.

-¿Qué mierda es lo que quieren? –Preguntó molestó, apretando sus puños.

Sintió que aquella pregunta pareció divertir mucho más a las sombras. Escuchó el sonido de golpes, cortes en la carne y un olor a podrido. ¿Qué se supone que le querían decir con eso? sus dientes volvieron a castañear mientras también comenzaba a sentir algo de frió.

-No dejes que ninguna de tus hermanas vuelva a cocinar, hijo.

Esta vez era la voz de su padre, pero el solo escuchar cualquiera de esas voces le daba mucho miedo. Sabía que no era él. Puede que sonara igual, aunque estaba seguro que no era él. Sin embargo, el oír la voz de su familia le hizo creer que estaban con aquellas sombras. Tenía esa sensación en su cabeza. Debía saber qué es lo que eran, si no lo hacia el resto de sus hermanas morirían, si lo sabía podría encontrar una forma de detenerlos. Quería detener todo esto. O al menos morir en el intentó.

Las sombras salieron del armario, no sin antes apagar la luz, subieron en su cama y brincaron de tal manera que vio como la oscuridad se hacía mucho más oscura, ¿o era su imaginación? ¿Estaba volviéndose tan loco que ahora podía ver como la oscuridad se volvía mucho más oscura? No podía ser verdad que estuviera viendo algo así. Mucho menos que ahora tuviera la sensación de ser cargado por manos. Manos muy frías y largas.

La sensación de ser cagado por aquellas manos provocó que se hiciera una bola, sintiendo como se elevaba cada más hasta que, en medio de la oscuridad, había un punto de color rosado. En un principio pensó que era su imaginación. El color comenzó acercarse más y más y todo fue iluminado haciendo que viera muchas manos en todo ese lugar.

Lincoln sintió como caía y después un golpe en su cabeza, haciendo que tosiera un poco de sangre. Pero no le importó el dolor en el momento que vio la luz del día iluminar su habitación. Al parecer otra pesadilla que causo que se cayera de la cama. Aun así no sentía que hubiera descansado mucho. Pero, ¿Cuántas veces había descansado bien? Solo descansaba bien un día o dos la semana. Y no era suficiente para todo el desgaste emocional y físico que sentía con aquellas sombras.

-Lincoln, ¿estás bien? –Preguntó Lori del otro lado de la puerta.

-Sí, solo me caí, pero estoy bien. –Respondió tranquilamente, poniéndose de pie.

-¿Ya estás listo para la cita de hoy con Ronnie Anne? –Lincoln tuvo ganas de reírse. ¿En serio era hoy? Ya no podía saber qué día era. Estaba tan concentrado en darles apoyo a sus hermanas pequeñas que no le importaba. -¿Lincoln?

-En un momento salgo, Lori.

Se puso de pie y fue por sus cosas de baño. Al menos Lori intentaba animarlo con esta cita, pero era estúpido, al menos para él. Preferiría estar en casa atentó de que los que se ocultan en la oscuridad no hicieran nada. Sabía que pronto actuarían. Aunque era de día, no salían a la luz del sol, por alguna razón, o ese pensaba.

-Me alegra verte, Lincoln. –Dijo Ronnie Anne, con emoción, abrazándolo y dándole un beso en la mejilla. Lincoln forzó una sonrisa. Ronnie Anne no merecía recibir su miseria. Solo intentaba hacerlo sentir mejor. ¿Qué de malo había en hacer eso? –No sabes el gustó que me da verte.

-A mí también. –Lincoln sonrió, la sonrisa de su rostro se fue al ver una sombra entre la gente.

-¿Te pasa algo, Lincoln? –No le respondió, ella notó que pareció temblar un poco. Miró hacia lo que estaba viendo, pero no encontró nada. Pensó que quizás tenía alucinaciones. Seguramente por haber presenciado la muerte de sus hermanas, había leído algo sobre eso. No recordaba donde, aunque no era importante. –Vamos Lincoln. –Ronnie Anne lo tomó de la mano. – ¿Por qué no vamos por una hamburguesa?

A pesar de que le extrañó un poco que lo tomara de la mano no le fue suficiente para que dejara de ver a la sombra, la cual, en el momento que volteó a ver a Ronnie Anne, desapareció. Ya estaba fastidiado de estar viéndolas de repente y luego desaparecían.

-¿Estas segura de que no quieres algo más, Ronnie? –Su amiga le dedicó una sonrisa y negó con la cabeza.

Lincoln se había sentido un poco más relajado al haber pasado un buen rato con una amiga y se olvidó de la muerte por un momento. Pero ya era hora que Ronnie Anne regresa a casa y Lincoln igual. Aunque no volver a su familia donde todos estaban sumergidos en una tristeza profunda. Y en el árcade, junto a Ronnie Anne, se olvidó de eso.

-El tiempo pasa rápido cuando te diviertes. –Pensó, y esta vez sintió que esa frase era real. Aunque fuera por poco tiempo. Cuando observó afuera vio que ya estaba oscuro, y, por alguna razón, tuvo una sensación de miedo al sacar su teléfono y no tener alguna una llamada de mensaje de Bobby o de Lori. Tampoco era para preocuparse mucho. Sabía que Lori quería darle algo de tiempo para que pudiera divertirse y olvidar todo este asunto. Lo había conseguido, unas cuantas horas, pero algo era algo. Era mejor que sentir la mirada de aquellas sombras. O pensar que algún momento una de sus hermanas podrían morir.

-Qué raro que no nos llamaran, ¿no lo crees, Linc? –Comentó Ronnie Anne, marcándole a su hermano.

-Quizás estén teniendo… -Lincoln se detuvo al darse cuenta de lo que iba a decir. –un tiempo a solas. ¿Sabes? Lori ha estado muy estresada al tener que soportar toda esta situación ella sola.

-Tienes razón. –Escuchó la llamada siendo transferida a buzón. –Deberíamos regresar…

Lincoln escuchó el tono de mensajes en su teléfono. Era un mensaje de Lori: "Estamos a unas cuantas calles del árcade". Lincoln se rascó la cabeza. El mensaje parecía ser bastante vacío y pensó que hubiera sido mucho mejor una llamada.

-¿Es alguna de tus hermanas, Linc?

-No, es Lori. –Respondió, guardando su teléfono. –Parece que están cerca de aquí.

-¿En serio? Quizás nos siguieron para que no me molestaras. –Ronnie Anne le dio un golpe amigable en el brazo.

-Sí, claro. Como si necesitaras ayuda.

Ambos rieron y Lincoln de nuevo se sintió muy relajado. Haber ido al árcade fue una buena idea; se la pasaron bien comiendo, jugando y al final que Ronnie Anne le platicara sobre su vida en la ciudad junto con su amiga Syd.

-¿Dónde estarán? –Preguntó Lincoln, al caminar varias calles, sacando su teléfono. En el preciso instante que Lincoln encendió su celular le llegó otro mensaje: "Estamos en el callejón que está enfrente de ustedes". Sintió como su cuerpo se tensó mientras el pensamiento de "cómo lo sabía" cruzaba su cabeza.

-¿Te pasa algo, Lincoln? Preguntó Ronnie Anne, al darse cuenta de su rostro pálido.

No le respondió. Caminó hasta el callejón que le indicó el mensaje. Ronnie Anne lo siguió. Cuando ambos estuvieron enfrente del callejón se dieron cuenta que estaba totalmente oscuro, demasiado; no parecía caer pisca de luz. Lincoln comenzó a temblar y tuvo ganas de llorar como un niño pequeño.

¿Puedes ayudarme, Lincoln?!

Cuando escuchó la voz desesperada de Lori, a pesar de las ganas que tuvo de llorar en ese momento, sin pensarlo dos veces, entró en la oscuridad.

-Lincoln, ¡¿Qué rayos…?! –No pudo terminar la pregunta por el miedo y el vómito que salió de su boca; la oscuridad se dispersó y Lincoln pareció correr en círculos por el callejón.

Pero enfrente de Lincoln estaba Lori con varios cortes en la cara, en la parte de su estómago y pecho. Los cortes eran tan profundos que desfiguraron su cuerpo. Además, estaba empapada de sangre. De la cintura hasta su cuello parecía haber sido cortado en cuatro partes de manera limpia y en su cara era lo mismo, solo que los cortes fueron de tal manera que no parecían ser de ningún animal, tampoco de un humano.

-Es un animal que contamina.

Ronnie Anne iba voltear cuando sintió como su estómago era atravesado en su totalidad por una mano llena de enormes garras. Era muy doloroso, la sensación como su interior era extraña; todo su interior parecía estar siendo revuelto. Mientras las garras negras de aquel monstruo volvieron adentro de su cuerpo y comenzó a subir hasta que Ronnie Anne tosió sangre. Su vista se nubló, pero antes de quedar fuera de conocimiento observó a Lincoln parado enfrente de ella. Parecía tener miedo. No lo podía culpar. A fin de cuentas, ¿quién no tendría miedo de ver algo como lo que pasaba?

-Ronnie Anne.-Su voz sonaba como la de un niño chiquito, incluso pensó que no era su propia voz.

Su amiga cayó al suelo. Bobby inclinó su cabeza al ver su expresión de terror. Lincoln sintió como sus piernas comenzaron a temblar de tal forma en que no pudieron sostenerlo. Bobby se rió de la misma manera en que lo hacían las sombras. Nunca debió apartarse de Ronnie Anne, pero se preocupó al escuchar el grito desesperado de Lori. Al entrar en la oscuridad sintió que caminó en círculos durante varios segundos hasta que vio la luz y al salir de la oscuridad vio a Lori totalmente despedazada.

Y justo después a Ronnie Anne en el mismo estado, pero a diferencia de Lori él observó como ella era despezada mientras aún estaba viva, lo peor es que fue Bobby que la despedazó. Eso era la cerecita sobre el pastel. Sin embargo, Lincoln no tenía miedo de morir. Sobre todo cuando sabía que lo dejarían vivo hasta por lo mucho que se divertían con sus reacciones. Los que se ocultan en la oscuridad parecían ser niños que se divierten quemando insectos con una lupa.

-Estoy contaminado. –Bobby observó su mano con una sonrisa. –Adiós, pequeño Loud. –Bobby enterró las garras en su cara haciendo que salpicara de sangre parte de la pared en el proceso. Pareció emitir un gritó ahogado, hasta que cayó muerto.

Lincoln estaba sentado en su cama, abrazándose las piernas y meciéndose mientras sentía las miradas de varias sombras. No sabía cuántas eran, pero eran las suficientes para que todo su habitación estuviera más oscura de lo normal. Y aunque tenía miedo ya no podía llorar, cuando la policía encontró a Lincoln en medio de ese callejón con los cadáveres de su hermana y hermana pensaron, por un momento, que fue él.

Pero, eventualmente, desecharon esa estúpida acusación. ¿Cómo es que un niño de once años hizo cortes tan extraños que no pertenecían a ningún animal? Ni mucho menos cuando ese niño ni siquiera tenía un cuchillo. Con aquella acusación tan estúpido se quiso reír de ellos en ese momento. No sabían que hacer, cuando les contó que Bobby hizo todo no le creyeron. Tampoco tenía nada con lo que pudiera hacer cortes tan extraños. De igual forma él tampoco así que lo dejaron ir. Creyeron que algún asesino en serie fue el responsable y dejó vivo a Lincoln.

Ahora lo que le preocupaba es que iba pasar con ellos. Desde hace días le informaron a Lori que los iban a enviar a un orfanato, ahora se lo dijeron Luna. Y no apareció nadie. No llegó nadie. Incluso Lincoln le envió un mensaje a Clyde para ver si se podían quedar en su casa unos días hasta que esa persona que los iba a llevar al orfanato apareciera. Su amigo aceptó, pero horas después le informaron que hubo un incendio en su casa. No había motivo aparente.

Cuando sintió las risas de aquellas sombras se dio cuenta que si había responsables. No podían contar con nadie. Estaban solos. A pesar de que quisiera estar con alguien más tenía miedo de las sombras pudieran arruinar su vida. No podía permitir eso. Decidió dejar de hablar con el resto de sus amigos. Era lo mejor.

Comenzó a mover sus dedos en un intento para hacer que sus dientes dejaran de castañear. Pero el miedo era tan grande que sintió como sus dientes perforaban su piel haciendo que comenzara a sangrar. Aunque ese dolor era poco. Ni siquiera le importaba que le doliera.

-Oye, hermanito. –Lincoln miró que su habitación estaba iluminada por la luz del sol que entraba por su ventana y que Luna estaba sentada al borde de la cama. Al mirar su reloj vio que eran las doce del día. Se cubrió el dedo para que Luna no lo viera. Tenía un dolor punzante en su dedo en su dedo índice; lo había mordido toda la noche causando que su dedo pareciera un lápiz mordido, la diferencia era que estaba sangrando y le punzaba por el dolor. -¿No quieres ir conmigo a practicar junto con los chicos?

Su voz se escuchaba algo ronca. A Lincoln le pareció estúpido que fuera a cantar. ¿El llanto? Era lo más probable. Después de todo, ¿Qué es lo que hacían todo el día? Llorar.

-Me encantaría.

No quería hacerlo. Sabía lo que eso significaba. Pero no podía hacer nada más que eso. Había buscado en internet un poco sobre los que se ocultan en la oscuridad; lo único que encontró fue un foro de internet que hablaba de la gente sombra y las personas que llegan a verlos son atormentados hasta que mueren finalmente. Lo peor de todo es que él ya quería morir. Intentó suicidarse en el ático colgándose hace dos días y no pudo hacerlo; la cuerda se rompió esas dos veces.

Lo único que podía hacer era estar con sus hermanas. A pesar de que sentía un odio inexplicable hacia cada una de ellas no quería que murieran solas. Aunque ese "odio" puede que no fuese directamente de él, sino de aquellos que se ocultan en la oscuridad. Lo estaban contaminando con la ira, el miedo y la oscuridad. Debía intentar hacerla a un lado. Algo que aprendió al estar con mucha gente es que si la ira se acumula puede explotar en cualquier momento y como ahora estaba bajó mucho estrés no ayudaba en nada. Suspiró antes de ponerse de pie. Luna salió de su habitación, no sin antes darle un beso en la mejilla.

...

-¿Te divertiste, Lincoln? –Preguntó Sam, quien estaba junto a Luna mientras ella abrazaba a Lincoln debido al frio que hacía.

Estaba lloviendo, y, a pesar de que estaban secos al estar tapados por una lona de una ferretería, tenían un poco de frio, y no ayudaba que sus pies estuvieran mojados. Al menos el ruido de la lluvia relajaba un poco a Lincoln. Además, el estar junto a su hermana le gustaba. Luna siempre fue con la que más le gustaba pasar; era amable, divertida y le cantaba una canción cada que podía. El odio se había ido por un momento, durante ese lapso de tiempo deseó que un día le cantara una canción antes de dormir. Al menos eso lo calmaría un poco.

-Bastante. –Respondió finalmente. –Espero que algún día logres dar giras, hermanita.

-Gracias, hermanito. –Luna le dio un beso en la mejilla. –Pero no te pongas muy cómodo porque tú vendrás conmigo.

-¿Y yo por qué? –Se señaló, haciendo una mueca de disgusto.

-Porque me gusta estar contigo, hermanito. –Lo volvió abrazar.

-¿Y yo dónde estoy? –Preguntó Sam molesta.

-También te quiero. –Luna también le dio un beso.

-¡¿Y yo qué?! –Lincoln se volvió a enojar. Luna se rió.

-A ti te amo, hermanito.

Sam se molestó nuevamente y entre los tres comenzaron a "pelar" hasta que comenzaron a reír por la situación. Lincoln se sintió feliz por un momento. Por un momento pensó que la risa a veces desvanecía los problemas. Luna y él olvidaron los problemas que tenían por un momento. Se sentía agradable estos momentos divertidos bajó la lluvia.

Pero sin embargo, su sonrisa se desvaneció de su rostro. Sintió como la melancolía y miedo nuevamente se apoderaban de él. Su cuerpo comenzó a sentirse oprimido mientras escuchaba como la puerta de la tienda se abría, al voltear observó que se trataba de una mano de color negro.

Apretó los nudillos. Se sintió tan furioso de que los que se ocultan en la oscuridad aparecieran para arruinar este momento. Pero no podía hacer nada, no podía evitar que sus hermanas murieran.

-¿Te paso algo, Lincoln? –Preguntó Luna, mirándolo. Su hermano miraba a la puerta, cuando ella miró también se quedó en blanco al escuchar el sonido de una motosierra. -¡¿Y eso que es?!

La puerta se abrió, mostrando a dos hombres con motosierras en sus manos. Luna, Sam y Lincoln se quedaron en blanco cuando sintieron la mirada llena de tanta ira que, estaban seguros, no podía pertenecer a una persona normal. Eso causó una sensación de miedo, pero no pudieron moverse. Por alguna razón no pudieron hacerlo.

-¡Vamos hacer un trabajo para el niño de aquí! –Dijo uno de los hombres, señalando a Lincoln, sonriéndole de una manera tan desagradable que hizo apretara sus dientes fuertemente.

Los hombres clavaron las motosierras en su vagina; Luna y Sam soltaron gritos desgarradores, tanto que Lincoln se sintió con ganas de matar a esos hombres. ¿Por qué le pasaba esto? Miró a la puerta donde pudo sentir la presencia de dos sombras. ¿Por qué les divertía esto? ¿Por qué no lo dejaban en paz? ¿Por qué simplemente no iban arruinarle la vida a otra persona? Él podía dárselas si dejan a su familia. La sangre le salpicó la cara mientras Sam y Luna miraron sin entender por qué les pasaba esto.

Lo peor que es solo podían limitarse a sentir el terrible dolor del corte. Lincoln sintió como era salpicado de sangre y una parte de los intestinos golpearon su cara. Aquellos hombres levantaron las motosierras hasta que Lincoln se dio cuenta de los ojos vacíos y grises de ambas chicas. Al final su cuerpo falló, no respondió más. Habían muerto. Lincoln observó cómo sus cuerpos cayeron.

Los dos hombres se rieron y clavaron la sierra en su cara; haciendo que sus ojos quedaran colgando. Lincoln tuvo ganas de vomitar mientras sentía como la tristeza era sustituida por furia. Quería que dejaran de hacer esto. Pero estaba seguro de que no terminaría hasta que esas sombras le quisieran poner fin a su sufrimiento. Y, aparentemente, por lo que parecía, no sabía hasta cuando le pondrían fin.

-Me alegra que quieras ayudarme, Lincoln. –Dijo Liam, cargando un costal de heno.

-No hay de qué. –Lincoln sonrió de oreja a oreja. Cargó otro de los costales hasta llevarlo a donde le indicó su amigo.

-¿Por qué no trajiste a Lana? –Preguntó, volviendo a cargar otro costal. –Por lo que nos cuentas de ella se hubiera divertido en el gallinero cuidando a los pollitos que acaban de nacer.

-No está de humor para estas cosas. –Respondió, en un tono de amargura. –Además, quería tener un tiempo a solas.

Liam pareció sonreír un poco.

-Pues no hay mucho que decir; en la escuela todos preguntan por ti y tu familia. –Liam pensó en que decir. No sabía mucho del tema, pero a juzgar por la cara de Lincoln parecía no importarle. -¿Con quién van a vivir? –Preguntó un tanto incomodó.

-No lo sé. –Respondió, alzándose de hombros. Cargó otro costal. -¿Sabes qué fue lo que sucedió con Clyde? No me han dicho mucho, pero no sé si sepas algo sobre lo que pasó.

Liam pareció pensar un poco su respuesta.

-Escuché que había una fuga de gas. –Volvió a pensarlo. –Realmente no se sabe que fue lo que pasó con exactitud. Eso fue lo que escuché.

-Ya veo. –En donde estaban poniendo los costales cayeron cuando Liam colocó uno.

-Rayos. –Bueno, no era la primera vez. –Descansa un momento, Lincoln. Yo me encargo.

Lincoln giró la cabeza y vio el trinche; había una sombra que le sonreía, indicándole que lo usará. Una sensación de frió recorrió su cuerpo al tener que pensar en hacer eso. Incluso dudo en si realmente debía hacerlo, pero no quería abandonar la posibilidad de salvar a sus hermanas. Miró de nuevo a Liam; encima de él había otra sombra, la cual volvió a tirar más costales. La sombra lo miró, movió sus manos indicándole que se apresura a hacer lo que quería hacer rápidamente.

Tuvo, en el momento de sostener el trinche en sus manos, la sensación de alivio y como el miedo se apartaba de él. Sintió como la sombra le sonrió. Lincoln se acercó hasta estar detrás de Liam y temblando alzó el trinche.

-Lo siento mucho. –Antes de que Liam pudiera reaccionar Lincoln le dejó caer el trinche en su cabeza; las filosas puntas de aquella herramienta logró sacar sus ojos de las cuencas. –Lo siento mucho. –Repitió nuevamente. Lincoln tembló mientras escuchaba los aplausos de las sombras. Se sentía como un hijo de puta. Las sombras estaban felices, se acercaron al cuerpo de su amigo para poder empezar a tragárselo. –Ahora dejen en paz a mis hermanas y al resto de mis amigos.

Las sombras lo miraron por un momento con una enorme sonrisa y continuaron comiendo. A pesar de que se sentía como un maldito hijo de puta, le alivió creer que sus hermanas ya iban a estar salvadas. Aquellos que se ocultan en la oscuridad los dejarían en paz.

Lincoln iba caminando de regresó a casa. Dejó de temblar por lo que hizo cuando salió de la granja de su amigo. Si había funcionado sus hermanas estarían a salvo. Por otro lado, sin embargo, puede que la policía lo quisiera arrestar cuando abrieran una investigación. Aunque la cárcel era un pequeño precio a pagar por lograr salvar a sus hermanas. Ahora que había terminado se sentía un poco más relajado. Al menos logró proteger a sus hermanas pequeñas.

Cuando miró hacia enfrente observó que, del otro lado de la calle, estaba Luan junto a Benny. Eso le molestó. ¿No se supone que iba cuidar a sus hermanas pequeñas? Aunque tampoco le molestó tanto cuando sabía que ya estaban a salvo. Pero esa sensación se fue cuando vio que, donde estaba paraba, encima, había una sombra sobre los cables de la luz.

Comenzó a temblar mientras la sombra lo saludaba. Miró a Luan y pasó una mano por su cuello. Lincoln corrió hacia Luan, pero al caminar unos cuantos metros su cuerpo se quedó totalmente inmóvil, observó como la sombra pasó sus dedos por los cables de luz, haciendo que cayeran directamente en la boca de Luan.

Observó cómo comenzó a salirle pequeñas ampollas a su cuerpo. Benny pareció sorprendido. Dio unos pasos hacia atrás, pero una de las sombras empujó el poste para que cayera encima de él; su cuerpo fue totalmente aplastado y la sangre quedó como una mancha de tinta roja. Aunque no le importó, quien realmente era importante era Luan, pero seguía siendo carbonizada con el cable de la luz. Su piel comenzó a tornarse blanca, posteriormente rosada y finalmente negra mientras algunas partes de su cuerpo, como sus ojos, se derretían.

Así continuó un par de segundos hasta que los cables parecieron explotar y su cuerpo se incendió en su totalidad. Lincoln quedó en blanco. Una sombra comenzó reírse mientras lo señalaba. Sintió algo de furia. A pesar del miedo estaba furioso.

-Se supone…

La sombra colocó su dedo índice en la boca para que se quedara callado. Lincoln lo hizo. No podía desobedecerlos. La sombra señaló su caminó, indicándole que regresara a casa, y, a pesar de todo, hizo caso. Lincoln comenzó a caminar de regresó a casa. Varias personas ya se habían acercado al cuerpo de Luan. Siempre llegaban después de los accidentes. Nunca antes para ayudar. Eran unos malditos inútiles. En todos los accidentes que tuvo junto a sus hermanas no había muchas personas. Algunas de las pocas que había salían corriendo y otras intentaban ayudar después de las muertes. ¿Qué sentido tenía hacer eso último?

Eran unos hijos de puta; acaba de matar a uno de sus amigos para intentar salvar a sus hermanas. Por un momento tuvo fe; pensó que todo terminaría, sus hermanas estarían salvadas… una estupidez. Ahora estaba manchado con la sangre de uno de sus mejores amigos y todo por intentar complacer a alguien que, obviamente, no eran seres buenos y solamente buscaban la manera de hacer más jodida su existencia.

Lincoln estaba mirando las escaleras con miedo. Estaba haciendo guardia para que ninguna de sus hermanas pudiera salir. Tenía miedo que si una de ellas lo hacía moriría. Aunque las sombras seguían viéndolo debajo de la mesa del comedor. O eso pensaba. No sabía dónde estaban exactamente. Pero tenía la sensación de su mirada. Ahora solo tenía que soportar el temor de esperar. Esperar que, en algún momento, actuaran.

¿Por qué no lo mataban a él? ¿Qué no había sufrido lo suficiente? Ya estaba jodido de la cabeza para seguir soportando toda esta mierda. Esperar el final. Aunque, por otro lado, ¿Quién cuidaría de sus hermanas? Solo quedaban Lynn, Lisa y él. Lisa podía cuidarlas lo estaba haciendo perfectamente con las gemelas y Lily.

Aun no podía creer lo rápido que bajaron los números en su familia. Eran una familia grande. Puede que las más grande de Royal Woods, pero ya no quedaba nadie más que ellos con el apellido Loud; todos murieron. Solo quedaban Lincoln, Lynn, Lisa, Lana, Lola y Lily. Lo peor era Lily, ella era quien más le preocupaba. No podía creer que fueran capaces de asesinar a Lily. ¿Qué clase de mierda tenían en interior?

-Lincoln, ¿Qué haces aquí? –Lincoln miró que Lynn iba bajando las escaleras. -¿Por qué no vas a descansar?

Lincoln sintió un pequeño calor en su pecho. Lynn no solía preocuparse por los demás. Era sorprenderte como podían cambiar las personas con la perdida de la familia.

-Solo quería estar un momento a solas. –Respondió. Lynn se sentó a su lado. Lincoln observó que sus ojos estaban bastante hinchados y rojos. -¿Y tú, por qué bajaste?

-Recuerda que soy la mayor y mi deber es asegurarme que todos estén bien. –Lincoln casi estalla en risas. Lynn siempre cuidaba más sus cosas. Siempre le interesaban sus bates, balones o su ropa sucia que ellos mismos. -¿Te sucede algo? –Preguntó, al ver como la miraba.

-Lynn, no puedo más. Siento que me estoy volviendo loco. –Soltó una risa, desviando la mirada. –He visto a varias de mis hermanas morir, a mis padres, mis amigos. No puedo más. Siento que mi cabeza va explotar en cualquier momento.

Lynn le acarició el brazo y le sonrió.

-Lo sé, Lincoln. –Su tono de voz parecía algo triste. –Yo estoy igual. No sé qué rayos nos esté pasando para que pasemos por este maldito infierno. No ha venido nadie para ayudarnos, estamos solos. –Lo único bueno de toda esta mierda eso es que aún no los separaban. –Aunque aún tenemos el dinero que le dan a Lisa por sus aportes a la comunidad científica. –Intentó sonar positiva.

-Lo que me asusta es que una de ustedes muera en algún punto. –Comenzó a sollozar. –Ya no puedo soportarlo más, Lynn.

Lynn lo abrazó y Lincoln tuvo la sensación de apartarla. Lynn nunca fue muy cariñosa, siempre fue muy ruda, y esta vez no era así. Le devolvió el abrazó mientras de nuevo se sentía relajado. Esto era lo peor; cuando tenía un momento de tranquilidad o felicidad siempre una de las sombras arruinaba el momento.

Y fue justo lo que pasó; ambos escucharon como alguien, o algo, golpeó la puerta del sótano con una fuerza que los asustó por el ruido.

-Nadie bajó, ¿o si, Linc? –Lynn se puso de pie y fue a la puerta. Lincoln quiso detenerla porque sabía exactamente lo que pasaría. Sintió la mirada burlona que conocía perfectamente. -¡¿Qué rayos?! –Lincoln volteó a verla. Observó que el sótano estaba totalmente vacío. -¡No es gracioso…Lana, Lola…quien seas!

Soy Lucy. –Lynn escuchó la voz de Lucy. Su cuerpo se tensó mientras el miedo se apoderaba de ella. Pero en el momento que iba hablar sintió como la tomaban de la mano, y antes de que pudiera reaccionar fue jalada a la oscuridad. En ese momento Lincoln pudo mover su cuerpo y, sin pensarlo dos veces, sin importarle lo que pasara, fue al sótano. Encendió la luz; Lynn estaba cubierta de sangre, solo que estaba de espaldas y en algunas partes de su cuerpo parecían faltar grandes trozos de carne y su ropa parecía estar desgarrada. La sangre pareció escurrir de las partes donde le faltaba la carne. Lincoln tragó saliva mientras los labios le temblaban

-¿Estas bien, Lynn? –Una pregunta estúpida, sin embargo, fue lo único que salieron de sus labios.

Lynn soltó una risa y se giró para ver de frente a hermano. Lincoln casi vomita al ver su aspecto; su cuerpo estaba mordido junto con algunos cortes dejando al descubierto todo el interior de su estómago. Al dar un pasó todo el contenido cayó al suelo. Lynn pareció mirarlo un momento, después regresó su mirada a Lincoln.

-Estoy bien… -Dijo, y la luz comenzó a parpadear. Lincoln no supo si era su imaginación o algo más, pero cuando la luz parpadeó vio al resto de su familia junto con las sombras. -¿Por qué no vienes con nosotros? –La luz volvió a parpadear. –Trae a nuestras hermanas y…

Lincoln cerró la puerta del sótano. Tantas muertes que había visto, pero esta había sido la peor. Dio unos pasos hacia atrás mientras sus piernas temblaban como gelatina. Aunque esa sensación fue sustituida cuando golpearon fuertemente la puerta.

-Ven con nosotros, Lincoln.

No se quedó más tiempo en la sala. Subió las escaleras y fue a su habitación. El miedo que tenía era tan grande que tuvo la sensación de volverse loco. O puede que ya lo estaba. Que un niño de once años viera tantas muertes no era algo normal. Nuevamente el terror se apoderó de él cuando escuchó como tocaron a la puerta. Aunque no fue tan fuerte como cuando lo hicieron en el sótano. Además, ¿Por qué se molestaban en tocar si hacían lo que querían?

-¿Dónde está Lynn, Lincoln? –Preguntó Lisa, tocando de nuevo. –Lincoln, ¿estás aquí? –Lincoln le abrió la puerta a Lisa. Su hermana parecía algo confundida y lo miraba de una forma que le resultó extraña. -¿Dónde está Lynn? –Preguntó nuevamente de forma dura.

-En el sótano… -Lisa lo siguió mirando de forma extraña. -¿Quieres que te acompañe? –Ella asintió. No quería regresar, pero no podía evitar hacerlo. Lisa, por otro lado, parecía ligeramente asustada de él. –Bien… -Lincoln la tomó de la mano y fueron al sótano. Lisa tuvo la sensación de que algo no andaba bien. Las manos de Lincoln eran demasiado frías, y en su rostro había algo que le resultó muy perturbador. –Mira el sótano.

Lisa observó con dudas la puerta un segundo, o mejor dicho con miedo. Por alguna comenzó a tener miedo de abrir la puerta. No solo de abrir la puerta, si no de que estuviera en lo cierto con lo que pensó cuando escuchó los gritos desgarradores de Lynn. Lincoln no era sí. Él no se atrevería a lastimarlas, ¿verdad? Tragó saliva y abrió la puerta.

Lo que vio simplemente no podía entenderlo, describirlo, ni siquiera su cerebro fue capaz de procesar correctamente la imagen que tenía enfrente de ella.

-Al fin vienen. –Escuchó la voz de Leni, entre una enrome cantidad de sombras junto con una neblina de color rosa. Observó, en el momento que parpadeó la luz, que Leni se acercó a unos cuantos escalones de ella. –Por fin vendrán con nosotros. Nos alegramos. Les dolerá al principio, pero después…

Lisa cerró la puerta, colocando el seguro. Su respiración comenzó agitarse mientras sentía como de su nariz salía un hilo de sangre.

-¿Los viste? –Preguntó Lincoln. Lisa al verlo sintió algo de asco, por alguna razón sintió asco, pero no sabía si era por ver los aspectos de aquellas personas, o por escuchar la extraña voz de su hermano. Un poco de ambas quizás. –Por un momento pensé que yo fui quien asesinó a nuestras hermanas. En cada una de sus muertes yo estaba presente. Ojalá que hubiera sido así porque solo tendrían que llamar a la policía y yo me iría. –Lisa intentó entender las palabras, pero no podía. ¿Era por qué su mente que aun intentaba asimilar lo que vio, o por el miedo de las palabras de su hermano? –Pero esto es real. No sé qué hacer, Lisa. Busque algo para detenerlos, y lo único que me salió es una historia de un sujeto al que le sucedió lo mismo que a mi diciendo que no se pueden detener. Una vez que alguien los ve se los llevaran. Incluso pensé que con alguien más estarían satisfechos… asesiné a uno de mis amigos, pero no funcionó. ¡No sé qué hacer! ¡No puedo seguir! ¡Ni suicidarme me dejan! Lo intenté y una de esas sombras cortó el lazo.

Lisa retrocedió por el miedo de escuchar que Lincoln estaba presente en cada una de las muertes y que asesinó a uno de sus amigos. Si era real, entonces debían hacer algo. Observó afuera… ya estaba oscuro. ¿Cuánto tiempo estuvieron en la sala? ¿Y sus hermanas? ¿Por qué no habían dicho nada? Quizás ya no estaban vivas. Quizás se las llevaron esas sombras que estaban en el sótano.

-Ya sé que hacer…

Lisa subió las escaleras y de nuevo, repentinamente, todo se tornó oscuro; la sala era la única parte de la casa que estaba iluminada. Arriba vio a Lola y a Lana cargando Lily.

-Lisa, ¿Qué está pasando? Nos dijeron que no bajáramos, pero tenemos hambre. No hemos comido. –Dijo Lola, mientras su estómago gruñía. Lisa se confundió. ¿Cuándo les dijeron que no bajaran? -¿Dónde está Lincoln?

-Vamos a… -Se mordió la lengua al decir esa palabra. Sintió el sabor a hierro en su boca. Miró de nuevo a sus hermanas. –Lincoln esta abajó. Vayan con él. –Dijo finalmente.

Ambas intercambiaron una mirada antes de hacerle caso a Lisa. Su hermana intentó detenerlas, pero su boca pareció quedarse cerrada. Ella iba llamar a la policía y encerrarse con el resto de sus hermanas en su habitación, sin embargo, y por alguna razón, en su mente apareció otro pensamiento que, sin poder entender porque, era mucho más importante.

El pasillo de arriba se le hizo ligeramente más largo y mucho más oscuro. Miró la hora en su reloj; eran la 2:26 de la mañana. ¡¿Cómo era posible?! No sintió que hubiera estado con Lincoln por mucho tiempo abajó. O quizás sí. Sintió como algo comenzaba a taladrar su cabeza por tantos pensamientos. Después simplemente rió. Fue a su habitación. Al entrar observó una sección de químicos peligrosos en recipientes de vidrio perfectamente acomodados.

Y Lisa solamente tenía que escoger cual. Soltó una risa cuando uno de los frascos se movió. Al acercarse para verlo observó que era un químico que le dejaría un agujero en el estómago. Ya lo sabía en el momento realizó el experimento con animales al dejarlos sin agua y se lo tomaron. Como ella tenía sed, ¿Por qué no tomárselo?

Se lo bebió de golpe y sintió un sabor amargo en su boca. Vio una sombra mover su dedo índice. Lisa se rió y le hizo caso. Al salir la sombra señaló las escaleras. Aunque esta vez le costó algo de trabajo moverse. Sentía en su estómago algo extrañó, al igual que su cuerpo. Tosió repetidas veces sintiendo como algo salía. La sombra de nuevo volvió a mover su dedo, indicándole que se acercara, y Lisa la obedeció. Al pararse enfrente de las escaleras observó a sus hermanos. Ellos la miraron con terror. Pero a Lisa no le importó.

-¿Ya te diste cuenta, Lisa? –Volteó a ver a Luna; su estómago abierto dejando al descubierto todo su interior. –No es tan malo estar aquí.

Sus hermanos observaron cómo su estómago pareció salir algo de vapor e inmediatamente después el sonido de la sangre junto con los órganos cayendo. Lisa cayó de rodillas mientras observaba a sus hermanos. ¿Qué tanto le miraban el estómago? Al bajar la mirada para ver que tanto le veían, observó que solo estaba el agujero en su estómago. ¿Qué de malo le veían a eso?

-Es hora de que estés con nosotros. –Lisa miró a su madre; su rostro estaba desfigurado y en su cuerpo habían algunos rasgones. –No te preocupes por ellas. Pronto estarán con nosotros.

Lincoln, Lana y Lola gritaron fuertemente cuando vieron que de la oscuridad salieron manos. Manos que tomaron fuertemente a Lisa y la arrastraron en la oscuridad. Sus intestinos quedaron en el suelo como si se tratara de una serpiente que se arrastraba por el suelo. Aunque lo que los asustó fue que las manos que jalaron a Lisa y que oscuridad pareció cubrir parte de las escaleras.

-¡¿Qué rayos está pasando, Lincoln?! –Preguntó Lola, casi al borde el llanto. –No es… normal… la… -No podía hablar bien.

-¡¿LINCOLN?! –Gritó Lana, intentando llamar su atención, su hermano parecía estar perdido mirando a la oscuridad. -¡TE ESTOY HABLANDO!

Lincoln volteó a ver a Lana y le dio un puñetazo. No quería oír sus gritos, no quería que lloraran, quería tener un momento de paz antes de que los que se ocultan en la oscuridad se los llevaran. Eso era lo que quería. No tener que consolarlas. Toda su vida las había apoyado. ¿Por qué no se lo pagaban por esta vez? ¿Por qué no…?

¡NO! Debía calmarse. Él no actuaba de esa manera. Tampoco vio a sus hermanas de esa manera. Puede que a veces viera a Leni y Lori intentando ver un poco debajo de su blusa, pero nunca más allá de eso.

-Vamos sé que quieres hacerlo… -Lincoln volteó hacia atrás, había un hombre de una sonrisa muy grande. No era el primero, este sujeto era mucho más delgado. Y, además, su sonrisa era mucho más pequeña. El hombre se acercó a él, colocó su lengua sobre su rostro; la movió sobre sus labios suavemente. -¿Qué más puedes perder, niño? ¿Qué alguien te mate? –Ambos rieron por esa pregunta. Eso sería genial. El hombre lo besó, Lincoln se quedó quieto hasta que se apartó nuevamente. –Estoy seguro de que una vez te masturbaste pensando en alguna de tus hermanas. –Lincoln intentó recordarlo... si, hubo una vez pensando en Leni; en aquel día su hermana se pudo una minifalda con la que pudo ver sus muslos y, solo por un par de segundos, su ropa interior. No lo soportó y entró al baño para hacerlo; se imaginó tocando sus muslos, apretando sus senos. Y volverlo a recordar le provocó una erección. –Lana se parece a Leni. –Lincoln sabía que eso era cierto, quizás no se ensuciaba como ella, pero ambas se parecían. –Entonces, ¿Por qué no lo puedes hacer? –El hombre metió toda su lengua dentro de su boca. –Lo disfrutaras y no tendrás de vivir con la culpa.

El hombre regresó a la oscuridad. Miró a Lana. Debía hacerlo. ¿Qué es lo peor que podría pasar?

-Lola, te tengo un regalo. ¿Puedes venir a la cocina? –Lola miró la oscuridad. No podía ser su padre. Él ya no estaba, pero al percibir el olor a galletas su estómago gruñó un poco por el hambre. Las galletas de su padre eran las mejores que había probado. Aunque lo dudó un poco. Pero sin embargo, su padre apareció en el comedor, a pesar de la oscuridad puedo verlo. Colocó una charola con galletas sobre la mesa. Lola babeó un poco. Tenía hambre y comer galletas… –Vamos, hija. No seas tímida. Tus hermanas están aquí conmigo. Estarán sentadas para que comamos todos juntos. -Lola observó una niebla de color rosado saliendo de la parte debajo de la mesa. Sonrió. Por alguna razón se sintió feliz. Al mirar atrás para llamar a sus hermanos quedó confundida; Lily había comenzado a llorar y Lincoln parecía estar quitándole la ropa a Lana. ¿Qué quería hacerle exactamente?

-No mires eso, hermana. Nuestro hermano está liberándose. -Luna tocó su hombro. Lola al ver su aspecto quedó un poco asqueada, pero debía admitir que no fue tanto como cuando Lana se ensuciaba. Toda su familia estaba así; con heridas, algunas de sus hermanas sangraban incluso, su padre y Luan tenían el cuerpo negro. Se adentró más en la oscuridad hasta llegar en la mesa donde pudo ver cabezas oscuras junto a las mesas. –No te dolerá.

Lincoln escuchó los gritos de Lola. Al mirar enfrente observó como las sombras habría partido el cuerpo de Lola exactamente por la mitad. Ambos trozos cayeron a un lado, sus órganos e intestinos quedaron colgados cuando una de las sombras la levantó. Lincoln se rió, Lana pareció abrir la boca por la impresión y Lily solo seguía llorando.

-No nos queda mucho tiempo, así que terminemos con esto.

Lincoln rompió su ropa dejándola totalmente desnuda. Percibió un aroma a flores. Para ser alguien quien se la pasaba siempre ensuciándose olía muy bien. Acercó su rostro a su entrepierna; era un aroma embriagador que comenzó tuvo ganar de empezar lamer. No le importó que su hermana comenzara a patear y golpear su cara para apartarlo.

-¡SUÉLTAME! –Gritó. No podía entender porque Lincoln le hacía esto. Sintió como su boca lengua parecía moverse por su entrepierna y saborear su agujero. ¿Qué rayos se supone que le estaba haciendo? Volvió a golpear su rostro, pero cuando hizo eso Lincoln le regresó el golpe con el doble de fuerza, haciendo que quedara aturdida. –Lincoln… suéltame. Por favor…

-Yo las amo, Lana. –Dijo dulcemente, mirándola a los ojos. –Amo o amé a cada una de ustedes, pero nunca pude experimentar esto y como pronto terminara…lo necesitó. Yo… sé que podrás perdonarme.

Lincoln besó a Lana en la boca antes de pudiera reaccionar. Paseó su mano por sus muslos, acariciando también sus nalgas. Su piel era muy suave. Se apartó de ella. Ya era hora. Se bajó los pantalones para escupir su pene y envolvió la saliva con su mano para que quedara algo húmedo. Lana tembló del miedo al ver el rostro de Lincoln, pero, sobre todo, le asustó cuando vio eso duro que estaba entre sus piernas. Parecía una vara de carne. Después sintió dolor.

Mucho dolor en el momento que Lincoln le introdujo su vara en su entrepierna, en donde su madre le dijo que no debía dejar que nadie tocara, y ahora sabia porque; le era muy doloroso lo que él le estaba haciendo. Lincoln pareció gemir un poco y comenzó golpear sus caderas contra ella. Su agujero era muy apretado. Aunque si era una niña no tendría que ser extraño. Ni siquiera le importó que le salpicara de sangre.

-Se siente rico, Lana… -Dijo, volviendo a gemir. Miró sus puntos rosados en la parte de su pecho. De seguro cuando creciera serian grandes como los de Leni o su madre, pero desgraciadamente no lo iba a descubrir. Aun así los lamió. Lana ya había dejado de pelear. ¿Se había resignado? O eso creía. De todas formas, no le importaba. Aumentó la velocidad hasta que comenzó a dar golpes más suaves y lentos. Al final vació todo su contenido adentro de Lana. Suspiró algo relajado. Después vio que Lana parecía algo desorientada por lo que le pasó. -¿Cómo te sientes, Lana? –Preguntó, en un tono claro de burla. La acaba de violar. De seguro se sentía cansada, confundida y con un dolor en su entrepierna. Lana sintió como su cabeza daba vueltas mientras intentaba asimilar lo que le paso. Al mirar enfrente suspiró con tristeza. –Ya vienen por ti.

Lincoln observó como la oscuridad había llegado a unos cuantos centímetros de la cabeza de Lana. Era su momento.

-¿Cómo te sientes, Lana? –Preguntó Lola. Lana al verla se dio cuenta que le faltaba la mitad del cuerpo. –Lo perdí… ¿me ayudas a buscar la otra parte de mi cuerpo? Cuando tenga la otra mitad de mi cuerpo poder practicar para mis desfiles. Déjame decirte que lo que más les gusta a los jueces son las piernas de las niñas.

-De acuerdo…

La mitad de una cabeza de pescado salió del suelo y mordió su rostro. Colocó sus manos en sus hombros para empujar su cuerpo. Su cabeza termino partida en varios trocitos por la mordida. Al final fue arrastrada a la oscuridad. Ya casi era el momento. Se subió los pantalones, miró a Lily un momento; seguía llorando, pero es lo que cualquier bebé haría.

La luz de la sala se había hecho pequeña. Era extrañó porque siempre iluminaba todo perfectamente. Cargó a Lily y se sentó en el sofá. La luz, nuevamente, se hizo más pequeña. Los que se ocultan en la oscuridad odiaban la luz, tenía la seguridad de que era así. Pero si los iluminaba se molestarían. Aunque, ¿Qué más le quitarían? Ya no le quedaba nada. Nadie. Solo Lily. Pero ya no le importaba lo que le pasara. No cuando no podía hacer nada. Solo le quedaba esperar. Sin embargo, no podía dejar que Lily muriera llorando.

-Todos los días al parque te lleve para jugar. –Comenzó a cantar, importándole una mierda que la canción no tuviera ritmo alguno. No era Luna para tener talento en la música. –Nos divertíamos jugando. Así era todos los días. Pero un día yo mal me sentía, y tú no lo pudiste entender… -La luz se hizo más pequeñas y comenzó parpadear. Lincoln miró al frente; toda su familia estaba parada enfrente, detrás de ellos habían sombras tan extrañas; algunos tenían sonrisas grotescas, otros no tenían rostro, y otros parecían tener tentáculos. –Me fastidiaste para que llevara al parque… fue ahí donde tu hermana demostró ser mejor que tú.

Al terminar esa oración observó como un tentáculo se enredaba en el cuerpo de Lily, quien ya se había calmado. ¿Quién diría que una canción mala la tranquilizaría? El tentáculo apretó el cuerpo de Lily y los reventó haciendo que todos sus órganos quedaran en sus manos. Eran gelatinosos. Muy gelatinosos. La luz parpadeó de nuevo. Lincoln pensó que ya era su fin.

-¿En dónde están? –Preguntó una voz. Una voz que a Lincoln le resultó familiar. Al voltear para ver de quien era. Aquella voz le resultó bastante humana. Al observar detenidamente se dio cuenta que era de… ¿el mismo? -¿Quién mierda eres tú? –Preguntó el chico de cabello blanco. O mejor dicho Lincoln. Era como verse en un espejo. ¿Qué mierda se supone que esto le haría? Ya no podía volverlo más loco de lo que estaba.

-Soy Lincoln… Lincoln Loud. –Respondió Lincoln.

Cuando escuchó la respuesta de Lincoln aquel chico volteó con algo de miedo atrás. Comenzó a temblar por algo que vio. Lincoln solo vio sombras. ¿Las habría visto? ¿O qué clase de broma estúpida y cruel le estaban jugando a ahora? Seguramente le dirían que era su hermano gemelo. Miró de nuevo a Lincoln y entró en el sótano. Lincoln lo iba a seguir, pero se detuvo cuando la luz comenzó a parpadear de tal manera que lo único que podía ver era oscuridad.

Su cuerpo comenzó a temblar, a pesar de todo lo vio, a pesar de lo que le hizo a Lana, tenía miedo, sintió como el frio se apoderaba de él mientras sus hermanas se ponían enfrente de él para que pudiera verlas. La luz nuevamente parpadeó y sintió como la oscuridad se volvía más pesada, tanto que hasta podía sentirla sobre su cuerpo.

-Lincoln… -Miró al frente. Luna estaba tal y como cuando la mataron, lo mismo el resto de sus hermanas. –no te va doler…

La luz de la sala se apagó en su totalidad…

NA: Inspirado en los relatos de la gente sombra y "El que susurra en la oscuridad" de Lovecraft.