En la Casa de Elrond reinaba una paz sospechosa; era raro a esa hora de la tarde no oír las voces de sus dos hijos. Por el contrario, el único ruido que se podía oír era el del choque de las espadas de los soldados que estaban entrenando y el de las cuerdas tensadas de los arcos al ser soltadas.
Dentro de la biblioteca Glorfindel intentó disimular un bostezo de aburrimiento y miró con ojos deseosos por una de las ventanas... Hubiera dado lo que fuera por estar fuera practicando con los demás... Volvió la vista hacia los gemelos, y lanzó un suspiro de resignación al ver que se habían vuelto a quedar dormidos encima de los pergaminos.
Se acercó por detrás y cuando estuvo justo entre sus dos cabezas, gritó, justo a la altura de sus oídos.
- ¡¿Queréis dejar de hacer el ganso?!
Los gemelos se despertaron con un bote, y luego miraron a Glorfindel con mala cara.
- ¿No tienes ninguna manera más suave de despertarnos? – dijo Elladan frotándose los ojos
- A ver, estamos metidos en un lío por vuestra culpa, y si no os sabéis esto para esta noche Elrond nos va a dejar durmiendo en el balcón y sin ropa – dijo Glorfindel – Y teniendo en cuenta que es probable que nieve esta noche, la idea no me hace mucha gracia
- Pero... ¡Es imposible que nos aprendamos toda la historia de dos Edades en una sola tarde! – protestó Elrohir
- Hace mucho tiempo que os la tendríais que haber sabido... Además, sólo a vosotros se os ocurre decir que es todo mi culpa por haceros practicar demasiado con el arco y la espada!
- ¿Te has enfadado? – y seguido a esa pregunta, Elladan y Elrohir pusieron la mayor cara de niños buenos que les salió
Glorfindel los miró un momento, y tentado estuvo de decir que si, pero con esas caritas, solo pudo decir : - No me lo volváis a hacer, creía que Elrond iba a arrancarme la cabeza
- Papá nunca te arrancaría la cabeza – dijo Elladan, hizo una pausa y luego añadió – Se ensuciaría la ropa y mamá le regañaría.
Glorfindel no pudo evitar reír imaginándose la escena. Un gran guerrero y señor como era Elrond, haciendo todo lo posible para no hacer enfadar a Celebrían. Hasta se lo imaginó cocinando.
- ¿Qué es lo que te hace tanta gracia? – preguntó Elrohir
- Nada, nada
Los gemelos le miraron, enarcando las cejas, con curiosidad.
- Venga, va. A ver – Glorfindel acercó una silla - ¿Cómo lleváis esto?
- Bien, aunque continuo confundiendo a Elendil y Eärendil – confesó Elrohir
- ¿Cómo que confundes a Elendil y Eärendil? No tienen nada que ver – dijo Glorfindel sorprendido
- Ya, pero los nombres se parecen demasiado
Glorfindel pensó que era una pena que la biblioteca de Rivendel estuviera en un primer piso, porqué sino se hubiera tirado por la ventana.
* * *
Un triangulo de luz ambarina irrumpió de golpe en el oscuro pasillo, al abrirse un poco una de las puertas. Por el pequeño espacio que había quedado una cabeza de un Elfo de no más de doce primaveras asomó un poco; cuando se aseguró que no había nadie a la vista abrió del todo la puerta y salió, y detrás suyo su gemelo.
- Tenemos camino libre – le susurró Elladan a Elrohir, que iba detrás suyo
- ¿A dónde vamos a huir? – le preguntó su hermano
- No lo sé, a cualquier sitio donde no nos hagan estudiar cosas inútiles
- Glorfindel volverá pronto, sólo ha ido a por algo de comer, y nos conoce muy bien, adivinará donde nos hemos ido a esconder
- No digas tonterías Elrohir, si no lo sabemos ni nosotros ¿cómo lo va a saber Glorfindel?
Mientras hablaban, habían conseguido salir fuera, justo donde estaban las dianas para practicar con los arcos. Era de noche, y en teoría no tenía que haber nadie allí, pero una silueta se podía distinguir a la luz plateada de la luna.
- ¡La chica del arco! – exclama Elrohir
- ¿Qué? – Elladan miró extrañado a su hermano – Creo que estar tanto tiempo en la biblioteca te ha dejado medio loco
- ¡No! Yo la conozco. Es una niña que sabe lanzar con el arco a la perfección.
La pequeña Elfa oyó los susurros de los dos hermanos y se acercó.
- ¿Qué hacéis aquí? - preguntó
- Te podríamos preguntar lo mismo
- Pero he preguntado primero – dijo ella
- Huimos de la biblioteca. Nos habían mandado estudiar ahí todo el día
Ella los miró asustada : - ¿Quién os ha hecho esto?
Elladan y Elrohir se miraron, y enseguida, sin decir nada supieron que no tenían que decir nada de su padre así que decidieron hacer lo que siempre hacían, echarle la culpa Glorfindel : - Un elfo rubio, que es muy importante aquí. La mano derecha de Elrond
- ¿Glorfindel? – preguntó la niña
Los gemelos asintieron
- Pues no tiene cara de malo – dijo la niña pensativamente – La verdad es que es muy guapo...
- No te fíes de las apariencias – dijo Elladan
- ¿Entonces tampoco debo fiarme de las vuestras? ¿O realmente estáis repetidos? – preguntó la niña
- ¿Repetidos? – Elrohir y Elladan se miraron y empezaron a reír – Pues si, estamos repetidos. Somos gemelos
- Ahhhh... Claro
- Bueno, ¿nos ayudas? – preguntó Elrohir impacientemente
- No sé que podría hacer para ayudaros...
- Escóndenos en un lugar donde no puedan encontrarnos... Por favor.. – ambos gemelos pusieron la mayor cara de pena que supieron.
- Así que estabais aquí – una voz terriblemente y horriblemente conocida sonó a sus espaldas.
Elladan y Elrohir voltearon muy lentamente, como si quisieran retardar el momento de conocer la terrible verdad : Ahí, mirándolos fijamente estaban su padre y Glorfindel.
- Papá... Nosotros... No...
- ¿!Glorfindel es vuestro padre!? – la voz de la joven Elfa les interrumpió
Con ese comentario pareció que la situación se relajaba un poco, porqué Glorfindel y Elrond se echaron a reír.
- Por supuesto que no soy su padre. Aun no he aprendido a hacer elfos yo solo – rió Glorfindel
- Son mis hijos, pequeña dama – dijo Elrond – discúlpalos si te han estado molestando.
Los ojos de la pequeña Elfa parecieron brillar cuando oyó que la llamaban pequeña dama.
- No me estaban molestando señor; sólo hablábamos. – dijo ella con la voz más educada que sabía poner
- Mejor, pero ya jugaréis otro día, ahora me los tengo que llevar. Buenas noches joven dama – y con una reverencia Elrond se retiró
Elrohir miró a Elladan e hizo un gesto muy explícito con el pulgar, indicando que les iban a cortar la cabeza, y luego siguieron con la cabeza baja a su padre. Glorfindel les siguió, con su habitual sonrisa en los labios, esta vez divertido por los gestos de los gemelos que daban a entender que creían que ya eran Elfos muertos.
Elrond caminó hasta uno de los salones y ahí se instaló en un sillón que presidía la sala. Los gemelos se colocaron delante suyo, preparados para ser regañados duramente. Glorfindel se quedó al lado de la puerta, apoyado contra la pared.
- Tengo entendido – empezó Elrond – Que vuestro día de estudio no ha dado los resultados esperados
- Lo intentamos papá, de verdad – dijo Elladan aún sin levantar la cabeza – Pero...
Elrond levantó la mano, para hacer callar a su hijo, y luego continuó : - O sea, que con esto entiendo que los estudios de la historia de las pasadas edades no es lo que más os interesa.
- No precisamente... – murmuró Elrohir
- Pero debéis entender que ya tenéis una edad, y que no todo puede ser bromas y juegos. ¿Qué tal lleváis el montar a caballo?
- Pues...
- Es que...
Los dos gemelos enrojecieron... ¿Le debían confesar a su padre que se saltaban todas las clases de montar a caballo y se escapaban a trepar por los árboles?
- ¿Y la espada? – preguntó Elrond de nuevo
- Bueno... Pesa mucho – dijo Elladan
- ¿El arco?
- Oh, han mejorado mucho, ahora las flechas ya no se rompen, se clavan enteras en el suelo – dijo Glorfindel desde el sitio donde estaba, aguantándose la risa
- ¡Es Glorfindel que no nos enseña bien! – Elladan hizo lo que mejor sabían hacer en esos casos. Darle la culpa al rubio noldo. Hacían eso porqué tenían la certeza que él nunca podría enfadarse con ellos...
Elrond rió. Glorfindel le había advertido de esa pequeña "costumbre" de sus hijos, así que estaba preparado para una contestación así.
Elladan y Elrohir se miraron sorprendidos; no esperaban esa reacción de su padre, creían que les iba a castigar un siglo sin salir de sus habitaciones o algo por el estilo.
- Entonces si Glorfindel no es un buen profesor, debería poneros otro ¿no?
Ambos gemelos asintieron, no muy convencidos... Ningún profesor seria tan benévolo con ellos como Glorfindel...
En ese momento una Elfa de cabellos castaños entró en el salón. Los gemelos la conocían bien, era Miluinel, muchas veces había cuidado de ellos.
- Supongo que ya conocéis a Miluinel. Ella se encarga de entrenar a los jóvenes soldados que acaban de empezar con el arco y la espada. Será de ahora en adelante vuestra profesora.
Elrohir y Elladan se miraron con miedo. Habían oído el rumor que era muy estricta... Y que a los que no hacían bien las clases les hacía quedar entrenando hasta la puesta de sol....
Eso mismo le dijeron a Glorfindel, un rato más tarde, cuando se quedaron solos con él.
- No hagáis caso de los rumores. Miluinel es una Elfa con mucho talento y será una excelente profesora.
- Pero... Si era una broma lo que dijimos. ¡Tu ya eras un profesor excelente! – exclamó Elladan
- No hace falta que insistáis con eso. Esta vez no cederé. A mi me va de maravilla no tener que ocuparme de vuestro entrenamiento, ¿sabéis el tiempo que voy a tener para ocuparme de mis asuntos?
- ¿Qué asuntos? – preguntó Elrohir con curiosidad
- Eso no te incumbe pequeño curioso – dijo Glorfindel sonriendo
- ¿Así no hay ninguna posibilidad que nos ayudes a salir de este lío? – preguntó Elladan con cara de Elfo bueno
- No Elladan, no esta vez. Ya es hora que empecéis vuestra preparación para futuras batallas. Es hora de madurar y crecer
Los gemelos se miraron con una mirada de disgusto. No querían ni madurar ni crecer... Pero parecía que no había alternativa.
* * *
Bueno! He aquí otro capitulo! Quizá sea el último hasta dentro de 4 semanas, pq empiezo examenes y ya se sabe... Aunque intentaré continuar escribiendo. ¡Pero no prometo nada!
¿Qué os ha parecido? ¡Dejadme reviews pliiis!
* * *
