Año 300 de la Tercera Edad

La lluvia caía placidamente sobre el valle. Era pronto aún, sin embargo el sol estaba oculto detrás de una gruesa capa de nubarrones.

Elladan pasó lentamente otra página del libro. Suspiró. Se tenía que estar mortalmente aburrido para decidirse a leer un libro. Aunque hubiera sido más exacto decir que lo que el elfo hacía era pasar lentamente las páginas del libro limitándose a observar las ilustraciones.

Parecía que todo el mundo había desaparecido. Ni rastro de Elrohir ni de Súrion, y no podía ir a buscar a Mirime porqué en teoría estaban peleados y tenía que esperar un tiempo prudencial para volver a ir a hablar con ella. Cerró las pesadas tapas del libro y lo devolvió a su lugar. Salió de la biblioteca decidido. Si alguien le veía allí adentro por voluntad propia creerían que se había vuelto loco.

Al pasar por el lado de las cocinas oyó que alguien trabajaba allí. Era raro, no solía haber nadie a esa hora del día...

Asomó la cabeza y casi no pudo reprimir la risa al ver a Arwen llena de harina de pies a cabeza.

- Arwen ¿se puede saber que haces? - preguntó

La niña se sobresaltó al oír la voz de su hermano, y intentó cubrir lo mejor que pudo lo que tenía delante.

- Nada – dijo la pequeña

Elladan entró, y entrevió que lo que su hermana pequeña le escondía era una tarta, que aunque no estaba perfecta tenía buena pinta.

- ¿Estás haciendo una tarta? – preguntó él, entre sorprendido y divertido

- No, no la estoy haciendo. Ya la he terminado – le contestó la chiquilla al tiempo que dejaba su "obra de arte" encima de la mesa de la cocina. – Después por la tarde van a llegar los abuelos, y la he hecho para ellos

- ¿Van a venir los abuelos? – inquirió Elladan levantando una ceja – No lo sabía.

- ¡Claro que no lo sabías! Si nunca estás en las comidas cuando papá y mamá hablan de estas cosas

El elfo soltó un sonoro gruñido : - Mira enana, no me digas lo que debo y lo que no debo hacer, creo que por algo soy más de 200 años mayor que tu

- Tonto – la elfa, que apenas levantaba un palmo del suelo, le sacó la lengua y se fue con su tarta

- Elfas... - gruñó el elfo antes de ir a dar una vuelta por el valle, en un intento de encontrar a alguien

o o o

- ¿Lo ves? Te lo dije – le susurró Súrion a Elrohir. Ambos elfos se encontraban agachados detrás de unas rocas, observando unos edain que recién habían llegado a Rivendel. Sólo estaban de paso, o al menos eso les había contado Glorfindel.

- ¿Me has traído hasta aquí solo para ver un grupo de hombres mortales? – dijo Elrohir levantándose y queriendo marcharse

Súrion le agarró por la camisa, y le obligó a volver a agacharse a su lado : - Hombres mortales no amigo, te he traído a ver mujeres mortales

Elrohir miró al elfo de pelo corto, este le guiñó un ojo y le invitó a seguir mirando. Junto al grupo de diez hombres, había en efecto tres mujeres. Elrohir las miró, eran extrañas, tanto en su forma de hablar como en su forma de moverse. Eran... "bruscas".

- Dicen que las mortales no se pueden resistir a los elfos – continuó Súrion ampliando su sonrisa

- Espera, espera – dijo Elrohir – No debes estar proponiendo hacer lo que yo creo...

- ¡Vamos! ¡Cuantas oportunidades en la vida crees que vamos a tener para conquistar a mortales! – insistió el elfo de pelo corto

- No me interesan en absoluto – le contestó Elrohir – Todas tuyas. No pienso estar aquí debajo de la lluvia mojándome tontamente.

Súrion lo miró con una mirada extraña, nunca llegaría a comprender que su amigo dejara escapar aquella maravillosa oportunidad. Se encogió de hombros, y con una sonrisa apuntando en sus labios se dirigió hacía las tres mortales.

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Un rato después, habiendo dejado a Súrion cumplir su tan deseado sueño de intentar conquistar a alguna mortal, Elrohir se encontró con su gemelo en su habitación.

- ¡Por fin! – exclamó Elladan - ¿Dónde te habías metido? ¡Te he estado buscando desde mediodía!

- Estaba con Súrion – dijo Elrohir como toda explicación, al tiempo que se encogía de hombros – Ahora se ha ido a ver que saca de esas edain que han llegado esta mañana

- No tiene remedio... - suspiró su hermano al tiempo que sacudía la cabeza - ¡Oye! ¿Sabes que esta tarde van a venir los abuelos? De hecho deben estar al llegar

- Pues no me apetece nada irme con ellos a Lothlórien ahora mismo – dijo Elrohir con un bostezo al tiempo que se echaba en la cama

En ese momento alguien tocó suavemente la puerta de la habitación que los gemelos compartían. Elladan le echó una última mirada a Elrohir, que no parecía dispuesto a levantarse y fue a abrir. Era Glorfindel el que había llamado.

- Vuestros abuelos están por llegar, convendría que os arreglaseis un poco y salierais a recibirlos – les dijo con una sonrisa

- ¡Una cosa Glorfindel! – le llamó Elrohir incorporándose en la cama – Dinos una excusa para librarnos de ir a Lothlórien, que no hay ganas

El rubio noldo se quedó pensativo unos momentos antes de volver a hablar : - Supongo que siempre podéis decir que os quedáis a aprender las tácticas de combate de los edain. Muchos de los elfos de Imladris van a asistir. Elrond en persona les ha pedido que hagan unas sesiones de entrenamiento. Ya sabéis, las cosas más básicas.

- Pues no sé que prefiero ¿eh? – dijo Elladan mirando a su hermano – Que pereza quedarnos aquí para inflarnos a entrenamientos

- No se... A lo mejor nos conviene ¿no? – Elrohir se volvió a estirar en la cama y se levantó la camisa – ¿Me está saliendo barriga?

- Esto es de la cerveza Elrohir – rió Glorfindel antes de irse

El elfo se levantó de golpe y se puso de perfil delante del espejo que tenían en una de las paredes : - Así que era por eso...

- ¿Qué dices? – preguntó Elladan extrañado, al tiempo que se cambiaba la camisa, para estar mínimamente presentable para sus abuelos

- ¿Ninguna elfa me hace caso porque tengo barriga cervecera?

Elladan se echó a reír y salió de la habitación sin ni tan siquiera contestar a su gemelo. Elrohir soltó un gruñido, se arregló un poco el pelo, se pasó una mano por la camisa para intentar, sin mucho éxito, quitar las arrugas, y salió detrás de su hermano.

Se reunió con él, con sus padres y con Arwen en la entrada de Imladris. Al momento se vio asediado por su madre que intentó por todos los medios arreglarle un poco la ropa y el pelo : - Elrohir cielo, ¿no podrías haberte arreglado ni tan siquiera un poco?

- ¡Ay mamá! – exclamó el elfo al tiempo que se apartaba – Deja de tratarme como si aún fuera un niño.

- Si es que aún lo eres – dijo Celebrían sonriendo con ternura

- Mi amiga Mirwen dice que eso es porque tienen la adolescencia – saltó Arwen – Que por eso están tan bobos

- ¡No tenemos la adolescencia enana, estamos en la adolescencia! – le contestó Elladan

- ¡No me llames enana! – chilló Arwen

- Pero si es lo que eres, una enana tonta y cursi – ayudó Elrohir a su gemelo

- ¡Ya basta! – les interrumpió Elrond – No vais a recibir a vuestros abuelos con peleas ¿verdad?

Y en ese momento, un ruido de cascos les llego claramente a los oídos. Al primero que vieron llegar, montado en un elegante corcel blanco, fue a Haldir, seguido por otros dos guerreros de Lothlórien, detrás de estos iban los señores del Bosque Dorado, y cerrando la marcha otros dos elfos.

La pequeña Arwen empezó a dar saltitos, emocionada, Elladan y Elrohir la miraron al tiempo que sacudían la cabeza suspirando, pues pensaban que su hermana ya era un caso perdido.

Galadriel y Celeborn desmontaron; primero le dieron un cariñoso abrazo a su hija, y después un cordial saludo a Elrond. Luego dirigieron miradas sonrientes hacia sus nietos, pero antes de que los gemelos tuvieran tiempo a articular palabra, Arwen se abalanzó sobre ellos.

- ¿Podré venir esta vez con vosotros? ¿Podré? ¿Podré? – la elfita parecía impaciente por ir a conocer el hogar de sus abuelos

- Podréis venir los tres – respondió Celeborn con una afable sonrisa

- Nosotros no podremos – se apresuró a decir Elladan

- Queremos quedarnos para aprender nuevas técnicas de lucha edain – añadió Elrohir

Galadriel los miró fijamente por unos instantes. Los gemelos desearon que su abuela no pudiera adivinar que no era más que una excusa porque en Lothlórien no tenían demasiado que hacer y se aburrían la mayor parte del tiempo. Casi soltaron un suspiro de alivio cuando la elfa sacudió su larga melena dorada y dijo, acompañando sus palabras de una sonrisa :

- No os preocupéis queridos, otra vez será

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El plan les había parecido perfecto toda la noche, mientras cenaban con sus padres y con sus abuelos, les había parecido más que perfecto cuando fueron a despedir a una emocionadísima Arwen que partía a Lothlórien, pero en ese mismo instante ya no les parecía una idea tan genial...

Elladan y Elrohir estaban empapados de sudor hasta la punta de las orejas. Sostenían con dificultad una pesadísima espada fabricada por los edain que ahora mismo les estaban enseñando sus mejores estocadas.

- En vez de enseñarnos ellos a nosotros... ¡Nosotros deberíamos enseñarles como se forja una espada como dios manda! – bufó Elrohir

Miraron a su alrededor. La mayoría de elfos de Imladris habían asistido, y casi todos estaban teniendo las mismas dificultades que los hijos de Elrond. Los edain los miraban con sonrisas que a los gemelos se les antojaron burlonas.

- ¿Se están riendo de nosotros o solo me lo parece? – dijo Elladan con mal humor

- Se están riendo de nosotros – asintió Elrohir

- Pues ya va siendo hora que les demostremos de lo que es capaz un elfo – dijo su hermano con decisión. Los dos gemelos se miraron y asintieron convencidos.

- La técnica no es complicada – explicó uno de los edain, que parecía ser el que mandaba allí que se hacía llamar Arthalion – Las espadas pueden parecer pesadas, pero es solo depende del uso que se les de.

A cada palabra de Arthalion el manejo de esas pesadas espadas parecía cada vez más fácil. Los gemelos hasta llegaron a pensar que se les daba mejor que el tiro con arco. Pronto la antipatía que en un principio habían sentido hacía los mortales se tornó en admiración.

- Mañana si se presta la ocasión haremos pequeños combates por parejas – anunció el edain – Creo que por hoy hemos tenido suficiente.

- ¡Wow! ¡Que pasada! – exclamó Elrohir al tiempo que se alejaban para tomar una buena ducha

- Ha sido increíble ¿verdad? – asintió Elladan

- Son técnicas mucho más... - Elrohir hizo una pausa para buscar la palabra adecuada – Masculinas.

Por el camino se encontraron con Glorfindel que les preguntó acerca de su lección de artes de batalla edain.

- ¡Ha sido una pasada Glorfindel! Tendrías que haber venido!

- Dejo estas artes por los elfos jóvenes que tienen ganas de aprender – les dijo el rubio noldo al tiempo que les guiñaba un ojo – Prefiero el arco y las dagas

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La mañana siguiente llegó, encontrando a los gemelos impacientes para la nueva clase. Elrond les lanzó varias miradas interrogativas durante el desayuno, pero ellos prefirieron no explicar nada a su padre por el momento.

La clase de ese día transcurrió tan interesante como la del anterior. Elladan y Elrohir consiguieron hasta vencer a un par de edain.

- Os felicito – Arthalion se les había acercado al final de la clase para hablar con ellos.

Los gemelos hicieron una leve inclinación de cabeza, dando las gracias, al tiempo que en sus labios se formaban unas amplias sonrisas.

- Sois los que más interés habéis mostrado, y eso resulta halagador – continuó el hombre

- Sus técnicas de combate son en verdad interesantes – comentó Elladan.

- ¿Sois los hijos gemelos del señor Elrond?

Ambos asintieron a la vez.

- Tenéis gran futuro como guerreros – les sonrió el dúnedain.

- Nos gustaría que pudierais enseñarnos más cosas – dijo Elrohir con un brillo especial en los ojos.

- Me temo que no va a ser posible, mañana partimos hacía el este. Nos dirigimos al Gran Bosque – explicó Arthalion

- ¿Bosqueverde? – inquirió Elrohir levantando una ceja

- Hay quien también lo llama así, si – asintió el hombre – Aunque si queréis podéis acompañarnos en nuestro viaje

Los gemelos se miraron mutuamente unos instantes antes de asentir con determinación.

- Perfecto – sonrió Arthalion – Partiremos mañana al amanecer.

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- En serio Elrohir... Entra tu, siempre has tenido mejor maña convenciendo a papá

- Ni por toda la cerveza del mundo entro yo ahí solo – dijo Elrohir

Ambos hermanos se encontraban delante de la puerta del comedor, donde Glorfindel les había dicho que estaba su padre. Le tenían que comunicar que se irían con los dúnedain, para aprender más cosas...

Aunque antes que ninguno de los dos pudiera decidir algo la puerta se abrió y Elrond casi choca con sus hijos.

- ¿Qué hacíais aquí? – inquirió levantando interrogativamente una ceja

- Mmmm... Queríamos hablar contigo... - dijo Elrohir con una voz no demasiado decidida

- ¿Acerca de...?

- Mmmm... Verás... - Elrohir le echó una mirada a su hermano, pero Elladan no parecía muy dispuesto a colaborar - ¿Te acuerdas que hemos asistido a las clases de Arthalion?

Elrond asintió : - Por eso no fuisteis a Lothlórien con vuestra hermana

- Pues... La cuestión es que... ¡Ayúdame un poco Elladan!

Elladan pareció reaccionar con el grito de su hermano, y tras un suspiro de resignación decidió continuar : - Nos han gustado mucho las tácticas y artes de lucha que emplean, y hemos decidido ir con ellos de viaje por un tiempo para poder aprender más.

- ¿¡Como!? – Elrond abrió mucho los ojos.

- Pues eso, que partimos mañana con los dúnedain – concluyó Elrohir

- ¡Esto es el colmo! ¡Primero Elros escoge la mortalidad, y ahora mis propios hijos deciden aprender el arte de lucha mortal antes que el elfico! ¡Por Eru!

- ¿Qué son estos gritos? – Celebrían había llegado al oír los gritos de su marido

- ¡Tus hijos! – exclamó Elrond exasperado

Celebrían suspiró; sabía que cuando los gemelos pasaban del "nuestros hijos" a "tus hijos" es que habían echo algo gordo.

- ¿Qué han hecho "mis" hijos esta vez? – pregunto la elfa sacudiendo su melena plateada

- ¡Quieren irse con los dúnedain a aprender sus artes de luchar!

- Tranquilo cielo – dijo Celebrían con su suave y melodiosa voz – No es para tanto. Si es lo que los niños quieren...

Los gemelos miraron con ojos agradecidos a su madre, y se lanzaron a abrazarla, lo que casi consiguió que Celebrían cayera al suelo, pues los elfos estaban bastante "creciditos"; eran lo que se podría decir un par de adolescentes.

- Pero... Pero... - Elrond se había quedado sorprendido. Celebrían solía ser más posesiva con respecto a Elladan y Elrohir.

- No puedes tenerlos atados aquí en Imladris, son mayores ya Elrond, deben decidir por si solos su camino, y tu no se lo puedes impedir

Elrond suspiró y dibujó una sonrisa en sus labios : - No se como te lo haces... Pero siempre terminas convenciéndome de todo

Elladan y Elrohir se miraron; acto seguido chocaron sus manos y exclamaron al unísono : - ¡A Bosqueverde!

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Weep! Si, después de mil años he continuado con mi fic de los gemelitos. Es que he estado de examenes y el deber me rekeria... U Weno, espero que recordéis mínimamente de que iba esto... Aunke este capi no rekiere demasiado contexto... ¡Espero que dejéis revis! Me harían muy feliz!

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