Disclaimer: los personajes no me pertenecen, son propiedad de la escritora
británica J.K. Rowling, la canción es de café tacuba; no tiene mucho que
ver, pero personalmente es una de mis favoritas.
Dedicado a la eterna luz de esperanza que habita dentro de todos nosotros.
EL BAILE Y EL SALÓN
(Severus)
Nos besamos bailando
En medio del lugar
La música ya iba llegando
Al último compás
Miradas en silencio
Y quien lo iba pensar
Que después de este primer baile
Me iba a enamorar
El amanecer fue algo espectacular, era increíble que en sus brazos tuviera un ser tan perfecto como aquel. Era tan atrayente esa piel dorada, que parecía poseer luz propia; aquellos ojos dorados envolventes, intoxicantes; y ese cabello también dorado, que hacia una armonía tan perfecta con todos los detalles descritos y por describir, ese cabellos que parecía ser castaño, pero con unos tonos rubios; que podría decirse único en el planeta, ese tono tan extraño como el de un rubio, un rubio platinado, a punto de ser blanco, un rubio que en esos momentos estaba destrozado, pero que Severus lo ignoraba.
Ese rubio era Lucius, ¿en donde se encontraría en esos momentos?, ¿se habría dado cuenta de lo acontecido en la noche?; pues era muy seguro que si, pero, ¿Cómo habría reaccionado?, estas eran algunas de las preguntas que llegaba a la mente de Severus, sin conocer o imaginar una respuesta concluyente. Pero, aquellas reflexiones, fueron interrumpidas, cuando el pelinegro sintió al castaño en sus brazos moverse.
El licántropo se dio la vuelta, para quedar frente al slytherin, y cuando lo logro le dedico una sonrisa, de esas sonrisas que haría convertirse al ser mas oscuro y amargado en un pequeño amable y tierno, aquellas sonrisas que no eran picaras, como cuando despertaba con Lucius, no era una sonrisa con algo de ¿satisfacción? ¿Descanso? ¿Alegría?, bueno, en realidad era indescriptible.
Cuando terminaron el beso, notaron que en estos momentos Lupin ya debería encontrarse en clase, pero Severus no quería separase de aquella piel aterciopelada, que le hacia poseer sentimientos, que nunca imaginó sentir, le hacia desear que ese momento nunca terminara y que pudiera estar con ese ser por toda la eternidad.
Pero, había una idea que siempre rondaba su mente, Severus sabía que la felicidad NUNCA era completa, siempre iba a faltar o sobrar un pequeño detalle, que los haría atormentarse. Por eso, quería aprovechar cada segundo, cada milésima, compartida con el castaño, porque estaba casi seguro, que a pesar de todas las promesas de amor que se habían dicho en la noche, y por muy sinceras que fueran; tal vez, por algún motivo, pudieran ser estropeadas y jamás cumplidas.
Yo que era un solitario bailando
Me quede sin hablar
Mientras tú me fuiste demostrando
Que el amor es bailar
Lupin mostró intenciones claras de levantarse del lecho que habían construido con sus ropas, pero el slytherin lo halo suavemente, haciendo que se acostara nuevamente. El castaño señalo el reloj, dándole a entender de qué debía irse. El pelinegro empezó a revolver sus ropas y saco un collar, con un dije que parecía ser un reloj de arena en miniatura, se lo mostró al castaño y el nombrado volvió a la cama.
Se quedaron un buen rato, así; hablándose al oído, explorando con sus lenguas la boca del prójimo, acariciando con sus manos cada milímetro de la piel del otro, hasta que el hambre hizo su llamado y tuvieron que irse. En verdad, ya parecía ser después de la hora del almuerzo, menos mal que a la sala donde se encontraban solo entraban los alumnos de noche, unos para tomar la clase de astronomía y otros, para hacer lo mismo que estaban haciendo ellos.
Se vistieron y salieron, al estar en la puerta, Severus tomo el pequeño reloj de arena y dio unas vueltas, le dio un beso a Lupin y cada uno tomo un camino diferente, ambos notaron que estaba a punto de amanecer, así que se dirigieron rápidamente, cada uno a sus cuartos.
El pelinegro entro a su habitación, se ducho, y se coloco su ropa, y sus diferentes artículos que utilizaba en el cuello y en los brazos, debía querer mucho a Lupin, para ser capas de dejar de asistir a esos festivales muggles de metal, cuando ya tenia todo planeado; porque a pesar de todo su recelo hacia lo muggle le encantaba, ese tipo de música, las costumbres y todo eso; le encantaba ir a esos conciertos a enloquecerse, fumar porquerías y estallar en lujuria.
La vida es un gran baile
Y el mundo es un salón
Y hay muchas parejas bailando
A nuestro alrededor
Y entre toda esta gente
Nos fuimos a encontrar,
Parecíamos predestinados para así bailar
Ese día bajo mas tarde de lo acostumbrado, pero, gracias a que no era muy sociable, no eran muchas las personas que se preocupaban por el; así que era muy seguro que nadie notara ese pequeño detalle. Eso le volvió a traer a la mente a un rubio Slytherin, como le iba a explicar lo que había pasado, pero cuando iba saliendo de su sala común, algo lo detuvo, era una especie de fuerza invisible que no lo dejaba pasar; así que decidió mirar al techo y vio lo que menos quería encontrar, uno de esos muérdagos encantados, con todas las ganas con que un condenado se dirige a ser fusilado, el decidió mirar con quien debía besarse.
Gracias a Merlín, era Narcisa; no quería ni imaginarse que hubiera salido con los idiotas de Crabbe y Goyle, no quería siquiera imaginarse besando a esos mastodontes. De todas formas, había tenido mas que un beso con aquella mujer, pero todo había sido bajo el efecto del alcohol, el la respetaba mucho, porque en un futuro no muy lejano ella sería la esposa de Malfoy, una muy buena por cierto, no tenia nada que envidiarle a ninguna otra mujer.
Severus tomo la barbilla de la rubia, y se fueron acercando hasta que juntaron sus labios, la rubia decidió abrir su boca, con lo que Severus profundizo el beso; todo ocurrió como en cámara lenta, como si estuvieran planeando cada detalle. Cuando terminaron, decidieron salir juntos al gran comedor, algo muy raro en el comportamiento de la rubia, era que le encantaba hablar por el camino, y no lo había hecho, se había dirigido en completo silencio a su destino, ni siquiera se despidió y salio corriendo a donde sus amigas que la esperaban en la mesa.
Y ahora que estamos en la pista tu y yo
No quiero que dejemos de bailar así
Pues vienen otros ritmos
Que te quieren separar de mí
Y no pueda abrazarte ni sentir tu cuerpo
Y vuelva a bailar solo como antes
De estar junto a ti
Severus se sentó en su acostumbrada silla, y le sorprendió el no encontrar a Lucius, el cual siempre lo esperaba para por lo menos saludarse antes de ir a clase, y hoy que Severus no tenia que asistir a ninguna, podrían pasar un rato juntos; por lo que empezó a comprender que el rubio se encontraba furioso. Empezó a sentir que alguien que lo estaba mirando, por lo cual dejo de pensar en el rubio, al darse cuenta de quien era. Remus era el que le miraba y lanzándole sutiles pero cómplices sonrisas.
Severus, demoro mucho comiendo el desayuno, por estar participando en aquel juego con el licántropo; juego que termino, cuando Black se presento en el comedor y se sentó junto al castaño. En ese momento, Severus acabo con su desayuno rápidamente y sin saber que hacer mientras llegaba el almuerzo, subió a su habitación, a leer, escuchar esa música, lamentándose por no salir en navidad a casa.
Al mediodía, se dirigió a almorzar, no por hambre, sino por su urgencia de ver a Lupin nuevamente. Aquella plegaria fue escuchada, y allí, en la mesa de gryffindor estaba, tan dulce y perfecto como siempre, ya no con esa impresión de estar enfermo en todo momento, sino con la impresión de ser la persona mas afortunada del universo.
El gryffindor le dio señas de que salieran juntos, Severus entendió tan rápidamente que se sorprendió. Cuando vio que el gryffindor había terminado con su almuerzo, se paro y se dirigió a la puerta, sin notar que ni Black, ni Lucius estaban en la mesa; los cuales en estos momentos, estaban preparando un plan que los separaría.
Ambos se encontraron como por "casualidad" en la puerta, donde decidieron ir hacia el bosque prohibido, aquel lugar que tanto les llamaba la atención. Eran muchas las personas que temían entrar a ese lugar, pero para ellos era una muestra factible de su corazón; a pesar de ser tan llamativo y querer poder entrar, eran muchos los peligros que habitaban allí, y si alguien deseaba entrar debería ser muy valiente.
Porque Remus, a pesar de sonreír siempre y a todas las personas, guardaba en su corazón un secreto, un secreto que le amargaba y le endurecía el corazón. Y Severus, siempre había sido despreciado por muchos, que creían que era alguien arrogante y odioso, pero las personas que lo alcanzaban a conocer como el gryffindor que se encontraba a su lado, sabían que era un ser que aunque extraño, inteligente y tolerante.
En ese tiempo, sobraban las palabras. Se encontraban en un claro del bosque, sentados; rodeados de unicornios plateados que no notaban su presencia; cada uno pendiente de cada movimiento del otro, esperando que aquella felicidad que inundaba todos y cada uno de sus poros, y poder quedarse allí toda la eternidad abrazados, perdidos en esos ojos que los habían cautivado, los de uno color miel, tan dulces como ella, y los del otro aquel negro, que hacia como una coraza para que nadie pudiera penetrar en su corazón.
Pero la noche llego, y muy en contra de su voluntad tuvieron que pararse y separar sus caminos, el pelinegro dirigiéndose a las mazmorras y el otro hacia una de las torres.
Dijo la contraseña, entró a su sala común y en un sillón cerca de la chimenea, distinguió a un rubio al que no había visto en todo el día, y con una idea fija decidió ir a hablar con el, mientras iba hacia su acostumbrada silla, noto como el rubio trataba de ocultarse, extraño, muy extraño en el rubio que parecía siempre estar, un paso mas delante de cualquier persona, incluido el.
Llego a su cometido, se sentó y espero un momento, para hablarle; y noto que en esos momentos, el rubio desviaba su mirada plateada del fuego y trataba de mirarlo sin hacerse notar. Hasta que mostró intenciones de levantarse, a lo cual el pelinegro reacciono y lo llamo. El rubio obedeció, tal como un perro fiel obedece al amo; cuando tomo asiento, Severus decidió mirarlo y le pareció increíble que aquel rostro que lo único que parecía demostrar era recelo y repugnancia; poseía los mismos síntomas que tenia Lupin la noche anterior.
venia a explicarte lo de anoche- dijo Snape tú no tienes porque darme explicaciones- respondió cortantemente Lucius. No tengo porque, pero por la expresión de tu rostro, se que necesitas oírlas- finalizo el pelinegro.
Por favor, como no iba a darle las explicaciones si estaba a punto de enloquecer, aquellos ojos brillantes, no eran muy normales en Lucius, en verdad no eran nada normales, nunca los había visto brillar y menos de esa manera, ya que siempre eran muy opacos y no mostraban sentimiento alguno.
por favor, Snape. No te creas tan afortunado, además tú y yo no teníamos nada como para reclamarnos. Y, lo que tu hagas con tu vida, no me importa en lo mas mínimo. Dijo el rubio.
Tan arrogante como siempre, pero Severus decidió para con eso y demostrarle que en verdad si le importaba, y cuando Lucius decidió levantarse, el lo asió del brazo, lo hizo girarse y le dio un beso, un beso desesperado. Pero de pronto, sintió un líquido tibio rozar sus mejillas y se separo del rubio, y cuando lo hizo, el nombrado casi cae al suelo, por lo cual tuvo que volverlo a tomar en sus brazos. Y luego lo vio llorando, como nunca lo había visto, y en vez de sentir remordimiento, lo único que sintió fue lastima.
Lucius se safó de las manos del pelinegro, aquel sabiendo que no el rubio no podía soportar que alguien lo mirara con compasión, lastima; o alguno de aquellos sentimientos. Se dirigió hacia su habitación, con el pelinegro tras el; cuando Severus entro, lo encontró en la cama boca abajo, lo único que se le ocurrió hacer fue velar los sueños del humano mas bello, que había dado a fruto la tierra.
Y aunque poseía esa belleza tan descomunal y gloriosa, además de esa inteligencia y ese entendimiento celestial, no podía ser correspondido, o al menos de la misma forma con que el amaba.
Y así bailando quiero
Que me hagas el amor
De hombre a hombre
Voulez-vous coucher avec moi?
Voulez-vous coucher avec moi?= Quieres acostarte conmigo.
Moryn: pues, que podría decirte; puede ser que Sirius y yo nos encontremos mas que desesperados, y podamos llegar hasta esos extremos, ridículos en verdad. Y Lucius, en muchos lados lo ponen como el que controla la relación, pero para mi es todo lo contrario.
Estartea-Snape: Espero que este capitulo te guste, pero creo que disfruto y escribo mejor los de Lucius.
Salazar: disculpa si me equivoque, pero en mi fic Lucius es un año menor, así que estaría en sexto. Y lo de los diálogos, voy a tratar de solucionarlo, aunque no creo que pueda. Gracias por leer.
Leily_snape: gracias por decir todo esto del fic, acá esta el capitulo, espero te guste y comentes sobre el.
Recuerden la vida es justa y lo que no nos mata nos hace mas fuerte.
PDT: Ustedes como quien ven a Lucius joven, yo lo veo como el vocalista de los Gus'n Roses.
Hasta la próxima.
Némesis Riddle Soul power.
Dedicado a la eterna luz de esperanza que habita dentro de todos nosotros.
EL BAILE Y EL SALÓN
(Severus)
Nos besamos bailando
En medio del lugar
La música ya iba llegando
Al último compás
Miradas en silencio
Y quien lo iba pensar
Que después de este primer baile
Me iba a enamorar
El amanecer fue algo espectacular, era increíble que en sus brazos tuviera un ser tan perfecto como aquel. Era tan atrayente esa piel dorada, que parecía poseer luz propia; aquellos ojos dorados envolventes, intoxicantes; y ese cabello también dorado, que hacia una armonía tan perfecta con todos los detalles descritos y por describir, ese cabellos que parecía ser castaño, pero con unos tonos rubios; que podría decirse único en el planeta, ese tono tan extraño como el de un rubio, un rubio platinado, a punto de ser blanco, un rubio que en esos momentos estaba destrozado, pero que Severus lo ignoraba.
Ese rubio era Lucius, ¿en donde se encontraría en esos momentos?, ¿se habría dado cuenta de lo acontecido en la noche?; pues era muy seguro que si, pero, ¿Cómo habría reaccionado?, estas eran algunas de las preguntas que llegaba a la mente de Severus, sin conocer o imaginar una respuesta concluyente. Pero, aquellas reflexiones, fueron interrumpidas, cuando el pelinegro sintió al castaño en sus brazos moverse.
El licántropo se dio la vuelta, para quedar frente al slytherin, y cuando lo logro le dedico una sonrisa, de esas sonrisas que haría convertirse al ser mas oscuro y amargado en un pequeño amable y tierno, aquellas sonrisas que no eran picaras, como cuando despertaba con Lucius, no era una sonrisa con algo de ¿satisfacción? ¿Descanso? ¿Alegría?, bueno, en realidad era indescriptible.
Cuando terminaron el beso, notaron que en estos momentos Lupin ya debería encontrarse en clase, pero Severus no quería separase de aquella piel aterciopelada, que le hacia poseer sentimientos, que nunca imaginó sentir, le hacia desear que ese momento nunca terminara y que pudiera estar con ese ser por toda la eternidad.
Pero, había una idea que siempre rondaba su mente, Severus sabía que la felicidad NUNCA era completa, siempre iba a faltar o sobrar un pequeño detalle, que los haría atormentarse. Por eso, quería aprovechar cada segundo, cada milésima, compartida con el castaño, porque estaba casi seguro, que a pesar de todas las promesas de amor que se habían dicho en la noche, y por muy sinceras que fueran; tal vez, por algún motivo, pudieran ser estropeadas y jamás cumplidas.
Yo que era un solitario bailando
Me quede sin hablar
Mientras tú me fuiste demostrando
Que el amor es bailar
Lupin mostró intenciones claras de levantarse del lecho que habían construido con sus ropas, pero el slytherin lo halo suavemente, haciendo que se acostara nuevamente. El castaño señalo el reloj, dándole a entender de qué debía irse. El pelinegro empezó a revolver sus ropas y saco un collar, con un dije que parecía ser un reloj de arena en miniatura, se lo mostró al castaño y el nombrado volvió a la cama.
Se quedaron un buen rato, así; hablándose al oído, explorando con sus lenguas la boca del prójimo, acariciando con sus manos cada milímetro de la piel del otro, hasta que el hambre hizo su llamado y tuvieron que irse. En verdad, ya parecía ser después de la hora del almuerzo, menos mal que a la sala donde se encontraban solo entraban los alumnos de noche, unos para tomar la clase de astronomía y otros, para hacer lo mismo que estaban haciendo ellos.
Se vistieron y salieron, al estar en la puerta, Severus tomo el pequeño reloj de arena y dio unas vueltas, le dio un beso a Lupin y cada uno tomo un camino diferente, ambos notaron que estaba a punto de amanecer, así que se dirigieron rápidamente, cada uno a sus cuartos.
El pelinegro entro a su habitación, se ducho, y se coloco su ropa, y sus diferentes artículos que utilizaba en el cuello y en los brazos, debía querer mucho a Lupin, para ser capas de dejar de asistir a esos festivales muggles de metal, cuando ya tenia todo planeado; porque a pesar de todo su recelo hacia lo muggle le encantaba, ese tipo de música, las costumbres y todo eso; le encantaba ir a esos conciertos a enloquecerse, fumar porquerías y estallar en lujuria.
La vida es un gran baile
Y el mundo es un salón
Y hay muchas parejas bailando
A nuestro alrededor
Y entre toda esta gente
Nos fuimos a encontrar,
Parecíamos predestinados para así bailar
Ese día bajo mas tarde de lo acostumbrado, pero, gracias a que no era muy sociable, no eran muchas las personas que se preocupaban por el; así que era muy seguro que nadie notara ese pequeño detalle. Eso le volvió a traer a la mente a un rubio Slytherin, como le iba a explicar lo que había pasado, pero cuando iba saliendo de su sala común, algo lo detuvo, era una especie de fuerza invisible que no lo dejaba pasar; así que decidió mirar al techo y vio lo que menos quería encontrar, uno de esos muérdagos encantados, con todas las ganas con que un condenado se dirige a ser fusilado, el decidió mirar con quien debía besarse.
Gracias a Merlín, era Narcisa; no quería ni imaginarse que hubiera salido con los idiotas de Crabbe y Goyle, no quería siquiera imaginarse besando a esos mastodontes. De todas formas, había tenido mas que un beso con aquella mujer, pero todo había sido bajo el efecto del alcohol, el la respetaba mucho, porque en un futuro no muy lejano ella sería la esposa de Malfoy, una muy buena por cierto, no tenia nada que envidiarle a ninguna otra mujer.
Severus tomo la barbilla de la rubia, y se fueron acercando hasta que juntaron sus labios, la rubia decidió abrir su boca, con lo que Severus profundizo el beso; todo ocurrió como en cámara lenta, como si estuvieran planeando cada detalle. Cuando terminaron, decidieron salir juntos al gran comedor, algo muy raro en el comportamiento de la rubia, era que le encantaba hablar por el camino, y no lo había hecho, se había dirigido en completo silencio a su destino, ni siquiera se despidió y salio corriendo a donde sus amigas que la esperaban en la mesa.
Y ahora que estamos en la pista tu y yo
No quiero que dejemos de bailar así
Pues vienen otros ritmos
Que te quieren separar de mí
Y no pueda abrazarte ni sentir tu cuerpo
Y vuelva a bailar solo como antes
De estar junto a ti
Severus se sentó en su acostumbrada silla, y le sorprendió el no encontrar a Lucius, el cual siempre lo esperaba para por lo menos saludarse antes de ir a clase, y hoy que Severus no tenia que asistir a ninguna, podrían pasar un rato juntos; por lo que empezó a comprender que el rubio se encontraba furioso. Empezó a sentir que alguien que lo estaba mirando, por lo cual dejo de pensar en el rubio, al darse cuenta de quien era. Remus era el que le miraba y lanzándole sutiles pero cómplices sonrisas.
Severus, demoro mucho comiendo el desayuno, por estar participando en aquel juego con el licántropo; juego que termino, cuando Black se presento en el comedor y se sentó junto al castaño. En ese momento, Severus acabo con su desayuno rápidamente y sin saber que hacer mientras llegaba el almuerzo, subió a su habitación, a leer, escuchar esa música, lamentándose por no salir en navidad a casa.
Al mediodía, se dirigió a almorzar, no por hambre, sino por su urgencia de ver a Lupin nuevamente. Aquella plegaria fue escuchada, y allí, en la mesa de gryffindor estaba, tan dulce y perfecto como siempre, ya no con esa impresión de estar enfermo en todo momento, sino con la impresión de ser la persona mas afortunada del universo.
El gryffindor le dio señas de que salieran juntos, Severus entendió tan rápidamente que se sorprendió. Cuando vio que el gryffindor había terminado con su almuerzo, se paro y se dirigió a la puerta, sin notar que ni Black, ni Lucius estaban en la mesa; los cuales en estos momentos, estaban preparando un plan que los separaría.
Ambos se encontraron como por "casualidad" en la puerta, donde decidieron ir hacia el bosque prohibido, aquel lugar que tanto les llamaba la atención. Eran muchas las personas que temían entrar a ese lugar, pero para ellos era una muestra factible de su corazón; a pesar de ser tan llamativo y querer poder entrar, eran muchos los peligros que habitaban allí, y si alguien deseaba entrar debería ser muy valiente.
Porque Remus, a pesar de sonreír siempre y a todas las personas, guardaba en su corazón un secreto, un secreto que le amargaba y le endurecía el corazón. Y Severus, siempre había sido despreciado por muchos, que creían que era alguien arrogante y odioso, pero las personas que lo alcanzaban a conocer como el gryffindor que se encontraba a su lado, sabían que era un ser que aunque extraño, inteligente y tolerante.
En ese tiempo, sobraban las palabras. Se encontraban en un claro del bosque, sentados; rodeados de unicornios plateados que no notaban su presencia; cada uno pendiente de cada movimiento del otro, esperando que aquella felicidad que inundaba todos y cada uno de sus poros, y poder quedarse allí toda la eternidad abrazados, perdidos en esos ojos que los habían cautivado, los de uno color miel, tan dulces como ella, y los del otro aquel negro, que hacia como una coraza para que nadie pudiera penetrar en su corazón.
Pero la noche llego, y muy en contra de su voluntad tuvieron que pararse y separar sus caminos, el pelinegro dirigiéndose a las mazmorras y el otro hacia una de las torres.
Dijo la contraseña, entró a su sala común y en un sillón cerca de la chimenea, distinguió a un rubio al que no había visto en todo el día, y con una idea fija decidió ir a hablar con el, mientras iba hacia su acostumbrada silla, noto como el rubio trataba de ocultarse, extraño, muy extraño en el rubio que parecía siempre estar, un paso mas delante de cualquier persona, incluido el.
Llego a su cometido, se sentó y espero un momento, para hablarle; y noto que en esos momentos, el rubio desviaba su mirada plateada del fuego y trataba de mirarlo sin hacerse notar. Hasta que mostró intenciones de levantarse, a lo cual el pelinegro reacciono y lo llamo. El rubio obedeció, tal como un perro fiel obedece al amo; cuando tomo asiento, Severus decidió mirarlo y le pareció increíble que aquel rostro que lo único que parecía demostrar era recelo y repugnancia; poseía los mismos síntomas que tenia Lupin la noche anterior.
venia a explicarte lo de anoche- dijo Snape tú no tienes porque darme explicaciones- respondió cortantemente Lucius. No tengo porque, pero por la expresión de tu rostro, se que necesitas oírlas- finalizo el pelinegro.
Por favor, como no iba a darle las explicaciones si estaba a punto de enloquecer, aquellos ojos brillantes, no eran muy normales en Lucius, en verdad no eran nada normales, nunca los había visto brillar y menos de esa manera, ya que siempre eran muy opacos y no mostraban sentimiento alguno.
por favor, Snape. No te creas tan afortunado, además tú y yo no teníamos nada como para reclamarnos. Y, lo que tu hagas con tu vida, no me importa en lo mas mínimo. Dijo el rubio.
Tan arrogante como siempre, pero Severus decidió para con eso y demostrarle que en verdad si le importaba, y cuando Lucius decidió levantarse, el lo asió del brazo, lo hizo girarse y le dio un beso, un beso desesperado. Pero de pronto, sintió un líquido tibio rozar sus mejillas y se separo del rubio, y cuando lo hizo, el nombrado casi cae al suelo, por lo cual tuvo que volverlo a tomar en sus brazos. Y luego lo vio llorando, como nunca lo había visto, y en vez de sentir remordimiento, lo único que sintió fue lastima.
Lucius se safó de las manos del pelinegro, aquel sabiendo que no el rubio no podía soportar que alguien lo mirara con compasión, lastima; o alguno de aquellos sentimientos. Se dirigió hacia su habitación, con el pelinegro tras el; cuando Severus entro, lo encontró en la cama boca abajo, lo único que se le ocurrió hacer fue velar los sueños del humano mas bello, que había dado a fruto la tierra.
Y aunque poseía esa belleza tan descomunal y gloriosa, además de esa inteligencia y ese entendimiento celestial, no podía ser correspondido, o al menos de la misma forma con que el amaba.
Y así bailando quiero
Que me hagas el amor
De hombre a hombre
Voulez-vous coucher avec moi?
Voulez-vous coucher avec moi?= Quieres acostarte conmigo.
Moryn: pues, que podría decirte; puede ser que Sirius y yo nos encontremos mas que desesperados, y podamos llegar hasta esos extremos, ridículos en verdad. Y Lucius, en muchos lados lo ponen como el que controla la relación, pero para mi es todo lo contrario.
Estartea-Snape: Espero que este capitulo te guste, pero creo que disfruto y escribo mejor los de Lucius.
Salazar: disculpa si me equivoque, pero en mi fic Lucius es un año menor, así que estaría en sexto. Y lo de los diálogos, voy a tratar de solucionarlo, aunque no creo que pueda. Gracias por leer.
Leily_snape: gracias por decir todo esto del fic, acá esta el capitulo, espero te guste y comentes sobre el.
Recuerden la vida es justa y lo que no nos mata nos hace mas fuerte.
PDT: Ustedes como quien ven a Lucius joven, yo lo veo como el vocalista de los Gus'n Roses.
Hasta la próxima.
Némesis Riddle Soul power.
