CAPÍTULO 4: EN EL SANTUARIO

A la mañana siguiente, Umi y Arika, los caballeros de Escorpión y Piscis, salieron de sus casas hacia el recinto de las amazonas, a entrenar a los aprendices. Umi tenía por lo menos quince aprendices, hombres y mujeres, entre las que estaban Iris y Dafne (las hijas de Aioros y Afrodita, respectivamente). Ambas chicas tenían un enorme talento, igual que sus padres. También Jasón, el hijo de Aioros.

Como eran muchos, Arika ayudaba a Umi a entrenarlas. La joven caballero de Escorpión llevaba un silbato para controlarlos.

-Que aburrido- dijo Arika.

-Y mucho más para ti- dijo Umi- que esta tarde tienes que entrenar a tu aprendiz...-

Arika hizo una mueca. Además de ayudar a Umi, Arika tenía un aprendiz personal, un chico de quince años, del cual estaba especialmente encargada, así como Marín había entrenado a Seiya.

Umi y Arika iniciaron el entrenamiento con los chicos. A la mitad de éste, Arika notó que alguien las estaba observando. Un chico. La joven caballero dejó a su compañera y fue a buscar al chico que los estaba espiando. Pronto lo encontró: un chico ligeramente mayor que ella, de piel muy blanca y de cabellos y ojos castaños.

-¿Diego?- preguntó Arika- ¿qué haces?-

-Nada- dijo él con aire ofendido- no entiendo como te llevas con ella...-

-¿Ella?-preguntó Arika- ¿te refieres a Umi?-

-La misma- dijo Diego, cruzando los brazos, molesto- ¿acaso lo has olvidado? Ella me ganó la armadura de Escorpión-

-Sí, y la ganó justamente- dijo Arika- siento decirlo, pero se la merecía más que tú...-

-¿Cómo puedes decir eso?- le reclamó indignado- ¿y cómo puedes ayudarle? Además, a los hijos de los antiguos caballeros no vale la pena...-

-Diego- dijo Arika- ya ha pasado bastante tiempo desde que sucedió... ¿porqué no compites por otra armadura?-

-No puedo- dijo él- no puedo tener una armadura inferior a la de ustedes... no te merecería...-

-Diego...-

-No, Arika- dijo él, dando un paso atrás- si no pude obtener una armadura dorada...-

-La armadura dorada no significa nada para mí- dijo ella- yo te amo, así como eres... pero no puedo estar esperando a que creas merecerme...-

-No- dijo él- si no puedo tener la armadura dorada, entonces dejaré el servicio de Atena y te dejaré...-

-No me estarás diciendo que...-

-Sí- dijo Diego- se terminó para siempre-

El chico dio la media vuelta y se fue, dejando a Arika. La joven se quitó la máscara, con los ojos llenos de lágrimas. Desde el día que había llegado al Santuario y había comenzado a entrenar, Diego había sido el amor de su vida. Ahora, varios años después...

-Arika, ¿qué sucedió?- preguntó Umi, haciendo sonar su silbato para dar a sus discípulos un receso.

-Nada- dijo ella, limpiándose los ojos con el dorso de la mano, tratando de secar sus lágrimas. Demasiado tarde: Umi la había visto llorando.

-Diego, ¿no?- preguntó. Arika asintió.

-Se acabó, Umi- dijo Arika- se acabó para siempre...-

-No digas eso...-

-Yo no lo digo- dijo Arika- él me lo dijo...-

Umi no sabía que decir, así que le pareció mejor dejarla sola y volver con los aprendices.

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Un rato después de levantarse esa mañana, Myra se encaminó a la universidad de Atenas, donde su padre le había indicado. El primer autobús que tomó la dejó muy cerca del Santuario.

Desde la casa de Aries, Kiki alcanzó a verla y se teletransportó junto a ella.

-Hola- dijo el chico pelirrojo con una sonrisa.

-Hola- dijo Myra sorprendida- me asustaste...-

-Lo siento-

-No hay problema- sonrió Myra- aunque creí que un caballero no podía abandonar su casa...-

-Todo es relativo- dijo Kiki encogiéndose de hombros- ¿a dónde ibas?-

-A la escuela que está aquí cerca- dijo Myra- mi padre me mandó, porque quiere que me inscriba...-

-Te acompaño- dijo Kiki- es la hora de entrenar a los aprendices, pero yo no tengo...-

-Está bien- dijo Myra- un poco de compañía no me vendría mal...-

Una vez que Myra terminó su asunto en la escuela, Kiki la invitó al Santuario. Al principio, los guardias se negaron a dejarla pasar, por la prohibición de Saori. Kiki les dijo que ésta solo incluía a Mu y a Shaka, no a sus hijos. Después de un rato, los dejaron pasar.

-¿Porqué Saori prohibió la entrada a mi padre y a Shaka?- preguntó Myra.

-Saori no nos dio razones- dijo Kiki simplemente.

-¿Acaso nunca le hablarás a mi madre con respeto?- dijo un chico que apareció de pronto frente a ellos. Era Altaír, el hijo de Saori y Julián.

-Tu madre siempre me ha permitido llamarla por su nombre, igual que a Seiya y los otros- dijo Kiki.

Altaír lo ignoró, y se volvió hacia Myra.

-Hola de nuevo, bonita- dijo- ¿qué has venido a hacer aquí?-

-Kiki está mostrándome el Santuario- dijo Myra, con poco interés.

-Yo puedo mostrártelo- dijo Altaír. Myra volvió a poner esa mirada astuta e irónica que había heredado de su padre.

-Te lo agradezco de veras- dijo Myra, en tono irónico- y siento mucho no poder aceptar tu oferta, pero ya tengo un acompañante...-

-No me digas que prefieres la compañía de ese fenómeno...-

Ante esto, Kiki sonrió. Ya estaba acostumbrado a que ese chico lo llamara así por su aspecto físico. Sabía muy bien que desde pequeño, Altaír envidiaba sus poderes mentales. Myra, sin embargo, se enfadó porque el comentario no solo incluía a Kiki, sino a su padre y a ella misma.

-¿Cómo te atreves?- gritó.

-¿Y qué más te da?- dijo Altaír- tú no eres como él...eres normal...-

-No me digas- dijo Myra, ahora en tono irónico- según tú, ¿qué tan normal es tener un par de lunares así en la frente?-

-Tú no tienes la culpa de tenerlos- dijo Altaír- tu padre...-

Al oír esto, Myra volvió a enfadarse y le dio una bofetada con la mano abierta.

-¡No te atrevas a insultar a mi padre!-

Altaír también se enfureció. Kiki, sintiendo el peligro, decidió llevarse a Myra de ahí, porque sabía que no debía meterse en problemas con ese chico. La abrazó por la cintura y la condujo fuera de su templo. Cerca del recinto de las amazonas, los dos se sentaron.

-No puedo creer a ese tipo- dijo Myra.

-Ignóralo- dijo Kiki- él siempre ha sido de esa manera...- la miró a los ojos- no escuches lo que dijo sobre tu padre... ni siquiera Saori puede negar lo valioso que es Mu...-

Myra sonrió.

-Él dijo que fue tu maestro- dijo ella- ojalá yo pudiera aprender...-

-Es fácil-

Myra se entristeció.

-Para mí no- dijo ella- no estoy hecha para esas cosas...-

-¿A que te refieres?- preguntó Kiki, recordando que Mu había dicho algo así.

-Yo... soy demasiado débil- dijo Myra- no tengo ningún poder ni un cosmo como ustedes. Mi padre ha intentado por mucho tiempo sacarlo de mí, pero no...-

-Oye, no te entristezcas por eso- dijo Kiki- tu madre tampoco puede, ¿verdad? ¿puedes teletransportarte?-

-No- dijo Myra- solo desaparezco, y luego aparezco donde mismo...- y para demostrarlo, Myra desapareció unos segundos y apareció en el mismo lugar- nunca lo he hecho, y creo que nunca podré hacerlo-

-Si quieres, yo puedo ayudarte- dijo Kiki.

-¿En serio?- dijo Myra, sonriendo- eso sería genial-

-Entonces comenzamos mañana- dijo Kiki- ahora, será mejor que vuelvas a tu casa...-

-Claro- dijo la chica, levantándose.

-Espera, te acompaño- dijo Kiki.

-No es necesario- dijo Myra ligeramente sonrojada.

-Claro que lo es- dijo Kiki- no me gustaría que te perdieras...-

-Si tú lo dices- dijo Myra con una sonrisa.

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En una casa, en algún lugar de Atenas llora un bebé. Dos personas, un hombre y una mujer, lo escuchan y se miran entre ellos.

-Kila-

-¿Si?-

-Tu hijo está llorando-

-¿Y no es tu hijo también?- preguntó Kila.

-Cuando llora no-

-Vamos, mi cielo- dijo ella.

Máscara Mortal fue hacia donde estaba el bebé y lo alzó. Éste, una vez en sus brazos, dejó de llorar y acomodó su cabecita en el pecho de su padre.

-¿Lo ves?- dijo Kila, besándolo en la mejilla- no es tan difícil...-

-Para nada- dijo Máscara Mortal, sonriendo.

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-¿Qué sucede, Umi?- preguntó Shun, una vez que su esposa volvió del entrenamiento.

-Nada-

-¿Cómo nada?- dijo él- algo te preocupa... no estabas así esta mañana...-

-Es Arika- dijo Umi- está... deprimida-

-¿Qué sucedió?- preguntó Shun.

-Diego- dijo Umi. Shun lo comprendió.

-¿Qué sucedió esta vez?-

-La dejó- dijo Umi- y también dejó el servicio de Atena...-

-Ese infeliz...- murmuró Shun. El chico le desagradaba por dos razones: la primera era que fue un muy mal perdedor cuando Umi ganó la armadura de Escorpión, y a Shun lo único que lo hacía enojar era que alguien la molestara. La segunda es que, desde entonces, ha tratado de romper la amistad entre Umi y Arika, aunque en vano.

-Ya déjalo, Shun- dijo Umi- se ha ido, y creo que será lo mejor para Arika...pero por desgracia, ella sí lo amaba-

-Se le pasará- dijo Shun- sabes que hay alguien que merece más a Arika... verás como se le pasa pronto...-

-Eso espero...-

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En la casa de Tauro, había reunión de algunos caballeros dorados: Pierre, junto con Sebastián de Géminis, Roberto de Cáncer y Miguel de Capricornio.

-¿Ustedes saben algo de la prohibición que ha hecho Atena?- dijo Pierre.

-Sí- dijo Miguel- no podemos dejar pasar a los dos sujetos que vinieron hoy...-

-¿Y eso?- preguntó Sebastián- creí que ellos fueron una vez caballeros dorados...-

-Pero ya no lo son- dijo Roberto.

-Aún así, no puedes negar que es extraño- dijo Pierre- si ellos fueron una vez caballeros de oro que protegieron a Atena, ¿por qué...?-

-No preguntes y obedece, Pierre- dijo Roberto- no es tu asunto decidir si es raro o no... son órdenes de Atena...-

-Pero ahora que recuerdo- dijo Miguel- esta mañana Kiki permitió que entrara la hija de uno de ellos...-

-No importa- dijo Roberto- esa chica no está incluida en la prohibición...-

Kiki y Myra compartieron el autobús de regreso a la casa de Mu. Caminaron un trecho y saludaron a Milo que pasaba por ahí.

Desde su casa, Mu sintió el cosmo de Kiki acercándose. Se asomó por la ventana, y se sorprendió mucho de ver a su hija con él. De nueva cuenta, tuvo un sentimiento desagradable. Esta vez, sí se dio cuenta de lo que eran: celos. Vio como Kiki se despedía de Myra con un beso en la mejilla y se teletransportaba. Myra sonrió y se sonrojó ligeramente, y entró a la casa.

-Ya llegué- dijo al entrar.

-¿Cómo te fue?- preguntó Mu, apareciendo frente a ella.

-Muy bien- dijo Myra- mañana comienza la escuela...-

-Me alegro- dijo Mu- ¿tienes hambre?-

-Mucha- dijo Myra sonriente.

Mu la acompañó a la cocina y preparó algo de comer para ella, mientras Myra le contaba lo que había hecho ese día. Mu olvidó sus celos un momento cuando su hija le dijo que habían prohibido a los caballeros dorados que los dejaran pasar.

-¿Qué dices?-

-Sí, y Kiki no me dijo porqué- dijo Myra- Saori no les dio razones...-

-Es extraño- dijo Mu- la Saori que yo conocí podía no creernos, pero jamás hacer algo así...-

-Yo creo que fue obra de Julián Solo- dijo Myra, pero Mu negó con la cabeza.

-No- dijo Mu- no fue Julián...-

-¿Entonces...?-

-No lo sé- dijo Mu, pensativo. De pronto, cambió su rostro y sonrió- no te preocupes más por ello, Myra... mejor descansa, que mañana es tu primer día de escuela...-

-Está bien...- dijo Myra. Mu le dio un beso en la mejilla y la chica subió a su habitación. Mu volvió a cambiar su sonrisa tranquila a un rostro más preocupado.

-Algo no está bien- se dijo Mu- se lo comunicaré a Shaka y mañana iremos a ver... tal vez no sea tan mala idea que deje que Myra vaya al Santuario...-

Subió las escaleras a la habitación de su hija. Estaba sentada en la cama, leyendo muy entretenida.

-Myra, ¿puedo pedirte algo?-

-Claro- dijo ella.

-Necesito que, cada vez que vayas al Santuario, me digas si notas algo extraño...- dijo Mu. Myra lo observó, extrañada.

-¿Extraño?- preguntó ella- ¿extraño cómo?-

-Lo que sea- dijo Mu- lo que veas que no sea normal, ¿de acuerdo?-

-De acuerdo, papá...-

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CONTINUARÁ...

Hola, chicos... Jeje, sé que la historia va lenta, pero así salió esta...

Quieren más Kiki Myra? Sigan leyendo...

Una aclaración: lo siento, pero la historia ya está escrita y no la puedo modificar...

Kasumi: uuUU lo siento, pero alguien más ya me lo pidió... mil disculpas...

Chibi-Mela: ¡¡hola, peque!! Jajaja... sé que tengo mala ortografía, pero siempre la reviso antes de publicar jeje nnU