CAPÍTULO 7: LLEGADA AL SANTUARIO

En el patio donde Myra estaba escondida...

-Listo- dijo Karina al encontrar a Myra- lo logramos...-

-¿Cómo lo hicieron?- preguntó Myra asombrada- ¿porqué esa excusa?-

-Pues...- dijo Héctor- el director nos ha atrapado al menos diez veces...-

-Once- corrigió Karina.

-Pero esta vez nos dejamos atrapar por una buena causa...- dijo Héctor.

-Sí- dijo Karina- pero Myra le explicará a mi padre...-

-Claro- dijo Myra- pero vámonos ya...-

Los tres entraron al pasillo principal. Los detuvieron un par de veces, pero no reconocieron a Myra. Al salir, de nuevo un hombre los miró y Myra pasó desapercibida.

-Vamos al Santuario- dijo Karina- lo más pronto posible...-

Al parecer, se percataron del truco, y tres de los hombres trajeados comenzaron a correr tras ellos.

-¡Nos vieron!- gritó Héctor- ¡corran, el Santuario está cerca!-

Myra y Karina se echaron a correr. Hector tomó varias piedras y las lanzó a los hombres. Dos de ellas les dieron en la cabeza a dos hombres, y la tercera hizo que otro tropezara. Los tres los siguieron, encolerizados.

En los límites del Santuario, Myra tropezó y un hombre la tomó por el tobillo, impidiendo que se levantara.

-¡Suéltame!-

-Ni hablar, niña- dijo el hombre- tú vienes con nosotros-

Karina y Héctor trataron de ayudarla, pero los otros dos hombres los amenazaron con sus armas.

-Ni lo intenten, niños- dijo el hombre que tenía a Myra- nos llevaremos a ésta... ¡¡aaaaahh!!- el hombre tenía un corte en el brazo- ¿qué demonios...?- levantó la vista. Los otros hicieron lo mismo. Se trataba de una chica de aproximadamente veintitrés años, que sostenía una rosa roja en su mano derecha.

-Suéltala o te arrepentirás- dijo la chica. El hombre disparó varias veces contra ella, pero la chica detuvo las balas con sus manos –Tonto- agregó- las balas no funcionan contra los caballeros... ahora verás ¡Rosas piraña!- y un centenar de rosas negras atacaron a los tres hombres, quienes huyeron heridos. La chica le ofreció la mano a Myra para ayudarla a levantarse.

-¿Estás bien?- preguntó la chica. Myra asintió.

-Sí, gracias-

-¡Arika!- dijo Héctor de pronto- eres tú...-

-Sí, Héctor- dijo Arika, algo desganada- soy yo...-

-¿Has visto a mi hermano?- preguntó.

-Hace un rato- dijo Arika- al parecer está con Saori y Julián... ¿y ustedes que han venido a hacer aquí?-

-Myra debe ir a la casa de Aries con Kiki- dijo Héctor.

-Pues vayan- dijo Arika- yo no los detengo...-

Los tres agradecieron su ayuda y corrieron hacia la casa de Aries. Al verlos venir, Kiki se sorprendió, porque no reconoció a Myra

-¡Kiki!-

-¿Myra?- preguntó éste- ¿qué sucedió?-

Aliviada, Myra abrazó a Kiki. No pudo evitar que algunas lágrimas se le escaparan. Karina y Héctor le contaron lo sucedido.

-Extraño- dijo Kiki- deberíamos decirle esto a tu padre- Myra asintió- yo te acompañaré a tu casa- miró a Héctor- creo que tu hermano estaba con Saori-

-Aquí estoy, Kiki- dijo Rigel, apenas llegando- ¿en qué problema se metió mi hermano ahora?-

-En ninguno, Rigel, nosotros solo...- dijo Héctor, pero palideció al ver frente a él a un hombre que conocía muy bien, de cabellos y ojos azules.

-¡Señor...!- dijo Héctor.

-¡Kanon!- dijo Kiki, pero Karina rió.

-No, no es mi papá...-

-Y que los dioses me libren de serlo- dijo el aludido- soy Saga...-

-Hola, tío- dijo Karina.

Ya más tranquilo, Héctor les contó lo que había sucedido. Rigel se despidió: tenía que buscar a alguien. Una vez que todos se fueron, Myra se quedó con Kiki. Ella se cambió de ropa y se quitó todo el maquillaje, estando ya a salvo. Kiki sonrió. Le gustaba más así.

-Myra- dijo Kiki- pude sentir tu cosmo...-

-¿En serio?-

-Sí- dijo Kiki- lo pudiste liberar por unos segundos...-

-No lo puedo creer-

-No sé porqué- dijo Kiki- pero te ves más linda así...-

Myra y Kiki se besaron. Rigel, quien iba bajando, había volteado hacia atrás, y miró la escena. Se sintió bien por su amigo, pero no pudo evitar sentirse triste. Fue a su casa, dentro del Santuario, se quitó la armadura y la guardó. Decidió tomar un paseo, ya que la noche era fresca.

Caminó rumbo a las orillas del Santuario y encontró a Arika, el caballero de Piscis, sentada melancólicamente bajo la sombra de la estatua, donde la había visto antes. Rigel recordó que, cuando acababan de llegar al Santuario, ambos se refugiaban ahí cuando estaban tristes o frustrados. El chico se acercó.

-Creo que ambos estamos pasando por lo mismo, ¿no?- dijo Rigel.

-¿A qué te refieres?-

-A que ambos amamos a una persona que no nos corresponde...-

-Rigel, yo...-

-No digas nada, Arika- dijo Rigel- no puedo obligarte, pero solo dime una cosa: ¿porqué Diego se fue?-

-Porque...- dijo Arika- porque dijo que no se creía digno si no tenía una armadura de oro...-

-Trataba de ponerte en contra de Umi- dijo Rigel en voz baja.

-Lo sé- dijo Arika con tristeza- y lo sabía entonces, pero...pero yo...- no lo pudo soportar más y se echó a llorar. Rigel la abrazó.

-No llores- dijo él- no vale la pena-

-Perdóname, Rigel-

-No hay problema- dijo Rigel- solo deja de llorar, que me duele mucho verte así de triste...-

Arika se limpió los ojos con el dorso de la mano, aún entre los brazos del caballero de Orión. Rigel no se atrevía a soltarla.

-Ya está...-

Rigel sonrió, y la besó con cariño en la frente.

-Así está mejor-

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-Mi primer plan falló...- dijo un hombre en una extraña armadura dorada.

-Señor, hubiéramos triunfado, pero esa chica nos atacó con unas rosas negras...- dijo otro.

-¿Una chica?- preguntó el primero-¿rosas negras?-

-Si, así es-

-Imposible- dijo el hombre de la armadura dorada- entonces es...Bah, no importa- continuó- aún está el niño, pero saben que los necesitamos a ambos, porque no quiero que interfieran...-

-Así se hará, señor...-

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Esa tarde, en el Santuario, las hijas de algunos antiguos caballeros dorados: Aioros y Afrodita. También entrenaba Jasón, el hijo de Aioria, entre otros chicos que entrenaba. Iris entrenaba junto con su primo Jasón y Dafne, la hija de Afrodita, miraba al joven con interés.

-¡Silencio todos!- gritó Umi después de hacer sonar el sibato- ¡a trabajar! ¡quiero que me den cincuenta!-

-Pero maestra- protestó Dafne, la hija de Afrodita- ¡se están arruinando mis uñas...-

Iris, la hija de Aioros, puso los ojos en blanco y murmuró algo como 'que delicadita...'. Jasón rió discretamente. En respuesta, Umi sonó el silbato de nuevo.

-Tus uñas no me importan, jovencita- dijo- solo por eso, tú harás cien... y si me reclamas, te pondré doscientas antes de que puedas decir 'injusto'-

-Sí, sí- murmuró Dafne entre dientes. Umi sonrió y supervisó que todos estuvieran haciendo su entrenamiento completo. Se volvió hacia la estatua y vio cuando Rigel abrazó a Arika.

-Pellízquenme, estoy soñando...- murmuró para sí misma, sonriendo. Shun estaba sentado cerca observando, y la sonrisa de Umi no pasó desapercibida.

Kiki y Myra siguieron intentando que ésta liberara su cosmo.

-Bueno, ya es suficiente- dijo Kiki al terminar la tarde- volvamos a tu casa, porque aún tenemos que hablar con tu padre...-

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En los jardines del Santuario, Umi y Shun conversaban después del entrenamiento.

-¿Viste eso?- dijo Shun.

-Sí, es increíble...- dijo Umi- no puedo creer que ella estuviera hablando así con Rigel...y que la abrazara-

-¿Y porqué no?- dijo Shun- ellos fueron muy buenos amigos cuando entrenaban, ¿no es cierto?- dijo Shun.

-Sí, pero... las cosas cambian... pero espero que todo salga bien- dijo Umi, cruzando los dedos. En ese momento...

-Umi, ¡cuánto tiempo sin verte!-

Umi volteó, y vio a una chica de piel muy blanca, de cabellos color plata y ojos rojos ocultos tras unos lentes oscuros. Vestía toda de negro. Junto a ella iba un felino demasiado grande para ser un gato, pero demasiado pequeño para ser un león.

-¿Silver?- preguntó- ¿qué demonios haces aquí?-

-Demonios es una buena palabra para describirme, Umi- dijo Silver, levantando sus lentes oscuros. Silver miró al caballero junto a Umi- hola, Shun...-

-Aléjate de él- dijo Umi frunciendo el entrecejo y abrazando a Shun por la cintura- o les avisaré a todos que estás aquí y te mandarán de regreso con tu señor Hades... pero muy dolorosamente...-

El felino rugió, y Silver acarició su cabeza.

-Calma, Zafiro- dijo- sabes que no me importa... estoy orgullosa de ser un espectro de Hades-

-Pero estás en el lugar equivocado- dijo Umi, poniendo los ojos en blanco- en fin, ¿qué has venido a hacer aquí?-

-Hoy es mi día libre- dijo Silver- y he venido a ver como están Arika y tú...-

-Pues yo bien, pero Arika...- dijo Umi.

-Arika está ocupada- dijo Shun- pero le diremos que viniste...-

-Sí, eso...- dijo Umi.

-Bien, entonces vuelvo al castillo de mi señor- dijo Silver- saluden a Arika de mi parte...-

-Lo haremos- dijo Shun.

-Salúdame a tu señor- dijo Umi. Silver asintió y se fue.

-Vaya- dijo Shun- jamás pensé que pudiéramos hacer amistad con un espectro de Hades...-

-¿Y porqué no?-

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-¿Te sientes bien, Raji?- preguntó Shaka. Vio a su hijo algo triste y sonrojado. El niño asintió.

-¿Puedo ir al Templo, Bapú?- preguntó Raji. Shaka estuvo a punto de decir que sí, cuando sintió un cosmo muy extraño cerca del templo.

-Será mañana, Raji- dijo Shaka- ya está oscureciendo...-

-Está bien, Bapú- dijo Raji con un bostezo.

-Bueno, Raji, mejor vete a dormir- dijo Shaka.

Raji asintió y entró a su habitación. Shaka se sentó y cerró los ojos, concentrándose en el cosmo que había sentido. Había desaparecido por completo.

-No se que pretendas- murmuró- pero no dejaremos que te salgas con la tuya, Poseidón...-

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Como todas las tardes, Mu esperaba a Myra y se sorprendió que esa vez Kiki se haya decidido a entrar. Apenas vio a su padre, Myra se lanzó hacia él y lo abrazo.

-¿Qué sucedió?- preguntó Mu, comprendiendo que ese comportamiento tenía una razón especial.

Kiki y Myra le contaron lo que había sucedido en la escuela. Mu escuchaba preocupado, como si su peor pesadilla se acabara de hacer realidad. Solo sonrió al escuchar que el cosmo que había sentido era el de Myra.

-Ya veo- dijo Mu- entonces, ya no hay necesidad de que vayas a la escuela, Myra... solo al Santuario, si así lo deseas...-

Mrya asintió.

-Solo una cosa, papá- dijo ella- habla con el padre de Karina, para que no tenga problemas...-

-Yo iré a hablar con Kanon, Mu- dijo Kiki.

-Gracias- dijo Mu, al verlo desaparecer. Se volvió a Myra con una sonrisa- tu cosmo... ¿cómo lo lograste?-

-No sé- dijo Myra- he estado practicándolo con Kiki, pero nunca lo había hecho, hasta ese momento que sentí mucho miedo...-

-El miedo a veces ayuda- dijo Mu- pero no te dejes llevar por él...-

-No, papá...- dijo Myra, algo apenada.

-Y ten mucho cuidado, hija- dijo Alexa, su madre, entrando a la sala.

-Ahora sabes que hay personas buscándote- dijo Mu- y creo que también están tras Raji...- suspiró- no te lo habíamos dicho antes, pero sospechamos que Poseidón los necesita-

-¿Porqué?-

-No lo sé, hija- dijo Mu, encogiéndose de hombros.

-¿Entonces tú lo sabías?- preguntó Myra. Mu asintió- ¿desde cuándo?-

-Desde que me contaste lo de la brisa fría- dijo Mu- sé que Poseidón quiere volver, pero aún no entiendo que quiere contigo y con Raji...- suspiró- en fin... descansa, porque tuviste un día muy agitado...-

-Y que lo digas...- dijo Myra.

-Vamos, Myra- dijo Alexa- deberías descansar por hoy...-

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CONTINUARÁ...

Se viene el final!!! Naa, aún no... pero la verdadera pelea ya está a punto de comenzar... ¡¡Manden Reviews!!

Abby L.