CAPITULO 8: PLANES

En casa de Kanon, una chica y su novio le estaban dando cuentas a su padre sobre la carta del director que le llegó esa noche.

-Eso fue lo que sucedió, papá- dijo Karina. Kanon seguía cruzado de brazos.

-¿Y piensas que voy a creer semejante historia?-

-¡¡Papá!!-

-Señor, es cierto...- dijo Héctor- si no nos cree, puede hablar con Saga o con mi hermano Rigel...-

Kanon ignoró a Héctor. Estaba muy enfadado. Irene puso su mano en el hombro de Kanon para calmarlo un poco. En ese momento, Kiki apareció.

-¡Kiki!- dijo Karina con alegría.

-Kanon, tengo un mensaje de parte de Mu- dijo Kiki, y le explicó lo que había sucedido, lo mismo que le habían dicho Karina y Héctor. Kanon se calmó un poco, pero aún seguía mirando a Héctor con cierto resentimiento.

-Gracias, Kiki- dijo Kanon, más tranquilo. Kiki desapareció y Héctor se despidió para volver a su casa. Kanon se volvió hacia Karina- lo que hiciste hoy estuvo bien- dijo- pero me temo que tendrás problemas...-

-¿Problemas?-

-Sí, pero no te preocupes- dijo Kanon, dándose la vuelta subiendo las escaleras hacia su habitación.

-Papá es raro...- murmuró Karina, haciendo reír a Irene.

-Tu padre está arrepentido de no haberte creído desde el principio- dijo Irene- pero está orgulloso de lo que hiciste...-

-¿En serio?- preguntó Karina, e Irene asintió- ¿sabes? Se necesita un curso para entender a los padres...-

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Mientras tanto, Rigel acompañó a Arika a la casa de Piscis. Arika pasó directo a su habitación, y el chico se detuvo respetuosamente en la puerta.

-Pasa- dijo ella, quitándose los zapatos y tendiéndose sobre la cama con los ojos cerrados- me duele demasiado la cabeza... tal vez sería bueno que duerma un poco...-

-Eso significa que deseas que me vaya...-

-Yo...- dijo levantándose, pero Rigel la interrumpió.

-No te duele nada, Arika- dijo Rigel, adivinando sus pensamientos- te conozco muy bien...-

-Rigel, yo...-

-Dime solo una cosa- dijo Rigel, tomándola de los hombros- ¿qué tengo que hacer para que me quieras?- y la sacudió ligeramente. Arika cerró los ojos, asustada del comportamiento de Rigel. Éste se dio cuenta y la soltó- lo siento... desde hace más de cinco años, cuando apenas llegamos aquí y comenzamos a entrenar, me enamoré de ti. A pesar de que elegiste a Diego, yo respeté tu decisión. Pero ahora, no puedo seguir así...-

Arika lo miró. No se había imaginado todo lo que Rigel había esperado por ella. Y no se sentía inferior por no llevar una armadura dorada. Su mirada de ternura y sus ojos húmedos la llevó a acercar sus labios a los de él. Pero el fantasma del recuerdo de su otro chico la hizo apartar su rostro en el preciso momento en que sus labios se iban a unir.

-Lo siento, Rigel- dijo ella, apenada.

-No, yo lo siento- dijo él- ya me voy... no te volveré a molestar...- pero al tratar de salir de ahí, tropezó y cayó junto con Arika sobre la cama. Ella se sonrojó visiblemente, haciendo sonreír a Rigel.

-Lo siento...- dijo él sin levantarse.

-Está bien- dijo ella- pero estás sobre mí... ¿no te piensas levantar?-

-No- dijo él- si no me das un beso...-

Arika sonrió y besó su mejilla. Rigel también sonrió y negó con la cabeza.

-No te pases de lista- dijo Rigel- sabes a que tipo de beso me refiero...-

Ella lo besó rápidamente en los labios y se sonrojó de nuevo. Rigel volvió a negar con la cabeza.

-¿Qué?- dijo ella.

-Eres muy mala, ¿sabes?- dijo Rigel- te mostraré como se hace...- y la besó con una extraordinaria mezcla de ternura y pasión. Ella se sorprendió en exceso, pero pronto se sintió en sintonía con él y respondió al beso. El tiempo no pasaba y las manos de ambos ya se estaban introduciendo bajo las ropas del otro... Rigel se separó y se levantó, acomodando su camisa.

-Bueno, ya me levanté- dijo él, ofreciendo la mano a la chica para ayudarla a levantarse.

-Gracias- dijo ella, aún sintiendo que le faltaba el aire por el beso.

-Bien...- dijo él- supongo que debería irme- dijo Rigel. Arika no respondió. Estaba completamente sonrojada por el beso y por la falta de aire. La besó en la mejilla con ternura- piensa en lo que te he dicho- le dijo antes de salir- y ya no llores, me duele verte tan triste...-

-Está bien- dijo ella, porque estaba tan confundida que no sabía que decir. Rigel la miró por última vez y salió.

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En un lugar oculto, los siete generales marinos de Poseidón estaban en reunión.

-¿Cuáles son las órdenes, señor?-

-Mañana al atardecer- dijo el líder, el Dragón marino- vayan al Santuario y tráiganme al chico del que hablamos... el que el señor Poseidón ha elegido-

Seis hombres asintieron.

-Traigan también a esa chica y al niño...- agregó- son indispensables para mi plan...-

-Señor- dijo Escila- ¿y si los caballeros se interponen?-

-Tienen dos opciones- dijo el líder- hacer que se unan a nosotros, o eliminarlos-

-¿Unirse a nosotros?- dijo Escila- ni en sueños...-

-Tal vez- dijo el Dragón marino- tal vez yo pueda convencer a uno...No importa- agregó- hagan lo que quieran, mientras traigan al chico que necesitamos...-

-Sí, señor- dijo Sirena- antes de la media noche de mañana lo tendrá...-

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Al día siguiente, Myra ya no fue a la escuela, sino al mediodía fue al Santuario a practicar con Kiki, y se sorprendió mucho de ver ahí a Karina y a Héctor.

-¿Qué... no deberían estar en la escuela?-

-Nos expulsaron- dijo Karina- el director se enteró de que te ayudamos a escapar...-

-... y lo usó como pretexto para echarnos...- agregó Héctor- así que decidimos venir aquí...-

-A mi padre no le agradó nada- dijo Karina- pero gracias a Kiki no me mató...-

-Y a mi hermano no le va a gustar nada esto...- dijo Héctor- por cierto, ¿lo has visto, Kiki?-

-No, y eso es extraño- dijo Kiki- Rigel siempre llega temprano- cerró los ojos y trató de ubicar su cosmo...- no lo encuentro...-

-Tal vez fue a hablar con Saori- dijo Myra.

-O salió del Santuario- dijo Karina

Héctor no dijo nada. Había ubicado el cosmo de su hermano en la casa de Piscis la noche anterior. Y era el único, además de Umi y Shun, que sabía que Rigel estaba enamorado de Arika, y no quería que nadie más se enterara.

Karina estaba a punto de preguntar a Héctor sobre sus pensamientos, pero en ese momento llegaron Iris (la hija de Aioros), Jasón (el hijo de Aioria) y Takato.

-¿No han visto a mi maestra?- preguntó Takato. Todos negaron con la cabeza.

-Aquí estoy, Takato- dijo Arika, apenas llegando. Unos segundos después, Rigel llegó hacia ellos, pero del lado contrario. Arika evitó su mirada.

-Malas noticias, Rigel- dijo Kiki- a tu hermano lo expulsaron de la escuela...-

-Me lo imaginaba- dijo él- era algo lógico para ese canalla de director...-

Héctor asintió.

-Bueno- dijo Arika- vamos a trabajar, Takato- y se fue.

-Tú también, Héctor- dijo Rigel- ni creas que vas a estar de perezoso todo el tiempo...-

Héctor sonrió, lanzando a su hermano mayor una mirada astuta. Rigel lo reprendió con la mirada y ambos se alejaron para entrenar.

-Ya es tarde- dijo Iris- se acabó el descanso. Umi va a matarnos si llegamos tarde- y corrió hacia el recinto de las amazonas.

-Espera, voy contigo- dijo Karina.

-Oigan, ¡espérenme!- dijo Jasón, y corrió detrás de ellas.

Los tres corrieron y se reunieron donde estaban los demás aprendices. Umi hizo sonar su silbato.

-¡Iris! ¡Karina! ¡Jasón! ¡Llegan tarde!- gritó Umi. Los tres sintieron una gota de sudor en su rostro.

-Lo sentimos- dijo Jasón- lo que sucede fue que...-

-¡No quiero excusas!- gritó Umi- ¡veinte vueltas al Santuario, los tres!-

-Pero es el primer día de Karina- protestó Umi.

-¿Ah, sí?- dijo la entrenadora- entonces, que ella de veinticinco...-

Karina le lanzó una mirada asesina a si compañera. Dafne, la hija de Afrodita, comenzó a reírse como tonta, burlándose de sus compañeros. Umi hizo sonar el silbato de nuevo.

-¡Dafne!- gritó- ¿acaso quieres acompañarlos?-

-No, maestra...- contestó.

-Lástima- dijo Umi- porque tú darás treinta vueltas-

-¿Qué?-

-Ve el lado positivo, Dafne- dijo Iris- las primeras veinticinco estarás acompañada...-

Iris, Karina y Jasón rieron en voz baja, para que Umi no los castigue más, y cumplieron toda orden que Umi les dio. Dos horas después, los aprendices salieron de su entrenamiento casi arrastrándose. Umi los miró, satisfecha.

-Están progresando- les dijo mientras se alejaban- mañana el entrenamiento será más duro...-

-¿Más?- susurró Dafne- ¿acaso es eso posible?-

-Así parece- dijo Jasón. Dafne bufó.

Myra se había quedado con Kiki practicando la teletransportación.

-Casi lo logras- dijo Kiki- pero parece que hay algo que te detiene...-

Myra se encogió de hombros.

-Kiki- dijo Myra- ¿tú sabes que sucede con Arika y Rigel?-

-¿Perdón?-

-Es que- dijo Myra- hace rato, noté algo en los ojos de Rigel. Está...-

-...enamorado de Arika, sí- dijo Kiki- desde hace mucho tiempo, pero ella salía con un chico llamado Diego, quien perdió la armadura de Escorpión contra Umi-

-¿Y...?-

-No me preguntes a mí- dijo Kiki.

-Bueno, le preguntaré a ella- dijo Myra- ¿puedo ir ahora?-

-Sí- dijo Kiki- pero no te alejes mucho de aquí...-

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-Mamá, tengo que hablar con ustedes- dijo Altaír.

-Ahora no, hijo- dijo Saori, mirándolo fijamente. También ella había sentido una ventisca fría y húmeda y había estado meditando en ello. Tal vez Mu y Shaka sí tenían razón...

-¡Mamá!- gritó Altaír, enfadado.

-Ya no reclames, Altaír- dijo Saori- ahora vete de aquí...-

De mal humor, Altaír salió del templo de Atena y de las Doce Casas.

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-Shaka, no puedes negar que esto tiene algo que ver- dijo Mu- no puede ser coincidencia-

-Estoy de acuerdo contigo, Mu- dijo Shaka- pero, ¿qué podemos hacer?-

-Ir al Santuario- dijo Mu- ir a advertirles...-

-No nos creyeron la última vez que venimos- dijo Shaka- no nos creerán ahora...-

Mu se volteó. No sabía que hacer, y no le gustaba esta situación. Y no le agradaba que no les creyeran.

-Calma, Mu- dijo Shaka- ya pensaremos en algo...-

-Bapú- llegó Raji- ¿puedo ir al templo?-

-No, Raji- dijo Shaka- hay algo peligroso para ti muy cerca de ahí... yo te acompañaré más tarde...-

-Está bien- dijo Raji cabizbajo y subió a su habitación. Mientras Shaka y Mu discutían en el piso de abajo, Raji entró a su habitación y se dejó caer en la cama. No se dio cuenta que una sombra lo estaban esperando...

Abajo, Mu y Shaka seguían discutiendo y no se percataron de la presencia de nadie más hasta que se escucharon unos ruidos en la habitación sobre ellos. En ese momento...

-Shaka, ¿sientes ese cosmo?- dijo Mu.

-Sí, y viene de...- y se levantó a toda prisa y subió las escaleras. Mu se teletransportó hacia la habitación. Estaba vacía, y la ventana abierta. Había varias cosas tiradas en el suelo, y faltaban algunas mantas de la cama de Raji, y el niño había desaparecido. Shaka miró la escena.

-Fueron ellos- dijo Shaka, entendiéndolo todo, y sin poder evitar que un par de lágrimas se le escapen de los ojos.

-Shaka...-

-No digas nada, Mu- dijo Shaka volviéndose hacia él- mejor prepárate... ¿sabes quien sigue?-

-¡Myra!- dijo Mu y, sin decir nada más, se teletransportó hacia el Santuario.

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-Entonces- dijo Sirena- ¿cuál es el plan?-

-Bien- dijo Dragón Marino – Crisaor fue ya por el niño.... Kraken y Escila irán por el muchacho...-

-Bien- dijo Kraken.

-En seguida- dijo Escila.

-Lymnades, tú e Hipocampo irán por la chica...-

-Claro- dijo Hipocampo.

-Tengan cuidado, porque con ella hay un caballero dorado...- dijo Dragón Marino.

-No hay problema- dijo Lymnades- ¿tú que harás?-

-Yo les ayudaré a que tengan el camino libre- respondió el Dragón Marino- porque tengo un asunto que arreglar en este Santuario... manos a la obra...-

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Altaír salió de la casa de Aries, fastidiado de ver a Myra con Kiki. Pasó por los jardines y terrenos del Santuario, muy cerca del lugar donde Takato entrenaba con Arika. Vio a dos hombres con armaduras doradas que se acercaban a él. Le pareció extraño verlos.

-¿Caballeros dorados?- preguntó- ¿qué hacen aquí?-

-Oh, no somos caballeros dorados- dijo uno.

-¿Entonces?- preguntó Altaír.

-Esto fue demasiado fácil- dijo uno al otro, ignorando a Altaír- tomémoslo, Kraken...-

-¿Qué? ¡NO!!!-

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CONTINUARÁ...