CAPÍTULO 9: EL TRAIDOR
Arika entrenaba a Takato.
-Ya basta, Arika- dijo Takato- ya está oscuro...-
-Aún te falta...- pero una chica la interrumpió.
-Hola- dijo Myra sonriendo.
-Hola- dijo Arika- te conozco... tú eres la chica de la otra vez...- Myra asintió- ¿qué te trae por aquí?-
-Quería preguntarte algo...-
-Adelante- dijo Arika, echándole un vistazo a Takato, quien aprovechaba la distracción de su maestra para descansar- Takato, aún te faltan veinte...-
-Pero Arika, yo...- pero no alcanzó a terminar su reclamo, porque un grito lo interrumpió.
-¿Qué fue eso?- preguntó Myra- sonó como...-
-Eso sonó como Altaír- dijo Arika. Se volvió hacia Takato- corre, trae a Rigel y avisa a los demás caballeros dorados...-
-¿Y tú que harás?- preguntó Takato.
-Detenerlos...-
-¿Sin tu armadura?-
-No tengo opción- dijo Arika- ahora corre...-
Arika vio a Takato correr hacia el terreno al que Rigel había ido a entrenar a su hermano, al otro lado del Santuario.
-Myra, vuelve a la casa de Aries- dijo Arika volviéndose a la otra chica- es muy peligroso que estés aquí, aún estando conmigo...-
-Está bien- dijo Myra- ten cuidado...-
Myra corrió hacia la casa de Aries. Arika corrió en dirección contraria, rumbo a los bordes del Santuario. Vio a dos hombres en extrañas armaduras doradas llevando a Altaír inconsciente con ellos.
-¡Suéltenlo!- dijo ella, encendiendo su cosmo- si saben lo que les conviene...-
-¿Quién eres?- preguntó Kraken.
-Soy el caballero dorado de Piscis- dijo Arika- y la pregunta es: ¿quiénes son ustedes?-
-Somos generales marinos de Poseidón- dijo Escila- así que apártate de nuestro camino...-
-Ni hablar- dijo ella. Encendió su cosmo- déjenlo...-
-¿Y qué piensas hacer tú sola, sin tu armadura, caballero de Piscis?-
-Lógico- dijo ella- vencerlos...-
Los dos generales marinos se echaron a reír.
-No veo lo gracioso- dijo Arika, frunciendo el entrecejo.
-Además de ser bonita eres simpática- dijo Kraken- solo por eso no te mataremos...-
-No me hagan reír- dijo Arika, encendiendo su cosmo.
-Vaya, vaya...- dijo una voz detrás de Kraken y Escila- que gusto verte de nuevo, Arika...-
-¿Quién es?- preguntó ella sin bajar la guardia.
-¿Acaso no me reconoces?- dijo el Dragón Marino, acercándose.
-¿Tú eres...?-
-Vaya, veo que sí me recuerdas...-
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En la casa de Aries, Kiki estaba sentado en un escalón de la entrada, esperando a que Myra regresara. De pronto, le pareció ver dos sombras que pasaron con rapidez por la casa. Volteó pero no vio nada.
-¿Qué fue eso?- se preguntó- tal vez fue mi imaginación-
Unos segundos más tarde, Takato, el alumno de Arika, llegó corriendo hacia él.
-¡Kiki!- gritó- algo malo está ocurriendo...-
-¿Qué dices?- preguntó Kiki, alarmado.
-Altaír-dijo Takato- lo atacaron... Arika está peleando sola y sin armadura, no sé cuantos sean...-
Kiki se sorprendió. ¿Estaban atacando el Santuario?
-Espera- dijo, recordando de pronto- Myra estaba con Arika, ¿cierto?- Takato asintió, y Kiki continuó- Takato, corre y avisa a Pierre y a los otros caballeros dorados, para que se preparen. Yo iré a ayudar a Arika...-
-Ya fue Rigel- dijo Takato.
-Rigel es un caballero de plata...- dijo Kiki- de todas maneras, iré a avisar a los otros guardias...-
Kiki se teletransportó. Takato se quedó mirando a lo lejos y vio que Myra iba hacia él. Decidió esperar a que la chica llegara, para asegurarse de que estuviera a salvo. Pero dos sombras aparecieron, y el joven vio que Myra forcejeaba con dos hombres vestidos con armaduras doradas.
-¿Qué demonios sucede?-
- Lymnades, no estaba sola- dijo Caballo de Mar.
-No te preocupes, Caballo de Mar- dijo Lymnades- podemos eliminarlo con facilidad, es un aprendiz...-
-¿Qué dices?- dijo Takato, encendiendo su cosmo. Lymnades y Caballo de Mar hicieron lo mismo y lo atacaron antes de que pudiera defenderse. Takato cayó al suelo inconsciente.
-¡Takato!- gritó Myra tratando de liberarse- ¿qué le han hecho?-
-No te preocupes por él, niña- dijo Caballo de Mar, apretando las muñecas de la chica- vivirá...-
-¡Suéltame!-
-Ni lo sueñes- dijo Lymnades- el señor Poseidón nos ha ordenado llevarte...-
-¿Qué? ¡Nooo!!- gritó, y siguió retorciéndose para librarse de Caballo de Mar, en vano. Apretaron un pañuelo humedecido con un químico contra su rostro hasta que se quedó dormida.
-Siento un cosmo- dijo Lymnades- vámonos, Caballo de Mar...-
-Un momento- dijo Kiki, apareciendo frente a ellos cerrándoles el paso- déjenla o se las verán conmigo...-
-¿Ah, sí?- dijo Lymnades. Sacó un cuchillo y lo acercó al cuello de Myra- ¿sabes? no la necesitamos con vida...-
Kiki hizo una mueca. No podía detenerlos, porque de lo contrario lastimarían a Myra. Caballo de Mar aprovechó su distracción y lo atacó con toda su fuerza. Lymnades, con su brazo libre, también lo atacó. Kiki perdió la conciencia y cayó al suelo. Lymnades y Caballo de Mar rieron. Ambos se dirigieron a la salida del Santuario, llevando a Myra con ellos.
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Mientras tanto, en las afueras del Santuario...
-Pero, ¿cómo pudiste?- dijo Arika.
-¿Te sorprendes?- dijo el Dragón Marino- te dije que conseguiría una armadura dorada...-
-Sí pero, ¿a qué precio?- dijo Arika- has traicionado a Atena, Diego...-
-Pero me uní al equipo ganador, Arika- dijo Diego- soy el líder, el Dragón Marino... tú deberías hacer lo mismo...-
-¿Hacer qué?-
-Unirte a Poseidón- dijo Diego.
-Nunca- dijo ella con resolución- y tampoco te dejaré pasar...-
-¿Acaso lucharás conmigo?- dijo Diego con una mirada de incredulidad.
-Si no dejas a ese chico, sí- dijo Arika. Diego sonrió con astucia.
-¿Acaso ya no me amas?- preguntó. Arika fue tomada por sorpresa con esta pregunta, pero pasada ésta, respiró profundamente.
-No, Diego- dijo ella con convicción, y esta vez fue Diego quien se sorprendió. Creía que la tendría incondicionalmente- me dejaste para siempre, ¿lo recuerdas? Y además, ahora eres un traidor...-
En ese momento, Sirena y los otros generales aparecieron junto a él.
-Ya los tenemos a todos, señor-
-¿Lo lograste, Crisaor?- preguntó el Dragón Marino.
-Claro- dijo éste. Los otros cinco generales sonrieron- fue muy fácil- dijo Crisaor- justo frente las narices de los antiguos caballeros dorados...-
-Entonces llévense a todos...- dijo Diego- esta chica no nos molestará...-
-¿No olvidas algo?- dijo Arika.
-¿Qué?-
-Que yo estoy entre ustedes y su salida- dijo Arika.
-Que bueno que me lo recuerdas- dijo Diego- así entenderás porqué debo hacer eso...-
Diego le lanzó un ataque, del que Arika se defendió con un remolino de rosas negras.
-No les será tan fácil- dijo ella.
-¿Eso crees?- dijo Sirena, y comenzó a tocar su flauta. La música la tenía hechizada. Sin saberlo, dio varios pasos hacia delante, acercándose más y más a los dos generales. Una vez que Arika estuvo a un metro de distancia, Sirena dejó de tocar.
-Esto te tranquilizará, Arika- dijo Diego, y le lanzó un ataque que le dijo de lleno.
-¡Aaaaaaaaah!-
Arika sintió varias quemaduras eléctricas en su cuerpo. Estaba encerrada entre finos rayos de energía. Los otros generales marinos aprovecharon para huir. Diego, sin embargo, se quedó.
-Estate quieta, niña...-
-De...déjame...- murmuró ella con dificultad.
-¿Te molesta?- dijo Diego- jajaja, caíste en mi red de energía, pecesita... ¿irónico, no?-
Arika sentía como su cuerpo se iba aflojando, sus músculos no le respondían ya, y cayó de rodillas.
-Fue tan fácil- dijo Diego, dándose la vuelta para irse del Santuario.
-¡Diego!- dijo una voz masculina- ¿a dónde crees que vas?- El Dragón Marino se volvió.
-¡Rigel!- dijo Diego.
-El mismo- dijo Rigel- te he estado observando, y a parte de traidor eres cobarde. No te irás de aquí...-
-No me digas- dijo Diego- ¿y no te importa lo que pueda pasarle a Arika?-
-¿Qué dices?-
-Oh, sé muy bien que estabas enamorado de ella todo este tiempo- dijo Diego- pero mira- le mostró su palma derecha- así está bien, pero si cierro mi mano- lo hizo- mira lo que le sucede a ella...-
Rigel miró a Arika. Las finas fibras de energía que la rodeaban se cerraban más y más contra su cuerpo, y ella hacía gestos de dolor.
-¡Déjala!-
-Vaya, veo que yo tenía razón- dijo Diego- ¿y sí...?- apretó su puño, y Arika gritó de dolor. Cuando Diego abrió su mano de nuevo, ella cayó inconsciente al suelo, boca abajo- Ahora, el golpe final- y lanzó un rayo de energía contra Arika.
-¡Escudo de Orión!- dijo Rigel, haciendo aparecer un escudo de plata sobre su brazo derecho, protegiendo con él a la chica inconsciente. Parte del ataque de Diego pasó el escudo hirió el brazo de Rigel, y unas cuantas gotas de su propia sangre cayeron sobre la espalda de Arika.
-Infeliz- dijo Rigel entre dientes- pudiste haberla matado...-
-¿Y a mí que?- dijo Diego, desafiante.
-Te haré pagar- dijo Rigel encendiendo su cosmo.
-Inténtalo- dijo Diego, haciendo lo mismo.
-¡Espada de Orión!-
-¡Furia del Dragón Marino!-
Ambos ataques chocaron en una enorme explosión. Los dos oponentes se miraban con verdadero odio. De pronto, ambos sintieron un cosmo aproximándose.
-No tengo tiempo que perder con un caballero de plata, Rigel- dijo Diego- diles a Mu y Shaka, los antiguos caballeros dorados de Aries y Virgo, que si aprecian las vidas de sus hijos, que se mantengan al margen de esta guerra. Si no, no los volverán a ver con vida...-
-¿Qué dices?- dijo Rigel- no te dejaré escapar-
-¿Ah, no?- dijo Diego, y lanzó un rayo de energía contra Arika de nuevo. Rigel la protegió con su escudo de plata. Al levantar la vista, vio que Diego ya había desaparecido. Rigel apretó un puño enfadado. Umi, quien había sentido esos cosmos, acudió a ese sitio.
-Rigel, ¿qué...?-
Pero Rigel la ignoró, y se inclinó para ver que le había sucedido a Arika. Tenía varios golpes por todo el cuerpo, y un hilo de sangre escurría por su frente y mejilla derecha. Rigel la sacudió ligeramente pero ella no respondió.
-¿Qué le pasó?- preguntó Umi- ¿está...?-
-No- dijo Rigel- solo está desmayada. Su corazón aún late...-
En ese momento, Mu apareció justo frente a ellos. Umi, que ya lo conocía, lo miró interrogante.
-Mu, ¿qué...?-
-¿Qué sucedió?- preguntó Mu, mirando la escena con gravedad. Umi se encogió de hombros, y se volvió hacia Rigel para que le explicara.
-Los siete generales marinos- dijo Rigel. Al escuchar esto, Mu se teletransportó hacia la casa de Aries, y encontró a Takato y a Kiki inconscientes en el suelo; el segundo cubierto de sangre. Miró la escena con gravedad, y adivinó lo que había sucedido. Unas cuantas lágrimas se le escaparon de los ojos, igual que a Shaka. Había llegado demasiado tarde.
Pierre, el caballero de Tauro, acababa de bajar hacia la casa de Aries. Vio la escena, y luego a Mu.
-No deberías estar aquí- le dijo- Saori lo ha prohibido...-
-Déjalo, Pierre- dijo Umi, llegando, seguida de Rigel, quien llevaba a Arika en brazos.
-¿Qué sucedió, Umi?-
-Se llevaron a su hija- dijo Umi- y también a Altaír...-
-¿Altaír?- dijo Pierre- ¿a qué te refieres?-
-A que los generales marinos de Poseidón- dijo Rigel- no solo derrotaron a dos caballeros dorados, sino que se llevaron a Altaír y a la hija de Mu...-
Pierre los miró sorprendido.
-Así que déjanos pasar- dijo Umi- tenemos que contarle esto a Saori-
Pierre asintió.
-Vayan- dijo el joven caballero de Tauro- yo me quedaré hasta que ellos dos despierten...- agregó señalando a Kiki y Takato.
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CONTINUARÁ...
Hola, chicos...
Quiero aclarar que no he visto la saga de Poseidón completa, así que si meto la pata, discúlpenme -U
Abby L.
Arika entrenaba a Takato.
-Ya basta, Arika- dijo Takato- ya está oscuro...-
-Aún te falta...- pero una chica la interrumpió.
-Hola- dijo Myra sonriendo.
-Hola- dijo Arika- te conozco... tú eres la chica de la otra vez...- Myra asintió- ¿qué te trae por aquí?-
-Quería preguntarte algo...-
-Adelante- dijo Arika, echándole un vistazo a Takato, quien aprovechaba la distracción de su maestra para descansar- Takato, aún te faltan veinte...-
-Pero Arika, yo...- pero no alcanzó a terminar su reclamo, porque un grito lo interrumpió.
-¿Qué fue eso?- preguntó Myra- sonó como...-
-Eso sonó como Altaír- dijo Arika. Se volvió hacia Takato- corre, trae a Rigel y avisa a los demás caballeros dorados...-
-¿Y tú que harás?- preguntó Takato.
-Detenerlos...-
-¿Sin tu armadura?-
-No tengo opción- dijo Arika- ahora corre...-
Arika vio a Takato correr hacia el terreno al que Rigel había ido a entrenar a su hermano, al otro lado del Santuario.
-Myra, vuelve a la casa de Aries- dijo Arika volviéndose a la otra chica- es muy peligroso que estés aquí, aún estando conmigo...-
-Está bien- dijo Myra- ten cuidado...-
Myra corrió hacia la casa de Aries. Arika corrió en dirección contraria, rumbo a los bordes del Santuario. Vio a dos hombres en extrañas armaduras doradas llevando a Altaír inconsciente con ellos.
-¡Suéltenlo!- dijo ella, encendiendo su cosmo- si saben lo que les conviene...-
-¿Quién eres?- preguntó Kraken.
-Soy el caballero dorado de Piscis- dijo Arika- y la pregunta es: ¿quiénes son ustedes?-
-Somos generales marinos de Poseidón- dijo Escila- así que apártate de nuestro camino...-
-Ni hablar- dijo ella. Encendió su cosmo- déjenlo...-
-¿Y qué piensas hacer tú sola, sin tu armadura, caballero de Piscis?-
-Lógico- dijo ella- vencerlos...-
Los dos generales marinos se echaron a reír.
-No veo lo gracioso- dijo Arika, frunciendo el entrecejo.
-Además de ser bonita eres simpática- dijo Kraken- solo por eso no te mataremos...-
-No me hagan reír- dijo Arika, encendiendo su cosmo.
-Vaya, vaya...- dijo una voz detrás de Kraken y Escila- que gusto verte de nuevo, Arika...-
-¿Quién es?- preguntó ella sin bajar la guardia.
-¿Acaso no me reconoces?- dijo el Dragón Marino, acercándose.
-¿Tú eres...?-
-Vaya, veo que sí me recuerdas...-
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En la casa de Aries, Kiki estaba sentado en un escalón de la entrada, esperando a que Myra regresara. De pronto, le pareció ver dos sombras que pasaron con rapidez por la casa. Volteó pero no vio nada.
-¿Qué fue eso?- se preguntó- tal vez fue mi imaginación-
Unos segundos más tarde, Takato, el alumno de Arika, llegó corriendo hacia él.
-¡Kiki!- gritó- algo malo está ocurriendo...-
-¿Qué dices?- preguntó Kiki, alarmado.
-Altaír-dijo Takato- lo atacaron... Arika está peleando sola y sin armadura, no sé cuantos sean...-
Kiki se sorprendió. ¿Estaban atacando el Santuario?
-Espera- dijo, recordando de pronto- Myra estaba con Arika, ¿cierto?- Takato asintió, y Kiki continuó- Takato, corre y avisa a Pierre y a los otros caballeros dorados, para que se preparen. Yo iré a ayudar a Arika...-
-Ya fue Rigel- dijo Takato.
-Rigel es un caballero de plata...- dijo Kiki- de todas maneras, iré a avisar a los otros guardias...-
Kiki se teletransportó. Takato se quedó mirando a lo lejos y vio que Myra iba hacia él. Decidió esperar a que la chica llegara, para asegurarse de que estuviera a salvo. Pero dos sombras aparecieron, y el joven vio que Myra forcejeaba con dos hombres vestidos con armaduras doradas.
-¿Qué demonios sucede?-
- Lymnades, no estaba sola- dijo Caballo de Mar.
-No te preocupes, Caballo de Mar- dijo Lymnades- podemos eliminarlo con facilidad, es un aprendiz...-
-¿Qué dices?- dijo Takato, encendiendo su cosmo. Lymnades y Caballo de Mar hicieron lo mismo y lo atacaron antes de que pudiera defenderse. Takato cayó al suelo inconsciente.
-¡Takato!- gritó Myra tratando de liberarse- ¿qué le han hecho?-
-No te preocupes por él, niña- dijo Caballo de Mar, apretando las muñecas de la chica- vivirá...-
-¡Suéltame!-
-Ni lo sueñes- dijo Lymnades- el señor Poseidón nos ha ordenado llevarte...-
-¿Qué? ¡Nooo!!- gritó, y siguió retorciéndose para librarse de Caballo de Mar, en vano. Apretaron un pañuelo humedecido con un químico contra su rostro hasta que se quedó dormida.
-Siento un cosmo- dijo Lymnades- vámonos, Caballo de Mar...-
-Un momento- dijo Kiki, apareciendo frente a ellos cerrándoles el paso- déjenla o se las verán conmigo...-
-¿Ah, sí?- dijo Lymnades. Sacó un cuchillo y lo acercó al cuello de Myra- ¿sabes? no la necesitamos con vida...-
Kiki hizo una mueca. No podía detenerlos, porque de lo contrario lastimarían a Myra. Caballo de Mar aprovechó su distracción y lo atacó con toda su fuerza. Lymnades, con su brazo libre, también lo atacó. Kiki perdió la conciencia y cayó al suelo. Lymnades y Caballo de Mar rieron. Ambos se dirigieron a la salida del Santuario, llevando a Myra con ellos.
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Mientras tanto, en las afueras del Santuario...
-Pero, ¿cómo pudiste?- dijo Arika.
-¿Te sorprendes?- dijo el Dragón Marino- te dije que conseguiría una armadura dorada...-
-Sí pero, ¿a qué precio?- dijo Arika- has traicionado a Atena, Diego...-
-Pero me uní al equipo ganador, Arika- dijo Diego- soy el líder, el Dragón Marino... tú deberías hacer lo mismo...-
-¿Hacer qué?-
-Unirte a Poseidón- dijo Diego.
-Nunca- dijo ella con resolución- y tampoco te dejaré pasar...-
-¿Acaso lucharás conmigo?- dijo Diego con una mirada de incredulidad.
-Si no dejas a ese chico, sí- dijo Arika. Diego sonrió con astucia.
-¿Acaso ya no me amas?- preguntó. Arika fue tomada por sorpresa con esta pregunta, pero pasada ésta, respiró profundamente.
-No, Diego- dijo ella con convicción, y esta vez fue Diego quien se sorprendió. Creía que la tendría incondicionalmente- me dejaste para siempre, ¿lo recuerdas? Y además, ahora eres un traidor...-
En ese momento, Sirena y los otros generales aparecieron junto a él.
-Ya los tenemos a todos, señor-
-¿Lo lograste, Crisaor?- preguntó el Dragón Marino.
-Claro- dijo éste. Los otros cinco generales sonrieron- fue muy fácil- dijo Crisaor- justo frente las narices de los antiguos caballeros dorados...-
-Entonces llévense a todos...- dijo Diego- esta chica no nos molestará...-
-¿No olvidas algo?- dijo Arika.
-¿Qué?-
-Que yo estoy entre ustedes y su salida- dijo Arika.
-Que bueno que me lo recuerdas- dijo Diego- así entenderás porqué debo hacer eso...-
Diego le lanzó un ataque, del que Arika se defendió con un remolino de rosas negras.
-No les será tan fácil- dijo ella.
-¿Eso crees?- dijo Sirena, y comenzó a tocar su flauta. La música la tenía hechizada. Sin saberlo, dio varios pasos hacia delante, acercándose más y más a los dos generales. Una vez que Arika estuvo a un metro de distancia, Sirena dejó de tocar.
-Esto te tranquilizará, Arika- dijo Diego, y le lanzó un ataque que le dijo de lleno.
-¡Aaaaaaaaah!-
Arika sintió varias quemaduras eléctricas en su cuerpo. Estaba encerrada entre finos rayos de energía. Los otros generales marinos aprovecharon para huir. Diego, sin embargo, se quedó.
-Estate quieta, niña...-
-De...déjame...- murmuró ella con dificultad.
-¿Te molesta?- dijo Diego- jajaja, caíste en mi red de energía, pecesita... ¿irónico, no?-
Arika sentía como su cuerpo se iba aflojando, sus músculos no le respondían ya, y cayó de rodillas.
-Fue tan fácil- dijo Diego, dándose la vuelta para irse del Santuario.
-¡Diego!- dijo una voz masculina- ¿a dónde crees que vas?- El Dragón Marino se volvió.
-¡Rigel!- dijo Diego.
-El mismo- dijo Rigel- te he estado observando, y a parte de traidor eres cobarde. No te irás de aquí...-
-No me digas- dijo Diego- ¿y no te importa lo que pueda pasarle a Arika?-
-¿Qué dices?-
-Oh, sé muy bien que estabas enamorado de ella todo este tiempo- dijo Diego- pero mira- le mostró su palma derecha- así está bien, pero si cierro mi mano- lo hizo- mira lo que le sucede a ella...-
Rigel miró a Arika. Las finas fibras de energía que la rodeaban se cerraban más y más contra su cuerpo, y ella hacía gestos de dolor.
-¡Déjala!-
-Vaya, veo que yo tenía razón- dijo Diego- ¿y sí...?- apretó su puño, y Arika gritó de dolor. Cuando Diego abrió su mano de nuevo, ella cayó inconsciente al suelo, boca abajo- Ahora, el golpe final- y lanzó un rayo de energía contra Arika.
-¡Escudo de Orión!- dijo Rigel, haciendo aparecer un escudo de plata sobre su brazo derecho, protegiendo con él a la chica inconsciente. Parte del ataque de Diego pasó el escudo hirió el brazo de Rigel, y unas cuantas gotas de su propia sangre cayeron sobre la espalda de Arika.
-Infeliz- dijo Rigel entre dientes- pudiste haberla matado...-
-¿Y a mí que?- dijo Diego, desafiante.
-Te haré pagar- dijo Rigel encendiendo su cosmo.
-Inténtalo- dijo Diego, haciendo lo mismo.
-¡Espada de Orión!-
-¡Furia del Dragón Marino!-
Ambos ataques chocaron en una enorme explosión. Los dos oponentes se miraban con verdadero odio. De pronto, ambos sintieron un cosmo aproximándose.
-No tengo tiempo que perder con un caballero de plata, Rigel- dijo Diego- diles a Mu y Shaka, los antiguos caballeros dorados de Aries y Virgo, que si aprecian las vidas de sus hijos, que se mantengan al margen de esta guerra. Si no, no los volverán a ver con vida...-
-¿Qué dices?- dijo Rigel- no te dejaré escapar-
-¿Ah, no?- dijo Diego, y lanzó un rayo de energía contra Arika de nuevo. Rigel la protegió con su escudo de plata. Al levantar la vista, vio que Diego ya había desaparecido. Rigel apretó un puño enfadado. Umi, quien había sentido esos cosmos, acudió a ese sitio.
-Rigel, ¿qué...?-
Pero Rigel la ignoró, y se inclinó para ver que le había sucedido a Arika. Tenía varios golpes por todo el cuerpo, y un hilo de sangre escurría por su frente y mejilla derecha. Rigel la sacudió ligeramente pero ella no respondió.
-¿Qué le pasó?- preguntó Umi- ¿está...?-
-No- dijo Rigel- solo está desmayada. Su corazón aún late...-
En ese momento, Mu apareció justo frente a ellos. Umi, que ya lo conocía, lo miró interrogante.
-Mu, ¿qué...?-
-¿Qué sucedió?- preguntó Mu, mirando la escena con gravedad. Umi se encogió de hombros, y se volvió hacia Rigel para que le explicara.
-Los siete generales marinos- dijo Rigel. Al escuchar esto, Mu se teletransportó hacia la casa de Aries, y encontró a Takato y a Kiki inconscientes en el suelo; el segundo cubierto de sangre. Miró la escena con gravedad, y adivinó lo que había sucedido. Unas cuantas lágrimas se le escaparon de los ojos, igual que a Shaka. Había llegado demasiado tarde.
Pierre, el caballero de Tauro, acababa de bajar hacia la casa de Aries. Vio la escena, y luego a Mu.
-No deberías estar aquí- le dijo- Saori lo ha prohibido...-
-Déjalo, Pierre- dijo Umi, llegando, seguida de Rigel, quien llevaba a Arika en brazos.
-¿Qué sucedió, Umi?-
-Se llevaron a su hija- dijo Umi- y también a Altaír...-
-¿Altaír?- dijo Pierre- ¿a qué te refieres?-
-A que los generales marinos de Poseidón- dijo Rigel- no solo derrotaron a dos caballeros dorados, sino que se llevaron a Altaír y a la hija de Mu...-
Pierre los miró sorprendido.
-Así que déjanos pasar- dijo Umi- tenemos que contarle esto a Saori-
Pierre asintió.
-Vayan- dijo el joven caballero de Tauro- yo me quedaré hasta que ellos dos despierten...- agregó señalando a Kiki y Takato.
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CONTINUARÁ...
Hola, chicos...
Quiero aclarar que no he visto la saga de Poseidón completa, así que si meto la pata, discúlpenme -U
Abby L.
