CAPÍTULO 13: ALGUNAS SOLUCIONES
En el Santuario, una semana después de la batalla...
-Me alegro de que todo ya haya terminado por fin- dijo Myra, sonriendo. Kiki no podía quitarle los ojos de encima.
-¿Pudiste teletransportarte?- preguntó Kiki. Myra asintió con una sonrisa- eso fue...-
-Muchas gracias- interrumpió Myra.
-Yo también quiero agradecértelo- dijo Mu, llegando por detrás de Kiki- Myra nunca lo habría logrado sin ti...-
-No...no fue nada- dijo Kiki, algo apenado y encogiéndose de hombros- supongo que volverán a Jamir...-
Myra bajó la cabeza, entristecida. Mu se encogió de hombros.
-Aún no lo he decidido- dijo Mu- Alexa quiere volver y, la verdad es muy tentador, pero aún no lo sé...-
-Bueno- dijo Kiki. Mu sonrió.
-Hablaré con tu madre, Myra- dijo Mu, desapareciendo.
-Espero que mi madre diga que sí- dijo Myra- no quiero irme...-
Kiki sonrió y la abrazó con ternura. Myra sonrió Los labios de ambos se unieron en un beso muy tierno y apasionado a la vez. Cuando se separaron, ambos se miraron.
-No quiero que te vayas...- murmuró Kiki.
-No te preocupes- dijo Myra- mi madre comprenderá...-
Altaír pasó por ahí, y los miró de mal humor. Todavía no se acostumbraba a la idea.
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Umi estaba con Shun en los jardines del Santuario, preocupada. No sabía como había reaccionado Arika cuando supo que Diego había muerto.
-Deja de preocuparte, Umi- le dijo Shun tiernamente- ella es fuerte, estará bien...-
-Eso espero...- dijo Umi.
En ese momento, Arika salió también a pasear, y se dirigió a la estatua de siempre, bajo la cual se acurrucó, abrazando sus rodillas, y con la cabeza escondida entre sus brazos. No lloraba, pero su cosmo se sentía muy triste.
-¿'Ella es fuerte, estará bien'?- dijo Umi.
-Pobre- murmuró Shun. Umi asintió.
-Lo sé- dijo Rigel, llegando de pronto tras ellos- y no sé que hacer...-
-Ve con ella, Rigel- dijo Umi- te necesita...-
-Pero yo...-
-Solo ve- interrumpió Umi- y haz que se quite esa tontería de la cabeza...-
-Si tú lo dices- dijo Rigel, caminando hacia ella.
-Espero que esto salga bien- dijo Umi en voz baja.
-Claro que va a salir bien- dijo Shun con una sonrisa- ¿que no recuerdas cuando apenas nos conocimos?-
-¿Qué?- dijo Umi- nosotros nunca tuvimos este tipo de problemas...-
Shun sonrió, y le pasó un brazo por la espalda.
(n/a: lo siento, cambiaré de escena o tendré que cambiar la clasificación del fic)
Arika seguía en la misma posición de antes. Rigel se acercó a ella, haciendo que levantara la mirada. Ese día, a Rigel le parecía más hermosa que de costumbre, tal vez por sus ojos humedecidos o por sus mejillas más sonrojadas. O tal vez por la blusa blanca y la falda larga que llevaba.
-Hola- dijo Rigel- ¿cómo te sientes?-
-Mejor- dijo Arika- mi muñeca ya está bien, y parece que mi tobillo también va mejorando...-
-Me alegro de ello, no me refería a eso...- dijo Rigel- tú sabes a qué...-
-Pues...- dijo ella, y sus ojos se humedecieron otra vez- no lo sé...-
-Arika, deja de pensar en él- dijo Rigel- él pudo haberte dejado morir sin siquiera mover un dedo... más aún, intentó matarte...-
-Lo sé...- dijo ella- pero no...yo no...-
-Por Dios, Arika- dijo Rigel- olvídalo ya... ¿qué no puedes ver que el hombre no valía la pena?-
Ella se molestó.
-¿Y acaso crees que tú sí?-
-Pues por lo menos no intenté asesinarte, sino todo lo contrario- dijo Rigel, algo molesto también.
-Pues déjame en paz- dijo Arika. Como Rigel no parecía dispuesto a irse, ella se levantó. Pero su tobillo lastimado no había sanado aún y se dobló de nuevo, haciendo que la chica caiga en los brazos de Rigel- ¡maldición!-
-Ven, te llevaré a tu casa a descansar...-
-No necesito de tu ayuda, Rigel- dijo ella- así que déjame en paz...-
Rigel la ignoró y la levantó en brazos.
-¡Rigel!- gritó ella- ¡suéltame en este instante!-
-Ni lo sueñes- dijo él- no quiero que te lastimes de nuevo...- Así, Rigel la llevó hasta la casa de Piscis, mientras ella le decía que la bajara.
-Te lo advierto, Rigel- dijo Arika- yo soy un caballero dorado y tengo mayor rango y poderes que tú...-
-Si quieres, úsalos conmigo- dijo Rigel- no me importa...-
Ella no siguió. Al llegar a Piscis, Rigel la depositó en su cama. Luego, llenó una bolsa con hielo y se la puso en el tobillo.
-Ay- se quejó ella- duele...-
-Lo sé- dijo Rigel- pero esto lo aliviará...-
-Gr...gracias- dijo ella ligeramente ruborizada.
-Dime una cosa- dijo Rigel- ¿porqué siempre te defiendes de mí? Ya sabes muy bien que yo no te haría daño...-
-Yo... tienes razón- dijo Arika- tienes razón sobre Diego... solo me defiendo de ti porque... porque tengo miedo...-
-¿Miedo de qué?-
-De... de enamorarme otra vez...-
Rigel soltó la bolsa, que cayó al suelo. No la levantó. Se sentó junto a ella sobre la cama.
-Arika- dijo- no tienes porqué tenerme miedo... yo nunca te dejaré, y mucho menos, lastimarte como él...-
Ella iba a responder, pero Rigel la besó. De nuevo, no pudo resistirse a ese beso. Dejó de oponer resistencia y se dejó besar por él. Dejó que sus manos se movieran por su cuerpo con libertad.
-¿Qué haces?- preguntó Rigel- ¿no vas a alejarme de ti con una patada?-
-No- dijo Arika- mi tobillo está lastimado...- sonrió- Rigel, yo... te amo...-
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A la mañana siguiente, a primera hora, el silbato de Umi resonó en todo el campo de entrenamiento.
-Para comenzar, quince vueltas al Santuario, todos- ordenó. Todos protestaron, pero Umi no los escuchó.
-¿Porqué nos pone este entrenamiento?- preguntó Dafne.
-Porque está de buen humor- dijo Jasón mientras corrían.
-Demonios- dijo Iris- ¿tendrá algo que ver con Shun?-
Jasón sonrió con picardía, haciendo que los demás rieran, pero un chico los alcanzó.
-Dejen de hablar de mis padres- dijo Iori, frunciendo el entrecejo, quien los alcanzó corriendo- además, eso no tiene que ver solo con mi padre...-
-¿No?- preguntó Jasón, sorprendido- ¿entonces?-
-¿Acaso no tienes cerebro, cachorro de león?- dijo Iris a su primo- mira a Takato...-
El joven aprendiz de Arika era sometido a un entrenamiento aún mucho más duro que el de ellos, por parte de su maestra, quien sonreía ampliamente.
-De acuerdo- dijo Dafne- creo que a las dos chicas que son caballeros dorados se les zafó un tornillo...-
-¡Dafne!- gritó Umi - ¡tú darás veinticinco vueltas!-
-Pero, ¿porqué?- reclamó Dafne.
-Por dos razones- dijo Umi- la primera, no me agradas...-
-¡No es justo!- protestó Dafne.
-La vida no es justa...- dijo Umi.
-¿Y cuál es la otra razón?- preguntó Dafne.
-No creas que no te estoy escuchando...- dijo Umi.
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-Myra- dijo Mu, regresando a la casa de Aries, donde Myra seguía entrenando con Kiki- acabo de hablar con tu madre...-
-¿Y...?-
-Y piensa que no deberíamos quedarnos aquí, porque nuestro hogar son las montañas de Jamir...-
-Pero...- Myra estaba a punto de reclamar, cuando Mu la interrumpió con un gesto.
-Sin embargo, está dispuesta a quedarse contigo y conmigo, hasta que tú quieras...-
Al oír estas palabras, Myra se lanzó a abrazar a su padre. Kiki sonrió: había tenido tanto miedo de que Mu decidiera llevársela a Jamir.
-Después de todo- agregó Mu- necesitas estar cerca de Kiki para que te enseñe...-
Kiki sonrió, agradecido.
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-¿Te vas a ir de aquí, Shaka?- preguntó Saori- Mu se quedará...-
-Lo sé- dijo Shaka- pero desde que llegamos, Raji ha sufrido demasiado. Su hogar está en India, no en Grecia...-
-Pero...- dijo Saori.
-Su madre y yo ya lo hemos decidido así- dijo Shaka- creo que es lo mejor para él-
-Bien- dijo Saori- si eso es lo mejor...-
Shaka salió cabizbajo del templo de Atena. Realmente quería quedarse en Grecia, que había sido su hogar mucho tiempo. Extrañaba a sus amigos. Pero antes de partir, le había prometido a Raji que volverían a India tan pronto como el problema terminara. Y ya era hora de cumplir su promesa.
Bajó hacia la casa de Virgo, la que había sido suya y ahora pertenecía a Shun. Suspiró. Recordaba perfectamente ese lugar, donde había pasado quizá los mejores años de su vida. No pudo evitar que algunas lágrimas de tristeza bañaran sus ojos.
-¿Qué sucede, Shaka?- Milo preguntó. Camus y Shura iban también con el antiguo caballero de Escorpión.
-Nada- dijo Shaka.
-Atena nos dijo que te irás a India- dijo Milo- ¿porqué?-
-Tengo que volver- dijo Shaka- le prometí a mi hijo Raji que volveríamos...-
Milo no dijo nada. Tampoco Shura o Camus. Los tres miraron a Shaka, quien salió del Santuario después de despedirse de ellos.
-Camus, ¿qué...?- preguntó Shura.
-Nada, Milo- dijo Camus- no podemos interferir en ello-
-Pero...- dijo Milo.
-Shaka es un hombre de palabra, Milo- dijo Camus- aún la que le dio a un niño. Es lo más noble...-
-Si tú lo dices...- dijo Milo cruzando los brazos. Camus sonrió.
-Casi lo olvido- dijo Camus, apartando un momento su tono frío- creo que me habías mencionado que...-
-¡¡ES CIERTO!!- gritó Milo y, con estas palabras, corrió a la entrada del Santuario. Camus sonrió levemente y siguió a Milo.
-¡Camus!- dijo Shura- ¿qué demonios le sucedió a Milo?-
-Ven y lo verás- dijo Camus.
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-¿Acaso piensas...?- exclamó Kanon.
-Claro, papá- dijo Karina.
-¿Quieres quedarte como caballero para siempre?- dijo Kanon- ¿y con él?-
-Mi hermano Rigel nos entrenará bien, señor- dijo Héctor, con la mayor seriedad posible, aunque eso no engañaba a Kanon. Rigel sonrió al ver el intento de su hermano.
-Así es, Kanon- dijo Rigel- yo me haré responsable de Karina...-
-Está bien- dijo Kanon con una sonrisa- solo una cosa...-
-¿Cuál?- preguntó el caballero de plata.
-No dejes que tu hermano se acerque demasiado a mi hija...-
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-¡Papá!- gritó una chica de catorce años, de cabellos rojos y ojos azules, llegando al Santuario con un enorme maletín de viaje.
-¡Helena!- dijo Milo, abrazándola.
-¿Helena?- preguntó Shura, sin entender de quien se trataba. Camus se volvió hacia él.
-Helena es la hija mayor de Milo-dijo Camus- y al parecer, ha cambiado mucho en estos años-
Detrás de Helena, venía una mujer pelirroja, de ojos negros. Era más o menos de la edad de Milo.
-Milo- murmuró la mujer.
-Hola, Penélope- dijo Milo, algo nervioso. Ella lo miraba frunciendo el entrecejo. Helena sonrió.
-Vamos, mamá...- dijo la chica- ya fueron muchos años...-
-¿Cómo está nuestro hijo?- le preguntó Penélope.
-Bien- dijo Milo- en este momento está en casa de Camus y Sarina...-
Helena pasó su mirada de Milo a Penélope, y luego de nuevo hacia Milo. Los dos se miraban como si quisieran decirse algo, pero no se atrevieran. De pronto, Milo sonrió, y Penélope se dejó abrazar por Milo.
-Perdóname, Milo- dijo entre lágrimas- te extrañé... Helena y yo te extrañamos...-
-Yo también las extrañé...- dijo Milo.
-Creo que me perdí de algo- murmuró Shura, sin entender.
-Es fácil- dijo Camus- hace cuatro años, Penélope y Milo se separaron. Penélope se quedó con Helena, y Milo con su hijo pequeño...-
-Ya entiendo...- murmuró Shura.
Un disco salió volando del área de entrenamiento de Umi y cayó a los pies de Helena, quien lo levantó. Jasón corrió a buscarlo, pero se detuvo de pronto al ver a la chica que lo había recogido.
-Esto es tuyo, supongo...- dijo Helena, ofreciéndole el disco.
-S...sí- dijo Jasón, muy ruborizado- gr...gracias...-
-No hay porqué- dijo Helena.
-Bueno...yo... me llamo Ja...Jasón...-
-Mucho gusto- dijo la chica- yo me llamo Helena...-
-El gusto es todo mío- dijo Jasón- ¿quisieras...venir?-
-Claro- dijo Helena, acompañando al chico para verlo entrenar.
-¡Aléjate de mi hija!- murmuró Milo entre dientes.
-Milo...- dijo Camus.
-¿Qué?-
-¿Estás celoso?- preguntó Shura. Milo se volvió hacia él, indignado.
-¡Claro que no!-
Esta expresión hizo que Shura, Camus y Penélope rieran.
-No te preocupes, Milo- dijo Penélope- Umi cuidará que ese chico se mantenga alejado de Helena...-
-Además- dijo Shura- Jasón es el hijo de Aioria, no hará nada malo...-
-Más le vale...- dijo Milo.
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CONTINUARÁ...
El siguiente capítulo será el final, así que sigan leyendo y mandando reviews...
Abby L.
En el Santuario, una semana después de la batalla...
-Me alegro de que todo ya haya terminado por fin- dijo Myra, sonriendo. Kiki no podía quitarle los ojos de encima.
-¿Pudiste teletransportarte?- preguntó Kiki. Myra asintió con una sonrisa- eso fue...-
-Muchas gracias- interrumpió Myra.
-Yo también quiero agradecértelo- dijo Mu, llegando por detrás de Kiki- Myra nunca lo habría logrado sin ti...-
-No...no fue nada- dijo Kiki, algo apenado y encogiéndose de hombros- supongo que volverán a Jamir...-
Myra bajó la cabeza, entristecida. Mu se encogió de hombros.
-Aún no lo he decidido- dijo Mu- Alexa quiere volver y, la verdad es muy tentador, pero aún no lo sé...-
-Bueno- dijo Kiki. Mu sonrió.
-Hablaré con tu madre, Myra- dijo Mu, desapareciendo.
-Espero que mi madre diga que sí- dijo Myra- no quiero irme...-
Kiki sonrió y la abrazó con ternura. Myra sonrió Los labios de ambos se unieron en un beso muy tierno y apasionado a la vez. Cuando se separaron, ambos se miraron.
-No quiero que te vayas...- murmuró Kiki.
-No te preocupes- dijo Myra- mi madre comprenderá...-
Altaír pasó por ahí, y los miró de mal humor. Todavía no se acostumbraba a la idea.
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Umi estaba con Shun en los jardines del Santuario, preocupada. No sabía como había reaccionado Arika cuando supo que Diego había muerto.
-Deja de preocuparte, Umi- le dijo Shun tiernamente- ella es fuerte, estará bien...-
-Eso espero...- dijo Umi.
En ese momento, Arika salió también a pasear, y se dirigió a la estatua de siempre, bajo la cual se acurrucó, abrazando sus rodillas, y con la cabeza escondida entre sus brazos. No lloraba, pero su cosmo se sentía muy triste.
-¿'Ella es fuerte, estará bien'?- dijo Umi.
-Pobre- murmuró Shun. Umi asintió.
-Lo sé- dijo Rigel, llegando de pronto tras ellos- y no sé que hacer...-
-Ve con ella, Rigel- dijo Umi- te necesita...-
-Pero yo...-
-Solo ve- interrumpió Umi- y haz que se quite esa tontería de la cabeza...-
-Si tú lo dices- dijo Rigel, caminando hacia ella.
-Espero que esto salga bien- dijo Umi en voz baja.
-Claro que va a salir bien- dijo Shun con una sonrisa- ¿que no recuerdas cuando apenas nos conocimos?-
-¿Qué?- dijo Umi- nosotros nunca tuvimos este tipo de problemas...-
Shun sonrió, y le pasó un brazo por la espalda.
(n/a: lo siento, cambiaré de escena o tendré que cambiar la clasificación del fic)
Arika seguía en la misma posición de antes. Rigel se acercó a ella, haciendo que levantara la mirada. Ese día, a Rigel le parecía más hermosa que de costumbre, tal vez por sus ojos humedecidos o por sus mejillas más sonrojadas. O tal vez por la blusa blanca y la falda larga que llevaba.
-Hola- dijo Rigel- ¿cómo te sientes?-
-Mejor- dijo Arika- mi muñeca ya está bien, y parece que mi tobillo también va mejorando...-
-Me alegro de ello, no me refería a eso...- dijo Rigel- tú sabes a qué...-
-Pues...- dijo ella, y sus ojos se humedecieron otra vez- no lo sé...-
-Arika, deja de pensar en él- dijo Rigel- él pudo haberte dejado morir sin siquiera mover un dedo... más aún, intentó matarte...-
-Lo sé...- dijo ella- pero no...yo no...-
-Por Dios, Arika- dijo Rigel- olvídalo ya... ¿qué no puedes ver que el hombre no valía la pena?-
Ella se molestó.
-¿Y acaso crees que tú sí?-
-Pues por lo menos no intenté asesinarte, sino todo lo contrario- dijo Rigel, algo molesto también.
-Pues déjame en paz- dijo Arika. Como Rigel no parecía dispuesto a irse, ella se levantó. Pero su tobillo lastimado no había sanado aún y se dobló de nuevo, haciendo que la chica caiga en los brazos de Rigel- ¡maldición!-
-Ven, te llevaré a tu casa a descansar...-
-No necesito de tu ayuda, Rigel- dijo ella- así que déjame en paz...-
Rigel la ignoró y la levantó en brazos.
-¡Rigel!- gritó ella- ¡suéltame en este instante!-
-Ni lo sueñes- dijo él- no quiero que te lastimes de nuevo...- Así, Rigel la llevó hasta la casa de Piscis, mientras ella le decía que la bajara.
-Te lo advierto, Rigel- dijo Arika- yo soy un caballero dorado y tengo mayor rango y poderes que tú...-
-Si quieres, úsalos conmigo- dijo Rigel- no me importa...-
Ella no siguió. Al llegar a Piscis, Rigel la depositó en su cama. Luego, llenó una bolsa con hielo y se la puso en el tobillo.
-Ay- se quejó ella- duele...-
-Lo sé- dijo Rigel- pero esto lo aliviará...-
-Gr...gracias- dijo ella ligeramente ruborizada.
-Dime una cosa- dijo Rigel- ¿porqué siempre te defiendes de mí? Ya sabes muy bien que yo no te haría daño...-
-Yo... tienes razón- dijo Arika- tienes razón sobre Diego... solo me defiendo de ti porque... porque tengo miedo...-
-¿Miedo de qué?-
-De... de enamorarme otra vez...-
Rigel soltó la bolsa, que cayó al suelo. No la levantó. Se sentó junto a ella sobre la cama.
-Arika- dijo- no tienes porqué tenerme miedo... yo nunca te dejaré, y mucho menos, lastimarte como él...-
Ella iba a responder, pero Rigel la besó. De nuevo, no pudo resistirse a ese beso. Dejó de oponer resistencia y se dejó besar por él. Dejó que sus manos se movieran por su cuerpo con libertad.
-¿Qué haces?- preguntó Rigel- ¿no vas a alejarme de ti con una patada?-
-No- dijo Arika- mi tobillo está lastimado...- sonrió- Rigel, yo... te amo...-
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A la mañana siguiente, a primera hora, el silbato de Umi resonó en todo el campo de entrenamiento.
-Para comenzar, quince vueltas al Santuario, todos- ordenó. Todos protestaron, pero Umi no los escuchó.
-¿Porqué nos pone este entrenamiento?- preguntó Dafne.
-Porque está de buen humor- dijo Jasón mientras corrían.
-Demonios- dijo Iris- ¿tendrá algo que ver con Shun?-
Jasón sonrió con picardía, haciendo que los demás rieran, pero un chico los alcanzó.
-Dejen de hablar de mis padres- dijo Iori, frunciendo el entrecejo, quien los alcanzó corriendo- además, eso no tiene que ver solo con mi padre...-
-¿No?- preguntó Jasón, sorprendido- ¿entonces?-
-¿Acaso no tienes cerebro, cachorro de león?- dijo Iris a su primo- mira a Takato...-
El joven aprendiz de Arika era sometido a un entrenamiento aún mucho más duro que el de ellos, por parte de su maestra, quien sonreía ampliamente.
-De acuerdo- dijo Dafne- creo que a las dos chicas que son caballeros dorados se les zafó un tornillo...-
-¡Dafne!- gritó Umi - ¡tú darás veinticinco vueltas!-
-Pero, ¿porqué?- reclamó Dafne.
-Por dos razones- dijo Umi- la primera, no me agradas...-
-¡No es justo!- protestó Dafne.
-La vida no es justa...- dijo Umi.
-¿Y cuál es la otra razón?- preguntó Dafne.
-No creas que no te estoy escuchando...- dijo Umi.
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-Myra- dijo Mu, regresando a la casa de Aries, donde Myra seguía entrenando con Kiki- acabo de hablar con tu madre...-
-¿Y...?-
-Y piensa que no deberíamos quedarnos aquí, porque nuestro hogar son las montañas de Jamir...-
-Pero...- Myra estaba a punto de reclamar, cuando Mu la interrumpió con un gesto.
-Sin embargo, está dispuesta a quedarse contigo y conmigo, hasta que tú quieras...-
Al oír estas palabras, Myra se lanzó a abrazar a su padre. Kiki sonrió: había tenido tanto miedo de que Mu decidiera llevársela a Jamir.
-Después de todo- agregó Mu- necesitas estar cerca de Kiki para que te enseñe...-
Kiki sonrió, agradecido.
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-¿Te vas a ir de aquí, Shaka?- preguntó Saori- Mu se quedará...-
-Lo sé- dijo Shaka- pero desde que llegamos, Raji ha sufrido demasiado. Su hogar está en India, no en Grecia...-
-Pero...- dijo Saori.
-Su madre y yo ya lo hemos decidido así- dijo Shaka- creo que es lo mejor para él-
-Bien- dijo Saori- si eso es lo mejor...-
Shaka salió cabizbajo del templo de Atena. Realmente quería quedarse en Grecia, que había sido su hogar mucho tiempo. Extrañaba a sus amigos. Pero antes de partir, le había prometido a Raji que volverían a India tan pronto como el problema terminara. Y ya era hora de cumplir su promesa.
Bajó hacia la casa de Virgo, la que había sido suya y ahora pertenecía a Shun. Suspiró. Recordaba perfectamente ese lugar, donde había pasado quizá los mejores años de su vida. No pudo evitar que algunas lágrimas de tristeza bañaran sus ojos.
-¿Qué sucede, Shaka?- Milo preguntó. Camus y Shura iban también con el antiguo caballero de Escorpión.
-Nada- dijo Shaka.
-Atena nos dijo que te irás a India- dijo Milo- ¿porqué?-
-Tengo que volver- dijo Shaka- le prometí a mi hijo Raji que volveríamos...-
Milo no dijo nada. Tampoco Shura o Camus. Los tres miraron a Shaka, quien salió del Santuario después de despedirse de ellos.
-Camus, ¿qué...?- preguntó Shura.
-Nada, Milo- dijo Camus- no podemos interferir en ello-
-Pero...- dijo Milo.
-Shaka es un hombre de palabra, Milo- dijo Camus- aún la que le dio a un niño. Es lo más noble...-
-Si tú lo dices...- dijo Milo cruzando los brazos. Camus sonrió.
-Casi lo olvido- dijo Camus, apartando un momento su tono frío- creo que me habías mencionado que...-
-¡¡ES CIERTO!!- gritó Milo y, con estas palabras, corrió a la entrada del Santuario. Camus sonrió levemente y siguió a Milo.
-¡Camus!- dijo Shura- ¿qué demonios le sucedió a Milo?-
-Ven y lo verás- dijo Camus.
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-¿Acaso piensas...?- exclamó Kanon.
-Claro, papá- dijo Karina.
-¿Quieres quedarte como caballero para siempre?- dijo Kanon- ¿y con él?-
-Mi hermano Rigel nos entrenará bien, señor- dijo Héctor, con la mayor seriedad posible, aunque eso no engañaba a Kanon. Rigel sonrió al ver el intento de su hermano.
-Así es, Kanon- dijo Rigel- yo me haré responsable de Karina...-
-Está bien- dijo Kanon con una sonrisa- solo una cosa...-
-¿Cuál?- preguntó el caballero de plata.
-No dejes que tu hermano se acerque demasiado a mi hija...-
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-¡Papá!- gritó una chica de catorce años, de cabellos rojos y ojos azules, llegando al Santuario con un enorme maletín de viaje.
-¡Helena!- dijo Milo, abrazándola.
-¿Helena?- preguntó Shura, sin entender de quien se trataba. Camus se volvió hacia él.
-Helena es la hija mayor de Milo-dijo Camus- y al parecer, ha cambiado mucho en estos años-
Detrás de Helena, venía una mujer pelirroja, de ojos negros. Era más o menos de la edad de Milo.
-Milo- murmuró la mujer.
-Hola, Penélope- dijo Milo, algo nervioso. Ella lo miraba frunciendo el entrecejo. Helena sonrió.
-Vamos, mamá...- dijo la chica- ya fueron muchos años...-
-¿Cómo está nuestro hijo?- le preguntó Penélope.
-Bien- dijo Milo- en este momento está en casa de Camus y Sarina...-
Helena pasó su mirada de Milo a Penélope, y luego de nuevo hacia Milo. Los dos se miraban como si quisieran decirse algo, pero no se atrevieran. De pronto, Milo sonrió, y Penélope se dejó abrazar por Milo.
-Perdóname, Milo- dijo entre lágrimas- te extrañé... Helena y yo te extrañamos...-
-Yo también las extrañé...- dijo Milo.
-Creo que me perdí de algo- murmuró Shura, sin entender.
-Es fácil- dijo Camus- hace cuatro años, Penélope y Milo se separaron. Penélope se quedó con Helena, y Milo con su hijo pequeño...-
-Ya entiendo...- murmuró Shura.
Un disco salió volando del área de entrenamiento de Umi y cayó a los pies de Helena, quien lo levantó. Jasón corrió a buscarlo, pero se detuvo de pronto al ver a la chica que lo había recogido.
-Esto es tuyo, supongo...- dijo Helena, ofreciéndole el disco.
-S...sí- dijo Jasón, muy ruborizado- gr...gracias...-
-No hay porqué- dijo Helena.
-Bueno...yo... me llamo Ja...Jasón...-
-Mucho gusto- dijo la chica- yo me llamo Helena...-
-El gusto es todo mío- dijo Jasón- ¿quisieras...venir?-
-Claro- dijo Helena, acompañando al chico para verlo entrenar.
-¡Aléjate de mi hija!- murmuró Milo entre dientes.
-Milo...- dijo Camus.
-¿Qué?-
-¿Estás celoso?- preguntó Shura. Milo se volvió hacia él, indignado.
-¡Claro que no!-
Esta expresión hizo que Shura, Camus y Penélope rieran.
-No te preocupes, Milo- dijo Penélope- Umi cuidará que ese chico se mantenga alejado de Helena...-
-Además- dijo Shura- Jasón es el hijo de Aioria, no hará nada malo...-
-Más le vale...- dijo Milo.
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CONTINUARÁ...
El siguiente capítulo será el final, así que sigan leyendo y mandando reviews...
Abby L.
