El ganador se lo lleva todo

por Karoru Metallium

IV

La reina del baile

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La casa de los Asakura. Luces encendidas, risas.

Inmediatamente se había propuesto un juego de cartas, y ahora Yoh, Suisei, Horohoro y Tamao jugaban, Pilika observaba ("no quiero tener que terminar liándome a patadas con el necio de mi hermano"), Ryu y Manta preparaban la comida en la cocina, y el rostro congestionado de Anna hacía juego con la expresión sombría de Len.

Al cabo de un rato, Horohoro flirteaba abiertamente con la pelirroja, ésta le sonreía y coqueteaba con Yoh, Anna y Len dedicaban miradas asesinas al trío y Tamao estaba cual cucaracha en baile de gallinas: sin saber qué hacer.

- ¿Y entonces? - exclamó la chica del pelo rosa - ¿Juegan o qué?

Los tres cuestionados parecieron reaccionar y reanudaron el juego. Pilika se aburría, así que se fue a la cocina a molestar a los chefs de turno.

Anna no aguantó más las miraditas de Suisei a "su" Yoh, y optó por dejar la salita e instalarse en el comedor, donde se sentó en la leve luz que proporcionaba la única lamparita encendida. Tenía que pensar. Sabía que debía hacer algo, pero no sabía qué. La situación de seguro iba a empeorar, lo sentía... había captado a la pelirroja mirándola con un aire de reto triunfal que le había hecho rechinar los dientes con tal fuerza que las mandíbulas le dolían.

Pero no era eso lo que le había dolido más. Por la cuenta que le tenía la pelirroja podía hacer un striptease, o tirarse de un barranco (mucho mejor). Lo que le carcomía las entrañas era la actitud indolente de Yoh hacia el coqueteo; parecía haber retrocedido unos cuantos años y no dejaba de sonreírle a la zorra como idiota y soltar esa risita que a ella le atacaba los nervios.

¿Le gustaba de veras? ¿Estaba nervioso por su cercanía? ¿O todo era una excelente actuación?

El problema era ése, precisamente: no lo sabía. Casi seis años viviendo con Yoh en la misma casa, y no sabía cuáles eran sus verdaderas reacciones ante determinados eventos; y mucho menos éste, nunca lo había visto así.

- ¿Exiliada también? - preguntó Len, sentándose a su lado en la mesa. Lejos de las miradas de los demás, sus caras reflejaban exactamente lo que sentían, y no eran buenos semblantes para observar.

- ¿Tú qué crees? Esta tarde ha sido horrible - musitó ella, dibujando un patrón sobre el mantel con un dedo distraído.

- Por esta noche, sabemos quién es la reina del baile. La pelirroja nos está ganando por mano - dijo Len, y Anna se volvió a mirarlo, sorprendida. Era la primera vez que expresaba claramente, aunque no de manera directa, sus sentimientos hacia el ainu de pelo azul -. ¿Te asombra que lo admita?

- Sí.

- Tengo mi orgullo, pero no soy de piedra, Anna.

- Tampoco yo.

- Pero eres una mujer digna, y no mereces que te falten al respeto. Yo no puedo hacer nada para remediar mi situación, pero tú sí; tienes que ponerle coto a la situación antes de que se haga insoportable para todos.

- ¿Y qué quieres? ¿Que arme un escándalo y le diga que le quite sus sucias manos de encima a mi hombre? - Anna le dedicó un sonrisa torcida.

- No habría necesidad de todo esto si te decidieras a hablarle a Yoh...

- No puedo. No soportaría que me dijese que quiere romper nuestro compromiso.

- Pero algún día tendrás que enterarte de lo que siente o deja de sentir por ti, y más vale que sea más temprano que tarde - dejó caer Len con brusquedad.

- No dejas de tener razón, pero no puedo hacerlo.

- ¿Prefieres que te falten al respeto?

- Hasta el momento no ha ocurrido, al menos por parte suya. Y si llega a ocurrir, sé qué hacer.

- ¿Qué harás?

- Anular el compromiso.

- ¡ESTÁS LOCA!

- ¿Porqué? Es algo perfectamente honorable...

- ... y totalmente incomprensible. Has peleado por él durante años, lo has cuidado, lo has entrenado, te has angustiado, has vivido por y para él. ¡Y vas a dejarlo ir! Eso es estúpido.

- Se te olvidó la parte más importante: me enamoré de él, y ante eso todo lo demás carece de importancia, créeme.

- ¡Precisamente por eso no deberías!

- ¿Obligarías a la persona que amas a estar contigo aunque no quiera? ¿Soportarías eso, sólo para tenerlo a tu lado?

Len se quedó mirando los límpidos ojos de Anna y al instante comprendió lo que quería decirle.

- Lo siento, Anna. Tienes razón. Yoh Asakura es un idiota retrasado; y yo no le voy muy a la zaga...

- Es el idiota al que amo, y el amigo al que quiero. No hables mal de ellos - dijo la rubia, y por primera vez en todos los años que tenía de conocerla, Len vio una sonrisa genuina iluminando aquella linda cara.

- Gracias por considerarme tu amigo, Anna.

- Eres el único. Y el único que lo sabe.

- No te creas. Tamao no es tan caída de la mata como tú crees, la he visto mirándote. Ella también quiere a Yoh, y está convencida de que tú lo amas. Me atrevería a decir que ella los mira como a su cuento de hadas hecho realidad.

- Hablando de cuentos... ¿qué piensas hacer con lo tuyo?

- Nada. Ahora es mi turno de preguntar qué quieres que haga, porque no le veo salida al asunto. El objeto de mi afecto no hace más que probar a cada momento que es TOTALMENTE heterosexual; el sólo pensamiento de besar a alguien de su mismo sexo debe darle náuseas... como me daban a mí antes de que me diera cuenta de lo que estaba pasándome.

- Debe haber sido difícil para ti, especialmente con la educación que has tenido - lo alentó Anna, con genuina simpatía.

- Y que lo digas. No se lo deseo a nadie. Me torturé durante meses tratando de convencerme de que no jugaba para el otro equipo, como tan graciosamente lo expresó Jun...

- ¿Tu hermana lo sabe?

- No había manera de ocultárselo, pero con ella no hay cuidado. Si mi padre llega a enterarse, sí que me habría matado.

- Entonces no harás nada...

- No sé, no sé. Yo no soy como tú. Lo voy a intentar si veo la más mínima oportunidad.

- ¿Vas a seducirlo? - preguntó Anna, sonriendo un poco, al tiempo que se sonrojaba por lo que acababa de decir.

- Sabes, yo creo que lo voy a intentar, aunque no pueda ponerme un escote y lucir mis encantos como bien podrías hacerlo tú... - una chispa de diversión iluminó los ojos amarillentos - pero no lo harás. Sé que consideras eso como un truco muy bajo, y bueno, aunque te cueste creerlo yo tampoco soy un cualquiera, no me gustan TODOS los hombres, sólo él - se rió, muy bajo, y la rubia lo secundó después de unos momentos de confusión.

Así estaban cuando Ryu y Manta llegaron y encendieron todas las luces del comedor para servir la cena. Lo ojos de Manta parecían platos al ver a los dos (en su opinión los seres más amargados del mundo) riendo a la chita callando.

- ¡Qué bueno que se llevan bien por fin! - celebró Ryu, colocando los platos en la mesa. El pequeño Manta permaneció mirándolos con el ceño fruncido, como si temiera que se trajeran algo entre manos.

Los demás entraron poco después, y a la rubia no le pasó desapercibida la mirada extraña que volvió a aparecer en los ojos de Horohoro al mirar a Len sentado a su lado. Quizás Len tenía muchas más oportunidades de las que se imaginaba. Anna no tenía prejuicios al respecto y esperaba que algo bueno pudiera salir de todo aquello.

Pero por estar mirando al shaman del norte, se perdió de la mirada confusa que Yoh le dirigió al entrar al comedor; no pudo verla, porque casi de inmediato fue reemplazada por la sonrisita tonta de siempre. Suisei iba colgada de su brazo como si él fuera un salvavidas, y Anna apretó los dientes hasta que oyó el murmullo de Pilika, que se había sentado a su izquierda:

- ¡Ésta como que tiene complejo de canasto y le gusta ir colgada! Qué familiares me gasto...

A duras penas pudo contener la risa. Para bien o para mal, la armadura emocional de la itako se estaba resquebrajando por los cuatro costados.

Próximo capítulo: Yo sufro, tú sufres, él sufre, nosotros sufrimos...

N.A.: Uffff, ultrarequetesuperduper idiota... pero bueno, son esas cosas raras que nos pasan a veces por la cabeza. Gomen! ^___^. Tengo ya el 5, la mitad del 6, y... esto va a ser largo, cosa que hacía tiempo no me pasaba. ¡Pero es que la serie me encanta, y además adoro a Yoh y a Anna! Dejen su opinión, porfa.