El ganador se lo lleva todo

por Karoru Metallium

VII

De noche, todos los gatos son pardos...

********************

De inmediato, Anna fue a ver lo que pasaba y encontró a una Suisei aterrada, acurrucada en un rincón del pasillo y calada hasta los huesos. Tuvo que hacer un esfuerzo para contener la risa al verla en ese estado, hasta que el pensamiento de que ese pasillo llevaba no sólo a los baños sino también a la habitación de Yoh le hizo rechinar los dientes.

Por otra parte, la escasa vestimenta de la pelirroja no presagiaba nada bueno: llevaba tan sólo un minúsculo teddy verde adornado con encaje negro que le quedaba demasiado bien para la tranquilidad mental de la rubia. Era evidente que la modelo andaba de cacería...

En un minuto el pasillo estuvo lleno de gente. Tamao, que había sido la primera en llegar, abrazada a su osito rosado, miraba a Suisei con los ojos muy abiertos; Ryu se había desmayado al ver a la pelirroja, no sin antes hacer todo un espectáculo de sangrado nasal y babeo descontrolado. Pilika se reía hasta las lágrimas, agarrada al brazo de Len, y la señalaba con el dedo, tomando buena nota del cabello empapado y chorreado que le caía sobre la cara. Len, por su parte, le dirigía una de sus miradas asesinas, sin hacer caso de Pilika, ni de Horohoro, que todavía lo tenía agarrado por el cuello. Y Horohoro...

... sangraba por la nariz, mirando a la pelirroja con ojos que parecían salírsele de las órbitas.

Entonces Anna se percató de que el teddy mojado se adhería a la piel de la modelo y dejaba al descubierto lo que debía cubrir (que no era mucho, dado lo corto que era) de un cuerpo escultural, y de que atrás de todo el mundo se encontraba su prometido contemplando la escena con un rostro que mostraba shock absoluto.

Sin pensarlo dos veces, la rubia se quitó la bata negra que llevaba sobre su conservador pijama (también negro), y se inclinó sobre la pelirroja, cubriéndola con la prenda de un modo efectivo, si bien un tanto brusco. Acto seguido, caminó hacia Yoh y le obsequió un pellizco formidable en el brazo que lo sacó del trance.

- ¡¡¡Aaaayyyy!!! ¡¡Anna!! ¿Eso porqué?

- Para que me respetes la cara - dijo ésta secamente.

- ¿Qué le pasó, señorita Suisei? - preguntó Tamao, sin poder contener su curiosidad.

- ... e-estaba c-caminando... y de p-pronto me tropecé, y vi una sombra que m-me perseguía... ¡m-me echó agua encima! Me asusté m-mucho... -gimoteó, usando tonito de mujer indefensa, a todas luces más falso que un billete de a tres - seguro f-fue uno de esos e-espíritus malvados...

- ¿Y se puede saber qué hacías deambulando por la casa estando las luces apagadas? - terció Anna, implacable.

- ... este... yo... ¡ Iba al baño!

- Sabes perfectamente que este lugar está lleno de espíritus, si les temes ¿porque has salido a oscuras? - una venita roja apareció en la frente de Anna.

- Mujer, no seas mala con ella, ¿no ves que la pobre está asustada? - Horohoro soltó el cuello de Len y acudió solícito a ayudar a la empapada pelirroja a levantarse del suelo.

Pilika rió a carcajadas, sin soltar el brazo del joven chino, en cuya frente también hizo su aparición la famosa venita.

- Esto es ridículo - señaló, dando media vuelta, sacudiéndose a Pilika como si fuese un bicho y marchándose de vuelta a la salita, arrastrando por una pierna al aún desmayado Ryu.

- Espero que ahora dejen dormir - bostezó Pilika, sin perder ojo a la figura de Len alejándose por el pasillo, y se fue, seguida por Tamao.

- Yo te acompañaré un rato mientras se te pasa el susto, Suisei - ofreció Horohoro, con demasiadas ganas -, pobrecita, seguro que aún no te recuperas.

- De ninguna manera - intervino la rubia -, YO voy a acompañar a la señorita a secarse, y después a su habitación. Allí estará Tamao haciéndole compañía.

- Pero, Anna... - se quejó el ainu, con una mirada suplicante de esas capaces de derretir una piedra, pero que no hizo mella en la itako.

- A la sala, Horohoro. ¡Ya!

- Esto es peor que el cuartel... -masculló el joven peliazul, alejándose.

Yoh seguía allí, apoyado contra la pared, y, para consternación (y secreto deleite) de Anna cuando al fin se dio cuenta, vistiendo sólo unos boxer negros. La rubia se olvidó por un momento de la lagartija pelirroja que estaba tras ellos y se lo quedó mirando, sonrojada, aunque con el ceño fruncido. El shaman tenía cara de indecisión y nervios y su famosa sonrisita no aparecía por ningún lado.

- ¿Y tú qué haces parado ahí?

- Eh... ¿yo?... nada, jiji... - las mejillas de Yoh adquirieron color también, notando la mirada de Anna.

De pronto, parecía que no hubiera nadie más en el pasillo; sólo ellos dos, mirándose, en un momento que se les antojó eterno. Sin embargo, fueron sólo unos segundos.

- Yoh... - comenzó la rubia, con una voz un tanto temblorosa.

- ... q-qué. - alcanzó a responder el joven, boquiabierto ante la expresión del rostro femenino.

- Por lo que más quieras, échate algo de ropa encima - ahora sí la cara del joven shaman adquirió un tono rojo profundo, y el tono de Anna volvió a ser tan seco como siempre - ... y tú, señorita, haz el favor de cerrar la boca y dejar de babear.

La aludida, prudentemente, obedeció: cerró la boca y dejó de babear. Yoh ya se había retirado, más rojo que una cereza.

Anna siguió a Suisei al baño, donde ésta se secó y se puso un albornoz. Cuando intentó salir del cuarto, la rubia la detuvo agarrándola firmemente por un brazo.

- ¿Eh? ¿Qué pasa?

- Mira, mujercita, no sé qué te traes entre manos, pero si me entero de que andas circulando por la casa en la oscuridad otra vez, te vas a llevar más que un susto. ¿Me has entendido?

Una sonrisa insolente se extendió por las facciones de la pelirroja.

- Estás celosa de mí por mi belleza - apuntó, muy ufana - todas lo están, me tienen envidia. Pero yo no tengo la culpa de llamar la atención de los hombres - añadió, con un tono sugestivo.

- Pero sí tienes la culpa de andar insinuándote y comportándote en general como un numerito fácil. Por los demás no me importa, pero te advierto que dejes a mi prometido en paz.

- Si tu "prometido" me mira, no hay nada que pueda hacer para evitarlo. Además, deberías de dejar de hablar como si fuera de tu propiedad, eso de los compromisos está pasado de moda y ni siquiera creo que le guste una rubia descolorida como tú...

Si Suisei hubiera conocido de verdad a Anna, habría temblado al ver la expresión sombría de la joven; y si los demás hubieran presenciado la escena habrían adoptado de inmediato la posición de choque en espera del estallido de la formidable itako. Pero ésta simplemente respiró hondo, dirigiéndole una mirada cargada de desprecio a la pelirroja.

- ... descolorida y todo, al menos mis colores son TODOS naturales - repuso, burlona, aunque la rabia contenida se percibía en su voz. Con un dedo desdeñoso, levantó un mechón de pelo rojo empapado, en cuyas raíces se percibía una pequeña zona más clara - ... peliteñida. Haz lo que quieras, pero no te atravieses en mi camino porque lo lamentarás.

Sin esperar, se dio media vuelta y salió del cuarto de baño, dejando a una Suisei muy confundida y molesta.

****************************

En la sala, de nuevo con todo el mundo acostado en sus respectivos lugares (al menos aparentemente) y las luces apagadas, Len Tao reflexionaba sobre algo MUY extraño que le había sucedido durante el breve episodio acaecido en el pasillo, cuando vio de nuevo una sombra pasar frente a la puerta. Era evidente que algunos podían dormir sin dificultad, y que otros (como él mismo) aunque quisieran no podrían hacerlo.

Decidió ir él mismo a investigar en lugar de llamar a Basón, aunque éste había sido muy efectivo sacando de circulación a la pelirroja. En modo furtivo, salió de la salita y siguió a la sombra, ostensiblemente femenina, cuyo destino parecía ser la terraza. Allí llegó, en efecto, y se sentó en el piso, cerca de uno de los pilares.

La débil luz de la luna arrancó destellos de un cabello claro, pero no lo suficiente como para que el joven distinguiera de quién se trataba.

- ... ¿Anna? - preguntó en voz baja, y la chica volteó a mirarlo, dejando escapar un gritito ahogado. Al ver el largo cabello, Len supo de quién se trataba - ¡Pilika! ¿Qué haces aquí?

- No puedo dormir - repuso la joven ainu, en un tono mucho menos alegre que de costumbre - y por lo que veo tú tampoco. ¿Quieres hacerme compañía un rato? Podemos hablar - dijo, con naturalidad.

Len alzó una ceja, incrédulo. ¿De qué podía hablar con ella? "Bueno, Pilika, sabes, estoy interesado en tu hermano, etc, etc..." O__o. Pero... se sentiría mal si se negara a hacerle compañía un rato, y no le gustaba sentirse así. La chica podía ser un fastidio a veces por lo hiperactiva e indiscreta, pero tenía un encanto especial, una especie de ingenua malicia que hacía que todos acabaran por aguantarle cualquier cosa. Entristecer a Pilika sería un acto tan cruel e injustificado como patear a un cachorro indefenso.

Así que Len Tao terminó sentándose junto a ella. Nunca había tratado de hacer migas con la chica, pero podía intentarlo.

- Bien, te acompañaré un rato.

- Eres muy amable, gracias - dejó escapar una risita nerviosa.

- No te rías así, que parece que estuvieras imitando a Yoh - dijo con severidad el joven.

Hubo un par de minutos de incómodo silencio.

- Qué raro... ¿no tienes nada que decir para comenzar la conversación? - preguntó Len, algo mosqueado.

- Yo... bueno... estee... - Pilika tragó con fuerza como si tuviera miedo de decir lo que fuera que pasaba por su mente en ese momento - ¿no te molestas si te hago una pregunta personal?

Len la miró con sospecha.

- Depende de cuál sea la pregunta.

- ¿Te gusta Anna?

- ¿¿¡¡QUÉ!!??

La sorprendida exclamación del joven chino asustó un poco a la chica.

- ¡No grites así, Len! ¿Quieres despertar de nuevo a todos?

- ¿Cómo se te ocurre hacerme semejante pregunta?

- EsquetehevistoconellaenelparqueyestanochecuandohasvenidoaquícreístequeyoeraAnna - barbotó Pilika sin respirar.

- ¿Y no se te ocurrió pensar que simplemente me agrada y que somos amigos?

- Pues yo... - avergonzada, Pilika bajó la mirada.

- ¿¿¡¡SE PUEDE SABER QUÉ HACES AQUÍ AFUERA, CON MI HERMANITA, LOS DOS SOLOS Y EN MITAD DE LA NOCHE!!?? - esta vez fue el grito indignado de Horohoro el que hizo saltar a ambos y despertó al resto de la casa... por segunda vez esa noche.

Próximo capítulo: Las fresas de la amargura

N.A.: Silvy-chan... no te garantizo que siga la idea que me has dado, pero me ha gustado... y creo que al menos voy a usarla para sembrar la duda (ya empecé, creo) xDDDDDD qué mala soy, juas, juas. Ojo: no me meto con Pilika, al contrario, considero que es un personaje sumamente cute y por eso le he dado algo de protagonismo en los dos últimos caps.

¡¡Gracias a todos por sus reviews, sigan dejándome sus opiniones y sugerencias que eso me impulsa a continuar!! Y sí... creo que el próximo capítulo será angsty, aunque apenas lo llevo empezado. Besos!