El ganador se lo lleva todo

por Karoru Metallium

XII

Las desventajas de la multitud

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- ¿Qué ocurre entre Len y tú, Anna?

La pregunta, hecha en un tono tan serio y solemne que casi no parecía provenir del siempre despreocupado Yoh, alarmó, alegró y confundió a la rubia; todo a la vez.

... ¿eso significaba que Len tenía razón? ¿Yoh estaba celoso de él? Si era así, eso significaba que sentía algo por ella, algo que no tenía nada que ver con el compromiso, el deber o la costumbre.

Sin embargo, también era MUY indignante que por la mente de su prometido pasara que ella pudiera comenzar "algo" con alguien estando comprometida con él...

- ¿Cómo que qué ocurre? Espero que no estés insinuando algún tipo de deslealtad por mi parte, Yoh Asakura, ¡porque no te lo voy a permitir!

- Yo sólo estoy preguntando...

- ...y eso ya es bastante indignante, teniendo en cuenta que Len es uno de tus amigos...

- ¡Pues por lo visto es más amigo tuyo que mío! - exclamó Yoh bruscamente.

Anna lo miró con los ojos muy abiertos, asombrada ante el inusitado despliegue de violencia verbal por parte de alguien que solía tomárselo todo con calma.

Pero la sorpresa no evitó que se enfadarse aún más y perdiera por completo los estribos, junto con su habitual pose de frialdad.

- ¡Eres insufrible! ¿Es que acaso no puedo tener un buen amigo?

- ¡Claro que puedes, pero no me gusta!

- ¡Tú tienes a Manta y yo no me quejo!

- ¡Es distinto! ¡Manta es hombre, como yo!

- ¡No me vengas con esa basura de frasecita sexista!

- ¡Eso no es ser sexista, es simplemente ser humano! ¿Te gustaría a ti que mi mejor amigo fuera una chica? ¿Tamao, por poner un ejemplo?

De nuevo la rubia se quedó sin palabras, entre el asombro y el enojo. Tener un intercambio de palabras de esa clase con Yoh - con quien jamás discutía, porque él simplemente hacía lo que ella decía o se limitaba a escucharla sin decir nada y hacía lo que le venía en gana al final -, y encima perderlo, era algo que jamás hubiera pensado.

¡Por primera vez estaban discutiendo!

Y ella acababa de quedarse sin palabras...

- Eres... eres... - no sabía qué hacer ni qué decir.

Él la miraba con el ceño fruncido. Anna se retorció en sus brazos, con ganas de pegarle, pero se le había olvidado el pequeño detalle de que él aún la tenía abrazada y muy bien sujeta, como si hubiera adivinado que tendría que inmovilizarla.

También se le había olvidado lo fuerte que era, lo cual era lógico debido a los duros entrenamientos a los que ella misma lo había sometido.

- ¡Suéltame, Yoh! - más que a orden, su tono sonó como una súplica.

De pronto, él dejó de fruncir el ceño y volvió a sonreír.

Su dulce sonrisa de siempre, pero matizada con un toque de travesura que derritió la resistencia de la itako... literalmente. Hipnotizada por esa sonrisa se quedó muy quieta, como una muñeca indefensa en sus brazos, y él aflojó su abrazo por un momento.

- ¿No lo entiendes, Annita? - la voz de Yoh estaba llena de ternura, pero no hubo prácticamente nada tierno en la forma en que la besó.

¡¡Cielos, cuánto quiero a este cabeza dura!!

El breve pensamiento pasó por la mente de la rubia un segundo antes de perder la cabeza por completo.

El shaman de cabellos castaños ejercía sobre ella desde siempre un poder especial, el de ser capaz de derretir su hielo con una sonrisa y estremecerla con una mirada sin tener que tocarla, aunque ella no lo demostrara.

El beso de Yoh era aún mejor de lo que recordaba, por muchísimas razones. Esta vez ninguno de los dos tenía la mente entorpecida y/o desinhibida por el alcohol, esta vez había sido él quien lo había comenzado, esta vez estaban solos...

La boca masculina era apasionada, dominante y exigente sobre la suya, pero al mismo tiempo la presión de su abrazo se había relajado, como dejándole espacio para que ella se apartara si así lo quería.

Pero Anna no quería apartarse. Había esperado demasiado tiempo para que esto ocurriera, y ahora que había ocurrido no quería que terminara pronto. Es más, no quería que acabara nunca.

Sin pensarlo dos veces, separó los labios por completo para recibir la invasión dulce, caliente y ávida de Yoh, respondiendo al fuego con fuego.

Perdida en el calor del cuerpo de su prometido y en las sensaciones que experimentaba, le pareció que pasaban minutos y minutos de besos y suaves caricias...

... hasta que las luces del porche se encendieron de pronto y un vozarrón los sobresaltó.

- ¡¡¡¡Miren!!!! ¡¡¡¡Pero si los tortolitos están celebrando la noticia!!!!

Por segunda vez en la historia de Yoh y Anna, el ainu de pelo azul y su GRAN bocota habían interrumpido un momento de intimidad, y por segunda vez también se separaron rojos de vergüenza.

En la puerta, observándolos, se encontraban Manta, Ryu, Suisei, el señor Takehito, Horohoro, Pilika, Tamao y Len. Es decir: todo el mundo.

Ambos se pusieron de pie. De nuevo, la pareja favorita de todos era el espectáculo del día.

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- Pero... ¿no son liiiiiiiiiindos? - canturreó Pilika, feliz, con los ojitos como dos corazones y saltando de aquí para allá como un conejito - ¡Son una pareja preciosa! ¡Y tan tiernos!

Gota extra grande (de un galón, más o menos) general.

- ¡¡Felicidades, chicos!! - terció Horohoro alegremente, ignorando las caras de pocos amigos con las que lo miraban los "chicos" en cuestión.

- Gracias - repuso Yoh, que a pesar de haber enrojecido tenía una expresión y una voz tan serias que delataban su enojo por la interrupción.

Anna, todavía roja como un tomate, miró a Tamao. Ésta parecía impresionada y lucía algo pálida, pero se veía que trataba de asumir la situación lo mejor que podía sin echarse a llorar.

El anodino señor Takehito, a quien no veía desde la tarde en la que llegaron los ainu, esbozaba una sonrisa tímida y parecía más avergonzado que Yoh y ella juntos. Manta parecía contento y Ryu tenía corazones en los ojos al igual que Pilika .

La parte que más le gustó al pasear su mirada por los presentes, aparte del ceño fruncido y la expresión frustrada de la peliteñida Suisei, fue la sonrisa maliciosa de Len, quien estaba parado como "por casualidad" al lado del sonriente Horo.

- ¿Y bien? ¿Ya saben cómo va ser? ¡Anna! ¿Qué te vas a poner? ¿Va a ser al estilo occidental o tradicional? Seré una de tus damas de honor si es al estilo occidental, ¿verdad? ¡Di que sí! Pero que los vestidos no sean de color rosa porque me muero, el rosa me sienta fatal... mejor azul, o lavanda... ¿Habrá flores? ¿Y banquete?

DOBLE gota extra grande, general.

Pilika no paró de hablar y de hacer preguntas como una ametralladora, sin respirar, hasta que se quedó sin aire; entonces Anna aprovechó para hablar.

- Todavía no lo sabemos, Pilika. Hay que discutir esos detalles con la familia; pero lo más seguro es que seguiremos las tradiciones, conociendo a la señora Kino. - explicó, mirando de reojo a su prometido, quien dejó escapar una de sus risitas chocantes (marca registrada).

- Ooooh, qué mal, yo quería ser una de tus damas de honor... pero en fin, se van a casar, serán felices... ¡y habrá fiesta! - la pequeña ainu estaba de lo más complacida.

- ...y mucha comida deliciosa - murmuró su hermano entre dientes con una sonrisa positivamente caníbal en su rostro; pero en ese momento se había hecho un silencio y todos pudieron escuchar claramente sus palabras. El joven peliazul tuvo la gracia de enrojecer cuando todos se le quedaron mirando - Bueno, ¿y qué? ¿Acaso es un pecado apreciar la buena comida?

- Es que tú no la aprecias... tú te la tragas sin saborearla siquiera - terció Len con una sonrisita sarcástica.

- ¿Y a ti quién te preguntó, Fu Manchú? - una nube de ira pasó por la mirada del shaman del norte, y como casi siempre, estaba dirigida hacia el joven chino.

- Es que es verdad, hermanito, ¡eres un pozo sin fondo!

- ¡¡¡¡¡PILIKA!!!!! Es el colmo, ¿también te vas a poner en mi contra?

- ¿Acaso tengo yo la culpa de que seas un tragón sin remedio? ¡Menos mal que te hago entrenar, porque si no, en lugar de grande y musculoso, serías una enorme bola de grasa! ¡Tragón!

Los dos hermanos empezaron a discutir de nuevo, y el resto de los presentes se desentendió de ellos. El señor Takehito se acercó a la pareja y los felicitó, agradeciéndoles a continuación por haberlo "invitado tan amablemente" a alojarse en su hogar.

Esta vez fue Yoh quien tuvo la gracia de enrojecer, mirando de reojo a Anna, quien le acuñó un formidable pellizco mientras le sonreía cortésmente al reservado acompañante de los ainu. El shaman de cabellos castaños sólo apretó los dientes y dijo "ay", muy bajito.

- No tiene porqué darlas. En verdad será un placer tenerle aquí.

- Ay, Anna, ¡estoy tan emocionada! - Pilika se colgó del brazo de Anna, hiperkinética como siempre.

Una venita apareció en la frente de la rubia itako, que hizo su mejor esfuerzo para no darle un empellón a la jovencita.

- Quiero participar en TODO lo que vayas a hacer. Así sabré qué hacer cuando me case...

- ¿Y quién dice que te casarás? ¿Quién que no sea yo te va aguantar? - intervino Horohoro, frunciendo el ceño.

- ¡Horo! ¡No digas eso! - le regañó, volviendo luego a sacudir a Anna - Cuando vayas a ver a la abuela de Yoh, ¿puedo ir contigo? Quiero saber todos los detalles de la boda...

- La boda, la luna de miel, especialmente la luna de miel.... ¡Ayyyy! - el comentario "oportuno" de Horohoro fue interrumpido por un violento pisotón de una muy roja Anna.

La cara de Yoh también había tomado un tono aún más rojo. La indiscreción del joven ainu pareció inquietarlo además de abochornarlo.

¡Luna de miel! Demonios, hasta ahora no había pensado en cómo sería su vida después de casado. Y no quería pensarlo por ahora, ya tenía la cabeza bastante alborotada como para añadirle más inquietudes.

- Como vuelvas a hacer otro comentario de esos, Horohoro, te partiré la cara yo misma - masculló la rubia, y su prometido, que alcanzó a escucharla, alzó una ceja y luego sonrió.

De pronto el ainu olfateó el ambiente, se percibía un fuerte olor a quemado...

- Algo se quema...

- ¡¡¡LA CENA!!! - Ryu, desesperado, entró a la casa corriendo.

- Ay, nooooooo.... - Horohoro salió disparado tras él.

Nueva gota general. Era evidente que para el joven no había nada más importante que la comida y su hermana, probablemente en ese orden...

- Veré si hay algo que se pueda salvar - dijo Manta, e inició la procesión hacia el interior de la casa.

El shaman de cabellos castaños se acercó a su prometida y le habló en susurros.

- Tenemos una conversación pendiente...

- Y yo que creía que ya todo estaba resuelto - murmuró la sacerdotisa, con sarcasmo.

- No todo se resuelve con un beso, por muy... bueno que sea - Yoh le guiñó un ojo, tan despreocupadamente como siempre, y la vena en la frente de la rubia amenazó con estallar.

- Eres un... un... ésta me la pagas, ya verás...

- Se te está acabando el vocabulario, Annita... - dejó caer el joven, evidentemente divirtiéndose a costa del bochorno de su prometida.

- ¡Cállate! Dices una palabra más y te asesino. ¿No ves que ese par está tratando de escuchar lo que decimos? - su mirada se dirigió hacia el rincón donde estaba Len apoyado contra la pared, y luego más allá, hacia cierta chica peliazul que se había sentado en las escaleras y los miraba con MUCHA atención.

- Vale. Pero tenemos que encontrar algún momento para hablar a solas...

- Pues no sé qué vas a hacer para lograrlo, con tanta gente alrededor.

- Tú siempre tan positiva - suspiró él con resignación.

- No he sido YO quien ha llenado la casa de gente DOS veces, idiota. Es a ti a quien le gusta ser el centro de todo; yo no quiero seguir dando espectáculos, ¿entiendes? Métete eso en esa gran cabezota vacía que tienes.

- No importa. Ya se me ocurrirá algo, todo saldrá bien, verás - la sonrisa característica asomó al rostro de Yoh, y Anna bufó de indignación.

- ¡¡Son TAN lindos!!! ¡Se ven lindos hasta cuando discuten! - la exclamación de Pilika los sobresaltó. La chica tenía los ojos fijos en ellos con una mirada soñadora, no exenta de un toque de adoración casi perruna.

GOTA...

- ¿¡Qué habré hecho yo para merecerme esto!? - murmuró Anna, mirando al cielo nocturno con una expresión oscilante entre la furia y la resignación.

- Oye Yoh - Len se había acercado a ellos - ¿Te molestaría darme posada esta noche? Ya se hizo de noche y me da pereza conducir...

- Puess... no, por supuesto que no; eres bienvenido.

Cuando entraban a la casa, Anna lucía una sonrisa burlona en su rostro.

- Tú y tu legendaria hospitalidad no hacen más que meterte en líos todo el tiempo, Yoh Asakura. ¿Cuándo aprenderás?

Próximo capítulo: El poder de la sumisión

N.A.: Pa ti, Silvy-chan... la musa te complació y te dio lo que querías xDDDDDD. No he sido demasiado pastelosa en la escena, ¿verdad que no? Gomen por las introspecciones y conversaciones pero me gusta tratar de meterme en la mente de los personajes y a veces eso es medio fastidioso xD.

Un comentario al margen: aquí tomo en cuenta que los personajes han crecido y trato de presentarlos así, dentro de un marco bastante real, pero conservando las características propias de su personalidad; creo que hasta ahora los he mantenido bastante en carácter (y yo que pensaba que iban a salirme muy OOC al ponerles unos años de más). Por eso procuro no abusar de los recursos como los celos constantes y absurdos o el exceso de fluff.

Sé muy bien que no es posible complacer a todo el mundo. Pero les agradezco porque eso significa que me leen, que les entretiene, y (lo más importante ^^) ¡¡yo me estoy divirtiendo horrores!! Es la primera vez que escribo algo con un poco de humor... los que hayan leído mis otras historias sabrán que me especializo en drama y angst xD.