El ganador se lo lleva todo

por Karoru Metallium

XVII

Distracciones

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Advertencias: algo de fluffy lime (no mucho, la censura, ya saben...), azúcar. Falta el ron, pero en fin, el alcohol lo dejaremos para próximos capítulos xD.

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- Me pregunté en dónde, cuándo y con quién habías aprendido a hacer... ya sabes, esas cosas. Es evidente que has tenido práctica...

- ¿¿¿¡¡¡EEEHH!!!??

Aunque había apartado la mirada de nuevo y no se atrevía a verle la cara, Anna percibía que Yoh estaba completamente estupefacto.

- ¿"Evidente"? Anna, ¿de qué diablos estás hablando?

- Yoh, ¡no es posible que seas tan denso!

- No lo soy, lo que sucede es que no puedo creer lo que me estás preguntando. ¿Me estás diciendo que quieres saber si me he acostado con alguien para tener práctica? - ¡amigos, a esto es a lo que yo llamo ser directo!

- Más o menos, sí, aunque yo no lo hubiera dicho con tanta claridad - la itako tenía la cara tan caliente que sentía que le iba a estallar en cualquier momento.

En circunstancias normales no se habría atrevido a preguntar algo así, pero él iba a ser su... su marido, y ella quería saberlo.

- Mmm... - una vez pasada la sorpresa, parecía haberse quedado pensativo - sea cual sea la respuesta, ¿cambiaría eso de alguna manera la situación entre nosotros?

- No - contestó, aunque su voz sonaba tensa y expectante.

- ¿Seguro que no, Anna?

- ¡Maldita sea, he dicho que no! - la rubia estaba a punto de perder los estribos - ¿Quieres contestar de una vez, si es que lo vas a hacer?

- Si te vas a poner así, no.

- ¡¡¡¡ARGHHH!!!! - aprovechando la cercanía, Anna lo agarró por las solapas de la camisa y lo zarandeó - ¡Deja de bromear y contesta de una vez! ¡¡¿¿No te das cuenta de que me pones nerviosa??!!

- ¿Te pongo nerviosa? Oh, eso es excitante - la sonrisa calmada y odiosa no desaparecía del rostro del shaman, y la sacerdotisa sintió más que nunca ganas de borrársela con el puño.

Las manos que tiraban de la camisa del joven se volvieron garras y temblaban...

- Vale - dijo de pronto Yoh, poniéndose serio y alzando la mano libre en señal de rendición -, te contaré si me prometes que te vas a quedar tranquila. Después de todo, no es nada grave, te lo aseguro...

- Soy adulta, Yoh; creo que podré soportarlo.

El joven se estremeció ante la ironía en su voz. Estaba algo nervioso y se aclaró la garganta antes de volver a hablar, en parte porque la chica no soltaba las solapas de su camisa, por si acaso...

- Verás, te decía que no era nada grave. No es como si te hubiera puesto los cuernos o algo así... vamos, que no me expreso bien; eso sucedió antes de que tú vinieras a vivir aquí, ¿ves?

- ¿Antes de...? ¡Pero ya estábamos prometidos! ¡Y TÚ TENÍAS DOCE AÑOS! - estaba estupefacta.

- Oye, eso no es anormal hoy en día, ¿sabes? ¡AY! - la rubia se las había arreglado para acuñarle un formidable pellizco en el brazo - ¡Eso va a dejarme un moretón!

- ¡Uno por uno no es trampa! - hirviendo de rabia, la itako agarró el cuello de su propia blusa y lo abrió, exponiendo el moretón que Yoh le había dejado. Éste abrió unos ojos como platos y palideció.

- ¿Yo te hice eso?

- ¿Qué, fue tan poca cosa para ti que ya no te acuerdas?

- Oye, Anna, no digas eso... siento mucho haberte hecho daño - la aplastante sinceridad y la expresión contrita de su rostro apagaron de golpe todo el enojo de su prometida, como siempre. La rubia suspiró.

- No lo hiciste. Al menos, en ese momento no lo sentí así - después de terminar de hablar se dio cuenta de lo que había dicho, y su rostro se puso escarlata - ¡Pero he tenido que ponerme esta blusa vieja para cubrirlo y he pasado vergüenza tras vergüenza todo el día! Parece que a todo el mundo le llama la atención mi... mi busto - Yoh sonreía otra vez, su sonrisa suave de siempre.

- Y yo que me preguntaba porqué te habías puesto esa blusa tan ceñida... en algún momento pensé que querías tentarme, ponerme celoso, qué se yo...

- ¿Quién fue? - espetó Anna de pronto, volviendo a la carga.

- ¿Quién fue qué?

- La... la chica que... esa que... tú... - ¿porqué era tan difícil verbalizar las quinientas preguntas que le rondaban la cabeza? ¿porqué tenía que actuar como una idiota? - digo, asumiendo que fue una sola, y no varias... sinvergüenza...

- Annaaaaaaa... - se quejó el joven - fue una sola y casi ni pasó nada. Además, puede que yo sea un tonto, pero soy un caballero; no me harás decir su nombre...

- ¿Cómo que casi ni pasó nada? ¿A qué llamas tú "casi"? ¿Qué es en tu concepto eso de que "no pase nada"? - la rubia comenzaba a enfadarse otra vez.

- Bueno, a que hubo besos y caricias y etcétera, pero no llegamos a... bueno, ya sabes, no se consumó, por decirlo de alguna forma - fue el turno de Yoh de sonrojarse levemente, pero Anna no se ablandó con la confesión.

- ¿Qué es "etcétera"?

- ¡Eres peor que mi abuela aplicando el interrogatorio de tercer grado! ¿Para qué diablos quieres saber eso?

- ¡Contéstame!

- Digamos que aprendí algunas cosas de ella y con ella. Los detalles no pienso dártelos, y me parece grotesco que quieras que te los dé - se pasó la mano por los cabellos en un gesto cansado -. Demonios, Anna, ¿qué quieres que te diga? ¡No te conocía! Para mí eras sólo un nombre, y yo era apenas poco más que un niño... no es como si estuviera enamorado de esa chica, ni ella de mí. Fue sólo un juego, y lo único que me quedó de ello fue una experiencia muy limitada.

- ¿Seguro que fue una sola?

- Me lleva el... - Yoh aspiró con fuerza, como armándose de paciencia; era algo muy raro de ver en él - a ver, ¿me he apartado de tu vista en los últimos seis años? Entre el entrenamiento que me has puesto, los estudios y ahora el trabajo, ¿crees que me ha quedado tiempo para andar tonteando en la calle?

Anna lo miró, pensativa. De nuevo su furia se había evaporado como si nunca hubiera existido, y ya estaba acostumbrándose a los altibajos de presión que sufría cada vez que tenía una de estas conversaciones "serias" con su prometido.

El muy pelma parecía saber qué botones apretar para manejarla, y lo mismo la hacía enojar que la calmaba con toda facilidad.

Y eso llevaba a la pregunta principal...

- Yoh... si es cierto eso de tu experiencia "limitada", ¿cómo es posible que... que sepas exactamente dónde y cómo tocarme para... para hacerme sentir? - preguntó, avergonzada pero decidida.

El brazo que aún la rodeaba la apretó un poco más y ella se miró en las brillantes pupilas del shaman mientras la mano libre de éste se alzaba para acunar el rostro femenino.

- Es posible porque eres tú, Anna - la chica frunció el ceño; Yoh sonrió - ¿No lo comprendes? Hace años que estamos juntos... han sido años de observarte, de medirte, de calcularte, de quererte... también de desearte y de fantasear contigo...

- Eres un baboso - musitó la rubia, sin rencor.

- ¡Que no! En todo caso soy un baboso por ti, porque sólo te he mirado a ti, sólo te he deseado a ti... eres la única para mí. Eres MI Anna - la mano en su rostro se deslizó muy suavemente, dibujando sus facciones; luego descendió para acariciar su cuello y su pecho, por encima de la blusa.

A estas alturas, la itako sentía que el corazón le latía con tanta fuerza que le iba a estallar dentro del pecho; sólo la mirada intensa de Yoh clavada en la suya bastaba para dejarla sin aliento. El joven la besó en los labios brevemente, sin que su mano dejara de acariciarla.

- Anna...

- ¿Mmmm?

- ¿Alguna vez has tenido fantasías conmigo?

- ¿Quieres avergonzarme?

- No, sólo quiero saber. No sé porqué tienes que sentirte tan mortificada por tratar esos temas conmigo, se supone que debemos tenernos confianza, ¿no?

- Está bien: sí. ¿Satisfecho?

- Aún no, pero pronto lo estaré - al escuchar el tono insinuante de Yoh, la joven se retorció furiosa entre sus brazos hasta que sintió cómo el shaman se estremecía por la risa contenida.

- Idiota. Te complace molestarme, ¿eh? - el codo de la itako encontró el camino justo hacia las costillas de su prometido, que emitió un quejido - ¿Y tú qué? ¿Qué tal tus fantasías?

- Oh, excelentes, Annita. La mejor prueba de eso es que actuando en la realidad he resultado ser tan bueno que te he hecho pensar que tengo una vasta experiencia - dicho esto, se echó a reír a carcajadas ante el bochorno de la chica.

- ¡Eres un...! - el insulto que iba a soltar quedó atrapado en el calor de la boca de Yoh cuando éste la besó con ansiedad y ella simplemente respondió.

Boca a boca, lenguas luchando por dominación sólo para abandonarla cuando la obtenían, una y otra vez. Era algo increíble, y por mucho que se hubieran besado en los últimos dos días, no dejaba de fascinarla la gama de sensaciones que recorrían su cuerpo al sentir el sabor intoxicante de Yoh en su lengua.

Pero esta vez tenía un matiz diferente. Esta vez ella quería tocarlo y sentirlo también, como él lo había hecho la noche anterior, y aún más.

El calor entre los dos hizo que las manos de Anna tiraran desesperadamente de su camisa, tratando de abrirla del todo; cuando lo logró, sólo por el tacto pues sus ojos estaban cerrados y su boca no se había separado de la de él, deslizó sus manos por el pecho de Yoh en una caricia apenas reprimida.

Su recompensa fue un gemido grave que vibró en su boca, y la sensación de los músculos tensos flexionándose bajo sus dedos... su cuerpo respondía de una manera muy similar al de ella. Deslizó sus manos por el abdomen tenso y lo rodeó con sus brazos, acariciando su espalda desnuda con movimientos suaves y a la vez urgentes.

Sintiéndose cada vez más y más atrevida, Anna se apoyó en una pierna y empujó a Yoh hasta que quedó recostado en el banco; entonces se echó sobre él haciendo que el contacto entre sus cuerpos fuera total, apoyando sus rodillas a cada lado de las caderas de su prometido.

Yoh no perdió el tiempo en rodearla de nuevo con sus brazos, acariciando su espalda y más abajo, apretando su carne con ansiedad, estrechándola contra él.

- Oh... Anna... maldición, ¿porqué te has puesto tanta ropa hoy? Peor aún, ¿porqué pantalones? - se quejó el shaman, su voz algo insegura al sentir los besos de la itako en su pecho desnudo.

- ¿Porqué? Pues... para hacerte rabiar - fue la respuesta de la joven, besando y mordisqueando levemente la piel aquí y allá - es lo que te mereces... mmm... por flojo...

- Qué mala... qué cruel eres - murmuró Yoh, pero sus manos ya trabajaban metiéndose bajo la ceñida blusa a tiempo que sus labios volvían a encontrarse en otro agitado beso - ¿Y dónde... y cómo... aprendiste a hacer esto?

Anna se arqueó contra él al sentir cómo las manos masculinas apretaban sus pechos al principio con suavidad y luego con fuerza, con sólo la barrera del sujetador entre su piel y las palmas de Yoh.

- Por... - aspiró, tratando de recobrar el aliento - por lo visto esto no se aprende... se siente o no...

- Me estás matando, Anna... - gimió él, apartando las manos de sus pechos para apretarla de nuevo contra sí. Ella sintió la excitación del joven y se movió atrevidamente para que la parte más íntima de su cuerpo entrara en contacto con aquella intrigante dureza.

Un audible gemido de Yoh le indicó que había dado en el blanco, e incluso a través de las capas de ropa pudo sentirlo duro, caliente y palpitante debajo de ella. Era enervante, excitante y peligroso a la vez, y la itako sentía que podía perder fácilmente la cabeza, si es que no la había perdido ya.

El roce de sus cuerpos creaba un calor casi insoportable, y cuando él empezó a moverse, guiándola, con las manos en las caderas femeninas y los dedos casi enterrándose en su piel, detenidos sólo por la barrera de la ropa, se convirtió en un delicioso infierno.

Si tal sentía estando casi del todo vestidos, ¿qué sentiría estando ambos completamente desnudos, piel contra piel?

El pensamiento casi la desequilibró, y conste que a esas alturas ya se había olvidado de dónde estaban. Lo único que podía hacer era sentir la mezcla de sus cuerpos: el sabor de Yoh, el aroma de su piel, las sensaciones que despertaban sus manos, los sonidos que emitía, los jadeos...

A través de la niebla de deseo que los rodeaba, Anna percibió, aunque lejanamente, una presencia ajena aparte de ellos dos. Pudo ignorarla sólo por unos momentos, porque casi al instante Yoh dejó de moverse y se quedó muy quieto; sus labios se separaron de los de ella con reluctancia.

- ¿Se puede saber qué quieres, Amidamaru? Estás interrumpiendo, ¿o no te has dado cuenta?

Anna casi saltó, pero los brazos de Yoh alrededor de su cuerpo se lo impidieron. Al girar la cabeza se encontró con un avergonzado y ¿sonrojado? Amidamaru, y ella misma se ruborizó hasta la raíz de los cabellos. Quién podía decir cuánto tiempo llevaba el espíritu del samurai allí y lo que había visto...

- Perdone, amo Yoh, señorita Anna. Pero es que la gente de la casa se ha reunido en la sala para un anuncio y me pidieron que los buscara...

- Está bien. Qué fastidio. Parece que es nuestro destino ser interrumpidos, Annita - dijo el joven, soltando su ya clásica risita.

La aludida estaba muy ocupada quitándose de encima de él y arreglándose la blusa; era evidente que a Yoh no le molestaba la presencia del espíritu, pero a ella le daba mucha vergüenza haber sido atrapada en una posición tan comprometedora.

- Lo siento - se disculpó de nuevo Amidamaru, avergonzado, asumiendo su forma chibi.

- Vale, vale. Sólo recuérdame que la luna de miel tiene que ser en el lugar más lejano que podamos encontrar... - dijo el shaman, abotonándose de nuevo la camisa - no me importa esperar hasta la boda, después de todo he esperado años y bien puedo aguantar un poco más; pero es el colmo que ni siquiera podamos intercambiar unos besos en paz en nuestra propia casa sin que alguien nos interrumpa, diablos...

Anna estaba asombrada ante la actitud abierta de Yoh, y se permitió relajarse un poco. Era evidente que confiaba en su espíritu acompañante, y éste debía saber perfectamente lo que sentía su amo.

- ... por cierto, Amidamaru, ¿qué anuncio es ése?

- No lo sé, amo Yoh. Sólo sé que todos están reunidos y que el joven Manta me pidió que los buscara porque iban a hacer un anuncio.

- A saber qué habrán inventado ahora... ve adelante, ¿quieres?

Sin replicar, chibi Amidamaru desapareció.

- Oye, Anna, ¿qué sabes tú de esto?

- Estoy tan intrigada como tú. ¿Porqué piensas que yo lo sabría?

- Porque siempre andas intrigando con Len, y se me hace que esto tiene algo que ver...

- No lo creo, Len ni siquiera vino a cenar hoy.

- Eso no quiere decir que no tenga que ver... además anoche ocurrieron cosas raras y estoy seguro de que tú sabes más al respecto que cualquiera de nosotros - apuntó con sagacidad -; en fin, si no puedes decirlo no te voy a presionar, pero te confieso que tengo mucha curiosidad.

- También yo. Pero tengo el presentimiento de que, sea lo que sea, no va a ser bueno. Al menos, creo que a mí no va a gustarme - dijo Anna, tratando de concentrarse y frunciendo el ceño.

- Vaya si eres negativa... menos mal que no tienes poderes premonitorios, porque entonces serías el doble de temible - se mofó Yoh, cariñosamente, ganándose un coscorrón por parte de su prometida.

- ¿El doble? Quisiera que la gente dejara de hablar de mí como si fuera un monstruo, sólo porque tengo carácter y lo demuestro...

Yoh la tomó de la mano y ella no protestó. Así se dirigieron hacia la sala, pero un momento antes de entrar, él la detuvo.

- Oye, Anna...

- ¿Qué?

- No quiero actuar como el típico macho troglodita y ordenártelo... prefiero pedírtelo.

- ¿Qué cosa?

- No te pongas esa blusa otra vez. Al menos, no en público - Anna puso cara de haber mordido un limón -, está demasiado ceñida. Conste que yo nunca me he metido con tu ropa, considero que tienes buen gusto aunque me gustaría que usaras otros colores aparte del negro. Es que... no me gusta que otros hombres te miren así.

- ¿Así cómo?

- Como te miraba Len esta mañana, y como a buen seguro te miraron todos los hombres que te vieron hoy.

- Sólo me la puse porque no tenía nada que me cubriera el moretón, y ya he pasado bastante vergüenza por un día, así que no te preocupes - replicó.

- Bien - se inclinó y le dio un rápido beso, tirando luego de su mano para entrar en la sala.

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La solemnidad de la situación los sorprendió. Ryu, Tamao, Manta, Pilika y el señor Takehito estaban sentados en un círculo, que también incluía a los que habían estado desaparecidos temprano en la noche: Horohoro y Suisei.

Yoh y Anna tomaron sus lugares en el círculo. Con cada segundo que pasaba, la itako se sentía más y más inquieta; algo pasaba y no sabía qué. Podía sentir la curiosidad que irradiaba de todos los demás; pero lo que la inquietaba más, aparte de la actitud pensativa y decidida de Horohoro, era la cara de Suisei: parecía un gato que acabara de zamparse un plato de crema.

- Bueno, ya estamos aquí todos - Yoh rompió el inquieto silencio - ¿De qué se trata?

La pelirroja le dio un leve codazo al ainu, que pareció sorprendido, como quien despierta de un sueño. O de una pesadilla, más bien, a juzgar por la expresión preocupada de su rostro.

- Ejem... - el peliazul se aclaró la garganta, muy nervioso - los hemos reunido porque hemos decidido algo y queremos que todos se enteren.

Otro silencio siguió a sus palabras.

- Rayos, ¿el qué? - presionó Ryu, impaciente.

Horohoro parecía tener las palabras atoradas en la garganta, así que cuando habló lo hizo atropelladamente:

- ¡Suisei y yo nos hemos comprometido!

El silencio esta vez fue mortal, seguido por un ¡plop!: Pilika había caído redonda en el suelo, con los ojitos hechos remolino. Manta era todo ojos, más que de costumbre; Ryu parecía no entender lo que pasaba y Tamao, ojos desorbitados y cara de psicosis, estrangulaba a su peluche rosado. El señor Takehito parecía indeciso, y la cara de Yoh era todo un poema al asombro.

Anna estaba aturdida, a falta de una palabra que describiera mejor lo que sentía. ¿Cuándo había pasado eso? ¿Sería posible que Horohoro se hubiera enamorado de la pelirroja?

- Caramba, no esperaba una explosión de alegría, pero esto es demasiado - terció de pronto Suisei, sonriendo satisfecha al tiempo que posaba una mano de largas uñas pintadas de rojo en el muslo de su ahora prometido.

- Sólo nos has sorprendido, es todo - alcanzó a decir Yoh, con una mueca que apenas recordaba a su sonrisa de siempre -, los felicito de veras.

Takehito, Manta, Tamao y Ryu siguieron su ejemplo y felicitaron a la pareja, aunque todavía les duraba el shock. Pilika seguía tirada en el suelo, adonde fue Manta a intentar reanimarla.

Anna no los felicitó. Se limitó a mirar a Suisei con una hostilidad apenas encubierta.

- Sin duda que ha sido repentino... ¿cuándo han decidido esto?

- Bueno... esta tarde - balbució el ainu, confundido ante la mirada incrédula y hostil de Anna.

- Pero hace tiempo que veníamos hablando de ello - intervino la pelirroja, con una sonrisa tan presumida que provocaba ansias de borrársela a patadas -, sólo que mi querido Horo es tan tímido que no se decidía a declararse formalmente.

La itako se estremeció al escuchar las palabras melosas, y casi se desmaya cuando Suisei y Horohoro se besaron allí (de una manera bastante apasionada), frente a todos, sellando el anuncio que acababan de hacer.

¿Cómo iba a darle a Len la noticia?

¿Cómo suavizar semejante golpe, sabiendo lo que el joven chino sentía por el ainu?

Próximo capítulo: Domino Dancing (Watch them all fall down)

N.A.: Lo sé, esta vez me he tardado mucho, tenía el cap casi completo pero no pude revisarlo hasta ayer. Temo que me haya quedado demasiado pasteloso y se ve que hay drama a la vista. ¿Ustedes qué opinan, chicas y chicos? Lo siento, pero el lemon de YohxAnna es R, va a ir aparte y es un PWP, espero publicarlo a fines de esta semana... esto va para ti, Serena: en esta historia he dicho que esperarán hasta la boda ¡¡y esperarán!! Mis niños tienen permitidos los escarceos y toqueteos de rigor, pero de aquello nada de nada hasta la boda, ¿entendido? Que soy una mujer chapada a la antigua xDDDDDDDDDDDDD.

Gracias a Christian (Dryden), mi beta reader... sí, esa mujer misteriosa es posible que aparezca más adelante xD.

Gracias por sus comentarios a Matti-chan, SaKKuRi, brenda-chan, Yuta, Hidrazaina, Rally (¿hasta que me jubile? xD) , Bonis837, Dr. Innocentchild, Hermione-Potter y Suisei Lady Dragon xD

Me encanta saber que personas a las que no les gusta el yaoi estén siguiendo mi historia. Por eso es que he procurado abordar esos temas con delicadeza... a mí tampoco me gustaba el yaoi al principio, pero luego de mucha lectura me di cuenta de que algunas de las mejores historias que he tenido el placer de leer son yaoi. Y es que lo que menos importa en ellas es el sexo de los protagonistas, lo vital es que son capaces de evocar sentimientos en los lectores, y están tan bien escritas que da gusto leerlas, dejando de lado los prejuicios ^^. Espero poder escribir así algún día, por eso practico, y exhorto a todos los que tengan una idea a que la plasmen; es la única manera de mejorar: practicando.

Besos a todos y dejen su opinión, que es muy importante para mí y me da ideas (Bonis, la pequeña historia de la vida real que me mandaste al mail está archivada para futuro uso xDDDDDDD).