El ganador se lo lleva todo
por Karoru Metallium
XVIII
Domino Dancing
(Watch them all fall down)
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Después de la bomba que había caído en la casa Asakura la noche anterior, sus habitantes habían intercambiado muy pocas palabras. El señor Takehito y Ryu se había retirado con expresión pensativa; Manta y Tamao se ocuparon de llevar a Pilika a la habitación que le correspondía y hacerla acostarse, lo cual fue fácil, dado que la pequeña dinamo peliazul estaba aún noqueada por la impresión.
En cuanto a Suisei y Horohoro, se habían retirado a sus respectivas habitaciones luego de darse otro beso, todo ante la mirada vigilante y hostil de Anna y la sonrisita confusa de Yoh. Éste no había hecho comentarios; se limitó a besar brevemente a su prometida y a retirarse luego de dejarla en la puerta de su habitación.
Amanecía...
- ¡¡¡QUIERO UNA EXPLICACIÓN Y LA QUIERO YA!!! - el agudo grito de Pilika hizo temblar la casa, despertando a los que aún estaban arropaditos en sus futones y sobresaltando a los que ya estaban ocupados cocinando y limpiando.
- ¡Pero Pilika! ¡¡Basta ya!!
- ¡¡NO!! ¡¡¡¿¿QUÉ VENTOLERA TE HA DADO PARA COMETER SEMEJANTE IDIOTEZ??!!!
- ¡Rayos, si es algo completamente normal! ¡No quiero estar solo! ¿Es que acaso no tengo derecho a tener una novia?
- ¡¡¡UNA NOVIA SÍ, PERO ELLA NO!!! ¡¡¿¿PORQUÉ ELLA??!!!
Una serie de sonidos muy fuertes indicaron que la joven ainu estaba llevando bastante lejos su "petición" de una explicación; léase: le estaba pegando a su hermano mayor.
Anna se aseó, se vistió y se peinó con toda calma mientras los sonidos aumentaban al punto que parecía que un terremoto estremecía la casa.
Sólo entonces salió al pasillo y se dirigió a la sala, lugar del que provenía el escándalo y en cuya puerta (por supuesto), tratando de no perderse el espectáculo gratuito, estaban apiñados todos los habitantes de la casa.
Menos Suisei, notó la rubia, frunciendo el ceño. Desde el principio sabía que esa mujer había venido sólo a causar problemas... al principio entre Yoh y ella, ahora entre Horohoro, su hermana y Len. Era evidente que, aunque la pelirroja fuera su prima, a Pilika le desagradaba sobremanera la idea de que su hermano se involucrara con ella.
Cuando la itako hizo acto de presencia, todos se apartaron automáticamente para dejarla pasar. Entonces pudo ver la causa del escándalo: una furiosa Pilika perseguía a su hermano por toda la sala, haciendo círculos de destrucción que ya habían acabado con las mesitas y los escasos adornos de la habitación.
- ¡¡¡Basta!!!
No había levantado mucho la voz, pero el tono frío y amenazante bastó para que Horo se detuviera en seco y su hermana, que lo perseguía, se estrellara contra su espalda. Ambos terminaron en el suelo, aturdidos.
- Les agradecería que en el futuro, si va a pelear, lo hagan fuera de la casa - dijo la rubia, secamente.
- Lo siento, Anna - se disculpó Horo, avergonzado. Su rostro lucía algunas marcas que indicaban que algunos de los golpes de Pilika habían alcanzado su objetivo, y ya se le estaba haciendo un hábito en los últimos días tener que disculparse por su conducta.
- ¡Tú siempre lo sientes, pero después que no hay remedio! Perdona, Anna - la peliazul trataba de levantarse sin mucho éxito - pero es que aún no puedo creer lo que ha hecho este ANIMAL...
- ¡Deja ya el tema, Pilika!
- ¡No! ¡Esto es intolerable! ¿Cómo es posible que quieras enredarte con esa... con Suisei? ¿Estás loco?
- ¡No hables de ella como si fuera un monstruo!
- ¡¡ES QUE LO ES!!
- ¡¡¡PUES TENDRÁS QUE ACOSTUMBRARTE, PORQUE AHORA ES MI PROMETIDA!!!
- ¡¡A callar!! - esta vez fue Yoh quien intervino, avanzando desde la puerta. Su rostro aparecía tan calmado como siempre, pero había un brillo peligroso en sus ojos, y los hermanitos se dieron cuenta de que era preferible para la salud de ambos cerrar la boca.
- Bien - terció Anna, que permanecía en el centro de la habitación con los brazos cruzados - ya que ustedes han hecho este destrozo, lo van a limpiar. Quiero que dentro de media hora la sala esté como estaba... prístina y ordenada.
- Pero Anna... - suplicó Pilika.
- ...¡no hemos desayunado! - se quejó Horohoro, con ríos de lágrimas corriéndole por las mejillas.
- Lo harán cuando hayan terminado. Y quiero que limpien en silencio; si escucho alguna palabra de ustedes, vendré a disciplinarlos yo misma. ¿Han entendido?
Ambos miraron a Yoh, buscando ayuda; pero éste mantuvo su expresión calmada y neutra y no dijo nada. Así que asintieron, llorosos.
- El espectáculo terminó. ¡Venga, todo el mundo a lo suyo! - la itako arreó fuera de la sala a los demás como si de ganado se tratara.
Yoh se quedó algo retrasado y les sonrió a los hermanos, que lentamente comenzaron a recoger todo lo que habían lanzado al piso durante la persecución.
- Ya saben lo que tienen que hacer, y no pongan esas caras de funeral. Han salido con un castigo menor, y pudo haber sido mucho peor.
- ¿Peor? ¿Cómo? ¡Si igual nos va a matar de hambre y no hay nada peor que eso! - lloriqueó el ainu.
- Cuanto antes terminen, antes comerán... y sí pudo haber sido peor - dijo el shaman de cabellos castaños con una sonrisa burlona, señalando un rincón de la sala.
Horo siguió la dirección de su mirada y palideció: en un rincón, echado de lado en el piso, estaba el televisor... el preciado televisor de Anna.
- ¡¡¡¡AAAAAHHHH!!!! - desesperado, el peliazul corrió hacia el aparato. Lo enderezó, lo conectó, y emitió un profundo suspiro de alivio al comprobar que aún funcionaba sin problemas.
- No grites, ¿quieres que venga y lo vea? Han tenido suerte de que no se haya dado cuenta de que lo habían derribado, y tienen aún más suerte de que funcione... cualquiera aquí sabe que no hay que meterse con las cosas de la casa, y mucho menos con el televisor.
Ambos hermanos se estremecieron, visiblemente aterrados.
- Se han salvado por un pelo de que Anna los pusiera a lavar los baños con sus respectivos cepillos de dientes... venga, a limpiar. Y en silencio. Procuraré que Tamao les guarde caliente algo de desayuno - con su habitual sonrisa, Yoh salió de la sala.
Pilika y Horohoro se miraron con rencor y continuaron limpiando.
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Después del desayuno, Anna fue a inspeccionar el estado de la sala. La habían dejado casi como estaba antes de que el huracán del norte pasara, así que permitió que los hermanos fueran a la cocina a buscar algo de comida (sin pelearse) y ella se sentó frente al televisor, mirando sin ver.
Tenía que pensar qué le diría a Len... y cómo y cuándo lo haría. Era sábado y no iba al instituto, así que no había posibilidades de tropezárselo en el parque al regresar.
¿Cómo reaccionaría ante la noticia?
Yoh entró, vestido formalmente para salir, y se sentó a su lado, guardando silencio durante algunos minutos. Ella se volvió a mirarlo y notó que estaba muy pensativo.
- Anna...
- ¿Qué?
- No estarías traicionando un secreto si confirmas o niegas una pequeña teoría que tengo, ¿verdad?
- ¿Tienes una teoría? ¿Acerca de qué?
- Acerca de lo que está pasando aquí - su voz bajó hasta convertirse casi en un murmullo -. Entre Len y Horo está pasando algo, ¿verdad?
La rubia estaba sorprendida, pero procuró no demostrarlo. La verdad es que algunas cosas que habían pasado lo daban a entender, pero no esperaba que Yoh se diera cuenta de buenas a primeras de lo que pasaba entre el chino y el ainu.
- ¿A qué te refieres? - preguntó, para comprobar hasta dónde llegaba.
- Vamos, Anna, que no soy ciego. Vale que he estado distraído y celoso observando la cercanía que tienes con Len, pero en los últimos dos días muchas cosas han cambiado, y no sólo entre tú y yo. El "incidente" de la otra noche entre ellos tiene mucha cola... Suisei dijo que no le parecía que hubieran estado peleando, y al menos en eso estoy de acuerdo con ella.
- ¿...y?
- Que pienso que Len y Horo se sienten atraídos, y que esto de Suisei probablemente es una medida desesperada que ha tomado el cabeza dura de Horo para despistar... y sin detenerse a pensarlo bien, como todo lo que hace.
La itako quedó boquiabierta. Yoh se echó a reír.
- Supongo que eso es un "sí" en tu lenguaje corporal - se inclinó y la besó rápidamente -. En fin, no creo que me equivoque, pero tienes la última palabra.
- Pues... qué puedo decirte. Más o menos así va la cosa.
- ¿Lo de Len es serio?
- Bastante. Pero no se te ocurra decirle que yo te lo he dicho, porque te mataré.
- Y eso que aún no sabe lo del compromiso...
- Me estoy consumiendo tratando de pensar cómo decírselo sin que le siente como una bomba. Y no sé qué pensar del fulano compromiso... podría decir que Horohoro se ha aliado con Suisei para usarla de tapadera, pero no sé... - suspiró - ella es muy atractiva, y él es muy capaz de una barbaridad tal como casarse por casarse, o en un ataque de pánico, sin pararse a pensar en las consecuencias. Además, eso de una alianza entre ellos me huele a chamusquina. Suisei será una pandorga, pero de tonta no tiene un pelo y seguramente que algo gana con esto...
- ... ¿como por ejemplo, fastidiarnos a todos?
- O algo más. Esa mujer es una intrigante, por eso me opuse a que la metieras aquí. Pero al fin de cuentas había razones... no se podía invitar a Horo y a Pilika sin tomar en consideración a sus compañeros de viaje.
- Pues sí, eso fue lo que pensé. ¿Cuándo vas a decírselo a Len?
- No sé. Oye, ahora que lo pienso... te estás tomando muy bien la idea de Len y Horohoro, ¿eh?
- No tengo nada en contra de eso. Pero son mis amigos, y lo que sí me afecta es saber que Len está sufriendo en todo este asunto, si es tan serio como me has dicho. No sé qué suceda en la cabeza dura de Horo, pero no creo que la esté pasando muy bien tampoco... no parecía muy feliz anoche, y encima ahora se ha echado a Pilika de enemiga.
- En pocas palabras, tenemos una novela en casa...
- Preparada y servida. Bueno, al menos tendremos algo que nos entretenga un poco aparte de los preparativos de la boda - soltó su risita característica.
- Por cierto... supongo que piensas invitar a tus amigos del torneo, ¿no?
- ... no te vas a oponer a que los invite, ¿verdad? - preguntó, con algo de ansiedad. Anna sonrió.
- Por supuesto que no, aunque espero que no quieras invitar a medio mundo. Vale que tenemos algo de dinero y que esto lo pagará la familia, pero no hay que exagerar - tuvo que contener la risa ante la expresión contrita de Yoh -. Te preguntaba porque necesito hacer una lista con las direcciones y los números telefónicos...
- Le diré a Manta, él tiene todo eso archivado.
- Los amigos MÁS CERCANOS, Yoh. ¿Has entendido?
- Vale, vale, procuraré reducir la lista lo más que pueda - dijo, en tono quejumbroso, disponiéndose a levantarse -. Me voy, tengo que trabajar y por supuesto que tengo que irme con Manta y su chofer. Necesito un auto, rayos. Voy a tener que resolver ese problema pronto...
- Cuando hayas tomado más lecciones y mejorado, Yoh. Ahora no... admítelo, eres un desastre y un peligro para los demás detrás del volante...
- ¡Eres una exagerada!
- No lo digo sólo yo... lo exigen todos los pobres animalitos que has atropellado y la gente cuyas cercas has destrozado...
El shaman se sonrojó, y Anna, sin poderse resistir, lo abrazó y lo besó sonoramente. Él la miró con asombro y entonces ella lo empujó, sonrojándose un poco pero sin perder la sonrisa.
Se veía tan hermosa cuando sonreía... se sentía tan bien cuando se soltaba un poco, cuando se acercaba a él por propia voluntad y le daba una muestra de cariño...
- ¡Hala! ¡A trabajar!
Yoh se puso de pie y salió de la sala, con la sonrisa tonta de los enamorados plasmada en su rostro. Anna se quedó un rato y escuchó los sonidos del auto al alejarse; entonces se decidió y tomó el teléfono.
Un par de timbrazos después, una voz femenina le respondió.
- Casa de la familia Tao...
- ¿Jun? Soy Anna... - antes de que tuviera tiempo de decir algo más, la voz al otro lado del teléfono soltó un gritito de alegría que casi le revienta el tímpano.
- ¡Anna! ¡Qué alegría! Len me contó que Yoh y tú ya han fijado la fecha, me había propuesto llegar hasta tu casa para felicitarte en persona, pero no he tenido tiempo...
La rubia ocultó un suspiro de resignación. No había manera de parar a la joven china cuando estaba alegre y en modo hiper, sólo había que aguantarse y esperar a que se detuviera para tomar aire. Cuando se ponía así podía ser casi tan agotadora como Pilika.
Jun seguía soltera y viviendo en la casa familiar, a pesar de tener unos cuantos años más que Len. Su belleza y su escultural figura, aunados al prestigio y al dinero de la familia Tao, la hacían una soltera muy codiciada; decenas de pretendientes habían pasado por allí con la esperanza de que la bella joven china se fijara en alguno de ellos.
Pero Jun Tao no le había hecho caso a nadie, y no era probable que lo hiciera alguna vez. Anna siempre había pensado que se debía a que estaba enamorada de Li Pai Long, su fiel acompañante... otro caso desafortunado de un amor que trascendía las barreras de la muerte, como el de Fausto por su esposa Eliza.
Aprovechó una pausa de Jun para respirar y pudo meter baza.
- ¿Está Len en casa?
- No sé, hace un par de días que está insoportable; más que de costumbre, quiero decir. Déjame ver - se apartó del teléfono, pero Anna escuchó claramente el grito: "¡¡¡¡LEEEEENN!!!!", y aunque muy débilmente alcanzó a escuchar la respuesta ruda del joven -. Aquí viene. Te lo paso. Y la semana entrante procuraré apartar un día para ir a visitarte, ¿vale?
A la itako no le dio tiempo de contestarle, porque en ese momento Len tomó el teléfono (o más bien, lo arrancó de las manos de su hermana) y prácticamente ladró un saludo. Era evidente que el incidente del otro día lo había dejado bastante contrariado... y esto lo iba a dejar mucho peor.
- Hola, Len. ¿Cómo estás?
- Mal, cómo he de estar. No he ido para allá porque no quiero enojarme, y además no sé qué hacer y eso me pone de peor humor. Es muy raro que me llames, ¿qué sucede?
- Pues... es que anoche pasó algo...
- ¡Anna! ¡Me estás alarmando! ¿Qué pasó? ¿Todos están bien?
- Tranquilízate, no nos ha pasado nada. Se trata de un anuncio que se hizo y que debes saber.
- ¿Tiene que ver con Horohoro? - en este punto, el joven bajó la voz.
- Sí.
- ¿Y qué esperas para decírmelo? - volvió a la rudeza, y Anna se retorció un poco, inquieta.
- No puedo decírtelo por teléfono, Len. ¿Podemos vernos hoy?
- Está bien, pero lo más pronto posible. Me has puesto nervioso. ¿Puede ser en media hora en el parque?
- Me parece bien - lo siguiente que oyó fue el "OK" de Len y luego el clic del teléfono al ser colgado. La rubia suspiró: la tarea que le esperaba no iba a ser nada fácil.
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La casa Asakura quedó silenciosa después de que algunos de sus ocupantes salieron. Tamao estaba aprovechando el sábado para relajarse en su habitación, como siempre: leyendo novelas rosa, escuchando música romántica y comiendo bombones.
Ryu estaba frente al espejo en su habitación, armado con peines y cepillos de todos los tamaños y distintos tipos de laca y gel para el cabello, ensayando un peinado nuevo.
Horohoro se había echado en un rincón de la terraza, ahora su lugar favorito, con cara de pocos amigos y un humor más que taciturno. Por ahí había pasado ya su flamante prometida, Suisei, anunciándole que iba al centro a hacer algunas cosas y de paso comprar ropa; antes de irse le había acuñado un tremendo beso que lo dejó algo atontado. Lo había hecho a conciencia, a pesar de que no había nadie a la vista para que tuvieran que "actuar".
¿No estaba llevando un poco lejos su papel de "prometida"? ¿Tenía que besarle cada vez que se presentaba la ocasión?
¿Y porqué, a pesar de la distracción que representaba el escenificar una comedia y el temor de que Suisei le saliera con una de las suyas, no podía dejar de pensar en el rostro de Len aquella noche, cuando había estado a punto de besarlo?
En eso pensaba cuando lo sobresaltó la presencia de otra persona en la terraza. Abrió un ojo y vio que se trataba de Ryu con un nuevo peinado... horrible.
- ¿Qué te parece, Horohoro? - preguntó el shaman de la espada de madera, haciendo poses como un modelo.
- Horrible - contestó el ainu, con sinceridad -. Parece un nido de gallinas, con las gallinas incluidas...
- No tienes sentido de la moda - se quejó Ryu haciendo un gesto melodramático. Luego la expresión de su rostro cambió y se acercó sentándose a su lado -. Oye... ¿te molestaría si hablamos?
El rostro del peliazul demostró a las claras su sorpresa.
- ¿Quieres hablar conmigo? ¿De qué?
- Sé que necesitas a alguien con quien poder desahogarte y que te entienda, Horohoro, y quizás ese alguien puedo ser yo.
- ¿Qué te hace pensar eso? - una sombra oscureció la expresión de su rostro.
- Temo que sé muy bien lo que pasa y porqué estás haciendo esto... lo del compromiso - el peliazul lo miró y se dio cuenta de que Ryu hablaba con autoridad: lo sabía.
- ¡Maldición! ¡¡¿¿Acaso soy tan transparente que todo el mundo en esta maldita casa sabe...???!!
- ¡No! Yo lo deduje por todo lo que ha pasado. Es un gran problema, pero tú lo estás tomando bastante mal...
- ¿Cómo quieres que me sienta? ¡Siempre nos hemos peleado como perro y gato! ¡A mí me gustan las chicas! ¿Qué diablos hice para que el señor Cabeza de Tiburón se antojara precisamente de mí?
- ¿Estás seguro de que no sientes lo mismo por él?
- Yo... yo... ¿cómo quieres que te lo diga? No sé lo que él siente, a lo mejor es cuestión de... de... algo físico, vamos, que le ha dado por ahí. ¡Y a mí me gustan las CHICAS!
- Lo repites como si estuvieras tratando de convencerte de que en verdad es así - Horohoro le lanzó una mirada asesina - No creo que sea un asunto tan simple... me parece que, por lo menos por parte de Len, se trata de algo serio.
- ¿SERIO? Por todos los cielos, ¡me estás dando miedo! ¡NO QUIERO TENER NADA QUE VER CON ÉL!
- ¿Porqué te lo tomas así, Horohoro? No es malo que una persona sienta cariño, posiblemente amor, por ti...
- ¡Sí es malo! ¡Es un hombre!
- Por ahí vas mal... verás, tú sabes cuánto admiro, quiero y respeto a Don Yoh. Parte de esa admiración nace de que yo nunca antes había conocido a alguien como él, alguien que acepta a todos por lo que son, sin excepción, sin importar el sexo, las virtudes o los defectos que tengan. Yo trato de hacer lo mismo, y tú también deberías...
- ¿Qué propones, entonces? ¿Que deje atrás todo lo que soy y lo que pienso para lanzarme en brazos del chinito? ¿Es eso lo que quieres que haga? - preguntó el ainu, agresivo y nervioso.
- Sólo quisiera que lo pensaras sin tanto prejuicio, y que no te dejes llevar por el pánico sólo porque sientes algo diferente...
- ¡Yo no siento nada por él, no quiero tenerle cerca! ¡Y esta conversación se acabó! - sin más, el peliazul se puso de pie y entró a la casa como una tromba.
Ryu suspiró, derrotado. La terquedad del ainu y el temor a aceptar sus sentimientos (porque sentía algo más que atracción, eso estaba claro, y era lo que lo hacía desesperar), sólo podía conducir a la infelicidad de ambos.
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Cuando Anna llegó al parque, Len ya la esperaba; pero no sentado en la banca, como de costumbre, sino caminando de un lado a otro como un tigre enjaulado.
- ¿Y bien? - le espetó, antes de que ella pudiese saludarle. Tenía los brazos cruzados, una postura claramente rígida y nerviosa y un tic en su ojo izquierdo, además de unos círculos oscuros bajo sus ojos que hablaban de noches sin dormir bien.
La itako se decidió por la sinceridad directa, porque si seguía yéndose por las ramas Len podía caer víctima de un ataque al corazón.
- Ayer, Horohoro y Suisei estuvieron toda la tarde fuera. Y anoche, cuando regresaron, Horohoro anunció que decidieron comprometerse.
- ¡¡¡¡¡¿¿¿¿QUÉ????!!!!! - los ojos amarillentos expresaron por un momento una mezcla indefinible de dolor, violencia y furia, y Anna se alarmó al verlo estremecerse - ¡Eso no puede ser!
- Pero así es... lo siento mucho, Len...
Próximo capítulo: It's hard to breathe
N.A.: ¡Más chisme! He sido acusada de estar escribiendo una teleculebra xDDD, pero qué diablos, me divierto y ustedes también, así que no debe de ser tan mala, al menos tiene argumento y no hay hijos perdidos ni pobres que se convierten en ricas, ni melodrama xDDD. El título lo tomé prestado de una vieja canción de Pet Shop Boys (algunos de ustedes no habían nacido cuando esto estaba de moda xDD), ya que los dominós empiezan a caer xD.
Gracias por todo, Suisei, ojalá pudiéramos chatear más a menudo y tener esos estupendos brainstormings ^^, el fic para el que te pedí consejo va avanzando bien aunque lentamente porque debo ocuparme de éste, mis niños requieren atención xDDDD.
Silver Lady, aunque dejaste tu opinión en el foro de mi page te contesto por aquí; cuando leí tu post ya había empezado a escribir la escena de Ryu pero no estaba muy segura de ponerla, gracias por darme el empujón que necesitaba para continuarla xD.
Rally, si dentro del fic no le hago nada extremo, te prometo que después de esto te daré a Suisei en bandeja para que le hagas lo que tú quieras xDDDD.
Cristina Neri (Tomoe, Relena xD), gracias por haberte tomado el tiempo para dejar review. No actualizo con rapidez porque tengo poco tiempo entre el trabajo y otras cosas, pero trato de sacar al menos un capítulo semanal y suelo actualizar los lunes ^^. No hago lemon porque las escenas desplazadas de aquí van en una serie de viñetas que serán publicadas en un fic aparte, allí va todo el lemon; aquí sólo alguna que otra escenita sexy para calentar los motores de los lectores xD.
Hidrazaina: PWP son las siglas de "Plot? What Plot?" ("argumento? cuál argumento?"), y es la expresión usada por los escritores para referirse a una historia que apenas tiene argumento y que generalmente es simplemente una excusa para presentar sexo xDDD. Aclaradas tus dudas ^^.
Gracias a Yuta, a Jenny Anderson, a SaKKuRi, a Genji, Anna Diethel Asakura (a prepararse que viene Lyserg xDDD), anna, AnnaK y Iron Maiden Jeanne.por sus reviews. Me animan y me dan ideas ^_~
