El ganador se lo lleva todo
por Karoru Metallium
XX
Me quiere, no me quiere, me quiere...
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Aunque seguía un tanto sombrío (lo cual, por otro lado, no era raro en él) el tomar al fin una decisión había dejado a Len algo más animado, y al dejar a Anna en el instituto prometió que en la noche iría a cenar con ellos.
- Sería bueno que las cosas entre ustedes se arreglaran lo más pronto posible - había comentado la rubia, con aire distraído -, antes de que Horohoro se coma la casa con todo y sus habitantes...
- ¿Eh? ¿Qué quieres decir? ¿Qué le pasa? - preguntó el joven chino, alarmado.
- Bueno, no cabe duda de que esto lo ha afectado. Todos sabemos que es un tragón por naturaleza, pero ahora está peor que nunca y le ha dado por los atracones compulsivos. Si no logramos que se tranquilice, va a acabar con la despensa y a comenzar con todo bicho vivo que vea; eso si no se enferma primero.
- Ese idiota - murmuró Len, meneando la cabeza en un gesto negativo.
Su tono expresaba molestia, pero también una sincera preocupación, y eso le pareció a la joven otro indicio de la profundidad de sus sentimientos por el ainu.
A su pesar, y aunque jamás lo hubiera admitido en público, eso era capaz de conmoverla al punto de que se prometió que haría todo lo que pudiera para lograr que esos dos pudieran aclarar lo que sentían.
No podía prever lo que pasaría, pero fuera cual fuera el resultado, sería mejor que la incertidumbre en la que Len vivía, y la confusión que amenazaba con destruir la alegría de Horohoro.
- Prepárate, Anna. - el tono del joven chino era decidido.
- ¿Para qué? ¿Qué vas a hacer?
- Pues que aún te falta para verlo tranquilo... antes va a necesitar que yo lo sacuda un poco para quitarle los prejuicios. Y no va a ser delicadamente.
- Ah, ¡conque ahora sí estás decidido a lanzarte en plan conquista de una buena vez! Me parece bien, amigo, porque aquí o toreas o te suspenden la corrida...
- No sé qué quieres decir, pero me figuro que se trata de que debo actuar antes de que suceda algo que ambos lamentaremos...
- Exactamente. Te espero en casa, haz lo que tengas que hacer... pero te pido por favor que si ves que las cosas degeneran al punto de los golpes busques la forma de salir al jardín. No quiero que vuelvan a destruir la sala - dijo secamente la itako.
Una gran gota apareció en la cabeza de Len.
Anna Kyôyama siempre sería Anna Kyôyama, por muchos años que pasaran y muy amigos que fueran.
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Cuando Anna llegó a la casa, esa tarde, se encontró con una visita no tan inesperada pero de todos modos sorpresiva: Jun Tao la esperaba tomando el té con Tamao en la pequeña salita.
La hermosa joven china le recibió y saludó con mucha más efusividad que de costumbre, evidentemente animada por la noticia de la boda.
En contraste, la pobre pelirosada lucía mustia y desanimada, por lo que la itako dedujo que Jun no había hecho más que tratar de sacarle a Tamao la mayor cantidad de detalles posible acerca del casamiento.
Lo cual, obviamente, había afectado a la jovencita. Aunque hacía esfuerzos por recuperarse, el estar en el centro mismo de los acontecimientos no era precisamente un bálsamo para su ánimo; eso era algo que Anna podía comprender perfectamente.
Aunque Tamao sólo sintiera un gran cariño por Yoh, que imaginaba podía ser amor, había pasado tantos años queriéndole y cuidándole que seguramente lo consideraba un poco suyo. Por mucho que aceptara que entre ellos dos había amor y que ella no tenía nada que hacer al respecto, puesto que para Yoh era como una hermana, tenía que ser doloroso que todo el mundo hablara de la boda con ella, que le preguntaran...
Anna no se imaginaba lo que podía llegar a sentir si tuviera que admitir que Yoh amaba a otra persona. Eso, y el aprecio que tenía de Tamao como mujer y como amiga leal, la hacían querer protegerla, aunque no lo demostrara.
Por eso, cuando Jun mencionó que quería tener una larga conversación con ella, aprovechó para alejar a la chica pelirosada de una conversación que podía resultarle más que incómoda; aunque por el tono alegre y pícaro de la escultural joven ya veía venir el peligro para sí misma.
Y no se equivocó, porque apenas Tamao salió a comprar los víveres que faltaban para la cena, Jun fue directo al punto.
- ¿Y bien? ¿Ya estás lista para el gran acontecimiento?
- Si te refieres a la boda, andamos en eso. La señora Kino se está ocupando del ceremonial y yo del banquete, ya hemos elaborado la lista de invitados y se han enviado las invitaciones; aunque sea con sólo dos semanas de antelación creo que será más que suficiente para que decidan si pueden venir o no...
- ¡No, tonta! Me refiero a lo otro... ya sabes...
- No, ¿a qué? - Anna sabía bien por dónde venía Jun, pero no quería ponérselo fácil, así que optó por hacerse la sueca.
- Vamos, Anna, no te hagas. No creo que vayas a dejar que ese día te agarre desprevenida - le guiñó un ojo -; supongo que ya habrás tomado las precauciones médicas de rigor, así que no voy a abochornarte con los detalles íntimos...
Esto bastó para que la rubia se pusiera como un tomate y apretara los puños, pero Jun no se arredró ante su talante obviamente asesino; en lugar de eso, agarró la caja que tenía al lado y con una gran sonrisa se la tendió a la itako.
Ella la tomó y la miró como si de ella fuera a salir algún animal ponzoñoso y a saltarle encima. Era una caja de tamaño mediano, plana, forrada con un papel adornado con rosas y rematada con una gran lazada color rosa.
Parecía inofensiva, pero una nunca sabe...
- ¡Venga, ábrela ya! No te va a morder, te lo prometo...
El evidente entusiasmo de Jun le daba aún más miedo a Anna, pero al fin se decidió a aflojar la lazada y quitar la tapa de la caja. Dentro había algo envuelto en varias capas de papel de seda blanco, algo que parecía ropa.
- Es mi primer regalo de bodas para ustedes. Aún me faltan varios ^^.
La rubia no pudo contestar, porque a esas alturas ya había desenvuelto el regalo y se había puesto tan roja que casi tiraba al morado.
Era un juego de lencería completo, con un sujetador, tanga, liguero y medias... todo de seda y encajes, positivamente diminuto y en un hermoso color rojo oscuro.
- Sé que eres muy recatada en el vestir y todo el rollo, pero esto es especial. Tienes una figura muy bonita, aunque rara vez usas ropa que la destaque. Te aseguro que vas a volver loco a Yoh cuando te lo vea puesto...
La última frase, subrayada con otro guiño, casi logró que Anna se hiperventilara.
Una parte de ella gritaba que NUNCA se pondría algo así, aunque tenía que admitir que el gusto de Jun era impecable, porque a pesar de ser diminutas las prendas eran exquisitas y de excelente calidad.
Pero la otra parte de su ser se moría por ver la cara de su prometido si la viera en semejante atuendo, más desvestida que vestida.
Recordaba muy bien aquella noche, cuando le había dicho que la quería, la forma en la que había devorado con la mirada su cuerpo desnudo de la cintura para arriba. Aquella mirada tan intensa que la hacía sentir calor, ardor, como si la tocara... quería sentir todo eso de nuevo, una y otra vez, mil veces, todas las veces...
Él la había mirado como si fuera la visión más hermosa del mundo, a pesar de su aspecto desaliñado por el sueño y su desalentador pijama negro.
¿Cómo la miraría si al desvestirse ella tuviera puestas estas prendas tan provocativas?
Oh, sí. Definitivamente le gustaría enloquecerlo...
Tan perdida en sus ensoñaciones estaba que se había olvidado de la presencia de la joven china y permanecía sentada allí, acalorada, con las prendas en la mano y una sonrisa tonta en la cara, que seguía enrojecida.
- Tienes buenos recuerdos, ¿eh? - apuntó Jun, divertida, sobresaltándola - Pues te aseguro que si te pones esto para la gran noche los tendrás aún mejores...
- ¡Oye! - Anna optó por ofenderse, pero nada era capaz de acabar con el entusiasmo de Jun.
- Tranquila, tranquila, no me estoy metiendo con tu virtud ni nada por el estilo... vale que vayan a esperar hasta la boda, pero es perfectamente normal que ya hayan tenido algún que otro... vamos... que hayan jugado un poquito, dar unas probaditas a la crema antes de comerse todo el pastel, ¿no?
- ¡JUN! - el rostro de la rubia había pasado ya claramente del rojo al morado por la falta de aire.
- Vamos, ¡tranquilízate! Ni que fuera para tanto...
- ¡Es que me da vergüenza! No sé cómo puedes hablar de esas cosas con tanta naturalidad...
- ¡Es que es algo natural, mujer! Aunque seas la reina de las nieves, no es bueno que seas tan mojigata. Hablar de eso no es malo; además, te vas a casar, ¿no?
La itako aspiró profundamente varias veces, tratando de calmarse. No valía la pena que se alterara o enfadara por tonterías, y menos sabiendo que Jun no tenía malas intenciones. Aunque no por eso dejaba de verse a las claras que la escultural china se estaba divirtiendo como loca a costa de su bochorno.
- Es.. está muy bonito, Jun, gracias.
- De nada, lo único que te pido es que te lo pongas.
- La verdad es que nunca me he puesto algo de este color... ni tan chico...
- Para todo hay una primera vez. Además, esto no lo verán los demás, sólo tu marido - un nuevo guiño de Jun, y una pequeña venita empezó a pulsar en la sien de la rubia -. Vamos, Anna, ¡no seas tan tímida! Mira, el conjunto es pequeño pero discreto, no es como si te hubiera comprado algo horrible, ni para que te vieras como una cualquiera...
La joven china tenía razón y ella debía admitirlo. Era un regalo hermoso, delicado y de muy buen gusto, y demostraba interés y cariño por ella.
- Lo siento, Jun, perdona, pero así soy y ya no puedo cambiar - trató de sonreír -, discutir estas cosas con otra persona es algo que me da mucha vergüenza. Pero te aseguro que me gusta mucho tu regalo, lo que pasa es que primero tendré que acostumbrarme a la idea antes de poder llevarlo puesto...
- Lo sé, lo sé. - la joven iba a callarse, pero antes no pudo resistirse a agregar:- Lo importante es que lo uses, y no me molestaré si acaba roto... ya sabes, la pasión puede ponerlo a uno un tanto salvaje...
Otro de los famosos guiños de Jun, y otra de sus risitas.
El rostro de Anna parecía que iba a estallar...
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Ya todos estaban reunidos para cenar, pero Ryu y Tamao aún no habían comenzado a servir, cuando Len llegó, sorprendiendo a la mayoría.
Lucía mejor que en la mañana, no se le notaban tanto las ojeras y la sonrisa irónica de siempre iluminaba su rostro. Sus ojos amarillentos relucían con malicia.
En voz alta saludó a todos y luego se inclinó para saludar a Anna con un beso en la mejilla y palmear el hombro de Yoh.
Al escuchar su voz, Horohoro saltó como si un rayo lo hubiera tocado y levantó la vista, topándose su mirada preocupada con la neutral de Len; pero casi de inmediato volvió a fijar los ojos en la mesa con una expresión de terquedad infinita.
Todos lo notaron, pero nadie dijo nada, aunque los que no estaban enterados del asunto se preguntaban qué había pasado. Suisei, que estaba sentada al lado del peliazul, se limitó a sonreír divertida y a abrazarlo, como para tranquilizarle.
Era la primera vez que se veían desde el incidente, y aunque sólo habían sido unos segundos, habían bastado para volver a poner de cabeza el mundo de Horohoro; que si bien no había estado para nada tranquilo, al menos se había acostumbrado ya a la situación.
Ahora no podía negar lo mucho que la presencia de Len lo perturbaba, y era peor aún darse cuenta de que en estos días sin verlo lo había extrañado muchísimo.
Pero fue aún peor cuando el joven chino avanzó y ocupó el asiento vacío a su izquierda.
Tamao empezó a servir la cena, y aunque el ainu permanecía con la vista clavada en su plato, obstinado, casi podía sentir el calor del cuerpo de Len. No se tocaban, él estaba a una distancia formal ocupando su lugar, pero podía sentirlo y la piel se le erizaba.
Era algo que jamás había sentido... una sensación desagradable, o al menos eso era lo que el joven se repetía una y otra vez como un mantra, tratando de convencerse a sí mismo.
Podía escuchar a Len interviniendo de vez en cuando en la conversación general, pero no se atrevía a elevar la mirada por miedo a toparse de nuevo con esos ojos dorados. No sabía cómo iba a reaccionar y eso lo aterrorizaba.
- ¿Y qué te pasó, Len? Estuviste casi una semana desaparecido - comentó Pilika, por dirigirle la palabra.
El aludido ladeó la cabeza y le dedicó una sonrisa deslumbrante.
- He estado enfermo... algo de gripe, pero ya estoy mejor. Gracias por preguntar, Pilika.
Anna casi se atraganta con la comida, y su mirada asombrada se topó con la de su prometido, que estaba a su lado y evidentemente estaba pensando lo mismo. ¡Len estaba siendo encantador!
Bueno, por algo dicen que en el amor y en la guerra todo se vale...
Pilika estaba boquiabierta ante la actitud del joven chino. Se daba cuenta de que algo pasaba y de que tenía que ver con su hermano, pero no alcanzaba a comprender el qué, y mientras Horohoro siguiera con la cabeza inclinada y estremeciéndose cada vez que alguien hablaba, no lo iba a averiguar.
Ryu, en un rincón de la mesa, sonreía. Había comprendido que el shaman de China no iba a darse por vencido e iba a tratar de vencer la resistencia del ainu de la manera más expedita posible.
De pronto, Horohoro se congeló cuando un brazo musculoso y bien formado atravesó su línea de visión y rozó su pecho antes de retirarse nuevamente. Levantó la vista para encontrarse con el dueño de aquel brazo y su mirada se topó otra vez con aquellos ojos dorados, que esta vez le sonreían, divertidos.
- Siento molestarte, Hotohoto, pero no alcanzo la fuente de la ensalada. ¿Serías tan amable de pasármela?
La amabilidad de su tono ya era suficiente como para caerse de espaldas, siendo bien conocida su acostumbrada rudeza y su poco sentido de la delicadeza.
Pero lo que más había afectado al ainu había sido el roce de su brazo en su pecho... había sido muy leve, apenas si lo había tocado, pero el lugar en donde le había rozado le ardía, como si lo hubiera quemado.
Len seguía esperando su respuesta, pero él no podía hablar. Entonces, cuando parecía que iba a perderse de nuevo en aquellos ojos que aparentemente tenían el poder de hipnotizarle, se escuchó otra voz a su derecha, haciéndolo volver a la tierra.
- No hay problema, yo te la paso - era Suisei, que con una sonrisa falsa y los ojos fríos y llenos de amenazas, le pasaba la fuente de la ensalada a Len.
Éste aceptó la fuente sin caer en provocaciones, sonriéndole a la pelirroja y casi superándola en hipocresía, sirviéndose y luego poniéndola de nuevo en la mesa frente a él.
Manta observaba el intercambio con un tic muy extraño en la ceja derecha. ¿Qué diablos estaba pasando entre esos tres? Por su parte, Tamao tenía la mirada en su plato y revolvía la comida con aire ausente, así que no había captado el incidente.
Jun, que también se había quedado a cenar, casi palmoteó cuando vio la sonrisa que Len le dirigía a la pelirroja.
- ¿Y bien, Len? ¿Te enteraste de la gran noticia? Como no estabas aquí cuando lo anunciamos, y has estado "enfermo"...
El tono suave y la sonrisa simpática de Suisei apenas escondían el veneno que había detrás de sus palabras, destinadas a causar el mayor daño posible al joven chino.
Horohoro dio un respingo y miró a la pelirroja con los ojos muy abiertos. Eso era un ataque directo, una advertencia muy clara, y nadie podía pasarlo por alto.
Sin embargo, Len sólo sonrió serenamente.
- Si te refieres al "compromiso", sí, ya me enteré - dijo, subrayando la palabra del mismo modo que la venenosa Suisei había subrayado lo de "enfermo" -. Y te felicito, Suisei, supongo que estarás muy "feliz".
Sólo Anna notó la tensión repentina que había invadido el cuerpo del shaman, aunque estaba admirada por la forma sutil en la que se defendía de los venenosos comentarios y atacaba al mismo tiempo.
- Si, soy muy feliz, gracias - los ojos de la pelirroja centellearon -, tu opinión es muy importante tanto para Horo como para mí... como pareja que somos.
- Por supuesto. También me alegra ver que Horo se ve tan feliz como tú, como "pareja" que son...
Esta vez Suisei se quedó sin palabras, porque la actitud de Horo decía todo lo contrario y eso podían verlo todos en su cara y en sus gestos. Pero pronto se recuperó y volvió a la carga:
- Claro que es feliz. Hemos tomado esta decisión porque queremos estar juntos, y al fin lo estaremos. ¿verdad que sí, Horo? - su voz destilaba azúcar cuando se inclinó hacia el ainu y lo besó suavemente en los labios.
Horohoro estaba demasiado atónito y confundido como para responderle o hablar. No podía creer lo que estaba pasando.
O estaba muy equivocado, o... ¡Len y Suisei estaban peléandose por él!
- ¿Y cuándo será la boda, "feliz" novia? - el tono del joven chino era tan dulce que no parecía posible que proviniera de él.
- Pronto, muy pronto. Fijaremos la fecha en unos días - la pelirroja logró responder, aunque se notaba que se estaba atragantando con la bilis; no se esperaba esa pregunta y no tenía ninguna respuesta ingeniosa y dolorosa preparada - ¿Verdad, mi amor? - se inclinó hacia Horohoro para confirmar, pero éste estaba totalmente grogui.
La primera batalla de la guerra de ingenio entre ella y Len había sido limpiamente ganada por el joven chino.
Pero era sólo una batalla, no la guerra...
Entretanto el pobre gigante peliazul se encontraba entre los dos, mirando el fuego cruzado entre la pelirroja y el shaman, estremecido por sentimientos encontrados y aterrado ante el lío en el que estaba metido.
- Creo que voy a vomitar... - murmuró Horo, poniéndose de pie con brusquedad y abandonando el comedor.
Suisei le dirigió a Len una mirada retadora antes de salir tras su "prometido". Éste se encogió de hombros y continuó comiendo, aunque su postura rígida delataba su tensión.
Próximo capítulo: Háblame
Gracias a Rally, Iron Maiden Jeanne, Yuta, Lagome, SaKKuRi, anna, Ariadna, takami megunata y Niky_chan. Me alegra mucho que les esté gustando cómo va mi ya autonombrada novela xDDDDDD, pero les juro que cuando me siento a escribir nunca sé lo que va a pasar, tengo más o menos un esquema en la cabeza, pero a veces no lo sigo y a veces le doy tal retorcida que no se reconoce xDDDD. Algunas sugerencias las estoy tomando en cuenta, así que sigan escribiendo reviews de todo lo que vean...
Bienvenida de nuevo, Bonis ^^. Y tranquila, Hidrazaina, que a juzgar por el largo que ya lleva y la manera en que se desarrolla, habrá tiempo para que todos participen. Y sí, hay gente que considera a Choco ridículo, pero a mí me EN-CAN-TA!!! Además, para quien no lo ha notado, bromas malas aparte el chico es bastante inteligente...
feel my world shake like an earthquake...
