El ganador se lo lleva todo

por Karoru Metallium

XXVIII

How deep is your love?

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- ¡Lo que me has hecho no tiene nombre, Yoh Asakura! - el venenoso susurro hizo que el hielo y el fuego circularan a partes iguales y con violencia por el cuerpo del shaman.

Yoh no sabía qué hacer ni qué decir para calmar la furia evidente en ella, y la curiosa mezcla de excitación y temor que recorría su cuerpo no le ayudaba precisamente a pensar con claridad.

Si le decía que lo que había ocurrido no era para tanto, Anna lo mataría... a él le había molestado sobremanera el atrevimiento de Sumire, y más al ser justo enfrente de su prometida; pero casi ni lo había sentido, asombrado como estaba y encima preocupado por lo que ella pensaría.

Optó por la resignación y la mansedumbre, que siempre le daban buenos resultados; aunque con un carácter como el de la itako nunca se sabía.

- Bueno, Annita - el uso reiterado del diminutivo hizo que las manos de la chica en su cuello apretaran un poquito más, de modo que ya le costaba articular las palabras -, ya sabía yo que este asunto de Sumire iba a traer cola. ¿Qué más te gustaría hacerme? ¿Te parece bien meterme varitas de bambú entre las uñas? ¿Mutilarme los dedos por haberla tocado? ¿Lavarme la cara con lejía porque me besó? Venga, estoy a merced tuya...

- ¡No te burles de mí!

- Si no me burlo... - empezó el shaman, frunciendo el ceño.

- Pues parece que sí lo hicieras. Y no sigas dándome ideas para hacerte pagar lo que me hiciste, porque en este momento me siento muy capaz de ponerlas todas en práctica - le advirtió, zarandeándolo. Sus ojos oscuros lanzaban chispas de furia, aunque los párpados estaban enrojecidos por el llanto que en algún momento del día le había ganado la pelea a su orgullo.

Su Anna había llorado, y él era el culpable. Sin embargo, si bien sentía culpa por eso, no sentía que hubiese hecho algo malo: él no había hecho nada para que Sumire pensara que podía tomarse esas libertades con él, un hombre más que comprometido, a punto de casarse, y evidentemente enamorado de su prometida.

- Lo siento, Annita - murmuró, mansamente. La mirada de la chica no dejó de lanzar destellos asesinos.

- ¿Lo sientes? ¿Y qué sientes, si es que se puede saber? ¿Sientes que ella se te haya echado encima, o que lo haya hecho en mi presencia?

- Siento que haya ocurrido todo esto...

- ¡¡Ahhh!! ¿Y qué crees que siento yo? ¿Sabes lo que me costó controlarme para no terminar estrangulando a alguien? Y déjame añadir que ese "alguien" pudiste ser tú...

- Lo imagino, pero...

- No lo hice por ti, ¿entiendes? Lo hice por mí, para no formar un escándalo por algo que muchos considerarían muy poca cosa pero que para mí lo es todo. ¿Cómo es posible que hayas permitido que esa mujer me faltara al respeto en mis narices y en nuestra propia casa? Sin olvidar, por supuesto, que ha sabido obviar muy convenientemente el hecho de que eres MI prometido...

Su máscara fría e indiferente se había desvanecido y podía ver en su rostro la pugna de sentimientos que había en su alma. Estaba contemplando una parte de Anna que no conocía, la vehemente y apasionada, la que hablaba poniendo en sus palabras todos sus sentimientos.

- Lo sé, pero debes creerme, yo no le he dado motivos para que abusara de esa manera. Su familia fue gentil conmigo, y ella fue una buena amiga durante mi niñez, por eso he tratado de ser cortés y amable. No puedes decir que le he dado alas. No he hecho nada para faltarte, y no puedo darle la espalda a mis amigos... eso no va conmigo.

La itako suspiró y sus manos se apartaron del cuello de Yoh.

- Yo no te estoy exigiendo que no tengas amigas, ni te pido que dejes de ser amable con ellas; pero todo tiene sus límites, Yoh, y es evidente que tú no le has hecho saber con claridad a Sumire que esos límites existen. - parecía estar calmándose poco a poco, aunque todavía estaba muy enfadada - Comprendes, ¿verdad? ¿Porqué debo tolerar abusos como éste? ¿Qué sentirías tú si yo también tuviera un viejo amigo y se tomara esas libertades conmigo?

- No digas eso, Anna - el shaman sintió de pronto que le faltaba el aire, y su rostro se ensombreció. El sólo pensar en lo que la rubia acababa de decir hacía que pensamientos homicidas rondaran su cabeza, y una vez más se sorprendió de las cosas que era capaz de sentir -. Querría matarle.

- ¿Lo ves? Mira, Yoh, sé qué me quieres, pero el saberlo no significa que acepte aguantar con cara de palo que se te acerquen otras con no sé qué intenciones. Soy humana, tengo sentimientos, te amo, y... - se detuvo al ver que una expresión asombrada daba paso a una gran sonrisa atontada en el rostro del joven - ¿Qué pasa? ¿Porqué pones esa cara de idiota? - preguntó, confusa.

- Has dicho que me amas - murmuró Yoh, maravillado -, nunca me lo habías dicho...

El corazón del shaman había dejado de latir por un par de segundos al escuchar las palabras de la itako, y ahora se sentía tan contento que la cabeza le daba vueltas. Anna enrojeció violentamente, dándose cuenta de que se había ido de la lengua.

- Bueno, sí, ¿y qué? El hecho de que no ande por ahí mirándote con ojos de borrego a medio morir todo el día, ni diciendo que te quiero cada dos segundos, no significa que no lo haga. Además, tú siempre lo has sabido sin necesidad de que yo te lo dijera - fruncía el ceño, muy seria, un acusador dedo índice dando golpecitos en el pecho masculino en un gesto asertivo -. Y ya que estoy sacando todos los trapos al aire, permíteme que deje bien claro algo: eres MI prometido, el hombre que quiero y con el que voy a pasar el resto de mi vida. Eso significa que todo tú, Yoh Asakura, eres MI territorio, sólo mío; y aunque hasta ahora no haya tenido que recurrir a la violencia para defenderlo, soy perfectamente capaz de hacerlo.

Aquellos maravillosos ojos oscuros volvieron a lanzar chispas, haciéndolo estremecer de pasión, asombrado por la forma tan increíble e inesperada en la que Anna estaba expresando sus sentimientos por él.

- Serías capaz, ¿eh, Anna?

- ¿Tú qué crees? Me conoces bien, ¿no? Si Sumire Akagi vuelve a acercarse a la casa le voy a echar encima agua hirviendo. Sabes que no hablo por hablar, te lo estoy avisando y espero que tú se lo hagas saber a ella con todas la letras: si me entero de que vuelve a ponerte una mano encima, o a coquetear contigo otra vez, va a tener que enfrentarse a mí. Y creo que no es necesario ser adivino para saber quién lleva las de perder... ¿o sí?

La actitud posesiva y amenazante de Anna lo estaba enloqueciendo, y llegó un momento en el que Yoh no pudo soportar más la visión de esa criatura explosiva y vehemente al alcance de sus manos, sentada sobre su cuerpo, envolviéndole en su calor.

Bruscamente, sus manos se elevaron y tomaron la cabeza de la joven, atrayéndola con fuerza hacia sí para darle un beso largo, violento y quemante. la itako puso las manos sobre su pecho, tratando de liberarse aunque la forma en la que respondía al beso decía lo contrario; después de un par de minutos al fin lo logró y se incorporó, mirando a su prometido con los ojos nublados, la respiración agitada y el rostro enrojecido. Él no estaba mucho mejor.

- Esta "técnica" que tienes para someterme - los ojos femeninos brillaron con una intención indefinible que lo hizo temblar -... siempre te funciona, ¿eh? Pues te diré... dos pueden jugar el mismo juego, Yoh.

Antes de que pudiera adivinar lo que la joven iba a hacer, ella se inclinó bruscamente hacia él hasta quedar a centímetros de su rostro; él creyó que iba a besarle en la boca, pero se equivocaba: Anna retrocedió, sentándose en las caderas masculinas, y su boca lo besó... pero no en los labios sino en el pecho, aprovechando que como siempre el joven llevaba la camisa casi por completo desabrochada, tirando suavemente de un pezón con los dientes.

Yoh sintió que sus huesos se derretían, dejándolo convertido en una masa de sensaciones ante el estímulo nuevo y desconocido; y no pudo, ni quiso evitar gemir cuando la lengua de la itako comenzó a trazar un sendero húmedo en su piel. Anna procedía con exasperante lentitud, casi con languidez, explorando y disfrutando del sabor de su piel sin prisas, haciéndolo desear más.

Las manos del shaman se movieron de nuevo, posándose en los sedosos muslos que el vestido negro de la itako dejaba al descubierto. Ella, por toda respuesta, dejó de besarle y le dirigió una mirada oscura, respirando agitadamente, antes de arrancar las manos masculinas de sus piernas.

- Si me tocas, no te tocaré - le advirtió, tomando las manos de Yoh y haciendo que las colocara cruzadas detrás de la cabeza, presionadas contra el suelo. El joven obedeció, rindiéndose ante la exquisita tortura de la boca y las manos de Anna en su piel, tratando de mantener las manos apretadas detrás de su cabeza cuando todo lo que quería hacer era acariciarla, corresponder a lo que ella le hacía.

Lo que hacía esta tarea aún más difícil, aparte de los besos y las caricias, era el hecho de que ella estaba a horcajadas justo sobre cierta parte de su anatomía que parecía tener voluntad propia en esos instantes, y que se tensaba contra las restricciones de la ropa tratando de alcanzar la fuente de intenso calor entre las piernas de Anna.

Cada encuentro físico con ella era así; cada vez diferente, cada vez más intenso. Cada vez sus emociones y sentimientos parecían crecer hasta alcanzar dimensiones imposibles, amenazando con envolverlo y hacerle perder la cabeza por completo.

Esta Anna era su Anna, y a la vez distinta: agresiva, excitante, su naturaleza combativa espoleada por los celos haciéndola atreverse a cosas que normalmente no haría, torturándolo al no permitirle reciprocar sus caricias, castigándolo al negarle sentir su cuerpo, imponiendo sus propias reglas...

... y cómo le gustaba.

De pronto la chica dejó de acariciarle y colocó las manos en el suelo, a ambos lados de su cabeza, apoyándose en las rodillas hasta que quedó sobre él pero ya sin tocarle. Yoh dejó escapar un sonido a medias jadeo y a medias sollozo al sentir que lo abandonaba el calor del cuerpo femenino, y abrió los ojos en una muda súplica... para cerrarlos de nuevo inmediatamente, mientras su boca se abría en un grito ronco.

Ella había quedado apoyada en una mano, y su mano libre acababa de trazar un camino hacia abajo, por el pecho y el estómago del shaman, hasta posarse tentadoramente justo en esa parte rebelde de su cuerpo.

Yoh creyó que moriría por la avalancha de sensaciones que lo estremecían; ella nunca antes lo había tocado así. Anna respiraba tan agitadamente como él, pero evitaba emitir sonido alguno, con lo que los gemidos y jadeos del joven eran perfectamente audibles en el silencio que los rodeaba, apenas perturbado por el sonido del viento.

El shaman ya no pudo mantener el control, y pronto sus manos aferraron de nuevo los muslos de la joven, ascendiendo por debajo del vestido para halarla con brusquedad y que cayera de nuevo sobre él, sus dedos enterrándose en la carne firme y suave. Esta vez ella no protestó; al contrario, sus labios se unieron a los de él con idéntico apasionamiento, y su cuerpo se movió contra el de Yoh en un ritmo lento y deliberado que creó una deliciosa fricción entre los dos.

La mente de Yoh corría desbocada como si fuera a desconectarse en cualquier momento. Cada movimiento de los dos dentro de esa mutua seducción era tan natural como respirar, como si lo hubieran hecho toda la vida. Sin embargo, una vocecita fastidiosa en su mente no dejaba de advertirle que estaban en terreno peligroso y que éste no era el momento ni el lugar. Claro que le era más difícil pensar con la boca de Anna haciendo maravillas en su piel.

- Anna - murmuró, sin dar descanso a sus manos debajo del vestido de la itako.

- ¿Mmmm?

- No vamos a hacer el amor aquí y ahora, ¿verdad?

- Mmm... por supuesto que... no... estamos cansados, sucios, y esto es un descampado. Me niego a hacerlo en estas condiciones - la voz de la rubia era seca y práctica de nuevo, aunque entrecortada por los besos que seguía administrándole. Después de unos instantes, se detuvo y se quedó muy quieta, tratando de recobrar el aliento.

Yoh hizo un esfuerzo por detener sus manos inquietas y soltó a la itako, que se puso de pie con un movimiento ágil y elástico que le permitió al shaman tener una buena perspectiva de su ropa interior... que por cierto, era de color rojo. El joven se incorporó sonriendo al pensar que Anna revelaba en su ropa parte de su personalidad: el exterior austero y seco, representado por su vestuario negro, y el interior apasionado y vehemente que usaba ropa interior de colores vivos.

La chica lo miró: la ropa del shaman estaba sucia de tierra y cenizas, al igual que las largas piernas femeninas. Estaban completamente sucios.

- Yoh...

- ¿Qué, Annita? - preguntó él, sacudiéndose en un vano intento de mejorar su apariencia.

- ¿Entendiste lo que te dije, o te ha entrado por un oído y salido por el otro? - preguntó, inflexible, cruzándose de brazos y frunciendo el ceño.

- Lo entendí. Entiendo todo lo que sientes, porque yo también me siento así; y lamento mucho que esto haya pasado por mi despiste. Le pondré los puntos sobre las íes a Sumire, te lo aseguro - dijo, sonriendo alegremente.

- Y... ¿porqué estás tan sonriente?

- Será porque estoy feliz. Qué, ¿es tan extraño estar feliz?

- Para una persona, no. Para ti, sí. Cuando pones esa sonrisa de idiota siempre me parece que estás tramando algo que seguramente no va a gustarme...

- Bah, estás paranoica... - dio un salto hacia ella y la abrazó antes de que tuviera la oportunidad de alejarse - Estoy feliz porque al fin has dicho las palabras que tanto necesitaba escuchar, Anna. Tú eres la directa responsable de mi sonrisa idiota, así que no me culpes ^^.

- Se me escapó - alegó la itako -, pero lo que dije fue muy en serio. Y espero que de veras te des a respetar y de paso hagas que me respeten, porque si no, aquí va a haber más de un escándalo. Ya estoy hasta aquí de reprimirme y tragarme todo lo que me disgusta sin protestar...

- Creo que no habrá necesidad de que formes escándalo, porque alguien ya se encargó de Sumire - una luz traviesa, aunque salpicada de culpa, se encendió en los ojos del shaman -; no de una manera muy pública, pero sí bastante dolorosa, sobre todo para su orgullo...

- ¿Qué sucedió? - preguntó Anna, curiosa, y el shaman le contó lo que Pilika había hecho. La joven no pudo menos que sonreír al imaginarse el estado en el que había quedado la odiosa mujercita, y tuvo que contenerse para no gritar tres hurras por Pilika allí mismo.

- Ven, Anna. Volvamos a casa - le dijo Yoh con ternura, sonriendo.

La tomó por la cintura, y comenzaron a caminar de regreso a su hogar.

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Llegaron cuando la mayoría de los habitantes de la casa estaban reunidos en la salita, listos para pasar al comedor a disfrutar de la comida que esa noche habían preparado como siempre Tamao y Ryu. Los ojos de Lyserg, Pilika, el señor Takehito, Manta y... sí, Suisei también estaba, se posaron con curiosidad en los recién llegados, notando su apariencia desaliñada y sus ropas hechas una lástima; pero nadie dijo nada al respecto.

- ¡Qué bueno que han regresado! - la pequeña ainu los recibió con entusiasmo, percibiendo que las cosas estaban calmadas y aclaradas entre el shaman y la itako. Contra lo que era natural en ella, no dijo nada más ni se refirió al estado lamentable de sus vestimentas; sólo se limitó a observarlos con una gran sonrisa.

Ambos se retiraron a sus respectivas habitaciones, evidentemente para asearse y tener una apariencia digna en la cena. El ambiente estaba algo enrarecido en la salita, teniendo en cuenta que Pilika y Suisei estaban en la misma habitación y no se habían lanzado la una al cuello de la otra; estaban en extremos opuestos de la sala y se limitaban a lanzarse miradas asesinas.

La pelirroja se había levantado del reino de los muertos, dado que no había salido de su habitación desde la famosa pelea con la ainu esa misma mañana. Llevaba un pesado maquillaje que era toda una obra de arte, puesto que hacía maravillas para esconder los tonos de morado alrededor de su ojo; un labial rojo extra brillante disimulaba el labio partido.

Su vestido verde, una creación muy chic que destacaba su espléndida figura, aparentemente había sido escogido en honor al colorido de Lyserg, porque tenía al pobre chico acorralado en un rincón y no paraba de hablarle al oído. El joven la miraba de reojo y parecía estar un poco asustado por el coqueteo agresivo del que estaba siendo objeto.

Pilika bufó, disgustada. ¡Esa mujer era el colmo! Prácticamente se le había echado encima a todos los hombres de la casa, y ahora le tocaba el turno al pobre de Lyserg... era una verdadera vergüenza que ella y Horo fueran parientes de la arpía, y los culpables directos de que la pandorga ésa estuviera infectando la casa con su manía de querer meterse en los pantalones de todos los hombres atractivos que conocía.

Pero al menos en este asunto no pensaba meterse; el chico inglés estaba ya bastante crecidito (y guapo que estaba, el condenado) como para defenderse solo. Lo primordial para ella por el momento era defender la integridad física y moral de su hermano, porque estaba segurísima de que Suisei aún no había terminado con él; y su instinto le decía que el ataque vendría pronto y por el lado menos esperado.

Ella no cometía el error de subestimar la furia del despecho de la pelirroja, y esperaba que su hermano tampoco lo cometiera; aunque Horo era tan distraído que todo era posible. Miró a la víbora (el nombre cariñoso que le había puesto) frunciendo el ceño, y ésta le devolvió una mirada retadora y cargada de superioridad. ¿Qué estaría tramando la muy desgraciada? ¿Alguna broma infantil pero efectiva, o algo más serio?

En ese momento Horo apareció en el umbral. Su atractivo rostro prácticamente irradiaba alegría y buen humor, y la joven peliazul adivinó que venía de encontrarse con Len; ante esto, arrugó la nariz y frunció la boca como si probara algo muy ácido. Todavía le costaba asimilar que esos dos tenían o podían tener una relación de tipo romántico; le gustaba ver a Horo feliz, pero argh... besándose con Len... puaj... uy, esto iba a ser muy difícil, sí señor. Necesitaba unas sesiones con un psicólogo, y urgentes...

La diversión desapareció del rostro del ainu al ver a Suisei en la sala, y adoptó una expresión cautelosa, como la del cazador que se enfrenta a una fiera salvaje. Al pasar al comedor, procuró mantenerse lo más alejado que pudo de ella, y al comenzar a comer tenía un ojo en la comida y otro en la pelirroja, esperando que ésta fuera a saltarle encima como un tigre.

Pero nada ocurrió. Yoh y Anna se unieron algo tarde a los comensales, ya compuestos, arreglados y limpiecitos, y la cena transcurrió sin incidentes. Ryu había logrado que Suisei quedara sentada lejos de Lyserg, aunque para ello tuvo que hacer tales manejos que todos se dieron cuenta, y conversaba alegremente con él.

La serpiente pelirroja quedó sentada entre Manta y Tamao, así que no tenía nadie con quién hablar ni coquetear: Manta la despreciaba tanto que a pesar de su proverbial simpatía no le dirigía la palabra, y la pelirosada le tenía demasiado miedo como para atreverse a decirle siquiera "pásame la sal".

Pilika estaba sentada junto a Anna, y en un momento en el que nadie podía escucharlas, la itako se inclinó hacia ella con su cara de palo habitual; pero cuando habló, sus palabras estaban cargadas de agradecimiento.

- Gracias, Pilika.

- ¿Eeeehhh? ¿Gracias por qué?

- Por lo de la tipa esa... por lo de Sumire.

- Yoh ya te fue con el cuento, ¿eh? ¡Si no fue nada, mujer! Ojalá hubiera podido hacer más; no tienes idea de lo gorda que me cayó esa tipa, y casi sin esfuerzo. Siquiera la víbora ésta no esconde lo que es, pero ésa es el triple de peligrosa con su vocecita de niña y esa carita ingenua que sabe poner. ¡Ingenua! ¡Ja! ¡Ingenua un c...!

- ¡Pilika! - le regañó Anna, pero más que nada porque estaba a punto de soltar la risa y eso arruinaría su imagen.

- Vale, vale, vigilo mi vocabulario, ya sé. Pero tenías que haberla visto tratando de poner su voz sensual y su expresión más dulce con la cara toda rasguñada y la nariz como un tomate - la peliazul rió entre dientes -, y eso que la vi de lejos, porque me estaba escondiendo... ¿sabes que el hermanito me vio cuando huía de la escena del crimen y no hizo nada, como no fuera partirse de risa? Se me hace que la Sumire no es la hermana más querida de este mundo...

- Haces que casi me de lástima. Con énfasis en el casi.

- Era una "vieja" amiga de Yoh, ¿eh? Y eso que no tuviste que oír la conversación que tenía con tu prometido, hijita... estoy segura de que se contenía porque yo estaba escuchando lo que decía, pero ni así dejaba de chorrear azúcar por todas partes cuando le hablaba: "¿te acuerdas de esto, de aquello, de lo de más allá? ¡Oh, qué tiempos tan maravillosos pasamos juntos! ¿no crees que sería estupendo si pudiéramos volver al pasado?"

Los ojos de Anna se agrandaron.

- ¿De veras decía esas cosas?

- ¡Claro que sí, mujer! Por supuesto que a todas estas ponía su cara de mosquita muerta, y nada de lo que dijo era indebido o atrevido, si lo miras por el lado amable. Pero de que insinuaba, insinuaba; de un modo muy sutil, pero lo hacía. A mí ya iba a darme el ataque, y cuando vi que se le echaba encima a Yoh y que tú te ibas, decidí que tenía que entrar en acción como fuera...

- Te quedó bien por esta vez, pero para la próxima no deberías ser tan volada y cuidar más de los detalles, Pilika...

- Es que me da tanto coraje que me ciego, Anna. Los planes para este tipo de revanchas me salen bien, pero siempre se me escapa algo, y es que soy muy tradicional: prefiero la confrontación cara a cara... - añadió, mirando a Suisei con expresión aviesa.

La itako estaba sorprendida y apenas podía ocultarlo. Pilika había mostrado en los últimos días que tenía una madurez superior a sus años, y que su actitud atrevida y franca era completamente natural, no una pose y tampoco producto de la inmadurez. Si bien a menudo se le escapaban rasgos infantiles, era algo que formaba parte de su personalidad, que estaba muy bien definida. La joven ainu era inocente, pero no tonta, y sabía perfectamente lo que hacía.

- Eso se nota - dijo Anna, señalando con un gesto la bandita color carne que aún cubría el arañazo en la sien de la jovencita -, pero tienes que tener más cuidado...

- Anna, no me digas que ahora vas a enseñarle a Pilika tácticas de guerrilla - dijo Yoh divertido, interviniendo en la conversación con un susurro perfectamente audible para las dos -, mira que siendo como es ya está más que preparada para asustar al mundo...

- ¡Oye! - la peliazul se indignó - No hables de mí como si fuera un monstruo. Vale que yo no me reprimo como lo hacen muchos que yo me sé - dijo, lanzando una mirada oblicua a la rubia, que casi se echa a reír allí mismo al recibir la 'indirecta' -, y que no soy armario para andarle guardando nada a nadie, y menos si lo detesto. Pero tengo sentido de la proporción y no exagero ni un poquito cuando te digo que mi "prima" es un veneno y hay que neutralizarla YA...

- ¿Sabes tú por casualidad cuándo se va? Porque la escuché decir que no iba a quedarse hasta la boda porque tenía un contrato para modelar en no sé dónde... - el shaman se rascó la cabeza tratando de recordar, y la jovencita hizo un mohín de disgusto.

- ¡Ojalá el demonio la contratara para modelar carbones en la sima más profunda del infierno! No tendría que ponerle cuernos y cola para que pareciera un diablo...

Listo. Tanto el shaman como la itako soltaron la risa sin preocuparse más por llamar la atención de los demás. Pilika tenía la virtud de hacer reír a la gente sin tener que contar chistes ni ridiculizarse a sí misma... tenía madera de comediante y podía haberle enseñado una cuantas cosas a Chocolove acerca de la risa, de haberlo tenido a mano.

Todos se habían quedado mirándolos, sorprendidos, no porque Yoh se riera, sino porque Anna lo había hecho; y a carcajada limpia, nada menos. Cuando ambos se calmaron, miraron a su alrededor y notaron que todas las conversaciones habían cesado y que los comensales estaban mirando a la itako con la boca abierta.

Ésta, como era de esperarse, se enfadó al ver que era el centro de atención.

- ¿Qué rayos están mirando? ¡Hale, cada quien a lo suyo! - ante el tono ominoso que la rubia utilizó, todos se apresuraron a reanudar las conversaciones y/o la comida que habían interrumpido.

- Qué carácter, jijiji - comentó Yoh con su risita habitual. Anna le acuñó un codazo - ¡Ay!

- Acuérdate de que me estás debiendo una, Yoh Asakura... y hasta que me cobre no tendrás paz - le advirtió secamente, pero sin rencor. Su expresión era indefinible, pero sus ojos oscuros eran cálidos al mirarle.

- Ay, ¡ustedes son tan tiernos! - Pilika había observado el intercambio con atención y unos corazoncitos de color rosa iluminaban ahora sus ojitos -, no dejan de verse lindos y románticos ni siquiera cuando discuten...

Sendas gototas de tamaño king aparecieron detrás de las cabezas de la pareja en cuestión.

- NO somos tiernos, Pilika - dijo terminantemente Anna.

- Vale, como tú digas - la ainu se encogió de hombros y regresó al tono práctico -. Ahora, la pregunta del millón: ¿van a hacer algo para sacar a la serpiente de la casa?

- A menos que haga algo radical, no creo que podamos echarla de la casa sin que se vea feo de nuestra parte - contestó Yoh, mirando de reojo a su prometida, que torció la boca en un gesto de aquiescencia.

- Odio decirlo, pero él tiene razón. Fue invitada aquí por nosotros porque venía con ustedes, y a menos de que cause un daño mayor no podemos echarla simplemente porque sí...

- Bueeeeeno... ustedes son los dueños de casa y es posible que estén en lo correcto. Sólo espero que lo que haga (porque seguramente hará algo antes de irse al infierno o donde sea que vaya) no sea tan radical como para que tenga que matarla...

- Vamos, Pilika, serénate. No hables así - el shaman la miró algo alarmado.

- Que se serene ella, porque si la agarro tratando de hacernos algo a mi hermano o a mí, va a lamentar haber nacido - dijo la peliazul, mirada fiera y expresión decidida.

No se habló más del asunto, pero tanto Yoh como Anna observaron que ni Suisei ni Pilika se quitaban ojo, pendientes la una de la otra, como dos fieras girando alrededor y gruñendo antes de atacar.

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Al final de la cena, un amable Lyserg ayudó a Tamao a recoger los platos, logrando que la pelirosada se pusiera otra vez como un tomate... más aún cuando el inglés la escoltó a la cocina y ofreció ayudarla a lavar y secar los platos sucios. Todo formaba parte de la exquisita educación del joven, pero para una chica como Tamao Tamamura era absolutamente inédito que alguien (y mucho menos un hombre) la tratara así.

Ryu los había seguido a la cocina y los observaba con expresión de sospecha, pero aparentemente decidió que la pelirosada no representaba ninguna amenaza para la salud y/o estado mental de su querido Lyserg, porque después de unos minutos hizo mutis.

Quedaron solos en la dorada calidez de la cocina. Tamao estaba muy nerviosa y Lyserg parecía pensativo mientras secaba los platos y las fuentes que la chica iba lavando.

- Señorita Tamao... - la joven brincó al escuchar el sonido de su voz, y casi deja caer el plato que tenía en la mano.

- ¿S-s-sí?

- ¿Porqué no me habla y se pone nerviosa cuando yo estoy cerca? ¿Acaso me tiene miedo?

Buena pregunta.

- Y-yo no l-le tengo m-miedo, joven Lyserg, ¿c-cómo puede decir eso? A-además yo n-no estoy n-nerviosa...

- Está temblando, y tartamudea - apuntó el joven, concisamente.

Tamao suspiró, derrotada, y dijo lo primero que se le ocurrió.

- N-no estoy acostumbrada a estar a solas con un caballero, joven Lyserg. M-me pongo nerviosa...

- Ah, vaya - esta vez el inglés volvió a soltar en un flash su peligrosa sonrisa de 50.000 kilovatios, y las rodillas de la pelirosada se volvieron de pronto como de gelatina -, o sea que no es nada personal. Ya me estaba preocupando, señorita Tamao, creí que la asustaba...

- P-por favor, llámeme sólo Tamao - se atrevió a decir la chica, sonrojándose de nuevo al máximo.

- Con gusto, Tamao, pero sólo si tú me llamas Lyserg - ay, madre mía. Demasiado encanto para el cuerpo, el de este chico.

- E-está bien... Lyserg - una tímida sonrisa se extendió por su roja faz.

- Oooooohhh, pero, ¿qué tenemos aquí? - Pilika había aparecido en la cocina como por arte de magia, y sus suspicaces ojos captaron de inmediato el panorama de la chica sonrojada y feliz y el joven sonriente - ¿Interrumpo? - su tono era pícaro, como si los hubiese agarrado haciendo manitas.

- Claro que no, Pilika - dijo el inglés, sonriente, sin darse por enterado -, charlaba aquí con la señorita... con Tamao, que me estaba explicando que no me tiene miedo; menos mal porque ya me alarmaba...

- ¿¿Miedo?? - la peliazul se echó a reír - ¡¡Oh, no!! Lo que pasa es que ella es muy tímida y tú la pones nerviosa. Venga, Tamao, dejar los nervios, ¿vale? Que el pobre Lyserg no va a comerte ni nada por el estilo...

- Claro que no, no soy un monstruo, además sería incapaz de hacerle daño a una dama tan linda - cumplimentó el aludido, con una dulce sonrisa.

Pilika, sin querer y sin darse cuenta, frunció el ceño.

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Era ya de madrugada, y la casa Asakura estaba en silencio, pero como siempre, algunas personas no dormían... y eso quedó más que patente a eso de las dos, cuando un grito agudo estremeció la casa e hizo que todo el mundo se sacudiera el sueño y se levantara en alerta máxima.

- ¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!!!!

Yoh se tropezó con Anna en la puerta de su habitación; afortunadamente había recordado echarse encima una yukata, así que estaba decente cuando ambos corrieron hacia la fuente del sonido que los había despertado.

Ahora podía oírse una voz airada que reconocieron como la de Pilika, puntuada por los gritos de otra voz, que eran tan agudos y escalofriantes que parecía como si estuvieran degollando a un cerdo.

- ¡¡¡¡AHORA SÍ TE MATO, DESGRACIADA!!!! ¡¡¡ES QUE YO TE MATO, PERRA!!!

El resto de los habitantes de la casa llegó casi al mismo tiempo a la puerta de la habitación de Horohoro, para presenciar el espectáculo de Pilika aplastando en el suelo a Suisei, o lo que iba quedando de ella. Era ella, obviamente, la que chillaba como un cerdo en el matadero, y no era para menos: ya tenía medio brazo deshecho a mordiscos, y la peliazul tiraba de su cabello teñido como si fuera la rienda de un caballo salvaje.

- ¡PILIKA! - rugió Anna, al ver que la chica estaba prácticamente fuera de sí.

- ¡¡¡MIRA LO QUE HA HECHO!!! - sin soltar su presa, la jovencita señaló a Horo, que sentado en un rincón, cubierto sólo por unos shorts, parecía traumatizado y tenía la mirada perdida.

- Oh, no... - el susurro de Yoh fue bien audible en el silencio que siguió, cuando todos detallaron bien la apariencia del ainu.

Próximo capítulo: Lo que en verdad importa

N.A.: ¡Otro cap larguísimo! A Yoh le ha tocado ser "torturado" esta vez xDD; la escena me parece que quedó un poco larga, pero mi beta no quiso que la acortara, así que aquí la han tenido entera pa que se fastidien. El título de este cap viene de una de mis canciones favoritas, How deep is your love de los Bee Gees, su letra me parece que expresa muy bien las inseguridades de Yoh y Anna como pareja aunque se quieren mucho.

Gracias como siempre a mis reviewers: SaKKuRi (ninguna rev es pesada para mí, si vieras lo que disfruto leyéndolas, sobre todo cuando aventuran teorías xD), Layla Kyoyama (asias, me alegra que te guste mi page y mis Z/F, tengo uno por ahí en proceso que debo terminar xD. Ah, paisana barquisimetana! Yo soy margariteña ^^), Silver (gracias, otro paisano, disculpa que no te haya contestado antes, acababa de subir el nuevo cap cuando la recibí ^^. Como le dije a Layla, soy de Margarita, ¿y tú?), Lia (ya ves, no es fácil, habrá que esperar y ver qué pasa), Nakuru Tsukishiro (no has de ver lo que me divertí escribiendo la escena del niño, no estaba en el programa xDD), Fairy2 (tú diviértete, aunque deberías leer un poquito de eso para probar^_~), Lourdes Ariki (digas lo que digas, me gustó Shiuso y me gusta tu historia xD, es que no lo puedo evitar, el drama me puede...), Anna Asakura (si vieras que me di cuenta de que ambas empezaban por Su cuando ya le había puesto el nombre a la Sumire, porque iba con la imagen mental que me hice de ella ^^), Silver Lady (pues sí, mira que un parque público xD. Ah, y has sido servida, espero ^_~), Sakura Ayanami, Kory y Horo (bienvenidos, y poco a poco voy poniéndome al día, tengo una lista interminable de fics que quiero leer xD), Sonomi (yo al menos hubiera formado un escándalo... pero esa soy yo, y Anna es como es ^^), Hermione Potter G., Ashley Asakura, Lagome, Neyla, Hidrazaina (servida xD, lo siento Hidra, pero los caps hay que dejarlos así, cliffhanger pa que la gente lea, así me tienen a mí esperando por un cap desde hace un mes xDDD), Komachi (viva la tolerancia), Haruko Haruhara (mmm, bueno, yo no alabo mi trabajo, y aparte de eso el sarcasmo es mi especialidad... si hubiera estado enfadada habría salido algo feo, te lo aseguro xD, ah, lee abajo ^^), Filia Asuka Ikari (pobre Tamao xD), Laila Doremi (pobechita... con escuela y casi to Diox aki de vacaciones), Michelle Metallium (gracias, y bienvenida... ¿eres venezolana? ¿Vienes a Margarita de vacaciones? AHHHH!!!! Contáctame aunque sea pa salir a rumbear una nochecita ^^), JK (poco a poco xD), Kary (por favor, sigue tu historia de Slayers... es tan cute *_*), Vanshie (tú nunca molestas, Pau ^^), Eleone (gracias, Ele-chan. Si vieras... conozco a alguien que hace más o menos lo que Sumire pero con menos sutileza xDD), Asuka de Black, Brenda-chan y Anna15 (haz click en mi perfil, mi nombre al comienzo de cada cap, y encontrarás las dires de mis pages... pero te aviso que ninguna tiene que ver con SK xD).

So, no coloqué esa rev con otra intención que no fuera simplemente contestarlo y dejar claro por si alguien más tenía esa inquietud. Y ojo, la rev no la quité yo; a veces sucede cuando hay muchos revs; los anonymous desaparecen del rev público, pero me llegan al correo. Whatever. No voy a seguir justificándome, porque si están convencidos de que soy prepotente y egocéntrica y les hace bien expresarlo, por mí está bien xDDD.

Dark-sama, no hay rollo, ya ves que yo no me molesté y tú tampoco tienes que hacerlo, cada quien tiene derecho a emitir sus opiniones, pero yo no quise convertir los reviews en un foro. Lo de que estés acostumbrado a recibir comentarios es porque creas polémica, y una dosis de eso de vez en cuando es algo muy sano xD. Me hiciste reflexionar y revisar mis palabras, a ver si por error me había dirigido a alguien de una manera inadecuada. Espero que no te pierdas de por aki porque es muy raro ver a un chico leyendo fics y más aún dejando su aporte, debería haber más como tú ^^.

Suisei, trankis mujer que no pasa nada ^^. Y como ves, teníamos pensamientos similares en cuanto a la actitud que se toma según el género.... oye, me pasas otra vez la dire del doujinshi, ¿eh? ^^. Y en cuanto a Winter Dogs, se nota que te quedó el gustito de cuando hiciste Pequeño Kitsune con respecto a los animales; me gusta, porque es raro de ver aún en un AU y es una idea que tiene miga. Yo ando escribiendo ya el POV de Joey para añadirlo como el segundo cap de Dorado y cálido, porque he visto que la historia ha tenido razonable aceptación. Ya he cruzado la línea a un cuarto fandom, atrévete tú también xDD, publícalo pronto, que a buen seguro les encantará tanto o más que PK.