El ganador se lo lleva todo

por Karoru Metallium

XXXI

Vamos a platicar

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Nota para alérgicos: shounen ai en la segunda parte (delimitada por líneas de asteriscos)... ¿o será yaoi? En todo caso, si no les gusta, evítenlo y ya. Ah, y como bien dice el título, este es un capítulo de conversaciones y chismes xDD.

- ¿Cómo supiste que estabas enamorada de Yoh? ¿Cómo sabe una de cierto que está enamorada?

Anna Kyôyama se quedó de una pieza, mirando a la ainu con sus ojos oscuros muy abiertos. ¿Qué le estaba pasando a Pilika? En su carita podía verse que hablaba totalmente en serio y eso la alarmaba.

- ¿A propósito de qué viene esa pregunta? - la jovencita no respondió; se limitó a mirar a la itako, esperando - Oh, por todos los... bueno, eso es algo muy personal y diferente para cada quien. Si lo que buscas es comparar, es muy probable que lo que yo pueda decirte no te sirva...

- Pero tiene que haber síntomas, ¿no? Digo, no creo en esas pendejadas de que se oigan campanitas ni violines, ni que se vean pétalos y nubes rosadas; seré inocente, pero no estúpida... - la rubia no pudo ocultar una sonrisa al escuchar la afirmación implícita de que el amor era una enfermedad con sintomatología y todo - ¿Te ha gustado alguna otra persona aparte de Yoh, Anna?

- Pues... no. Nunca me gustó nadie hasta que lo conocí; yo no hice mucho efecto en él, aparte de la bofetada que le di, pero él en mí hizo mucho. No lo olvidé jamás, decidí entrenar aún más duro para merecerlo, y cuando vine a vivir con él para entrenarlo supe que era el único para mí. Así que mi experiencia no te sirve - dijo Anna tranquilamente, con una expresión plácida en su rostro que Pilika nunca había visto antes.

- Sí sirve... para ponerme verde de la envidia - la peliazul sonrió, divertida -. Pero en fin, aunque tu experiencia sea exclusiva, debes haber sentido 'algo' concreto que te hiciera comprender que estabas enamorada, ¿no?

- Venga, Pilika, al grano. Me figuro que el "querido Lyserg" es el responsable directo de que estés haciéndome estas preguntas; porque Len te gustaba pero ya no, Yoh y Manta nunca te han atraído que yo sepa, Horohoro es tu hermano, y Ryu... mejor no hablemos de Ryu. Eso agota a los hombres de la casa, así que sólo queda Lyserg. ¿Quieres decirme de una vez por todas qué ha pasado?

- Yo... bueno, sí, se trata de Lyserg, pero no ha pasado nada; es sólo que hoy hablamos y... no sé, nunca me había sentido así. De por sí me he sentido rara en su presencia desde que llegó, pero anoche cuando me abrazó para que no fuera tras Suisei, y hoy... mujer, ha sido fatal: me sentía nerviosa, me faltaba el aliento, no sabía qué decir, y me parecía como si estar con él fuera lo más delicioso y lo más terrible del mundo a la vez... - la chica hablaba atropelladamente, como si le costara mucho hilvanar las ideas y quisiera escupirlas todas de una vez.

- Pues vaya... - Anna arqueó las cejas.

- ¿Tú sentiste eso por Yoh?

- Pues... sí. Especialmente cuando no estaba segura de si me quería o no.

- ¿Eso significa que me estoy enamorando del Niño Bonito? - Pilika parecía francamente aterrada ante la idea.

- Es probable. ¿Porqué te asusta tanto la idea?

- Venga, que no soy idiota; estamos hablando de algo mucho más serio que "gustar" aquí, y ya con eso es suficiente para darme escalofríos - cruzó los brazos en una postura claramente defensiva -. No me hago ilusiones al respecto, en primer lugar porque no lo conozco bien y en segundo porque no tendré tiempo de conocerlo bien o hacer que me conozca; él y yo estamos aquí sólo temporalmente. Cuando Yoh y tú se casen, Horo y yo regresaremos a Hokkaido y él a Inglaterra...

- No creo que la distancia vaya a ser problema si surge un interés entre ustedes...

- No me friegues, Anna, ¿crees que no me he dado cuenta de que siempre anda hablando con Tamao y de que ella lo mira con ojos de cordero degollado, toda rosadita? Bien he notado que no soy su tipo; pero por si eso no bastara, tengo la prueba en sus atenciones hacia ella. Faltaría que la atrevida y bocona de Pilika se metiera en el medio de lo que puede ser un naciente romance como el de las novelitas... ¿o no has notado lo bien que se ven juntos? Hasta armonizan los colores, es casi repugnante - frunció la nariz, como si oliera mal.

Detrás de la actitud lógica y realista de la joven ainu, Anna percibió la sombra de la tristeza y el desamparo acechando en el fondo de aquellos ojos cristalinos. Se sorprendió ante el deseo casi maternal que sentía de hacer desaparecer cualquier preocupación que pudiera tener.

- Quizás estás siendo muy negativa en esto... - era inútil. Pilika había diseccionado la situación y lo había pensado muy bien, eso era más que evidente.

- Sólo realista. Ah, y no temas: no voy a echarme encima del pobre chico para llamar su atención, pero tampoco voy a hacer un drama de todo el asunto; no va conmigo. Va a ser difícil para mí, pero en unos días más dejaré de verle y estoy segura de que algún día se me pasará.

- Entonces, ¿no vas a hacer nada?

- ¿Es que tengo alguna otra opción? Pues no, y no pienso fastidiar a nadie gratuitamente - dijo, decidida -. Lo que no quiero es que sigan fastidiándome esos malditos pájaros...

- ¿Cuáles pájaros? - preguntó Anna, completamente perdida.

- Los que me revolotearon hoy en el estómago cuando estaba hablando con él. Te juro que el tipo es nocivo, debería estar prohibido por ley, ¿cómo es que dejan a alguien así circular por la calle? ¡Es un arma!

La itako, a pesar de la seriedad de la situación, tuvo que reírse ante el expresivo vocabulario de la chica y su ingenio fácil y vivaz; pero por muy 'normal' que se mostrara Pilika, ya no podía engañarla. Sentía, y mucho, todo lo que acababa de decir.

- Pues sí, es demasiado atractivo; Ryu tiene años prendado de él...

- Nah, no creo que Ryu guste de él de esa manera... - dijo la peliazul, pensativa.

- Pues serías casi la única que no lo creyera - terció Anna, sorprendida al escuchar la franca opinión.

- Creo que a Ryu le gusta otra persona...

- ¿Quién?

La ainu descartó el tema con un gracioso gesto de su manita, y suspiró.

- No estoy segura y aunque no lo creas no me gusta crear chismes. Bueno, será mejor que vayamos a reunirnos con los demás. Ya es bastante sospechoso que me haya quedado sola aquí tanto rato, cuando todo el mundo sabe que me gusta andar en grupo...

- Pues sí.

Anna la siguió hasta la salita, en donde la vio integrarse sin problemas a la conversación que en esos momentos sostenían Jun, Len y Horo... sentándose lo más lejos que pudo de Lyserg sin despertar sospechas.

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Los hermanos Tao se quedaron a cenar y de nuevo la mesa de los Asakura era una familia, sin divisiones ni elementos perturbadores, llena de discusiones, risas y protestas fraternales.

Después de la cena el grupo pasó de nuevo a la salita y se dividió: Jun se quedó charlando con Lyserg, Tamao y Ryu, mientras que Anna, Yoh y Manta discutían algunos asuntos relativos a la boda; Pilika, por su parte, hablaba con el señor Takehito en voz baja. Anna frunció el ceño al verla: aunque no era raro que charlaran, ya que Takehito era un amigo de su familia y se conocían bien, se notaba que una vez más la ainu se separaba de cualquier grupo en el que estuviera el inglés.

Len y Horo, sin dar pretexto alguno, subieron a la terraza y se sentaron en el banco adosado al balcón. Permanecieron en silencio un buen rato, disfrutando de la mutua compañía y de la calidez creada por la cercanía de sus cuerpos en la frescura de la noche.

De pronto el brazo de Len buscó su camino y se enroscó alrededor del amplio torso del ainu, abrazándolo en un gesto cariñoso que hizo que el rostro de Horo se coloreara en la penumbra; sin embargo, y sin vacilar, aunque con algo de torpeza, el joven del norte también rodeó a su compañero con un brazo.

Cualquiera que hubiera podido verlos tenía garantizada una sonrisa cuando menos, porque como el joven chino era mucho más bajo que el ainu su cabeza quedó apoyada en el pecho de éste y Horo pudo sentir cómo el mechón rebelde en la cabeza de Len le hacía cosquillas en la oreja izquierda.

Len se sentía invadido de una extraña paz, consciente sólo del ritmo acompasado en la respiración y los latidos del corazón de Horohoro. Era un momento delicioso y le importaba un soberano pepino que alguien pudiera pensar que era cursi estar así abrazados y sentirse de esa forma.

- Len...

- ¿Sí?

- ¿Qué vamos a hacer cuando...? - de pronto el corazón del ainu comenzó a acelerarse, y Len se tensó ante su tono, anticipando que lo que iba a decir no iba a gustarle - Quiero decir, tú sabes que después de la boda... después de la boda Pilika y yo tendremos que regresar a casa, y... y ya no te vería, y...

- ¿Te afectaría que dejáramos de vernos? - el tono del shaman era tan seco como siempre, pero Horo podía sentir la tremenda tensión en el cuerpo delgado y musculoso pegado al suyo, porque Len no se había movido ni un milímetro.

- ¡Claro que me afectaría! Pero sabes que tengo deberes que cumplir para con mi tribu y no puedo estar alejado mucho tiempo...

- No nos veríamos tan seguido como ahora, pero no hay necesidad de que dejemos de vernos a menos que tú lo quieras así - sus palabras eran formales, pero ahora sonaba levemente ahogado, como si le costara articular las palabras.

- ¡No quiero eso! - protestó - Sé que eres desconfiado con todo el mundo y tienes tus motivos lógicos para eso, pero al menos podrías confiar en mí cuando te digo lo que siento... y la sola idea de no verte más me hace daño, ¿entiendes?

La mano libre de Len, la que no lo rodeaba, se elevó y tocó el rostro de Horohoro en un gesto suave y vacilante. El ainu inclinó la cabeza buscando el contacto y los largos dedos del shaman, que temblaban levemente, trazaron los contornos de su cara con una delicadeza de la que nadie lo hubiera creído capaz.

Tal vez Len nunca le diría que lo amaba, pero sus gestos hablaban por él, y en ese momento Horo no tenía ninguna duda de que así era. No hacía falta que lo dijera, y a pesar de que una especie de vértigo lo invadía, no tuvo miedo cuando el joven deslizó sus dedos hacia su nuca y lo atrajo hacia él, besándolo con infinita suavidad.

Tampoco lo tuvo cuando el beso se profundizó un poco más y sintió cómo Len deshacía los botones de su camisa, escalofríos recorriendo su pecho cuando el aire frío tocó su piel... era una sensación deliciosa, extraña y sensual. Y fue aún más extraño cuando dejaron de besarse y pudo sentir el aliento cálido del joven chino sobre su pecho desnudo; una oleada de calor asaltó sus sentidos, haciendo que dejara caer su cabeza hacia atrás en un ángulo casi doloroso mientras un débil gemido brotaba de sus labios.

El calor de todo su cuerpo parecía concentrarse en algún punto entre sus piernas, haciéndolo sentir algo mareado y alarmado; de pronto estaba tan duro que dolía, pero no quería que el momento acabara jamás. Sus propias manos empezaron a tocar al joven chino con algo de torpeza, pero acertando, a juzgar por los sonidos que emitía.

Las manos de Len se movían lentamente, explorando, y cada punto que tocaba comenzaba a arder, o latir, o cualquier cosa que indicara que todo iba a terminar muy pronto si no cambiaba de dirección. Su corazón ardía, y de pronto fue consciente de que la intensidad de sus sentimientos añadía más leña al fuego de la ansiedad física que amenazaba con consumirlos.

El shaman de China estaba demasiado concentrado en lo que hacía como para pensar siquiera. Volvió a besar a Horo en la boca, esa boca tan caliente y húmeda que sabía a natillas - el postre de la cena -, sin poder detenerse aunque podía escuchar sus propios jadeos dentro del apasionado beso. Esto era... era...

Se echó hacia atrás con violencia, arrancando sus labios de los del ainu, haciendo que éste jadeara levemente, la mirada perdida. Pasó un buen rato antes de que el ritmo de sus respiraciones se normalizara un poco, aunque seguían abrazados; Len pensó que, si bien estaba claro que Horohoro tenía mucha menos experiencia que él en cuanto a relaciones se refería, aprendía con una rapidez pasmosa.

Algún día le preguntaría qué tipo de experiencia había vivido, pero por ahora no estaba en posición de hacerlo y no tenía ganas de avergonzar aún más al joven. Ya habría tiempo y espacio para saberlo todo el uno del otro y conocerse mejor.

- ¿Qué... qué sucede? - preguntó Horo, confundido, en un tono que más parecía protesta que pregunta. Len tuvo que sonreír por el despiste evidente del chico.

- Que esta vez no estamos en un lugar público, pero sí en una casa ajena. No es el momento ni el lugar para estas... actividades. ¿Te figuras lo que pasaría si Anna llega y nos encuentra así? ¿O si en vez de Anna aparece tu hermana?

- Tienes razón, como de costumbre - el ainu se estremeció y permitió que el abrazo se aflojara hasta que sólo estaban apoyados el uno contra el otro. Len podía sentir, más que ver, el violento rubor que se extendía por la cara del joven y que era un eco amplificado del enrojecimiento que afectaba su propio rostro.

Era consciente de que esta vez apenas había bastado un beso para que las cosas se pusieran tan calientes entre ellos que casi daba miedo. No tenía idea de lo que podía pasar cuando estuvieran a solas, sin testigos y en un lugar en el que no pudieran ser interrumpidos; pero era evidente que su relación estaba tomando por sí sola un giro determinante.

- Hemos tenido suerte de que nadie haya subido aquí... - dijo en voz alta, sobresaltando a Horo.

- Bueno, es mi lugar favorito de la casa; aquí vengo cuando quiero pensar... y a lo mejor a los demás les ocurre lo mismo - barbotó el ainu, recordando que tenía la camisa abierta y soltando a Len para poder abrochársela. Él sonrió al notar que el chico estaba algo mustio y avergonzado.

- Ya habrá otros momentos más adecuados y en mejores lugares - señaló, alzando la mano para revolver el corto cabello negro, repitiendo el gesto afectuoso que le había hecho en la mañana. Horo se sonrojó aún más y Len se echó a reír.

- ¡No hagas eso!

- ¿Porqué no? Me gustaba tu cabello antes y me gusta ahora - de pronto se puso serio -. Oye, como sé que a veces tu mente trabaja horas extras en lo que no debe, déjame ponerte en claro una cosa: no me avergüenzo de ti, y no me importa que todo el mundo sepa que estamos juntos; me he detenido porque... hombre, me gusta ser discreto, y estas cosas son privadas.

- Lo entiendo - musitó el ainu.

Luego de un ratito de confortable silencio en el que ambos tuvieron tiempo de aclararse las ideas, el ainu habló, tratando de que no se notara demasiado su incertidumbre:

- Entonces... ¿crees que podremos superarlo? Digo, esto de la separación...

- Si en verdad queremos, no veo porqué no habríamos de superarlo. Yo puedo ir a visitarte con toda la frecuencia que me lo permita el manejo de las empresas, y tú podrías venir de vez en cuando a visitar a los amigos... no es un problema tan grande, creo yo.

- Tenía miedo de no verte más y de que acabáramos siendo como extraños el uno para el otro - confesó de pronto Horo.

- A mí también me da miedo la idea, pero ya ves que no tiene porqué ser así. Me alegro que hayamos hablado de esto y aclarado el punto, Horohoro; vaya, yo tenía la duda pero fuiste tú quien la sacó a colación. Era importante que lo discutiéramos - alzó de nuevo una mano y acarició el rostro caliente del joven, apartando luego la mano de inmediato -. Otra cosa que me preocupa es cómo puede reaccionar el resto de tu familia si les dices lo que está pasando.

- Bueeeeenoooo... - se estremeció - no sé cómo se lo vaya a tomar mi padre, pero estoy dispuesto a afrontarlo. Él no es mala gente, sabes, es muy comprensivo; ojalá que esto no sea demasiado para él y logre entenderlo.

- Venga, regresemos a la sala antes de que Pilika organice una partida de búsqueda y rescate y nos encuentre en una posición... comprometedora.

- Pues si lo que quiere son pruebas comprometedoras, con mi cara le va a bastar - masculló el ainu, sintiendo que el rostro le iba a estallar por el rubor.

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Cuando regresaron a la salita, la pareja tuvo que aguantar las graciosas indirectas de Jun, que hacían reír a todo el personal; pero la chica lo hacía con tan buen humor y su cariño por ambos era tan evidente, que no era posible enfadarse con ella.

Los hermanos Tao se despidieron ya entrada la noche, y todo el mundo se fue a acostar. Yoh, a quien casi se le estaba haciendo costumbre ir a charlar con Anna antes de dormir, se duchó y se deslizó por el pasillo hasta la habitación de la joven. Era realmente el único momento del día en el que podían estar solos, dado que la casa estaba llena de gente y siempre había alguien rondando en las cercanías.

La itako lo esperaba acostada en su futón, envuelta en una recatada yukata además de la manta. El shaman de cabellos castaños, que llevaba el mismo atuendo, se echó a su lado sin meterse bajo la manta y se rió por lo bajo al verla tan empacadita. Ella hizo un gesto de disgusto mirando al techo.

- ¿De qué te ríes?

- Es que pareces un paquetito toda envuelta, ¿no te da calor, Annita?

- No. Más de uno me ha acusado de ser una arpía de sangre fría, así que no sé lo que es el calor - contestó, frunciendo el ceño. Esta vez Yoh se echó a reír con ganas, sin disimular, y ella no pudo evitar darle un coscorrón para que reaccionara.

- ¡Ouch! ¡Era una broma, chica!

- Ah, ¿lo era? Perdona, es que tampoco tengo sentido del humor...

El shaman, sonriendo, se volvió hacia ella para mirarla, apoyándose en un codo y metiendo su mano libre bajo la manta para sentir el cuerpo de Anna. Ella se sobresaltó un poco, pero lo dejó hacer.

- ¿Qué hiciste hoy?

- Pues ir a clases y luego de compras con Jun - un leve tinte rojizo coloreó sus mejillas al recordar las compras de la joven china -, además de pasar por casa de tus abuelos buscando el kimono de bodas.

- Jo, no me digas que Jun pasó el reto de mi abuela... la pobre... - el rostro del shaman expresó algo de preocupación.

- Se defendió bastante bien. Claro que enseguida tu abuela le vino con comentarios acerca de su edad y porqué no se había casado, y casi arruina el día. Pero logramos escapar ilesas y tu madre fue muy amable con las dos, así que todo se equilibró, más o menos.

- ¿Hablaron con mi madre? ¿Y qué te pareció? - preguntó interesado.

- Es muy dulce y muy amable. Jun quedó fascinada con ella.

- ¿Y tú?

- También - contestó la rubia, sonriendo un poco -. Es muy hermosa, pero siempre parece estar triste; me figuro que lo de Hao ha debido de ser terrible para ella. Y ella y tu padre son muy distintos, de eso sí que he podido darme cuenta... él casi nunca está en casa y es un poco loco, ¿verdad?

- Querrás decir muy loco - soltó su risita marca registrada -; tanto mis padres como mis abuelos son gente que no sé cómo ha vivido junta sin matarse. Sin embargo, sé que se llevan bastante bien, aunque como me crié con mi abuelo no viví muchos años con ellos. También fue un matrimonio arreglado - comentó, espiando la reacción de Anna.

- Antes era mucho más común ver ese tipo de matrimonios que ahora - dejó caer ella, distraída.

- Pero lo de ellos fue especialmente raro, creo que se conocieron tres días antes de la boda. Mis abuelos se conocían desde niños, pero mis padres no. Recuerdo haber oído a mi abuela decir que fue muy difícil encontrar a alguien 'adecuado' que además estuviera dispuesto a adoptar el apellido familiar, ya que mi madre era la única descendiente directa...

- Uf. Eso tiene que haber sido difícil para los dos - a la itako se le hacía más difícil concentrarse en la conversación ahora que la mano traviesa de Yoh había encontrado su camino por debajo de la yukata.

- ¿Y tus padres, Anna? - notó la tensión en el cuerpo femenino bajo su mano.

- No lo sé. Supongo que llegarán el mismo día de la boda.

- Digo, ¿sabes algo de ellos? Nunca me has hablado de eso. Todo lo que sé es que te dejaron para que entrenaras con mi abuela cuando aún eras muy pequeña...

- Pues sabes lo mismo que yo sé. Yo no sé nada de sus vidas, ni me interesa saber. Apenas los recuerdo, y los pocos recuerdos que tengo de ellos no son buenos - la voz de Anna de pronto se había tornado vacía y monótona.

- ¿Te maltrataban? - Yoh sabía que ahondaba en la herida, pero tenía que saber qué era en concreto lo que hacía que su prometida se cerrase por completo cada vez que alguien mencionaba a sus padres.

- Físicamente, no; me habrán pegado un par de veces cuando mucho. El resto del tiempo se limitaban a ignorarme, y cuando comenzaron a darse cuenta de mis poderes fue peor, me trataban como si fuera un fenómeno. Cuando la señora Kino mostró interés en entrenarme, prácticamente le rogaron que me llevara - un músculo tembló en la sien de la chica, pero aparte de eso su cara seguía siendo una máscara inexpresiva.

La mano de Yoh en su piel se había apretado hasta formar un puño, y sus ojos brillaban de rabia. ¿Qué clase de animales eran para tratar así a su propia hija? Ni siquiera eran animales, pensó; los animales tenían instintos paternales muy fuertes, y estos... estos entes habían sido capaces de ignorar a su hija y de prácticamente deshacerse de ella apenas tuvieron la oportunidad.

- Siento que te hayan hecho eso, Anna. Lo siento mucho. Quisiera poder devolverles todo el daño que te hicieron...

- ¡Los muy hipócritas! - de pronto la joven apretó los puños y sus ojos expresaron todo el rencor y el dolor contenidos - La señora Kino me dijo que estaban "muy contentos" con la noticia de la boda, los muy desgraciados. ¿Qué derecho tienen a venir aquí? ¡Yo no quiero que vengan! ¡Van a estropear uno de los días más especiales de mi vida! ¿Qué no pueden quedarse donde están, no es suficiente con el daño que me hicieron?

La vehemencia con la que hablaba delataba la profundidad de las heridas que el rechazo de sus padres había causado en el corazón de Anna niña, y que la Anna mujer no podía olvidar aunque lo ocultara. Yoh sintió que el alma se le hundía al verla así.

- No pienses en ellos, Annita. Ellos ya no pueden hacerte nada, y vas a demostrarles que nunca has necesitado de ellos. Vas a estar conmigo. Yo te daré fuerzas para que los enfrentes - la dulzura en la voz del chico hizo que al fin las lágrimas asomaran a los ojos de la rubia -. Anímate. No llores, mi amor, que no puedo soportarlo...

Con toda la naturalidad del mundo, el shaman se inclinó y posó un beso suave en los labios de su prometida, al tiempo que sus dedos trazaban patrones aleatorios en el abdomen femenino; ella cerró los ojos y permitió que la sensación de bienestar invadiera todo su cuerpo.

No supo cuánto rato permanecieron así, ella simplemente echada dejando que el contacto suave y cálido de su prometido alejara los malos pensamientos de su mente... aunque las delicadas caricias tenían otro efecto en sus sentidos, que no era precisamente el de tranquilizarla. Su cuerpo estaba algo más que un poco caliente para el momento en el que Yoh detuvo sus movimientos.

- ¿Y qué más pasó hoy? - preguntó el shaman con voz algo ronca.

- Casi nada... parece que nuestra Pilika se está enamorando de Lyserg; justo lo que nos faltaba - murmuró la rubia, sin abrir los ojos.

- Lo sospechaba. No harían mala pareja, no...

- Puede que no, pero ella me dijo que no va a hacer nada al respecto porque cree que Lyserg está interesado en Tamao. Tú sueles acertar en esto, señor casamentero; dime, ¿qué piensas?

- No me parece que Lyserg esté realmente interesado en Tamao; el hecho de que hable a menudo con ella no significa nada, y sus atenciones son mera cortesía. Espero que Tamao no esté haciéndose ilusiones con él porque la va a pasar mal... en cuanto a Pilika, no sé, no he captado nada concreto de parte de él respecto a ella.

- Vaya un lío - masculló ella -. Ah, y me enteré de que Jun planea hacerme una despedida de soltera... y de que los chicos planean una para ti.

- Algo de eso me dijo Manta, pero te juro que no he tenido nada que ver, ¿eh?

- Más te vale. Aunque de todas maneras lo van a hacer, así que le he dicho a Jun que nada de bromitas pesadas ni pasarse de la raya o la haré tragar lo que se compró hoy. Y lo mismo va para los muchachos; hay que impedir que formen relajo, y para empezar advertirles que no quiero gente extraña en la casa. Léase: nada de bailarines exóticos.

Yoh rió por lo bajo.

- Vas a arruinarles la diversión; creo que Ryu ya estaba buscando bailarines exóticos de ambos sexos; ya sabes, él siempre tan conspicuo...

- Pues se les va a ir el gozo al pozo; si quieren ver espectáculos de ese tipo, que se vayan a algún local de ésos... sin mi prometido, claro está - el shaman se echó a reír de nuevo. Los arranques de generala de la itako le encantaban.

- Anna...

- ¿Mmmm?

- ¿Tienes algo que hacer mañana en la tarde? - la pregunta la sorprendió; abrió los ojos y vio que Yoh estaba muy serio.

- Creo que no, ¿porqué?

- Porque iremos a hacer una visita...

- ¿Los dos? ¿A quién?

- Vamos a visitar a los Akagi en el hotel en que se hospedan - declaró el shaman. Los ojos de Anna se agrandaron y su cuerpo se congeló bajo la mano que lo acariciaba.

- ¿Que QUÉ? ¿Me estás diciendo que pretendes que me aguante a la Sumire por gusto? ¡DE NINGUNA MANERA! - la rubia se negó violentamente, arrancando la mano de Yoh de su piel; éste, sin sorprenderse demasiado, se limitó a sonreír.

- Al contrario, la aguantarás por gusto - cuando ella le dirigió una mirada asesina, él soltó una risita y procedió a explicarle -. Ayer me diste un ultimátum: querías que le pusiera las cosas bien claras a Sumire, ¿no? Pues bien, éste es el momento preciso. Les debo una visita a los Akagi porque no puedo dejar de lado el cariño que siempre me han tenido y que me tienen, y pienso corresponder a su amabilidad; pero ella me pidió especialmente que fuera a visitarlos al hotel y me figuro que esperará que vaya solo, porque cuenta con que tú vas a estar muy ocupada. ¿No te parece perfecta la oportunidad?

Anna se lo quedó mirando con asombro.

- ¿Todo eso lo pensaste tú solito? ¿Desde cuándo eres tan maquiavélico? - alzó una mano y tocó la frente de su prometido - ¿No tendrás fiebre? ¿Te duele la cabeza?

- ¡Anna! ¡No insultes mi inteligencia! - se quejó cómicamente el shaman, fingiéndose ofendido.

- Es que es demasiado... bueno, al menos me alegra ver que te das cuenta de que esa mujercita es un lobo disfrazado de oveja; ya ves que tú mismo has dicho que seguro espera que vayas solo...

- Entonces, ¿cuento contigo?

- Bah, qué más da, cuenta conmigo. Será bueno verle la cara a la mosquita muerta cuando nos vea llegar juntos. Pero si veo que se pasa de la raya no le va a quedar cara para lucir sus hoyuelos; y si tú le haces aunque sea el mínimo caso, Yoh Asakura, te juro que te estrangulo, ¿entiendes? - su rostro era muy serio al mirarle.

- Me enloquece cuando te pones tan posesiva - rió el joven, feliz de ver que su prometida volvía a ser la misma de siempre y el dolor había desaparecido de sus ojos.

- ¿Te enloquece? - la rubia acarició los mechones castaños del cabello del shaman con ternura - Pues bien, ya lo sabes... eres mío, y no voy a permitir que nadie se tome libertades contigo; eso sólo puedo hacerlo yo. Y tu trabajo es dejar bien claro a quién perteneces...

No pudo seguir hablando porque el joven capturó de nuevo su boca con un beso ardiente, muy diferente al que le había dado antes. Antes de que las cosas pudieran caldearse más, como siempre lo hacían cuando estaban juntos, Yoh se apartó y le dio un leve beso en la frente, incorporándose.

- Voy volado a darme otra ducha fría, o no podré dormir - su respiración era algo agitada, pero logró sonreír al tiempo que le guiñaba un ojo a la chica; ésta se sonrojó violentamente -.Buenas noches, Annita

- Buenas noches, Yoh - cuando el shaman ya estaba cerrando la puerta, en un impulso, la itako lo llamó - ¡Espera! - él se giró a mirarla - Te quiero.

Él sonrió aún más ampliamente. Sabía lo difícil que era para la estoica Anna expresar sus sentimientos, y por eso apreciaba muchísimo más cada palabra y cada gesto que ella le dedicaba.

- Y yo te adoro, Anna - cerró la puerta con cuidado y la itako, ya más tranquila, se durmió con una leve sonrisa en los labios.

********************************

Como siempre sucedía en la casa Asakura, había otras personas que no podían dormir tan apaciblemente como Yoh y Anna lo hacían. En la terraza, una pequeña figura cuyo cabello azul claro relucía a la luz de luna estaba acurrucada en el banco adosado al balcón. Temblaba de frío, pero no parecía importarle; sus ojos abiertos miraban hacia la oscuridad fijos e inmóviles como los de un gato.

Era Pilika, que sólo llevaba una yukata ligera sobre su batita y unas pantuflas en sus pequeños pies, que tenía subidos al banco. Perdida en sus pensamientos, absorta en el canto de los grillos y los ligeros sonidos de la casa, no se percató de que alguien arribaba a la terraza hasta que lo tuvo prácticamente al lado.

Cuando vio la sombra que se cernía sobre ella, abrió la boca para gritar, pero una mano cálida la cubrió con firmeza antes de que el sonido pudiera escapar de ella. En ese momento supo quién era, y al darse cuenta de que no iba a gritar, la "sombra" la soltó.

- Es muy tarde para que estés aquí afuera sola, pequeña Pilika.

La joven ainu resopló con disgusto.

- Sé bien que no mido dos metros, pero, ¿podrías por favor dejar de llamarme "pequeña"?

- Lo siento, Pilika - dijo el joven con sinceridad, sentándose a su lado -. ¿No podías dormir?

- No. Supongo que tú tampoco.

El joven suspiró, y la peliazul se estremeció. Era el colmo. La tarde y parte de la noche huyendo de Lyserg, y he aquí que salía a la terraza a medianoche y el que la encontraba era él precisamente.

- Pues no... a veces me resulta difícil dormir, empiezo a recordar cosas y me pongo muy inquieto. ¿Y tú? ¿Tienes algún problema?

- Sí, uno muy grueso - , quiso decir Pilika, pero alcanzó a callarse a tiempo.

- No puedo creer que alguien tan alegre y tan linda como tú tenga problemas... - dijo el inglés, mirándola con la incredulidad reflejada en sus ojos verdes, que a la escasa luz plateada de la luna se veían aún más claros.

¿¿Me dijo linda?? ¡¡No lo puedo creer!! ¿¿¿Tendré los oídos sucios???

- Todos tenemos problemas.

- Lo sé, pero odio pensar que tú los tengas - la famosa sonrisa de Lyserg iluminó la noche en un destello, y la ainu tuvo que tragar grueso -, de la misma forma que odio pensar en que alguien sea capaz de hacerte daño. Perdona si sueno impertinente, pero es difícil no tomarte cariño aunque se te conozca poco; eres muy especial.

- Vaya... gracias por esa opinión de mí. Creí que me considerabas una mocosa entrometida y bocona. Muchos lo hacen - dijo, con un poquito de amargura.

- Yo no. Lo que sucede es que eres muy sincera y la gente no está acostumbrada a la sinceridad; por eso pueden reaccionar mal ante eso, simplemente rechazan lo que no son capaces de comprender - la miró, sonriendo levemente -. Estás temblando, hace frío. Toma - se quitó el grueso albornoz que llevaba sobre su pijama oscuro y lo colocó alrededor de los delgados hombros de la chica en un gesto caballeroso y protector. Pilika se sonrojó antes de ajustarse bien la prenda. Olía a él: un aroma limpio, fresco y masculino.

¿Lo está haciendo a propósito? Porque ya me estoy derritiendo aquí...

- Bueno, gracias por lo que has dicho... me has levantado el ánimo.

- Me alegro, porque me resulta desagradable verte deprimida. A ver, ¿qué es eso que te tiene tan preocupada? - le preguntó, acomodándose mejor en el banco y luciendo de nuevo la fantástica sonrisa, tratando de infundirle confianza.

- ¿Qué te hace pensar que te lo diré?

- Mmmm... no sé, a lo mejor te hace bien hablar de ello y me gustaría ayudarte en lo que pudiera. La conversación que tuvimos esta mañana fue muy interesante y sorprendente, me hiciste hablar de cosas que jamás pensé que compartiría con alguien, y eso me hizo bien. Eres experta en sacar información, ¿eh? - se rió al captar la expresión avergonzada en el rostro de la chica - en fin, nada me alegraría más que devolverte el favor...

- No tienes que devolverme ningún favor. Además, no podrías ayudarme...

- ¿Cómo saberlo si no me lo cuentas? - se la quedó mirando, pensativo - Bien, no me lo dirás... pero puedo intentar adivinar, ¿no?

- Si quieres y te entretiene... - dijo, encogiéndose de hombros. A esa distancia le llegaba la tibieza del cuerpo del inglés, y de pronto se sonrojó un poco al recordar cuando la había abrazado la noche anterior. Sólo que ahora estaban a solas...

- Cien a uno a que estás enamorada. Es eso, ¿verdad?

La ainu, tomada por sorpresa, casi se ahoga con un ataque de tos.

Próximo capítulo: Susurros

N.A: Espero que nadie se haya sentido ofendido o molesto por la escena Len/Horo; quise hacer algo que expresara lo que sienten y que fuera romántico y sensual sin ser excesivo ni feminizar a los personajes: son dos personas que se quieren y ya, lo que sucede entre ellos es simplemente natural. Mi beta dice que todo el lemon yaoi que no pongo aquí me lo estoy desquitando en Dorado y Cálido, que es la cosa más caliente que he escrito en años xDD. Y lo de Yoh/Anna salió algo fluffy, pero bueno... el amor es así xDDD.

Gracias a mis reviewers: Lain Iwakura (ya lo dije, él está muerto xD), Lourdes Ariki (esa pareja necrofílica tiene su atractivo xD), Aiko-chan, Ei-chan, Lady Kaoru (bienvenida y gracias mil, Kaoru, yo quiero mucho a estos personajes, por eso procuro no maltratarlos demasiado ^^), Amber (vaya rollo, realmente parece que la cosa es de suerte y el word que uses... las referencias a Slayers me encantan, y respecto al Jun/Li, es una pareja muy hermosa y trágica), Haruko Haruhara, Aya K. (aunque no lo creas, esa investigación está hecha desde que iba como por el cap 5 xDD; en cuanto a lo otro, el lunes no podía entrar a ff.net no sé porqué y ayer me pasó lo mismo...), Silver Lady (espero que te salga la rev que dejé; me diste por mi lado, sabes que el angst me puede. Jeje, tu respuesta viene en camino, y gracias ^^), Rally (¡apareciste! ¡Maluca! Me has tenido abandonada, sniff... me ha gustado eso de que harás oversoul con Suisei en una escobilla de váter xDDDD), anna15, Serena (WTF? Hen, I'm so depressed xD), Souji-Hao (otra que se echó la maratón de los 30 caps, ¡¡bienvenida!! xDD), Brenda-chan (todo eso está por verse), Asuka de Black, Dark-Jess, Ryo Asakura y Souji Hao (este es un vicio sano xDDD). Mención especial para Julieta, que dejó rev en el server en el que alguien plagió mi story, pero rectificó... bienvenida!!!, y para Karen, que lo leyó allá también y me mandó un mail. Besos!!

Layla Kyoyama: no es chisme, Layla, al contrario, es bueno estar enterada de lo que sucede y te lo agradezco... cuando leí tu review fui a ver y me quedé fría. En realidad, esa persona copió las historias que más le gustaron de la sección SK de ff.net y las publicó en ese otro server bajo su nombre, y recibió review por ellas; la mía fue la víctima más reciente. Yo envié una protesta formal a la webmistress de dicho server y ella eliminó a la la supuesta "autora". Gracias!

Gracias a Suisei por el maravilloso regalo de cumpleaños que me dio... AHHHHHH, rocks!!! Diox, casi me mueroooo... y todos, todos para mí... mi Zeros con mi adorado Aya de piel de porcelana, ojos de amatista y cabellos de fuego... mmm... lemon crossover, yeah, I want it!!! Gracias, amiga xDDD