El ganador se lo lleva todo
por Karoru Metallium
XXXIV
El rey de la rumba
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Advertencia: algo de conversación "de chicos", y un poco de lime al final, aunque he tenido que cortar el cap porque iba excesivamente largo, así que la otra pareja tendrá que esperar a la semana entrante. Don't like, don't read...
Advertencia de plagio: ya he procedido contra la(s) copiona(s) que han tenido la caradura de copiarse mi historia El Ganador y publicarla con su nombre en otra parte. Lo mismo va para las viñetas de La Ley del Deseo, una de las cuales ya fue copiada y publicada bajo otro título y con otro nick en dos servers de fanfiction, y contra las cuales ya procedí. Esa gente, sinceramente, me da lástima; porque si siguen copiando jamás aprenderán a escribir algo, ni bueno ni malo, por sí mismos. Y eso de recibir buenas críticas por un trabajo que sabes que NO ES TUYO, que NO HICISTE TÚ (cambiarle los nombres a un fic y publicarlo en otro fandom o server no es trabajo, mijitos), es algo no sólo sucio, sino que implica autodesprecio. Te sientes tan poca cosa que no eres capaz de escribir algo por ti mismo... si pesco a alguien copiándome, aunque no pueda proceder legalmente, lo persigo hasta el fin y me encargo de que todos se enteren del sucio copión que es, y no es crueldad... crueldad es que yo me haya pasado horas escribiendo y puliendo una historia para que cualquier c*******a me la copie en cinco minutos y la publique como suya. ¿O no?
Están avisados, sucios copiones de porquería...
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- Yo a ti te conozco, eres la hermanita del chico éste que andaba con Yoh, Horohoro. Yo soy Shalona, creo que están esperándome - dijo la mujer, quitándose los anteojos negros y dedicándole una sonrisa decididamente maliciosa a la joven ainu.
- Acabáramos - masculló Pilika, viendo que tendrían que vérselas con alguien similar a Jun -. Pasa.
El taxista dejó las maletas de Shalona en la puerta. Pilika la ayudó a meterlas a la casa y la condujo a la cocina, donde se encontraba reunido el elemento femenino, sin que (afortunadamente) se tropezaran con nadie por el camino. Jun y Tamao se sorprendieron al verla, una vez que la mujer se quitó el sombrero y dejó ver el cabello platinado que ahora le llegaba casi hasta la cintura, y que enmarcaba un rostro muy maquillado al estilo reina de los vampiros. Por lo visto le había dado la chifladura del gótico.
La recién llegada hizo buenas migas con la joven china casi de inmediato, puesto que resultaban bastante afines en cuanto a malicia se refería: pronto estaban haciendo de las suyas con la pobre pelirosada como víctima propiciatoria.
Pilika, muy prudentemente, no se atrevió a intervenir en la conversación, habida cuenta de que entre las dos mujeres tenían más que suficiente para superar cualquier rasgo de ingenio que se le pudiera ocurrir utilizar. En lugar de ello, se dedicó a observar a Shalona con abierta curiosidad: la Lily mayor era más llamativa y exuberante que antes. Llevaba botas negras a la rodilla y su vestido negro, aunque largo, tenía una profunda abertura casi hasta medio muslo; y encima era tan ceñido que la joven ainu se preguntó si habría necesitado aceitarse el cuerpo para poder embutirse en él.
Por si acaso no fuera suficiente con eso, el amplio escote en V mostraba una gran expansión de carne pálida y firme y el comienzo de un busto muy bien puesto que hizo que la peliazul examinara el suyo propio con autocompasión. Pilika era la menor de la partida con diecisiete años apenas cumplidos, y aunque su cuerpo se había redondeado agradablemente en los lugares adecuados, seguía teniendo la misma figurita esbelta y graciosa de los doce.
A veces pensaba en lo mucho que le gustaría tener más busto, pero pronto su lado práctico se imponía, considerando que su con su escasa estatura unos pechos grandes podían hacerla verse grotesca.
En esos momentos Tamao, tímidamente, le preguntaba a Shalona por las demás.
- Pues a Milly la trae su tía, y creo que debe llegar mañana. Menos mal, así podremos divertirnos en la fiesta - dijo, guiñándole un ojo con picardía -, está muy verde todavía para esta clase de cosas; y por lo que me ha contado, la tía es un ejemplar tipo la institutriz ésa de Heidi, ya saben, la sangrona. A ver... Ellie, Lilly y Sally me dijeron que tratarían de venir, pero no lo prometieron... ya saben, entre el par de marras trabajando como coristas de ese cantante de baladas, y la otra metida de cabeza en sus libros, haciendo otro doctorado o lo que sea...
- ¿Y tú? ¿A qué te dedicas? - preguntó Jun con interés.
- Soy escritora - dijo Shalona con orgullo -, soy bastante popular; aunque claro, escribo con seudónimo...
- ¿De qué género?
- Novelas románticas del tipo histórico, ya sabes... el placer culpable de la mayoría de las mujeres. Género ciertamente menospreciado por los 'intelectuales', pero apreciado por las masas... y por mí, que me da para vivir bien - dijo riendo, haciendo un gesto de falsa pedantería.
- Nunca lo hubiera imaginado - terció Pilika, asombrada -, cualquiera juraría que escribes historias de horror, vampiros y demás, con ese look de princesa de la oscuridad que te cargas... .
- ¿Te gusta? ¿Verdad que es impactante?
- Estooo... prefiero no opinar.
- Y... ¿nos puedes decir tu seudónimo? - preguntó Tamao con su vocecita mínima, y la peliazul recordó de inmediato el altero de novelitas en la habitación de la joven.
- Las lees, ¿eh? - se carcajeó la rubia, viendo a la chica ponerse muy roja - Sólo te pido que no se lo digas a nadie, porque no me gustaría que la gente supiera quién soy y me persiguieran para pedirme autógrafos... me gustan las luces, pero no tanto. Mi nom de guerre es Briar Rose.
¡BONK!
De nuevo hubo que asistir a la pelirosada, que había caído redonda al piso en uno de sus -muy frecuentes en estos días- desmayos.
- ¡Vaya con la niña! ¿Qué le pasa?
- Creo que ha sido el impacto de conocer a una de sus escritoras favoritas - dijo Pilika, meneando la cabeza con aire resignado. Jun soltó una risita inane muy parecida a las de Yoh (marca registrada), mientras llenaba un vaso de agua para intentar reanimar a Tamao -. Debe tener todas las novelas que has escrito en ese santuario rosado que es su habitación...
- ¡Oh, una ferviente admiradora! - Shalona dejó escapar de nuevo su risa estridente.
Costó un poco para que Tamao volviera en sí, y otro poco para que se calmara. Ya no veía a la rubia como a la mayor de las Lilys, a quienes no había llegado a conocer bien, sino como a una de sus heroínas. ¡Esa mujer que se reía estridentemente en la cocina era la creadora de todos aquellos personajes que la habían hecho llorar, reír y soñar!
En efecto, tenía todas las novelas de su idolatrada Briar Rose, y no descansó hasta que Shalona de las dedicó y firmó todas. Mientras la rubia firmaba, la peliazul echaba una ojeada a las candentes portadas y contraportadas de las susodichas novelas.
Ahora comprendía el porqué de las nubes rosas de Tamao. Sus ojos se agrandaron al tomar una novela cuya portada (fondo de mar picado y cielo tormentoso, etc.) mostraba a un hombre muy apuesto de cabellera larga y negra, vestido de pirata o algo por el estilo, que acariciaba el opulento busto de una mujer pelirroja cuyo vestido rojo de época aparecía rasgado en varios puntos. La cara de la susodicha indicaba que se la estaba pasando muy bien.
- ¿"Pasión a bordo"? - leyó en voz alta, incrédula - ¿"Ella, una aristócrata orgullosa y altiva, siempre había detestado y temido a los piratas, y al ser capturada por ellos juró escapar, pero no contaba con la ardiente pasión que pronto surgió entre ella y el apuesto capitán Lesley... ¿sucumbirá a sus deseos? El misterioso pasado de Lesley podría separarlos..."?
Jun rió a carcajadas, Shalona sonrió divertida, y Tamao se sonrojó a más no poder.
- ¡¡¡Shalona, eso tengo que leerlo!!!
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Lo primero que alcanzó a oír Len Tao, no bien bajó de su auto a primera hora de la noche, fue el sonido de música caribeña proveniente de la planta baja de la Casa Asakura. Desde el piso de arriba, en la muy iluminada terraza, se deslizaban hasta el jardín las notas de una movida canción pop.
Len se había vestido para la ocasión, con una camisa negra de seda que dejaba su pecho al descubierto y pantalones de cuero negro que le sentaban de maravillas.
Había traído consigo a Li Pailong, a quien le dirigió una mirada que expresaba toda su desconfianza acerca de la fiesta: ya era bastante preocupante que Ryu se hubiera entusiasmado tanto con la fulana despedida de soltero, pero ahora que Chocolove estaba metido en el asunto, la cosa daba más miedo. Li sólo se encogió de hombros, divertido.
En la puerta fueron recibidos efusivamente por Ryu, que les dio el primer impacto de la noche con su aspecto. El shaman de la espada de madera llevaba un atuendo más digno de un show de Las Vegas que del salón de un respetable hogar japonés: traje negro, con capa y todo, profusamente bordado con lentejuelas doradas y rojas y rematado con plumas blancas. A la llamativa vestimenta se unía el peinado del día, una audaz creación que semejaba un águila con las alas desplegadas; el lustroso cabello negro también aparecía salpicado de lentejuelas doradas.
Cuando cerró la puerta y avanzó para guiarlos a la salita, Len, con el ceño más fruncido que nunca, masculló:
- ¿Qué es esto? ¿Un homenaje a Liberace?
La salita fue el segundo shock, pues había dejado de ser la espartana sala de estar para convertirse en una alegoría caribeña, con vistosas palmeras de plástico y pájaros de papel por todas partes, amén de enormes cojines de colores echados en el suelo y dos mesas bajas y anchas cargadas con entremeses, comida, una gran fuente de cristal llena hasta el borde de un líquido rosa con trozos de fruta, y la pièce de resistance: un gran pastel que reproducía un voluptuoso busto femenino... desnudo.
Apenas entró, un Horohoro notablemente mejor vestido que de costumbre (considerando que siempre llevaba camiseta y bermudas o jeans descoloridos, la bonita camisa azul y los jeans blancos se veían casi de gala en él) se levantó del cojín en el que estaba sentado comiéndose un enorme taco, y procedió a echarle al cuello una guirnalda de flores amarillas.
- ¿¿¿¿¡¡Qué co...!!???? - empezó, enfadado y a punto de arrancarse la guirnalda; pero una mirada de advertencia del ainu lo hizo callar.
- Si yo sufro, tú sufres - explicó sucintamente, con la boca llena, señalando la guirnalda de flores blancas que llevaba en torno a su propio cuello.
Ah, vaya. Tema hawaiano-caribeño-loquesea.
Se sentó rígidamente en uno de los cojines, al tiempo que Ryu le encajaba un vaso de fruit punch en la mano, quedando justo entre Yoh y Horo. El agasajado de la noche lucía francamente atractivo en un suéter verde de cuello alto y ceñidos pantalones negros; su rostro perezoso y alegre se veía más relajado que de costumbre.
- ¡Hola, Len! Ya pensaba que no ibas a venir...
- Sea lo que sea que tenga tramado este par, no pienso perdérmelo - admitió el joven chino, con algo de resignación; luego le dirigió una mirada maliciosa al shaman de cabellos castaños -. Cómo pasa el tiempo... un par de días más y dejarás de ser soltero...
- Bueno... no me da tanto miedo como pensé que me daría, ¿sabes? - dijo Yoh, con una sonrisa tan alegre y luminosa, y a la vez tan tranquila, que Len quedó impresionado.
- Vaya, pues me alegro - echó una mirada circular y pudo ver a Lyserg, vestido todo de blanco (muy prístino él) y con el rostro ya algo rosado, que charlaba con Horo y Manta. Un poco más allá, Li Pailong se había sentado junto al usualmente taciturno señor Takehito y conversaba animadamente con él; éste llevaba un traje azul oscuro muy formal con corbata y todo, pero lucía muy distinto que de costumbre: parecía llevar ya unos cuantos vasos de ponche, a juzgar por su sonrisa dulce y sus ojos brillantes. Ryu había desaparecido de pronto, y Chocolove no estaba a la vista -. Esto parece un zoológico. ¿Qué habrán preparado?
- Mira, no sé, sé que habrá bailarinas exóticas porque de eso hay en toda despedida de soltero, y Anna ya me advirtió sobre los peligros que corro si me paso de la raya... - soltó su risita.
- Habrá que ver. Realmente no estoy interesado - dijo Len, distraído, y el shaman de cabellos castaños se echó a reír.
- Lo sé, eso es lo que hace más divertido todo el asunto...
- ¿Qué quieres decir? - preguntó, con un brillo homicida en sus ojos amarillentos.
- Nada, nada. Son las pegas de estar enamorado... ves la carne en el mercado y puedes apreciarla, pero no te apetece - señaló, sonriente, y el chino tuvo la gracia de enrojecer.
- ¿Resistirías tú la tentación? - atacó, para disimular un poco su bochorno.
- No tengo problemas con eso. ¿Y tú? ¿Te siguen gustando las chicas? - contraatacó Yoh maliciosamente, con esa sorprendente agudeza que mostraba de vez en cuando, y Len enrojeció aún más.
- ¡Oye, no soy un fenómeno para que andes tratando de analizarme! - agitado, tomó un buen sorbo del vaso que tenía en la mano. Vagamente, su cerebro registró el hecho de que la bebida contenía bastante alcohol.
- No seas tonto, es simple curiosidad. Sabes que te aprecio... siempre has sido tan rígido con todo lo tuyo que el hecho de que quieras a Horo y hayas decidido que no te importa que todos lo sepan es asombroso, por decir lo menos...
- Al menos sólo te asombra, hay gente que ni siquiera tolera la idea...
- Pues eso es una estupidez; a mí me encanta que estén juntos. Pero no me has contestado: ¿te siguen gustando las chicas?
De alguna manera, Len decidió que no habría problemas si se sinceraba con Yoh. Probablemente la bebida comenzaba a hacerle efecto, porque se sentía un poco más en confianza aunque seguía algo abochornado.
- Bueno... sí. Pero no me acostaría con ninguna - dijo, dedicándole una sonrisa torcida -; no me acostaría con nadie, punto.
- ¿Sólo con Horo? - un leve tinte rojo se extendió por las mejillas del shaman - Lo siento, es una pregunta demasiado personal...
- No hay cuidado - repuso Len, aunque estaba más rojo que un tomate y vació el vaso de ponche de un trago para darse valor -, la verdad es que... ni siquiera he pensado mucho en eso.
- ¿Te da vergüenza? - preguntó Yoh con simpatía.
- Pues... es que yo... mi experiencia no es mucha, y sólo con chicas. Quiero decir... me gusta estar con él, pero... tú me entiendes, la mecánica del asunto... el sólo pensarlo así, en frío... me da un poco de miedo.
Esta vez Yoh se lo quedó mirando con la boca abierta. Ver rojo, tartamudeando y vacilante al siempre compuesto Len Tao, y más hablando de algo tan íntimo, era un evento absolutamente inédito. Sin embargo, y aunque no estaba como para dar consejos, decidió que había que ayudarle de algún modo para aliviar un poco su preocupación.
- Ummm.... sabes, Len, yo creo que estás haciendo una tormenta en un vaso de agua... - la mirada asombrada del chino casi hizo que se echara a reír de nuevo, pero se controló haciendo un gran esfuerzo - Cuando... ejem... las cosas se calientan, por decirlo de algún modo, en lo menos que se piensa es en la mecánica del asunto. Si se siente bien, pues no tiene porqué estar mal... va a pasar de la manera más natural - le dedicó una sonrisa tranquilizadora -. Lo importante es que se quieren; te aseguro que al final todo saldrá bien.
- Tu confianza siempre me ha impresionado - dijo el shaman de China, expresando abiertamente por primera vez su admiración con una tímida sonrisa.
- Porque sé que las cosas deben funcionar así cuando hay buenos sentimientos de por medio, Len - dijo con tranquilidad.
- Pues yo... - hizo un esfuerzo - te agradezco que me hayas escuchado y que me comprendas. A veces... a veces quisiera hablar con alguien, desahogarme, y no encuentro con quién. Gracias.
- No hay de qué, estoy dispuesto a escucharte cuando lo necesites. Sólo... no me cuentes los detalles, ¿vale? - añadió, enrojeciendo, y Len casi se ahoga. Iba a contestar airado cuando la voz curioso de Horo se dejó escuchar a su derecha:
- ¿De qué hablan, muchachos?
- De lo que pueden estar tramando Ryu y Chocolove - repuso Yoh con calma, haciendo caso omiso de la cara congestionada del chino.
Justo en ese momento, tal y como seguramente lo tenían planeado, las luces se apagaron, un foco iluminó el centro de la habitación, y una canción muy movida comenzó a sonar. El moreno hizo acto de presencia embutido en un extravagante traje de mambo verde y rojo, con faralaes y maracas incluidas.
They call me the cuban Pete, I'm the king of the rumba beat
when I play the maracas I go chik-chiki-bum, chik-chiki-bum...
Cada "chik-chiki-bum" era marcado por un enérgico movimiento de caderas que hubiera dejado en vergüenza a la inmortal Tongolele. Para remate, entraron dos chicas uniformadas con bikini y sarong a juego con la vestimenta del moreno, e iniciaron con éste un atrevido baile entre tres excesivamente pegadito que dejó a todos con la boca abierta por la impresión.
- Este Chocolove es increíble - susurró Yoh a Len entre el bullicio de la música, que luego de un par de minutos se detuvo. La luz volvió a apagarse y comenzaron a sonar las bien conocidas notas de You can leave your hat on, la canción por excelencia del strip tease, y cuando el foco se encendió de nuevo ya no estaba el trío. En su lugar se encontraba una impresionante morena de cabello rizado, vestida con un traje masculino completo, hasta el sombrero... y frente a ella se encontraba una silla.
Lyserg, al igual que Yoh, apuró su vaso de un trago, mirando a la bailarina comenzar a quitarse la chaqueta con los ojos desorbitados. Manta ya los tenía desorbitados por naturaleza, así que se limitó a permanecer quietecito como una estatua y con la mandíbula a ras del piso. Len estaba muy ocupado tosiendo (la sorpresa lo había hecho ahogarse al fin) y Horohoro estaba rojo y sin acertar a dejar de mirar a la chica. Li Pailong sonreía beatíficamente y el señor Takehito, junto a Ryu que era el DJ oficial, aplaudía y silbaba con tanto entusiasmo como el shaman de la espada de madera.
Hasta los espíritus hicieron acto de presencia; bueno, sólo Amidamaru, Basón y Tokagero... el primero asombrado con el espectáculo, el segundo cubriéndose los ojos con una mano como todo un caballero... aunque podía ver a través de los dedos, y el tercero silbando a todo meter y con los ojos salidos.
La bailarina, a la que sólo le quedaban ya los pantalones, una camisa blanca suelta y el sombrero, se acercó hacia Yoh y se inclinó hasta que su busto estuvo a centímetros de la nariz del congelado shaman, quitándose la camisa blanca de un manotazo...
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Arriba las cosas iban más tranquilas, al menos hasta el momento. Jun había convertido una de las habitaciones en una especie de saloncito árabe, con luces tenues, cojines, divanes y cortinas transparentes, y había hecho traer de su casa un equipo de sonido y un televisor enorme.
Las cosas iban más tranquilas, pero también más pasadas por licor que en el piso de abajo: Shalona había preparado una crema de whisky que estaba deliciosa, y para rematar, además de cantar con el karaoke, habían jugado un drinking game con películas de anime. El resultado eran cinco mujeres en diversos estados de embriaguez (incluyendo a Anna, que no había podido resistirse al poder del ponche), hablando animadamente.
Pilika y Jun, muy arregladas para la ocasión, se reían de las bromas de Shalona; sobre todo la primera, que por supuesto no estaba acostumbrada al licor. Tamao, ataviada con un vestidito rosa fuerte (cómo no...), había dejado de reírse ya y daba vueltas al vaso que tenía en las manos con aire ausente, la respiración agitada y el rostro de un color rosa casi tan subido como el de su ropa.
- Oye, Tamao - comenzó Jun, algo preocupada. No recibió respuesta, la rosada parecía estar en las nebulosas - Tamao. Tamao. ¡TAMAO!
- ¿Q-qué? - contestó al fin la chica, como saliendo de un trance.
- Yo creo que ya deberías suspender la bebida, chica...
- ¡P-pero si está muy sabrosa! - protestó, haciendo pucheros como una niña pequeña.
- Sí, claro, pero tiene bastante alcohol y no me gustaría que te sintieras mal... no estás acostumbrada al licor.
- ¡No seas aguafiestas, mujer! - intervino Shalona, de muy buen humor, pareciendo un regalito en su escandaloso minivestido floreado - ¡Si es una bebida muy suave!
- ¿Suave? ¿¡Suave!? ¡Bébete un balde para que veas!
Las dos mayores comenzaron a discutir casi a gritos y Pilika se añadió al griterío. Mientras tanto, Tamao siguió bebiendo sin prestarles ni la más mímina atención.
La itako, echada en un diván como una reina en su trono y majestuosa en su vestido negro, sólo pareció agitarse cuando algunos gritos y silbidos provenientes de la planta baja se filtraron a través de la cortina musical pop que amenizaba la reunión del elemento femenino. Sus dedos apretaron el vaso que tenía en la mano con tanta fuerza que casi lo rompió; las demás, parloteando alegremente, no se dieron cuenta de su agitación.
Sabía que Yoh no iba a pasarse de los límites, pero el sólo pensar en que allá abajo estaban bailando hermosas profesionales frente a su prometido y especialmente para él, le provocaba ansias homicidas.
Se sobresaltó cuando Jun, que había dejado suelta su espléndida cabellera violácea y lucía un ajustado vestido amarillo, se levantó de un salto y salió de la habitación apenas escuchó que sonaba su móvil. Regresó a los cuatro minutos sonriendo con aire conspirador; se acercó al equipo de sonido y una canción muy conocida comenzó a sonar.
Grititos de asombro (y uno que otro de delicia) se dejaron escuchar cuando un hombre vestido de bombero, con el equipo completo incluyendo casco y manguera de incendios (que movía de una manera obscena, por cierto), irrumpió en la habitación y comenzó a soltar equipo y prendas al sonido de la música.
Sex Bomb, sex bomb, you're my sex bomb
and baby you can turn me on
El hombre se quitó el casco, dejando al descubierto una espléndida melena dorada, y sin dejar de bailar lo depositó en el regazo de Anna, que a todas éstas se limitaba a mirarlo con la boca abierta. A continuación avanzó hacia Shalona y se inclinó hacia ella haciéndole señas; ésta, entusiasmada y entendiendo las señas a la perfección, lo despojó de la chaqueta roja, con lo cual lo dejó ataviado sólo con una ceñida camiseta sin mangas que dejaba apreciar su torso musculoso y muy atractivo.
La siguiente en la fila era Pilika, que reía como una colegiala y apenas se atrevió, ahogada de risa como estaba, a ayudar al versátil bailarín a quitarse la susodicha camiseta, entrando en contacto con bastante piel y músculos en el proceso. Esto la hizo caer redonda en los cojines, más roja que una amapola y riendo sin parar.
Cuando llegó hasta Tamao, que se había quedado congelada en el sitio desde que lo vio entrar, el tipo se quedó de pie con las piernas separadas frente a ella, muy cerca, y comenzó a descender, doblando las rodillas y moviendo atrevidamente las caderas hasta quedar casi sentado en el regazo de la pelirosada.
Jun la miró con preocupación, porque la chica, con su cara roja y los ojos como platos, parecía estar al borde de un síncope. Sin embargo, lo que ocurrió a continuación fue completamente inesperado.
El bailarín, luego de haber bajado, comenzó a ascender sin abandonar el movimiento rotatorio de caderas; cuando estaba casi erguido de nuevo, una Tamao muy rosada y con una sonrisa maliciosa irreconocible en ella, entró en acción: se levanto, y con un movimiento casi felino le arrancó los pantalones rojos de bombero, dejándolo apenas en un minúsculo tanga rojo con llamitas amarillas.
Todas las chicas gritaron, con la excepción de Anna, que estaba demasiado asombrada como para emitir sonido alguno.
El hombre continuó bailando con gracia como todo un profesional, alentado por Shalona; mientras que Tamao, ya de pie, dio unos pasos vacilantes hacia la mesita en la que estaban las jarras con la célebre crema de whisky de la novelista, y luego de derramar un poco en la mesa y en el piso, logró llenar a medias un vaso. La novedad había pasado y Jun, Shalona y Pilika estaban pendientes del bailarín, pero Anna, preocupada, siguió con interés los movimientos de la pelirosada, que evidentemente ya estaba muy pasada de copas.
Ésta caminó hacia el tipo dando tumbos de borracho, y cuando lo alcanzó lo tomó del brazo y lo hizo girar hacia ella. El bailarín perdió estabilidad y para evitar llevarse un golpe peor se dejó caer al piso... con Tamao encima, así que ésta le derramó el vaso de ponche en el torso, haciéndolo lanzar un grito sorprendido por el impacto y los cubitos de hielo que rodaron por su pecho.
Un silencio estupefacto, tan pesado que era casi audible a pesar de la ruidosa música, llenó la habitación. El tipo estaba desconcertado, todas miraban la escena con la boca abierta, y las cosas empeoraron cuando...
...Tamao comenzó a lamer el ponche del musculoso pecho del bailarín, como una gata hambrienta lo haría con un plato de crema.
Pronto Jun y Shalona acudieron a intentar sacársela de encima al bailarín, que después del desconcierto parecía divertido con la situación; Pilika, por su parte, rodaba por el piso muerta de risa. Anna aprovechó el momento en el que Tamao, con voz gangosa de intoxicada, protestaba a grito pelado contra las "malvadas" que intentaban separarla de su paleta humana, para escabullirse fuera de la habitación.
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La itako se dio cuenta de que había bebido más de lo prudente cuando bajaba la escalera con paso inseguro. Esa crema de whisky a buen seguro era más whisky que crema...
Ya avanzaba por el pasillo hacia la cocina para prepararse un café o cualquier otra bebida que le despejara la cabeza, cuando tropezó con su prometido, que acababa de escurrirse del pandemónium que era la salita, de la cual salía un escándalo aún mayor que el de arriba. Él le dirigió una sonrisa tímida, acomodándose la guirnalda de flores blancas que llevaba al cuello.
- ¡Hey! ¿Qué haces por aquí abajo?
- Iba a la cocina a prepararme algo. Creo que he bebido demasiado - contestó la joven con su tono seco y práctico de siempre, aunque su cuerpo osciló un poco hacia la izquierda y de no ser por la pared podía haberse caído - ¿Y tú?
- Las cosas se están poniendo un poco locas allí dentro. ¿Qué tal tu bailarín exótico?
- No sabría decirte. Aún están tratando de quitarle a Tamao de encima.
- ¿Tamao? - preguntó, incrédulo. Anna notó que tenía las mejillas rojas, y sospechó que la bebida de la planta baja estaba tanto o más fuerte que la del piso de arriba.
- Pues sí, Tamao. Cuando se le pase la borrachera y se dé cuenta (o le cuenten, porque me parece que está más de allá que de acá) de que ha lamido ponche del pecho desnudo de un desconocido, va a ser algo digno de verse...
- Vaya - Yoh dejó escapar su risita característica.
- ¿Y qué tal aquí abajo? - preguntó la itako, suspicaz.
- Poca cosa. O más bien demasiada. Ryu y Chocolove han hecho una fiesta tropical, el fruit punch está muy fuerte y me di cuenta muy tarde, así que no ando muy estable que digamos - tosió para disimular la risita nerviosa cuando notó el ceño fruncido de Anna -. Ejem... todo el mundo está un poco bebido ya... acabo de dejar allí dentro a Manta, Ryu y el señor Takehito haciendo el trencito con las tres chicas que trajo Ryu...
- ¿TRES chicas? Vaya... - la rubia le lanzó una mirada oblicua.
- Juro solemnemente que no toqué a ninguna de ellas, Anna - dijo el shaman muy serio, levantando la mano derecha. Se veía muy gracioso con su cara rosada y aquel gesto de boy scout, y la rubia no pudo evitar sonreír y acercarse lentamente hacia él; seguro que era el efecto del exceso de alcohol.
Por su parte, Yoh estaba más que encantado mirándola, sobre todo ahora que ella le estaba dedicando Esa Mirada, la que lo ponía caliente, nervioso, alocado y duro como roca. La mirada que solía salir a pasear muy raras veces y que él trataba de evitar a menos de que estuvieran en un lugar privado.
Los párpados de Anna descendieron levemente. Y ahí estaba, justo: la lengua apenas tocando el labio inferior para luego desaparecer de nuevo en aquella boca rosada. Hacía que Yoh sintiera ganas de explorar con su propia lengua aquella boca, encontrar lo que se ocultaba allí, detrás de los labios rojos y los dientes perfectos. Ahogó un gemido y se acercó aún más, hasta sentir el calor del cuerpo femenino aunque aún no se tocaban.
La cabeza de la itako daba vueltas, sus ojos estaban nublados, y casi enloqueció cuando el shaman levantó la guirnalda que rodeaba su cuello y la deslizó por encima de la rubia cabeza de Anna para quedar muy juntos, atados por la guirnalda de flores. Para ese momento, ambos estaban respirando agitadamente, prácticamente adheridos el uno al otro.
- Yoh...
- Qué...
- No vamos a empezar con esto... faltan sólo dos días...
- Un momento de cariño no nos va a matar hasta entonces, ¿o sí? - la voz del shaman era baja, ronca y sensual, muy distinta de lo habitual, y el sonido causaba estragos en el cuerpo de la rubia.
- Los dos sabemos hasta dónde nos llevan los "momentos de cariño", Yoh.
- Venga... sólo será un beso, y luego iremos a la cocina a preparar café. ¿Vale?
Definitivamente, el universo no la había equipado con la fuerza de voluntad necesaria para decirle que no a Yoh, y menos con tanto alcohol circulando por su cuerpo.
- Yoh...
- Anna... de todos modos no corremos peligro. Alguien siempre estará dispuesto a interrumpirnos, ¿recuerdas? - dijo el joven, con una deliciosa sonrisa torcida.
Anna abrió la boca para protestar, pero sólo pudo emitir un confuso gemido cuando la boca del shaman se apoderó de la suya en un beso profundo y gentil que pronto dejó de serlo: de repente las manos del joven estaban en todas partes, dedos desabotonando el vestido de la chica y uñas cortas arañando una suave línea de placer desde la nuca hacia abajo, hasta el límite justo debajo de la cintura donde la espalda pierde su nombre.
- Yoh - murmuró confusamente dentro de la boca del shaman - Yoh, espera...
Yoh emitió un sonido de protesta.
- Nada de hablar. Sólo un beso... - la itako se rió un poco ante la protesta casi infantil de su prometido, algo mareada y no sólo por el ponche.
- Pero estás haciendo mucho más que besar...
El shaman ni siquiera se dignó a objetar sus palabras; simplemente continuó besándola, deslizando un muslo tibio y sólido entre los de la chica. Su boca sabía dulce por el ponche, y caliente, como una fruta entibiada por el calor del sol.
Pronto la chica se encontró arrinconada contra la pared, con Yoh deslizando su lengua profunda y rítmicamente dentro de su boca al mismo compás que marcaban sus caderas contra las de Anna, haciéndola perder la cabeza. Las manos masculinas deslizaron la parte superior del vestido, ya desabotonado, y comenzaron a acariciar la piel expuesta con ansiedad, amasando y apretando la carne suave y firme.
Anna se movió también contra él, casi con desesperación, frotándose y emitiendo pequeños sonidos salvajes que tenían pronto eco en los gemidos incoherentes de su prometido, aprovechando un pequeño respiro para sujetarse del cuello del joven y enlazar sus piernas alrededor de las caderas masculinas. Yoh respondió casi clavándola contra la pared con sus movimientos rápidos, duros y urgentes, y la chica pensó que iban a hacerlo allí mismo, donde cualquiera podía salir y verlos, y...
Y le importaba un bledo.
Ya estabilizada contra la pared, sus manos se deslizaron debajo del suéter, acariciando el torso de Yoh, apartando el suave tejido para que su pecho desnudo entrase en contacto con la piel masculina, haciendo que ambos gimieran por el súbito e intenso placer; y luego, atrevida, hacia abajo, buscando el botón de los ajustados pantalones negros...
¡¡¡¡CRASH!!!!
El fuerte sonido los hizo separarse casi con violencia, Yoh cayó al suelo dándose un buen porrazo (entre el alcohol, la excitación y la sorpresa, no se podía esperar otra cosa), y Anna cayó sentada encima de él, la guirnalda rota colgando de su cuello. Aún respirando agitadamente, el shaman meneó la cabeza con resignación mientras que la itako, toda sonrojada, se cubría el pecho de nuevo con el vestido y trataba de ponerse en pie con dificultad.
- Te lo dije. Mientras estemos en esta casa, nuestra virtud está perfectamente a salvo...
- ¿Qué diablos fue eso? - preguntó Anna, molesta por no poder mantener la vertical sin tener que sostenerse de la pared mientras intentaba abotonarse el vestido.
Yoh se puso de pie con algo de dificultad y ayudó con los botones. Estaba abotonando el último cuando Lyserg apareció en el pasillo y Jun bajó la escalera alarmada, quedándose de una pieza al ver al par todo desaliñado, con los cabellos revueltos, la ropa arrugada y los rostros encendidos.
- ¿Qué fue ese ruido? ¿Lo hicieron ustedes? - preguntó suspicaz, con una sonrisa maliciosa. Lyserg, que parecía bastante bebido pero aún en posesión de sus facultades, abrió la boca:
- No fueron ellos. Vino de la cocina.
- ¡Vamos a ver! - dijo la joven china, apresurándose hacia la cocina. Yoh le lanzó a Anna una mirada de perrito apaleado, y la itako respiró profundamente, cuadró los hombros y siguió a Jun.
Próximo capítulo: La gata en el tejado
N.A.: Sí, Molmos, lo de las novelas históricas es para ti; sigue el canon, ¿cierto? xDDDD. BTW: Liberace, para los que no lo saben, fue un famoso pianista y showman norteamericano, cuyos atuendos eran más o menos como lo que lleva Ryu. Y sí, era gay xD. No pude resistirme a ponerle esa canción a Choco, ¡va tan bien con él xDD! La escuchamos en The Mask con Jim Carrey, pero en realidad la cantaba el cubano Desi Arnaz, marido de Lucille Ball, en el Show de Lucy allá por los años 60 xDDD. ¿Se imaginan a Manta haciendo el trencito? Yo sí, y me muero de la risa. Ah, y la actitud de Tamao es la correcta... las más motolitas suelen ponerse así cuando tienen unos tragos de más, he sido testigo xDD. Gomen, chicos, ando tan ocupada en mi trabajo que no me da ni tiempo de respirar, y menos de sentarme a escribir; para colmo la semana pasada, cuando tenía esto casi listo, la pobre computadora se tiró tres y se pasó cinco días en mantenimiento. Tengo tres páginas que actualizar, una nueva que subir, cinco historias en salsa, y hasta ayer no tuve tiempo de terminar este capítulo. Gomen de nuevo, pero entenderán que toma tiempo lograr lo que quiero ^^.
Gracias a mis reviewers: Serena (acabo de terminar de escribir Earth Erotica, ya te lo pasaré), Ei-chan, Kathy Asakura de Tao, Asuka de Black (a lo mejor tenga que hacer una continuación para formar como es debido esas parejas xDDD), Rally (no chica, me daría penita poner esas cosas aquí, quizás lo haga aparte en la serie de viñetas... ¿te imaginas que ponga aquí algo como lo que puse en el cap 5 de Dorado y Cálido, pero con Len y Horo? Ostras... no sé, pero me parece que mucha de la gente que lee aquí no tiene la pasión por el yaoi casi gráfico que pongo allí O__o), Aya K, Nakuru Tsukishiro, Zelshamada (te quedarías con el moreno, ¿eh? xD), Komachi (pequeña perversa ^_~), Silver, Loreley (en cuanto pueda te prometo que me fajo a leerlo, respecto a lo otro... eso se aprende leyendo mucho de eso y luego escribiendo, pa lograr un estilo propio), Souji-Hao, Maru Kazegami (supongo que te has sorprendido al ver que las lanzadas no lo eran tanto xDD), Amber (espero que te haya gustado xD), Niky-chan, Jessica Kyoyama (gracias ^^), Hidrazaina (sí, no era adecuado meter a las niñas en esto xD, y me alegra que te esté gustando cómo me queda Choco... ah, sí, los anticonceptivos xDDD vieras lo que me reí escribiéndolo, porque es algo muy real pero a veces las parejas no hablan claro de eso), Hermione Potter (fue invitada xDDD), Aredhel (servida ^^), Layla Kyoyama, Tyci (lo estoy pensando... y sí, yo creo que Yoh se hace xDD), Viru-chan (ummm, tienes que subir con el Document Manager y luego crear historia, allí es donde pones todo), Sonomi (habrá que ver ^__~), La Llama (bienvenida, y eso del rebaño de ovejas satánicas está como para morirse xDDDDD), Jk (es que Choco es la monda. Y mira que me ha costado lo mío, porque yo soy tan graciosa como un funeral xD), An_na Asakura ("página de historias inventadas por una"? A ver, manita, clarifica porque no entiendo bien la pregunta. Estoy a la orden, porque cuando tenía tiempo me metía en todas partes a leer, y eso incluye páginas italianas y francesas...), Brenda-chan, Lisha (Bienvenida, qué amable xD. Soy venezolana), Anna Kyouyama A. (bienvenida!!), Viosil Uab (vaya un nick, me encanta ^^. Bienvenido... y perdona la tardanza. Mucho trabajo), Lilika Yanagisawa (servida ^^), Misao-Kaoru (shounen ai es romance entre chicos).
Gracias en especial a Delia (Akiyoshi) quien tuvo la amabilidad de escribirme una cartita muy linda a mi mail, espero que te guste este capítulo y no te preocupes que El Ganador seguirá adelante mientras haya gente como tú que lo lea ^^.
