El ganador se lo lleva todo

por Karoru Metallium

XXXV

La gata sobre el tejado

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Advertencia: shounen ai bordeando en yaoi en el segundo fragmento. Avisados los homófobos para que se salten esa parte, aunque no está demasiado fuerte ni nada por el estilo, está sumamente delicado, creo yo... just foreplay, a little petting, nothing more ^^

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- ¡Vamos a ver! - dijo la joven china, apresurándose hacia la cocina. Yoh le lanzó a Anna una mirada de perrito apaleado, y la itako respiró profundamente, cuadró los hombros y siguió a Jun.

La cocina estaba impecable, todo en su lugar y resplandeciente de limpio, tal y como Tamao la había dejado antes de ir a prepararse para la fiesta. Bueno, no del todo... la puerta que daba al patio estaba abierta y justo en el umbral podía distinguirse un bulto oscuro en medio de un charco de agua turbia.

Jun avanzó la primera y se detuvo junto a la puerta, empujando levemente con el pie el bulto oscuro. No era un bulto: era un persona, vestida de negro de pies a cabeza, el rostro oculto por un pasamontañas y hecha un ovillo en el piso; cuando la joven china se atrevió a quitarle el pasamontañas -con muy poca delicadeza- pudieron ver el cabello rojo con raíces oscuras y el rostro inconsciente, mojado y algo hinchado de Suisei.

- ¿Y ésta? - preguntó, sorprendida - ¿No la habían echado de aquí?

Lyserg, que se había acercado también a la caída figura, se inclinó a mirarla manteniendo un precario equilibrio, y la sombrillita de papel que adornaba el vaso de fruit punch que llevaba en la mano, acompañada de un poco del rosado líquido, cayó sobre ella.

- Huele a pescado - apuntó, arrugando la nariz en un gesto decididamente cuchi y encantador que atrajo incluso la mirada de la joven china.

- Debe ser el agua que está en el piso - concedió Jun, haciendo un gesto de asco y mirando sus propias zapatillas con pena: había pisado el charquito y seguro ahora olía a rayos. Miró con algo de rencor al inglés, quien a pesar de estar notoriamente pasado de copas se las había arreglado para acercarse sin ensuciarse.

- ¿Está viva? - preguntó, curioso.

- Déjame ver - la chica se inclinó y puso la mano sobre la cara de Suisei, sin tocarla -. Bueno, al menos respira...

Yoh apareció en la puerta de la cocina con algo de retraso y una cara de pocos amigos muy rara en él, y se sorprendió al verlos agrupados en torno a la puerta que daba al patio. Al asomarse por encima del hombro del joven inglés y ver quién era el centro de atención, sonrió con auténtico regocijo.

- ¡Vaya, pero si es Suisei! - gorjeó, divertido - ¿Qué hará aquí? ¿Y qué le pasó?

- Andaba dándoselas de comando, eso es obvio - Anna estaba cruzada de brazos y su expresión era francamente despectiva. Lo que decía tenía sentido, ¿qué haría si no la pelirroja con aquel conjunto elástico, el pasamontañas y las cómodas zapatillas?

- Acción nocturna encubierta. Comando S. - Lyserg se rió abiertamente.

- Jo, pues me late que algo le salió mal - dijo Jun, riendo también.

- No, no le salió mal. Lo que pasó fue que alguien de la casa le puso una trampa y ella cayó redonda en el lazo - apuntó el inglés, que a pesar del exceso de alcohol demostraba no haber perdido su capacidad de observación. Señaló con un dedo algo vacilante el cordel tendido por encima de la puerta que daba al patio con unos clavos a manera de guías (cosa en la que nadie se había fijado), y un cubo de plástico que había caído fuera, cerca del cuerpo de Suisei.

- ¡Hombre, pero qué ingenioso! ¡Como en los dibujos animados! - dijo Yoh, mirando con curiosidad el mecanismo del cordel, que mostraba señales de haberse reventado en un punto cercano al picaporte - Pero, ¿quién fue?

- ¿Chocolove? - se preguntó Lyserg, mirando al vacío.

- O Ryu - dijo Jun, pensativa.

- Ni el uno ni el otro - todo el personal se volvió hacia la puerta de la cocina, en cuyo umbral acababa de aparecer Pilika con una sonrisa más brillante que de costumbre -. Fui yo. ¿A que me ha quedado estupendo? - miró el mecanismo por unos instantes - Ooops, de accidente y todo salió aún mejor, ¡el cordel se reventó!

- ¿Tú? - preguntó el inglés por boca de todos, que la miraban estupefactos - ¿Y cómo sabías que ésta andaba por aquí?

- ¡Cómo va a ser! Cuando estaba oscureciendo salí al patio a sacar las cajas en las que vino la comida y vi una sombra esconderse tras los arbustos. No sabía quién era realmente con ese atuendo, pero lo supuse, y no iba a dejar que nos arruinara la fiesta - dijo, mostrándose muy satisfecha al acercarse a Suisei -. Ya es bastante con que haya dejado a mi pobre hermanito casi calvo y más rayado que una sopa de letras...

- Pero... ¿y si hubiera sido alguien de la casa? - preguntó Jun, preocupada.

- Muy borracho tendría que haber estado para no ver ese enorme cubo rojo sobre la puerta por el lado de adentro - alegó Pilika, sin inmutarse -; y no me digan que podían haber caído los bailarines porque ya estaba enterada de que venían por la puerta principal... - su lógica era impecable y le ganó otra mirada de admiración (algo turbia) por parte de Lyserg.

- ¿Qué había en el cubo? - preguntó Anna.

- Agua de los trastes que fregué en la tarde, con trocitos de sabor incluidos - contestó la chica, riendo por lo bajo.

Chocolove y Ryu aparecieron detrás de la peliazul y al ver el espectáculo hicieron fiesta.

- ¡Esta jovencita tiene madera fina, pues! - voceó el moreno con entusiasmo, aún embutido en su traje rumbero y batiendo las maracas - ¡Ha frustrado un atentado! ¡Que viva, que viva! Oigan, ¿y quién es ésta?

- Prima de Horo y Pilika. Fue quien le cortó el cabello a Horo y lo dejó todo arañado cuando supo... ummm... lo de él y Len. Nos odia - resumió Lyserg, tratando de ser discreto y conciso.

Todos parecían haberse olvidado momentáneamente de Suisei, hasta que un sonoro gemido de la susodicha indicó que comenzaba a despertar.

- ¡Ostras! ¡Que suena como cerdo! - comentó la peliazul con un gesto de desagrado.

- ¿Porqué sospechabas que podía ser Suisei y no... hum... otra persona? - preguntó de pronto Anna, mirando a la chica con curiosidad.

- Bah, tenía que ser la peliteñida. La golfa ésa de Sumire es una resbalosa, pero no tiene las agallas como para intentar hacer daño; ésta sí las tiene, y encima tiene el poco sentido común necesario como para atreverse. Además, todo ese despliegue de negro... va con ella, es una sacafiestas y le gusta lucirse aunque vaya de incógnito.

Las ojos de la itako se abrieron sorprendidos y llenos de admiración ante la astucia de la chica, que sin decir ni una palabra a nadie había frustrado los planes (seguramente siniestros) de Suisei para arruinar las fiestas. Sin embargo, cuando abrió la boca lo hizo en todo admonitorio.

- Podías haberle roto la cabeza, Pilika.

La aludida se encogió de hombros y negó con la cabeza, haciendo bailar su lisa cabellera azul.

- ¡Qué va! El cubo es de plástico bastante ligero, estaba a poca altura por encima de su cabeza, y además estaba vacío al caer... yo no tengo tendencias asesinas, a pesar de lo que esta... esta zorra le hizo a mi hermano - silabeó, mirando con desprecio a la gimiente pelirroja -. Supongo que al reventarse el cordel, el cubo la golpeó en la cabeza y tiene un buen chichón, pero no hay sangre, así que no hay crimen. ¿Verdad, señor detective? - preguntó divertida, buscando apoyo en Lyserg.

- Um... supongo que no.

Suisei ya estaba casi despierta y Jun, sin muchas ceremonias, llenó un cazo en el fregadero y se lo vació en la cara. La pelirroja gritó, se ahogó, hipó, tosió y volvió a gritar.

- ¡¡¡AAAYYYY!!! ¡¡Argh!! ¿¿¿Acaso pretenden ahogarme?? ¡¡Asesinos!! - gimoteó, descompuesta. El cabello pegoteado por el agua dejaba ver los claros que aún tenía en el cuero cabelludo gracias a Pilika.

- Cállate, imbécil - la voz baja y sibilante de Anna, cuya apariencia era formidable en su vestido negro, los brazos cruzados, el ceño fruncido y los ojos brillando de ira, hizo que la mujer cerrara la boca de inmediato - ¿Se puede saber qué pretendías?

- ¡Qué va a ser! ¡Sabotear la fiesta con algún truco sucio! - escupió Pilika con desprecio.

- ¡¡¡TÚ CÁLLATE!!! - se revolvió como una fiera al percatarse de la presencia de la joven ainu, y Chocolove y Ryu tuvieron que avanzar y hacerse cargo de ella por medio de la fuerza bruta. Retenida por ellos, la pelirroja le lanzó a la peliazul una mirada de puro e inadulterado odio - ¡¡Por supuesto que quería vengarme de todos ustedes, y en especial de esa mocosa pecho plano!!

Anna miró a Pilika, alarmada, temiendo un estallido; pero ésta ni se inmutó.

- ¿Mocosa? - hizo un ostentoso gesto de hurgarse la nariz y luego miró su dedito - ¡Si mi nariz está limpiecita! Ahora resulta que además de ser bruta, alucinas. Ah, y yo tendré plano el pecho, pero a ti te hacen un encefalograma y sale plano, estúpida - se burló abiertamente la chica, con una sonrisa maliciosa -. Lo mío se resuelve con una prótesis, pero lo tuyo... no hay prótesis para el cerebro todavía, imbécil. Te gané, ¡¡JA, JA!!

Todo el mundo estaba con la boca abierta viendo a la ainu manejar la situación con tanto ingenio, dejando a la Suisei rugiendo de rabia y casi echando espuma por la boca, sin respuesta ante el claro derechazo de Pilika.

- ¡¡¡Strike tres y FUERA!!! - voceó Chocolove feliz, dejando a Suisei en manos de Ryu y sacando de la nada, como de costumbre, un guante, un peto y un casco de béisbol y haciendo gestos de umpire.

Gota colectiva del tamaño de la casa.

- Bueno, ¿y qué hacemos con ella ahora? - preguntó de pronto Yoh, señalando a la pelirroja con un dedo acusador.

- No sé... ¿llevarla a su hotel? - sugirió Jun, indecisa, y Anna le dirigió una mirada que indicaba que dudaba de que la sangre estuviera circulando normalmente por su cerebro.

- Sería como darle un regalo - dijo la itako, muy despacio. Luego se volvió hacia Chocolove - ¿Tienes alguna idea, moreno? - preguntó, sorprendiendo a todos al dirigirse de esa manera tan tranquila y familiar hacia él.

- Docenas. Cientos - sonrió con malignidad el joven -, pero todas ilegales e involucran daños físicos que pudieran acarrear demandas, etcétera...

- Se ve que has tenido contacto con gente extraña - murmuró Yoh, alzando las cejas.

- Podemos dejarla amarrada y encerrada en el armario del comedor... ya mañana nos encargaremos de pasearla por el pueblo desnuda y cubierta de miel y plumas - sugirió Pilika, riendo.

- Voto por lo del encierro - concedió Anna -, pero lo de la miel y las plumas habría que pensarlo. Yo simplemente le echaría la miel y le dejaría amarrada en el hormiguero gigante que está en el patio de la casa de los abuelos de Yoh...

A todas éstas, la mirada de Suisei era de puro terror.

- Pues venga con el encierro - decidió Choco.

En un santiamén, aunque todos estaban un poco torpes debido al ponche, habían movido a Suisei hasta el amplio armario empotrado del comedor y la habían amarrado a una silla, procurando que estuviese bien sujeta pero sin lastimarla.

La pelirroja no paraba de removerse y lanzar insultos a diestra y siniestra, gritando de puro coraje.

- ¡¡¡Ya verán!!! ¡¡¡Los acusaré de secuestro!!! ¡¡¡Traeré a la policía!!!

- ¿Con cuáles testigos? Se van a reír de ti. Además, te acusaríamos de allanamiento de morada - le dijo Pilika, fastidiada. Sacó un rollo de cinta adhesiva industrial de un anaquel, lo cortó con destreza, y lo pegó en la boca de Suisei deteniendo así el torrente de insultos y quejas.

Chocolove miró la escena con el aire de un artista que examina su obra y encuentra que le falta algo. Sus ojos oscuros brillaron con malicia y se acercó a Anna, diciéndole unas palabras en voz baja; ella pareció dudar por unos momentos, pero luego hizo un gesto de asentimiento.

- Lyserg, ¿me harías el favor de traer el televisor y la videograbadora que están en el clóset del pasillo? - el inglés asintió y fue por lo pedido. Guiado (y a veces prácticamente sostenido, porque no andaba muy vertical que digamos) por Pilika, trajo el televisor de Anna y el video y los conectó.

La itako misma empujó una mesita dentro del armario e hizo que colocaran allí los aparatos, de modo que quedaran justo frente a Suisei, y los encendió. El moreno, con una sonrisa decididamente maléfica, sacó otra vez de la nada una cinta de video... en cuya portada todos pudieron ver a un conocido dinosaurio morado.

- ¿Ein? - Yoh se rascaba la cabeza.

Lyserg, aterrado, retrocedió. Jun se tapó la boca con las manos, horrorizada, y Ryu casi deja escapar a su presa de la impresión que sufrió. Anna le echó una ojeada a la cinta con curiosidad. Al fin Yoh sonrió: "ah, ya me acuerdo".

- ¿Estás seguro de que esto es efectivo? - preguntó la rubia, que evidentemente no había visto el susodicho video.

- Ya verás... - dijo Choco, introduciendo la cinta, echándola a andar y cerrando la puerta del armario.

Cuando sonaron las primeras notas de una canción, un grito ahogado proveniente del interior del armario las acompañó.

Te quiero yo, y tú a mí

somos una familia feliz...

- ¡¡¡¡¡MHHHHHHHHHH!!!!!

Afuera, Chocolove le hizo el signo de la victoria a Pilika. Anna escuchaba la canción con incredulidad.

- ¡El complemento perfecto para la tortura! - apuntó el moreno con lógica -. La cinta dura cinco horas... ya se cansará.

- ¿Qué haces con algo así encima? - preguntó Pilika con curiosidad.

- Es mi arma secreta - Choco le guiñó un ojo a la pequeña ainu, que se echó a reír.

- Eres diabólico - lo acusó Jun, pero sonreía.

- Por eso me quieren... tengo un atractivo oscuro y fascinante - bromeó el moreno, con una sonrisa coqueta dirigida hacia la joven china. Ésta tragó en seco.

- Estooo... um... ¡Pilika! ¿Con quién dejaste a Tamao? - preguntó, recordando de pronto, con remordimiento, el predicamento en el que había dejado a la pelirosada.

- Está con Shalona, descuida. Y antes de que preguntes por el bombero, antes de bajar lo hice vestir y ya se fue - apuntó, la peliazul con un guiño malicioso.

- ¡¡Vaya, mujer!! Buen trabajo.

- ¡¡Ay, no!! ¡¡Dejé a las chicas en el salón!! A ver si aquellos no han hecho un desastre. Es un milagro que no hayan venido para acá al escuchar los gritos - dijo Chocolove, frunciendo el ceño y dirigiéndose hacia la salita, seguido por todo el personal.

Las bailarinas estaban ya en el vestíbulo, vestidas y listas para irse. Miraron con curiosidad a las mujeres y, después de conferenciar en voz baja con el moreno y darle cada una sendos y sonoros besos a manera de despedida, se fueron.

No era milagro que los ocupantes de la salita no hubiesen salido al oír los gritos, porque seguramente no los habían escuchado: tras la puerta cerrada sonaba ahora una ranchera desgarradora a todo volumen, y cuando Choco la abrió vieron a Manta, el señor Takehito y Li Pailong abrazados, llorando, con los rostros enrojecidos y coreando a todo pulmón la susodicha melodía.

Lo que sí era milagro era el saloncito, que estaba en orden y limpio todavía... aunque al notable pastel le faltaba ya un pecho, que alguien se había comido, puesto que presentaba señales de haber sido mordido a conciencia.

- ¡Qué barbaridad, mira cómo se han puesto! - se quejó el moreno, dándose una palmada en la frente.

- Si vomitan en el piso tendrás que limpiar, moreno - soltó Anna en tono zumbón.

- ¡Venga! ¡Al cuarto de baño, borrachos! ¡¡PERO YA!! - sin perder tiempo, Yoh, Ryu y Choco arrearon al Trío Miserias hasta el baño como si de ganado se tratase.

Anna suspiró y se dispuso a subir para chequear la situación arriba, seguida por Jun. De último iba Pilika, que cuando iba a subir se vio interceptada por un Lyserg algo colorado que jugueteaba con el dobladillo de su impecable chaqueta blanca.

- ¿Qué se te ofrece? - preguntó, algo nerviosa.

- Ummm... yo... ¿te puedo decir algo?

- Claro.

- Umm... lo que hiciste fue admirable. Eres muy inteligente, y astuta.

- Estooo... gracias - el rubor comenzó a extenderse por las mejillas de la peliazul. - ¿Algo más que quieras decirme...? - preguntó, abochornada, moviéndose hacia la escalera con la intención de que el inglés se percatara de lo incómoda que estaba y dejara de bloquear el primer escalón.

- Bueno, sí. Yo... espero que perdones mi atrevimiento, pero yo... ummm... lo que esa mujer dijo no es cierto, ¿sabes?

- ¿Qué mujer? ¿Suisei? ¿Qué cosa dijo? - lo miró con aire confuso y Lyserg enrojeció aún más.

- Tú no tienes el pecho plano. De hecho, estás muy bien proporcionada para tu estatura... y eres... ummm... muy atractiva...

A estas alturas Pilika ya se había puesto morada y miraba al inglés con la boca abierta como un pez fuera del agua. 1) No podía creer que alguien le estuviera diciendo eso. 2) No podía creer que Lyserg, la discreción personificada, le estuviera diciendo que la consideraba atractiva.

- Supongo que es el ponche hablando por ti - declaró en cuanto pudo encontrar su voz, muy roja -, pero gracias de todos modos.

- ¡Un momento, un momento! - el inglés la miró con incredulidad - ¿Piensas que te estoy diciendo esto porque estoy borracho?

- Algo así...

- Pues estoy algo bebido, y probablemente no me habría atrevido a decirte esto si no lo estuviera - admitió el joven, algo abochornado, pero dando muestras de la cualidad analítica que lo caracterizaba -, pero el que no te lo haya dicho no quiere decir que no lo piense en verdad. Y desde que te conocí he pensado que eres muy bonita e inteligente...

- Estooo... pues... - la chica estaba como un tomate - gracias.

- De nada - el chico se la quedó mirando con los ojos verdes brillando como ascuas, y eso terminó de fragmentar los nervios de Pilika.

- Estooo... ¿me dejas pasar?

- ¿Qué? ¡¡Ah, sí, claro!! Perdona - se apartó, y la jovencita subió los escalones de dos en dos como una bala. Lyserg suspiró y se dirigió hacia el cuarto de baño para ver cómo iban las operaciones de salvamento del Trío Miserias.

Ryu le estaba dando palmaditas en la espalda al señor Takehito, que doblado sobre un lavabo parecía un trapito exprimido: exhausto, lloroso y con el elegante traje hecho una lástima. Li Pailong había recuperado la sobriedad tras un abundante riego de agua helada y parecía avergonzado. Chocolove había asistido al pobre de Manta durante la vomitona y lo había ayudado a limpiarse; ahora el cabezón lloraba, y el moreno lo consolaba meciéndolo como un bebé.

Yoh había estado apoyado en una pared, pensativo, todo el rato. Hacia él se dirigió Lyserg.

- Vaya una nochecita - comentó. Yoh suspiró.

- Y que lo digas. Pero ha tenido sus puntos buenos - sonrió, como recordando algo; y sus mejillas se colorearon, haciendo que el inglés lo mirara con curiosidad.

- Supongo que sí...

- Venga, Choco, dame a Manta, lo voy a llevar a su habitación. Por favor ocúpate de sacar un futón del armario para Li... supongo que no te molesta compartir la habitación con él - Choco hizo un gesto de asentimiento -. Me figuro que Jun va a quedarse arriba con las chicas... Ryu, por favor lleva al señor Takehito a su habitación.

Salió al pasillo cargando en brazos con facilidad a un Manta ya dormido y roncando sonoramente, y Lyserg lo siguió. De pronto, éste recordó algo y tiró de la manga del suéter del shaman de cabellos castaños.

- ¿Qué sucede, Lyserg? - preguntó, al ver la expresión intrigada del inglés.

- ¿Dónde están Horohoro y Len?

Oh. Buena pregunta. No los habían visto desde que habían salido de la salita la primera vez, y cuando regresaron para encontrar al trío restante en ese estado lamentable, no estaban.

- Uf... pues no sé. A ver, ¿podrías asomarte a comprobar si el auto de Len sigue frente a la casa?

Lyserg fue y regresó moviendo la cabeza en un gesto negativo.

- Vaya... bueno, supongo que Len quiso aprovechar la distracción para huir por la izquierda y tener un momento de intimidad con Horo... en esta casa eso es virtualmente imposible, ¿sabes? Tener algo de intimidad, digo - comentó, sonriente pero con el rostro enrojecido. El inglés captó el sentido de sus palabras y se puso como un tomate.

- ¿Tú crees que...? ¿Ellos han...? - abrió la boca, la volvió a cerrar, jadeó.

- No quiero saberlo... ni siquiera quiero comentarlo - dijo Yoh, ahora más morado que una berenjena -. Ve a dormir, yo acostaré a Manta.

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No andaba muy descaminado Yoh en lo que suponía: apenas abandonaron la salita, Len le había propuesto a Horo salir a dar un paseo ya que no se estaban divirtiendo, y éste había aceptado. Lo cómico del asunto era que Len había propuesto dar el paseo en el auto, sin prestarle atención al hecho de que llevaba encima más de un par de copas.

Después de un rato tratando de conducir despacio, y de haberse llevado por el medio un par de arbolillos y una señal de tránsito, un aterrado Horohoro había logrado convencerlo de que frenara y se orillara en la acera.

- Sólo estoy un poco mareado, no borracho. Déjame conducir y llegaremos a casa en un momento... - decía el joven chino con una voz cuidadosamente neutra que no parecía pertenecer a su persona.

- Uy, ¿"un poco mareado"? ¿De veras? ¡No me digas! - el ainu optó por el sarcasmo - Déjame conducir, Len.

- No. No sabrías cómo llegar.

- Claro que lo sé, y si me desvío siempre podrás guiarme. Venga, dame el volante, ¡que quiero llegar vivo!

Horo estaba en mejor estado, porque aunque había bebido lo suyo, había comido también bastante, lo suficiente como para contrarrestar de alguna manera los efectos del alcohol. A Len, en cambio, se le notaba más la bebida, no sólo en los defectos de coordinación sino también en su mirada brillante y en su extraño silencio.

Al ainu le costó trabajo hacer que el chino abandonara el asiento del conductor, y casi lo aplastó cuando estaban cambiando de asiento porque se había rehusado a salir del auto y entrar por la otra portezuela. Al fin logró hacerse con el volante y echó a andar el auto con algo de torpeza, aunque sus movimientos eran correctos. Probablemente la torpeza tenía menos que ver con su falta de práctica que con el hecho de que Len lo miraba fijamente con los ojos brillantes y una extraña sonrisa que lo hacía tragar en seco.

Lograron llegar a la mansión de los Tao sin novedad y sin cruzar palabra. Horo estaba nervioso e inquieto como un gato en un alambre cuando Len abrió la puerta y lo invitó a pasar, recorriendo el amplio vestíbulo hasta un acogedor saloncito ubicado en el fondo de un largo pasillo. Era evidente que los sirvientes dormían y que el joven chino había dado órdenes de que no lo esperasen.

Len encendió una lámpara y la estancia quedó iluminada por una luz suave, haciendo un gesto para que se sentase a su lado en un cómodo sofá. El ainu obedeció, pero procedió a mirar los muebles, el techo las lámparas, las paredes... a cualquier parte menos a su compañero, que lo observaba con una sonrisa soñolienta y divertida.

De pronto, como si entre ambos se hubiera establecido una comunicación silenciosa y ambos supieran lo que el otro pensaba, Len habló:

- No te he traído aquí con otra intención que no sea la de pasar un rato juntos y solos, ¿vale? No pasará nada que tú no quieras, Horo.

Ay, nooo, no me dejes esto a mí, pensó Horo desesperado, ¡yo no sé nada de esto!

La mirada de Len se suavizó.

- Yo tampoco sé casi nada - dijo, un tanto abochornado, y fue en ese momento que Horo se dio cuenta de que había hablado en voz alta y se sonrojó hasta la raíz del cabello.

- Yo... - comenzó, pero la sonrisa de Len lo detuvo.

- Lo sé, esto es muy extraño. Pero bueno, a mí siempre me ha gustado lo extraño. Ven aquí.

Y justo así de pronto estaban el uno en brazos del otro, y las bocas se encontraban lentamente, y era increíblemente maravilloso, como las otras ocasiones en las que habían compartido un beso; pero mil veces mejor porque ahora estaban solos, no había la posibilidad de ser interrumpidos y podían tocarse cuanto quisieran.

Dulce. Dulce como el azúcar, como el ponche, como Horo. Len lamió suavemente sus labios, conociendo ese sabor, imprimiéndolo en su memoria. Levantando una mano, trazó con sus dedos la línea de la mandíbula del ainu, sintiendo la textura un poco rugosa de la barba que empezaba a salir; el joven se estremeció un poco y Len también.

Dejó que sus dedos se deslizaran más arriba, trazando la curva de una oreja, y lo sintió temblar esta vez. Ah, un lugar especialmente sensitivo. La lengua de Horo se unió a la suya, tocando luego sus labios gentil y sensualmente, hasta deslizarse dentro de su boca. Eso hizo que Len deseara dejarse caer en el sofá y sentir esos labios en su cuello, en su pecho, quizás más abajo. Se estaba sintiendo más y más atrevido conforme pasaban los minutos, pensar en estas cosas se le hacía cada vez más fácil, ahora que sabía que era permitido.

Permitido. Deseado. Necesitado.

Horo se sentía como si estuviera tocando el cielo. Estaba besando a Len, al siempre gruñón y agresivo Len que ahora parecía derretirse bajo sus manos, el cabello en desorden, su rostro anhelante una vez que caían todas las barreras que le impedían expresar sus sentimientos. El ainu estaba poniendo todo de sí en cada beso, necesitando hacerlos memorables, necesitando que él lo quisiera, que lo deseara más. Tembló bajo las manos exploradoras de Len, y decidió hacer su propia exploración.

Deslizando una mano por el pecho de su compañero, pudo sentir la rigidez de un pezón por encima de la elegante camisa de seda negra que llevaba el joven chino, y que había provocado que al verlo llegar esa noche sintiera mariposas en el estómago. Apartó la seda y se concentró en sentir la calidez de aquella piel, acariciando primero con suavidad y luego con más urgencia, haciendo que Len dejara escapar un leve gemido. Oh, sí, eso era lo que deseaba.

Desabotonó la camisa y dejó que se deslizara por sus hombros, para luego hacer lo mismo con la suya propia, de manera que quedaron desnudos de la cintura hacia arriba. Luego empujó suavemente a Len hasta que él se dejó caer sobre el sofá, y lo miró.

Quería ver tanto como tocar. Cuando eran adolescentes había tenido la oportunidad de verlo sin ropa muchas veces, cuando iban a los baños todos juntos, pero ahora era diferente. Y así podía ver lo que sus manos estaban explorando. Piel sedosa, casi sin vello, pálida salvo por un peculiar despliegue de sombras producido por la luz de la lámpara...

Horo volvió a tocarlo, sintiendo la dureza de los músculos pectorales debajo de la piel satinada, frotando entre sus dedos los pezones oscuros, y deslizando la mano más y más abajo, trazando un círculo alrededor del ombligo de Len. Éste emitió otro ronco gemido que estremeció al ainu.

- No te detengas... - le dijo Len, con la voz rasposa, casi irreconocible.

- ¿Te... te gusta esto...? - preguntó Horo vacilante, enrojeciendo por momentos.

- Sólo porque eres tú quien me toca - repuso el joven sin vacilar, su mirada dorada completamente sincera y luminosa, tan atrayente a los ojos del ainu que casi resultaba insoportable.

Sin resistirse más a lo que estaba sintiendo, Horo se inclinó y lo besó apasionadamente, cubriéndolo con su cuerpo como ambos lo necesitaban, pero al mismo tiempo teniendo cuidado de no causarle incomodidad con su peso. Len respondió a su beso hambriento con la misma intensidad, sus manos recorriendo toda la extensión de piel que podían alcanzar, ahora que las inhibiciones entre ambos habían desaparecido...

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En el piso superior de la casa Asakura, Anna ayudaba a Jun a bañar a Tamao con agua helada para tratar de quitarle la formidable borrachera que había agarrado, mientras que Shalona y Pilika observaban desde la puerta: la primera meneando la cabeza negativamente mientras consumía su enésimo vaso de ponche, y la segunda con los ojos muy abiertos para no perderse el espectáculo.

La itako y la joven china habían despojado a la pelirosada de su vestidito, que había terminado sucio de ponche y vómito, y sin más trámite la metieron a la ducha casi bajo cero, sin prestar atención a los gritos desgarradores que daba.

Después de unos momentos se quedó quieta, semi inconsciente, y entonces Anna y Jun, que ya estaban casi empapadas por el esfuerzo que suponía mantenerla bajo la regadera mientras se retorcía y gritaba, pudieron sacarla de ahí, secarla y embutirla en una yukata seca. Estaban saliendo del cuarto de baño cuando Yoh apareció en el pasillo, con una cara que delataba cansancio.

- ¡Hey! ¿Qué le ha pasado? No pensarán llevarla a su habitación arrastrando, ¿o sí?

Con la misma facilidad con la que había cargado a Manta, el shaman de los cabellos castaños tomó a Tamao entre sus brazos y enfiló hacia su santuario rosado, seguido por las demás chicas. La metió en su futón y la arropó, dándole una palmadita en la mejilla en un gesto cariñoso, y se reunió con su prometida y sus amigas en el umbral.

- Sí que la golpeó fuerte, ¿eh?

- Bebió demasiado, se lo advertí - dijo Jun, sobándose una costilla adolorida gracias a un codazo de la etílica pelirosada.

- No sabe beber - apuntó Shalona con tranquilidad, dando un sorbo a su vaso de ponche.

- ¡Claro que no sabe, es muy joven y no suele beber! El hecho de que tú trasiegues alcohol como un alambique no quiere decir que...

- ¿Que yo qué? ¿ALAMBIQUE? Mira, chinita, vamos a poner las cosas en claro... - se engalló Shalona, pero Anna la hizo callar con una mirada gélida.

- Aquí todo el mundo bebió de más, así que se callan antes de que se digan cosas que después van a lamentar - fue hasta el final del pasillo y abrió el armario de blancos, sacando un futón y una yukata y poniéndolas en manos de Jun - Hala, ¡a dormir! Jun, te quedas en la habitación de Pilika... y sin peleas, ¿entendido?

Cada quien se retiró a su habitación, dejando a Yoh y a Anna parados en mitad del pasillo. Ambos se miraron, y de pronto se echaron a reír con una sincronización casi aterradora.

- Lo hemos pasado bien, ¿eh? - Yoh soltó su risita registrada, señalando el vestido mojado de su prometida.

- Pues sí, no pasó nada del otro mundo y Suisei no pudo hacer nada malo gracias a Pilika. Así que... al final, como tú dices, todo salió bien - suspiró, y luego le dirigió una mirada inquisitiva -. Len y Horo se escaparon, ¿cierto?

- Mmm... pues sí - el rubor coloreó las mejillas del shaman -. Me figuro que estaban buscando algo de la intimidad que no se encuentra en esta casa. Pero en un par de días nosotros también escaparemos, Anna - sonrió guiñándole un ojo y la itako se sonrojó -. No me mal entiendas: adoro a mis amigos y me encanta que estén aquí, sentir que tenemos apoyo por todas partes... pero también quiero estar a solas contigo y así no hay quien pueda.

Avanzó hacia ella y la abrazó con ternura, mojándose con la ropa empapada de la itako. La condujo hasta la puerta de su habitación y le dio las buenas noches con un beso muy suave, retirándose luego a su propia habitación.

Próximo capítulo: ¿Almas gemelas?

N.A.: Arggh, de nuevo tarde. Me ha pasado de todo. No sólo tengo exceso de trabajo, sino que además mi page más popular fue blanco de un hacker y borrada del todo. Sí, BORRADA, más de 2000 archivos y 70 y pico de megas, así que ésta ya es la segunda semana que llevo tratando de arreglar mi pobre page complementando el backup que tenía en otro server y procurando no desalentar más a mis visitantes. Ha sido duro, creánme ;_;.

Ya han visto lo que hace el alcohol, chicos, así que no les recomiendo abusar de él. Supongo que los europeos no habrán captado muy bien la referencia beisbolística xDDD, pero es algo muy común para nosotros; el umpire es el árbitro ^^. No pude resistirme a poner lo de Barney porque yo misma lo detesto, y el bebé de una de mis mejores amigas lo adora y hay que soportarlo xDDD. Lo del yaoi, pequeñas mentes perversas... queda para La Ley del Deseo porque esto lo leen menores; quisiera saber sus opiniones acerca de la forma en la que los he presentado aquí ^^

Gracias a mis reviewers: Anna15, Matti-chan (ésa es mi intención, acercar a los personajes a ustedes ^^), Xris (en hispafics.net), Layla Kyoyama (hey! que hay que ir poco a poco, paciencia xD), Anna la sacerdotisa, Zelshamada (gracias ^^), Tyci (el hot stuff entre chicos no va aquí, va en La Ley ^_~), Rally (ay niña, eso de Jeanne y Marco me dejó O_o. Se te extraña, ya no nos vemos por ahí ;_;), Annami-punk (y a mí me da vergüenza ajena escribirlos a veces xDD, pero es la realidad y todos tenemos derecho a querer, me alegra que no seas homofóbica), Jk-Lilo (digo, ¿ya es definitivo que eres Lilo? xD), Asuka de Black, Kilia (bienvenida, yo aprecio todos los reviews, eso significa que la gente se ha tomado el trabajo de leer lo que hago y opinar, es valioso. Diox, ya veré de leerte... tengo tanta lectura pendiente que ya me da vergüenza con los autores #^_^#), Akima (servida ^^), Viosil Uab (bueno, la secuela es bastante probable, aunque tengo un AU en la cabeza. El rollo es que no tengo tiempo de concretar nada U_U), Niky-chan (eso está por verse xD), Naoki (me late que quisieras tenerlo pasado de copas y a tu merced xDDD), Nakuru Tsukishiro (sí, me perdí, ya sé... hasta mi fic de YGO lo he tenido abandonado, y el de Slayers que empecé ;_;), Sonomi, An_na Asakura (ya entendí ^^ ff.net tiene una filial para historias originales que se llama fictionpress.net, no sé si tienen sección en español pq hace rato que no me doy una pasada por ahí, pero es bastante frecuentada; también está hispafics.net, donde me plagiaron. También puedo publicarte en la sección originales de mi page, llamada La Columna; publico artículos allí y hay tráfico. Cualquier cosa te comunicas a mi correo ^^), Suisei Lady Dragon (me falta tiempo pa escribir lo que quiero ;_; nadie me mandó a escribir cinco historias a la vez), Brenda-chan, Amber-san (xDD, yo lo había pensado, pero como bien expresa Pilika, Sumire no tiene agallas para eso xDDD), Viru-chan (ya veremos, si termino éste. Además, hay un fic excelente con Hana, escrito por Eleone -que no sé cuándo piensa actualizarlo, btw ¬¬, me gusta mucho - y sacar algo mejor que eso sería todo un reto xD), Kikis Tao, Cute Fairy (bienvenida a las revs xDDD), Misao Kaoru (shounen ai es romance entre chicos. Yaoi es sexo entre chicos, gráfico, con todo).