El ganador se lo lleva todo

por Karoru Metallium

XXXVI

¿Almas gemelas?

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Advertencia: un poquito, muy poquito de shounen ai al final del segundo segmento...

Ese día amaneció tarde en la Casa Asakura, y la hora del desayuno pasó sin pena ni gloria. Ryu fue el primero en asomarse a la cocina para preparar comida, que a estas alturas ya iba a ser almuerzo, porque eran casi las once y nadie más se había levantado. Los que estudiaban y trabajaban ya habían perdido medio día durmiendo la mona o lo que fuera.

Frotándose los ojos para alejar el sueño que amenazaba con apoderarse de él de nuevo, se dedicó a la tarea de picar las verduras para la sopa, cosa que no requería pensar; eso era bueno, porque la cabeza le dolía demasiado. Casi se había quedado dormido de nuevo con el cuchillo en la mano cuando una voz femenina lo sobresaltó.

- ¡Eh, Ryu! No me digas que somos los únicos sobrevivientes de anoche...

Era Pilika, apoyada en el marco de la puerta de la cocina con una gran sonrisa en su rostro y luciendo fresca como una lechuga. El shaman de la espada de madera suspiró: nadie tenía derecho a verse tan fresco y descansado luego de la farra de la noche anterior.

- Baja la voooooooooz, por favoooooor - gimió quedamente, sintiendo que la cabeza iba a estallarle.

- Por lo visto la resaca te ha dado duro, ¿eh? - había risa en la voz de la pequeña ainu - Venga, voy a ayudarte. Has empezado la casa por el techo, lo primero que tenías que hacer era preparar una buena jarra de café. ¿En dónde está?

- En el armario de arriba, junto al fregadero...

Siguió picando verduras mientras la chica, con movimientos seguros y fluidos, preparaba el café para luego servirle una buena taza, que el shaman apuró con un suspiro de alivio. No era una panacea, pero luego de una taza del aromático líquido tenía la cabeza más despejada y ya no le dolía tanto.

- Vaya una nochecita, ¿no?- dijo Pilika, riendo - Tamao manoseando al stripper, Suisei tratando de aguarnos la fiesta, Manta, Li y Takehito borrachos... ¡la monda!

- ¿Suisei? ¡¡Suisei!! - los ojos del shaman se agrandaron.

- ¿Qué?

- ¡¡Que todavía está metida en el armario!! - enfiló hacia el comedor a toda prisa, seguido por la ainu, y abrió la puerta, respirando con alivio al ver que la peliteñida aún respiraba y estaba dormida, arrullada por la estática del televisor. Había lágrimas secas en sus mejillas, a buen seguro porque había llorado de la rabia y la humillación al verse descubierta y atrapada... sin mencionar la tortura a la que había sido sometida. - ¿La soltamos? - preguntó, dubitativo.

- Bajo tu responsabilidad... - zumbó la peliazul - yo le gano en ingenio, pero ella tiene más fuerza que yo y si intenta algo no voy a poder detenerla...

- Venga, Pilika... la pobre chica ha sufrido bastante...

- ¿Y crees que ha aprendido la lección? Bien, suéltala.

Ryu, portándose con extrema gentileza, aflojó las ataduras de la pelirroja y ésta comenzó a despertar lentamente, poniendo los ojos como platos al ver al shaman de la espada de madera tratándola con tanta amabilidad. Luego los entrecerró con desconfianza y temor al ver a Pilika avanzar hacia ellos.

Un chillido estremeció la casa cuando la peliazul arrancó de un tirón la cinta adhesiva que cubría la boca de Suisei.

- ¡Animal! ¡Eres una ordinaria! - lloriqueó.

- Deberías darme las gracias, peliteñida... así es como se hace, rápido y con fuerza. Si te lo quitas lentamente duele más - dijo la joven con lógica, mientras Ryu terminaba de desatar a la chica y ésta se levantaba de la silla con torpeza, estirando los brazos y piernas y gimiendo un poco. Debía de estar toda adolorida.

- ¿Te sientes bien? - preguntó Ryu, solícito. La pelirroja compuso una expresión inocente agrandando y humedeciendo sus ojazos verdes, lo cual no dejó de tener cierto efecto en su potencial víctima.

- T-tengo ganas de ir al baño... -murmuró, balanceándose un poco como si estuviera a punto de desmayarse.

- El baño está por allí - la voz seca y fría sobresaltó a todos: Anna acababa de aparecer en el comedor, perfectamente arreglada y compuesta y vistiendo de negro como siempre, señalando con el dedo el final del pasillo. Suisei dejó de intentar encantar a Ryu y enfiló obedientemente en esa dirección, mirando por encima de su hombro cada dos segundos como si temiera que alguno de ellos se le echara encima en cualquier momento -, y si intentas algo en contra de nosotros te juro que te vas a arrepentir hasta el último día de tu inútil vida, ¿me has oído?

La pelirroja se estremeció visiblemente antes de abrir la puerta al fondo del pasillo y cerrarla tras de sí.

- ¿Qué hacemos? - le preguntó Pilika a la itako - Si la dejamos ir es probable que regrese a hacernos alguna trastada, no me fío de ella ni un pelo...

La rubia ponderó las palabras de la ainu un buen rato.

- No puedo correr el riesgo - decidió -, me caso pasado mañana y si esta mujer se atreve a intentar arruinar mi boda... - los ojos oscuros tenían un brillo feroz que sorprendió a la peliazul - Tenemos que asegurarnos de que deje el país, o al menos la ciudad. Por todos los cielos, ¿es que esta inútil no tiene un trabajo al cual regresar? ¿No es una modelo conocida, o algo?

- No creo vaya a modelar para una firma de champú o de tintes, porque la dejé un poco pelada como para eso - bromeó Pilika, de buen humor -, pero creí escucharle, cuando aún vivía aquí, que no estaría presente en la boda porque tenía un contrato...

- Pues eso es. Hay que ponerla en un avión y hacer que vaya a cumplir con sus compromisos, punto.

- ¿Y quién se va a encargar de eso?

- Yo lo haré - se ofreció Ryu de pronto, y ambas jóvenes lo miraron con asombro -. Doña Anna, usted sólo tiene que preocuparse por la boda; yo me encargaré de llevarla a su hotel y la vigilaré. Hasta puedo llevarla al aeropuerto y asegurarme de que se vaya...

-¿Estás seguro, Ryu? No es un paquete fácil de manejar. Puede seducirte y luego golpearte... o simplemente golpearte - apuntó Pilika.

- Estoy seguro de que no es tan mala como parece y que se va a portar bien. Siempre he admirado a Don Yoh por brindarle una oportunidad a todos los que conoce; yo quiero ofrecérsela a ella - dijo el shaman con un aire de santidad y heroísmo tal que la itako hizo una mueca.

- Bien - concedió, haciendo sonreír con satisfacción a Ryu -, pero primero terminas de preparar el almuerzo...

Una gotaza de sudor bajó por el cuello del shaman, y fue el turno de Pilika de hacer una mueca al ver que Anna no fallaba en abordar el aspecto práctico del asunto. No estuvo muy feliz de ser la encargada de vigilar a Suisei mientras Ryu cocinaba, pero su aburrimiento se vio aligerado cuando el resto de los habitantes de la casa hizo su aparición, la mayoría pareciendo zombis: a Tamao y al señor Takehito las ojeras le llegaban a las rodillas, Manta y Lyserg parecían enfermos, y Jun Tao tenía una cara de mal humor de pronóstico.

En cambio, Li Pai Long estaba tan inexpresivo como siempre; Yoh, aunque bostezaba a mil por hora, tenía la misma cara que de costumbre, y Shalona y Chocolove estaban frescos cual lechugas recién cortadas.

Todos se sorprendieron al ver a la pelirroja sentada en el comedor mordisqueando un panecillo bajo la mirada de halcón de Pilika. Sin embargo, todo el mundo tenía cosas que hacer y la habitación prácticamente se vació en un par de minutos: Tamao, resaca o no resaca, se largó a la cocina a cumplir con sus deberes domésticos; Manta comenzó a hablar incesantemente por el móvil y terminó arrastrando a Yoh fuera de la casa con rumbo a la oficina; Jun Tao llamó un taxi y se fue junto con Li Pai Long.

El señor Takehito comió alguna tontería y se retiró a su habitación, al igual que Lyserg; era evidente que no habían tolerado mucho la bebida y que la resaca estaba torturándolos, a pesar de que el inglés había bebido mucho menos que el hombre mayor y aparentemente no se había emborrachado. Shalona recibió una llamada al móvil y se retiró pocos minutos después, dejando en el comedor a Pilika, Anna, Chocolove y Suisei.

La peliteñida no había dicho esta boca es mía, pero cuando llegó el taxi que Ryu había llamado y éste procedía a sacarla de la casa llevándola gentilmente del brazo, gritó histérica:

- ¡¡¡¡¡LOS ODIO A TOOOODOOOOOS!!!!!

- Qué ridícula - masculló Pilika, sin levantar la cabeza del plato que una pálida y tambaleante Tamao acababa de servirle.

- Hay que comprender a la pobre, ha salido con un palmo de narices - apuntó Choco en tono doctoral, y Anna le dedicó una mirada cargada de incredulidad.

- Lo que importa es que salga de aquí porque no quiero preocupaciones extras. Necesito tranquilidad, y mañana debo ir al templo a purificarme a través de la meditación...

- ¿Y eso? - preguntó la pequeña ainu, curiosa - No sabía que las novias tenían que meditar y todo el rollo...

- No "tienen que", Pilika, pero yo no soy cualquiera. Soy una itako, tengo contacto con los espíritus y debo purificarme antes de la ceremonia... Yoh también debería hacerlo, pero no hay poder humano o divino que logre hacerlo meditar sin que termine roncando - su tono, seco al principio, adquirió una cualidad resignada al final. Chocolove se tapó la boca con una mano para evitar soltar la carcajada -. Es inútil intentarlo, así que mejor lo dejo por la paz y cumplo con mi deber.

La peliazul se fijó en Tamao, sentada en un extremo de la mesa revolviendo su plato de comida con una expresión oscilante entre la náusea y el desgano en su carita pálida.

- Oye Tamao, sería mejor que te acostaras. Luces terrible - dijo con la sinceridad aplastante que le era característica -, tenías que haber dormido bien esa mona que agarraste...

La cara pálida de la pelirosada se puso roja en un santiamén.

- Venga, Tamal, no te avergüences, que eso le pasa a cualquiera - le animó Choco.

- Tamao, ¡mi nombre es Tamao! - exclamó la pelirosada con los ojos clavados en el plato, haciendo un gesto de dolor cuando sus propios gritos le estremecieron la cabeza.

- Vale, no te molestes. Mira, haré algo por ti - engullendo a toda prisa la comida que quedaba en su plato, el moreno se levantó de un salto y se dirigió a la cocina. Se escuchó el ruido de las puertas de los armarios al abrirse y cerrarse, rumor de ollas, el sonido del batidor... minutos después, regresó con un vaso alto, coronado por una espuma amarillenta -; venga, bébete esto y te sentirás mejor. Es mi DPQLR, receta especial contra la resaca.

- Pero... joven Chocolove... yo... - trató de argüir, mirando con temor y desconfianza la extraña bebida y preguntándose qué clase de ingredientes tenía.

- Te aseguro que acaba con los síntomas y es perfectamente inofensivo, Tamao - dijo el moreno, guiñándole un ojo. La pelirosada vaciló, se sonrojó y tomó el vaso de las manos del joven -; venga, de una sola vez, ¡bébetelo rápido!

Anna observaba el intercambio entre ese par con los ojos muy abiertos y las cejas levantadas, mientras que Pilika sonreía y le hacía señas, murmurando por lo bajo "lo que no mata, engorda". Tamao respiró hondo y apuró en tres tragos el contenido del vaso. Por un momento no pasó nada, pero luego los ojos se le desorbitaron y cayó redonda al suelo, boqueando. Pilika y Anna se levantaron y corrieron a ayudarla, alarmadas, pero Choco las detuvo con un ademán imperioso más propio de la itako que de un payaso natural como él.

- ¡Dejarla quieta, chicas! Es el efecto natural del DPQLR, ya verán cómo en un par de minutos se levanta en perfecta salud. Bueno, casi - añadió, observando a la pelirosada dar un par de arcadas y hacer unos extraños sonidos gorgoteantes.

- ¿Qué significa DPQLR? - preguntó Pilika, curiosa.

- "Deja Patitieso y Quita La Resaca" - contestó el moreno con orgullo -, es una receta que me dieron en México y que yo modifiqué y mejoré. Se me da bien la química - dijo, mirándose las uñas en un gesto pedante.

Anna elevó los ojos al cielo y la ainu se echó a reír. Momentos después Tamao se levantaba del piso con la ayuda de Choco, y a la pregunta acerca de cómo se sentía contestó que el efecto había sido casi inmediato: sólo sentía un poquito de dolor de cabeza y ya no tenía náuseas ni malestar. Probablemente el famoso DPQLR sabía a gato muerto, pero era muy efectivo. En un gesto impulsivo que sorprendió a las chicas, la ultratímida pelirosada le echó los brazos al cuello al moreno y le plantó un sonoro beso en la mejilla que lo dejó frito en el sitio, apartándose luego con un espectacular sonrojo y huyendo a toda prisa.

Las chicas cruzaron una mirada oblicua; era el segundo hombre que Tamao besaba en menos de veinticuatro horas, sólo que esta vez no estaba bajo los efectos del alcohol. Definitivamente las cosas andaban un poco más raras que de costumbre por aquí...

Una bocina se escuchó afuera y Anna salió a ver de qué se trataba; Chocolove y Pilika la siguieron, deteniéndose a cierta distancia al verla discutiendo con los ocupantes de la camioneta, que ostentaba el rótulo de una empresa de eventos y banquetes.

- ¡Uy, ya casi no puedo esperar a la boda! ¡Es tan emocionante! - exclamó Pilika, casi dando saltitos en el sitio. Choco la observaba con cierta solemnidad, sin su omnipresente sonrisa bromista - ¿Qué me ves tan fijo? - inquirió con sospecha - ¿Tengo comida en la cara, o qué?

- ¡No, mujer, no pasa nada! Qué, ¿no puede uno mirar?

- Es incómodo que la miren a una así, moreno.

- Ahora sí que la hemos hecho buena, ¡no puede uno mirar lo que le gusta! - la ainu lo miró, alarmada, y al ver la sonrisa obvia del moreno, enrojeció.

- ¿Tratas de decirme que yo te gusto?

- Bueno, pues... sí - creyó que era imposible que el moreno se sonrojara, pero ocurrió -. Eres muy linda, muy inteligente, y te gustan las bromas, como a mí. ¿No dirías que somos almas gemelas?

- ¿Que qué? - Pilika tuvo que recoger su propia mandíbula del suelo, mirando al moreno con una expresión que parecía hablar abiertamente de hospitales psiquiátricos, grandes dosis de calmantes, camisas de fuerza y lobotomías.

- Mujer, pero no pongas esa cara - Choco parecía ofendido por su reacción - ¡Ni que te hubiera condenado a muerte! Sólo te dije que me gustabas, ¿es eso tan malo?

- ¡SÍ! - exclamó la peliazul, perturbada y sonrojada a más no poder - ¡Creí que te gustaba Tamao!

- Bueno, puede, pero no tanto como tú...

- Oh, cállate. Y ni se te ocurra seguirme - le advirtió, antes de entrar en la casa como una tromba. El moreno se limitó a suspirar.

Anna, que ya había terminado su discusión con la gente de la camioneta, se acercó a él a tiempo de ver a Pilika desapareciendo en el interior de la casa y elevó una ceja en un gesto inquisitivo.

- ¿Qué le ha pasado a Pilika?

Chocolove, de la nada, sacó un traje medieval y un ramo de rosas marchitas y cayó de rodillas al suelo, llorando a mares.

- ¡Soy tan desafortunado en amores! - las lágrimas se secaron como por encanto y entonces dirigió una mirada oblicua a la itako - Y ya sabes lo que dicen: desafortunado en amores, afortunado en el juego... ¿quieres jugar conmigo una partidita de póker, Anna Banana?

- Si el premio al ganador es tu cabeza cortada sangrando en un platón, acepto - repuso secamente la sacerdotisa, alejándose y dejando al moreno con un palmo de narices.

- ¡Diantres! En esta casa no abunda el sentido del humor, no...

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En la casa de los Tao, Jun y Li Pailong acababan de llegar, y este último desapareció a una velocidad impresionante, sin decir una palabra, probablemente temiendo que la joven china descargara el malhumor de la resaca en su persona. Ésta fue derecho a la cocina a beberse casi un litro de agua ante la mirada sorprendida de la cocinera, que adivinó el pensamiento de su jefa y preparó a toda velocidad una buena cantidad de bocadillos que puso en un platón y llevó al comedor.

La joven se sentó a comer sin prisas, y estaba aún en ello cuando su hermano apareció en la puerta del comedor. Para su sorpresa, Len parecía completamente descansado y fresco. Es más: estaba radiante. La posibilidad de fregarle la paciencia a su hermanito con lo que sucedido la noche anterior levantó los ánimos de Jun y una sonrisa pícara y decididamente maligna apareció en su rostro.

Esperó a que la camarera trajera el abundante desayuno-almuerzo que Len había pedido antes de sentarse muy cuidadosamente (cosa que la joven no dejó de notar, divertida), y cuando se hubo retirado comenzó a hablar en un tono bajo y conspirador.

- Horohoro está aquí, ¿cierto? - la reacción de Len fue inmediata: un color rojo oscuro se extendió por sus mejillas y clavó la mirada en su plato.

- Claro que está - contestó, hosco.

- Lo suponía. Como desaparecieron anoche... ¿qué hicieron? ¿Se fueron de farra a otro sitio?

- Eso no es asunto tuyo - gruñó, cada vez más rojo.

- ¡Pero hermanito, vaya mal humor! ¿Qué pasó anoche? ¿Qué te hicieron? ¿Te duele alguna parte del cuerpo? - preguntó divertida, en un tono claramente insinuante que hizo que Len la mirara con cara de pocos amigos y muchas víctimas. Se disponía a seguir fastidiándole cuando la camarera, algo sonrojada, volvió a aparecer en el comedor - ¿Qué ocurre?

- Es que... señorita Jun, encontré esta mañana una... ejem... ropa sucia... en la salita azul. Ya la lavé y sequé, sólo quería saber dónde debo poner la que no es del señorito Len...

Jun miró a su hermano y se mordió el labio con saña para no soltar la carcajada ante el cuadro que hacía con la faz completamente roja y una vena a punto de explotar en su sien.

- Sólo póngalas en la mesita afuera del dormitorio de Len, yo me encargaré de ellas - logró decir, y cuando la camarera salió largó la risa con gusto hasta que comenzó a dolerle el estómago.

- ¡BASTA! - rugió el joven, y Jun, con lágrimas en los ojos, logró al fin calmarse un poco y enseriarse.

- Venga, Len, no te molestes. Tienes que admitir que la cosa tiene gracia, ¿no? Aunque bueno, la verdad es que no esperaba que ustedes llevaran las cosas tan lejos a las primeras de cambio... supongo que esta es una señal de lo serio que es el asunto, ¿eh?

- Es algo serio desde el principio, así que no tienes porqué decir idioteces.

- Lo sé, lo sé, ¡cálmate, hombre! Estoy encantada de que estén juntos, lo sabes, no tienes que ponerte así por una tontería... ¿aún duerme?

- Sí - gruñó Len. El color rojo parecía haber tomado residencia permanente en su cara.

- ¡Qué tierno! - suspiró la joven china, suspirando - Supongo que las... actividades... de anoche fueron bastante cansadas, ¿no?

- Qué, ¿quieres que te cuente los detalles? - un brillo cuasi-homicida apareció en los ojos amarillentos del shaman, y Jun brincó en su silla, atragantándose con un panecillo. Pero cuando pudo responder, sus palabras fueron lo último que Len esperaba...

- ¿Lo harías, de veras? ¡Es que ustedes son tan lindos, y a mí el yaoi me encanta! ¿Lo harías? - preguntó, los ojos brillantes e ilusionados.

- ¡¡¡CLARO QUE NO!!! - bramó - ¡Estaba siendo sarcástico y ni siquiera te diste cuenta! ¿Qué te pasa?

- Venga, Len, ¡no seas tan bruto! Sólo estaba bromeando y te lo tragaste todo, ¡debiste ver la expresión de tu cara! ¡Jajajajajaja! - se carcajeó la chica.

Len dejó el plato a medio terminar y sin decir una palabra salió del comedor, oscuro y amenazante como una nube de tormenta. En el pasillo tropezó con la camarera, y casi sin mirarla le ordenó que llevara un desayuno igual al suyo pero más abundante a su habitación; luego subió.

Abrió la puerta con inconsciente delicadeza y la cerró con cuidado, acercándose a la enorme cama en el centro de la habitación. Horohoro estaba aún dormido, arrebujado en las sábanas oscuras; roncaba suavemente y un hilillo de saliva escapaba de su boca entreabierta. La imagen motivó que una sonrisa divertida y cariñosa apareciera en el rostro hosco del shaman de China: el ainu era todo un diamante en bruto.

Pero tenía que despertarlo para que comiera, así que se sentó a su lado en la cama y lo zarandeó con algo de rudeza. El ainu murmuró algo en sueños y haló las sábanas para cubrirse la cabeza, dejando al descubierto la mitad inferior de su cuerpo en el proceso y recordándole de pronto a Len que estaba desnudo bajo las mantas.

Un sonrojado Len agitó la cabeza, tratando de olvidar cómo en las primeras horas de la mañana, ablandados por el sueño y el cansancio, habían subido hasta su habitación sin prestar la menor atención al hecho de que andaban desnudos cual recién nacidos. Claro que ésa era la razón por la cual la camarera había encontrado sus ropas en el saloncito de la planta baja...

Lo cubrió de nuevo con la sábana y lo zarandeó con más fuerza, hasta que Horo abrió los ojos inyectados en sangre.

- ¿... qué?

- Vamos, levántate. Tienes que comer, ¿no tienes hambre?

El cerebro del ainu tardó en procesar en dónde se hallaba, con quién y bajo cuáles circunstancias, y entonces enrojeció brutalmente. Si antes había hecho un cuadro encantador para unos ojos cariñosos, dormido, con la boca abierta y babeando, ahora parecía una bandera: la cara roja, las raíces del cabello negras y la parte superior azul donde ya había crecido un poco. Len no pudo disimular la sonrisa divertida que asomó a sus labios.

- ¿De qué te ríes? - murmuró indignado el ainu, enrollándose en las sábanas.

- De ti, pareces una bandera: rojo, negro y azul.

- ¡Oye! - se quejó. De pronto, un brillo malicioso apareció en sus ojos enrojecidos, haciendo juego con una sonrisa torcida en sus labios - Bueno, pensándolo bien, mi cara debe ser una bandera... después de todo, he conquistado el inconquistable territorio de Len Tao y lo he reclamado como mi propiedad, jajajaja.

Len se puso aún más rojo que él.

- Que los grandes espíritus me ayuden... creo que he creado un monstruo.

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Yoh aún tenía mucho sueño y algo de dolor de cabeza por la resaca... por eso le costaba concentrarse en despachar el trabajo del día. Sin embargo, no podía darse el lujo de quedarse dormido frente al escritorio del pequeño despacho; tenía que adelantar la mayor cantidad de trabajo que pudiera, porque sólo le quedaba esta tarde y el día siguiente. Luego de eso estaría fuera por lo menos quince días, entre la boda y la luna de miel.

A pesar del malestar, luego de que la secretaria que Manta y él compartían le trajera un buen tarro de café y algunos sándwiches, su humor mejoró y también su capacidad para enfocarse en el trabajo; así que le comunicó a la señora que no le pasara ninguna llamada ni visita en toda la tarde para poder terminar lo que tenía pendiente. Le gustaba lo que hacía, y era hábil manejando las finanzas y lidiando con las cuentas de los proveedores mientras que Manta se ocupaba de la parte técnica e intelectual del negocio.

Frente al reto de llevar las riendas de la empresa, la actitud normalmente lánguida de Yoh desaparecía, y el lado agudo y sagaz de su personalidad se revelaba en todo su esplendor. Esto le gustaba de veras, para eso estaba estudiando, para obtener la confirmación académica de todo lo que la experiencia le había enseñado en el último año de trabajo en la pequeña empresa que Manta había iniciado por su cuenta (aunque con algo de ayuda de su padre, por supuesto) al cumplir dieciocho años.

Trabajó sin interrupciones casi hasta las cinco, deteniéndose sólo cuando sonó el timbre del intercomunicador. Levantó el receptor y escuchó la voz de la secretaria, que al contrario de lo usual, sonaba algo turbada:

- Señor Yoh, una señorita está aquí e insiste en verle...

Yoh tuvo que apelar a toda su santa cachaza para no soltar un gruñido indignado.

- Yoko-san, ¿no le dije que no deseaba ser molestado?

- Lo sé, señor Yoh, pero es que esta señorita es muy insistente y no se da por vencida. Se apellida Akagi y dice que es amiga suya y que necesita hablarle.

- ¿¡Sumire!? - oh, ésas sí que eran malas noticias.

- Señor Yoh...

- Hágala pasar, por favor - dijo al fin, resignado, captando la súplica en el tono de la señora. ¿De qué querría Sumire hablar con él, en especial cuando sólo faltaba un día para su boda?

La joven entró en la pequeña oficina con paso ligero y elegante y una sonrisa suave en su lindo rostro, resaltando los graciosos hoyuelos en sus mejillas. Ya no mostraba señales de su "accidente" del otro día, excepto una leve cojera que apenas se notaba.

Yoh se había puesto de pie y había avanzado hacia la puerta para recibirla con cortesía, pero la chica se le echó encima y lo besó efusivamente en ambas mejillas. Le costó soltarse y retroceder hasta que el escritorio estuvo entre ambos, sentándose y señalándole el asiento que estaba justo frente a él; gesto al cual Sumire hizo caso omiso: se sentó, en cambio, en una esquina del escritorio, muy cerca de la silla que él ocupaba.

Claro que su acción hizo que la corta falda de su bonito vestido rosa se subiera, mostrando una gran cantidad de piel pálida y firme. Yoh comenzó a ponerse nervioso, y se aclaró la garganta para ocultar su desconcierto.

- Hola, Sumire. ¿Qué te trae por aquí? - preguntó con amabilidad.

- Qué, ¿no puede una chica visitar a un buen amigo?

- Bueno... sí. Pero me caso pasado mañana y mi prometida no está presente, así que esto no es muy... adecuado.

La hermosa joven arrugó su naricita perfecta.

- Bah, no creo que sea para tanto. Y... ¿cómo te sientes estando ya tan cerca el día de la boda?

- Pues bien. ¿De qué otra manera voy a sentirme? Estoy un poco nervioso, pero bien.

- Mmm... ¿no estás preocupado? ¿No te sientes ni un poquito inseguro, ya sabes, como con dudas...?

- No, Sumire. ¿Porqué me preguntas eso?

- Pues... verás... es que yo te quiero mucho, Yoh, y la idea de que vayas a casarte sólo por cumplir con un compromiso que hicieron tus padres y abuelos no me gusta, me preocupa mucho - sus ojos muy abiertos y llenos de inocente preocupación no engañaron a Yoh ni por un momento.

- ¿Qué te hace pensar que no me caso por gusto?

- Bueno... ya he visto que Anna es muy bonita, y muy inteligente, pero al mismo tiempo es... no sé, tan fría y tan dura... he escuchado las historias de cuando te entrenaba para el torneo de shamanes, sé que ha sido muy cruel contigo - su tono suave y casi suplicante rezumaba miel -. Tú eres un chico muy dulce y amable... sinceramente no me parece que ustedes sean buenos el uno para el otro. Podrían hacerse mucho daño.

El shaman sonrió apenas: acababa de descubrir de pronto que era inmune ante sus encantos, y si la exhibición de piernas no lo perturbaba, su actuación tampoco. La chica era digna de un Oscar, pero no en su mundo... vagamente, se preguntó cuándo había comenzado a pensar de una manera tan cínica. El contacto diario con la personalidad ácida de su prometida tenía sus efectos a largo plazo.

- Te agradezco que te preocupes por mí - dijo con dulce ironía, sobresaltando a la joven - pero no siempre las cosas son lo que parecen. Anna fue dura conmigo durante mi entrenamiento porque sabía que era lo que yo necesitaba, y yo se lo permití porque estaba consciente de eso también; no soy tan pusilánime como la gente, tú incluida, suele pensar. En cuanto al resto del tiempo, su carácter no le permite expresar abiertamente sus sentimientos, así que es muy posible que los demás no la vean como yo la veo. Yo cómo es Anna. Y puedo asegurarte que no me caso por obligación ni por compromiso.

Sumire se había quedado mirándolo con la boca abierta y casi se cae de su improvisada percha "sexy" en la esquina del escritorio. Le costó recuperar la compostura, y durante todo ese tiempo el rostro de Yoh no dejó de mostrar su placentera sonrisa de siempre, que lo hacía parecer mucho menor de lo que era.

- Estooo... bueno, Yoh, qué puedo decirte, me da un gran alivio saber que ustedes se llevan bien y...

- No "nos llevamos bien", Sumire. Nos queremos, punto.

- ... - la joven de los cabellos negros se quedó muda del tiro.

- ¿Querías decirme alguna otra cosa? - preguntó amablemente el shaman - Porque, como puedes ver, estoy muy ocupado - dijo, señalando la pila de papeles frente a él -, tengo que despachar todo esto antes de la boda y ya voy retrasado...

- Estooo... ¡no! Ya me iba... sólo quise pasar a saludarte y... bueno, ya sabes, estaba preocupada por ti, pero... ya sé que estás bien y... - se bajó del escritorio con torpeza y caminó hacia la puerta con una sonrisa nerviosa. Los hoyuelos no se marcaban en esa modalidad de sonrisa, así que se veía algo extraña.

- Muchas gracias por la visita y por tu preocupación, Sumire. Nos veremos en la recepción pasado mañana, espero...

- ¿Qué? ¡Ah, sí! No me lo perdería por nada, Yoh. ¡Adiós!

La chica salió soplada de la oficina, y el shaman respiró aliviado. Sumire era linda y encantadora, pero no tenía el sentido común suficiente ni para ahogar una mosca en una cucharita; ¿cómo se le ocurría venir a calentarle las orejas cuando prácticamente tenía la boda encima?

Otro torpe intento había sido frustrado, pero aún tenía que llegar a casa a contarle a Anna de la visita de Sumire, no se fuera a enterar por otros conductos. Nunca faltaba un alma caritativa dispuesta a abrir la bocota para enredar las cosas...

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Cuando llegó a casa, un elegante auto negro estaba estacionado enfrente y Anna salió a recibirlo al porche, lo cual fue más que suficiente para alarmarle. El rostro de la itako parecía tan inexpresivo como siempre, pero su prometido, que la conocía bien, captó la tensión en su cuerpo esbelto y sus puños apretados.

- ¡Anna! ¿Qué sucede?

- Uno: Ryu salió desde mediodía a llevar a Suisei a su hotel y encargarse de que se largara del país, y aún no ha regresado - su rostro de pronto pareció ensombrecerse aún más -. Y dos: mis padres acaban de llegar y están allí dentro...

Yupiii....

Próximo Capítulo: Indeleble

N.A.: He andado perdidísima de aquí (y el cap a medias) por diligencias, ceremonias, celebraciones y demás, por no mencionar el trabajo, la gripe (que me tiene medio muerta desde hace casi un mes gracias a mis alergias y a los cambios bruscos de temperatura) y otros malestares; además, para qué negarlo, me he dedicado más a mi page, a mi foro y a mis otros fics xDDD. A EGSLLT le quedan sólo cuatro capítulos cuando mucho, lo digo para tranquilizar a gente que como uno de mis reviewers, dijo que estaba muy aburrida ya la historia y que tenía a los personajes muy OOC; tranquilos que ya se va a acabar ^_^. Pero tengo otra en mente (no exactamente una secuela...) y lo siento por los que no les gusta el AU y el ocasional OOC xDDDD. Espero tener el tiempo ahora para terminar ésta y seguir las otras que tengo en otros fandoms, así como para leer tooodas las que tengo pendientes (madre mía, que son como 36 y la lista sigue aumentando O____o).

Gracias a mis reviewers: Lara Himura (ese es el punto que trato de alcanzar, la delicadeza), Anna15, Anna la sacerdotisa (eso es, sólo lee lo que puedas y te guste), Niky-chan, Chocolana (fan del yaoi, ¿eh? xD), Viosil Uab (yo también la extrañaré, pero habrá gente que no pues considera que va aburrida. Igual tengo tres historias más andando en ff.net y una casi lista pa salir del horno, aunque no de SK), Asuka de Black (espero que estos días me dé tiempo de terminar ya ^^), Layla Kyoyama, Kilia (bueno, sí, pero hay gente de tu edad e incluso mayor que no piensa igual... hay que dar una oportunidad a todo, ¿no crees? ^^), Shooting Star Natalie (gracias xD, soy un demonio y tengo 1000 años, ¿qué te parece? ^^), Tyci (la pobre ya está funcionando de nuevo perfectamente, sólo se desconecta algunas veces al día por exceso de tráfico... es una de las pegas de geocities, pero al menos no me borra los archivos), Rosalynn (eso es cierto, tiene de todo), Sonomi, Kikis Tao (xDD), Aome, Souji, Nakuru Tsukishiro (me pierdo a cada rato U_U), Rally (¡mana! Gracias por los scans ^^), Yunny, Xris, Just Loreley (los reviews son halagadores pero relativos, 5 ó 50, significan que alguien leyó y se dignó a dejar el rastro y eso en sí ya es increíble, dado lo flojo que es uno a veces para dejar comentarios ^^), An_na Asakura (me cuentas, que estoy muriendo por leerlo), Lilo (hija!!! Y el JK?), Hermione Potter, Suisei Lady Dragon (gracias, mana. Y tranquila que esa energía que me sobrará cuando se acabe EGSLLT ya la tengo puesta al servicio de otras ideas ^^. No me has contado si sigues con la idea del fic 2ª persona), Bonis837 (se te extrañaba ^^. Y sí, a mí también me encanta Korn. Jajaja, tus ideas son bastante como para hacer un fic aparte), Kikis Tao (mucho trabajo, chica ;_;... y encima la gripe), Brenda-chan (pudiste haberla leído porque está bien light, ahora que no te aconsejo que te leas la viñeta 3 de La Ley porque es yaoi con todos los hierros. A ver cuándo puedo ;_;), Akima, Keiko-sk, Kyori-Fire (te doy la bienvenida a las revs, y me alegro de que te hayas decidido a publicar tu fic!! Bueno, para eso pongo las advertencias, para que el que no tolere el shounen-ai se salte esas partes. Otro fic más que va pa mi lista de pendientes ;_;), Aya (gracias xD), Lis-chan (^^), Selene (gracias, bienvenida!!! Pues sí, esto ya va a terminar dentro de poco), Annami-punk, Xibita (gracias!!! Por cierto me encanta tu nick xDD), Kaori Koneko (gracias, Kaori, a ver cuándo me leo algo tuyo, ya ves que la lista de pendientes es larga. Y no hay desanimarse, hay que aprender... yo me desanimé un poco porque mi historia nueva no tenía público, pero me he dado cuenta de que es sólo porque la historia es demasiado seria, dramática y adulta para la gente que suele leer en esa sección. Y una escribe para divertirse y para mejorar, no es un concurso. ¡¡Seguir adelante!!), Dianita Asakura (tierna ^^).