El ganador se lo lleva todo
por Karoru Metallium
XXXVIII
Preludio
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Antes que todo, quiero dedicar este capítulo a Rally, la única que encontró el gazapo que dejamos mi beta y yo en el cap anterior xDDDDD
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Las dos Lilys entraron al comedor, secundadas por la formidable mujerona de tipo institutriz que era la tía de Milly, arrancando exclamaciones de bienvenida por parte de todos.
- ¡Nada menos que Sally! ¡Y Milly! - exclamó Yoh, muy contento, lanzando luego un gemido al recibir un cruel codazo por parte de Anna, ya que había hablado con la boca llena de comida.
La rubia, por su parte, estaba haciendo un esfuerzo verdaderamente heroico por ocultar su sorpresa ante la facilidad con la que su prometido había reconocido a las recién llegadas mucho antes de que se dijera una sola palabra. Para alguien que parecía tan distraído y despistado la mayor parte del tiempo, el shaman tenía una excelente memoria; ella no era capaz de distinguir por nombre una lily de otra ni aunque le pagaran por ello, y eso que era observadora.
- ¡Hola, Yoh, Anna! - saludó Milly, recuperando su buen humor - Menos mal que me reconoces a pesar de la monstruosidad de disfraz que llevo puesto... - añadió, quitándose el abriguito rosa y dejando ver una cascada de encajes y volantitos rosados y blancos, al tiempo que lanzaba una descuidada mirada circular por la habitación, como retando a los demás a que hicieran algún comentario sobre su vestimenta - Hola a todos. Ella es mi tía, se llama Rose.
La flaca y severa mujer vestida de negro hizo una inclinación de cabeza a modo de saludo, sus agudos ojos negros examinando con mal contenida curiosidad a todos los presentes. Sally, por su parte, saludó de manera general con una voz ronca que casi parecía un gruñido y Anna, consciente de su papel como anfitriona, invitó a las recién llegadas a sentarse mientras Tamao y Manta recogían los platos sucios y los llevaban a la cocina.
Sally saludó con un afectuoso abrazo a Shalona y procedió a quitarse el abrigo y a doblarlo, dejándolo colgar de su brazo; esta acción reveló el arma que llevaba a la cintura. El gesto y el arma llamaron la atención de todos, en especial de Horo, que se acercó a ella con curiosidad.
- ¡Ooooyeeee! ¿Tienes porte de armas? ¿Eres policía? ¿Qué haces con semejante cañón encima? - la bombardeó, inclinándose para examinar más de cerca el arma en la cintura de la chica. Ésta enrojeció y lo miró con una expresión de fastidio.
- No querrás saberlo - le contestó en tono ominoso, acompañando la breve frase con una mirada feroz que hizo que el ainu retrocediera un par de pasos.
- ¡Mujer, pero no te alteres!
- Venga, Sally, no empieces a amenazar a la gente... - le pidió Milly, pero entonces su mirada se fijó en la figura que hasta el momento había permanecido quietecita y calladita en un rincón, discreta como siempre. Los ojos castaños de la jovencita se iluminaron - ¿Lyserg? ¡¡PRÍNCIPE LYSERG!! - exclamó a voz en cuello, rodeando la mesa a toda velocidad para abrazar al aludido de una manera más bien exuberante. A la tía casi se le saltan los ojos de las órbitas al presenciar la escena.
- ¡¡MILLICENT!! ¡¡Haz el favor de comportarte!! - tronó la mujerona, haciendo que Yoh se tapara los oídos con las manos.
- Ay... yo... es que... - murmuró Milly con la cara totalmente roja, despegándose a viva fuerza del cuello del sorprendido Lyserg, que también estaba rojo y a resultas del impacto casi acaba estampado contra la pared. Anna miró a Pilika, a quien evidentemente el gesto de Milly no le había hecho la menor gracia - Discúlpame, Príncipe Lyserg, es que yo... bueno, yo... - lo miró, fascinada, con estrellitas en los ojos y burbujas color de rosa flotando alrededor. Una gota de tamaño extra king apareció en la frente del aturdido y avergonzado inglés.
Después del embarazoso momento, la conversación se hizo general durante un buen rato; aunque la tía de Milly, vigilante como un halcón, demostraba a través de la expresión de su cara que los amigos de su sobrina le parecían bastante extraños.
Hablando de la chica, ésta había forzado un asiento al lado del shaman inglés y estaba interrogándole, cosa que tenía al pobre todo azorado y sin saber a dónde mirar ni qué contestarle. Pilika los miraba, y tenía el ceño tan fruncido que su carita parecía una caricatura de la de Len en su peor humor; y conste que ésas ya eran palabras mayores.
Yoh le dirigió la palabra a Sally en voz bastante alta, tratando de llamar la atención de la pequeña Milly al notar que el rostro del inglés se tornaba púrpura por momentos, aunque la chica sólo lo tenía agarrado del brazo.
- Oye, Sally, ¿y las otras? Ya sabes, Ellie y Lilly... - las cejas de Anna se elevaron de nuevo.
- Bueno, ninguna de las dos pudo dejar el trabajo. Así que no van a estar presentes en la boda; pero les envían sus mejores deseos, además de unos obsequios que he traído - repuso la pelirroja, ya de mejor humor aunque el gesto amenazante no se borraba de su cara. Parecía ser una constante en ella.
La tía volvió a llamarle la atención a Milly al verla agarrada al brazo de Lyserg, y Anna, tratando de evitar otra ronda de gritos, les preguntó qué pensaban hacer al día siguiente. Fue bueno, porque logró llamar la atención de la jovencita y ésta por fin soltó al inglés.
- Bueno, queremos dar una vuelta por ahí, ir de tiendas, ya sabes. Porque yo no pienso venir a la boda con el adefesio que me compró mi mamá, que es cien veces peor que éste...
- Millicent - le advirtió la vieja con cara avinagrada.
- Tía Rose, ¡es horroroso, y me rehúso a llevarlo! ¿Cuándo entenderán que ya no tengo cinco años?
Al ver que la discusión iba a empezar de nuevo, Sally se hartó y comenzó a despedirse, poniéndose de nuevo el abrigo y sacando un diminuto móvil plateado del bolsillo para llamar un taxi. A tía y sobrina no les quedó más remedio que imitarla, algo avergonzadas por no poder evitar caer en el mal hábito de discutir en público.
Sólo Yoh y Anna salieron al porche a despedirlas, presenciando el comienzo de otra acalorada discusión cuando ya estaban en el auto... la expresión sombría de Sally indicaba que en cualquier momento iba a hartarse de un todo y a sacar la pistola para hacerlas callar.
Yoh soltó su risita característica al captar la expresión de la lily pelirroja cuando el auto arrancó, pero se calló de pronto cuando una enorme silueta se recortó en el sendero de entrada. Era Ryu, que venía a pie y solo; y los prometidos lo vieron acercarse con aprensión. Cuando la luz amarilla del porche cayó sobre el corpulento shaman, vieron con alivio que no estaba herido, ni tan siquiera sucio; pero su rostro, usualmente presuntuoso y sonriente, mostraba una expresión cansada, mustia y triste.
El shaman de cabellos castaños abrió la boca para hablarle, pero su prometida le dio un ligero puntapié indicándole que callara. Ryu se dio cuenta del gesto y esbozó una triste sonrisa.
- Siento haber llegado tan tarde, don Yoh, doña Anna. Espero que me perdonen por haberlos preocupado; es que yo...
- Lo importante es que ya estás aquí, Ryu - dijo Yoh con afecto.
- Por supuesto. Y no tienes que decirnos nada si no quieres - señaló la itako en tono sosegado.
- Gracias, doña Anna. No quiero hablar de eso ahora... quizá después.
- Ve a descansar. Buenas noches.
- Buenas noches, don Yoh, doña Anna - moviéndose con lentitud, casi arrastrando los pies, el shaman de la espada de madera entró en la casa. La pareja se quedó allí por unos instantes más, mirándolo y mirándose entre sí con preocupación antes de seguirlo.
- Ha sido un día muy difícil - suspiró Yoh antes de darle a su prometida un casto beso de buenas noches. La itako, dejando ver por unos momentos su cansancio, se limitó a asentir.
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El día antes de la boda amaneció claro y caluroso; la pareja apareció a la hora justa en el comedor, él con su expresión alegre y serena de siempre y ella con el rostro inexpresivo de todos los días.
El ambiente estaba animado. Manta y Shalona charlaban con Lyserg, y Pilika conferenciaba en voz baja con el señor Takehito, que ya recuperado de la monumental borrachera que había pillado durante la despedida de soltero parecía más serio y retraído que de costumbre. Horohoro comía con la velocidad y precisión de una máquina, aunque con muy poca elegancia; Tamao se afanaba yendo y viniendo de la cocina, en la que Ryu se había refugiado.
Anna pensó que la casa de los Asakura nunca iba a dejar de ser un zoológico por la variedad de gente rara que constituían las amistades de su prometido. Sentía particular curiosidad por el papel que jugaba Takehito, a quien Yoh había invitado a quedarse porque venía con los hermanitos ainu, y que a pesar de su aspecto terriblemente respetable apenas si se había inmutado ante todas las cosas que habían pasado en la casa. Además muchas veces, como ahora, se sorprendía de verle hablando con Pilika en voz baja, ambos con las caras muy serias; mientras que Horo prácticamente no hablaba con él.
¿Amigo de la familia? Hum...
Más tarde Yoh y Manta partieron rumbo a la oficina y Tamao se fue a sus clases, mientras que el señor Takehito, con su aire misterioso de siempre, anunció que tenía diligencias que hacer y salió de la casa. Shalona se retiró a su habitación a escribir en su laptop, Lyserg se fue a la terraza a leer, y Anna se dispuso a meditar en la quietud del patio, extendiendo una manta bajo un árbol y asumiendo la postura apropiada. Los hermanos de Hokkaido se sentaron en el porche en silencio, escuchando los sonidos leves de la casa, hasta que Pilika se decidió a hablar.
- Horo...
- Sí, Pilika, lo sé - suspiró el ainu, apoyando su musculosa humanidad contra la baranda. La faz de su hermana, generalmente risueña, lucía preocupada esa mañana.
- Esto se vuelve cada vez más y más serio... pasaste la noche y el día de ayer con él, ¿verdad?
- Si ya lo sabes, ¿para qué preguntas? No esperarás que hable contigo de eso, ¿eh, Pilika? Eres mi hermana.
- Ummm... no, no tienes que decirme nada; es obvio, y además yo tengo mucha imaginación. Demasiada, de hecho - dijo la chica, tragando en seco y con el rostro enrojecido -. Mira, sabes que no tengo nada en contra, adoro a Len aunque se comporte como un erizo; pero tengo que recordarte a lo que te expones si esto sigue adelante.
- Lo sé muy bien - el humor del muchacho se había tornado sombrío -, pero se lo que sea, estoy dispuesto a enfrentarlo. No soy un cobarde, y no me voy a echar para atrás ahora que sé lo que quiero.
- Tanto lo quieres - no era una pregunta, sino una afirmación; y la jovencita suspiró resignada al ver la expresión decidida en el rostro del ainu -. Pues te va a tocar luchar por estar con él, sabes que no va a ser fácil por mucho que se quieran.
- Y qué. Él está dispuesto y yo también.
Hubo un momento de silencio, y de pronto la pequeña ainu se le echó encima a Horo, abrazándole con fuerza y tomándolo por sorpresa. Los ojitos de la chica eran dos corazones.
- ¡¡Ay!! ¡¡Son tan lindos los dos!! - exclamó, entusiasmada y su hermano sudó de vergüenza ajena. Aparentemente a la chica se le había pasado ya la repugnancia inicial hacia la relación de Horo con alguien de su mismo sexo, y que para rematar también le había gustado a ella en su momento... y ahora parecía estar tan decididamente a favor que resultaba embarazoso.
En ese momento, un auto se detuvo frente al portal y de él emergió una figura rubia y menuda, vestida de negro. Los hermanos le echaron un vistazo y Horo, que no había presenciado la escena familiar del día anterior, inquirió en voz baja:
- ¿Quién es ésa?
- ¡Rayos! ¡Es la madre de Anna! ¿Qué estará haciendo aquí?
- ¿Ein? ¿Anna tiene madre? Y yo que creía que la habían creado en un laboratorio, como a todo buen monstruo...
- ¡Cállate, mastuerzo, que te va a oír! Después te explico, ¿vale?
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Anna estaba completamente concentrada meditando. Sin embargo, de pronto percibió un sonido extraño, repetitivo y molesto, que acabó por hacer trizas su concentración. Molesta y con el ceño fruncido, abrió los ojos sólo para encontrar a Tamao de pie a su lado, carraspeando y repitiendo "señorita Anna" en un tono muy agudo.
La pelirosada se notaba incómoda y tenía el rostro enrojecido; la itako optó por no mostrar su molestia, sabiendo que la chica no era capaz de atreverse a interrumpir su meditación sin tener un excelente motivo para ello. Tamao no era persona de andar jugando con fuego, y además su respeto hacia ella le impedía intentar bromear siquiera.
- ¿Qué sucede, Tamao? - preguntó, poniendo la cara más neutra que pudo.
- Siento mucho interrumpir su meditación, señorita Anna, pero... la señora Kyôyama está aquí y pidió verla, y yo no sabía qué hacer, así que la hice pasar a la salita y... - dijo la chica de un tirón, retorciéndose las manos en un gesto nervioso. Los ojos de la rubia casi alcanzaron el nivel Manta al procesar lo que acababa de escuchar.
- ¿Mi madre está aquí? - preguntó, atónita; y luego, con recelo: - ¿Vino sola?
- Sí, señorita Anna.
- Gracias, Tamao; has hecho lo correcto. Voy para allá - la itako se levantó del suelo con la gracia elástica que le era característica y alisó las arrugas del ligero vestido negro que lucía, encaminándose hacia la salita.
Allí estaba Maya Kyôyama, sentada tan rígida y correctamente como lo había estado la noche anterior, muy envarada en su austero pero elegante kimono negro y mirando hacia el frente. Cuando Anna entró, aquellos ojos de un azul muy claro la miraron fijamente y de frente por primera vez; los ojos parecían carecer de vida, al igual que el rostro pálido y de facciones delicadas, casi infantiles, como el de una muñeca.
Más que menuda, la madre de Anna resultaba más bien insignificante, como si hiciera un esfuerzo por ocultar cualquier rastro de personalidad que pudiera hacerla destacar; el parecido con su hija se limitaba sólo a ciertos rasgos físicos, como el color del cabello y la forma de la boca y la nariz. Todo lo que en la joven era fuerte, decidido, positivo y autoritario, en ella era débil, vacilante y negativo.
Anna, sin saber qué pensar, se aclaró la garganta y se sentó frente a ella, optando por ir directo al punto como era su costumbre.
- Eres bienvenida - aclaró antes que todo - ¿Qué te trae por aquí?
- Quería saludarte. No tuve oportunidad de hablarte anoche - su vocecita era tan descolorida como su apariencia.
- Di más bien que no querías. O que no te dejaban - repuso la itako, lanzándose a fondo. Tuvo la satisfacción de notar que los hombros de la mujer se encogían levemente, como acusando el golpe tan directo - ¿Porqué el repentino interés filial?
- Merezco que me trates así.
- No estoy siendo descortés, ni estoy tratándote mal.
- Sabes perfectamente a lo que me refiero - replicó Maya Kyôyama con presteza. No lucía tan desvaída ahora; con cada segundo que pasaba su confianza parecía aumentar -. Pero en fin, no estoy aquí para discutir modales, sino para decirte todo lo que seguramente has querido saber durante todos estos años.
- ¿Y bien? ¿Qué es lo que se supone que debo saber?
- El porqué te alejamos de nosotros...
- ¡Ah! ¿Es que eso tiene una explicación lógica? - la voz de la itako rezumaba sarcasmo - Pues venga, te escucho. Debe ser interesante.
La mujer ignoró la ironía y comenzó a hablar con voz monótona; pero por primera vez las emociones eran visibles en sus pálidos ojos azules. Sus frases eran articuladas, su lenguaje cultivado, y esas características revelaban una pulida educación y una inteligencia que nadie la hubiera creído capaz de poseer al verla tan insignificante.
- Desde que eras muy pequeña demostraste que eras... diferente. Ni tu padre ni yo éramos capaces de comprender lo que te pasaba, lo que eras; sin embargo, yo no pensaba en alejarte de mí. Pero Seiji sí. Tu padre tiene una mentalidad arcaica, Anna, es duro de mollera, y las cosas que no puede comprender simplemente las rechaza; prefirió pensar que tenías problemas mentales, y como no quería lidiar con ellos decidió que lo mejor era internarte en una institución.
Los ojos de Anna se agrandaron hasta lo imposible por segunda vez en ese día.
- ¿Pensó que yo estaba loca? ¿Quería encerrarme en un manicomio?
- Escúchame, por favor: para él era más fácil reducir tu actitud a esos términos. Yo estaba aterrada, no podía hacer nada, él no me escuchaba... y entonces apareció Kino Asakura y pidió hacerse cargo de ti; dijo que tenías grandes poderes espirituales y que estabas destinada a ser sacerdotisa y la esposa de su nieto. A Seiji le pareció que el hecho de que ella se hiciera cargo de ti era mucho mejor idea que mandarte a una institución, porque conocíamos a Kino y sabíamos que a pesar de toda su dureza y sus manías espiritistas era una buena persona. Así que apoyé esa idea, a pesar de que no quería que te alejaran de mí de ninguna manera...
- Mejor con otras personas que en el manicomio... ése fue tu razonamiento, ¿no? - la voz de la itako era sombría. La historia la había sorprendido sólo hasta cierto punto, porque en el fondo siempre había sabido que su temprana niñez no podía haber sido feliz ni llena de buenos auspicios.
- Así fue; sé que suena mal, y fue todavía peor de lo que suena. Pero no me arrepiento de no haberme enfrentado a él en ese entonces, porque estoy segura de que si te hubiera hecho encerrar sin razón habrías sido sometida y tu espíritu doblegado, como me sucedió a mí. No estuve en ninguna institución mental, pero mi familia era muy... era demasiado apegada a las antiguas tradiciones, como la de Seiji, y cuando traté de rebelarme fui castigada de una manera muy efectiva. Nunca volví a tener coraje para decir lo que pensaba, mucho menos en público.
- ¿Me querías? ¿Me quisiste alguna vez? - la pregunta, hecha en un tono frío, casi clínico, sobresaltó a la mujer, que la miró con un brillo sospechosamente parecido al de las lágrimas en sus ojos claros.
- Siempre, Anna. Eras mi única hija, mi tesoro, y cuando te dejamos con Kino Asakura sentí que el corazón se me hacía pedazos. Pero sabía que era lo mejor para ti, sobre todo después de que pude hablar con ella en privado y me aseguró que no te obligaría a nada, ni siquiera a casarte si no querías. Lo prometió y lo cumplió.
Anna comprendió que su madre decía la verdad. No que eso la hiciera sentir un amor instantáneo por la mujer que le había dado la vida, porque Maya Kyôyama seguía siendo una extraña para ella; pero al menos podía comprender el razonamiento que la había llevado a dejarla con los Asakura, por retorcido que éste fuese. De todos modos no importaba demasiado, porque no se sentía capaz de sentir rencor ni siquiera hacia el hombre tosco, arcaico y cerrado que era su padre; el abandono de sus padres era ya para ella un hecho superado. Ella había expresado sus temores al respecto en su conversación con Yoh el día anterior, y eso había tenido la virtud de limpiar y aclarar sus pensamientos.
Se daba cuenta de lo mucho que la vida con los Asakura la había cambiado; Kino la había enseñado a soportar los golpes del día a día con entereza, pero también a superar el pasado y a enfocarse en el presente y el futuro. Sin embargo, siempre era bueno conocer la verdad.
- Puedo comprenderlo - dijo de pronto, sobresaltando de nuevo a la mujer que la miraba en silencio -. Pero no entiendo, de veras no entiendo qué es lo que quieres o esperas de mí a estas alturas.
- Sólo eso, Anna. Tu comprensión para mí y para tu padre; especialmente para Seiji, que no es un mal hombre a pesar de lo que todos puedan pensar. Ya que no podemos aspirar a tu perdón...
- Me parece que no es cuestión de perdonar. Creo en tus palabras, te comprendo y no estoy enfadada; mi vida ha sido buena, y no lo habría sido si ustedes no hubieran tomado la decisión de alejarme. Los Asakura me cuidaron, me integraron a su familia, hicieron de mí lo que soy ahora, y mis poderes nunca han sido un problema en los círculos en los que me he movido. A él no le guardo rencor, aunque confieso que no me tranquiliza ver que te trata como si carecieras de derechos; no me gusta pensar que eres maltratada.
- No lo soy. La manera de pensar de tu padre está equivocada, pero con los años he conseguido que comprenda muchas cosas; él me respeta y escucha lo que pienso, y yo trato de no provocar sus tendencias machistas en público. Mi matrimonio también fue arreglado, y no voy a mentirte diciendo que es perfecto, ni a fastidiarte tratando de explicar lo que existe entre nosotros... él es una persona muy difícil, pero quiero que sepas que no importa lo que parezca o lo que piensen los demás, Seiji jamás ha usado la violencia conmigo.
- Será porque haces lo que te dice y nunca te opones a sus ideas.
- Lo hago, Anna, pero siempre en privado, nunca en público. Conozco bien a mi marido, sé que estaba muy nervioso anoche, y tratando de ocultarlo se comportó peor que de costumbre, dando una impresión muy negativa. Él no lo admitiría ni en un millón de años, pero hoy, cuando le dije que quería hablar contigo a solas, simplemente me dijo "Ve".
- Qué generoso - dijo la joven, arrastrando las palabras con un toque de ironía; al ver que la mujer iba a protestar, levantó una mano para detenerla -. En todo caso él es tu problema, no el mío, aunque sea mi padre.
- Sé que es muy diferente de la relación que tienes con tu prometido... pude darme cuenta anoche de lo mucho que él te quiere, y de que no tiene reparos en demostrarlo. Y me alegra que algo bueno haya podido salir de todo esto, Anna, porque tienes algo con lo que muchas mujeres sólo se atreven a soñar, y que rara vez encuentran.
- Lo sé. Soy afortunada, y también Yoh - los ojos oscuros de la itako se fijaron de nuevo en los de su madre, y ésta sostuvo la mirada con firmeza -. Me siento satisfecha de que hayamos tenido esta charla y de que no hayan quedado cosas sin decir entre nosotras.
Maya Kyôyama se puso de pie con rigidez, y Anna la imitó con fluidez.
- Hay una cosa más que quiero pedirte - las cejas de la joven se elevaron en un gesto inquisitivo ante la actitud un tanto nerviosa de la mujer, pero asintió - ¿Podrías... podrías llamarme madre aunque sea sólo una vez?
- Si eso es todo lo que quieres, por supuesto, madre - contestó simplemente la joven. Era de esperarse que Maya se diera cuenta de que ella evitaba llamarla de ninguna manera, limitando su lenguaje a expresiones neutras. No era tonta esa mujer, aunque llevara veinte años atrapada en un matrimonio extraño con un hombre difícil.
La rubia escoltó a su madre hasta el portal, donde el auto que la había traído aguardaba. Se detuvieron junto al auto y la menuda rubia extendió una mano hacia su hija; Anna la tomó y la estrechó por algunos momentos, en silencio, aliviada de que la mujer no hubiera intentado abrazarla o algo por el estilo.
Cuando hubo partido, la itako suspiró. No se sorprendió demasiado cuando Pilika salió correteando de detrás de un arbusto y se detuvo a su lado, jadeando por la carrera.
- ¿Has hecho las paces con ella?
Cualquier otra persona que hubiera hecho tan indiscreta pregunta habría sido fulminada con alguna de las famosas miradas heladas de Anna, pero se trataba de Pilika, alguien con quien no funcionaban esos recursos y cuyo interés en ella era tan genuino como su persona.
- No estábamos en guerra, Pilika. Pero por lo menos no han quedado cosas sin decir entre nosotras, y sé más acerca de mi pasado.
- No se veía tan descolorida hoy... será porque vino sin el marido - dijo la peliazul, como siempre haciendo gala de la virtud de no tener pelos en la lengua.
- Es probable - Anna contempló las posibilidades. Ya era casi mediodía y se había esfumado cualquier posibilidad de que pudiera meditar en paz, así que no tenía caso intentarlo de nuevo.
Entró en la casa y encontró a Horo ayudando a Ryu con el almuerzo, arreglándoselas para hurtar un bocadillo aquí y una pizca allá mientras trataba de lucir completamente inocente, algo que la hizo sonreír sin querer. El shaman de la espada de madera parecía tan deprimido como aquella vez, años atrás, cuando Lyserg se había pasado al bando de los X-Laws; la itako no se atrevió a hacerle las preguntas que deseaba estando Horo presente, así que preguntó cuándo estaría el almuerzo y subió a avisar a Shalona.
La escultural rubia tenía puestos unos anteojos tipo abuelita, tecleaba furiosamente en su laptop y apenas si hizo un gesto de saludo cuando vio, con el rabillo del ojo, a la itako parada en la puerta.
- Dentro de diez minutos estará listo el almuerzo, Shalona.
- ¡Ok! - voceó distraídamente la escritora, evidentemente en medio de aun arranque creativo.
Anna siguió recorriendo la casa y finalmente encontró a Lyserg sentado en la terraza, con la mirada perdida y el libro olvidado en su regazo. El inglés nunca le había caído particularmente bien a la itako, que pensaba que no era posible ni sano tener tanta melancolía y depresión encima y además exhibirlas como si fueran banderas; pero ahora mostraba una actitud madura, reposada, y su melancolía era menos evidente, con lo cual resultaba soportable.
También era una persona que provocaba curiosidad, porque a pesar de su afabilidad y lo amable de su carácter, nadie sabía en realidad qué se ocultaba detrás del rostro angelical y los claros ojos verdes del inglés. No cabían dudas acerca de su honradez y bondad, pero no por ello dejaba de ser una personita bastante extraña y misteriosa.
- ¿Lyserg? - el chico brincó en su asiento y aquellos ojos hermosos y serenos como las aguas de un estanque se fijaron en la rubia. Realmente, ese hombre era demasiado guapo para su propio bien - El almuerzo estará listo dentro de diez minutos.
- Gracias, Anna - dijo, haciendo una formal inclinación de cabeza. Parecía preocupado, y la itako se sentó junto a él, notando que la mirada de inquietud que él le dirigió.
- ¿Te pasa algo?
- Nada importante. Sólo estaba pensando.
- ¿En Pilika? - fue un tiro directo, pero Anna estaba corriendo un riesgo calculado, y supo que había dado en el blanco cuando el joven se sobresaltó y sus ojos se agrandaron - Dame algo de crédito, Lyserg; no hay que ser científico atómico para darse cuenta de que te sientes atraído hacia ella. Vale que lo disimulas bien, pero no lo suficiente, y yo tengo muy buen olfato para estas cosas.
- Y si así fuera... y no estoy diciendo que lo sea... ¿porqué te importaría?
- Porque Pilika es muy joven, muy singular, y todos aquí la queremos mucho - contestó la joven sin vacilar. Lyserg suspiró y se puso de pie, dejando que el libro en su regazo se deslizara hasta el piso.
- Eso lo sé, y entiendo cómo te sientes. Pero no tienes de qué preocuparte, francamente, porque yo no he intentado nada hacia ella ni pienso hacerlo.
- ¿No? - Anna frunció el ceño - ¿Y porqué no?
- ¿Te gustaría que lo hiciera? - el inglés ladeó la cabeza y la miró con curiosidad - Pensé que estabas tratando de advertirme que no me metiera con ella...
- No me gustaría que nadie le hiciera daño. Pero puedo ver que ella en verdad te gusta, tú eres una persona honesta, y sé que no serías capaz de herirla a sabiendas...
- Pues precisamente porque soy una persona honesta no puedo aproximarme a nadie de esa manera, Anna, y mucho menos a Pilika - había algo de amargura en la voz del joven, lo cual excitó al máximo la curiosidad de la itako.
- ¿Pero porqué no...? - comenzó, pero fue interrumpida por la mismísima Pilika en persona, que ingresó a la terraza como un torbellino.
- ¡Chicos! ¡El almuerzo! - antes de que Anna pudiera decir algo, Lyserg murmuró alguna tontería acerca de lavarse las manos y entró a la casa como alma que lleva el diablo - Ostras, ¿qué le pasa a ése? - preguntó la jovencita frunciendo el ceño - Digo, aparte de la depresión crónica que tiene...
- Supongo que le dio la veta de repente - repuso la rubia, encogiéndose de hombros y poniéndose de pie; aunque las expresiones del joven la habían dejado preocupada y con la curiosidad picada -. Oye, Pilika, ¿a ti te gusta él en serio?
- Ummm... yo creo que ya hablamos de eso en otra ocasión, ¿no, Anna? Te dije que era algo más que gustar, pero que no iba a hacer nada al respecto... y nada ha cambiado desde entonces. Sí, Lyserg me encanta; sí, me hace babear como el perro del experimento. Sí, quisiera gustarle y ser su novia, etcétera. Pero no voy a mover un dedo para traspasar el muro de piedra que tiene alrededor, y eso es definitivo, ¿me has oído? - dijo la ainu con decisión.
Anna nunca dejaba de sorprenderse ante la combinación de realismo, madurez e inocente alegría infantil que era Pilika. Cualquier otra adolescente habría correteado alrededor del inglés tratando de llamar su atención, de conquistarle; pero la pequeña ainu entendía perfectamente, aunque fuera por instinto, que esa actitud no la iba a llevar lejos con Lyserg. Había resignación y tristeza debajo de su resolución, pero era animosa y no iba a dejarse abatir por ello.
- Quizás sea lo mejor...
- ¿Porqué me dices eso? Ah, entiendo... te ha dicho que le gusta otra persona - una expresión herida cruzó por el rostro de la chica antes de que la suprimiera valerosamente.
- No me ha dicho eso - iba a decirle "tú le gustas mucho" pero se detuvo justo a tiempo. No le iba a hacer ningún bien a la ainu hacerse castillos en el aire -. Tiene algún problema que lo preocupa mucho y le impide fijarse siquiera en alguien, eso es seguro porque me lo dijo, Pilika. No sé si se trate de otra persona, pero es evidente que sea lo que sea no lo hace feliz. Es todo demasiado complicado.
- Él es demasiado complicado... pero en fin, a mí me gustan los rompecabezas de chorrocientas piezas y las novelas de misterio, así que era de esperarse que me antojara de alguien por el estilo - suspiró la peliazul, y Anna tuvo que cubrirse la boca con una mano para ocultar una sonrisa -. Es algo como patológico en mí...
- Bueno, ya que te veo resignada por tu bien, será mejor que ya no hablemos de eso. Vamos a almorzar, y te advierto que tengo que discutir algo contigo y no quiero que pase de hoy.
La itako enfiló hacia el comedor, y Pilika la siguió momentos después, no sin antes recoger el libro de Lyserg, que había quedado tirado en el piso.
No hubo mucha conversación durante el almuerzo, principalmente porque todos se sentían algo decaídos con sólo ver a Ryu deprimido. Por mucho que a algunos les costara aceptarlo, el shaman de la espada de madera era una de las personas que más animaba la vida en la casa de los Asakura; así que cuando él se entristecía, cosa que no era frecuente, el resto de los habitantes de la casa se entristecía por extensión y sin razón aparente.
Anna lo persiguió para tratar de hablarle después de la comida, pero no logró llegar a tiempo y Ryu prácticamente le cerró la puerta de la habitación en su cara, aunque fue sin intención. Trató de meditar de nuevo en el patio, y al fin logró mantener la concentración durante poco más de un par de horas. Al abrir los ojos se dio cuenta de que Pilika estaba apoyada en un árbol no muy lejos del lugar donde ella se encontraba, y la llamó.
- Siéntate aquí - le indicó un lugar en la manta a su lado, y la ainu se sentó con una expresión algo temerosa, como temiendo que la itako sacara de nuevo a colación el tema de Lyserg. Pero Anna quería saber otras cosas -. Bien, Pilika, ahora mismo quiero que me digas cuál es exactamente el papel del señor Takehito en esta casa y en tu familia - la chica se sobresaltó visiblemente -. Creo que tengo derecho a saberlo, ya que viven en mi casa desde hace un mes y he notado ciertas... actitudes extrañas entre ustedes tres.
- Ummm... ¿extrañas cómo? - la chica estaba tratando de ganar tiempo y pensar en algo adecuado que decir, pero la rubia no la iba a dejar escaparse por la tangente.
- No te hagas la sueca, Pilika, que yo sé que de tonta no tienes un pelo y me has entendido perfectamente. ¿Porqué, si no es de tu familia, viaja con ustedes? Suisei era tu prima, eso puedo entenderlo; pero él no. No entiendo la mecánica de las relaciones entre los ainu, pero me parece extraño que viajen con alguien como él, mucho mayor que ustedes, sin lazos familiares aparentes. Tú hablas con él y Horo casi ni le habla. ¿Qué pasa aquí?
La postura de la itako era inflexible, los brazos cruzados en el pecho y la mirada firme; y Pilika comprendió que no bromeaba y que tendría que escupir todo el asunto.
- Estooo... verás, nosotros no podemos viajar solos.
- ¿Cómo "solos"? Ustedes son adultos ya. Además, viajaron solos al torneo de shamanes cuando apenas eran un par de niños; ¿cuál es la diferencia ahora?
- Que estamos en edad de casarnos ya, según él. Nuestro padre es algo... ummm... especial, Anna. Horo tenía que venir por obligaciones de la tribu y porque quería verles, y yo fastidié hasta que mi padre dio el consentimiento para que le acompañara. Pero no nos iba a dejar venir solos; Takehito es uno de sus amigos, y se ofreció a venir con nosotros y vigilarnos...
- ¿Quieres decirme que ese señor es un chaperón? ¿Un espía puesto por el padre de ustedes? - Anna estaba atónita.
- Algo así - la chica parecía avergonzada -. Mi padre no quiere perder el control sobre nosotros, por eso aceptó la oferta de Takehito... y hemos podido actuar de manera tan libre porque nos tocó venir con él precisamente; a él no le importa mucho lo que hagamos y no va a ir con el chisme a nuestro padre... si hubiera sido otro de los del consejo de la tribu, no habríamos podido movernos del hotel. No nos habrían dejado.
- Vaya. ¿Y porqué tú hablas con él y Horo no? ¿Están enfadados?
- No, enfadados no. Horo y Takehito siempre se han llevado bien, pero mi hermano es terco y resiente mucho que nos hayan mandado con un chaperón, sea quien sea. Y bueno... mi padre espera que Horo busque una esposa y se case pronto, y de mí espera que pronto encuentre también un marido en la tribu, por eso mandó a Takehito para prevenir cualquier acercamiento. Da igual, porque él no va a abrir la boca; pero Horo va a soltar todo el asunto en cuanto lleguemos y se va a armar la gorda... está enamorado y decidido, y no va a cejar en su empeño.
- Tu padre va a tener que ceder al final, supongo...
- Probablemente, pero antes vamos a tener guerra en casa - suspiró la ainu, pero luego sonrió, traviesa -. Bueh, de todos modos iba a haber guerra por mí, porque yo no pienso casarme y llenarme de mocosos como él espera: ¡yo voy a estudiar, le pese a quien le pese!
- Por lo visto a tu padre le va a dar una apoplejía apenas lleguen ustedes.
- Eso mismo dijo Takehito - rió la chica -, pero a la larga va a entender, porque si no lo comprende se va a enterar de lo que vale un peine. Va a pasarla mal, porque cuando Suisei decidió largarse a ver mundo y enseñar carne estuvo rabiando durante meses, y eso que ella es sólo su sobrina... pero confío en que va a adaptarse.
- Nunca me hubiera imaginado que ese tipo era chaperón/espía, etcétera - dijo Anna al fin, meneando la cabeza.
El resto de la tarde transcurrió en sana paz. Yoh y Manta llegaron de trabajar, y la itako fue a hablar directamente con su prometido, contándole a grandes rasgos la visita de su madre y prometiendo terminar el relato más tarde, advirtiéndole que fuera a hablar con Ryu.
Como resultado directo de ello, cuando el shaman de la espada de madera abrió la puerta de su habitación encontró a Yoh Asakura de pie frente a él, con una expresión decidida en su rostro. Ryu tragó en seco.
- Bueno, Ryu, ahora espero que me digas qué diablos fue lo que Suisei te hizo para que estés así...
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Próximo Capítulo: El Día D
N.A.: No tan pronto como quisiera, pero ya estoy aquí de nuevo ^^. Estuvo un poco serio el cap, ¿no creen? Bueno, es que trataba de cosas serias y de muchos chismes, y Anna va a sacar a relucir los rollos de todo el mundo antes de casarse e irse de luna de miel xD ¿Sabían que el 26 de marzo se cumplió un año de la publicación de los primeros 4 caps de EGSLLT? Esto sí que es una proeza, que haya perdurado y la gente siga leyendo y teniendo paciencia con mis retrasos... y me alegra ver que cada vez tiene más lectores... ¡y nuevos, por añadidura! Hay gente que se ha echado el maratón de lectura de los 37 caps xDDDD. Se acerca el final, chicos...
Gracias a mis reviewers: Loreley (como ves, ando sin tiempo de nada U_U), Akima (xD), Beu Rib (¡Gracias!), Idgie Jones (pues sí, a estas alturas sería muy forzado y ya verás porqué. Jajaja, mucha gente se preguntaba lo mismo, creo que al fin va a quedar contestado), Annami Punk (en esta historia no, gomen ^^), Viosil Uab (algo de cítrico habrá, sí. Cuando empecé esta historia no estaba trabajando y solía sacar un cap semanal, todos los lunes sin falta ;_; Claro, también eran algo más cortos), Keiko Sk, Hermione Potter Adams, Xris (¡gracias! Sí, ¿verdad que es adorable? *_*), Rally (ahí tienes niña xD. Yo quiero uno de ésos ;__; Y sí, ya una tiene la mente toda sucia con eso, me pasa lo mismo xD), Laura, Takami Megunata (a ver si puedo... si supieras la de fics que tengo pendientes pa leer, por no hablar los que tengo leídos y no dejo review porque me gusta hacerlo bien y no me da tiempo ;_;), Suisei Lady Dragon (pues sí, yo creo que hizo lo que debía... y es que Yoh es así. Ya estoy escribiendo el cap 5 de Reloj de Arena, y la semana que viene posteo el de Uno que llevo pendiente, para los pocos a los que les gustó la historia ^^), Brenda-chan, Doremi (a mí no me gustó, la verdad, y no por lo triste, sino que gran parte del libro parece relleno... en fin, eso es mi opi personal...), Lain-chan (sí lo puse, pero en la serie de one-shots lemon de SK llamados La Ley del Deseo; si buscas en mi perfil lo encontrarás ^^), Ryo Asakura, Matti Haibara (sí, hay un proyecto en puertas xD), María (¡Bruja! Conque te gusta el Choco, ¿eh?), Hana Dawn, Niky-chan (Lyserg es una persona reprimida y no muestra lo que siente a menos que esté bajo gran presión. No es el caso xD), Niacriza (Cris, no la tomes contra el pobre Choco xD), The Dark (seguro, porque generalmente son del mismo largo xD), Sonomi, Amber (la acertaste, mana xDDD. Y el resto poco a poco, aunque ya esto está que se acaba), Miyako Kyoyama (lo tomaré en cuenta *mirada diabólica* ji,ji,ji...), Fi-chan (tú y tu cambiadera de nicks xD. Oye, pues en este caso preferiría que esperases a que estuviera terminado y entonces hablamos, ¿vale?), Paloma Asakura (eso es epidemia ya entre los escritores xD), Anna Kyouyama (gracias ^^), Tyci (no es maña, lo juro, es falta de tiempo ;__;), Annita Kyoyama, Kilia, Dr. Innocentchild (jejeje, y eso que no uso todas las ideas dignas de un culebrón que me da una que yo me sé), Namida Rurouni (espero que hayan sido lágrimas buenas xD), An_na Asakura (espero que tengas suerte. En mi page de Zeros tengo la sección de artículos al escritor. Hum, te diré, no siempre las personas más parecidas entre sí son las ideales la una para la otra... en la diferencia y el complemento está el sabor ^^. Piénsalo...ella es lo que a esa persona le hace falta), Ikki's_wife (me alegra que te guste, pero ya a esta historia le queda muy poco. Sin embargo, viene una especie de secuela después, así que no la echarás mucho de menos. Lo siento, no mando mails personales avisando publicación; tendrías que inscribirte en ff.net para recibir notificación automática cuando actualice).
