El ganador se lo lleva todo
por Karoru Metallium
XXXVIII
El Día D
Ryu, con la resignación pintada en la cara, se hizo a un lado para que Yoh pudiera avanzar, cerrando las puertas corredizas una vez que el shaman de cabellos castaños hubo entrado a la habitación. Yoh se sentó en el piso y el shaman de la espada de madera se sentó frente a él, evidentemente incómodo a más no poder.
- Vamos, Ryu, ¿qué te pasa? - el enorme corpachón de Ryu se agitó, inquieto, y el joven se dio cuenta de que para sacarle algo iba a tener que usar las tenazas... o la culpa. Aunque no le gustaba usar subterfugios, se decidió por esto último, dado que se trataba de una emergencia - ¿Porqué no puedes decírmelo? ¿Acaso no somos amigos? ¿Es que no confías en mí?
El truco causó el efecto esperado, dando en el blanco; Ryu se puso pálido.
- ¡¡No!! ¡¡Quiero decir, claro que sí confío en usted, don Yoh!! - balbució - es que esto... es que me da mucha vergüenza... no es desconfianza, se lo juro....
- Pues nos tienes muy preocupados desde que llegaste anoche con esa actitud. Te queremos, ¿sabes? Eres parte de esta familia, y todo lo que te pase nos afecta.
- Lo... lo siento mucho, don Yoh - se disculpó, avergonzado -. Es que... ¡es algo tan ridículo! Temo que no lo comprendan y se lo tomen a mal, y...
- No creo que se trate de algo ridículo; tiene que ser algo muy serio para que te hayas puesto así -comentó, con su sonrisa serena, alentándolo para que hablara -. Y aunque lo fuera, sabes que no me reiría de ti; menos aún viéndote tan infeliz.
Las palabras de Yoh conmovieron tanto al desmoralizado Ryu que éste acabó secándose subrepticiamente una lágrima solitaria que se deslizó por su mejilla, mientras sorbía ruidosamente.
- Es que... verá, yo... es tan raro, y no me lo esperaba, y...
- Esto tiene que ver con Suisei, supongo. La chica está llena de malicia, envidia, inconformidad y otras cosas, pero no la imagino capaz de una verdadera maldad; claro que eso es lo que mi instinto me dice... la realidad podría ser muy distinta. Anna tiene razón cuando dice que trato de ver sólo lo bueno en todos. ¿Te hizo algo, Ryu?
- Bueno don Yoh, en este caso - se atragantó - usted no se equivoca. Ella no es mala, ¿sabe?
El shaman de los cabellos castaños se quedó de una pieza, y cuando se recuperó sólo pudo recurrir al socorrido gesto de rascarse la cabeza, bastante confundido.
- ¿Cómo? - la palabra salió como un graznido, y tuvo que aclararse la garganta antes de poder continuar - Mira, Ryu, tú sabes mejor que nadie que no voy por ahí prejuzgando a la gente, y que siempre procuro darle una oportunidad a todos; pero me parece que Suisei probó sobradamente su mala voluntad. Entre lo que le hizo a Horo, más los intentos de saboteo y demás hierbas...
- Lo sé, pero no lo hizo por maldad, usted mismo lo ha dicho - Yoh no pudo ocultar un gesto que gritaba "porqué me pasan estas cosas a m". Ryu tragó en seco -. Ella no es mala... está muy sola, y ha reaccionado muy mal porque está confundida. Nadie la comprende...
- Excepto tú, me imagino - le costó un mundo evitar que se le saliera una ironía tipo Anna. Esos hábitos se pegaban con una facilidad alarmante.
- Bueno... ahora puedo entenderla un poco, don Yoh. Le confieso - aquí enrojeció violentamente - que desde que llegó a esta casa me sentí muy atraído hacia ella. Después de todo, sólo soy humano y ella es una mujer demasiado linda, la más bella que he visto en mi vida - su tono era bajo, melancólico, casi poético, y sus ojos parecían perdidos en una niebla de ensueño -. Pero no hice nada para acercarme, y después anunció su compromiso con Horo y pensé que era aún más inalcanzable. Y después hizo todas esas cosas que me hicieron pensar que era malvada... que era bella pero que no tenía ni un solo hueso bueno en todo ese cuerpo maravilloso, que sólo había un corazón negro debajo de esos exquisitos pechos que...
- ¿Y? Al grano, Ryu - le interrumpió Yoh, algo incómodo ante el torrente de sentimientos y la súbita vena poética y medio erótica de su interlocutor. El enorme shaman babeaba literalmente pensando en Suisei, y la idea de las palabras 'Ryu', 'erotismo' y 'Suisei' relacionadas dentro de la misma frase le daba escalofríos a Yoh. Pero bueno, para gustos hay colores...
- Que no la conocía. Que nadie se tomó la molesta de mirar más allá de ese bello exterior y de sus acciones... por ellas todos la rechazaron. Yo me ofrecí a llevarla al aeropuerto y vigilar que se fuera porque sentí pena por ella... estuvo muy callada, muy quieta, cuando pasamos por el hotel a recoger sus cosas y cuando llegamos al aeropuerto. Pero mientras esperábamos que saliera su vuelo de pronto se puso a llorar, y realmente me abrió su corazón, ¡a mí, que me siento indigno de una mirada suya! Sus lágrimas eran tan hermosas como ella misma, pero me rompían el alma...
A estas alturas Yoh estaba estupefacto, además de empachado; se recorrió los dientes con la lengua para asegurarse de que no le hubiera salido una caries instantánea por la enorme cantidad de azúcar que destilaban las palabras de Ryu. ¡Sí que le había dado fuerte el enamoramiento! Por lo visto la cosa era grave, y más teniendo en cuenta que el objeto de sus deseos no era precisamente una perita en dulce.
Había sido sincero al decir que no creía a Suisei capaz de una gran maldad, cierto; pero se refería a que no la creía capaz de destruir a alguien, ni moral ni físicamente, porque en el fondo era sólo una mujer de convicciones débiles, incapaz de llevar a cabo algo que requiriera una gran dosis de decisión, valor o simplemente idiotez. Para decirlo claro, en su opinión muy privada Suisei no era más que una intrigante barata y hasta cobarde...
Pero hasta los intrigantes más baratos eran capaces de dar un golpe en el punto más doloroso en el momento justo, aunque fuera por simple casualidad. ¿Habría pensado la pelirroja en dar el último golpe enamorando al pobre Ryu y dejándolo con un palmo de narices? Yoh no la creía tan inteligente, pero todo era posible.
- ¿Y qué hiciste?
- Simplemente la escuché. Necesitaba desahogarse, y mientras esperábamos me habló de sí misma, de su infancia, de los problemas con sus padres, de lo mal que se sentía enterrada en esas tierras tan lejanas, rodeada de campesinos, condenada a una vida muy inferior a ella... era una perla en el lodo, don Yoh - el aludido tuvo que contenerse para no mirar hacia el techo en señal de exasperación -, una mariposa atrapada, ansiosa de volar, de ser libre... sólo quería ser querida y admirada por la gente, y encontrar a alguien especial a quien querer.
Por todos los espíritus, ¿qué diablos había hecho Suisei? ¡Esto era el colmo!
- Ajá, muy bien, entiendo todo. ¿Y porqué estás tan triste?
- Porque descubrí que la quiero, don Yoh. Lo descubrí cuando me habló con tanta sinceridad, y tuve que verla partir... se me hizo pedazos el corazón, por eso me siento así y no puedo ocultarlo - los ojos de Ryu se llenaron de lágrimas, y el joven se conmovió -. Fue muy doloroso haberla conocido de verdad cuando le llegaba el momento de partir, y más aún darme cuenta de lo que sentía justo en ese momento. Ella confesó que nunca me había prestado atención porque estaba muy ocupada planeando cosas para herir a los demás... cuando se despidió me dio las gracias por haberla escuchado, y me abrazó. Casi me echo a llorar allí mismo.
- ¿Pensaste que me reiría cuando me lo dijeras?
- No... no sé, sólo pensé que es tan ridículo que alguien como yo se haya enamorado de alguien como ella... y como todos los que me importan la odian...
- Yo no la odio, y estoy seguro de los demás tampoco; odio es una palabra muy fuerte. Están resentidos con ella por las cosas que hizo, y tienes que admitir que tienen razón en estarlo - Ryu agachó la cabeza -. Pero sabes que no voy a censurarte por haberte enamorado, ni siquiera aunque tenga mis dudas acerca de la sinceridad del 'desahogo' de Suisei; lo que me preocupa realmente es verte así de triste.
- He tenido mala suerte y todo está muy reciente aún, don Yoh. Me temo que no puedo ocultarlo.
- Nadie te pide que lo ocultes. Lo que quiero es que te recuperes, que asumas lo que te ha ocurrido y puedas superarlo, y que entiendas que todos nosotros estamos contigo, apoyándote. Suisei se ha ido, Ryu, pero tú sigues aquí con la gente que te quiere. Eso es algo, ¿verdad?
- Es mucho. Es toda mi vida - el enorme shaman sonrió, con los ojos enrojecidos y húmedos.
- Entonces prométeme que vas a pensar en lo que te he dicho.
- Se lo prometo, don Yoh.
- ¡Genial! Ahora salgamos de aquí que ya es hora de preparar la cena y la pobre Tamao está haciéndose cargo de todo ella sola - dijo el joven con una enorme sonrisa. Ryu sudó de vergüenza ajena cuando el estómago de Yoh protestó ruidosamente y su dueño soltó aquella risita característica, enrojeciendo un poco.
Al salir de la habitación, Yoh notó que los ojos de Ryu rehuían los suyos, y se dio cuenta de que el shaman de la espada de madera no le había contado todo lo ocurrido. Pero no se le ocurrió presionar; era un asunto doloroso, y el copetón merecía conservar al menos un poco de privacidad.
En la salita estaban todos viendo la tele o conversando, menos Tamao y Ryu, que como siempre eran los encargados de preparar la comida; y Chocolove, que no había aparecido en todo el día. Sin embargo, el moreno llegó justo en el momento en el que Yoh se sentaba junto a su prometida y se acercó a ésta, con una cara pícara que equivalía a la del gato que acabara de zamparse un plato de crema. Le dijo unas palabras al oído, ante las cuales Anna simplemente asintió en señal de aprobación, y con aire satisfecho se dirigió a sentarse junto a Pilika, que lo miró con algo de alarma, y empezó a parlotear con ella.
Yoh había observado el intercambio entre su prometida y el moreno con asombro, pero siguiendo su tradición de no reaccionar nunca como los demás esperaban, dejó escapar una de sus risitas inanes una vez que Chocolove se alejó. Anna, mosqueada, le acuñó uno de sus formidables pellizcos en un brazo para que se tranquilizara.
- ¡Ay!
- ¿Se puede saber de qué te ríes?
- Es que nunca pensé verte conspirando con Chocolove, Annita - explicó el shaman, sobándose el brazo adolorido.
- Yo no conspiro con nadie - rebatió la itako secamente.
- ¿Ah, no? ¿Y a qué viene el secreto, entonces?
La joven enrojeció, su prometido le guiñó un ojo, y cambiando de tema procedió a resumirle su conversación con Ryu. La elegante elevación de una ceja fue el único gesto con el cual la itako se permitió expresar su sorpresa ante las noticias del enamoramiento del shaman de la espada de madera de la exuberante "pelirroja".
La joven ainu observaba a la pareja, asombrada ante la tranquilidad aparente de los prometidos. No parecía que fueran a casarse al día siguiente, a juzgar por la calma casi anestésica de la sonrisa de Yoh y la faz inexpresiva, como era usual, de Anna. Era de esperar que ambos estuvieran nerviosos, pero no lo estaban o al menos no parecían estarlo.
Cuando Tamao anunció que la cena estaba lista y todos se dirigieron hacia el comedor, la peliazul procuró sentarse al lado de la itako, y luego de algunos bocados le preguntó con su usual desparpajo si no estaba ni siquiera un poquito nerviosa por la cercanía de la boda. Anna le dedicó una mirada irónica.
- ¿Porqué habría de estar nerviosa? He estado preparándome para este día casi desde el momento en el que la señora Kino comenzó a entrenarme. Ella misma se ha encargado de todo lo relativo a la boda; el altar ya está instalado en la habitación principal de la casa y se consagrará como templo provisional mañana mismo antes de la ceremonia. Manta y yo nos encargamos de la recepción y está organizada ya en todos sus detalles, mañana temprano vendrán a instalar una tienda y mesas en el jardín. Tengo listo todo lo que voy a ponerme, y mi suegra va a estar a cargo de ayudarme a vestirme junto con Tamao...
- ¿Y yo? ¿Puedo ver cómo te visten? ¿Puedo ayudar? - Anna la miró con duda; pero como siempre, el franco entusiasmo de la pequeña ainu acabó por conquistarla.
- Supongo que sí - concedió.
- ¡Viva! ¡Yo quiero verlo todo! ¿Y la luna de miel?
- De eso se ha encargado Yoh, así que no lo sé. Y si lo supiera no te lo diría - añadió, zumbona. Pilika sólo sonrió, con estrellitas en los ojos y una expresión soñadora.
- Ay, Anna... me parece todo tan lindo, como un sueño... ¡al fin, la boda! Sé que no podemos presenciar la ceremonia, pero ¡estoy tan contenta! - una gotaza apareció en la frente de la itako ante el entusiasmo de la pequeña; casi parecía que fuera ella la novia.
Como si tuviera un reloj que le avisara el momento justo, Len Tao arribó a la casa de los Asakura cuando todos habían acabado de comer y se habían agrupado de nuevo en el saloncito. Entró, saludó con su sequedad habitual a todos y tomó de inmediato asiento entre Anna y Horohoro, que enrojeció cuando el joven chino tomó su mano y no la soltó.
Pilika los miraba expectante, interesada en ver si se daban un beso frente a todo el personal, pero estaba claro que Len no iba a cometer semejante indiscreción en público; de por sí no era una persona demasiado demostrativa, así que la agarrada de manos era todo lo que iba a hacer en beneficio de los espectadores.
Chocolove, por su parte, había estado más que ocupado analizando todo en la actitud del joven chino, desde la expresión de su cara hasta la manera de caminar, y su investigación arrojó interesantes frutos: unos ojos dorados excesivamente brillantes, una boca severa que por momentos parecía a punto de curvarse en una sonrisa, y una levísima cojera, casi imperceptible si no la andabas buscando.
Iba a abrir la boca para hacer un comentario cuando Pilika, que estaba a su lado, tiró con fuerza de la manga de su extravagante camisa verde y le habló en un susurro alarmado:
- ¡Ni se te ocurra, Chocolove!
- Pero mujer... si no iba a hacer nada, solamente quería felicitar a Len Tao... ¿no ves lo feliz que está? Se ve que este lado de la ecuación era la Y - dijo, con una maliciosa sonrisa, y de pronto Pilika se vio sin saber qué hacer: pegarle, reírse o sonrojarse.
- ¡No sé cómo te las arreglas para lograr que hasta la matemática suene a ordinariez, moreno! - gruñó, entre asombrada e indignada - Si dices una sola palabra, te aseguro que se le va a quitar lo feliz y te va a estrangular...
- ¿Eso te preocupa? ¿Así que te preocupas por mí? ¡Lo sabía! ¡Te gusto! Ya decía yo que una chica tan inteligente como tú no podía ser indiferente a los múltiples encantos del gran Chocolove... - recitó el moreno entusiasmado, con una falsa sonrisa llena de pedantería.
Ante esto, la peliazul llegó al límite de su paciencia y ya no pudo contener su carácter: con toda su cachaza y una venita saltando en su sien, levantó el brazo derecho y dejó caer su pequeño puño sobre la cabeza de Choco, quien soltó un ruidoso ¡ay! y procedió a sobarse dando grandes muestras de dolor.
Horo, que había comenzado una conversación en voz baja con Len, saltó como un tigre hacia el moreno apenas se percató de lo que pasaba.
- ¡BAJAMANGOS! ¿Qué le has hecho a mi hermanita? ¡Contesta! - el ainu, por supuesto, no tomaba en cuenta que a Choco le resultaba muy difícil contestarle con el cuello comprimido entre sus manazas. El moreno emitió un sonido gorgoteante por toda respuesta - ¡Pilika! ¿Qué te dijo este imbécil?
- ¡Suéltalo, mastuerzo, que lo vas a asfixiar! - vociferó la peliazul, ahora furiosa de todas todas - ¿Acaso te pido una explicación cada vez que éste te hace enfadar y te le echas encima? No, ¿verdad? Entonces déjalo quieto. Y entérate de una vez que soy perfectamente capaz de defenderme solita, ¿me oyes?
- Es... cierto... - balbuceó Choco cuando el ainu lo soltó, sobándose con una mano la cabeza y con la otra el cuello - No entiendo... cómo una manita tan pequeña y linda puede ser tan pesada...
- ¿¿¡¡LINDA!!?? ¿¿¡¡Te estás metiendo con mi hermanita, bajamangos!!?? - el brillo en los ojos de Horo se tornó casi homicida por momentos. Len, que se había puesto de pie con la intención de contener al enfurecido ainu si se salía de madre otra vez, respiró hondo tratando de conservar la paciencia y masculló algo así como "dejà vu" mientras volvía a sentarse.
- ¡Pero no te molestes, chico, pues! ¿Qué tiene de malo que la considere linda?
- ¡Que no quiero que te acerques a mi hermana! Es más: ¡te prohíbo que la mires siquiera!
- ¡No puedes prohibirme eso! ¿Qué es lo que he hecho de malo? Yo no me he metido con ella, ni le he faltado el respeto, ni nada por el estilo. ¿Qué es lo que te molesta?
- ¡¡TÚ!! ¡¡Tú me molestas!!
- ¡CÁLLENSE! - gritó Pilika, enfadada, atravesándose entre los dos, los brazos en jarras y los ojos echando chispas - Qué, ¿acaso estoy pintada en la pared? ¡No hablen de mí como si no estuviera presente! Mira, Horo, tú vas a hacer el favor de dejar de tratarme como si tuviera cinco años, y de entender que soy capaz de pelear mis propias batallas. Y en cuanto a ti, Chocolove - se volvió hacia Choco con una expresión ominosa en su carita -, métete esto en la cabeza: me agradas, pero NO me gustas. Así que déjame tranquila para que mi hermano deje de portarse como un energúmeno, ¿vale?
Horo estaba atónito ante las muestras de carácter que su hermana daba, y no por primera vez. Chocolove, por su parte, estaba más encantado que asombrado con la actitud de la chica.
- Vale - repuso, pero luego le guiñó un ojo -, pero que conste que me sigues gustando. Me fascinan las mujeres lindas y con carácter...
Pilka enrojeció, dividida entre la rabia y el bochorno, y levantó una mano para contener el corpachón de su hermano, que ya parecía dispuesto a echársele encima al moreno de nuevo.
- Que sea la última vez que me dices algo así, moreno. Si te escucho una palabra más al respecto, te aseguro que voy a dejar que Horo se encargue de ti... y no voy a recoger los pedazos - dijo con firmeza, haciendo que Chocolove tragara en seco, pero sin dejar de sonreír como si estuviera complacido.
Aplacado, Horohoro volvió a su lugar, sin dejar de lanzarle una que otra mirada asesina al moreno. Len, que había observado el intercambio con un brillo entre exasperado y divertido en sus ojos amarillentos, volvió a tomar la mano del ainu (el cual volvió a sonrojarse) mientras hablaba en voz baja con Anna.
- Antes de que lo preguntes: no, no estoy nerviosa. Al menos, no mucho. Todo está listo... lo que sí quiero es que me hables de ti y de Horo. Sé que ahora las cosas están mucho más "oficializadas" de lo que pensaba... - Len se sonrojó, aunque estaba preparado para preguntas directas y sabía que de Anna sólo cabía esperar sinceridad, por brutal y aplastante que ésta fuera. La itako, por su parte, notó la incomodidad del shaman de China y sonrió un poco - ¿Te ha hecho pasar un mal rato Jun?
- Nunca había estado tan avergonzado en mi vida - confesó, con el ceño fruncido -, me hizo las preguntas más embarazosas y se burló de mí. Claro que no lo hizo con mala intención, pero eso no evitó que me cayera de la patada.
- Tranquilo que yo no voy a preguntarte sobre ese aspecto de la relación - el joven enrojeció aún más -. Es más, no pienso meterme en nada porque veo a los dos positivamente radiantes; y aunque te resulte difícil creerlo, eso me alegra muchísimo. Lo que me lleva a preguntarte qué van a hacer después de la boda, porque necesariamente tendrán que separarse...
- Ya hemos hablado de eso - repuso Len, meditabundo -, sabemos bien que pueden pasar semanas, incluso meses antes de que podamos vernos otra vez; yo tengo que ir a China y él tiene que estar con su tribu. Pero ya hemos decidido que vamos a intentar que funcione por todos los medios, aunque de momento no podamos vivir juntos.
- ¿Se lo vas a decir a tu padre?
- Si Horohoro puede decírselo al suyo, ¿porqué yo no podría? - la expresión del joven se tornó aún más fiera que de costumbre, indicando lo decidido que estaba - Antes de que pasara todo lo que ha pasado te dije que esto iba en serio, y así sigue siendo. No me importa demasiado lo que los demás puedan decir, no voy a negarme la oportunidad de ser feliz sólo porque a algunos no les guste la idea o porque tengan prejuicios estúpidos - de pronto su cara se distendió en una atractiva sonrisa llena de malicia, algo muy poco usual en él -. Tendremos suerte si mi padre no queda en estado vegetativo cuando reciba la noticia... porque siendo las cosas como son, no va a tener herederos por ningún lado; ni por el mío ni por el de Jun, por razones más que obvias... ya puedo escucharlo lamentándose de que la noble sangre de los Tao se pierda.
- Por lo que me dijo Pilika, ella y Horo esperan una reacción bastante parecida por parte de su padre... él porque no se va a casar con nadie y ella porque piensa estudiar.
- No somos tan diferentes, después de todo - admitió Len, apretando un poco más la mano del joven a su lado. Anna notó el gesto y enrojeció un poco antes de sonreír, sin poder evitarlo.
Qué bonito se sentía estar enamorado y ser cursi... lástima que no todos podían estar en la misma longitud de onda, pensó la itako, mientras recorría con la mirada a la concurrencia. Lyserg, junto con Takehito y Ryu, escuchaba a Shalona contar una anécdota de sus novelas, pero parecía un poco más deprimido que de costumbre; Pilika le lanzaba de cuando en cuando miradas preocupadas y cargadas de desaprobación. Chocolove, a su vez, la miraba encantado aunque ella no le prestase atención. Ryu parecía estar un poco más animado, aunque de vez en cuando se quedaba con la mirada perdida.
Tamao hablaba en voz baja con Manta, tartamudeando y sonrojándose cada dos segundos; el cabezón parecía estar divirtiéndose en grande a costa de la pelirosada. Len conversaba ahora con Horo, ambos muy serios.
Anna se preguntó qué pasaría mañana, después que ellos partieran de luna de miel y el grupo se dispersara. ¿Volverían a reunirse todos alguna vez? Jamás la verían admitirlo en público, pero los amigos de Yoh eran también sus amigos y los echaría muchísimo de menos a pesar de las peleas y los choques constantes. Sólo quedarían Ryu, Tamao y Manta, al igual que antes... este mes había pasado muy rápido, pero se había acostumbrado a tener más gente en la casa e iba a ser muy extraño regresar y encontrarla casi vacía.
Iba a extrañar sobre todo a Pilika. La pequeña ainu tenía la virtud de encantar a la gente y meterse bajo la piel sin siquiera intentarlo, con su vivacidad y su alarmante tendencia a decir exactamente lo que pensaba sin reparar en presencia de quién lo decía. Era una gran compañía: divertida, amable, sorprendentemente comprensiva, con una madurez superior a sus años, y la itako la iba a echar mucho de menos.
Como de común acuerdo, todos se retiraron temprano a dormir para amanecer descansados el gran día; incluso Len se fue temprano, después de una larga despedida en la penumbra del porche con Horo. Como todas las noches, Yoh escoltó a su prometida hasta la puerta de su habitación; pero en lugar de darle el casto beso de siempre, la atrajo al círculo de sus brazos y la besó apasionadamente.
Ella abrió su boca ante la lengua inquisitiva, arrancando un gruñido de aprobación del pecho masculino que pareció reverberar en cada hueso del cuerpo femenino. Los besos se alargaron y se rompieron una y otra vez, retornando en diferentes ángulos, cediendo a las presiones de uno y otro; se probaron mutuamente con abandono, mordiéndose juguetonamente los labios hasta que sus bocas estuvieron inflamadas y rojas.
Cuando finalmente se detuvieron, la frente de Yoh apoyada contra la de Anna, ella cerró los ojos y respiró hondamente. Cuando los abrió, se miraron durante unos minutos, sólo sintiendo la corriente que fluía entre los dos, ese "algo" que tenían, respirándolo, deseándose. Era increíblemente bueno, increíblemente real.
- Mañana a estas horas ya seremos marido y mujer, Anna - murmuró el shaman.
- Qué, ¿estás tratando de ponerme nerviosa? - la itako estaba aún prácticamente sin aliento después del kilométrico beso.
- ¿Yo? Noooo, yo sé que mi Annita tiene nervios de acero - soltó de nuevo la irritante risita que ella tanto amaba, y le dio un rápido beso en los labios antes de separarse -. Hasta mañana, Anna.
- Hasta mañana, Yoh - el susurro de la itako estaba cargado de una profunda emoción.
Estaba temblando, y cuando entró en su habitación y cerró la puerta tuvo que apoyarse en ella durante algunos segundos. ¿Nerviosa, ella? Qué va...
Tal y como Anna le había dicho a Pilika, el día de la boda la casa de los Asakura amaneció hecha un hervidero de actividad. La gente de la compañía encargada del banquete llegó temprano, y pronto estuvo instalada en el jardín una gran tienda blanca muy elegante, en la que el personal se encargaba ya de instalar las mesas y sillas, la mantelería y la decoración.
La ainu, de pie junto a la itako que supervisaba los movimientos del personal con una expresión severa, miraba todo muy entusiasmada; en su tribu sólo se estilaba la tradicional ceremonia seguida de una reunión en casa de los contrayentes. Ella nunca había estado en una recepción de verdad, y menos al estilo occidental.
Anna había tenido sus motivos muy particulares para pactar con su suegra una ceremonia tradicional seguida de una recepción al estilo occidental, sin las tremendas formalidades y exigencias bordeando en lo ridículo de las elaboradas recepciones japonesas. Eso permitía a todos los amigos de la pareja estar presentes y participar de la ocasión sin estar sometidos a las restricciones y presiones que imponía una recepción tradicional, sobre todo las de tipo monetario.
Ryu y Tamao habían preparado un desayuno-almuerzo rápido para todos, porque aunque la ceremonia estaba pautada para realizarse al caer la tarde, querían tener tiempo para espiar los preparativos y embutirse en sus mejores galas. Claro que no hubo desayuno-almuerzo que valiera para Horo, a quien su hermana, con gran disgusto, sorprendió hasta cuatro veces deslizándose hacia la cocina para hurtar algún pedazo de pan o algún "bocadillo" de cinco pisos y cinco rellenos distintos.
Una hora y media antes de la ceremonia llegaron los padres del novio a la casa; sólo debía venir Keiko a ayudar a la novia, pero Mikihisa no había querido que viniera sola, así que ambos hicieron su aparición ya listos para la boda. Él iba vestido a la usanza tradicional y parecía todo un samurai; ella llevaba un elegante kimono, negro como le correspondía por ser una mujer casada, pero profusa y bellamente bordado en verde claro y salmón.
Pilika, por su parte, lista ya y pendiente de la llegada de la dama para no perderse el momento en el que vistieran a la novia, estaba muy bonita en una atractiva variación moderna del traje de gala ainu; éste era de un bello color azul oscuro, con diseños geométricos en amarillo y rojo alrededor del cuello, los puños y el dobladillo, contrastando con los colores claros de su tez y sus cabellos.
Entusiasta, siguió a Keiko Asakura hasta la habitación de Anna, en la que Tamao, vestida con un lindo kimono en tonos de rosa, ya se afanaba ordenando las piezas del complicado arreglo nupcial. La itako, envuelta en una prístina yukata, no parecía estar muy nerviosa, aunque su silencio hablaba volúmenes acerca de su estado de ánimo y la solemnidad de la ocasión.
Se quitó la yukata, y ataviada sólo con su delicada ropa interior, se estuvo muy quieta en el centro de la habitación como una muñequita, mientras la señora Keiko y Tamao la ayudaban a vestirse; las dos mujeres envolvieron su cuerpo en capa tras capa del exquisito shiromoku, desde la más íntima, ligera y sencilla hasta la exterior, la última y más elaborada de las piezas.
Era un proceso solemne y fascinante de mirar, casi una ceremonia en sí mismo, con las dos esbeltas mujeres moviéndose en torno a Anna con lentitud y en completo silencio, con movimientos tan precisos que casi parecían coreografiados. Al terminar de ponerle el shiromoku, Tamao trajo un banquito y la hizo sentarse para que pudieran peinarla y maquillarla.
La mujer mayor le arregló rápidamente el cabello al estilo tradicional y lo adornó con los hermosos ornamentos en rojo y blanco que ella misma había lucido en su día; luego puso algo de polvos de arroz en el rostro de la rubia, maquilló de una manera muy suave sus ojos, y pintó de rojo el delicado arco de su boca, puso un par de pendientes de perlas en sus orejas y una pulsera de oro en su muñeca derecha. Finalmente, colocó sobre la cabeza adornada de Anna una especie de sencilla capucha de pesada seda blanca y lisa que ocultaba el peinado y los ornamentos.
Ambas se alejaron para observar el efecto del conjunto. Ahora sí que la itako parecía una bella muñeca, ataviada con el pesado y rico traje de bodas; a pesar de que era blanco y ella llevaba oculto el cabello rubio, no lucía pálida. De hecho, se veía perfecta y resplandeciente.
- ¡Wow! - exclamó Pilika, encantada con todo, habida cuenta de que entre los ainu las vestimentas de boda eran totalmente diferentes. Ante la expresión de la chica, Anna no pudo menos que esbozar una sonrisa divertida.
- ¿Te gusta?
- ¡Me fascina! Y esa cosa que llevas en la cabeza, eso como una capucha, es como un velo, ¿verdad?
- Pues... no exactamente - la itako parecía más divertida con cada momento que pasaba -. En realidad, simboliza la obediencia hacia mi marido, ocultando los ornamentos en mi cabeza.
- ¿Obediencia? - Pilika arrugó su naricilla en un gesto de disgusto - ¡Qué ridículo!
- Es la tradición - explicó Keiko Asakura, con una leve sonrisa. Hasta Tamao sonreía mientras recogía la ropa descartada y dejaba colgado de una percha el vestido que Anna luciría en la recepción. Sin embargo, la pelirosada no pudo evitar que un hondo suspiro se escapara de sus labios, llamando la atención de todas.
- ¿Qué te sucede, Tamao? - preguntó Anna, con sincera preocupación.
- Ay... señorita Anna - los ojos de la chica se empañaron de lágrimas -... es que usted está tan bonita así... y yo... yo tengo miedo... tengo miedo de que nadie me quiera y no me case nunca...
- ¡No digas tonterías, Tamao! - dijo la itako con firmeza - Eres una mujer con muchas cualidades para el matrimonio, y estoy segura de que algún buen hombre lo sabrá apreciar. ¡Por supuesto que te casarás! Y cuando lo hagas, yo estaré allí para vestirte el día de tu boda.
- Gra-gracias, señorita Anna.
- No tienes porqué darlas. Digo lo que siento y punto: eres muy especial y querida para Yoh y para mí.
Conmovida y al borde de las lágrimas, la pelirosada dio una excusa cualquiera y se retiró. Keiko la vio irse con una mirada pensativa.
- Ella sentía algo por mi Yoh, ¿cierto?
Anna vaciló; no le correspondía hablar de los sentimientos de Tamao, sabía que sería una absoluta falta de delicadeza. Pero de todas maneras la dama había adivinado la situación con su sorprendente agudeza, así que no iba a hacer mucho daño si le aclaraba las cosas. Después de todo, era agua pasada bajo el puente.
- Sí. Es natural; se criaron juntos, y ella confundió el gran cariño que siente por él con amor. Ya se ha recuperado, pero ella es una chica realmente muy casera, hecha para tener marido e hijos; no es una chica de carrera, y por eso me imagino que siente que se va a quedar sola si no se casa ahora mismo.
- Siempre fue así, desde muy pequeñita... - la señora Keiko sonrió - yo pensé que algo así podía pasar, ella siempre ha adorado a Yoh y le ha servido fielmente. Confieso que la única de todos nosotros que estaba completamente segura de que Yoh y tú acabarían juntos contra todos los obstáculos era mi madre. Yo pensaba que tantas cosas podían pasar para impedirlo... por eso traté de convencerla de que dejara que las cosas siguieran su curso natural.
- Fue la decisión más sabia. No me habría decidido a casarme con Yoh si él no lo hubiera querido realmente... sé que siempre me he portado de una manera ruda y segura, pero no habría dudado un segundo en desaparecer si sabía que era lo correcto - confesó a su vez Anna, jugueteando con la pulsera en su muñeca con aire ausente.
- Pero todo ha salido bien - la mujer se acercó a ella y tomó su mano con confianza, sonriéndole. De pronto ambas se volvieron hacia Pilika, que acababa de resoplar ruidosamente.
- ¿Porqué todo el mundo piensa en casarse y yo no?
Las dos mujeres no pudieron evitar reírse ante la carita enfurruñada de la ainu.
Afuera, los invitados que vivían en la casa ya estaban congregados en la sala, esperando que la novia y el novio pasaran por allí antes de entrar al saloncito que acababan de consagrar un sacerdote y una sacerdotisa. En la ceremonia shinto, como dictaba la tradición, sólo estarían presentes los parientes más cercanos de los contrayentes.
Len y Jun estaban allí ya, ambos con sus ropajes tradicionales chinos, luciendo muy elegantes. Len estaba particularmente resplandeciente en un traje negro con dragones bordados en rojo y dorado que le sentaba de maravilla; Jun iba de verde, como siempre, sólo que más adornada y brillante que de costumbre.
Horo, iba vestido a la usanza occidental con un traje formal oscuro, al igual que Lyserg, cuyo traje era gris y parecía cortado por una mano maestra. Chocolove llevaba un extravagante smoking verde muy bien cortado y Ryu por una vez parecía haberse vestido de una manera muy normal y formal, de negro pero sin ninguna reminiscencia de Las Vegas; Shalona llevaba un vestido color coral muy ajustado y tan escotado que provocó la primera escaramuza de la tarde, cuando los ojos del anciano Yohmei casi se salen de sus órbitas al verla y una circunspecta Kino le obsequió con un tremendo codazo.
Los padres de la novia acababan de llegar, ambos de negro pero muy engalanados. Seiji Kyôyama no parecía tan truculento y tenía mejor cara que cuando se presentó en la casa por primera vez; su esposa Maya estaba tan descolorida y disminuida como siempre y sólo saludó con la mirada baja a Kino y a Yohmei, que con sus mejores galas esperaban en la puerta del saloncito para guiar a los novios.
Keiko y Pilika salieron de la habitación de Anna, y la dama se dirigió hacia su marido para entrar juntos al salón, detrás de los Kyôyama. Yoh arribó a la sala luciendo impresionante en su atuendo tradicional, idéntico al de su padre y con los símbolos de la familia bordados; llevaba el cabello recogido, aunque los mechones rebeldes se escapaban de la cinta negra que los sujetaba.
Por fin salió Anna y todos se quedaron mirándola fascinados; Yoh le sonrió y por primera vez todos pudieron ver una señal de nervios en la sonrisa algo vacilante del shaman. Ella, por su parte, lo miró sólo unos instantes antes de bajar la mirada y colocarse a su lado.
Lado a lado, pero sin tocarse, seguidos por Kino y Yohmei, los novios cruzaron el umbral del saloncito convertido provisionalmente en santuario para dar comienzo a la ceremonia. Los abuelos cerraron las puertas corredizas.
El canto del sacerdote anunciando la ceremonia y realizando el rito de la purificación con los ramos sagrados los recibió en el interior de la habitación; los padres de Anna estaban sentados a la izquierda y los de Yoh a la derecha, mientras que al fondo se ubicaba el altar y los asientos que los novios ocuparían durante los ritos.
Ambos avanzaron lentamente hacia el altar, se inclinaron dos veces ante él, dieron dos palmadas y luego volvieron a hacer una reverencia, esta vez junto con el sacerdote. Luego se sentaron frente al altar y la boda de Yoh Asakura y Anna Kyôyama comenzó.
Próximo Capítulo: El Ganador
N.A.: Gomen, chicos, pero es que estoy escribiendo cuatro fics, y tengo dos en proyecto, y a veces me resulta difícil retomar éste, sobre todo porque estos capítulos más del doble de largos que los de mis otros fics xD. Éste en particular estaba casi listo, pero cada vez que me sentaba a escribir pasaba algo y no seguía... aparte que estuve sin computadora algunas semanas, y aún ahora está teniendo problemas; no podía escribir en ninguna parte sin mi niña, lo siento pero soy así ;;. No me censuren por lo de Ryu; ustedes saben de sobra que ese grandullón en el fondo no es más que un sentimental . Las bodas shinto son fascinantes y los detalles que he colocado son bastante exactos, pero yo no me metería en algo así; respecto a la capucha (que se llama Tsunokakushi, creo) es para ocultar los ornamentos de la cabeza... en realidad esos ornamentos simbolizan "cuernos" (no me pregunten porqué, ¿será porque las mujeres somos "el demonio"?), y al cubrirlos se demuestra obediencia, tal y como Anna dice xDDD. Espero tener listo el cap 40 en 2 semanas a lo sumo...
Gracias a mis reviewers: Rally (a ésa creo que ya no la verás xD. Eres una hentai...), Takami Megunata (en realidad es una colección de PWPs, y la siguiente viñeta, lógicamente, tendrá que ver con el final de esta historia xD), María (lo sé, lo sé, soy una sangrona, pero tú eres una bruja xDD), Hitomi-san, Laila Doremi (gracias ), Naoki Thanatos (hay que abrir la mente, hay mucha cosa buena por ahí y si nos limitamos no las veremos...), Annami-Punk, Layla Kyoyama (bueno... las mejores rumbas playeras de Semana Santa fueron aquí en Margarita, así que pa qué te cuento . Estuvo genialísimo), Keiko-sk, Annita Kyoyama, Xayide-Xayi (por eso ya se va a acabar ), Ryo Asakura, Emmyk, EsmeLi (pues sí, habrá de eso xD. Lyserg-Milly... no me lo había planteado siquiera Oo. Y sí, tiene que haber sido muy difícil para Maya, es algo que traté de reflejar. Gracias), Niacriza (te vas a enterar el porqué del cambio, pero en el siguiente cap ), Beu Rib, Xris, Koyomi (mis loqueras se extienden por el momento por Slayers, YGO y Gundam Wing, pero ya voy a invadir Gravitation y FMA, mira en mi perfil xD. Esto no llega a ser teleculebra porque no he seguido las ideas tremendas de mi amiga María, que aunque no escribe es mejor que Delia Fiallo imaginando tragedias e hijos perdidos xD. Sí, Completion y Contigo son compañeras, y si me mandas la imagen de la que hablas te mando la versión sin censura . Y lo del apellido no fue error, sino un gazapo que decidimos dejar mi beta y yo para ver cuántos se daban cuenta: contigo son dos, pero sólo Rally lo dijo a tiempo y por eso le dediqué el cap anterior . Lo del nombre se explica en el siguiente capítulo. El Día D es como la Hora H: el momento señalado xD), Viosil Uab (jejeje), Lath-13 (bienvenida), Anna Kaoru (bienvenida. No lo creo, sería muy precipitado y tengo otros planes para ellos, como ya dije...), Yarumi-san, Silver Lady (si, estuve de muchos cumpleaños en abril: la page y el fic . Y bueno, las cosas son así), Suisei Lady Dragon (ya ves que no estaban tan tranquilos xD. Lo del lemon no sé... ya veremos cómo salen las cosas. Me alegra que te guste Reloj, estoy consciente de que es lo más realista que he escrito hasta ahora y me alegro de que lo aprecien ), Sammy Asakura (pues es mejor tarde que nunca , bienvenida! Bueno, bastante tengo con este fic y su secuela, por eso no escribo otros de SK... y la verdad nunca me ha atraído el Len/Pili), Loreley no Teshii (mujer, que me sonrojas #.#), Haruko-sama (Bienvenida y muchísimas gracias por el cumplido. Escribo para divertirme, pero también tomo en cuenta a la gente que me lee y estoy pendiente para no fallarles, aunque me tarde ), Hermione Potter Adams, Mago Snade (Gracias xDDD. No, nunca he escrito nada de RK... tuve algunas ideas pero las abandoné antes de que se concretaran), Ishii Sen Ling (gracias... otro fic más para la lista de pendientes ;;), Matti Haibara (sí, eso va a ser de coger palco... lástima que no podré desarrollarlo aquí, pero algo se me ocurrirá en la secuela), Akima (pues ya llegó ).
