Capítulo 3
El día siguiente el humor de uno y otro no mejoró en absoluto, y la tensión se acumulaba cada vez más. El odio crecía y crecía, y más aún cuando intercambiaban esos comentarios que no podían aguantar.
Pasaban los días y semanas y evitaban hablarse en cuanto podían, pero no siempre era así...
Tonks había dado a Harry el consejo de que no se metiera en líos con Snape y le dijo también que ella intentaría hacer que recuperaran los puntos. Para ello le fue muy bien tener a Draco Malfoy en clase. Ese chico le recordaba demasiado a su padre como para no odiarle.
- Cinco puntos menos para Slytherin, señor Malfoy – dijo Tonks después de oír un comentario ofensivo que el chico había hecho dirigido a Hermione.
- Disculpe Profesora – se quejó él – no entiendo porqué me quita tantos puntos. Cualquiera diría que tiene algo contra mi... No creo que eso le guste al Ministerio.
- Esto no es el Ministerio, señor Malfoy, sino Hogwarts. Y parece que el único aquí que tiene algo contra alguien – miró a Harry, Ron y Hermione – es usted. Si tiene alguna otra queja – se apresuró a añadir cuando el abría la boca – preséntela al Jefe de su casa. Esto es clase de Defensa y ya me ha hecho perder bastante el tiempo.
Y Malfoy se calló después de decir que eso era lo que iba a hacer. Siempre terminaba callándose cuando discutía con Tonks, pero le gustaba molestarla.
- Adelante – se oyó la voz de Snape cuando Malfoy llamó para entrar. El hombre estaba sentado en su mesa escribiendo algo, y no levantó la mirada.
- Disculpe Profesor, venía a... presentar una queja.
- ¿Contra...?
- Tonks. – Snape paró de escribir y miró a su alumno levantando una ceja.
- La Profesora Tonks, señor Malfoy.
- Si, eso. Disculpe.
- Así que una queja – dijo él interesado, apoyando su espalda sobre el respaldo de la silla y juntando las yemas de los dedos. – Explíquese.
- Verá señor, creo que tiene demasiadas preferencias. Pasa la clase restándome puntos y... haciéndome callar.
- ¿Cuándo le hace callar?
- Cuando digo algo... algún comentario.
- ¿Qué tipo de comentario?
- Ofensivo. Pero no soy el único que los hace.
- Está bien, puede irse.
- ¿Y eso es todo? ¿No le dirá nada?
- Lo que se diga o deje de decir entre profesores no es de su incumbencia, señor Malfoy. Adiós.
Al orgulloso Slytherin no le quedó más remedio que obedecer así que se fue sin decir palabra. Severus decidió aparcar el tema hasta el fin de semana, cuando en la primera salida en Hogsmeade hablaría con ella.
Y el Sábado no tardó en llegar, aunque esa impresión no fuera compartida por todos.
- Tonks, me gustaría hablar contigo hoy – le dijo el hombre por sorpresa cuando se dirigían a los carruajes que les llevarían al pueblo.
- Er... Si, claro. – Ella quedó bastante sorprendida, pero aceptó. Ese día estaba de buen humor por volver a visitar Hogsmeade y se sentía capaz de no empezar a discutir con Snape por una palabra que este le dirigiera.
Llegaron al pueblo y fueron a dar una vuelta. Todo estaba repleto de alumnos de los que poco a poco se fueron separando: algunos entraban en tiendas, otros en bares... Ellos dos se pararon en frente de una tienda en la que se vendían todo tipo de artilugios necesarios para estudiar en Hogwarts; desde plumas y pergaminos a túnicas, e incluso se podía ver alguna escoba voladora.
- ¿Y bien? – Pregunto ella, curiosa.
- Bueno, supongo que no te sorprenderá que Draco Malfoy se haya quejado de ti...
- No quiero ofender, pero es fin de semana, visita a Hogsmeade, etc., etc., así que no me gustaría discutir por algo relacionado con las clases...
- No se trata de eso, Tonks, se trata de algo más. Y no es por las clases o porque yo sea el Jefe de Malfoy, sino porque parece que olvidas a su padre, y eso puede perjudicarte mucho.
- Ya se quien es su padre, un mortífago, y ahora no está ya en el Ministerio, no puede hacer nada.
- Te equivocas. Puede... – Snape se calló al ver que el mismo Draco pasaba por allí cerca con sus dos gorilas con cara de niño bueno.
- Buenos días Profesor Snape. Hay un alumno allí que se ha hecho daño... – Crabbe y Golyle asintieron como los dos tontos que eran. A Snape le dio la impresión que no era más que una excusa para cortar la conversación con Tonks, pero no podía mandar a Draco a paseo, así que...
- ¿Dónde, señor Malfoy?
- Delante la tienda de... – señaló una calle – de la esquina de esa calle.
- Esa tienda está prohibida, señor Malfoy. – Intervino Tonks, aguantando las ganas de gritarle a Malfoy que se desvaneciera.
- ¿Quién ha dicho que hayamos entrado? – Dijo el rubio en tono burlón.
- Muestre más respeto, señor Malfoy – le cortó Snape, cosa que Tonks agradeció. – Espéreme ahí, voy ahora mismo.
Los tres chicos se fueron a contra voluntad y Severus se dirigió a Tonks:
- Bueno, tengo que ir, pero hablamos de esto luego, ¿si?
- Si, de acuerdo. ¿Malfoy no se habrá extrañado de que me defendieras?
- Lo habría hecho si fuera algo inusual... – Severus se acababa de percatar de lo que había dicho. – ¡Adiós!
Tonks levantó una ceja y se dirigió a Las Tres Escobas. Ahí podría hablar con alguien y no pasar sola el día.
- ¡Tonks, otra vez tu! – Gritó Madam Rosmerta cuando la vio. Ella se miró a si misma, empezando por los pies y terminando por los brazos.
- Efectivamente.
- ¡Que alegría! ¿Quieres tomar algo? Te invito a lo que quieras.
- Oh, bien, gracias. Me da igual lo que sea.
- Siéntate, siéntate – la arrastró hacia una mesa en la que ella también se sentó. - ¿Y bien? ¿Qué tal estás? ¿Qué hiciste después de Hogwarts?
- Bueno, estudiar. Hice la carrera de Auror.
- Oh, es maravilloso.
- Bueno... considero maravilla otras cosas, pero si, si, está bien.
- Aún recuerdo cuando venías aquí de pequeña. Cada vez con el pelo y los ojos de un color distinto... Y dime, ¿podrías hacer eso de cambiar tu nariz? – Madam Rosmerta parecía una niña pequeña que espera con ansias un caramelo cuando hizo esa pregunta.
- Pues la verdad es que estoy resfriada – Madam se extrañó – y me duele si lo hago. Mejor no.
- Oh, ¿os duele cambiar vuestro aspecto a los magos metamórficos?
- No, mira, es tan fácil como pensarlo... – Tonks empezaba a cansarse de su compañía.
- ¡¿De veras?! Me encantaría poder hacerlo, pero en fin... Tengo que irme, empieza a llegar gente para comer. ¡Que pena!
- Si, si.
- Hablamos otro día.
- Esperaré a que llegue con muchas, muchísimas ansias... – Tonks se alegró de poder irse ya, y siguió dando vueltas por esas calles que empezaban a aburrirla. Pero un poco de compañía nunca está mal.
- ¡Buenas, Trelawney! – Saludó en cuando la vio con la nariz pegada al escaparate de una tienda que vendía cosas para predecir el futuro. Tenía la boca abierta y su cara mostraba una expresión de horror. – ¿Se encuentra bien?
- Mire...
- Miro...
- Vea...
- Veo... No, no veo. ¿Qué ocurre?
- Esos... Esos... Esos...
- Si, esos.
- Todo tipo de objetos vulnerables para predecir el futuro... ¡Es una ciencia muy compleja! No puede predecirse con eso... Solo los que tenemos la fortuna de poseer un ojo interior que ve podemos, y aún así hay muchas ondas negativas que nos impiden ver con claridad...
- Si, impiden ver con claridad, se a lo que se refiere.
Sybill miró a Tonks y con un gesto cortés se despidió. La otra al quedarse sola decidió volver al castillo, aunque fuera temprano.
- Tonks, gracias a Dios que has venido, necesitamos tu ayuda – le dijo McGonagall cuando llegó al castillo. – Ve a buscar a Lupin, está en Grimauld Place, y reúnete con él en el despacho de Dumbledore. El director y yo estaremos allí.
- Si, claro. – Tonks sabía que si algún miembro de la Orden le pedía que hiciera algo no podía ponerse a discutir, lo que más necesitaban era coordinación, así que se puso a andar hacia una chimenea, agarró un puñado de Polvos Flu y se dirigió al número 12 de Grimauld Place. - ¿Remus? – Preguntó cuando llegó y no vio a nadie. - ¡Remus! – Acababa de verlo tirado en el suelo con el cuadro de la señora Black hecho a pedazos delante suyo. - ¿Por qué has hecho eso? – Preguntó arrodillándose en el suelo y poniendo una mando en su hombro.
- Y-yo... Los si-sient-to... – Remus estaba... llorando. Tonks se quedó unos instantes con la vista perdida en los restos del cuadro.
- Lo destrozaste tu, ¿no? – Él asintió. – Bueno, nadie va a echar de menos a esa mujer- sonrió. – Vamos, – dijo levantándose y ayudándole para que hiciera lo mismo – tenemos que ir a ver a Dumbledore y McGonagall.
- Yo lo siento... de verdad... – Remus miraba los restos del cuadro. – De verdad que no quería, pero no podía aguantarla más, no aguantaba sus insultos hacia Sirius...
Tonks lo ayudó a ponerse algo presentable, le dio un poco de ánimos y se fueron juntos a Hogwarts otra vez.
- Deberéis saber todos – dijo Dumbledore cuando estuvieron los cuatro reunidos en su despacho – que, como era de esperar, los mortífagos de Azkaban se han fugado.
*- Laura-san -*
Otro capitulo más ^^
¡Aquí empieza algo de acción, Nabiki! xD
Espero que lo disfruten todos, y dejen reviews ^^
