Hace ya… ¡3 años! ¿Quién lo diría? Nadie pensaba que duraríamos ni una semana, pero aquí estamos. Desnudos, después de haber hecho el amor una vez más. Todo contigo es fantástico y el sexo maravilloso. No puedo evitar observarte, eres perfecto, tu pecho musculoso, tus abdominales increíblemente bien marcados y tu rostro… tan bello. Me encanta hacer el amor contigo, sentirte dentro, oírte decir mi nombre. Te acaricio el rostro, lo dibujo y tú sonríes y poco a poco abres tus plateados ojos.

- Hola – me dices cerrando de nuevo los ojos - ¿En qué piensas?

- En ti.

Me acerco a ti y te beso dulcemente, tú pones tus brazos en mi espalda y me acercas más a ti. Te separo de mí y sonrió, ahora me toca a mí, tener el control. Parece que lo notas, conoces mis intenciones, por lo que dejas caer tus brazos. Te empujo suavemente y te pongo boca arriba, y yo me pongo encima tuya. Primero beso tus labios, luego beso tu cuello, desciendo hasta tu pecho, continuo por tu abdomen, llegando a tu miembro. Lo cojo con fuerza, como a ti te gusta, y se te escapa un pequeño gemido. Ahora entra en juego mi boca, y mi lengua. Tus gemidos son más continuos, y tus temblores también. Intentas sin éxito cogerme y alejarme de ti, pero sabes que ahora tengo el control y eso a los dos nos gusta. Pego un último lametón, y dejando tu pene duro. Me pides que no te deje así, yo simplemente sonrío. Vuelvo a subir rozando mi pecho contra tu cuerpo, esto también sé que te gusta.

- No pensaba dejarte as

Me coloco, y noto como te introduces en mí. Comienzo a moverme. Subes tus manos y las colocas sobre mi pecho. Pero te niego con la cabeza, te pido que te incorpores un poco, y sin dejar de movernos lo haces. Ahora estoy sentada sobre ti, tus brazos recorren mi espalda y yo me agarro a tu espalda clavándote un poco las uñas. Los movimientos cada vez son más rápidos los gadeos continuos y el clímax está cerca. Me aprietas contra ti, y empiezas a besarme el cuello mientras acaricio tu espalda sudorosa. Me gusta tu sabor dices, te miro divertida y lentamente me separo de ti; Otra vez estamos tumbados en la cama, con el sudor aún cayéndonos por el reciente ejercicio. Miras con curiosidad las gotas de mi pecho. Cojo tu mano.

- ¿qué miras tan interesado?

- unas gotas usurpando algo que es mío.

- ¿y por qué no las detienes?

Separas tu mano de las mías y con un dedo recoges algunas gotas de sudor. Sigues un rato, pero pones cara de fastidio y me dices que debes tomar medidas drásticas. Te acercas hacia mí y empiezas a lamerme el cuello, el escote. Recoges todas las gotas de sudor, mientras yo acaricio tu cuerpo y muerdo tu cuello. Bajas tu mano hasta mi entrepierna, y la introduces lentamente. Me pierdo entre el placer, pero recuerdo que yo tenía el poder y no lo quería perder tan fácilmente. Yo también bajo la mano y vuelvo a jugar con tu pene.

Los dos queremos el poder, no queremos ceder y ese es el mejor juego. Cada vez nos acercamos más el uno al otro. Nuestras lenguas se entrelazan, y nuestras bocas besan el cuerpo del otro, mientras nuestras manos siguen su tarea. Nos miramos, los dos sabemos que ha llegado el momento. Quitamos las manos para abrazarnos y poder acoplarnos mejor. Ambos nos movemos acompasadamente. Tú muerdes mi oreja y yo beso tu cuello. Nuevamente se escuchan gadeos por toda la habitación y la cama nos acompaña en su chirriar. Me aprietas más hacia ti por la cintura, yo agarro tu culo y sonríes. Volvemos a tener un orgasmo juntos, cada vez nos sincronizamos mejor. De nuevo sales de mí, pero esta vez no rompes el abrazo y me sonríes como siempre. Ahora me abrazas más fuerte y coges algo de aire, yo me acomodo en tu cuello

- Quería preguntarte algo – dices despacio

- Dime

- Quizás suene repentino, pero… ¿quieres casarte conmigo?

Me aparto de ti y te miro a los ojos. Eres sincero, sí quieres casarte conmigo

- Siempre digistes que el matrimonio era una chorrada

- No si la novia eres tú, ¿aceptas?

- S

Y nos besamos.