Harry Potter, pertenece a J.K. Rowling.

Tokyo Ghōul, pertenece a Sui Ishida.

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Fem-Harry (como siempre).

Será convertida en una Ghōul, de forma igual a Kaneki.

Iniciará desde 1991 y no desde 1993. No tendremos a Fem-Harry (Artemisa), viajando atrás en el tiempo, como en el otro Fic.

Harem: Lily Potter (de una línea de tiempo alternativa), Hermione Granger, Daphne y Astoria Greengrass, Padma y Parvati Patil, Susan Bones (¿alguna otra Hufflepuff que se les ocurra, por favor?).

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Artemisa: Una Ghōul en Hogwarts (Versión 1.5) (O versión 1, pero modificada)

01: Una nueva oportunidad. Con una nueva condición.

— ¡HAZTE A UN LADO, NIÑA TONTA! —rugió el mestizo oscuro.

— ¡No, por favor! —rogó Lily Potter, quedándose parada ante la cuna de su hijo. — ¡Por favor, haré lo que me pidas, pero por favor no le mates!

Voldemort rugió de ira. — ¡AVADA KEDAVRA! —Tres anillos rúnicos, se activaron en el suelo, generando un muro de magia pura. Los ojos del lord oscuro se abrieron. —¡ESTUPIDA...! —Y una llamarada azul, cubrió el cuerpo del lord oscuro, haciéndolo gritar de dolor.

Lily Potter moría, a manos de la Maldición Asesina.

Y su hijo era asesinado, por la misma explosión de llamas azules, que condenó a Voldemort y destruyó inadvertidamente, los Horrocruxes del mestizo.

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La puerta se abrió. Severus Snape, antiguo mejor amigo de Lily Potter, y Sirius Black, mejor amigo de James Potter, encontraron ahora los cadáveres de Lily y su hijo.

Los dos enemigos, se miraron.

Un Mortífago y un miembro de la Orden del Fénix, hicieron levitar los cadáveres de madre e hijo, y luego, el cadáver del padre, y los enterraron en el mausoleo familiar de los Potter, en Valle de Godric.

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Lily... Potter... —dijo una voz ronca, pero al mismo tiempo decidida y llena de autoridad. Una mujer de cabello rojo y ojos verdes, abrió sus ojos pesadamente, preguntándose en donde se encontraba. Ante ella, había una mujer de cabellos negros, corto y despelucada, de piel totalmente blanca, vistiendo con una camiseta sin mangas negra y un pantalón de mezclilla negro. —Bienvenida a mi reino... Lily. Aquí, donde no realizo distinciones, entre el pobre, el de clase media y el millonario. Pues todos son iguales ante mí.

—L... Lady... Muerte... un placer estar ante su presencia —dijo Lily. Muerte señaló hacía un lado suyo, y la mujer agarró entre sus brazos a su bebé, mientras derramaba lágrimas.

Las cosas no tendrían que haber sido así, Lily —dijo la Eterna. —Tu hijo tendría que haber sobrevivido, para hacer frente a Tom S. Ryddle, pero... ha venido aquí, al igual que tu esposo y tú. —Después de un momento, ella volvió a hablar. —Lily, me he encontrado con un problema, en el trabajo de Destino.

— ¿Qué problema, lady Muerte? —preguntó Lily.

Existía una Lily Potter, que tendría haber sobrevivido, para criar a una versión femenina de tu hijo. —Contó Muerte. —Esa chica, llamada Artemisa, tendría que haber realizado un viaje a Japón, en compañía de tu hermana, su esposo y su hijo. —Eso asombró a Lily. —Esa otra Lily Evans, tendría que haber caído en coma y despertar al final del tercer año de la chica —una sonrisa apareció en los labios de la eterna. —Despertar, gracias a un beso de amor. —Lily se sonrojó. —Pero las reglas del juego, han cambiado en esa dimensión. La niña viajaría a Japón, se convertiría en una criatura mágica japonesa llamada Ghōul. Tu hija... llamaría poderosamente la atención de una Ghōul de su misma edad, llamada Tōka Kirishima, quien le acompañaría a Inglaterra, y junto a ti, quien estarías deseosa de venganza, contra Dumbledore y Ryddle...

—Oh, puedes estar segura, de que desearía vengarme ahora mismo, más que nada—gruñó la mujer, pensando ahora sí con mayor claridad, en cómo Dumbledore los condenó a muerte. En cómo les pintó un objetivo en la espalda, todo para preparar a su hijo, para que fuera él, quien matara a Ryddle.

Muerte se aclaró la garganta. —Sembrarían el terror, en los corazones de los Mortífagos y de Ryddle, llevando a su fin, a la guerra, mucho antes de lo que tendría que haber sido. Arruinando así, los planes de Dumbledore.

— ¿Los planes de Dumbledore? —preguntó Lily, sin entender.

Dumbledore pretende, que cuando... cualquier versión de tu hijo (ya sea Harry o Artemisa) lleguen a Hogwarts en 1991, combata contra Tom Ryddle, el cual estará poseyendo el cuerpo de Quirinus Quirrell e irá tras la Piedra Filosofal, después de sortear unas trampas de porquería, solo para que tu hijo o hija, lo derrote, para probar sus habilidades y ver si está dispuesto a luchar por "la Luz" —contó Muerte, con una burla, al decir "la luz". —No evitará que Peter Pettigrew escape en 1993, ni evitará que, en 1995, este último, resucite a Tom Ryddle, solo para que (supuestamente) tu hijo le haga frente nuevamente, en 1997, luego de destruir sus Horrocruxes.

Lily se tomó un momento. — ¿Me estás diciendo, que un gran número de líneas de tiempo paralelas, Dumbledore planea obligar a mi hijo, a luchar repetidas veces contra Voldemort, sin importarle si vive o muere?

Sí. —asintió Muerte. —Y yo, te ofrezco evitar esto.

— ¿Qué tengo que hacer? —preguntó Lily, rápidamente.

Muerte extendió su mano, dejando su dedo frente al entrecejo de Lily, quien miró confundida a la entidad. —Lily Janeth Potter Evans: ¿juras seguir cada una de mis órdenes y torcer la tela del tiempo y del destino, sin rechistar, en ningún momento?

—Lo juro.

¿Juras no cuestionar a tu hija, sino hasta que ella, te explique sus razones? —preguntó Muerte.

—Lo juro —pronunció con más convicción. Con mayor decisión.

¿Juras acompañarla en su camino, estar siempre para ella, ya sea como madre o como mujer? —preguntó Parca.

De acuerdo. Eso ya tenía otra connotación. —Lo juro.

Junto a Muerte, apareció un hombre que llevaba una túnica de monje color pergamino, llevaba un grillete rojo, con una cadena, atado a su muñeca derecha, y en esa misma mano, cargaba un libro enorme. —Veo que has aceptado, Lily Potter. Eso me alegra. Soy Destino. —El monje abrió el libro, y comenzó a pasar páginas, por lo que se sintió, como una eternidad. —Sí. Aquí está. —Arrancó una hoja y esta se envolvió en sí misma, de forma muy fuerte. Un minuto después, el papel se volvió madera de color pergamino. —Las varitas de pino siempre eligen un maestro individual e independiente que puede ser percibido como solitario, intrigante y tal vez misterioso. Las varitas de pino disfrutan de ser utilizadas de manera creativa, y a diferencia de otras, se adaptarán de forma no tendenciosa a los nuevos métodos y hechizos. Muchos fabricantes de varitas insisten en que las varitas de pino son capaces de detectar y tener un mejor rendimiento para los propietarios que tienen una larga vida. —Le tendió la varita, a Lily. —He aquí, la varita que tendrá tu hija, Artemisa. Una varita del Destino, capaz de luchar contra la varita de la Muerte... Si es que Albus Dumbledore, se atreve a ponerse quisquilloso. —Lily tomó la varita. Destino, miró su libro. —Está escrito: Que serás una madre amorosa y luego, una mujer amorosa.

—Mujer, como quien dice esposa —puntualizó Lily. Destino y Muerte asintieron.

A sus seis años, tu hija viajará a Japón, al volver, será una Ghōul y requerirá comer carne humana y beber café, para subsistir. —Dijo Destino. —Te enviaremos al día siguiente, de que los Dursley, vuelvan del viaje a Japón, para que saques a la niña de ese hogar.

— ¿A quiénes, está destinada a amar mi hija? —preguntó Lily.

—Ah... me alegra que preguntes —dijo Destino, abriendo su libro. —De su edad y misma generación de Hogwarts: Hermione Granger, Daphne Greengrass, Padma y Parvati Patil, Susan Bones. Y dos años después, ingresará a Hogwarts, la hermana menor de Daphne, Astoria. —Una sonrisa burlona, apareció en labios de Destino. —Y tu ex – novia, caerá a los pies de tu hija: Narcisa Malfoy. —Lily se mordió los labios, al escuchar ese nombre, nuevamente.

¡Debes sacar a Sirius de Azkaban, pues Peter lo incriminó y escapó, está en la Madriguera Weasley! —Dijo Parca, mientras que chasqueaba los dedos. —Adiós Lily, nos vemos.

A Lily la rodeó una luz blanca, y pronto sintió que tocaba suelo firme. Se encontraba en medio de Privet Drive. Eran quizás las seis de la mañana. Estaba vestida, con una camisa de botones de manga larga, ¿Por qué llevaba una corbata negra?, un pantalón negro.

¿Por qué no había envejecido?

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¡Bah! Cosas de Eternos, que una mortal como ella, jamás entendería.

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Caminó hacía la casa de su hermana. Al llegar, miró el tapete de la entrada, donde estaba el periódico. —1988... ¿Tienes ya ocho años, Artemisa? —se preguntó. Llamó a la puerta y esta se abrió, dejando a la mujer delgada, de cuello alto, y cabello rubio, en shock y palideciendo, varios tonos. —Hola Petunia. —Saludó con una sonrisa burlona, que le había aprendido a James, de su época como Merodeador. — ¿No le darás un abrazo, a tu hermana menor?

—Querida, ¿Quién es...? —Vernon Dursley, se acercó a la puerta, algo preocupado porque no había escuchado a su esposa, dar la bienvenida a su visitante, solo para quedarse de piedra, al ver a la mujer ante él. Claro que reconocía a la monstruosidad de su cuñada. El rostro del hombre se puso rojo, y Lily se aseguró de tener su varita a la mano, por si todo se descontrolaba. — ¡NIÑA, RECOGE TODA TU ROPA, MÉTELA EN ESA TONTA MALETA QUE HAY ALLÍ Y VEN AQUÍ! —Rugió el hombre. Los minutos casi se hicieron eternos, hasta que se escuchó una puerta abrirse, en el primer piso. Los ojos de Lily se abrieron, al ver a una niña de ocho años de edad, de cabello negro largo, recogido en una cola de caballo, vistiendo ropas de niño, muy grandes para ella, y que claramente habían visto mejores días, que estaba arrastrando una maleta muy grande.

— ¿Sí, tío Vernon? —preguntó la niña.

—Toma... toma a tu... tu mocosa, y lárgate de mi casa —dijo Vernon, empujando a la niña, que fue tomada protectoramente por la mujer pelirroja, y un segundo después, los Dursley les cerraron la puerta en las narices.

La niña miró a la mujer, con extrañeza. — ¿Quién eres? —la dama, quien recordaba perfectamente, como hace solo un par de minutos, había tenido un bebe. Un varón, quien fue asesinado, por el mismo hombre que mató a su marido, no pudo evitar abrazar a su nuevo rayo de luz y felicidad, mientras sentía a la niña, ponerse rígida, ante el contacto físico tan repentino, por parte de una desconocida.

—Mi nombre, es Lily Janeth Evans-Potter. Soy tu madre... Artemisa —dijo la mujer, mientras veía los bellos ojos verdes de su hija, abrirse, para luego recibir un abrazo. —Lo sé. Sé que tienes muchas preguntas, como, por ejemplo: ¿Por qué solo he aparecido hasta hoy, en tu vida? —la niña asintió. La mujer suspiró. Claramente, su hermana, sin importar la línea de tiempo o dimensión, jamás se hubiera tomado el tiempo para contarle a su hija, que ella y James, eran una bruja y un mago. Sino que seguramente, negarían la magia, y podía ver, por la reacción de su hija, al ser abrazada que obviamente, había sufrido un gran abuso físico, mental y emocional. —Bueno... solo digamos, que... cuando nuestro hogar fue atacado, tu padre... él murió, protegiéndonos y luego, yo quedé en coma. Cuando desperté, y me dieron de alta, tuve que... realizar una muy larga investigación, pues no estabas con los tutores que yo te envié. Sino, que estabas en un lugar desconocido. Aquí, con mi hermana que me odia. —Le acarició la mejilla a la niña, mientras las lágrimas salían de sus ojos. —Lo lamento mucho, Misa. Tendría, que haber estado aquí, antes para ti.

La niña le enseñó una sonrisa. —Ahora estás aquí, mamá —dijo.

Lily le dio la mano y caminaron, por el barrio. —De acuerdo, preguntar extraña: ¿Qué piensas de la magia?

La niña puso un rostro de confusión. —Siempre me han pasado cosas extrañas. Cuando me asusto o enfado, ocurren cosas... —lo pensó un poco. —Un profesor me castigó y de alguna forma, su peluca se volvió azul. Un día, mi primo Dudley y sus amigos, me persiguieron, salté unos botes de basura, y terminé llegando al tejado de la cafetería de la escuela y.… sí... me han pasado cosas muy raras —miró a su madre. — ¿Era magia?

Su madre le dio una sonrisa, cuando llegaron a la esquina. —Lo era. Y ahora, estás a punto de ver, aún más magia. —Sacando su varita mágica, la levantó. —Lo mejor será, retroceder un paso... o dos —lo hicieron justo a tiempo.

Los ojos de la niña se abrieron, cuando un bus de dos pisos y de color violeta, de ruedas enormes y grandes faros delanteros, salió de la nada y frenó con un chirrido exactamente en ese mismo lugar. Las puertas se abrieron y el cobrador, de uniforme rojo salto del autobús y dijo en voz alta sin mirar a nadie: —¡Bienvenido al autobús noctámbulo, transporte de emergencia para el brujo abandonado a su suerte! —dijo el cobrador. —Alargue la varita, suba a bordo y lo llevaremos a donde quiera. Me llamo...

— ¿Stan Shunpike? —preguntó la pelirroja algo incrédula, colocó los ojos en blanco. —Oh perfecto, justo lo que me faltaba. Por favor, a la Calle Carter, en Bradford. En Yorkshire del Oeste. —La niña ascendió al bus, seguida por su madre, quien aparentemente, estuvo en coma. No fue una borracha, como le dijeron toda su vida. Era una bruja, y ahora estaba junto a ella, en un autobús mágico.

—Once Sickles —dijo Stan. —Pero por trece te damos además una taza de chocolate y por quince una bolsa de agua caliente y un cepillo de dientes del color que elijas. —No había asientos; en su lugar; al lado de las ventanas con cortinas, había media docena de camas de hierro. A los lados de cada una había velas encendidas que iluminaban las paredes revestidas de madera. —La suya es ésta —dijo Stan, ayudando a Lily y a Artemisa a acomodarse en una cama. —Éste es nuestro conductor; Ernie Prang. —Ernie Prang, un brujo anciano que llevaba unas gafas muy gruesas, le hizo un ademán con la cabeza. Harry volvió a taparse la cicatriz con el flequillo y se sentó en la cama. —Vámonos, Ernie —dijo Stan, sentándose en su asiento, al lado del conductor.

Se oyó otro estruendo y al momento Artemisa se encontró estirada en la cama, impulsada hacia atrás por la aceleración del autobús noctámbulo. Al incorporarse miró por la venta na y vio, en medio de la luz de la mañana, que pasaban a velocidad tremenda por una calle irreconocible. Stan observaba con gozo la cara de sorpresa de Artemisa, mientras que la niña sostenía el brazo de su madre.

—Vete a despertar a la señora Marsh —ordenó Ernie a Stan—. Llegaremos a Abergavenny en un minuto. —Stan pasó al lado de la cama de Lily y Artemisa, y subió por una escalera estrecha de madera. Artemisa seguía mirando por la ventana, cada vez más nervioso. Ernie no parecía dominar el volante. El autobús noctámbulo invadía continuamente la acera, pero no chocaba contra nada. Cuando se aproximaba a ellos, los buzones, las farolas y las papeleras se apartaban y volvían a su sitio en cuanto pasaba.

Stan reapareció, seguido por una bruja ligeramente verde arropada en una capa de viaje. —Hemos llegado, señora Marsh —dijo Stan con alegría, al mismo tiempo que Ernie pisaba a fondo el freno, haciendo que las camas se deslizaran medio metro hacia delante. La señora Marsh se tapó la boca con un pañuelo y se bajó del autobús tambaleándose. Stan le arrojó el equipaje y cerró las portezuelas con fuerza.

Hubo otro estruendo y volvieron a encontrarse viajando a la velocidad del rayo, por un camino rural, entre árboles que se apartaban.

Lily vio algo en una repisa. — ¡Hey, Stan! —le llamó la pelirroja. — ¿Ese es un libro de historia de la Inglaterra Mágica?

—Sí. Acaba de salir, y tiene incluso la historia de cómo Artemisa Potter, llegó a ser La-Niña-Que-Vivió —dijo Stan sonriente.

La niña lo miró, incrédula de que ella apareciera en un libro. ¿Y qué era todo eso de La-Niña-Que-Vivió?

— ¿Diez Sickles y me prestas el libro? —le entregó muchas monedas de plata, sorprendiendo a Artemisa, ¿de dónde sacaba su madre, tantas monedas? —Y allí tienes veintiséis Sickles. Dos tazas de chocolate, por favor.

—De inmediato —dijo Stan, pasándole el libro y fue a buscar las tazas de chocolate.

—Bueno Misa, preferiría contarte esto, en la comodidad de un hogar, con un buen desayuno, pero por ahora: haremos esto de esta forma —dijo Lily, mientras abría el libro, y le contaba a su hija, como surgió Inglaterra, a partir del reino de Camelot. Y siguió contándoselo todo, gracias al libro: —La comunidad mágica de Inglaterra está gobernada por el Ministerio británico de Magia, que está ubicado en Londres. La mayor autoridad política es el Ministro de Magia, quien es homólogo del Primer Ministro No-Mágico, a las personas sin magia, los Magos les llamamos "Muggles", y el Ministro Mágico mantiene contacto con el Primer Ministro, en asuntos especiales que involucran a la población Muggle de Inglaterra. El sistema de elección del gobierno mágico inglés es democrático y por elección popular. Así mismo, se puede solicitar la destitución de un ministro por la misma vía. —La niña escuchaba, muy interesada. Su madre le habló del Valle de Godric, e inconscientemente, cerró su libro, mientras le hablaba de su padre fallecido: James Charlus Potter, y de cómo fue su relación con él, le habló sobre su padrino: Sirius Black, y como fueron los primeros seis años de escolaridad mágica; hasta que ella, terminó su amistad con su viejo amigo Severus Snape y James maduró, volviéndose novios. Le habló sobre el Mago que mató a su padre (obviamente no le dijo, que ella estaba junto a su contraparte masculina: Harry Potter), sobre los amigos de su padre, sobre la Orden del Fénix, sobre los Mortífagos. Le dio tanta información como pudo, y le dijo que más o menos, en tres años, cuando tuviera once, a ella le llegaría una carta, para estudiar en el colegio de magia Hogwarts.

Stan les pasó sus tazas de chocolate, que ambas bebieron, mientras veían a las personas bajar o subirse al autobús noctambulo, hasta que se detuvieron en una calle. —Es aquí, señora —Ernie abrió las puertas, ellas bajaron y Stan arrojó el baúl, que Lily detuvo en el aire, y lo posó suavemente en el suelo, para luego borrarles la memoria a las personas del autobús.

Mientras que madre e hija, se acercaban a una casa común y corriente, que había visto mejores días en el pasado. Al entrar, Lily se aclaró la garganta. —Valery, Kenny —dos estallidos, sobresaltaron a Artemisa, quien vio a dos criaturas extrañas, de género femenino. Artemisa no gritó, pero estuvo a punto. Las dos pequeñas criaturas que se materializaron ante su madre y ella, pertenecían a la misma y curiosa especie: tenían unas grandes orejas, parecidas a las de un murciélago, y unos ojos saltones del tamaño de pelotas de tenis. Aquellos pequeños seres, miraron con una sonrisa en los rostros, a Lily a ella, e hicieron una reverencia tan profunda, que tocaron la alfombra con la punta de sus largas y afiladas narices. —Artemisa, te presento a Valery y Kenny, son Elfinas Domesticas. Sus padres, sirvieron a la familia de tu padre, la familia Potter, por muchas generaciones. Valery, Kenny, como pueden comprobarlo, estoy viva. Pero estuve en coma, y ella, es mi hija Artemisa, quien estuvo viviendo con mi hermana. —Artemisa vio a su madre, llevarse los dedos índices a los oídos, y no entendió el motivo para taparse los oídos.

Entonces, las Elfinas estallaron en gritos de indignación, sobre como una niña mágica, se iría a vivir con una familia Muggle, y criticaron que su ama, vistiera con semejantes harapos. Con un chasquido de dedos, Artemisa miró hacia abajo, encontrándose con una nueva ropa. Ahora llevaba un vestido de su tamaño, de color amarillo, con pétalos de flores negras.

—Las ropas de la niñez de la ama Euphemia, sirven perfectamente, para la amita Artemisa, al parecer. —Dijo una satisfecha Valery sonriente. — ¿Tienen hambre, ama Lily, amita Artemisa?

—Sí —dijeron madre e hija. Para ternura de Lily, Artemisa añadió un "Por favor", yendo al comedor, mientras que las elfinas, desaparecían en la cocina, y unos minutos después, un gran banquete aparecía.

Los Dursley jamás habían matado a Artemisa de hambre, pero, aun así, esto era más, de lo que se podría haber imaginado, que llegaría a tener en su plato, algún día.

La niña empezó a comer, solo para sobresaltarse y correr al baño, a vomitar. Lily se acercó a ella, y usando su varita mágica, empleó sus conocimientos como Sanadora, para calmar el vómito de su hija. La niña de cabellos negros y ojos verdes como los suyos, la miró con una sonrisa de disculpa. —Olvidé decírtelo, mamá: pero con el tío Vernon, la tía Petunia y Dudley, fuimos a Japón, y...

Capítulo 2: La Historia de una Ghoul.