Detective Conan es una producción de Gosho Aoyama, todos sus derechos le pertenecen a él y a sus respectivos proveedores. Este fic no está hecho con fines de lucro, simplemente escribo por el gusto de escribir y para dar gusto a los lectores, así que, por favor, no me denuncien. Gracias n_n;

NA – Esta serie sigue el hilo del tomo 26, justo después de la reaparición de Shinichi (Shinichi's Rebirth). Este tomo aún no ha sido traducido al español y por eso mismo y para que entendáis más este fic, ya estoy en ello. De momento, os recomiendo que leáis esto para entenderlo mejor. Será un pequeño resumen, sólo para no perderos mucho en los primeros capítulos n_n

Tomo 26, capítulo 7 – Desenlace – Conan vuelve a ser Shinichi gracias al antídoto de Ai, pero este sólo dura 24 horas y justo cuando se había decidido a hablar con Ran (ya estaban los dos en un restaurante) se vuelve Conan.

::Simbología::

"…" Lo que dice un personaje

*…* Lo que piensa un personaje

- - - - - Cambio de escena

/ /···\ \ Flash Back

Empezando a Olvidar

Cap. 3 – 'Sorprendente declaración'

Un fic escrito por CiNtUrO-cHaN (CCF)

Ran estaba tumbada a la cama de la habitación de la clínica del doctor Araide, mirando por la ventana las ramas del árbol. Ya era la tarde, pronto el cielo se tornaría rojo. Miró hacia el reloj. Conan le había dicho que pasarían a buscarla por la tarde. Quizás Araide les había dicho que pasaran mañana. Ella se encontraba mejor, mucho mejor que a la mañana. De hecho, aún no daba crédito a lo que había ocurrido. Cómo había perdido las fuerzas tan rápidamente.

"Ran, ¿se puede?"

La chica giró su cabeza hacia la puerta. Sin duda era el doctor Araide, quien le venía a traer la cena "Claro, pase doctor"

Él abrió la puerta y se sentó al lado de la cama, dejando cuidadosamente la bandeja en las piernas de la chica. "Creo que al señor Mouri le ha salido un caso y hoy no podrá venir a buscarte. Si quieres, puedo llevarte yo, pero te recomendaría que te quedases esta noche aquí, así no tendrás que hacerles la cena, ni la colada ni nada" dijo él, guiñándole el ojo. La chica suspiró, cansada.

"Sí, supongo que es mucho más tentativo quedarse aquí… ¡Ah, no!" exclamó ella de repente. Araide se alarmó.

"¿Qué ocurre?"

"¡Conan! No puede quedarse toda la noche solo, y sin cenar además. No, será mejor que vaya y…"

"Pero es que me parece que el chico también ha ido con el señor Mouri."

Ran se le quedó mirando. Eso le sentó mal. ¿Es que a nadie le importaba lo que le ocurriera? Tampoco era para recibir regalos y flores, pero al menos hubiesen podido decir algo… Pero lo que le sorprendía es que Conan también la hubiese dejado tirada. Ese pequeñín la había ayudado mucho en el pasado y lo seguía haciendo. Y ahora resultaba que pasaba de ella por un caso.

Sintió una punzada en el corazón. Era el mismo caso que el de… ¡ese estúpido! ¿Significaba eso que Conan sería igual que Shinichi de mayor? No era de extrañar. Seguramente, dentro de poco, cuando fuese un pelín más mayor, se haría dependiente. Sólo le vería a las horas de comer. ¿Por qué nadie se preocupaba por ella?

Un pensamiento le vino a la cabeza.

'Ten cuidado con los chicos…y sobretodo con los detectives…'

Esas palabras nacidas de la boca de su madre le produjeron un tremendo vacío. En su día, saliendo de la cafetería, no se había dado cuenta del 'significado oculto'. Otra vez con el dichoso significado. Pero lo cierto era que su madre había dado en el clavo. No, los detectives no eran de fiar. Por eso son detectives, porque les encantan los crímenes. Te dejan tirada por un crimen. Y, quién sabe, tal vez llega un día en que se les cruzan los cables y, a través de su experiencia en homicidios, se montan una coartada y te matan…

De hecho, su madre tenía mucha experiencia en eso. Siempre les estaba pidiendo que se reuniesen, pero… ni una sola vez en esos diez años de separación se paró a pensar en que su madre estaba mejor sola que con su padre. Realmente, ¿valían la pena los detectives? Ahora sí que estaba decidido. Ahora ya no había marcha atrás. Mañana por la mañana iría a la mansión Suzuki y le pediría ayuda y consejo a su amiga Sonoko. ¡Vaya si lo haría!

"Er… ¿Ran?"

De repente, Ran volvió a la tierra "¿Eing?" la chica miró al doctor "¡Aaaah, perdone doctor! ¡Es que estaba pensando en cosas y…!"

"Tranquila, tranquila. No pasa nada. Sólo que te has quedad con la vista perdida. Ponías unas caras muy divertidas."

Ran enrojeció "Ah…¿ah, sí?"

"Venga, acábatelo todo y descansa. Mañana por la mañana yo mismo te llevaré a tu casa. Ahora duerme."

El doctor cogió la bandeja y se dirigió a la puerta. Antes que la cerrase, Ran se apresuró a preguntarle algo que le rondaba por la cabeza desde hacía un buen rato "¡Doctor!" Él se giró y la miró "Quisiera saber… qué me ha pasado…"

Él sonrió "Creo que era un simple caso de tensión acumulada. El público, el griterío, el kárate, y otros problemas que deben tener chicas como tú, todo junto ha hecho que te sintieras cansada. Tranquila, con unas cuantas horas de reposo, volverás a ser nuestra activa karateka."

"¿Se sabe algo del partido?"

"¡Ah, el partido de kárate! Es cierto, se me había olvidado felicitarte por tu actuación. Pero lo cierto es que no tengo ni idea de qué han decidido los árbitros, ni siquiera si han decidido… buenas noches." El doctor sonrío y cerró la luz y la puerta. Ran se acomodó en su cama con preocupación.

Tenía un poco de dolor de cabeza, y eso aún le impedía más pensar en su 'plan'. Bueno, pensó, ya tendría tiempo para pensar en ello mañana por la mañana cuando fuese a casa de Sonoko. Estaba segura que su amiga la apoyaría. Y esta vez no se lo contaría a nadie más que en ella. Ni a Conan. El hecho de que la hubiese dejado tirada por un crimen le había dolido mucho. Se había sentido igual de sola y desamparada que la misma noche en que Shinichi se fue.

De repente, su vista se posó en el calendario que había unos metros más adelante. Se incorporó y acercó su cabeza para ver si no se equivocaba. Miró el día que era hoy. Lentamente se tumbó de nuevo, con los puños fuertemente apretados. Una solitaria lágrima de rabia cayó por sus sonrosadas mejillas…

- - - - -

"U…¡UAAAH…!" Sonooko Suzuki se levantó y estiró ambos brazos, mirándose con cara de cansancio al espejo. Eran las nueve y media, domingo. Pese a no ser muy temprano, la chica se moría de sueño. Ayer por la noche se fue de fiesta y ahora el cansancio la acompañaba hacia donde iba.

Rápidamente se cambió de ropa, se peinó y bajó a la planta baja. Allí saludó a su madre, Tomoko Suzuki, la cual estaba sentada en el sillón, leyendo un libro bastante grueso. Sonoko se fue a la mesa, donde la mayordoma ya le había servido el desayuno. Se lo comió y le dijo a su madre que se iba. Más que para quedar con una amiga, Sonoko parecía que fuese a una cita con su novio, pensó su madre. La verdad es que Sonoko siempre iba lo más elegante posible, por si algún chico guapo se les cruzaba…

*Ahhh… ¿por qué demonios tenía que quedar tan temprano? ¡Ya que estaba enferma, podría haber disfrutado más de la cama, caramba!* pensó la chica malhumorada, mirando de nuevo el reloj. Las once. Llegaría a tiempo, sólo estaba a dos paradas de la cafetería donde se había citado con Ran. Aunque era extraño en ella que quedasen así como así para hablar. Lo que más le sorprendió a Sonoko cuando ayer por la noche Ran la llamó fue que le dijera: 'Pues para hablar…'. No, definitivamente ese no era el estilo de Ran. Ella, siempre tan activa y audaz, ¿quedando en una cafetería para hablar? *Ju…esto no puede ser bueno…*

El autobús llegó hasta la parada que había justo enfrente de la cafetería. Sonoko, abriéndose paso entre la multitud, bajó a duras penas. Y es que en Shibuya, un domingo a las once, está todo, absolutamente todo abarrotado. Sin más preámbulo, Sonoko entró en la cafetería. Miró a lado y lado. Ran estaba sentada apartada de la multitud de espaldas a ella. Tenía la cabeza recostada a su mano y miraba por el cristal a las multitudes que pasaban por su lado con tristeza.

"¡Ran!" gritó Sonoko, mientras se sentaba a su lado.

"¡Ah, Sonoko! ¡Buenos días, gracias por venir!" dijo ella, esbozando una sonrisa. Una sonrisa extraña, a juzgar por Sonoko.

"Menudo morro tienes, guapa. ¡Hacerme despertar a las tantas! ¿Es que no sabes que las chicas de nuestra edad se levantan a las once, porque a la noche anterior han salido de marcha?" exclamó fastidiada la chica. Ran sonrió.

"No, no lo sabía, pero quiero saberlo."

Sonoko, que no se esperaba un comentario así en absoluto, se giró hacia ella con una expresión sospechosa "Oye, ¿te pasa algo? Creo que aún no estás recuperada de tu mareo…"

La chica negó con la cabeza con firmeza "¡Estoy perfectamente!"

"Y…er… ¿en serio quieres saberlo? Es decir… a ti esas cosas no te interesaban en absoluto hasta ahora…" dijo ella, rascándose la cabeza.

"Hasta ahora" dijo Ran tranquilamente. Eso aún desconcertó más a la chica.

"O-Oye Ran, ahora en serio. ¿Qué te ocurre?"

Su expresión pareció intensificarse más "He decidido que voy a cambiar. De ahora en adelante, quiero ser como tú. Quiero ser moderna, despreocupada, y ligar mucho, mucho."

Sonoko se la quedó mirando con ojos como naranja. Al principio parecía algo molesta, dándose cuenta de lo que su amiga pensaba de ella, pero cuando leyó el significado completo, se quedó sin hablar. ¿Ella, su inocente y tierna amiga, Ran, queriendo ser como ella? ¿Por qué? Sonoko esbozó rápidamente una sonrisa.

"Oye, entiendo que te sientas abandonada por Shinichi y tal, pero ese no es motivo para querer ser alguien que no eres para gustarle más, mujer…" dijo Sonoko con tono maternal, como queriendo enseñar a su discípulo un importante consejo sobre la vida.

Ahora era el turno de Ran para quedarse boquiabierta. Al cabo de unos segundos parpadeó y reaccionó "¡N-No es eso! ¡¡Todo lo contrario!!"

"¿Eh?"

Ran bajó la vista, lentamente, y respiró profundamente, como queriendo prepararse para decirle a su amiga algo importante de veras, el verdadero motivo por el cual la había citado hoy.

"Mira, Sonoko…" empezó Ran "He estado pensando mucho sobre esto, y quería pedirte ayuda…"

"¿Ayuda? ¿Para qu…?"

"¡Shh! Primero déjame explicártelo, y luego objetas, ¿eh?" Ran esperó el consentimiento de Sonoko y prosiguió con semblante frío "Es sobre…Kudo."

Sonoko se la quedó mirando "¿Kudo? ¿Shinichi?" Ran asintió. Sonoko frunció el ceño. *¿Qué significa esto? ¿Desde cuándo Ran llama a Shinichi 'Kudo'? Ay, la madre, creo que ya se por dónde va… no me digas que vas a hacer esto, Ran…* Sonoko se la quedó mirando, confusa. Ran le devolvió la mirada con total seguridad y continuó.

"Ya hace dos años que desapareció. Bueno, vuelve de vez en cando. Mejor dicho, vuelve MUY de vez en cuando. Y yo últimamente me he estado cuestionando si estoy haciendo bien en esperarle… ¡no, no digas nada! Ya sé que es muy egoísta por mi parte, pero… ¿acaso él no es el doble de egoísta cada día que pasa por no llamar ni venir ni nada? Bien, he decidido que voy a OLVIDAR a Kudo. No quiero verle ni en pintura. Todo lo referente a él es agua pasada. Y por eso te he hecho venir aquí, para que me ayudes."

Sonoko, a cada palabra, parecía más aturdida. ¿Kudo? ¿Olvidar a Shinichi? *A ver qué me pedirá ahora…* pensó la chica suspirando, con algo de nerviosismo.

Ran se quedó un instante en silencio, como si lo que fuese a decir significase más para ella, como si al decirlo todo eso pasarían de ser meros y simples conjeturas a una realidad ardiente.

"Yo… er… me gustaría que…" Ran cerró los ojos y puso ambas manos juntas delante de su cara en señal de súplica "¡¡Búscame un chico, Sonoko!!"

Toda la cafetería se quedó en silencio, mirando sobresaltados a Ran. Sin darse cuenta, había exclamado la frase mucho más alto y perceptible de lo que ella hubiese deseado. Su tez se tornó pálida en 0'001 segundos y se sentó de nuevo con la vista baja. La que no estaba ni mucho menos tan tranquila era su amiga Sonoko. ¿Buscarle un chico? ¡¿Un novio?! ¿Quién demonios era esta usurera que se hacía pasar por su dócil amiga Ran? ¡El demonio en persona!

No, tenía que haber un motivo por le cual Ran pensara así ahora. Es decir… no podía haber pasado de un día al otro de querer y echar de menos a ese detective a detestarlo y no querer que volviese nunca.

"O-Oye Ran…"

"¿Me ayudarás?" exclamó ella al instante.

A Sonoko se le cayó una gotita "Eso ya lo veremos. Pero quiero preguntarte qué ha pasado entre vosotros para que pienses así… Es decir, a mi Shinichi siempre me ha caído mal y eso, pero es que lo tuyo es exageradísimo…"

Ran sonrió débilmente. Se sacó un pequeño cartón de su bolsa y lo tendió en la mesa, para que Sonoko lo viera. La chica lo cogió y lo examinó.

"¿Un calendario?" preguntó Sonoko sin entender "¿Qué tiene que ver un calendario con que odies a Shinichi?"

"¿Qué día es hoy, Sonoko?" dijo Ran con un hilillo de voz. Sonoko frunció el ceño.

"Pues… el 15 de marzo, digo yo vamos…" dijo Sonoko, rascándose la cabeza. Y de repente lo entendió. Volvió a mirar súbitamente el calendario, como si quisiera asegurarse de su hallazgo. No había duda. Miró luego a la triste cara de Ran, que aún así seguía sonriendo débilmente. "R-Ran… no me digas que no…" Ran negó lentamente con la cabeza, sonriendo para sí y con la vista perdida en algún recuerdo. Sonoko volvió a mirar el calendario con rabia. *¿Cómo puede ser…¡cómo puede ser que ese inútil se haya olvidado del día de ayer!?*

- - - - -

Ya eran las siete pasadas. Los estómagos de Kogoro y Conan respectivamente empezaron a gemir. Cada uno, sentados al sofá y mirando el reloj de reojo, parecían inquietos. Kogoro porque, a pesar de haber resuelto un simple caso de intento de suicidio, tenía hambre y su hija no volvía. Conan estaba inquieto porque a parte de tener hambre, tenía un mal presentimiento. Ese extraño sexto sentido que tienen los detectives para dar por supuesto que algo malo va a pasar. ¿Pero qué?

*¡Ahg! ¡Ayer me olvidé de llamar a Ran, ahora que caigo! Será mejor que la llame esta noche al móvil, cuando Kogoro duerma la mona…* pensó para si el pequeño detective, mientras miraba la serie. Ahora, por norma, prestaba más atención a los capítulos y a todas las escenas, para que no se repitiese el fallo del otro día.

El pomo de la puerta giró y Ran entró en el piso, cerrando la puerta tras de si.

"Ya estoy en casa." Se limitó a decir.

"¡Ya era hora, hija! ¡Vas a matar a tu padre de hambre!" dijo Kogoro Mouri sin inmutarse de su llegada, con la vista fija al televisor.

"¿Qué hay para cenar, Ran-neechan?" preguntó inocentemente el niño.

Ran, para sorpresa de Kogoro y Conan, se limitó a sonreír fríamente. Se dirigió a su habitación y al cabo de media hora volvió a salir, completamente nueva. Conan se la quedó mirando, asombrado y a la vez asustado, y Kogoro despegó sus ojos del televisor por fuerza. Ran lucía el típico modelo moderno que las adolescentes llevaban ahora. Ella y Sonoko habían ido de compras durante toda la tarde y ahora era tiempo de estrenar. Minifalda arrapada de un color negro que parecía cuero; un enorme y grueso cinturón plateado, remarcando el límite de sus caderas; y un arrapadísimo top sin mangas ni tiras de color rojo pasión con algunos trazos negros a conjunto con la falda. Toda la espalda estaba al aire, salvo por unas sencillas tiras para mantener el top bien agarrado. Tenía unas botas que le llegaban casi hasta la rodilla y lucía un pendiente en la oreja izquierda, a juego con el cinturón.

Las gafas de Conan resbalaron. El chico se la quedó mirando por las partes más 'pronunciadas'. ¿Qué hacía Ran vestida así? Y lo más importante… ¿¡Dónde demonios iba!?

"¡R-Ran!" balbuceó como pudo Kogoro "¿S-Se puede saber qué dem…?"

La chica cogió un bolso negro a juego con la minifalda, se lo colgó a los hombros y abrió la puerta "Esta noche voy a salir. No me esperéis." Fueron las únicas palabras que dijo.

La consternación duró décimas de segundo. Conan y Kogoro tuvieron el mismo pensamiento "¡Pe-pero…¿y la cena?!" dijeron al unísono.

Ella esbozó una fría sonrisa "Existe la comida a domicilio." Y cerró la puerta.

Kogoro estuvo varios segundos sin moverse, como intentando digerir todo lo que había pasado en esos escasos segundos. Conan tampoco se lo creía. ¿Qué demonios le había pasado a Ran? Vale, había de reconocerlo, estaba GUAPÍSIMA, pero… esa no era la Ran que él conocía. Parecía una tigresa…

"E-Esto… tío Kogoro, voy a la tienda de enfrente para comprar algo, ¿vale? ¡Enseguida vuelvo!"

Sin dar tiempo a responder, Conan desapareció tras la puerta. Kogoro hizo un 'grrr' y continuó mirando la serie, bastante ofendido por haberse quedado más sólo que la una.

Mientras, Conan bajaba las escaleras a toda velocidad. Lo último que le interesaba ahora era ir al restaurante de ramen a encargar dos platos de fideos chinos. Con toda la seguridad del mundo cruzó la calle y tiró hacia abajo. Y allí entró en la cabina donde tantas veces antes había echo uso de sus servicios.

A prisa, Conan introdujo los yenes necesarios y marcó el número del móvil de Ran. A continuación, con la mano libre, cogió la pajarita y se la ajustó a su voz natural. El teléfono estuvo un rato haciendo señal de llamada, pero finalmente Ran lo cogió.

"¿Sí, dígame?" dijo ella. *Claro.* pensó Conan *Ella no tiene registrado el número de la cabina en su memoria. No sabe quien soy. Lo mejor será actuar con indiferencia, como quien no quiere la cosa.*

"¡Hola, Ran! ¡Soy Shinichi!" dijo él, risueño. Sin embargo, algo no cuadró. El típico '¿Sh-Shinichi? ¿¡Dónde demonios estás!?' no apareció. La voz del otro lado pareció quebrarse y se hizo un silencio incómodo entre los dos. "¿Ran, me oyes?"

Para su sorpresa, Ran habló. Con un tono de voz que nunca jamás le había oído "Ah, hola Kudo. ¿Qué quieres? Estoy ocupada."

Conan se quedó helado. Se pegó el teléfono al oído, como si lo hubiera entendido mal a causa del ruido de la activa calle nocturna.

"¿Có-cómo?" fue lo único que pudo decir.

Ran hizo un suspiro "Mira, he quedado con unos amigos y no puedo correr con el móvil a la mano. Si no quieres nada cuelgo."

"¡E-Espera!" dijo Conan rápidamente "R-Ran, ¿se puede saber qué te pasa? ¿Por qué me has llamado por mi apellido?" preguntó él, con el ceño fruncido.

"¿Y por qué debería llamarte por tu nombre cuando no eres más que un conocido?" dijo ella fríamente.

Eso fue como un cubo de agua fría para Conan. Eso no se lo esperaba. ¿Él, un conocido? ¿Él era SÓLO un conocido para Ran? Definitivamente, algo no iba bien. ¡Vaya si no! Su instinto masculino le dijo que, de nuevo, la había pifiado. A saber qué es lo que habría hecho él sin darse cuenta. Pero por mucho que pensase y pensase, no se le ocurría nada. Hacía tiempo que no hablaban y, por consiguiente, no podía haberla herido. Quizás era por eso, precisamente. Quizás estaba molesta porque no la llamaba…

"Lo siento, Ran" dijo él.

Por un instante, Ran no supo qué decir. Tal vez se lo estaba pensando mejor y ahora lo perdonaría…

"¿Te…te has dado cuenta…?" fue lo que dijo Ran entre susurros, con la voz rota.

Conan frunció el ceño, confundido "Lo siento, a partir de ahora te llamaré como mínimo una vez por semana, ¿va bien?"

Conan, quien había dicho eso de puro corazón, esperaba la respuesta impaciente. Sin darse cuenta que la había pifiado hasta el fondo. Los instantes de silencio no fueron inducidos por la ilusión de Ran, sino por la furia contenida.

"E-Eres un estúpido, Shinichi…" susurró ella débilmente "Ni siquiera te das cuenta de lo que haces… sólo te interesan tus casos, tus estúpidos casos… ¡Soy una chica, ¿sabes?! ¡Estoy apunto de cumplir los dieciocho y me he tirado dos años esperándote! ¡Y te juro que no voy a seguir con ello! ¡Se acabó! ¡No quiero que me llames, nunca más, ¿entendido?!"

Conan se quedó helado "¡¿P-Pero se puede saber qué dem…?!"

Ran lo cortó con furia "¡¡Ahora te diré lo que me pasa!! ¡¿Sabes qué día es hoy, Shinichi?! ¡¿LO SABES?!" Ran no dio tiempo a contestar y siguió "¡¡Exacto, 15 de marzo, y eso no te dice absolutamente nada, ¿eh?! ¡¡Ayer fue el 14 de marzo, Shinichi, pero supongo que tampoco sabrás qué es eso, ¿verdad?!! ¡¡Ayer, Shinichi Kudo, fue el Día Blanco*!!"

Conan sintió como eso le punzaba el corazón. Era cierto… ayer fue el Día Blanco… el día del torneo fue el Día Blanco…

La voz del teléfono volvió sin darle tiempo a arrepentirse.

"¡Y yo, Shinichi, YO te tejí una bufanda con todo mi corazón! ¡Y tú ni siquiera te acuerdas! ¡Claro que no, cómo ibas a acordarte! ¡¡Pues escúchame bien, ESTOY HARTA!! ¡¡Harta de ti, de tus casos y de tus mentiras!! ¡¡Desde siempre has sabido que no volverías a Tokio!! ¡¡No sería de extrañar que me estuvieses llamando desde Los Ángeles!! ¡Quizás allí tus padres te han prometido con una famosa personalidad, una chica rubia y ojos azules, ¿no?! ¡¡PUES ME DA IGUAL!! ¡¡NO QUIERO SABER NADA MÁS DE TI, SHINICHI KUDO, NUNCA MÁS!!"

Tut-tut, tut-tut…

El pequeño detective se quedó fuertemente amarrado al teléfono. Las palabras de Ran aún resonaban por su cabeza. Y lo peor de todo es que tenía razón. Como siempre. Ran tenía razón. ¡Era su culpa! Era él el que se había olvidado de comprarle un regalo. Ella le había tejido una bufanda preciosa, con sus iniciales y todo, y él ni siquiera se acordaba del Día Blanco…

¿Por qué? ¿Por qué era tan audaz en los casos, pero en la vida real y sentimental no era más que un patoso como todos o peor aún? Si no ponía punto y final al asunto, éste amenazaba con arrebatarle de las manos algo que era suyo y que a la vez no lo era; algo que para él era lo más importante en este mundo. Si no se daba prisa, perdería a Ran. Y esta vez la perdería para siempre.

Mientras, Kogoro seguía malhumorado, mirando la televisión.

*Si que tarda el crío ese para ir a comprar ramen…* gruñó.

Fin del cap. 3

CONTINUARÁ

*Día Blanco: El Día Blanco (en Japón es conocido como White's Day), 14 de marzo, es el día en que los chicos devuelven el regalo a las chicas que éstas les dieron en San Valentín (el 14 de febrero). Me explico: una chica le da chocolate –aunque Ran no le hiciese chocolate para que la declaración no fuese tan evidente ;) - al chico que le gusta, lo cual significa una declaración abierta para el chico. Éste, a cambio, le hace un regalo un mes más tarde en el Día Blanco, si corresponde a su amor, claro. ¿Romántico, neh?

~Notas de la Autora~

¡Hoooola! ¿Cómo estáis todos? Ya veis, aunque ha habido muuuuuuchos problemas con todos los ordenadores de mi family, ¡sigo escribiendo! Y reconozco que la semana que pasé sin ordenador por causa de una avería de este, me pasó larguísima… ¡qué ganas tenía de ponerme al teclado de nuevo! Y es que durante la ausencia del ordenador, mi cerebrín ha ido pensando nuevas escenas romanticotas para que disfrutes, jejeje

Bueno, nada más. Cualquier duda, sugerencia y/o reclamación a cinturo@3xl.net

Salu2 a to2

CiNtUrO-cHaN (CCF)

·30 | Julio | 03·